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EL MUNDO AL FINAL DEL SIGLO XIX
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A lo largo del siglo XIX la ciencia y la tecnología habían experimentado un desarrollo espectacular en Europa y los Estados Unidos. Los físicos habían llegado a comprender con gran precisión el comportamiento de la electricidad, el magnetismo y el calor, si bien todavía había algunos puntos oscuros, los cuales fueron resaltados por Lord Kelvin en una conferencia que pronunció en 1900 con el título de Las nubes oscuras del siglo XIX sobre la teoría dinámica del calor y de la luz. Dichas nubes eran dos: por una parte la falta de una explicación razonable al experimento de Michelson-Morley, que parecía llevar a la absurda conclusión de que la Tierra estaba inmóvil en el espacio, y la radiación del cuerpo negro, el fenómeno por el cual un cuerpo perfecetamente negro, es decir, capaz de absorber toda la radiación exterior que llegue hasta él, debía emitir la radiación electromagnética que llega hasta su superficie desde su interior. El problema era que existían dos teorías mutuamente contradictorias sobre la relación entre la frecuencia y la intensidad de dicha radiación: una coincidía razonablemente con los resultados experimentales en la zona violeta del espectro luminoso, pero fallaba radicalmente en la zona roja, y con la otra sucedía justo lo contrario. Un físico alemán llamado Max Karl Ernst Ludwig Plank presentó una teoría que describía correctamente la radiación del cuerpo negro, pero que suponía una hipótesis inaudita: suponía que la radiación electromagnética está formada por paquetes indivisibles de energía, similares a los átomos que componen la materia. Plank llamó cuántos a estos paquetes, cada uno de los cuales tiene una energía proporcional a la longitud de onda. Esto contradecía totalmente a cuanto se sabía sobre la radiación electromagnética... pero explicaba el comportamiento de la radiación del cuerpo negro.

Sin embargo, pese a estos problemas teóricos, el dominio sobre el electromagnetismo había permitido desarrollar la iluminación eléctrica, la construcción de motores eléctricos, de líneas de telégrafos y de teléfonos, y recientemente Marconi y Tesla estaban desarrollando la telegrafía sin hilos, a través de ondas electromagnéticas, que incluso permitían manejar dispositivos eléctricos por control remoto.

Una de las líneas de investigación más novedosas se encontraba en la frontera entre la física y la química: el estudio de la radiactividad. La química había realizado enormes progresos en el descubrimiento, síntesis y clasificación de nuevos elementos, hasta el punto de que su proliferación llegaba a resultar desconcertante: la teoría atómica había surgido como una forma elegante de explicar la diversidad de las sustancias químicas como compuestos formados por diferentes combinaciones de unas pocas clases de átomos, pero la existencia de casi un centenar de elementos químicos distintos, que además podían ser ordenados en familias de elementos con propiedades similares, llevaba a pensar que probablemente los átomos no eran tan elementales como se había creído. Pero si la química tenía estos problemas teóricos, su vertiente práctica no conocía límites: a lo largo del siglo XIX se habían sintetizado toda clase de productos químicos de gran utilidad: fármacos, colorantes, explosivos, desinfectantes, etc.

La medicina también había experimentado una revolución con la comprensión de la naturaleza infecciosa de numerosas enfermedades, lo que habría la posibilidad de combatir las epidemias y las infecciones mediante medidas antisépticas, vacunas, analizando los mecanismos de contagio, etc. Lo más desconcertante eran algunas enfermedades que al parecer no surgían por infecciones, sino por lo que parecían ser carencias en la dieta. La fisiología estaba dando grandes pasos a medida que se desarrollaba la teoría celular. Además la química estaba rompiendo la aparente barrera trazada hasta entonces entre la química orgánica y la inorgánica, y cada día había más evidencias de que las reacciones químicas que dan sustento a la vida no eran de naturaleza distinta a la del resto. La teoría de la evolución ya era aceptada por todos los científicos (en el sentido de que ya se podía decir con pleno derecho que quienes no la aceptaban no eran científicos).

Ese año se produjo una curiosa coincidencia: tres botánicos, el neerlandés Hugo de Vries, el alemán Karl Erich Correns y el austriaco Erich van Tschermak, publicaron de forma independiente tres artículos en los que citaban los trabajos publicados más de treinta años atrás por Gregor Mendel sobre las leyes de la herencia y confirmaban sus resultados. De este modo, la obra de Mendel salió del olvido y fue debidamente reconocida.

Los astrónomos habían logrado medir la distancia a unas 70 estrellas, los geólogos habían construido trece estaciones sismográficas capaces de estudiar los terremotos. Por el momento, geólogos, biólogos y astrónomos no lograban ponerse de acuerdo en una fecha plausible para la edad de la Tierra, pues cada rama proporcionaba argumentos que sugerían tiempos radicalmente distintos.

La ingeniería estaba construyendo motores de explosión cada vez más potentes, que iban desplazando paulatinamente a las máquinas de vapor en la industria. Si el vapor era más adecuado para impulsar grandes buques y ferrocarriles, los motores de explosión permitían construir automóviles ligeros (sólo en los Estados Unidos circulaban ya 14.000 automóviles), así como máquinas voladoras, si bien hasta el momento no habían sido muy eficientes.

En un orden de cosas más frívolo, pero a largo plazo no menos importante desde un punto de vista económico, se estaba desarrollando la industria cinematográfica. De momento lo más demandados eran los trucos de cámara insólitos, como El dibujo encantado, de los estudios de Edison, película en la que un hombre dibujaba objetos que luego se hacían reales (un sombrero, una copa, una botella...) o el Sherlock Holmes perplejo, en la que Sherlock Holmes resulta burlado por un ladrón que aparece y desaparece en la nada. Se trataba de películas de poco más de un minuto de duración, mientras de Georges Méliès produjo Juana de Arco, película coloreada de diez minutos de duración.

El desarrollo científico y técnico de Europa y los Estados Unidos no tenía punto de comparación con la situación del resto del mundo, gran parte del cual permanecía a todos los niveles (político, científico, económico, religioso, etc.) como Europa había estado en la Edad Antigua, o incluso en la Edad Media, y en algunos casos habría que remontarse incluso al neolítico para establecer comparaciones. Y si en la Edad Media había sido Europa la que había tenido que sufrir el azote de las invasiones bárbaras, ahora los papeles se habían invertido y eran los "bárbaros" los que tenían que sufrir el azote de Europa. En efecto, los avances tecnológicos europeos incluían potentes cañones, fusiles, ametralladoras, pólvora sin humo, buques acorazados, etc., con los que las grandes potencias habían logrado someter unos 23 millones de km2 de territorio no europeo, la quinta parte de la tierra firme del planeta. En unas pocas décadas se habían repartido casi la totalidad de África en una veloz carrera colonial. Las únicas zonas que permanecían independientes eran el reino de Marruecos (donde el sultán Abd al-Aziz cumplía los 22 años y puso fin a la regencia del gran visir Ba-Áhmed), el Sahara Occidental (en el que Francia se había abstenido de intervenir reconociendo a España sus derechos sobre el territorio, a pesar de que su presencia en él era casi nula), la república de Liberia y Etiopía, que bajo el reinado del emperador Menelik II había puesto freno al avance italiano en Eritrea y Somalia y se había convertido en un aliado clave de los británicos contra los mahdistas sudaneses. Menelik II había dirigido un proceso de expansión para dominar el máximo territorio posible antes de que fuera ocupado por otras potencias europeas, y había logrado abarcar la región que se muestra en el mapa, en gran medida gracias a las dotes militares de su primo, el ras Mekonnen. Por otra parte, Libia permanecía nominalmente bajo soberanía otomana, sin que sus desiertos interesaran en gran medida a ninguna potencia europea.

