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Instituto Confucio
VOLUMEN 13 | Nº4 JULIO 2012
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PERSONAJE
rante su estancia en Tianjin, con quien
Puyi tuvo más contacto fue precisamente
con los japoneses. Bajo la conspiración e
intriga de Kenji Doihara (1883-1948),
el jefe de la agencia de espionaje del
Ejército Imperial Japonés acreditado en
Tianjin, la noche del 10 de noviembre
de 1931, Puyi disfrazado escapó de su
residencia y se escondió en el maletero
de un coche. En el puerto de Dagu, el
buque comercial japonés “Awajimaru”
le esperaba para llevarlo a un destino in-
cierto. Meses después, el 1 de marzo de
1932, llegó a la ciudad de Changchun,
provincia de Jilin, donde Puyi se convir-
tió en el gobernador fantoche apoyado
por el militarismo japonés y, más tarde,
en el emperador títere de Manchukuo.
Más de 50 años después, en 1987,
el director italiano Bernardo Bertolucci
entró en la Ciudad Prohibida de Beijing
con un equipo de rodaje compuesto por
150 chinos, 100 italianos y 20 ingleses
para filmar el largometraje titulado
El
último emperador
. Con el beneplácito
del Gobierno chino, se convirtió en el
primer director extranjero que rodaba
una película en lo que fuera la residencia
oficial de diversas dinastías chinas. El
enorme éxito de su celuloide supuso dar
a conocer la vida y vicisitudes de Puyi en
todo el mundo.
Bertolucci mostró al último empe-
rador como si de una persona ordinaria
se tratara, una víctima atropellada por
la rueda de la historia, que pasó de ser
el “hijo de Dios” a un ciudadano anó-
nimo. Cuando Puyi subió al trono, con
tan solo tres años, comenzó un camino
sin retorno que el director italiano supo
mostrar con valentía en su rodaje. Berto-
lucci se valió de unos magníficos paisajes
y de constantes cambios de escenas para
que la gran narración de la película flu-
yera con naturalidad y veracidad. Mostró
a la audiencia un Puyi real y vivo lleno
de tensión histórica y cultural.
El largometraje obtuvo un total de
nueve premios Oscar en 1988, incluido
los de Mejor Película y Mejor Director,
y supuso que Occidente conociera por
primera vez la realidad y el pasado de un
país enigmático y desconocido.
Se dice que después del estreno de la
película muchos restaurantes chinos en
ultramar prosperaron de la noche a la
mañana y tanto en Hong Kong como
en Taiwán comenzaron a rodar más
series y largometrajes donde Puyi era el
protagonista, aunque, a decir verdad,
ninguna obtuvo ningún reconocimiento
importante. En comparación con la de
Bertolucci no pueden superarla ni en el
aspecto ideológico, ni en el cultural, ni
en el artístico.
Actualmente en China, cualquier lu-
gar donde haya vivido Puyi se ha conver-
tido en punto de interés turístico, tales
como la Ciudad Prohibida de Beijing,
el Jingyuan de Tianjin, el Palacio Impe-
rial de Changchun, la cárcel de Fushun
donde fue encarcelado, etc. Aunque Puyi
desapareció de la escena pública hace
mucho tiempo, todavía quedan muchos
misterios pendientes por resolver sobre
su vida, su actuación, ambiciones y pos-
terior reconversión.
El largometraje de
Bertolucci supuso que
Occidente conociera
por primera vez la
realidad y el pasado
de un país enigmático
y desconocido.