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Terso
marfil su esplendor no sin modestia interpuso entre las ondas de un sol y la luz de dos carbunclos. |
48 |
Libertad
dice llorada el corvo, süave yugo de unas cejas, cuyos arcos no serenaron diluvios. |
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Luciente
cristal lascivo, la tez, digo, de su vulto, vaso era de claveles y de jazmines confusos. |
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Árbitro
de tantas flores, lugar el olfato tuvo en forma, no de nariz, sino de un blanco almendruco. |
60 |