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En 1512 Alberto Durero empezó a trabajar para el emperador Maximiliano I, para el que llegó a realizar hasta noventa y dos grabados en madera. Sin embargo, éste no tenía dinero para pagarle, y pidió a los ediles de Nuremberg que lo eximieran del pago de impuestos.
Rafael, tras haber terminado la decoración de la Estancia de
la Signatura, pasó a la siguiente, que hoy se conoce como Estancia de Heliodoro precisamente
por el primer fresco que pintó en ella: La expulsión de Heliodoro,
en el que aparece retratado el Papa Julio II. Representa la
expulsión de Heliodoro
del templo de Jerusalén, tal y como la relata la Biblia: la
acción transcurre a la derecha, con un jinete y un caballo que
recuerdan a Leonardo; el Papa la observa desde la izquierda; y en el
centro del fresco destaca la soberbia arquitectura del templo. Al mismo
tiempo, Rafael terminaba su Madona
de Foligno, una de los mejores exponentes de su arte clasicista.
Antonio de Nebrija publicó una segunda edición
aumentada de sus vocabularios latino-castellano y castellano-latino,
que ahora contaban con unas cuarenta mil entradas.
El hijo del sultán Bayaceto II logró, con el apoyo de
los jenízaros, que su padre abdicara en su favor, y así
se convirtió en el sultán Selim I. A continuación,
siguiendo el protocolo, hizo asesinar a sus hermanos y sobrinos. Es
conocido como Selim I el Cruel,
pero no por cumplir con sus "obligaciones" familiares, sino porque a
algunos melindrosos les debió de parecer un poco exagerado que,
por ser un devoto sunní, hiciera asesinar a unos cuarenta mil
chiitas en sus dominios.
También Muhammad Báber tuvo problemas por ser chiita.
Perdió el apoyo de sus súbditos de Samarkanda y fue
derrotado por los uzbekos, con lo que se vio obligado a volver a Kabul.
Ese año murió Svante Nilsson, el regente de Suecia, y
la regencia fue ocupada por su hijo Sten
Svantesson.
También murió el obispo Ukasz Watzenrode, el
tío de Nicolás Copérnico, con lo que éste
ocupó definitivamente su canonjía de Frauenburg. Ahora
tuvo más tiempo libre para dedicarse a la astronomía.
Las relaciones entre el rey Jacobo IV de Escocia y su cuñado,
Enrique VIII de Inglaterra, eran cada vez más tensas, y el
escocés terminó firmando una alianza con Luis XII de
Francia.
Cuando el virrey Francisco de Almeida zarpó de Lisboa rumbo a
la India,
le acompañó un joven de veinticinco años (ahora
tenía ya treinta y dos)
llamado Fernão de Magallanes.
Desde entonces no había vuelto a su patria, y había
tomado parte en las
exploraciones más relevantes llevadas a cabo por los portugueses
en los
últimos años. Magallanes fue el encargado de elaborar en
Malaca el informe definitivo que había que enviar a Portugal
sobre las Molucas, y, al redactarlo, cometió la
indiscreción de señalar que, si se suponía que la
línea divisoria establecida por el tratado de Tordesillas
debía ser prolongada a las antípodas, entonces
las
Molucas correspondían a la
soberanía castellana. Evidentemente, no había
razón para suponer tal cosa (además de que no era
así, los cálculos de Magallanes eran erróneos), y
mucho menos desde el momento en
que semejante supuesto perjudicaba gravemente los intereses
portugueses.
Así lo entendió el virrey, Alfonso de Albuquerque, y en enero de 1513 envió a Magallanes de
vuelta a Portugal, advirtiendo a la Corte de la conveniencia de
mantenerlo a raya.
El rey Luis XII de Francia logró que
Venecia abandonara la Santa
Liga y se convirtiera en su alidada. Poco después murió
el Papa Julio II y, el 11 de marzo,
el cónclave, que
quería el apoyo de Florencia, designó como sucesor al
cardenal Juan
de Médicis, que adoptó
el nombre de León X.
