“Die Welt, für die wir gearbeitet
haben und der wir gehörten, existiert nicht mehr.“
“El mundo para el
que trabajábamos y al que pertenecíamos ya no existe.”
Kurt
Tucholsky
Índice
Hacia el final del exilio
en suelo europeo de
El género novelístico de
la Exilroman[4] cultivado
por la autora, así como por parte de autores destacados de la época, como Lion
Feuchtwanger, Klaus Mann, Erich Maria Remarque, Irmgard Keun, Bruno Frank,
Friedrich Wolf y Fritz Erpenbeck,[5]
es testigo de la reflexión de estos intelectuales acerca de las implicaciones últimas
de
La recepción investigadora
de la obra narrativa de Anna Seghers se ha caracterizado por un gran sesgo en
los dos sectores de la investigación germanista en
Sin embargo hasta ahora
no se ha realizado una valoración conjunta de los tres elementos constitutivos
del género Exilroman en la obra que
nos ocupa: la reflexión sobre la realidad del exilio, la reflexión acerca del
papel del intelectual en la lucha contra Hitler y la reflexión acerca de qué
concepción poetológica podía tener un mayor impacto en el hundimiento del III Reich. La Exilroman de Anna Seghers Transit
no había sido hasta ahora analizada desde el punto de vista de la contribución
que ésta realiza al desarrollo del género, especialmente en la imbricación de
los tres aspectos comunicativos centrales presentados, aunque si se ha
estudiado la concepción poética vanguardista de Anna Seghers en su obra narrativa
del exilio,[10] el
diagnóstico ideológico de la autora acerca de las causas de la situación básica
de amenaza al “núcleo férreo”[11]
de humanidad a la que se enfrenta el ser humano[12] y
las opciones existentes para superar esta situación.[13] Al
análisis de esta imbricación y de su reflejo en la Exilroman de Seghers Transit
queremos dedicar el presente estudio.
El objetivo que nos planteamos
en este estudio es un análisis de la evolución de la narrativa de Anna Seghers,
y más concretamente de su contribución al desarrollo del género Exilroman. Realizaremos este análisis en
los diferentes niveles en los que se articula la intención comunicativa del género.
Un primer nivel lo constituye la
reflexión histórica que supone la novela acerca de esta etapa del exilio
marcada por el comienzo de
La evolución a partir de
1933 de los géneros literarios cultivados antes de 1933 en la narrativa alemana,
especialmente el de la Zeitroman (novela
de actualidad), refleja la evolución socio-política de la sociedad alemana a
partir de la subida al poder de Hitler. La representación de las condiciones de
vida en Alemania antes y después de 1933 y el análisis de las causas de la
situación reinante ya había sido uno de los elementos comunicativos centrales
en el género literario de la literatura del exilio de la Deutschlandroman, que narraba la evolución en Alemania que había
posibilitado el ascenso de Hitler y que fue cultivado especialmente hasta 1936.
La reflexión sobre las causas de la situación también había llevado a los
autores exiliados a escribir novelas históricas, representantes de un segundo
género destacado dentro de la literatura del exilio, que establecen analogías
directas e indirectas en su mundo narrativo con la situación dentro de las
fronteras alemanas. Con la consolidación del régimen de Hitler a partir de 1935
y la convicción de que la vuelta a Alemania podía durar más de lo proyectado,
el análisis de la suerte de los exiliados, como parte de un proceso de
reflexión acerca de una nueva identidad para los refugiados en el exilio, ahora
ya separada definitivamente de Alemania como horizonte inmediato de su
existencia, se sitúa en el foco de la atención narrativa, y surge así la Exilroman como el género que aporta un
análisis de la fenomenología del exilio.
