Las instalaciones de la Universitat estaban arruinadas.
El informe del arquitecto municipal Cristóbal Sales, en
1813, reclama reparaciones urgentes, pero éstas se
demoran.
La reconstrucción empieza por la biblioteca. Tres salas
provistas de estanterías adornadas con pilastras y
cornisas de madera de pino y de peral y cierres de tela
metálica realizadas por el carpintero Mauro Comín en
1837, permitieron alojar todos los libros de Vicente
Blasco, con los del bibliotecario Domingo Mascarós,
Mariano Liñán, Francisco Borrull y otros miembros del
Claustro, junto con los procedentes de los conventos
suprimidos, entre ellos la soberbia colección de códices
procedente de San Miguel de los Reyes.
Pero al reconstruir los edificios era preciso reducir la
anárquica composición del inmueble a criterios de
simetría y sintaxis clásica por la cual su forma externa
fuera expresión de la realidad interior. Por ello, el
Claustro universitario encarga en 1839 un plan general
del edificio al académico Timoteo Calvo Ibarra
(1799-1879). En 1840 comenzaron las obras que debían
extender el modelo de fachada presentado para la
biblioteca por Joaquín Martínez a todo el lienzo de la
calle de la Nave con una severa y elegante portada,
levemente saliente en el centro. Al mismo tiempo, y
hasta 1842, remodela el patio rectoral al estilo de un
pequeño castillo renacentista. Arcos de medio punto,
páteras, nichos con estucos y medallones de Bernardo
Llácer hacen de él una alegoría de las enseñanzas que en
ese momento se imparten, representando simbólicamente
sus cuatro facultades: Ciencias, Medicina, Letras y
Derecho.
Entre 1844 y 1845 se emprenderá la obra del patio mayor,
levantando un peristilo de columnas de orden dórico con
un potente entablamento en los lados recayentes al
teatro y a la entrada desde la calle de la Nave. En 1871
la completará Sebastián Monleón (1815-1878), que estuvo
al frente de otras numerosas mejoras como la
construcción del observatorio meteorológico (1861), del
salón rectoral (1864) y la reforma del teatro académico,
donde abrió una nueva puerta, cerrando las dos
existentes y dando a esta estancia su disposición
actual. Obra suya también, concluida por Antonio
Martorell (1845-1930), fue el Museo de Historia Natural
(1872-1877), con una interesante cubierta acristalada
sobre cuchillos de hierro. Martorell, con la ayuda de
Luis Ferreres (1852-1926), continuaría también las obras
de las fachadas en las calles Universidad y Salvá para
“dar unidad y decoroso aspecto” al edificio, alineando
al mismo tiempo dichas calles, preocupado no sólo por el
monumento en sí mismo, sino también por el entorno
urbano “mejorando notablemente la viabilidad y público
ornato de esta parte central de la población”.
En 1880 se levantó en el centro del patio la estatua de
Luis Vives, del escultor José Aixá (1834-1920), fundida
en bronce de una sola pieza por Vicente Ríos en los
talleres de La Primitiva Valenciana. En 1902, con
ocasión de las fiestas del IV centenario de la fundación
de la Universitat, se colocaron 17 medallones con bustos
en relieve de personajes vinculados a la historia de la
institución. |