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Los escultores que trabajan en el Mausoleo de Halicarnaso.
Hemos visto ya que el Mausoleo de Halicarnaso se hallaba coronado por una gran cuadriga con las estatuas de Mausolo y su mujer Artemisa. El resto estaba adornado por esculturas que se custodian hoy en el Museo Británico de Londres con la salvedad de una cabeza de Apolo que se atribuye a Leocarés, se conoce por Apolo Steinhäuser y se guarda en el Museo Antiguo de Basilea. En el frontón se representaron temas de la Centauromaquia y la Gigantomaquia. Fueron hechos por un grupo de escultores dirigidos por Scopas de quien se sabe que hizo en solitario uno de los frentes del frontón. De los demás artistas que trabajaron en sepulcro tan suntuosa han de atribuirse: al ateniense Leocarés la Amazonomaquia; al arquitecto Piteo de Caria (quien había proyectado la construcción del edificio) los caballos de la cuadriga que arrastraba el carro donde iban Mausolo y Artemisa; a Timoteo la Amazona a caballo que era la figura central del frontón (3) ; y al también cario Briaxis las estatuas de Mausolo y Artemisa que suponían el cenit de la edificación (4) . El Mausoleo de Halicarnaso presenta las innovaciones de romper la idea de frontalidad, carecer de un eje de simetría y acabar con la tradición clásica del friso encima de columnas en la parte alta al añadirle otro en la parte baja donde trabaja Scopas (este último elemento pasará en época helenística al Gran Altar de Zeus en la Acrópolis de Pérgamo donde se esculpe la Gigantomaquia que se guarda en el Pergamon-Museum de Berlín).
Se conservan otros trabajos de Scopas y Leocarés. El primero trabaja como arquitecto y escultor en el Templo de Tegea que se locaniza en el centro del Peloponeso. Allí narra en uno de los frisos el relato de la caza del jabalí de Calindón (Museo Nacional de Atenas). Sus figuras rezuman patetismo. El presente friso supone la primera vez que en el arte griego se ven los ojos sumidos bajo el abultamiento de los arcos superciliares y que las bocas muestran la lengua y los dientes por efecto del dolor de los personajes representados. De Scopas existe una figura de Meleagro en el Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard y la Ménade del Albertinum en Dresde. Ésta es la única escultura que se conserva de un conjunto mayor. Usa las formas en S propias de cualquier estilo manierista pero presenta una naturaleza muy dramática alejada de las tendencias hedonistas de Praxiteles. La Ménade de Skopas tiene una composición serpentinata (figura en hélice que gira sobre sí misma), el vestido se abre produciendo un desorden en forma de pliegues y representa una persona inestable a la que se capta en un momento de desequilibrio psíquico. Ese sentimiento trágico de la vida es una de las dos notas que diferencian a Scopas de Praxiteles. La segunda radica en la naturaleza itinerante del primero que contrasta con el sedentarismo ateniense del segundo.
Leocarés es natural del Ática. Esculpe la Artemisa de Versalles (Museo del Louvre), el Apolo del Belvedere (Museo del Vaticano) y la Démeter de Cnidos (Museo Británico) de las que sólo conservamos copias romanas. La primera destaca por llevar la túnica o chitón recogido como corresponde a una mujer que va de caza. El Apolo del Belvedere es una copia hecha en tiempos de Adriano de suerte que al copista se debe el añadido de la clámide. Allí Leocarés refleja a Apolo en el instante (narrado por Homero al comienzo de la Iliada) de disparar las flechas de la peste contra los aqueos que provoca en último término la cólera funesta del Pelida Aquiles (objeto de la epopeya). Pese al dramatismo del suceso el escultor imprime a la estatua una sensación de serenidad. Finalmente la Démeter de Cnidos corrobora el parecer de Platón quien pensaba que entre los escultores de su tiempo era Leocarés quien mejor reflejaba la majestad de los dioses frente a su excesiva antropomorfización por parte de Praxiteles.
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