En la Exilroman analizada esta reflexión se articula
en dos líneas argumentales: una exterior, que narra la huida generalizada de
los refugiados alemanes desde todos los departamentos franceses hacia un
refugio seguro más allá de Europa desde el último puerto no ocupado, Marsella,
y una línea argumental interior, la del protagonista Seidler-Weidel, que narra
su huida personal desde un campo de concentración francés vía París hasta
Marsella, para establecerse, al final de la novela, en las montañas del Hinterland de la ciudad portuaria. La acción
de Transit transcurre principalmente
en esta ciudad, donde los emigrantes alemanes que ya habían huido de Alemania
en 1933 se ven obligados por la guerra, la ocupación alemana y la colaboración
con el III Reich o la aquiescencia de
una gran parte de países europeos (como, por ejemplo, España y Suiza) a
emprender un nuevo éxodo, esta vez fuera de Europa, y a renunciar definitivamente
a su identidad cultural. Durante los años 30 ésta todavía había sobrevivido
gracias a la esperanza de un final pronto del régimen nacionalsocialista y al
compromiso político de una parte de los refugiados alemanes, bajo el liderazgo
de toda una serie de escritores como Heinrich Mann, Lion Feuchtwanger o Anna
Seghers en la plataforma suprapartidista del Frente Popular alemán (Volksfront). Este liderazgo de los
escritores alemanes había supuesto una adaptación de sus posiciones literarias
a las nuevas circunstancias del exilio, a través de la cual habían alcanzado un
cierto reconocimiento social en el marco de la comunidad de la emigración.
Sin embargo en 1940, con
el hundimiento de la plataforma del Frente Popular (Volksfront) ya en 1938-1939, la ocupación de una gran parte de Europa
por el III Reich, el pacto Hitler-Stalin
y los procesos contra refugiados alemanes y las purificaciones en
Ante la presión del exilio
forzado la autora precisa su análisis y pone el foco de éste en la crisis
socio-política en Alemania y las consecuencias de ésta. Desde su novela Der Kopflohn (1933) hasta su famosa novela
del exilio Transit (1944) el centro
de gravitación de la obra literaria de Seghers se sitúa en las consecuencias de
la “amenaza del orden humano”[15] en
la vida del hombre de a pie que supone el ascenso del nacionalsocialismo. Esta evolución
de su narrativa no se limita a este cambio de foco, también la perspectiva
ideológica de la novela se transforma. En sus primeras obras, como Der Aufstand der Fischer von St. Barbara (1928),
el análisis de las circunstancias que destruyen las estructuras sociales y obligan
al hombre a desarrollar instintos agresivos que no poseía antes presenta un carácter
marxista. En cambio en sus obras del final del exilio europeo y del exilio
mejicano (como Das siebte Kreuz o Transit) este análisis ya no se realiza
desde una conciencia marxista, que correspondería a la posición ideológica de
la autora, sino que adopta una perspectiva más global, previa a toda toma de
partido político, desde la conciencia de una naturaleza humana no alienada, la
de la humanidad amenazada por el nacionalsocialismo en general. La situación
existencial de huida que vemos reflejada aquí sirve a la autora para realizar
un análisis de las causas de la expansión del nacionalsocialismo y de las
circunstancias que llevan a la URSS a establecer un pacto con Stalin, pero
también, más desde una perspectiva intra-histórica, para analizar la transformación
del ser humano bajo la condición de la huida de la guerra y de la
interiorización del horror que supone la amenaza de ser atrapado por el
enemigo. La autora ya no propone una lucha suprapartidista contra el III Reich, que constituía el programa central
del Volksfront desde 1935. El fracaso
de esta plataforma de lucha, la ocupación de Checoslovaquia y Austria por el
III Reich y el pacto Hitler-Stalin en
1939 habían restado sentido a una lucha colectiva. La única opción válida en
esos momentos era la lucha individual, a la cual se entrega el héroe en Transit.
En el análisis del papel
de potencias como Francia o la URSS en la situación de los refugiados, la autora
no realiza reflexiones de carácter político abstracto acerca de la evolución
histórica, sino que éstas se reflejan directamente en la vida del protagonista
y las situaciones que sostienen
Acerca del papel de la
URSS, Seghers desarrolla una reflexión histórica acerca de sus motivos para establecer
un pacto con el mal reflejado en el régimen hitleriano, en el debate en el seno
de
La guerra no se ve reflejada
de forma directa en la novela, sino que va socavando y se va apoderando de la
realidad de la vida en Marsella de una forma subrepticia, aunque no menos
visible. Especialmente la vida de los refugiados va perdiendo progresivamente
en materialidad. La reducción de la existencia a la obtención de documentos
válidos para emigrar fuera de Europa provoca una dilución progresiva de su
identidad, sobre la que se proyecta la imagen de la muerte.