Francia poseía la mayor extensión de colonias en África, pero sus dominios eran en gran parte desérticos, y sólo la Nigeria británica contaba con más población que toda el África Occidental Francesa. La región del Chad, que en el mapa aparece de color azul, todavía no estaba definitivamente en manos francesas. La mayor fuerza que se le oponía era la del reino de Kanem-Bornu, que hacía siete años había caído en manos de un señor de la guerra sudanés llamado Rabih az Zubayr ibn Fadi Allah, más brevemente conocido como Rabah. Tras haber servido en el ejército egipcio, se había dedicado al tráfico de esclavos y, habiendo derrocado a algunos jefes locales, había conquistado el decadente y centenario reino de Kanem-Bornu, al que logró dar un último impulso. Cada año hacía incursiones a las poblaciones vecinas para saquearlas y tomar esclavos que luego vendía. Ahora disponía de unos 10.000 hombres armados con fusiles, la mayor parte de ellos algo anticuados. El año anterior había tenido el primer encuentro con los franceses, en el que una expedición francesa había sido derrotada y Rabah se había apoderado de sus cañones.

Egipto había quedado bajo protectorado británico debido a una crisis financiera. El gobernador Abbas II (en teoría vasallo del Imperio Otomano) se había rodeado de consejeros europeos que lo animaban a oponerse a la ocupación británica, pero finalmente los británicos lo habían obligado a cooperar y había dejado de oponerse en público, si bien estaba financiando un movimiento nacionalista dirigido por Mustafá Kamil. Con la reciente conquista del Sudán, Gran Bretaña había logrado conectar Egipto con el África Oriental Británica, pero Alemania se las había arreglado para cortarle el paso e impedirle realizar el sueño de Cecil Rhodes, que había planeado unir África de Norte a Sur. El color rojo del extremo sur del mapa tampoco se corresponde a la situación exacta a principios de año, pues la República Sudafricana y el Estado Libre de Orange (es decir, los Estados bóers) seguían resistiéndose a los británicos y todavía seguía su curso la segunda guerra bóer, pero faltaba poco para su incorporación al Imperio Británico.

Otra zona roja del mapa donde Gran Bretaña tenía serios problemas para ejercer su dominio era la Somalia Británica. El año anterior había estallado una revolución dirigida por un líder religioso radical llamado Mohammed Abdullah Hassan, al que los británicos llamaban "el mulá loco". Mohammad había solicitado la ayuda de un jefe tribal, Garaad Cali Garaad Maxamuud, que le contestó con una negativa aduciendo que los líderes religiosos debían ocuparse únicamente de los asuntos religiosos. Cali pidió ayuda a otros jefes tribales, así como a los británicos, en contra de los fanáticos seguidores del mulá, y cuando Mohammed se enteró envió dos hombres que mataron a Cali. Esto no gustó a sus seguidores y a principios de año se vio obligado a retirarse, pero la revuelta contra los británicos continuó.

Ese año Gran Bretaña constituyó el Protectorado del Norte de Nigeria para detener el avance francés, bajo la dirección de Frederick Lugard, que dedicó grandes esfuerzos en abolir la esclavitud en la región.

Alemania había llegado tarde al reparto de África. Bismark no lo había considerado rentable, y sólo al final de su mandato se había visto obligado a dedicarle algo más de atención porque la opinión pública así lo reclamaba. Además de los intereses políticos y económicos, debajo del imperialismo europeo había una fuerte componente nacionalista, lo que en Francia se llamó chovinismo y en Gran Bretaña jingoísmo, en virtud de la cual un ciudadano no podía menos que avergonzarse de su país si no tenía colonias. Pese a ello, aún pudo hacerse algunos huecos razonables en el reparto de África, los que en el mapa aparecen en color verde pálido.

Si bien ningún país africano podía considerarse afortunado por haber recibido la "protección" europea, el caso más nefasto y vergonzoso de colonización era con diferencia el Estado Libre del Congo, propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica, que había convertido a su colonia en una fuente de ingresos incalculables. En un principio, la principal exportación había sido el marfil, pero ahora el caucho era mucho más apreciado por sus numerosos usos industriales. La población indígena era obligada a recolectar caucho en condiciones de esclavitud mediante los sistemas más brutales: los funcionarios belgas secuestraban a mujeres y niños y sólo los devolvían (si no habían muerto antes de hambre o por los malos tratos) cuando sus familiares entregaban una cantidad de caucho estipulada, se obligaba a trabajar a hombres mujeres y niños, y a quienes no cumplían con las cuotas de producción exigidas se les mataba. El instrumento para controlar a los indígenas era una Force Publique formada por unos 19.000 hombres, divididos en una minoría de oficiales blancos y una mayoría de soldados negros, a menudo reclutados a la fuerza. Para muchos nativos, colaborar con los belgas para explotar a sus compatriotas era la única forma de no sufrir la opresión ellos mismos o en sus familias. Los soldados debían recolectar la producción de marfil, caucho y otros productos, y matar a los indígenas que no hubieran cumplido con las cuotas exigidas. Como prueba de los asesinatos debían cortar una mano a cada cadáver y presentarla ante los oficiales. Sus bonificaciones dependían tanto de la producción recolectada como del número de manos presentadas, así que las manos acabaron convirtiéndose en una especie de moneda: los soldados cambiaban productos por manos, por lo que a los nativos en general les resultaba útil tener una provisión de manos que poder ofrecer a los soldados. En teoría, cada mano era la prueba de un asesinato, pero algunos soldados hacían trampa y se limitaban a cortar una mano a los que supuestamente tenían que matar. Otras veces las víctimas salvaban la vida haciéndose los muertos mientras les cortaban la mano. El rey Leopoldo II se convirtió así en una de las personas más ricas de Europa. La cuantía de su fortuna no puede establecerse con precisión porque cuidó siempre de ocultar los ingresos reales que obtenía. Naturalmente, se procuraba que todos estos abusos no se conocieran fuera de África, pero poco a poco estaban apareciendo testimonios que los denunciaban. Ya hacía una década que el periodista estadounidense George Washington Williams había empezado a denunciar la situación del Congo, pero falleció al poco de iniciar su campaña, y además era negro, así que no se le hizo mucho caso. Ahora el periodista británico Edmund Dene Morel empezaba a publicar una serie de artículos en la misma línea.

El resto de África se lo repartían Italia (que había sido humillantemente derrotada por los Etíopes y no había podido pasar de Eritrea y de una parte de Somalia gracias a un acuerdo con los británicos), Portugal, al que las grandes potencias sólo le habían reconocido sus derechos sobre Angola, Mozambique y poco más, y España, que tras la reciente pérdida del resto de sus colonias (principalmente Cuba, Puerto Rico y Filipinas), estaba organizando lo poco que tenía en África: unas pocas ciudades en la costa de Marruecos, las islas Canarias, y la colonia de Río Muni, rodeada por el Camerún alemán, y que incluía las islas de Fernando Poo y Annobón, un poco más al norte. Fue organizada como colonia ese mismo año, pues hasta entonces había tenido el rango de protectorado.

En el lejano Oriente, sólo el reino de Siam había logrado conservar su independencia, separando la India Británica de la Indochina Francesa. El rey Rama V estaba dirigiendo un proceso de reformas que le había llevado a abolir la esclavitud, permitir el islam y el cristianismo, introducir el calendario occidental y un sistema monetario moderno, declarar la amnistía para los presos políticos y organizar el territorio en provincias y distritos. Hacía cuatro años que se había construido la primera línea ferroviaria en el país.

El emperador Thanh Thai de Vietnam fue el primero que se cortó el pelo al estilo occidental, y aprendió a conducir un coche. Impulsó la difusión de la cultura y la educación francesas por su país, pero al mismo tiempo aguardaba el momento propicio para desembarazarse de la ocupación francesa.

Afganistán y Persia se debatían entre la influencia rusa y la británica. Afganistán había caído finalmente en la esfera británica. El emir Abdr Rahman Khan (conocido como el emir de hierro) había unificado su país y había aceptado la tutela británica como medio para modernizarlo. En cambio, la situación del sha Mozaffareddín de Persia era mucho más delicada, pues sus derroches le habían hecho contraer grandes deudas tanto con Gran Bretaña como con Rusia, con lo que no podía decantarse por ninguno de los dos, y las autoridades religiosas tenían cada vez más poder sobre la opinión pública, que desaprobaba las concesiones que el sha se veía obligado a hacer a los extranjeros. El Nepal era oficialmente un protectorado británico, si bien la familia Rana de primeros ministros hereditarios mantenía al territorio en una situación de autarquía, minimizando las influencias exteriores. El rey Prithvi era un mero títere.

