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En enero de 1520 la expedición de Fernando de Magallanes llegó al mar Dulce, que él creía que era el paso que conducía al este de Asia. Lo exploró durante un mes hasta convencerse de que era un callejón sin salida. A partir de ahí tuvo que improvisar, y se dirigió hacia el sur.
En febrero, el rey
Cristián II de Dinamarca derrotó al regente de Suecia,
Sten Sture, junto al lago Åsunden.
Sture murió, y el arzobispo de Uppsala, Gustav Trolle, fue
nombrado entonces
presidente del consejo de regencia, y reconoció a
Cristián II como rey de Suecia. Sin embargo, la viuda de Sture, Kristina Gyllenstierna,
defendió Estocolmo.
En Tenochtitlan, Hernán Cortés exigía a
Moctezuma II que se reconociera
vasallo del rey Carlos I, tal y como había prometido, pero ahora
no se mostraba muy predispuesto a hacerlo. Más
problemática fue la obstinación con que los
españoles trataron de que los aztecas abandonaran la
idolatría y se convirtieran al cristianismo. Esto les
granjeó la enemistad de los sacerdotes, Sin embargo,
después de recibir noticias de que los aztecas habían
atacado Veracruz, en un golpe de audacia, Cortés se
apoderó de Moctezuma II, que no
tardó en reconocerse vasallo de España, aunque no todos
los caciques lo aceptaron. Con Moctezuma II como rehén, la
posición de los españoles mejoró un poco.
En marzo, Diego de Velazquez, el
gobernador de Cuba, envió diecinueve naves con mil cuatrocientos
hombres, bajo el mando de Pánfilo de Narváez con la
misión de someter a Hernán Cortés.
Desde que quedó patente que Fernando de Magallanes no
sabía dónde iba, su tripulación empezó a
plantearse la pregunta de por qué un extranjero tenía que
dirigir una expedición española. Al llegar al golfo de San Julián, Juan de Cartagena
encabezó un motín. Magallanes reprimió la
sublevación y castigó a los cabecillas. Luego se dispuso
a pasar allí el invierno. Sus hombres tuvieron entonces
ocasión de entrar en contacto con los indígenas, a los
que llamaron patagones.
En abril, el emperador Carlos V
había convocado cortes en Toledo, y durante su
celebración las revueltas iniciadas el año anterior se
convirtieron en una auténtica sublevación. Las cortes se
trasladaron a Santiago de Compostela, aunque la crisis se
arregló en cuanto las peticiones de los toledanos fueron
satisfechas. Garcilaso de la Vega, que había participado en la
revuelta, fue admitido como oficial del ejército imperial.
En Santiago, Carlos V solicitó nuevos fondos a las cortes y,
tras un duro forcejeo, los delegados lo aceptaron, a pesar de que
sabían que estaban traicionando la voluntad de las ciudades a
las que representaban. En mayo, los
segovianos mataron a su representante, Rodrigo
de Tordesillas, instigados por Juan
Bravo. El emperador ya había zarpado hacia Alemania, y
había dejado España bajo el gobierno de Adriano de
Utrecht. Éste envió a al licenciado Ronquillo para castigar a los
autores del crimen, pero los segovianos le negaron la entrada y los
toledanos enviaron en defensa de éstos un ejército
capitaneado por Juan de Padilla. Ronquillo tuvo que retirarse.
Antes de abandonar España, el emperador había nombrado
virrey de Valencia a Diego Hurtado de
Mendoza, con instrucciones de contener a los agermanados. A los
pocos días de llegar a la capital valenciana, fue expulsado, y
tuvo que refugiarse en Játiva. Joan Llorenç
pretendía convertir a Valencia en una república
independiente, según el modelo veneciano o genovés.