“Der Strom [der
Abfahrtsbesessenen] schwoll an, Tag um Tag, ja von Stunde zu Stunde. Und keine
Netze von Polizisten und keine Razzien, und keine drohenden Konzentrationslager
und keine noch so harten Verordnungen des Präfekten von Bouches-du-Rhône
konnten verhindern, daß der Zug abgeschiedener Seelen in Überzahl blieb gegen
die Lebenden, die ihre festen Siedlungen hatten. Für Abgeschiedene hielt ich
sie, die ihre wirklichen Leben in ihren verlorenen Ländern gelassen hatten, in
den Stacheldrähten von Gurs und Vernet, auf spanischen Schlachtfeldern, in
faschistischen Kerkern und in den verbrannten Städten des Nordens.” (Transit, p. 112)
Esta disolución paulatina
de la identidad empuja a muchos emigrantes a una muerte segura, por la
extenuación de sus recursos físicos (muerte por infarto del anciano en la cola
del consulado norteamericano) o psíquicos (refugiado acomodado de Polonia de
origen judío que decide volver a su hogar, entonces ocupado por alemanes, a pesar
de una muerte segura). La novela se lee, así, como una denuncia de carácter
no-político de la situación a la que queda relegada la humanidad a causa de una
guerra cuyo único sentido parece estar constituido por el afán de matar y de dominar
Europa por parte del III Reich. Esta
reflexión puede calificarse, en resumen, como la representación de una aporía que
afecta incluso al protagonista y narrador de la novela, que sufre una pérdida
de su identidad, y que se ve reflejada en su ausencia de nombre, cada vez más
patente a medida que avanza la novela.
En este análisis podemos
diferenciar dos aspectos: por una parte, la presentación de modelos de conducta
que tengan un impacto en la lucha contra el III Reich, y, por otra, la autorreflexión de la autora acerca de qué papel
puede ejercer la literatura en esta lucha. Ambos aspectos se encuentran en
estrecha relación con la posición de Seghers acerca de las implicaciones de la
guerra y la huida para la identidad del emigrado alemán y determinan también de
forma directa la concepción poetológica desarrollada por la autora.
Para el protagonista la
cuestión de cuál es la contribución de las diversas potencias o partidos políticos
a la lucha contra el III Reich ha
perdido su relevancia, puesto que en el contexto del final del exilio europeo
ya no es concebible una lucha colectiva, como habíamos visto en el análisis del
primer nivel, sino sólo una personal. El hundimiento de la principal plataforma
de lucha política, el Volksfront, y
los juicios y depuraciones a refugiados alemanes en la URSS han afectado además
a la percepción de la capacidad del refugiado de ejercer una influencia en la
lucha contra el III Reich. La perspectiva
de una lucha personal es la única que motiva al protagonista, que se
caracteriza por un individualismo extremo, una gran espontaneidad en su toma de
decisiones y una incapacidad para establecer vínculos humanos duraderos. Ante
la diáspora y la miseria de la emigración alemana la lucha política pierde todo
sentido. En el proceso de la huida los refugiados han perdido su identidad,
renunciando a ella a cambio de la posibilidad de salvar su vida, de un visado y
un pasaje de barco para abandonar Marsella. El protagonista de Transit Seidler/Weidel no es ajeno a este
proceso. La solidaridad humana y la ayuda espontánea al ser humano necesitado
son los motivos principales que impulsan sus acciones. Sin embargo, esta
solidaridad exige el establecimiento de vínculos personales a largo plazo, algo
que el protagonista sólo conseguirá al final de un proceso de transformación.
La evolución que realiza
el protagonista a lo largo de la novela está determinada directamente por la
huida, que provoca una pérdida de su identidad personal. Ésta se refleja en la
pérdida de su nombre y la adopción de diferentes identidades (refugiado Seidler,
escritor exiliado Weidel), motivada por circunstancias externas.[17] A
partir de entonces el protagonista se ve introducido por sus interlocutores en esta
identidad, y con ella en la búsqueda de la documentación para salir de Marsella,
sin que éste oponga resistencia ni aclare
El proceso de
recuperación de la identidad se ve impulsado ya desde el principio de la novela
por la convicción de que el mar, más allá de Marsella, sólo alberga la muerte.