Además, el Imperio Británico incluía los vastos territorios de Canadá y Australia, y no entraremos aquí en el reparto entre las distintas potencias de las pequeñas islas en el Pacífico, en el Caribe, etc. A las grandes potencias imperialistas europeas se les habían sumado recientemente dos más: Japón y los Estados Unidos. Japón había experimentado una rápida occidentalización que casi lo había puesto en pie de igualdad con las potencias europeas. Contra todo pronóstico había derrotado a China en una guerra y se había apoderado de la isla de Formosa, a la vez que extendía su influencia sobre Corea. El emperador Gojong había buscado la protección rusa para librarse del protectorado coreano, y así Rusia y Japón rivalizaban tanto por su influencia en Corea como en el Norte de China.

Una muestra de los efectos de la modernización de Japón la tenemos en el químico Jokichi Takamine. Se había graduado en Tokio hacía 21 años, había completado sus estudios en Gran Bretaña y, de regreso en Japón, había fundado la Compañía de Fertilizantes Artificiales de Tokio, en cuyo departamento de investigación había descubierto una enzima, a la que denominó takadiastasa, que resultó tener gran utilidad farmacéutica. Ahora vivía en los Estados Unidos, donde había concedido una licencia para comercializar la takadiastasa a una empresa farmacéutica y se estaba haciendo millonario con los beneficios que le proporcionaba.

Al contrario que Japón, China no había sabido apreciar a tiempo la superioridad de la cultura occidental (tanto científica, como militar, como administrativa) y un reciente intento tardío por parte del emperador Guanxu para modernizar el país había sido abortado por los sectores más conservadores y tradicionales, representados por la emperatriz Cixi, y así el país seguía obligado a soportar impotente las exigencias de las potencias europeas, al tiempo que tenía que contener el descontento interior, que a menudo se reflejaba en sangrientas rebeliones contra el gobierno de los Qing. La última revuelta que estaba sufriendo el país era la de los boxers, si bien esta vez no se oponían al gobierno, sino directamente a los extranjeros, y especialmente a los cristianos, por lo que recibieron el apoyo de la emperatriz y habían iniciado una campaña de quema de iglesias cristianas y asesinato de chinos convertidos al cristianismo.

Rusia no había participado hasta el momento en la carrera colonial porque había centrado su expansión a lo largo del continente asiático, en el que no encontró rival hasta que se tropezó con China (y en último extremo con Japón). Algo similar había sucedido con los Estados Unidos, que mientras tuvieron territorios que ocupar en su propio continente permanecieron relativamente al margen de la política internacional, pero ahora que ya todo el territorio continental había sido colonizado y dividido en Estados (salvo los territorios de Arizona y Nuevo México, que aún no estaban suficientemente poblados, y el de Oklahoma, recientemente arrebatado a los indios), la sensación de que en Europa se los consideraba una potencia "de segunda" y de que eso era así en gran parte por su escaso peso en la política internacional había extendido por el país la versión local del chovinismo o el jingoísmo que allí se llamó directamente imperialismo. El partido Republicano había atraído el voto imperialista y el presidente Mckinley había favorecido la anexión de Hawai, de Samoa y, tras provocar una guerra contra España, de sus colonias de Puerto Rico y las Filipinas. Cuba permanecía ocupada, pero sólo de modo temporal, porque los antiimperialistas habían logrado que el Congreso reconociera su independencia previamente a la declaración de guerra a España. Ése fue el último éxito político de los antiimperialistas.

El caso era que los Estados Unidos tenían sobradas razones para no ser considerados una potencia "de segunda", pero sus méritos no eran muy apreciados en la época: en su más de un siglo de existencia, habían demostrado que la democracia a gran escala era viable. Su constitución había permanecido inalterada desde su aprobación, salvo cinco enmiendas, todas las cuales podían considerarse de interés para la nación, algunas de carácter técnico y otras relativas a garantizar los derechos de los negros. Jamás un presidente trató de ajustar la constitución del país a sus propios intereses, jamás un presidente trató de perpetuarse en el poder (ni se presentó a un tercer mandato, pese a que ninguna ley lo prohibía), jamás nadie trató de hacerse con el poder por la fuerza de las armas, ni se habían dado casos de fraudes masivos para alterar los resultados electorales (salvo casos aislados tras la guerra civil para evitar el voto de los negros), y todas las disensiones políticas a escala nacional se habían resuelto siempre en el marco de la legalidad y de los tribunales de justicia salvo una: la abolición de la esclavitud. Fue la única causa que había llevado a los Estados Unidos a una guerra civil, una causa que implicaba realmente a los intereses y opiniones de toda la población, y no a los de unos pocos demagogos deseosos de hacerse con el poder. Y, aun en plena guerra civil, la democracia estadounidense siguió funcionando en ambos bandos. Es cierto que Lincoln quitó poder al Congreso para evitar que éste aprobara la rendición, pero convocó elecciones en la fecha prevista para someter su gestión al juicio popular. Y, mientras en otros países el bando derrotado en una guerra civil espera la oportunidad de tomarse la revancha, al terminar el siglo XIX la herida de la guerra estaba prácticamente cicatrizada y todos los estadounidenses eran leales a su nación y a su sistema legal.

El único punto negativo en cuanto a la política estadounidense era el racismo que privaba a los negros de sus derechos civiles. El gobierno federal había dictado leyes para impedirlo, incluso se habían aprobado enmiendas a la constitución a tal efecto, pero en los Estados sureños seguía existiendo la convicción de que la democracia no estaba hecha para los negros. En ese momento la mayoría de los negros sabía leer y escribir correctamente, pero misteriosamente seguían suspendiendo las pruebas de alfabetización que se requerían en algunos Estados para ejercer el voto. El artificio legal más reciente ideado por el partido demócrata era aprovechar un vacío legal al respecto para establecer unas "primarias blancas" en las que sólo los blancos podían votar, para luego celebrar unas elecciones generales en las que los negros que superaban otros obstáculos podían votar, pero sólo a los candidatos preseleccionados por los blancos. Las técnicas de los Estados sureños para privar a los negros del derecho de voto se pusieron en cuestión en el Congreso, donde se llevó una propuesta de descontar escaños a los Estados en proporción del porcentaje de población a la que no se permitía votar, y en los últimos años la Cámara de Representantes había invalidado en unas 30 ocasiones los resultados electorales de ciertos distritos en los que hubo constancia de que los negros habían sido excluidos del voto por fraude, violencia o intimidación. Sin embargo, cada vez se puso menos energía en defender la aplicación de la decimoquinta enmienda. Para la mayoría de los estadounidenses la unidad nacional tenía más peso que los derechos de los negros, así que los tribunales empezaron a hacer caso omiso de las reclamaciones por las leyes que ponían trabas al voto de los negros.

Cabe decir, no obstante, que el racismo estadounidense hacia los negros no era peor que el que se daba, por ejemplo, en los países sudamericanos contra los indios o los mestizos, o en Francia, Alemania o Rusia contra los judíos. En Europa no era extraño que se exhibieran "zoos humanos" con "negros salvajes" de África, o indios mapuches de Sudamérica presentados en jaulas como animales. Por el contrario, mientras en muchos países sudamericanos los indios o mestizos permanecían estancados en un proceso de marginación social y cultural, los Estados Unidos estaban dando medios para que los negros prosperaran lentamente. Al terminar la guerra civil, la mayoría eran analfabetos, mientras que ahora casi todos estaban alfabetizados y tenían fácil acceso a escuelas donde podían aprender un oficio. Los movimientos en defensa de los derechos de los negros habían optado por un proceso gradual, lo menos conflictivo posible, para eliminar las diferencias sociales, y se estaban dando los primeros pasos. No sería lo más justo, pero tal vez era lo más viable y lo más inteligente a largo plazo. Por otro lado, en los Estados del Norte no era frecuente, pero tampoco extraño, que un negro pudiera terminar siendo periodista, escritor, profesor universitario, etc.