Dicen que al enterarse del resultado de la votación dijo: "Gocemos del pontificado, ya que Dios nos
lo ha concedido". El nuevo Papa siguió la misma
política nepotista de sus predecesores, en virtud de la cual
nombró cardenal a su hermano Juliano y a su hermanastro Julio (hijo bastardo del hermano de
Lorenzo el Magnífico).
Erasmo de Rotterdam compuso el poema que tituló Iulius exclusus e coelis (Julio
excluido del cielo), una sátira contra el Papa guerrero que le
había dicho a Miguel Ángel: "Retrátame con una espada, yo no
soy hombre de libros". La muerte de Julio II supuso,
paradójicamente, una traba para
que Miguel Ángel pudiera llevar adelante su proyecto de
sepulcro, proyecto que le interesaba mucho más que la capilla
Sixtina, en la que había estado trabajando hasta entonces. Su
esperanza había sido convertir el sepulcro de Julio II en su
obra
maestra, pero, dado el escaso interés de los herederos del Papa,
les presentó una versión mucho menos ambiciosa.
Aún así, los herederos fueron retrasando la empresa, a
pesar de lo cual Miguel Ángel empezó a trabajar en ella.
De este año data un primer prisionero
o esclavo moribundo, en mármol, de más de dos
metros de alto.
El retorno de los Médicis a Florencia trajo consigo la
caída de Nicolás Maquiavelo, que fue destituido y luego
implicado en un proceso de traición. Fue encarcelado y
torturado, pero finalmente quedó en libertad y se exilió
en una propiedad que poseía a las puertas de Florencia.
Allí se empezó a redactar diversas obras. El año
anterior había terminado el manuscrito de una Descripción de las cosas de
Alemania, que permanecía inédito. Ahora
escribió (aunque tampoco editó) El príncipe, donde
describe las características que debería tener un
gobernante para que pudiera unificar Italia. Maquiavelo argumenta que
dicha unidad sólo sería posible mediante la
imposición de un príncipe que mantuviera una
política fundada en la razón
de estado, a la que debían subordinarse la ley y la
moral. Esta monarquía italiana no sería incompatible con
el gobierno republicano de las ciudades, pero implicaría la
sumisión de la Iglesia y de la nobleza al Estado, así
como la creación de un ejército estatal. Se ha
creído que la figura del príncipe de Maquiavelo
está inspirada en César Borgia y en Fernando el
Católico.
El 23 de marzo, las Cortes de
Navarra, reunidas en Pamplona, proclamaron rey de Navarra a Fernando el
Católico. El rey Juan III de Navarra, con la ayuda de Francia,
trató de recuperar su territorio, pero sólo logró
hacerse fuerte en la pequeña porción del reino navarro
situado al norte de los Pirineos.
León X ratificó su apoyo a la Santa Liga contra
Francia, y el 5 de abril
formó la Liga de Malinas,
en la que, además del emperador Maximiliano I y de Fernando el
Católico, participó el rey Enrique VIII de Inglaterra, a
instancias de su suegro, Fernando II.
Juan Ponce de León, en su búsqueda de la mítica Bimini, había explorado las islas Bahamas, y el día de pascua llegó a las costas de lo que tomó por una isla más, a la que llamó Pascua Florida (la pascua florida es la pascua de Resurrección, por oposición a la pascua granada, que es la pascua de Pentecostés), si bien más adelante se comprobaría que en realidad era una península, la que aún hoy conserva el nombre de Florida. (Años atrás, Florida ya había recibido las visitas de Vicente Yáñez Pinzón y Américo Vespucio). Allí fundó un poblado, pero todas las fuentes que encontró eran normales, de las que calman la sed, pero no dan la eterna juventud. Además, los nativos eran bastante hostiles, por lo que no tardó en regresar a Puerto Rico. En cambio, los nativos que había encontrado en las Bahamas eran mucho más "tratables", por lo que pronto empezaron a ser llevados como esclavos a La Española, donde las epidemias y el trabajo forzado estaban exterminando a la población indígena. Los colonos habían llegado incluso a comprar esclavos guineanos a los portugueses para paliar la falta de mano de obra, pero ahora se encontraron con que los mansos habitantes de las Bahamas eran un recurso más barato.