(Transit, p. 5). Ante la aporía de sentido
que provoca este proceso de pérdida de la identidad personal en el ser humano,
Seghers propone como única perspectiva posible de futuro y de recuperación de
la identidad la decisión consciente de dejar de huir, la resistencia y la
vuelta a las raíces propias. El hundimiento del barco Montreal después de salir
de Marsella camino a Lisboa supone para Seidler/Weidel la señal para abandonar
La noticia sobre el hundimiento
del barco, que leemos al principio de la novela, hace que la novela aparezca
como la crónica de un proceso de transformación, que el protagonista realiza
desde un nivel de conciencia superior, por una parte, pero también desde una
posición de pérdida total de la esperanza de salvación política y existencial
ante la ocupación de una gran parte de Europa a cargo del III Reich.
Un segundo aspecto lo constituye
la autorreflexión de la autora acerca de qué labor puede ejercer el intelectual
y el potencial de lucha de la comunicación literaria ante la amenaza que supone
el nacionalsocialismo para el ser humano. Seghers ha mostrado su posición al
respecto en su discusión con Georg Lukács en torno al debate sobre la validez
de la vanguardia para la lucha contra Hitler, que está en el fondo del así
llamado “debate sobre expresionismo”.
“Esta realidad de la época
de crisis, de las guerras, etc. […] debe ser soportada primero, hay que mirarle
a la cara, y en segundo lugar tiene que ser modelada artísticamente.”[18]
La autora no se deja hipotecar
en su creación literaria por posiciones ideológicas marxistas y sigue en el
proceso creativo el método que ya había utilizado antes del exilio, y que le
había granjeado numerosas críticas por parte de los ideólogos de la política literaria
soviética: dejar que la realidad le impresione (inmediatez de la percepción) y,
en segundo lugar, modelar literariamente esta realidad a partir de su percepción
original. Este método creativo resultaba sospechoso a los ideólogos de la
política cultural soviética, por mostrar una apertura en el resultado literario
que hacía impredecible y difícilmente controlable el carácter ideológico de la
obra artística. Esta concepción artística no correspondía a la nueva etapa
dentro de la política literaria soviética a partir de principios de los años
30, en la que la literatura debía propulsar la consolidación y el
establecimiento del sistema socio-económico socialista, más que cuestionar el
orden social, misión característica de las artes durante el periodo
revolucionario en la URSS en los años 20. Además, no quedaba garantizado el
protagonismo de las fuerzas sociales que ejercían el cambio histórico, como
correspondía a esta nueva etapa. La posición de Seghers como autora comunista
era, por ello, peculiar en el contexto del Partido, y es paralela a la de otros
autores de orientación comunista que también mantuvieron una cierta distancia a
las consignas en política literaria soviética, como Bertolt Brecht y Ernst
Bloch. Por ello debemos entender la posición de la autora en relación a la
función del intelectual no ya como una que se ajusta a las consignas
soviéticas, sino una en la que su reflexión va más allá y es independiente de
una reducción ideológica.
La postura de la autora
en relación a la función del intelectual está estrechamente relacionada con un
análisis realista y desapasionado de las posibilidades y el potencial de actuación
que le queda a la literatura hacia el final del exilio europeo, que vemos
reflejado en Transit. Durante el
exilio hay un factor decisivo que ejerce su influencia sobre la creación literaria:
el proceso de la comunicación literaria con el lector se encuentra interrumpido
a causa de la falta de existencia de un espacio público en funcionamiento
(editoriales, revistas de crítica literaria y redes de distribución de literatura).
Esto tiene también su reflejo
en
Con el género de la Exilroman los escritores alemanes
exiliados intentaban reflejar literariamente la situación de precariedad
política, social y existencial a la que se enfrenta la emigración alemana.
Seghers es consciente de
que la situación del exilio exige una concepción literaria específica. Su posición
es atípica en el contexto de la literatura del exilio, que subrayaba la
continuidad en la comunicación literaria, más que realizar propuestas
literarias nuevas. Por ello, la posición poetológica de Seghers es peculiar en
el contexto del exilio, si la comparamos con la de autores como Lion
Feuchtwanger, que ya había desarrollado su concepción del Zeitroman antes de 1933, y que después adapta para la escritura de
su Exilroman.