Desde un punto de vista económico, los Estados Unidos estaban sufriendo, como el resto de países desarrollados, todos los inconvenientes sociales que provocaba el capitalismo descontrolado, un fenómeno sobre el que todavía no existía la conciencia social necesaria para ponerle las cotas debidas, pero el balance global lo marca el hecho de que el país no dejaba de recibir avalanchas de inmigrantes de los países más diversos y de todas las categorías sociales, y la mayor parte de ellos terminaba asimilando la cultura estadounidense e integrándose en la comunidad. La población del país era de casi 76 millones de habitantes, de los cuales más de 10 millones eran inmigrantes, y casi 4 millones habían llegado en la última década. Esto había llevado a la creación de partidos nacionalistas minoritarios que se oponían a que se permitiera la inmigración indiscriminada y, aunque en general no habían tenido mucha aceptación, sí que habían logrado algunos parciales con leyes que limitaban la inmigración china, pues los chinos se convertían en la mano de obra más barata posible, y esto perjudicaba a mucha gente.

Y desde un punto de vista cultural, los Estados Unidos habían avanzado con paso firme desde su fundación. El sistema educativo estadounidense había ido progresando hasta ponerse a la altura del de cualquier país europeo y, si bien durante el siglo XIX no había dado muchos científicos de primera fila en comparación con Francia, Gran Bretaña o Alemania, la situación estaba cambiando. Basta pensar que el experimento de Michelson-Morley, que contenía el germen de una revolución de la física teórica, había sido realizado por estadounidenses. (En realidad Michelson había nacido en Alemania, pero había llegado a los Estados Unidos con dos años de edad.)

El éxito en todos los niveles de los Estados Unidos contrasta espectacularmente con el fracaso de los países latinoamericanos. Ganaron su independencia medio siglo más tarde, y tenían muy claro el modelo a seguir, y en cierto modo trataron de seguirlo, pero fracasaron en un aspecto tras otro: para empezar, los Estados Unidos estaban unidos antes incluso de que su independencia fuera reconocida, y libraron conjuntamente su guerra de independencia. Los Estados latinoamericanos no sólo no lograron unirse ni antes ni después de su independencia, sino que las unidades locales que acabaron formándose no dejaron ni de guerrear entre sí ni de caer en continuas guerras civiles. Todo lo que en los Estados Unidos sería inimaginable en los países latinoamericanos era el pan de cada día: constituciones que se adaptan constantemente al interés de unos pocos, elecciones fraudulentas, perdedores en las elecciones que, pese a ello, obtienen el poder por la fuerza, dictadores vitoreados por el pueblo, y en la base de todo ello estaba, indudablemente, una población genuinamente idiota que estaba dispuesta a luchar y dejarse matar por el beneficio de una oligarquía que adornaba sus discursos con grandes palabras como "patria", "constitución", "libertad", sin caer en la cuenta de que esas palabras sólo son grandes cuando se les da un gran contenido, no cuando se las infla en discursos e himnos pomposos.

Al contrario que los Estados Unidos, los países latinoamericanos no hicieron ningún esfuerzo por asimilar la ciencia, la tecnología y la industria europeas, y se contentaron con exportar materias primas. El resultado fue que las potencias europeas terminaron dirigiendo a través de su diplomacia la política nacional, y recientemente los Estados Unidos se estaban incorporando a este papel manipulador. Si los países latinoamericanos hubieran sabido formar una federación similar a la estadounidense, habrían sido un país fuerte capaz de imponer condiciones de mercado favorables, pero su constante competencia mutua les dejaba en la situación más desventajosa, pues si uno pide más, siempre hay otro país dispuesto a pedir menos con el que resulta imposible competir. Además, la deplorable inestabilidad política no dejaba más opción a las potencias extranjeras que apoyar al gobierno de turno, aunque fuera el de un dictador deleznable, frente a cualquier intento de insurrección desestabilizadora. ¿Qué se gana apoyando a unos revolucionarios si lo más probable es que si ganan la revolución formarán un nuevo gobierno dictatorial no menos deleznable que el que pretendían derrocar? En realidad, la inestabilidad política sólo conduce a un mayor servilismo, pues si el gobierno no cede a las exigencias de las potencias extranjeras, éstas lo tienen fácil para fomentar una revolución que derroque al gobierno desfavorable y ponga en su lugar a otro más "colaborador". Muchos intelectuales latinoamericanos han tratado de buscar explicaciones o justificaciones que puedan presentar a sus países como víctimas inocentes de la codicia y la rapiña de las grandes potencias, sin estar dispuestos a reconocer la obviedad de que el subdesarrollo y el servilismo de sus países tiene su origen en la propia ineptitud de sus ciudadanos que no fueron capaces de formar una federación fuerte como la estadounidense, ni de aunar sus intereses, ni de mantener gobiernos democráticos estables que no estuvieran en todo momento en peligro de ser derrocados si sus enemigos conseguían los apoyos adecuados.

Un ejemplo típico lo tenemos en México: tras ponerse a la cabeza de quienes ponían el grito en el cielo porque Benito Juárez pretendía hacerse reelegir para un segundo mandato, Porfirio Díaz desencadenó una guerra civil, la ganó y desde entonces se había hecho reelegir una vez tras otra desde 1877 (con un breve intermedio entre 1889 y 1884) hasta el momento. Reprimiendo a la oposición, controlando la prensa, etc., Díaz había logrado una estabilidad política que había hecho al país idóneo para las inversiones extranjeras, cuyo importe se estaba incrementando.

Centroamérica había realizado varios intentos frustrados de federarse. En Guatemala mandaba el dictador Manuel Estrada, que en cierta ocasión había dicho a un juez: "No hay poder judicial, aquí yo soy el poder". Estaba apoyado por la estadounidense United Fruit Company, que era la mayor fuente de ingresos del gobierno. En El Salvador gobernaba Tomás Regalado, representante de los grandes terratenientes cafetaleros, que se pasaban la presidencia de unos a otros. En Honduras gobernaba Terencio Sierra, elegido para el cargo por el dictador Policarpo Bonilla, que a su vez había llegado al poder mediante una rebelión apoyada desde Nicaragua por el dictador José Santos Zelaya, que había llegado al poder a su vez mediante otra rebelión y llevaba ya siete años al frente del país (y los que le quedaban). En Costa Rica gobernaba Rafael Yglesias, que se había reformado la constitución para poder ser reelegido y había impedido que a las últimas elecciones se presentara ningún otro candidato.

