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Vulgo
lascivo erraba, al voto del mancebo, el yugo de ambos sexos sacudido, al tiempo que, de flores impedido el que ya serenaba |
285 |
la
región de su frente rayo
nuevo, purpúrea terneruela, conducida de su madre, no menos enramada, entre albogues se ofrece, acompañada de juventud florida: |
290 |
treinta robustos montañeses, dueños | 290a |
de
las que aun los pitones dos
pequeños en la tierna hijuela temer vieras, no ya en la vaca, no en las empulgueras del arco de Diana, ¡damería serrana! |
290f |
Los últimos versos forman uno de los pasajes jocosos
que Góngora fue persuadido a eliminar del poema.