La concepción realista
de la autora para la Exilroman se halla,
sin embargo, lejana de
“Pero nosotros preferíamos
las astillas que reflejaban fielmente un fragmento cualquiera de nuestro propio
mundo a todo falso reflejo de éste.”[24]
Este modelo narrativo,
que supone una “negación de todo el fondo de técnicas narrativas burguesas”,[25]
representa la defensa de una concepción novelística que corresponda a una forma
más primaria de la comunicación personal y del relato y que refleje la “crisis del
individuo”. La representación adecuada de esta crisis, causada por la pérdida de
identidad, se halla en el foco de la concepción poetológica de Seghers en Transit. Para reflejar literariamente la
recuperación de la identidad personal, la autora utiliza el modelo narrativo de
la crónica en el sentido de relato oral, como parte de un proceso terapéutico
de recuperación de las claves de identidad personales que el protagonista había
perdido como resultado de la huida ante el avance bélico alemán. Esta
concepción poetológica para la Exilroman
refleja una estrecha imbricación entre la posición ética, que habíamos
analizado en el segundo nivel, y la posición literaria de
El reflejo de la crisis
de identidad en la que se encuentra el ser humano a causa de la huida ante el
acoso del nacionalsocialismo es el objetivo primario de la literatura del
exilio de Anna Seghers. En Transit esta
crisis ha alcanzado un cenit absoluto, provocando una fragmentación y disolución
de la personalidad y de la realidad percibida por el refugiado. La causa de
ésta es la reducción de la existencia al proceso de la huida ante el avance
bélico del III Reich en Europa. La
formulación de un modelo de conducta para la lucha contra Hitler por parte de
Seghers se ve acompañada en la Exilroman
sólo parcialmente por el desarrollo de una concepción estética específica que refleje
la nueva responsabilidad del compromiso político. En la novela de Seghers Transit la formulación de una programática
político-literaria para la lucha antifascista colectiva ya resulta imposible,
tras el hundimiento del Frente Popular: la resistencia individual aparece allí
como el único modelo válido de conducta para una recuperación de la identidad
humana. El impacto de la reflexión de la autora sobre la comunicación literaria
en el exilio se muestra en la especial consideración de los aspectos de la
recepción literaria por parte del lector en forma de una renuncia a posiciones
estéticas vanguardistas ya desarrolladas por ésta antes de 1933. Más que el
desarrollo de una concepción poética específica del exilio, en la obra
analizada vemos la influencia de la discontinuidad en la identidad artística y
del fracaso de la plataforma política del Volksfront
como factores que fomentan una productividad estética. Con esta posición Anna
Seghers refleja el abandono de toda esperanza de una victoria de la concepción
humanista antifascista sobre el III Reich
hacia el final del exilio europeo.
Obra primaria:
Seghers, Anna, Transit, Aufbau: Berlín, 1983.
Seghers, Anna
y Georg Lukács, “Ein Briefwechsel zwischen Anna Seghers und Georg Lukács”, en:
Schmitt, Hans-Jürgen (ed.), Die Expressionismusdebatte,
Francfort/Meno: Suhrkamp, 1973.
Obra
secundaria:
Batt, Kurt, “Variationen
über Unmittelbarkeit. Zur ästhetischen Position der Anna Seghers”, en: Sinn und Form, n° 21, 1969, p. 943-962.
Bilke, Jörg Berhard,
“Anna Seghers: Von der Klassenkampf- zur Staatsliteratur”, en: Deutsche Studien, n° 8, 1970, p.
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Bilke, Jörg Berhard,
“Sturz aus der Geschichte? Anna Seghers’ Roman Transit”, en: Durzak, Manfred (ed.), Die Deutsche Exilliteratur 1933-1945, Stuttgart: Reclam, 1973, p. 312-325.
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Kamla, Thomas
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Neugebauer, Heinz,
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Winckler, Lutz,
“‘Diese Realität der Krisenzeit’, Anna Seghers’ Deutschlandromane 1933-
Zehl Romero,
Christiane, Anna Seghers, Reinbek:
Rowohlt, 1993.
sent: 2004.03
copyright @ ANGLOGERMANICA ONLINE 2003-2004
ANGLOGERMANICA ONLINE 2003-2004
[1] Este artículo se basa parcialmente en las
investigaciones y resultados obtenidos en mi Tesis Doctoral bajo el título “La evolución
del exilio literario alemán. El modelo del intelectual comprometido en la Exilroman (1936-1940)”, leída en la
Universidad de Valencia en Septiembre de 2003.
