En el panorama teatral español
las representaciones de las obras de Shakespeare llegaron bastante tarde,
fue entre 1772 y 1836 cuando se estrenan las versiones de los dramas del
autor, con importantes arreglos y cambios argumentales debidos a J. F.
Ducis. A fines del XVIII Máiquez, Cadalso y Moratín consiguen
introducir los textos shakesperianos, pero fue posteriormente, entrado
ya el siglo XIX, y con la defensa de los románticos como Blanco
White y Donoso Cortés cuando el público español comienza
a poder comprender y disfrutar las obras de William Shakespeare.
En 1881 Antonio Muñoz Degrain (1843-1924) consiguió una primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes con su cuadro titulado Otelo y Desdémona, hoy en el Museu do Chiado de Lisboa. El lienzo de grandes dimensiones fue presentado en la Exposición Universal de París celebrada un año antes. De esta obra se conservan dos pequeños bocetos, uno en el Museo de Bellas Artes de Valencia y otro en el Museo Camón Aznar de Zaragoza. En el magnífico cuadro Muñoz Degrain plasma el momento en que el mercader de Venecia descorre la cortina del baldaquino, en el que duerme Desdémona, para contemplar a su amada por última vez. La estancia donde se desarrolla la acción, decorada con rico mobiliario y tejidos, acentúa la carga de dramatismo y tragedia contenida que el pintor fija mediante segura, aunque nerviosa, pincelada. Pocos años después el artista presenta otra Desdémona (Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife, Depósito del Museo del Prado) a la exposición nacional de 1887. En esta ocasión el drama tiene más referentes en las versiones operísticas de la obra de Shakespeare. La protagonista sentada en un banco tallado en madera llora desconsolada a causa de la angustia que le suponen las vigilancias y acusaciones de su celoso esposo. Nada se sabe, por ahora, del cuadro que el artista presentó a la muestra como pareja de este y que representaba la figura de Otelo. El pintor Juan Luis López
García (1894-1978) inmortalizó en 1922, a modo de epílogo
retardatario, una Ofelia aldeana (Ministerio de Justicia, Madrid) que fue
premiada con una segunda medalla en la exposición nacional de dicho
año. En una personal visión del personaje que parece querer
evocar, sin conseguirlo, la famosa y bellísima Ofelia (Tate Gallery,
Londres) pintada en 1851 por John Everett Millais (1829-1896).
El arte del siglo XIX está siendo, desde hace pocos años, objeto de una importante revisión en todos los países que está dando paso a importantes descubrimientos que otorgan una visión más compleja de la plástica del ochocientos. Las diferentes corrientes estéticas que se sucedieron, y que incluso se alternaron en un mismo tiempo y lugar, otorgan una perspectiva más rica y variada de una producción artística de una época de importantes cambios en la sociedad occidental. La incidencia del mundo de las letras influyó poderosamente en el arte español del siglo: las recreaciones de las más importantes obras de la literatura española y europea, los pasajes biográficos y los retratos de escritores y actores, así como las imágenes relacionadas con el libro ejercieron un importante influjo en el arte. Las obras de William Shakespeare sirvieron de inspiración a un gran número de artistas confirmando la conexión de las distintas artes y la riqueza visual de la producción del más grande dramaturgo de todos los tiempos. [1] - [2] |