Más al sur la miseria política era similar: Colombia estaba inmersa en la típica guerra civil, en Venezuela no había guerra civil porque la última la habían terminado el año anterior y todavía era pronto para empezar otra (la próxima estallaría el año siguiente), en Ecuador, Eloy Alfaro había dado un golpe de Estado, se había declarado dictador y luego se había hecho una constitución a medida para poder titularse "presidente constitucional". En Perú acababa de ascender al poder Eduardo López de Romaña, sucediendo a Nicolás de Piérola, uno de los políticos más veteranos del país, con el típico historial de revolucionario, dictador, exiliado, etc. En principio, López de Romaña había ganado unas elecciones, y eso hacía muy cuestionable la legitimidad de su presidencia, por lo que los seguidores del ex presidente Andrés Avelino Cáceres protagonizarían varios alzamientos contra su gobierno. Bolivia había tenido su última guerra civil hacía dos años, de la que había salido el gobierno de José Manuel Pando, y ahora estaba enfrentada a una guerra secesionista en la región de Acre. La historia de Paraguay es la más patética de todas. Desde su independencia se había mantenido bajo la férula de dictadores megalómanos, el colmo de los cuales había sido Fancisco Solano López, un aprendiz de Napoleón que condujo al país al exterminio al declarar la guerra simultáneamente a todos sus vecinos por una cuestión de amor propio. Lo patético es que los paraguayos de su época prefirieron morir por él en lugar de pegarle un tiro, y muchos de los paraguayos de hoy en día le siguen considerando un héroe nacional (es un recurso psicológico muy frecuente por el que las masas eluden reconocer su propia estupidez). Desde la caída del dictador el país había ido recuperándose lentamente en el típico clima de inestabilidad política. En Uruguay mandaba el dictador Juan Lindolfo Cuestas. Había accedido al poder provisionalmente por el asesinato de su predecesor, pero aprovechó para organizar una férrea dictadura que después disfrazó de la frívola "constitucionalidad" al uso. Argentina, después de un largo periodo de sangrientas guerras civiles, había aprendido a amañar las elecciones sin violencia, de modo que Julio Argentino Roca gobernaba gracias a las oportunas intrigas, más que a los votos recibidos. Chile había disfrutado de los gobiernos más estables del continente, pues durante muchos años la oligarquía conservadora mantuvo el poder en sus manos y en su momento lo cedió sin traumas a la oligarquía liberal. No obstante, no se libró de la obligatoria guerra civil, que había terminado hacía nueve años. Desde entonces el parlamento había adquirido una gran fuerza sobre los gobiernos, que caían con frecuencia. El de turno estaba presidido por Federico Errázuriz. La clase dominante la formaban los grandes terratenientes y la burguesía minera y bancaria.

La trayectoria de Brasil había sido algo distinta a causa de su régimen monárquico. Durante la minoría de edad de Pedro II el país había sufrido las típicas revueltas, pero desde que éste había asumido el poder la situación política se había estabilizado y el país había prosperado (eso sí, sin vestigios de democracia: de un total de diez millones de habitantes, menos de 150.000 tenían derecho a voto). Cuando fue derrocado para formarse los Estados Unidos del Brasil no se debió a un movimiento popular equiparable a las revoluciones estadounidense o francesa, sino a una reacción de la oligarquía dominante como respuesta entre otras cosas a la abolición de la esclavitud y otras medidas liberales que el emperador había apoyado sin reservas. El derecho a voto no fue extendido sustancialmente, con lo que el carácter oligárquico del gobierno no cambió. De hecho, los presidentes gobernaron de forma más bien dictatorial. El actual presidente, Prudente de Morais, tras haber escapado de un atentado, aprovechó la situación para desarticular la oposición.

Por último, sólo queda mencionar a dos de los países más esperpénticos: la República Dominicana y Haití. Los gobernantes del primero no fueron simples oligarcas sedientos de poder, que era lo típico, sino que además se dedicaron sistemáticamente a arruinar y expoliar al Estado. El colmo llegó con la dictadura de Ulises Heureaux, que había dejado al país en completa bancarrota. Ahora, tras su derrocamiento, sus sucesores, el presidente Juan Isidro Jiménez (el plantador de tabaco más rico del país) y el vicepresidente Horacio Vásquez, estaban empezando a enemistarse porque los partidarios de uno y del otro rivalizaban por conseguir el mayor botín a expensas del Estado. En cuanto a Haití, su historia reciente (y futura) era la de una sucesión de gobiernos débiles, rebeliones, luchas internas entre militares, problemas para pagar la deuda exterior, ... El presidente del momento, Tirésias Simon Sam, era muy impopular porque había tenido que humillarse ante Alemania por un incidente con un haitiano de ascendencia alemana.

En realidad sí que hay una excusa que pueden poner los latinoamericanos para exculparse de su fracaso político y económico frente al éxito de sus vecinos del Norte, y es que los Estados Unidos se formaron a partir de colonias inglesas, mientras que los países latinoamericanos se formaron (mayoritariamente) a partir de colonias españolas y, desde la Edad Media hasta nuestros días, no ha habido pueblo políticamente más estúpido que el español, y la estupidez política es hereditaria. En efecto, sin remontarnos hasta la Edad Media, que queda fuera del alcance de esta página, los españoles habían hecho el ridículo ante la historia luchando y derramando su sangre por entregar la corona a Fernando VII, que fue el rey más inmoral, incompetente y egoísta que pueda concebirse. Durante su reinado, los liberales lucharon para imponer la constitución que el rey había abolido, pero durante los tres años que lograron mantenerse en el poder no hicieron sino procurar que los inveterados abusos de poder pasaran a beneficiarlos a ellos en lugar de a sus adversarios. Tras la muerte del rey, los españoles volvieron a derramar estúpidamente su sangre por si reinaba Isabel II, la hija menor de edad de Fernando VII, o su hermano Carlos V, un necio beato que debía de creer sinceramente que Dios quería que él ciñera la corona. Hasta tres guerras carlistas se habían sucedido sin éxito a lo largo del siglo que ahora terminaba, tres guerras civiles sustentadas principalmente en la subyugación que la Iglesia Católica más reaccionaria ejercía sobre los aldeanos más duros de mollera del norte del país, los de Cataluña y especialmente los del País Vasco. En estas regiones, cuando ya se hizo difícil sostener que luchar y morir por el carlismo no había sido una estupidez, los mecanismos psicológicos de que disponen los seres humanos para no reconocer que uno es idiota sustituyeron el carlismo por un nacionalismo independentista radical, si bien en los últimos años se había ido suavizando.

Sabino Arana había fundado el año anterior El Correo Vasco, un periódico de corte más moderado, y el Partido Nacionalista Vasco se había presentado a las elecciones municipales, en las que había obtenido algunos representantes en varios municipios, e incluso un alcalde, pero el gobierno central decidió anular los resultados porque los nacionalistas "expresan con desatinada insistencia propósitos de romper el vínculo nacional, que constituye una perturbación del orden moral". Todos los centros políticos nacionalistas fueron clausurados, aunque poco después volvieron a estar autorizados.

En cuanto a Cataluña, en las últimas décadas se había desarrollado también un nacionalismo catalán que había tenido un cierto éxito en el terreno cultural, revitalizando el uso literario del catalán, pero cuyas aspiraciones políticas habían fracasado al no haber conseguido el apoyo de la burguesía. Sin embargo, la situación estaba cambiando desde que España había perdido sus colonias, receptoras de una gran parte de los excedentes de las manufacturas catalanas. El cambio perjudicó gravemente a la burguesía catalana y a partir de ese momento empezó a ser más receptiva hacia las reclamaciones políticas que los nacionalistas hacían al gobierno español. Hacía nueve años que diversas asociaciones y sindicatos catalanistas se habían agrupado en una Unión Catalanista, y el año anterior una parte de sus miembros había fundado un Centro Nacional Catalán, contrario a la falta de actividad política de la Unión, y que se hizo eco de un manifiesto redactado siete años atrás, conocido como las Bases de Manresa, que propugnaba un modelo federal para el Estado español, en el que Cataluña tendría su propio parlamento y su propio sistema judicial, con el catalán como única lengua oficial en el territorio.

Finalmente, la política española había llegado a un sistema relativamente estable con un pacto entre liberales y conservadores que convertía a las elecciones en una farsa amañada para que los dos partidos mayoritarios se alternaran regularmente en el poder sin dar ninguna oportunidad real a otros partidos, especialmente a los republicanos, los socialistas o los nacionalistas. Es interesante cómo describe la situación un contemporáneo, el escritor Benito Pérez Galdós:

Los dos partidos que se han concordado para turnar pacíficamente en el poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...