Cuando Cortés tuvo noticia de la presencia de Narváez
en
México, decidió enfrentarse a él, para lo cual
dejó una pequeña guarnición en Tenochtitlan bajo
el mando de Pedro de Alvarado y salió a su encuentro. Pocos
días después, los aztecas celebraban la fiesta del toxcatl, y Alvarado, sospechando
que preparaban una insurrección, desencadenó una matanza
en el templo mayor. Como consecuencia, el 16
de mayo los aztecas se rebelaron contra él.
El 17 de mayo, una sentencia
reconoció a Diego Colón, después de cinco
años de pleitos, parte de los derechos que reclamaba, aunque se
le denegó una de las más importantes: el diezmo de los
tributos reales de las Indias. Poco después volvía a
Santo Domingo.
El 20 de mayo, Cortés, con
una tropa
de ochenta hombres, logró capturar en Cempoala a Pánfilo
de Narváez, convenció a novecientos de sus hombres de que
en México había oro para todos y que no era momento de
perder el tiempo en peleas tontas, y luego derrotó a los que no
quisieron unirse a él.
En junio, Martín Lutero
publicó El papado de Roma,
donde afirmaba que el reino de Dios no reside en una Iglesia visible,
sino que se halla en el corazón de cada cristiano. Cualquier
cristiano, iluminado por el Espíritu Santo, está
investido del sacerdocio.
Adriano de Utrecht envió contra Segovia al capitán
general Antonio de Fonseca, al
frente de setecientos hombres.
Mientras tanto tenía lugar una entrevista en Calais entre los
reyes Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra. Fue tan
fastuosa que se la llamó la entrevista del Campo del Paño de Oro. En
efecto, unos seis mil obreros y dos mil albañiles y carpinteros
construyeron un palacio de ladrillo, madera y tela para que sirviera de
residencia a los séquitos de ambos monarcas durante las dos
semanas que duró el encuentro. El rey inglés llevó
un séquito de unas cinco mil personas. La intendencia se
encargó de transportar, entre otras mercancías, 2.014
carneros, 700 congrios, y 52 garzas. Desde el punto de vista
diplomático, el encuentro fue un fracaso, pues Francisco I no
logró de Enrique VIII el apoyo que deseaba contra Carlos V.
El 15 de junio, el Papa
León X declaraba heréticas las tesis luteranas mediante
la bula Exsurge Domine. En
ella se ordenaba que todos los que tuvieran escritos de Lutero los
quemaran inmediatamente.
El 24 de junio Cortés
estaba de regreso en Tenochtitlan, donde encontró a los
españoles asediados por los aztecas. Obligó a Moctezuma
II a apaciguar a los suyos desde lo alto de la muralla del templo, pero
alguien de entre la muchedumbre le arrojó una pedrada que lo
hirió gravemente en la cabeza y murió a los tres
días. (Otra versión afirma que lo mataron los
españoles, pero no parece muy lógico.) Los aztecas
aceptaron entonces como rey a Cuitláhuac,
hermano de Moctezuma II, que había huido de la capital para
reclutar un ejército con el que ahora regresaba a ella.
Cortés decidió abandonar la ciudad durante la noche del 30 de junio, que sería recordada
como la noche triste, ya que
su plan fue descubierto y los españoles fueron atacados por el
ejército de Cuitláhuac. De unos 1.300 soldados,
sólo sobrevivieron unos 440.
El 7 de julio, en la llanura de Otumba, un ejército de unos
10.000 aztecas atacó a los hombres de Cortés, que sumaban
unos 130 españoles más unos 2.000 aliados mexicanos. Al
principio, los españoles quedaron completamente desorganizados y
prácticamente sin esperanzas, pero un soldado, Juan de Salamanca, logró
matar al capitán azteca que llevaba el estandarte, y entonces
los aztecas se dispersaron, con lo que los españoles se
permitieron incluso el lujo de perseguirlos y aniquilarlos.
Cortés se refugió en Tlaxcala. Su victoria le hizo ganar
mucho prestigio entre los enemigos de los aztecas, y el número
de aliados fue creciendo día a día.
