El
proyecto, comisariado por J.Luís Perez Pont, se
compone, por una parte, de una exposición con los
trabajos de 13 artistas invitados (Antoni Muntadas,
Magdalena Correa, Dario Corbeira, Mabel Palacín, Isaías
Griñolo, Rogelio López Cuenca, Javier Peñafiel, Mau
Monleón, Pedro Ortuño, Javier Camarasa, Rocio
Villalonga, Juan José Martín Andrés y Usue Arrieta/Vicente
Vázquez) y, por otra parte, la edición de un libro
recogiendo los estudios encargados a más de 20 autores
(Nestor
García Canclini, Javier de Lucas,
Antonio Méndez Rubio, Josep Mª Jordán
Galduf, Mª Vicenta Mestre,
Angel Latorre, Joan Lacomba,
Cayetano Núñez, Francisco Torres,
Antonio Orihuela, Santiago Alba Rico,
Blanca Muñoz, Isidro Maya Jariego,
José Antonio Alonso Rodríguez, Ángel G.
Chueca Sancho, Emma Martín Díaz,
Lorenzo Cachón Rodríguez, Ana Escalona
Orcao, Margarita Bartolomé Pina,
Marina Pastor, Cristina Barchi)
así como la documentación de los proyectos artísticos.
Este
proyecto expositivo es una co-producción de la
Universitat de València, el Cabildo Insular de
Fuenteventura (Centro de Arte Juan Ismael) y la
Consejeria de Cultura del Gobierno de Aragón.
Geografias de Desorden
se presentará en La Nau (Sala Estudi General y Sala
Oberta) desde el 28 de septiembre hasta el 26 de
noviembre. Después itinerará a Fuerteventura y a
Zaragoza. |
Introducción
José Luis Pérez Pont
“Hubieras debido encontrarte con ellos
antes de que pidieran auxilio,
antes de que, a la par que ellos,
nadie pregunte nada ya.”
Vladimir Holan (“Indiferentes”)
¿Cuánta irresponsabilidad cabe debajo de una alfombra?
¿Cuánto silencio pueden soportar nuestros oídos?
¿Podremos vivir mirando permanentemente hacia otro lado?
Si bien es cierto que un proyecto de arte, o la edición
de un libro, no tiene intrínsecamente la capacidad de
transformar la realidad, algunos seguimos creyendo en la
utilidad de estos soportes como herramientas de
reflexión puestas a disposición de la sociedad.
“Geografías del desorden” se ha concebido como un
contexto de trabajo en el que sumar la aportación de
artistas y autores que desde sus disciplinas investigan
los múltiples, y a menudo complejos, aspectos que
concurren en los desplazamientos de población, las
causas que directa e indirectamente los originan y las
consecuencias y situaciones derivadas de los mismos. La
amplitud de la problemática hace que su investigación y
análisis, por exhaustivos que fueren, no resulten nunca
concluyentes, por lo que, partiendo de una premisa de
humana relatividad, se han considerado de mayor interés
las aportaciones vinculadas a reflexiones de opinión
fundadas en los datos del estudio.

Magdalena Correa.
El locutorio |

Rogelio López Cuenca.
Walls |
El proceso de modernización compulsiva de las áreas
desarrolladas ha primado los fines sin valorar las
consecuencias de los medios empleados, entendiéndolos
como externalidades razonables. La explotación de
recursos, territorios y personas, origen del desorden,
genera contingentes forzados al desarraigo por la
práctica escapista que supone la migración. “La
producción de ‘residuos humanos’ o, para ser más
exactos, seres humanos residuales (los ‘excedentes’ y
‘superfluos’, es decir, la población de aquellos que o
bien no querían ser reconocidos, o bien no se deseaba
que lo fuesen o que se les permitiese la permanencia),
es una consecuencia inevitable de la modernización y una
compañera inseparable de la modernidad. Es un ineludible
efecto secundario de la construcción del orden
(cada orden asigna a ciertas partes de la población
existente el papel de ‘fuera de lugar’, ‘no aptas’ o
‘indeseables’) y del progreso económico (incapaz
de proceder sin degradar y devaluar los modos de
‘ganarse la vida’ antaño efectivos y que, por
consiguiente, no puede sino privar de sustento a quienes
ejercen dichas ocupaciones)”.[1]
El actual concepto de progreso se ha edificado sobre la
levedad moral y discursiva, construyendo toda una
argumentación que justifica la necesidad de adoptar un
determinado modelo de desarrollo, sin reparar en los
costes ambientales y humanos. El desorden simbólico al
que se refiere el título del trabajo que aquí
presentamos alude no sólo a la migración encarnada por
millones de personas, en busca de una mejor situación
para sus vidas, sino también a la nueva geografía
dibujada en todo el planeta como efecto de la obsesión
modernizadora que se ha apoderado de las regiones
económicamente dominantes. “En verdad, las políticas
industriales que vuelven inservibles los artefactos
eléctricos cada cinco años, o desactualizan las
computadoras cada tres, y las políticas publicitarias
que ponen fuera de moda ropa cada seis meses y las
canciones cada seis semanas son modos de gestionar el
tiempo. Lo hacen simulando que ni el pasado ni el futuro
importan. Logran convertir la aceleración y la
discontinuidad de los gustos en el estilo de vida
permanente de los consumidores. Consiguen así, mediante
la renovación de los productos y la expansión de las
ventas, garantizar la reproducción durable de los
capitales”.[2]

