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Músicas hojas viste el menor ramo | 590 |
del
álamo que peina verdes
canas; no céfiros en él, no ruiseñores lisonjear pudieron breve rato al montañés, que, ingrato al fresco, a la armonía y a las flores, |
595 |
del
sitio
pisa ameno la fresca hierba cual la arena ardiente de la Libia, y a cuantas da la fuente sierpes de aljófar, aun mayor veneno que a las del Ponto, tímido, atribuye, |
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según los pies, según los labios huye. |
Góngora hace aquí con el viejo lo mismo
que ha hecho antes con el cabrero: después de mostrarnos
sus
recuerdos
dolorosos lo presenta en una situación simpática,
como un
viejo refunfuñón, que da a entender que actualmente
su
vida
en el campo es alegre, en contraste con lo desgraciada que fue su
vida
anterior.