Por lo demás, en todo este tiempo, España había mostrado el más absoluto desprecio por los avances científicos y tecnológicos que se estaban produciendo en el resto de Europa, no desprecio hacia los productos mismos, pues naturalmente a España habían llegado el ferrocarril, el telégrafo, la electricidad, los avances médicos, etc., sino hacia la investigación que los hacía posibles. La casualidad había querido que España diera a luz un único científico de renombre internacional: el neurólogo Santiago Ramón y Cajal, que había sido nombrado doctor honoris causa por la universidad de Cambridge, y que estaba publicando por entregas su obra cumbre: Histología del sistema nervioso del hombre y los vertebrados. Por lo demás, algunos intelectuales estaban llevando a cabo tímidos intentos de producir textos científicos que difundieran los conocimientos que en Europa estaban a la orden del día. Por ejemplo, el político y escritor José de Echegaray, era también autor de una serie de tratados sobre matemáticas y física (Cálculo de variaciones, Teorías modernas de la física, Memoria sobre la teoría de los determinantes, Tratado elemental de termodinámica, Resolución de ecuaciones y teoría de Galois, entre otros), muchos de los cuales trataban temas totalmente desconocidos en España. El miedo de que se introdujeran en España las ideas políticas liberales que estaban floreciendo en Europa había prevenido a las autoridades de permitir que se introdujeran también las novedades científicas algunas de las cuales eran de "moralidad más que dudosa", como la teoría de la evolución.

En cambio, si no científicos, lo que sí que abundaba en España eran literatos. Estaba surgiendo una generación de autores conocida como generación del 98, por su implicación en la crisis que sufrió el país con la pérdida de sus colonias. Con sólo 36 años, acababa de ser nombrado rector de la universidad de Salamanca Miguel de Unamuno, autor de varios cuentos y relatos cortos, además de una novela titulada Paz en la guerra, ambientada en la tercera guerra carlista. También destacaba un periodista de 27 años llamado José Martínez Ruiz, autor de diversos ensayos, en algunos de los cuales se confiesa anarquista. A ambos, al igual que a Galdós, les llamó la atención un libro de cuentos que se publicó ese mismo año, titulado Vidas sombrías, el primer libro que publicaba un médico de 28 años llamado Pío Baroja. Tanto Baroja como Unamuno eran vascos, pero ambos repudiaban el nacionalismo vasco. Juan Valera formó parte del jurado de un concurso de cuentos patrocinado por el diario El liberal y, aunque no resultó premiado tal vez por ser excesivamente innovador, destacó el relato titulado Satanás, cuyo autor era un personaje pintoresco, de 34 años, llamado Ramón María del Valle-Inclán. El año anterior había perdido un brazo a causa de una herida recibida durante una pelea que terminó gangrenándose. Unos amigos organizaron un festival para comprarle un brazo ortopédico que incluyó la representación de una obra suya Cenizas: Drama en tres actos. Un año antes Valle-Inclán había participado como actor en la representación de La comida de las fieras, obra de un dramaturgo de 34 años no muy conocido, que acababa de fundar en Madrid el Teatro Artístico, dedicado a representar obras en función exclusivamente de su calidad artística y no de su popularidad (es decir, obras que interesaban a cuatro gatos). Se llamaba Jacinto Benavente. Un joven poeta de diecinueve años recién llegado a Madrid logró publicar dos libros de poemas: Ninfeas y Almas de violeta. Se llamaba Juan Ramón Jiménez.

La historia de Portugal durante el último siglo había sido bastante parecida a la de España: pugnas entre absolutistas y liberales asociadas a conflictos en la sucesión al trono y que condujeron a la secesión de Brasil, y el resultado final fue similar al español: el Partido Regenerador (conservador) y el Partido Histórico (progresista) habían llegado a un acuerdo de alternancia en el poder a la que debían adaptarse los resultados electorales en virtud del control que el caciquismo podía ejercer sobre la población rural. Bajo el reinado de Carlos I, el excesivo gasto público había llevado al Estado a la bancarrota hacía ocho años y andaba en camino de repetir la jugada.

El resto de Europa había experimentado grandes cambios desde que Napoleón la sacudiera a principios de siglo. Los más notables a la vista del mapa habían sido la unificación política de Alemania e Italia y la independencia de Grecia y los Estados de los Balcanes, que se habían desvinculado por completo del decadente Imperio Otomano. El consenso entre las grandes potencias europeas tras la derrota de Napoleón se conservaba con ciertas fricciones. Bismark había logrado la cohesión necesaria para fundar el Segundo Reich alemán a costa de declarar una guerra contra Francia, invadirla y arrebatarle Alsacia y Lorena, y la extrema derecha francesa no lo olvidaba. Paul Déroulède, el militar encarcelado por conspirar reiteradamente contra la república, se oponía a que Francia perdiera el tiempo en la aventura colonial cuando su prioridad debía ser encontrar la ocasión de declarar la guerra a Alemania y recuperar Alsacia y Lorena. A este respecto había declarado: He perdido dos hermanas y me ofrecéis veinte criadas. Y Bismark, por su parte, nunca había dudado de que llegaría el día en que Francia y Alemania volverían a estar en guerra, y que Alemania debía prepararse para la ocasión. Por ello había creado una alianza con el Imperio Austro-Húngaro e Italia, mientras que Francia había estrechado sus lazos diplomáticos con Rusia mediante una alianza Franco-Rusa que ahora se hacía extensiva frente a una posible guerra contra Gran Bretaña. En efecto, Gran Bretaña era la potencia europea peor vista en Rusia, pues era la que más había hecho para evitar que Rusia destruyera al Imperio Otomano y lograra una salida al Mediterráneo.

En el terreno político Francia la evolución más notable se había dado en Francia, que al tercer intento había logrado demostrar que un régimen republicano era viable en una potencia Europea (a pequeña escala, ya se practicaba en la Confederación Helvética). Esto no era nada trivial, pues el primer intento, realizado el siglo anterior, había desembocado en un régimen de terror seguido de una nueva monarquía (la de Napoleón I), y en el segundo las urnas habían dado su beneplácito a que Napoleón III restaurara el imperio de su tío. En España, el único intento de instaurar una república había sumido al país en una desastrosa anarquía. En cambio, la Tercera República Francesa funcionaba competentemente, no tan fluidamente como la Unión Federal estadounidense, pero estaba ya consolidada y demostraba que, en un país suficientemente maduro, la monarquía resultaba superflua. En el extremo opuesto estaba Gran Bretaña, que había demostrado que, en un país suficientemente maduro, la monarquía podía ser provechosa para encauzar un sistema parlamentario auténtico, y no de opereta, como los de España, Portugal o las repúblicas latinoamericanas. La reina Victoria I tenía ya 80 años y llevaba 63 en el trono, seguida de cerca por el emperador Francisco José I de Austria-Hungría, que a sus 70 años llevaba 58 en el trono. Al contrario que Victoria I, el emperador austriaco nunca había visto con buenos ojos el sistema parlamentario, pero había tenido que renunciar al absolutismo y realizar numerosas concesiones liberales debido a la presión del enjambre de culturas y nacionalidades que abarcaba su Imperio, cada cual celosa de los privilegios que pudiera conseguir cualquier otra. La concesión más ostensible había sido la conversión del Imperio Austríaco en la monarquía dual del Imperio Austro-Húngaro. El Kaiser Guillermo II de Alemania había logrado mantener una mejor posición de fuerza frente al parlamentarismo, sobre todo gracias a la mano de hierro de Bismark. Pero el gran baluarte del absolutismo en Europa era Rusia, donde el zar Nicolás II no estaba dispuesto a tolerar el menor menoscabo de su autoridad divina. El efecto era que Rusia se estaba convirtiendo en un polvorín, con casi todos los sectores sociales en contra del zar: desde los obreros y los agricultores hasta la burguesía capitalista que empezaba a florecer con la paulatina industrialización del país, pasando por los intelectuales e incluso un sector importante de la nobleza.

En Dinamarca, el rey Cristián IX hacía lo que podía para apoyar a los conservadores y evitar que la democracia se implantara en el país (aunque se había visto obligado a conceder una constitución a Islandia distinta de la propia constitución danesa). Suecia estaba inmersa en un proceso de modernización equiparable al de Japón, y las reformas habían dado alas al nacionalismo noruego, cuyo parlamento ponía cada vez más trabas al gobierno sueco. Bajo el rey Óscar II el país se había mantenido al margen de los distintos conflictos europeos, y ello le había permitido intervenir como mediador en diversas ocasiones. Ahora sorprendía a Europa al apoyar a los británicos en la guerra contra los bóers, cuando la postura mayoritaria en Europa era contraria a Gran Bretaña.