En los dos últimos meses, las ciudades de Burgos, Madrid,
Cuenca, Zamora y Ávila se habían sumado a la
insurrección
contra el gobierno de Adriano de Utrecht. Los sublevados de Zamora, que
habían tomado la ciudad por las armas, estaban dirigidos por el
obispo Antonio Osorio de Acuña.
En Ávila se
empezó a reunir la Santa
junta de los comuneros, presidida por Pedro Lasso de la Vega,
que
nombró capitán general a Padilla e inició
deliberaciones, no sólo sobre la insurrección, sino sobre
el gobierno del reino. Su hermano Garcilaso, en cambio,
permaneció fiel al rey.
En Valencia, las fuerzas realistas se agruparon en torno al duque de
Gandía, y pronto recibieron refuerzos de Andalucía, donde
el marqués de los Vélez
había reclutado un ejército.
En agosto Lutero publicó
el best seller del año: su Manifiesto
a la nobleza cristiana de Alemania, en el que invitaba a los
lectores a unir sus esfuerzos para liberar a los cristianos. Era
preciso rechazar la falsa distinción entre clérigos y
laicos, el monopolio del magisterio en la interpretación de las
escrituras y la pretendida superioridad del Papa sobre los concilios.
El 17 de agosto, Garcilaso de la
Vega participó en la batalla de Olías
contra los comuneros, en la que fue herido en el rostro. Antonio de
Fonseca se había dirigido a Medina
del Campo para hacerse con la
artillería que se custodiaba en la ciudad, los medinenses se
negaron a entregársela y, el 21 de
agosto, Fonseca prendió fuego a la ciudad, pero, aun
así, no pudo hacerse con la artillería y, en cambio,
logró que
muchas otras ciudades se unieran a los comuneros. La aristocracia,
alarmada, se alineo firmemente con el rey. En Valladolid, un
motín obligó a Adriano de Utrecht a refugiarse en Medina de Rioseco. El regente
envió a Fonseca y Ronquillo a informar al emperador. Los
comuneros se hicieron con la artillería de Medina del Campo y
con ella ocuparon Tordesillas, donde se encontraba la reina Juana, la
madre de Carlos V.
Los agermanados valencianos sufrieron serias derrotas, en el norte
frente al duque de Segorbe, y en el sur ante el marqués de los
Vélez. Esto dio alas a las facciones más extremistas,
encabezadas por Vicenç Peris
y
Guillem Castellví, que
desplazaron a Joan Llorenç, el cual era ya muy mayor y no
tardó en morir. Esto permitió a Peris imponerse
definitivamente. Hasta entonces, los musulmanes habían sido uno
de los
principales apoyos de los agermanados, pero ahora Peris se
obstinó en bautizarlos por la fuerza, con lo que se pasaban de
ser mudéjares a moriscos.
Fernando de Magallanes decidió continuar su viaje. Poco
antes, en una expedición de reconocimiento hacia el sur,
había naufragado el Santiago. Luego se detuvo de nuevo en Santa Cruz.
La junta de los comuneros se trasladó a Tordesillas, donde,
el 1 de septiembre, algunos de sus
miembros se entrevistaron con la reina Juana y, desde ese momento,
dijeron actuar con su aprobación (cosa que no está del
todo clara). La junta envió emisarios al emperador con un largo
memorial en el que exponen sus exigencias, pero Carlos V
encarceló a todos los emisarios menos a uno, que se había
retrasado y, viendo la situación, volvió a España
inmediatamente.
Cuitláhuac
murió víctima de la viruela, que empezaba a causar
estragos entre los aztecas. Fue sucedido por un hijo de Ahuitzotl, que
tenía entonces diecinueve años y llevaba el
profético nombre de Cuauhtémoc
(el águila que cae). Por esas fechas Hernán Cortés
estaba en condiciones de iniciar un ataque contra la capital azteca,
con la ayuda de Tlaxcala y de Texcoco. Se inició entonces lo que
sería una larga campaña militar.