Usue Arrieta / Vicente Vázquez.
Undercover |

Usue Arrieta / Vicente Vázquez.
Undercover |
“Geografías del desorden” pretende aportar amplitud de
miras y diversidad de enfoques acerca del significado
actual de la migración, poniendo a disposición del
lector una lupa que le permita definir mejor los
perfiles que configuran las características de una
situación, la del desplazamiento desesperado de millones
de personas por causas ajenas a su control, que
repercute agresivamente en su integridad y que
condiciona su libre desarrollo vital. A pesar de la
constante presencia de la problemática en los medios de
comunicación, a raíz del incremento acelerado en la
recepción de inmigrantes en España, la profundidad de la
información pública derivada es escasa y fuertemente
recurrente en cuanto al repertorio de tópicos descritos
verbal y visualmente. La inmigración es uno de los
asuntos que centran la agenda pública a través de los
medios informativos, aunque la “distinción entre la
influencia de los medios informativos en la relevancia
de los temas, por un lado, y en las opiniones concretas
que se puedan tener de ellos, por otro, la sintetiza esa
observación de que los medios informativos a lo mejor no
tienen éxito a la hora de decirle a la gente qué es lo
que tiene que pensar, pero sí que lo tienen, y mucho, a
la hora de decirle a sus audiencias sobre qué tienen que
pensar”.[3]
La intermediación de los medios de comunicación en la
presentación simplificada del desorden ante la
ciudadanía, como en tantos otros asuntos y salvo
contadas excepciones, adolece de un afán espectacular
que aporta pocos matices para su conocimiento. “Es una
ley que se conoce a la perfección: cuanto más amplio es
el público que un medio de comunicación pretende
alcanzar, más ha de limar sus asperezas, más ha de
evitar todo lo que pueda dividir, excluir [...], más ha
de intentar no ‘escandalizar a nadie’, como se suele
decir, no plantear jamás problemas o sólo problemas sin
trascendencia”,[4]
esos que afectan al otro. A la par que, desde la
distancia, sentimos compasión ante las imágenes de niños
deshidratados en África, esa condición de ser otro, de
percibir el sufrimiento estéril, se ve modificada cuando
el otro se visibiliza en nuestra proximidad y el
diferente se transforma en vecino. La percepción de la
realidad adquiere lecturas diferentes cuando se modifica
su escala espacial. “No es extraño que, a fin de
cuentas, hoy día nos cueste pensar en el espacio y en la
alteridad. El espacio es la evidencia. Vivimos en una
época donde se crean grandes espacios económicos, donde
se esbozan grandes agrupaciones políticas, donde las
multinacionales y el capital transgreden las fronteras
con una alegría capaz de preocupar a más de un marxista
nostálgico y donde, simultáneamente, los imperios se
hunden, los nacionalismos se exacerban y, a una escala
más reducida, donde se multiplican los museos locales,
la referencia a las identidades locales más minúsculas,
la reivindicación del derecho a trabajar en el país. A
veces se habla al respecto de crisis de identidad. Pero
se trata, hablando con propiedad, de una crisis del
espacio y de una crisis de alteridad”.[5] En cualquier
caso, y sin atreverme ya a cuestionar la malversada
función de la televisión en la configuración de un
determinado modelo de sociedad, convertida en canal de
promoción de valores y necesidades relacionadas con el
consumo, la televisión juega en la situación que
analizamos un doble papel: proyecta a través de la
emisión de sus programas y series la imagen de la
opulencia del primer mundo sobre los países pobres,
estimulando la falaz idea de El Dorado, y a la inversa,
muestra en Occidente las incesantes llegadas de
inmigrantes fuera de los cambiantes cauces legales.
“Hoy, la metrópolis está presente en todas partes, al
mismo tiempo, instantáneamente. Antes la metrópolis no
sólo no llegaba al mismo tiempo a todos los lugares,
sino que también la descentralización era diacrónica.
Hoy la instantaneidad es socialmente sincrónica. Se
trata, así, de la verdadera ‘disolución de la
metrópolis’, que es la condición, por otra parte, del
funcionamiento de la sociedad económica y de la sociedad
política”,[6] logrando la
representación de los acontecimientos a escala mundial y
la producción de sus efectos en cadena más allá de
cualquier frontera territorial.