Por último, el Imperio Otomano era ya una sombra de su pasado. Dependía económicamente de las potencias europeas, por lo que éstas lo habían tenido fácil para desmembrarlo a su conveniencia: Gran Bretaña se había quedado con Egipto, Chipre y algunas islas que luego había donado a Grecia, por su parte Austria y Rusia habían apoyado la independencia de Servia, Rumanía y Bulgaria, para a su vez disputarse su influencia sobre los nuevos principados, y si no había sucumbido en las diez guerras que había sostenido frente a Rusia (las cuatro últimas en el siglo que ahora terminaba) había sido porque Europa (principalmente Gran Bretaña) no había querido consentirlo. El sultán Abdul Hamid II había creado un sistema de escuelas de enseñanza primaria y secundaria y ahora fundaba la universidad de Estambul. El país se estaba modernizando a marchas forzadas, principalmente con el apoyo alemán.

Si el liberalismo todavía estaba en pugna con el absolutismo en la mayor parte de Europa, apoyado mayoritariamente por la alta burguesía, la defensa de los intereses de las clases más bajas (el proletariado agrícola e industrial) había generado corrientes políticas que en general apuntaban en sentido opuesto al del liberalismo: el anarquismo preconizaba la desaparición de toda forma de gobierno centralizado, mientras que el comunismo propugnaba un Estado fuerte que regulara las actividades económicas para garantizar la equidad social. En ambos casos se trataba de tendencias encaminadas a abolir la organización social vigente hasta el momento, si bien había discrepancias significativas sobre los medios para alcanzar semejante fin: los más radicales (principalmente los anarquistas) apostaban por el terrorismo como medio para provocar una revolución social (propaganda por el hecho), otros sólo justificaban el asesinato político sobre autoridades a las que se les podía considerar culpables de oprimir a los más necesitados, los socialdemócratas confiaban en llegar al socialismo por medios democráticos, etc. Una de las características más destacadas de los movimientos sociales era su alto nivel de organización e internacionalización. La necesidad de organizar sindicatos para hacer fuerza común contra los intereses de los empresarios había llevado a la formación de organizaciones locales que, habiendo asimilado el principio de que la unión hace la fuerza, se habían ido reuniendo a niveles cada vez mayores hasta formar organizaciones supranacionales como la segunda Internacional Socialista. En la última década se había popularizado una canción titulada La Internacional, basada en un poema de Eugène Pottier al que había puesto música doce años atrás un obrero belga llamado Pierre Degeyter (al parecer, inspirado en el final una opereta de Offenbach, Les Bavards). Finalmente los socialistas franceses la habían convertido en himno de la sección francesa de la Internacional Socialista. Su primera estrofa y el estribillo son así:

Debout! les damnés de la terre!
Debout! les forçats de la faim!
La raison tonne en son cratère,
C’est l’éruption de la fin.
Du passé faisons table rase,
Foule esclave, debout! debout!
Le monde va changer de base:
Nous ne sommes rien, soyons tout!
¡Alzaos, condenados de la tierra!
¡Alzaos, los forzados por el hambre!
La razón truena en su cráter,
Es la erupción del final.
Hagamos tabla rasa del pasado,
Turba de esclavos, ¡alzaos, alzaos!
El mundo va a cambiar de base:
¡No somos nada, seámoslo todo!
C’est la lutte finale
Groupons-nous, et demain,
L’Internationale,
Sera le genre humain.
Es la lucha final
Agrupémonos, y mañana
La Internacional
será el género humano.

El socialismo en sus distintas variantes estaba ya muy arraigado en Europa y en los Estados Unidos (ese año unos 150.000 mineros del carbón se declararon en huelga en los Estados Unidos), y empezaba a hacer su aparición en Latinoamérica. Los movimientos obreros habían conseguido que se adoptaran leyes que protegieran a los trabajadores, de modo que su situación, siendo precaria, no era ya la del desamparo de los primeros años de la revolución industrial. Ese mismo año Francia aprobó una jornada laboral máxima de 11 horas diarias. En España, una ley limitó a 8 horas el trabajo infantil. En Alemania se aprobó una ley de subsidios públicos en caso de invalidez por accidente laboral. Como en Rusia era donde el socialismo tenía menos posibilidades de acción práctica, fueron los socialistas rusos quienes más lo desarrollaron desde el punto de vista teórico. Aparte de las distintas asociaciones rusas dedicadas a realizar tareas clandestinas de propaganda entre los agricultores y trabajadores industriales rusos para que organizaran huelgas y revueltas, con la esperanza de terminar provocando una revolución que acabara con el gobierno zarista, existían intelectuales rusos que estaban convirtiendo la obra de Karl Marx en una especie de dogma inamovible, insensible a cualquier posible variación de circunstancias. En esta línea destacaba en el exilio el Grupo para la Emancipación del Trabajo, que ese año organizó un congreso al que invitaron a sus simpatizantes, pero que se desarrollo con una gran tensión, ya que los fundadores, Georgi Plejánov, Vera Zasúlich, Pável Axelrod, acusaron a los jóvenes de "revisionistas", y se produjo una ruptura, tras la cual fundaron un nuevo periódico, Iskra (La Chispa), en cuyo equipo incluyeron a dos jóvenes "ortodoxos" encargados de servir de enlace con los activistas en sustitución de las bases perdidas. Éstos eran Vladímir Uliánov (que acababa de cumplir sus años de destierro en Siberia) y Yuli Mártov (que fue el encargado de introducir y difundir en Rusia la publicación).

El anarquismo era más "anárquico", pero entre sus teóricos estaba Piotr Kropotkin, que se oponía, no obstante, a los métodos terroristas. Ese año publicó Comunismo y anarquía. Exiliado en Gran Bretaña, donde denunció los abusos de los soldados británicos en la guerra Bóer, aun a riesgo de ser expulsado del país.

En el terreno artístico, en el siglo XIX había surgido el impresionismo, en sus inicios mal aceptado por la crítica, pero que finalmente había ganado prestigio, si bien muchos de sus creadores, o habían muerto, o habían evolucionado a otros estilos, como era el caso de Auguste Renoir. El estilo del Cézanne a sus 61 años se considera más bien postimpresionista, y se iba a convertir en uno de los autores más influyentes en la pintura del siglo XX. En el café Els cuatre gats, de Barcelona, presentó su primera exposición de dibujos un joven pintor de 19 años llamado Pablo Ruiz Picasso.

En cambio, las ideas que habían inspirado el impresionismo estaban empezando a dar fruto en el campo de la música. Ese año Claude Debussy estrenó en París sus dos primeros nocturnos, inspirados en la obra del pintor impresionista James McNeill Whistler. No tenía tanto éxito su amigo Erik Satie, que se ganaba la vida como pianista de cabaret.

Sin embargo, el estilo artístico que se estaba imponiendo era el llamado Art Nouveau, o modernismo, que pretendía romper tanto con la tradición academicista como con el impresionismo, buscando un arte popular, inspirado en la naturaleza, basado en lo cotidiano.

Pasando a hechos más frívolos, hacía 26 años que Erik Weisz había nacido en Budapest, pero a la edad de cuatro años había llegado a los Estados Unidos con sus cuatro hermanos y su madre embarazada, para reunirse con su padre. A los nueve años había debutado como trapecista en un circo, con el nombre de Erich, el príncipe del aire, luego se dedicó a la magia y adoptó el nombre artístico de Harry Houdini. Terminó especializándose en números de escapismo, y ahora empezaba a cosechar un gran éxito en una gira por Europa. Su primera actuación fue en Londres, donde en un teatro logró librarse de unas esposas reglamentarias de Scotland Yard. Causó tal impresión que fue contratado por seis meses. Luego llevó su espectáculo a otros países, en los que retaba a la policía local a retenerlo en sus cárceles con grilletes.