Nicolás Copérnico había formado parte de una
embajada polaca encargada de negociar en Braunsberg un tratado de paz con los
prusianos, pero no se llegó a ningún acuerdo y
regresó a Frauenburg.
Poco después la ciudad fue asediada y Copérnico
colaboró en la defensa del castillo de Allenstein, pero incluso en una
situación tan crítica no dejó de realizar sus
metódicas observaciones astronómicas.
En octubre Lutero publicó La cautividad de Babilonia, escrita
en latín, dirigida a los teólogos, en la que identifica
al Papa con el Anticristo, rechaza varios sacramentos y expone una
doctrina sobre el matrimonio. Poco después publicaba De la libertad del cristiano, donde
desarrolla, una de las ideas fundamentales de su doctrina: que es la fe
y no las obras lo que determina la salvación del cristiano.
El emperador Carlos V, desde Alemania, asoció al gobierno de
España a dos magnates castellanos, el almirante Fadrique Enríquez y el
condestable Íñigo de
Velasco. Por su parte, los comuneros nombraron capitán
general a Pedro Girón,
un aristócrata que se había unido a ellos por
interés y despecho. Padilla, ofendido,
regresó a Toledo.
El 18 de octubre,
la
expedición de Magallanes dobló el cabo que llamó
de las Once mil vírgenes,
(en alusión a una antigua leyenda, según la cual una
hipotética santa Úrsula fue martirizada por los hunos en
Colonia, junto con once mil vírgenes) tras el cual
encontró lo que parecía la entrada de un estrecho.
Ordenó a las cuatro naves dirigirse hacia él, pero Esteban Gómez, el piloto del
San Antonio, aprovechando que las naves se habían separado para
explorar los distintos canales que desembocaban en la bahía, con
la excusa de que las órdenes eran comunicar al rey la existencia
del paso antes de continuar el viaje, puso rumbo a España. El 21 de octubre, los tres barcos restantes
se internaron en uno de los canales. Durante la noche, en la tierra
situada al sur del paso, vieron varios fuegos, por lo que la llamaron
la Tierra del Fuego.
En noviembre murió
Kristina Gyllenstierna, la viuda de Sten Sture, con lo que Gustav
Trolle pudo tomar el control de la capital sueca e hizo ejecutar a
ochenta y cuatro altos personajes, en lo que se llamó el baño de sangre de Estocolmo.
El 12 de noviembre, tras haber
sido recibido por el emperador Carlos V en los Países Bajos,
Alberto Durero logró que le fuera ratificada la pensión
que le había prometido Maximiliano I. Otro de los motivos por
los que el pintor se decidió a viajar a los Países Bajos
fue que Margarita de Austria tenía un tratado de Jacopo de
Barbari sobre las aplicaciones de las matemáticas al arte, pero,
ésta le dijo que le había dado el libro a otro artista.
El 28 de noviembre, la
expedición de Magallanes salió a mar abierto, tras de
haber atravesado lo que Magallanes llamó el paso del Sur y que hoy se conoce
como estrecho de Magallanes.
Durante un tiempo se creyó que separaba América de un
continente
austral, pero más tarde se descubrió que la Tierra del
Fuego sólo era un archipiélago que constituía el
extremo sur del continente. Habían tardado casi un mes en
atravesarlo, pues tuvieron que enfrentarse a terribles tormentas; sin
embargo, al llegar al mar, éstas cesaron, y por ello los
marineros le dieron el nombre de mar
de las Damas, ya que hasta una mujer sería capaz de
navegar por él. De cara a la posteridad, Magallanes
consideró que el nombre de océano
Pacífico expresaba la misma idea con más elegancia.
