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Esos artistas catalanes y altoaragoneses de las postrimerías del siglo XII intentan atraer a los fieles a base de la belleza de los asuntos representados y no por el interés que aquellos temas puedan reunir con destino a la salvación de las almas de los espectadores. Asimismo abandonan el principio de considerar el arte a manera de un sermón. Lo ven como un texto susceptible de enseñar a los fieles. Con ello preludian el concepto de Biblia pauperum que el Gótico imprime a las decoraciones pictóricas y escultóricas de sus iglesias de forma que los sacerdotes puedan explicar la historia de la salvación a los creyentes (en buena parte iletrados) por medio de sus alusiones a los relatos contenidos en los vitrales, las pinturas, las esculturas y los relieves.

Por último los artistas tardorrománicos de Cataluña y el Alto Aragón se inclinan a ocuparse de los temas suaves de los Evangelios sobre todo a los alusivos a la Infancia de Cristo tratados desde un punto de vista familiar. Es cierto que en etapas anteriores los artistas se ocupan de aquellos asuntos en base a dos fuentes: el Evangelio de la Infancia que se halla en los Evangelios canónicos (sobre todo del escrito por San Lucas) y algunos apócrifos (principalmente del Evangelio siro-árabe de la Infancia ) y la ceremonia litúrgica de la adoración del Niño en la Misa de Navidad paralela al empleo en Viernes Santo de imágenes de Cristo en la Cruz con brazos articulados a fin de escenificar el Desprendimiento en las iglesias. Sin embargo, en todas las pinturas románicas anteriores al último cuarto del siglo XII y alusivas al Evangelio de la Infancia (vg. la Epifanía de Santa Cruz de Maderuelo) falta el tono doméstico que se observa en los frontales que se ejecutan en Cataluña y el Alto Aragón durante el Románico Tardío. Ello se vincula a los desarrollos más antiguos del amor cortés y de la importancia que las mujeres adoptan en la vida política y social..