Durmió,
y recuerda
al fin cuando las aves,
esquilas dulces de sonora pluma,
señas dieron süaves
del Alba al Sol, que el pabellón
de espuma
dejó y, en su carroza, |
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rayó
el verde obelisco de
la choza. |
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- Prosificación:
Durmió,
y recuerda al fin cuando las aves, esquilas dulces de sonora pluma,
dieron
al Sol señas suaves del Alba, que [el cual, el Sol] dejó
el pabellón de espuma y, en su carroza, rayó el verde
obelisco
de la choza.
- Observaciones: Esquilas son
las campanas pequeñas de los conventos que sirven para despertar
a los frailes y llamarlos a los oficios. Las aves son las esquilas que
despiertan al Sol y le advierten suavemente que ya ha salido el Alba
(en
la mitología, el Alba no es un efecto del Sol, sino otra
divinidad
independiente). Un pabellón era una tienda de campo para dormir
durante un viaje. El Sol duerme bajo el mar, de modo que la espuma del
mar es como el techo de su pabellón. El techo de la choza es
verde
porque está cubierto de retamas, según se ha dicho antes.
Góngora la compara con un obelisco porque termina en punta.
Rayar
es sinónimo de amanecer, aquí está usado
transitivamente:
el Sol amaneció la choza, es decir, iluminó la choza con
la luz del amanecer.
Comentarios:
Destaquemos, de esta hermosa imagen del amanecer con la
que se encuentra el peregrino al despertarse, la hipálage
"esquilas
dulces de sonora pluma". En principio las aves son sonoras, y eso
sugiere
la presencia del adjetivo, pero, estrictamente, "sonora" determina a
"pluma",
de modo que en realidad Góngora se refiere, no al canto, sino al
sonido que producen las alas al batir. El canto está aludido por
el adjetivo "dulces", que en principio sería más
apropiado
para las plumas. De este modo, Góngora logra evocar a un tiempo
el canto y el batir de alas de las aves. Es un buen ejemplo del
increíble
grado de precisión y detalle de las descripciones gongorinas.