En junio, el ejército
francés,
capitaneado por Trivulzio el Grande, fue derrotado por Maximiliano
Sforza y el virrey de Nápoles, Ramon Folc de Cardona, que
contaron con la inestimable ayuda de mercenarios suizos. (Ese
año, el número de cantones suizos había aumentado
a trece con la incorporación de Appenzell).
Poco
después, Enrique VIII de Inglaterra invadía Francia y
obtenía una victoria en Guinegatte.
Entonces el rey Jacobo IV de Escocia, instigado por Luis XII de
Francia, consideró que era el
momento oportuno para atacar a Inglaterra, pero fue derrotado y muerto
en septiembre, en la batalla de Flodden. Jacobo IV fue sucedido por
su hijo Jacobo V, que
tenía apenas un año de edad. Su madre, Margarita Tudor,
ejerció la regencia.
También a Vasco Núñez de Balboa le llegaron
historias sobre un territorio rico en oro, situado, como era
preceptivo, muy, muy lejos. Más concretamente, sus informadores
le explicaron que, para llegar a él, había que navegar
por un gran mar que se encontraba un poco más al oeste. Es
posible que le estuvieran hablando del Imperio Inca, pero probablemente
eso les daba igual a los indígenas, y Balboa tampoco se
dejó impresionar por la tentación de un oro muy lejano;
en cambio, empezó a preguntar sobre qué era eso de un
gran mar cercano. Cuando le aseguraron que, relativamente cerca,
había otro mar, se dispuso a comprobarlo por sí mismo.
Comprendió que ello confirmaría las teorías de
Américo Vespucio, según las cuales tenía que haber
otro océano entre América y Asia. Balboa sabía que
la Corte no veía con buenos ojos los medios con los que se
había hecho con el gobierno de Castilla del Oro, y estimó
que el
descubrimiento de ese mar podría consolidar definitivamente su
posición.
Vasco Núñez de Balboa
partió al frente de una
expedición compuesta por 190 colonos y 800 indígenas
amigos. Atravesar la selva tropical no fue tarea fácil, pero
finalmente, el 25 de septiembre
encontraron una playa
que, aunque ellos habían caminado hacia el oeste, estaba
orientada hacia el sur, así que el mar que baña sus
costas fue llamado mar del Sur.
Después de nombrar a los principales miembros de la
expedición, entre los que, además de Balboa, se
encontraba Francisco Pizarro, el escribano relata así el momento:
Estos veintidós y el escribano Andrés de Valderrábano fueron los primeros cristianos que los pies pusieron en el mar del Sur y, con sus manos, todos ellos probaron el agua, que metieron en sus bocas para ver si era salada, como la de la otra mar; y, viendo que lo era, dieron gracias a Dios.
La zona a la que llegaron recibió el nombre de Panamá. Antes de que la
noticia llegara a Castilla, las acusaciones de Enciso y, sobre todo, el
declinar de la influencia de Diego Colón, protector de Balboa,
hicieron que fuera nombrado un nuevo gobernador de Castilla del Oro. El
cargo recayó en Pedro Arias
Dávila, más conocido como Pedrarias Dávila. Era de edad
avanzada. Había participado en la guerra de Granada y en las
recientes campañas en el norte de África.
Mientras tanto, Alfonso de Albuquerque, viendo que los reinos
orientales no ponían objeciones en aceptar a los portugueses
como los nuevos intermediarios del comercio de las especias,
pasó a ocuparse de que los egipcios aceptaran lo también.
Trató de tomar la ciudad de Adén,
pero no lo consiguió.
En octubre, Ramon Folc de Cardona
derrotó a los venecianos en Vicenza y el rey Luis XII de Francia
tuvo que retirar definitivamente sus ejércitos de Italia.
Incluso se vio obligado a desautorizar públicamente el concilio
de Pisa, que él mismo había organizado.
