continuación: viene de la página 3 Frontal de Betesa . Se data en la primera mitad del siglo XIII. Procede del Alto Aragón. Ofrece la novedad del fondo plateado que representa una aceptación del splendor Orbis por el artista. En este frontal su autor coloca pan de plata acompañado de unas técnicas de grabado que crean sensaciones mayores de movilidad por medio de las irisaciones de luz. Ese empleo de los efectos luminosos acerca esta pintura a los mosaicos bizantinos. El Maestro del Frontal de Betesa admite la idea de las naturalezas de la luz variable en la Tierra e inmutable en el Cielo que adquiere su mayor auge con las vidrieras góticas. A lo largo de toda la obra el artista efectúa un recorrido en espiral a fin de empezar y concluir su relato en la propia figura de la Virgen por medio de la narración de las escenas de la Anunciación, la Natividad, el Anuncio a los Pastores y la Adoración de los Magos. En el Frontal de Betesa interesa la imagen en sí misma y no los rasgos individuales. Tampoco se perciben en su creador deseos algunos ni de fidelidad histórica ni de individualismo de las personas que sólo se inician dentro de la pintura medieval con la aparición del retrato en el siglo XIV. En la Anunciación es necesario hacer hincapié en tres elementos: El esquematismo pues sólo aparecen la Virgen y el Ángel de forma que no aparece fondo ni suelo La postura de susto de Nuestra Señora Quien se lleva la mano al vientre para indicar su embarazo Los letreros que se hallan encima de las dos figuras En la escena del Nacimiento se observa un espacio mental y no real con cuatro puntos de interés: La Virgen echada en el suelo. El Maestro del Frontal de Betesa recoge la idea frecuente en los mosaistas bizantinos de que Nuestra Señora da a luz sin dolor. Esa tesis insiste en la idiosincrasia sobrenatural del Nacimiento de Cristo pues el Evangelio alude a la dedicación de su Madre a otros menesteres (vg. envolver al Niño entre pañales) inhabituales en las parturientas Yuxtaposición de escenas pues San José recibe el anuncio del Ángel de que huya a Egipto Presencia de una cuna. Ese elemento deriva de la costumbre litúrgica de la adoración del Niño en la Misa de Navidad que también influye en la invención del pesebre por el Poverello de Asís Las huellas de una mano. Hemos de suponer que se trataría de una mano en el cielo bendiciendo que es un modo de representar el beneplácito de Dios (en este caso del Padre que bendice el nacimiento de su Unigénito) y se contrapone a la representación menos frecuente de un puño cerrado en el Cielo con la que se simboliza el rechazo del Ser Supremo El Anuncio a los Pastores y la Adoración de los Magos representan la notificación respectiva del cumplimiento de las promesas mesiánicas a judíos (pastores) y gentiles (Magos). En la primera de ellas aparecen un Ángel, dos pastores, un perro y una cabra empinada a un árbol. La representación de un solo Ángel y un único Árbol es un medio tipicamente románico de representar a toda la milicia celeste y a un bosque como ya se ve en los ejemplos precitados de los frescos de Santa Cruz de Maderuelo y el Frontal de Aviá . En la Adoración de los Magos del Frontal de Betesa Baltasar es el viejo, Gaspar el adulto y Melchor el joven. En el centro del frontal la Virgen se halla entronizada y lleva al Niño a Quien da de mamar. El Pequeño Jesús bendice con una mano, lleva en la otra un libro a fin resaltar que porta un mensaje y cruza la pierna (símbolo de un rango social elevado). La unión de los modelos de Virgen Kyriotissa y Virgen Eleousa Galactophylousa en la parte central del Frontal indica que su anónimo autor refleja tres papeles de Nuestra Señora: la Maternidad Divina, su naturaleza de Reina de Cielos y Tierra y su mediación universal. Esa doctrina postrera es de raigambre franciscana. Sus defensores preconizan que Jesús se considera deudor de la leche que su Madre le da de manera voluntaria cuando es un lactante (y no en forma involuntaria mientras se hallaba en su útero) y concederá cualquier cosa que la Virgen le pida por ese sentimiento de gratitud. Estos principios de raíz franciscana alcanzan empero su mejor plasmación en la pintura con la Escuela de Siena. |