Pedro Girón conducía desastrosamente el ejército comunero. Permitió que el ejército real se engrosara con la continua afluencia de magnates, hasta que, el 4 de diciembre, los realistas se apoderaron de Tordesillas y la reina Juana cayó en sus manos. El 5 de diciembre tomaron también Toledo. No está claro si Girón era un incompetente o un traidor, pues a los pocos días se presentó ante su tío, el condestable Íñigo de Velasco, dispuesto a cambiar de bando, y recibió el perdón del rey.
El 10 de diciembre, Lutero
quemó públicamente la bula Exsurge Domine.
Hernán Cortés, con la ayuda de sus aliados indios,
había puesto sitio a Tenochtitlan, defendida valerosamente por
Cuauhtémoc, que además tenía que hacer frente a
una epidemia de viruela, tan española como Cortés y sus
soldados. En enero de 1521
empezó a construir en Tlaxcala tres bergantines que llevó
pieza por pieza hasta el lago Texcoco. Luego destruyó los
acueductos que constituían el principal suministro de agua de la
ciudad (aunque ésta contaba también con numerosos pozos).
El Papa excomulgó a Lutero. Poco antes, León X
había bautizado a un granadino llamado al-Hasan ibn Muhammad al-Wazzan al-Zayyati,
que fue llevado a Roma capturado por unos corsarios sicilianos. Como
cristiano, adoptó el nombre del Papa que lo bautizó, y
hoy es conocido como León
Africano, porque escribió un tratado sobre África
que sentó autoridad entre los humanistas del renacimiento. A la
edad de dieciocho años había visitado al rey Idris de
Bornu.
Ese año murió el rey Manuel I de
Portugal y de los Algarves, a este y al otro lado del mar; en
África,
señor de Guinea y de la conquista, navegación y comercio
de Etiopía,
Arabia y Persia. Tan pomposo título se
correspondía con el lujo
oriental que rodeaba su corte, mientras el país pasaba una
hambruna y
se endeudaba con Flandes. Fue sucedido por su hijo Juan III, que tenía entonces
diecinueve años. Su hermana Beatriz
se casó con el duque Carlos III de Saboya.
El rey Segismundo I de Polonia firmó un tratado de paz con Alberto de Brandeburgo, el gran maestre de la orden Teutónica, en virtud del cual la orden recuperaba el dominio de toda Prusia a cambio de rendir vasallaje a Polonia. Como recompensa por su defensa del castillo de Allenstein, Nicolás Copérnico fue nombrado comisario de Ermland y se le encargaron las tareas de reconstrucción. Por las mismas fechas firmó también un tratado de paz con el gran príncipe Basilio III de Moscú, que lo aprovechó para anexionarse el principado de Riazán, con lo que Moscú dominaba ya todos los principados rusos.
Uno de los asesinados en el baño de sangre de Estocolmo fue Erik Johansson Vasa, un primo de
aquel Kettil Karlsson Vasa que había expulsado al rey Carlos
VIII hacía más de medio siglo. Erik tenía un hijo
llamado Gustavo, que ahora
tenía ya veinticinco años. Dos años atrás
se había escapado de Dinamarca y se había refugiado en
Lübeck. Luego volvió a Suecia, pero no pudo salvar a su
padre. Ahora, tras haber organizado una revuelta de mineros en Dalecarlia, tomaba Uppsala. Pronto
se le unieron los nobles de Småland
y los de Västergötland,
que iniciaron una rebelión contra el rey Cristián II de
Dinamarca y su representante en Suecia, Gustav Trolle.
El sultán otomano Solimán I, después de
aplastar una revuelta en Siria, tomó Belgrado a Hungría.
Maquiavelo terminó El arte de la guerra, un manual técnico sobre el reclutamiento de soldados, su armamento, el orden de batalla, etc. Maquiavelo destaca la importancia de la infantería y defiende las milicias nacionales frente a los ejércitos de mercenarios.
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