El príncipe Bogdán III de Moldavia, agobiado por la
presión polaca, decidió rendir vasallaje al imperio
Otomano. El imperio del sultán Selim I atravesaba una
época de
escasez: apenas le quedaban ya chiitas que matar. Y lo peor era que los
pocos que le quedaban se le refugiaban en el vecino reino de Persia,
que todo él era oficialmente chiita. Ello le llevó a
declarar la guerra al sha Ismaíl I. Lo
hizo en una comedida carta que empezaba modestamente así:
Yo, el jefe soberano de los osmanlíes, héroe de los héroes, con la fuerza y el poder de Feridun, la majestad de Alejandro el Grande y la justicia y la clemencia de Cosroes; yo, el exterminador de los idólatras, el destructor de los herejes, el terror de los tiranos y de los faraones; yo, Selim, graciosamente me dirijo a ti, Ismaíl, jefe de los persas, tirano como Zoak y Afrasiab, destinado a perecer como Darío, ...
Así empezó la guerra, pero no hubo batalla alguna,
pues Ismaíl I se dedicó a huir cada vez
más hacia el este de sus dominios, agotando a los
jenízaros en una persecución interminable.
Ese año murió el rey Juan I de Dinamarca y Noruega,
que fue sucedido por su hijo Cristián
II.
En Siena murió el pintor Bernardino di Betto, il Pinturicchio.
El año anterior, Leonardo da Vinci había acabado en
Milán un monumento
ecuestre para la tumba de Trivulzio el Grande, así como unas
madonas
encargadas por Luis XII. Ahora marchaba a Roma.
Rafael había terminado un nuevo fresco para la Estancia de
Heliodoro, que representa El milagro
de Bolsena, una misa milagrosa que la tradición
sitúa en el siglo XIII y que dio origen a la festividad del
Corpus. A la misa asiste un grupo de cardenales, entre los que se
encuentra el Papa Julio II.
Alberto Durero terminó uno de sus grabados más
representativos: El caballero, la
muerte y el diablo, cuyo origen fue, probablemente, un estudio
del caballo basado en Leonardo, pero que después
convirtió en una obra más profunda al vincularla con un
antiguo opúsculo de Erasmo de Rotterdam en el que describe el
ideal de caballero cristiano. Así, Durero representa a un
caballero modélico, impávido ante la muerte y la
tentación.
Una vez que el rey Luis XII de Francia retiró sus
ejércitos de Italia, los ataques de la Santa Liga fueron
arreciando y Luis XII trató de encauzar las cosas
diplomáticamente. En enero de 1514
murió su esposa, la duquesa Ana de Bretaña, y el monarca
aprovechó para contraer terceras nupcias con María, hermana del rey
Enrique VIII de Inglaterra. Ese mismo año casó a su
primogénita, Claudia, con el que, en ausencia de hijos varones,
debía sucederle en el trono de acuerdo con la ley sálica,
el duque Francisco de Valois, que iba a cumplir los veinte años.
En marzo Luis XII firmó
con la Santa Liga la tregua de
Orleans, por la que, entre otras cosas, reconocía a
Fernando el Católico como rey de la Alta Navarra (la parte de
Navarra al sur de los Pirineos).
Luis XII nombró condestable de Francia a Carlos de
Montpensier, el segundo
hijo del conde Gilberto de Montpensier. Tenía entonces
veinticuatro años. A los diecinueve había destacado en la
batalla de Agnadello. Poco después se casó con la
duquesa Susana de Borbón, con lo que se convirtió en el
duque Carlos III de
Borbón.
Margarita Tudor, la viuda del rey Jacobo IV de Escocia y hermana de Enrique VIII, se casó con Archibaldo Douglas, conde de Angus, pero el partido nobiliario contrario a Inglaterra acabó imponiéndose y perdió la tutela del joven Jacobo V, que pasó al duque Juan de Albany, primo de Jacobo IV.
Alfonso de Albuquerque había impuesto a Siam, Sumatra y Java
el pago de un impuesto al rey de Portugal. Después, él
mismo dirigió una expedición a China, que llegó a
las costas de Tamao.
Allí los portugueses se mostraron más comedidos y poco
después se presentaron educadamente en la cercana Cantón en calidad de
embajadores del rey de Portugal.
