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No le bastó después a este elemento | 435 |
conducir
orcas, alistar ballenas, murarse de montañas espumosas, infamar blanqueando sus arenas con tantas del primer atrevimiento señas, aun a los bueitres lastimosas, |
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para con
estas lastimosas señas temeridades enfrenar segundas. Tú, Cudicia, tú pues, de las profundas estigias aguas torpe marinero, cuantos abre sepulcros el mar fiero |
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a tus huesos desdeñas. |
Es admirable la forma en que Góngora personaliza
al mar convirtiéndolo en el general de un ejército que
lucha
contra el hombre: sus soldados son las orcas y las ballenas y sus muros
las olas. La imagen de los esqueletos empujados a las playas, tan
deteriorados
que hasta dan lástima a los buitres es también muy
gráfica.