Mau Monleón.
Maternidades Globalizadas |

Pedro Ortuño. Be
a player. Don’t hit hard on trial |
La intervención real a la que aspira este proyecto se
desarrolla en el campo de lo inmaterial, y quiere
aportar elementos para el razonamiento que puedan
conducir a la comprensión de los factores que han
favorecido el desarrollo de la presente situación.
Partiendo de la creencia de que la mente y el corazón
son los verdaderos motores de transformación de la
realidad, mediante “Geografías del desorden” se les
quiere proporcionar algo de combustible; textos y
proyectos de arte convertidos en múltiples clics
que ampliarán regiones de entendimiento útil. Creyendo
también que las verdaderas dinámicas de renovación
tienen su origen en los propósitos impulsados
internamente por cada individuo, creyendo en su
libertad, no es despreciable la posibilidad de una
transformación a partir de la reflexión y el
conocimiento, una transformación desde el razonamiento,
con la constatación de que la injusticia, ligada a un
imparable efecto bumerán, sólo devuelve más injusticia.
“El ‘multiculturalismo’ no deja de ser sino el argumento
ideológico que encubre el dominio absoluto de una
transnacionalización de los valores que generan las
identidades de los ciudadanos globalizados. Con ello, la
cultura global pasa a ser el mecanismo de mecanismos
para desintegrar y desestructurar no sólo la pertenencia
nacional y su diversidad simbólica y creativa, sino
también los tres niveles de cultura que quedan
convertidos en uno solo: la ideología socioeconómica de
los grupos de poder”.[7]
Por tomar una imagen, Saturno devorando a sus hijos,
un lienzo de Goya de 1821.
¿Querríamos ser sujetos pasivos en el expolio de
recursos naturales en nuestras regiones? ¿Receptores de
residuos industriales, nucleares y tecnológicos?
¿Explotados como fuerza de trabajo, desposeídos de
personalidad jurídica, en un nuevo formato de esclavismo
diseñado para producir los artículos de lujo de los
Estados más ricos? Parémonos a pensar.
“Nadie, es un buen ejemplo.”[8]
Deseo agradecer la predisposición y el apoyo recibido de
las instituciones que han organizado y producido este
proyecto, especialmente de sus representantes y
trabajadores, por contribuir con su entusiasmo a sacarlo
adelante. Agradezco la aportación realizada por cada
miembro del equipo técnico, así como la contribución de
las y los autores y artistas invitados a través de sus
textos y proyectos. Gracias a todos.
[1]
Bauman, Zygmunt: Vidas desperdiciadas. La
modernidad y sus parias. Barcelona, Paidós,
2005, p. 16.
[2]
García Canclini, Néstor: Diferentes, desiguales y
desconectados. Mapas de la interculturalidad.
Barcelona, Gedisa, 2004, p. 176.
[3]
McCombs, Maxwell: Estableciendo la agenda. El
impacto de los medios de comunicación en la opinión
pública y en el conocimiento. Barcelona, Paidós,
2006, p. 26.
[4]
Bourdieu, Pierre: Sobre la televisión.
Barcelona, Anagrama, 1997, p. 64.
[5]
Augé, Marc: El sentido de los otros.
Barcelona, Paidós, 1996, pp. 107-108.
[6]
Santos, Milton: De la totalidad al lugar.
Barcelona, Oikos-Tau, 1996, pp. 118-119.
[7]
Muñoz, Blanca: La cultura global. Medios de
comunicación, cultura e ideología en la sociedad
globalizada. Madrid, Pearson, 2005, p. 6.
[8]
Orihuela, Antonio: “El infierno es el paraíso visto
desde la otra parte”, trabajo incluido en este
libro.
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