A Jamaica llegó el nuevo gobernador, que tenía que
sustituir al difunto Juan de Esquivel. Se llamaba Francisco de Garay, y, al igual que
Esquivel, había acompañado a Cristóbal
Colón en su segundo viaje. Llegaba con el encargo de convertir a
Jamaica en el centro de abastecimiento para futuras expediciones a
Tierra Firme. Poco después de su llegaga hizo un nuevo
repartimiento de indios, muy mermados ya por la férrea
política de su antecesor.
En Cuba, el gobernador Diego de Velázquez había dejado
la conquista de la isla en manos de Pánfilo de Narváez
mientras él se dedicaba a la colonización de las regiones
ya conquistadas. El año anterior había fundado las
ciudades de Trinidad Sancti Spiritus
y Puerto Príncipe, y
ahora fundaba La Habana.
Parece ser que Velázquez creía sinceramente en que la
misión de los colonos era civilizar a los indios y no
aprovecharse de ellos, por lo que procuró ganarse su confianza y
castigó con dureza los excesos cometidos contra los mismos.
Pronto
contó con la colaboración de Bartolomé de Las
Casas, que, ese año, cuando iba a predicar la pascua de
Pentecostés a Sancti Spiritus, "se
convirtió" (según sus propias palabras), lo que
significa que se concienció de que el trato que estaban
recibiendo los indios (el trato que él mismo les había
dado hasta entonces) era una canallada, y esto lo llevó a
renunciar a sus encomiendas y a dedicar el resto de su vida a una
incansable lucha en defensa de los indios y en contra de las
encomiendas. Las Casas convenció a Velázquez para que
fomentara la importación de esclavos negros desde África
que pudieran sustituir a los indios en las tareas más duras.
Hacer trabajar a los indios como animales estaba mal, porque eran seres
humanos, mientras que a los negros se les podía hacer trabajar
como animales sin remordimientos de conciencia porque, según
afirmaba fray Bartolomé, eran realmente animales (no
tenían alma).
El 30 de julio Pedrarias
Dávila, el nuevo gobernador de Castilla del Oro, entraba en el
puerto de Santa María de la Antigua del Darién. El
descubrimiento del mar del Sur había salvado del desastre a
Núñez de Balboa, que, según le comunicó
Pedrarias, recibía los títulos de adelantado del mar del Sur y gobernador de Panamá,
subordinado a Pedrarias. Éste había llegado
acompañado de Martín Fernández de Enciso y otros
muchos hombres, entre los que cabe destacar a fray Juan de Quevedo, el primer obispo de
Tierra Firme, o Gonzalo
Fernández de Oviedo, que había comenzado su
carrera como paje del príncipe Juan (el difunto hijo de los
reyes Católicos) y, tras la muerte de éste, había
pasado a Italia, donde había servido a importantes
señores, desde los Borja hasta a los reyes de Nápoles y
al Gran Capitán. Diez años atrás, Fernando el
Católico le había encargado "compilar noticias de los reyes de
España". Ahora llegaba a América con los cargos de
veedor de las fundiciones de oro
y escribano real. Otros
recién llegados fueron Diego
de Almagro, Pascual de Andagoya, Sebastián de Belalcázar
y el joven Bernal Díaz del
Castillo, que tenía entonces veintidós años.
Ese año murió en Santo Domingo Bartolomé Colón, el hermano del descubridor. También murió el poeta italiano Cariteo.
Por otra parte, el descubrimiento del mar del Sur llevó a
Juan Díaz de Solís a promover una nueva expedición
en busca de una ruta por la que los barcos pudieran acceder a
él, en el peor de los casos, bordeando América por el
sur, igual que los portugueses habían bordeado África. La
Corona mostró gran interés, ya que el año anterior
los portugueses habían enviado una expedición con tal fin
al mando de Nuno Manuel y Cristóbal de Haro. No se sabe
con certeza hasta donde llegaron, si bien no encontraron el paso que
buscaban. Así pues, pronto se firmaron las correspondientes
capitulaciones y Díaz de Solís empezó a preparar
la expedición.
La colonización de las Canarias podía considerarse
terminada. Toda la población era cristiana y hasta los antiguos
príncipes indígenas se consideraban a sí mismos
genuinos castellanos. Se había producido un rápido y
extenso mestizaje. La economía era próspera, gracias al
cultivo de la caña de azúcar y al comercio con
América.
