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No al cíclope atribuye, no, la ofrenda;
no a sátiro lascivo, ni a otro feo
morador de las selvas, cuya rienda
el sueño aflija, que aflojó el deseo.
El niño dios, entonces, de la venda,
ostentación gloriosa, alto trofeo,
quiere que al árbol de su madre sea
el desdén hasta allí de Galatea.

Comentarios:

Góngora sigue plasmando minuciosamente la línea de pensamiento de Galatea. La ninfa trata de adivinar quién ha podido dejarle la ofrenda, y, para que el lector se haga cargo de su desconcierto, Góngora le plantea el enigma de los versos tercero y cuarto (que ha sido resuelto en las observaciones previas). Versos enigmáticos para describir a una Galatea que trata de resolver un enigma.

La segunda mitad de la estrofa es un preludio de lo que va a suceder: Cupido se prepara para disparar su flecha:

El niño dios, entonces, de la venda,
ostentación gloriosa, alto trofeo,
quiere que al árbol de su madre sea
el desdén hasta allí de Galatea.
La imagen de cupido provocando el amor con sus flechazos es uno de los tópicos más manidos de la literatura, pero cuando Góngora se acerca a uno de estos tópicos, sabe cómo no caer en él y, por el contrario, le da un nuevo vigor, ya sea presentándolo desde otro punto de vista, ya sea desarrollándolo de forma original. Esto último es lo que sucede en este caso: Cupido va a disparar a Galatea, ¿qué va a cazar?, ¿cuál es su presa?, ¿qué va a matar? No va a matar a Galatea, lo que morirá —y ésta es la innovación que aporta Góngora— es el desdén de Galatea mostrado hasta ese momento. Cupido va a hacer que, por primera vez, Galatea no desdeñe a un pretendiente. Su víctima será el desdén. Se trata de una pieza de gran valor. Parecía imposible que Galatea pudiera llegar a enamorarse, acostumbrada a rechazar a todo el mundo. Parecía que esta pieza iba a resistírsele a Cupido para siempre. ¿Qué hace un cazador cuando captura una pieza especialmente valiosa? Una opción es consagrarla a un dios, y así, Cupido va a ofrecer su presa, su orgullo, su ostentación, su trofeo, a su madre, Venus, la diosa del amor y, concretamente, planea que el desdén de Galatea caiga rendido a los pies de uno de los mirtos cercanos, uno de los árboles de su madre.
 
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