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¡Oh
bienaventurado albergue, a cualquier hora! No en ti la Ambición mora, hidrópica de viento, ni la que su alimento |
110 |
el
áspid es gitano; no la que, en vulto comenzando humano, acaba en mortal fiera, Esfinge bachillera que hace hoy a Narciso |
115 |
Ecos
solicitar, desdeñar
fuentes; ni la que en salvas gasta, impertinentes, la pólvora del tiempo más preciso: Ceremonia profana que la sinceridad burla, villana, |
120 |
sobre el corvo cayado. |
Este denso pasaje está lleno de agudeza y mordacidad.
Destaca sin duda la forma en que Góngora alude al tópico
de Eco y Narciso al tiempo que lo rompe, lo invierte (Narciso ya
no
desdeña
a Eco, sino a las fuentes) y logra así ingeniosamente una enorme
expresividad: los cortesanos no son tan deplorables como Narciso,
sino
más aún.