El sha de Persia, Ismaíl I,
consideró que los turcos debían de estar ya agotados por
la persecución a la que se había dejado someter y
decidió enfrentarse a ellos. El combate tuvo lugar en Tsaldiran el 23 de agosto, y el sha tuvo la
ocasión de comprobar que los cañones otomanos no se
agotaban al ser trasladados de un sitio a otro. (Los persas
carecían de artillería.) Ismaíl I conservó
su trono, pero Selim I anexionó a su imperio Mesopotamia y
Armenia, donde había una importante población
sunní que aceptó de buen grado su liberación de
los persas chiitas, así como Georgia, donde la población
era mayoritariamente cristiana, con lo que le daba igual estar sometida
a sunníes o chiitas.
El hecho de que Selim I tuviera más interés en
combatir al chiismo que al cristianismo fue una fortuna para
Hungría, que se desmoronaba bajo el reinado del rey Ladislao II.
El ejército llevaba tiempo sin recibir su paga, y ya no
reconocía la autoridad real. Los campesinos, cuya
situación era cada vez más insostenible, organizaron una
revuelta.
El rey Segismundo I de Polonia seguía en guerra contra el
príncipe Basilio III de Moscú. Tras un intervalo de
tregua, había retomado las campañas hacía dos
años, y ahora Basilio III conquistaba Smoliensk. Basilio III
dominaba ya todos los principados rusos, con la única
excepción de Riazán. Poco después, los polacos se
recobraron en parte de la derrota sufrida en Smoliensk con una victoria
en Orcha, pero la guerra
continuó.
En Crimea murió el kan Mengli Giray, que fue sucedido por su
hijo Devlet Giray I.
Alberto Durero terminó uno de sus grabados más
famosos, titulado La
melancolía, lleno de referencias a las
matemáticas, la más notable de las cuales es el llamado cuadrado mágico de Durero:
16 |
3 |
2 |
13 |
5 |
10 |
11 |
8 |
9 |
6 |
7 |
12 |
4 |
15 |
14 |
1 |
Contiene los números del 1 al 16, y todas filas, las columnas
y las dos diagonales suman 34. Además, las casillas centrales de
la fila inferior forman el año en curso. Es el primer cuadrado
mágico del que se tiene referencia en Europa. Recordemos que los
chinos conocían el Loh Shu desde tiempos
inmemoriales.
Rafael pintó el retrato del conde Baltasar de Castiglione, que a la
sazón estaba en Roma como embajador del marqués de
Mantua. Tenía ahora treinta y seis años. A los veintiocho
había compuesto una égloga titulada Tirsis.
En la Estancia de Heliodoro, Rafael pintó dos frescos
titulados San León deteniendo
a Atila a las puertas de Roma, en el que san León aparece
con el rostro del Papa León X, y La liberación de san Pedro.
Luego pasó a decorar una tercera estancia, llamada la Estancia
del Incendio del Borgo,
porque en ella pintó el fresco con dicho título, que
representa un supuesto milagro del Papa León IV.
El Papa encargó también a Rafael que pintara
diez cartones para ser convertidos en tapices en Bruselas, con el fin
de cubrir los zócalos de la capilla Sixtina. Entre ellos destaca
el de La pesca milagrosa.
A partir de este año, Rafael empezó a delegar parte
del trabajo a sus discípulos, sobre todo cuando, a raíz
de la muerte del arquitecto Bramante, León X le encargó
también que se pusiera al frente de la construcción de la
nueva catedral de San Pedro. A instancias del Papa, Rafael
modificó el proyecto inicial de Bramante en cruz griega para
adoptar el tradicional de cruz latina.