[2] En el presente estudio utilizaremos los términos
emigración y exilio de forma sinónima, ya que los términos son utilizados de
esta manera en la investigación sobre el tema, y la diferenciación entre ambos
en relación al colectivo de autores que tuvieron que salir de Alemania y a la
literatura generada por éstos carece de relevancia en este contexto.
[3] Para obtener más datos acerca de la vida de la
autora y su trayectoria literaria, y a falta de datos biográficos
proporcionados por la misma autora, véanse Zehl Romero: 1993; Sandoval: 2001;
Sauer: 1978; y Trenkel: 1992.
[4] El género de la Exilroman
o novela sobre la emigración es una variante de la Zeitroman o novela de actualidad que se centra en la representación
literaria y la reflexión sobre la realidad de la emigración alemana. Este
género, que se cultiva durante todo el periodo del exilio, obtiene una especial
atención por parte de los escritores emigrados durante la segunda etapa de la
emigración (1936-1938), al hacerse evidente el establecimiento del régimen
hitleriano a nivel internacional y en la tercera etapa (1939-1941), marcada por
el comienzo de
[5] Entre las Exilroman
más destacadas podemos citar
[6] Reich-Ranicki, 1963.
[7] Rilla, 1950; Wagner,
1969; Neugebauer, 1959; Bilke, 1970, 1973.
[8] Rotermund, 1981;
Winckler, 1981; Hans, 1982; Stephan, 1985.
[9] Kamla, 1975.
[10] Stephan, 1985;
Rotermund, 1981.
[11] “eiserner Bestand”. Rotermund,
1981:60
[12] Kamla, 1975; Rotermund, 1981; Winckler, 1981; Wagner,
1969.
[13] Rilla, 1950;Wagner, 1969; Bilke, 1970.
[14] Estos tres niveles ya habían sido identificados como
determinantes de la narrativa del exilio. Esta se basa en el modelo narrativo
de la Zeitroman o novela de actualidad,
que establece un sistema de referencias históricas con la realidad
socio-política extranarrativa del momento. De este género surgen las diferentes
variantes cultivadas en la narrativa del exilio. El género de la Exilroman presenta en el plano de la
reflexión histórica una peculiaridad que la diferencia de otros géneros como la
Deutschlandroman, que se centra en el
análisis de las circunstancias y causas que llevaron al ascenso del
nacionalsocialismo en Alemania o la Spanienroman,
que analiza las causas e implicaciones del conflicto armado de
[15] “Bedrohung der
menschlichen Ordnung”. Wegner, 1968: 212.
[16] Las referencias a Transit en nuestro estudio están integradas, con la página
respectiva, en original en el texto, mientras que las referencias a otras obras
se hallan en las notas a pie de página.
[17] El protagonista recibe el nombre de Seidler durante
el viaje de París a Marsella en un pueblo por el que pasa, a cuyo alcalde le
sobraba esa tarjeta de identidad. El nombre del escritor Weidel le es atribuido
por confusión cuando intenta devolver las pertenencias de éste, que no había
podido resistir los reveses del exilio, después de que éste cometa suicidio en
un hotel parisino.
[18] “Diese Realität der Krisenzeit, der Kriege usw. muß [...] erstens
ertragen, es muß ihr ins Auge gesehen und zweitens muß sie gestaltet werden.”
Seghers/Lukács, 1973: 268.
[19] Bilke, 1970: 366.
[20] Batt, 1969: 943.
[21] Acerca del concepto de espacio público literario en
el exilio o sistema literario, véase Trapp, 1993.
[22] Las primeras ediciones de
[23] “eine vergangene Welt fremder Grunderlebnisse”. Seghers/Lukács,
1973: 288.
[24] “Uns waren aber die Splitterchen, die irgendeinen Bruchteil unserer
eigenen Welt aufrichtig spiegelten, lieber als alle Scheinspiegel.”
Seghers/Lukács, 1973: 288.
[25] “Absage an den gesamten Fundus bürgerlicher Erzähltechniken”. Hans,
1982: 30.