- Notas: Narciso era un hermoso
joven que pasaba el tiempo contemplando su rostro en las fuentes,
enamorado
de sí mismo. Rechazó los amores de la ninfa Eco, que
recorría
los valles lamentándose, hasta que a su muerte su voz se
perpetuó
en el eco. Narciso acabó convertido en la flor que lleva su
nombre.
Adonis fue un amante de Venus, modelo de belleza masculina.
- Observaciones: Píramo
podía ser, a juzgar por su hermosura y a pesar de no tener alas,
un segundo hijo de Venus, la encarnación del amor. "¡lo
que
hace!" es una exclamación como "¡hay que ver qué
joven,
ya robusto, que podía ser...!"
Narciso, al desdeñar a Eco y hacer así que muriera de
pena,
convirtió al valle más profundo en su sepulcro, pero un
sepulcro
vocal (que habla), pues el eco sigue contestando. Notemos que
Góngora
trata de boba a Eco, igual que trata de bobos a Píramo y Tisbe,
que murieron por amor. Pero Píramo no era un Narciso, modelo de
belleza afeminada, que terminó convertido en el orgullo de las
frores,
sino [que era] un Adonis caldeo, modelo de virilidad, ni jarifo ni
membrudo,
es decir, ni afectado ni rudo, ni lindo ni bruto. Jarifo viene del
árabe
sharif (noble), pero en castellano tiene el sentido de afectado,
delicado,
lindo. Tufos eran los mechones de cabello que cubrían las orejas
según una moda de la época de Góngora. La cuarteta
siguiente (vv. 113-116) completa esta imagen anacrónica del
peinado
de Píramo. Los tufos eran como jaulas porque encerraban las
orejas.
Comentarios:
Góngora encarece la virilidad de Píramo
comparándola con la de Adonis y oponiéndola a la de
Narciso.
La idea es similar a la que aparece en el Polifemo, donde la virilidad
de Acis tiene por contrapunto la
belleza
afeminada de Glauco.