Resueltos los principales problemas políticos italianos, el
Papa León X decidió aprovechar el V concilio de
Letrán para tratar la reforma del calendario. En el concilio de
Nicea, celebrado en el siglo IV, se habían fijado las fechas
más señaladas de la liturgia católica en
relación con el ciclo solar, en particular con las estaciones
del año; pero los astrónomos y navegantes tenían
constatado que los solsticios y los equinoccios que marcaban los
cambios estacionales no sucedían en las fechas consideradas en
dicho concilio, sino que había un desfase de unos diez
días. Numerosos especialistas fueron convocados para asesorar al
concilio, entre los cuales se encontraba el polaco Nicolás
Copérnico. Éste fue uno de los pocos que se abstuvo de
acudir a Roma y, en su lugar, envió algunas consideraciones por
carta, en las que juzgaba que era prematuro tratar la reforma del
calendario, ya que el movimiento de los cuerpos celestes todavía
no estaba bien entendido. Las enormes discrepancias entre los expertos
dieron la razón a Copérnico, y el concilio no
adoptó ninguna resolución.
Por esta época, Copérnico
distribuyó entre
algunos de sus amigos unas copias manuscritas de un pequeño
libro escrito por él mismo. Sus amigos sabían que
él era el autor, pero su nombre no constaba en ningún
lugar del documento. En esta obra, Copérnico propone una
explicación de los movimientos de los cuerpos celestes a partir
de siete supuestos:
La contradicción entre 1. y 3. se explica si entendemos que
Copérnico quería decir que el universo no tiene
ningún centro distinguido, pero que, a efectos de explicar el
movimiento de los planetas, podemos considerar al Sol (y no a la
Tierra) como centro del universo. El séptimo supuesto alude a
que, en su trayectoria sobre la esfera celeste, algunos planetas, como
Marte, avanzan para luego retroceder y luego volver a avanzar. Esto
había llevado a Ptolomeo a diseñar su complejo sistema en
el que los planetas seguían órbitas circulares alrededor
de centros que a su vez seguían órbitas circulares
alrededor de la Tierra. Copérnico, en cambio, suponía que
la Tierra y los demás planetas describían órbitas
circulares alrededor del Sol a velocidades diferentes, y que esto
bastaba para explicar el movimiento retrógrado. En su manuscrito
no da todos los detalles de su teoría, sino que dice:
Aquí, por brevedad, he preferido omitir las demostraciones matemáticas, que dejo para mi obra mayor.
Es probable que Copérnico empezara a trabajar en su "obra
mayor" desde ese mismo año.
Erasmo de Rotterdam abandonó Inglaterra, y entonces se le
ordenó regresar al monasterio de Steyn, pero él se
negó y realizó un viaje por Alemania, donde fue
triunfalmente acogido por todos los humanistas.
En 1515, Bartolomé de Las
Casas embarcó rumbo a Castilla, con
la intención de defender ante el rey Fernando el Católico
la causa de los indios americanos. También cruzó el
océano Diego Colón, el gobernador de La Española,
aunque en su caso no fue por propia voluntad, sino reclamado por los
tribunales, a raíz de las muchas acusaciones que pesaban sobre
sus actuaciones. En La Española murió Alonso de Ojeda, el
que fuera primer gobernador de Castilla del Oro. El nuevo gobernador,
Pedrarias Dávila, estaba enviando una expedición tras
otra para explorar sus dominios. Las primeras habían sido un
fracaso, si bien las últimas estaban aportando
información valiosa. Sus relaciones con Vasco
Núñez de Balboa habían sido malas desde el
principio, pero mejoraron un poco cuando éste se casó por
poderes con una hija suya, que vivía en Castilla. Balboa
repobló la ciudad de Acla,
en la costa atlántica, que había sido abandonada por los
ataques de los indios, y desde ella dirigió expediciones hacia
el mar del Sur, como la dirigida por Diego
de Arbites y Tello de
Guzmán.
El rey Segismundo I de Polonia selló una alianza con el
emperador Maximiliano I, ratificada con el compromiso de matrimonio
entre sus sobrinos Luis y Ana y los nietos del emperador, María (de diez años) y
Fernando (de doce).
Por otra parte, Maximiliano I casó a otra de sus nietas, Isabel, que tenía entonces
catorce años, con el rey Cristián II de Dinamarca y
Noruega.
El conde Baltasar de Castiglione abandonó Roma para regresar a la corte del duque de Mantua, donde contrajo matrimonio.
La colonización de las Indias |
Índice | Martín Lutero |