De entre las distintas asociaciones estadounidenses que presionaban para que se prohibieran las bebidas alcohólicas, se estaba imponiendo la Liga anti-Saloon, cuyo líder más destacado era el fiscal Wayne Wheeler, aunque nadie igualaba el desparpajo de Carrie Nation, de la Unión de mujeres cristianas por la templaza. Después de una campaña de devastación por los bares de Wichita (Kansas) su marido le había dicho bromeando que la próxima vez mejor llevaba un hacha consigo. Carrie le contestó: es lo más sensible que me has dicho desde que me casé contigo. Y un año después se divorciaron, pero Mrs. Nation adoptó la sugerencia y desde entonces se presentaba en los bares armada con un hacha, sola o acompañada de mujeres que cantaban himnos religiosos. Con frecuencia era encarcelada, y pagaba las fianzas vendiendo hachas como souvenirs. En muchos bares se podía leer el juego de palabras "All Nations Welcome But Carrie" (Todas las naciones son bienvenidas, menos Carrie).

El 1 de enero empezó el Magasin d'Education et de Récréation empezó a publicar por entregas Segunda patria, una nueva novela de Julio Verne. Emilio Salgari publicó ese año sus novelas Los horrores de Siberia y Aventuras entre los pieles rojas, ambientada en el Oeste americano.

Ese año se publicó también uno de los libros más vendidos de literatura infantil: El maravilloso mago de Oz, del periodista estadounidense Lyman Frank Baum. Previamente había escrito varias obras de teatro (la mayoría perdidas) y algunos libros de poemas, entre los que habían resultado muy exitosos Madre Pato en prosa y Padre Pato: su libro. Una característica novedosa de El mago de Oz era que estaba ambientado en los Estados Unidos, cuando todos los cuentos infantiles de la época se ambientaban en Europa.

Vicente Blasco Ibáñez era uno de los escritores españoles más leídos en Europa. Ese año publicó su novela Entre naranjos.

Joseph Conrad publicó su novela Lord Jim.

León Tolstói, a sus 72 años, publicó un ensayo titulado El patriotismo y el gobierno, que en pocas palabras viene a decir que el patriotismo es una estupidez de la que se aprovechan los gobiernos para manipular a sus ciudadanos. Parece trivial, pero sigue habiendo mucha gente en el mundo que todavía no se ha dado cuenta de ello.

Henryk Sienkiewicz publicó su novela Los caballeros teutónicos. Era el escritor más popular en Polonia, y uno de los más populares en Alemania, Francia, Rusia y en los países de habla inglesa. Sus novelas se traducían a numerosas lenguas. De entre ellas, Quo Vadis? se había traducido a 40 idiomas, y la edición inglesa había vendido un millón de ejemplares. Sin embargo, Sienkiewicz era ciudadano ruso, y Rusia no había suscrito los acuerdos que internacionales que le hubieran permitido cobrar derechos de autor por las traducciones.

El 14 de enero Puccini estrenó con gran éxito en Roma su ópera Tosca, una de las más representadas hoy en día.

El 19 de enero los británicos capturaron a Osman Digna, lo que marcó el fin definitivo de la resistencia sudanesa. Fue encarcelado durante ocho años.

Los liberales colombianos huidos a Ecuador tras su derrota en Flautas a finales del año anterior cruzaron de nuevo la frontera, pero el 23 de enero fueron totalmente derrotados en Cascajal por el ejército gubernamental.

En Sudáfrica, un ejército británico formado por unos 11000 soldados de infantería y unos 2.200 de caballería bajo el mando del general Charles Warren se propuso romper el asedio de los bóers a Ladysmith. Esa noche Warren se propuso tomar la Colina del Espía. Si la ocupaban y podían instalar ahí su artillería, podrían dominar el área circundante y abrirse paso hasta Ladysmith. Los bóers habían hecho algo inusual no contemplado en las técnicas de guerra británicas: en lugar de defender la colina desde la cima, habían instalado sus defensas en la ladera opuesta al frente británico, con lo que permanecían ocultas a su vista y no podían estimar su número y composición. Concretamente, contaban con unos 8.000 hombres bajo el mando de Louis Botha. Los británicos ascendieron por la colina durante la noche, envueltos en la niebla, y expulsaron sin dificultad a los pocos bóers que se encontraban de guardia en la cima, que fueron pillados por sorpresa. Inmediatamente cavaron trincheras para asegurar su posición y consideraron que la operación había sido un éxito, al menos hasta que amaneció y se disipó la niebla. Entonces vieron que habían ocupado la más baja de las cimas de la colina, y que los bóers ocupaban otras cimas cercanas más elevadas, desde las que podían dispararles fácilmente. A pesar de todo, la posición británica era buena, y los bóers comprendieron que no les bastaría la artillería, sino que tendrían que lanzar un asalto para desalojarlos. Tras una descarga de artillería, lanzaron un ataque frontal que fue sangrientamente rechazado por los británicos. Buena parte de los combatientes bóers (que eran civiles reclutados precipitadamente) empezó a desertar, pero, por otra parte, la artillería bóer había alcanzado a varios oficiales británicos, con lo que en el bando británico había una crisis por falta de mando. El mayor problema de los oficiales de ambos bandos era si podrían evitar que sus tropas se rindieran desmoralizadas. Entre los británicos asumió el mando el coronel Malby Crofton, que pidió refuerzos a Warren. Las comunicaciones entre la Colina del Espía y el centro de mando británico se llevaron a cabo en gran parte gracias a un joven periodista británico de 26 años llamado Winston Churchill, que había sido comisionado con el rango de teniente, y describió así lo que vio: "Los cadáveres están por todas partes. Muchas de las heridas eran horribles. Las astillas y los fragmentos de los proyectiles los habían rasgado y mutilado. Las poco profundas trincheras se inundaron de muertos y heridos."

En la asistencia a los heridos en la Colina del Espía corrió principalmente a cargo de un grupo de conductores de ambulancia indios organizado por Mohandas Gandhi, que quisó demostrar a los británicos lo infundado de su creencia de que los indios no servían para las actividades peligrosas o que requerían esfuerzo. Sus hombres tuvieron que transportar en camillas a los soldados a lo largo de varios kilómetros, pues el terreno escarpado no era apto para ambulancias. Él y otros 37 indios fueron condecorados por sus servicios.

El 24 de enero llegaron refuerzos británicos que ocuparon las posiciones desde las que estaba haciendo estragos la artillería bóer. Al anochecer los bóers se retiraron de la Colina del Espía, pero los británicos no advirtieron su movimiento y se retiraron también, a pesar de que, sin saberlo, tenían ganada la batalla. Al amanecer del 25 de enero los bóers se sorprendieron al ver a dos de los suyos agitando sus sombreros en la cima rodeados únicamente de muertos y moribundos. Los británicos habían perdido unos 3.000 hombres.

Ese día, tras un largo juicio en el que el Senado francés hizo de tribunal supremo, Paul Déroulède fue condenado a diez años de destierro por conspirar contra la república francesa. Se instaló en España.

El principal bastión de los liberales colombianos era el departamento de Santander. Allí el 2 de febrero derrotaron al ejército del gobierno en Gramalote, el cual se retiró a Terán. El general liberal, Benjamín Herrera, envió unos pocos hombres a Terán que se hicieron pasar por refuerzos gubernamentales y, cuando el general José María Domínguez salió a recibirlos, fue capturado. Poco después sus hombres capitularon y los liberales se hicieron con un gran número de suministros.

El 5 de febrero los británicos lanzaron un nuevo ataque contra los bóers que asediaban Ladysmith por un punto diferente. Se trataba de Vaal Krantz, una cadena de pequeñas colinas a pocos kilómetros de la Colina del Espía. El intento duró algo más de un día, pero fue rechazado, aunque esta vez con escasas bajas.

El objetivo principal de los británicos en Sudáfrica era liberar Kimberley. A primeros de año Lord Methuen había sido reemplazado por el mariscal Frederick Roberts, que había reunido unos 30.000 soldados de infantería, 7.500 de caballería y 3.600 de infantería montada, con los que, tras haber lanzado dos días antes un ataque de distracción en Magersfontein, el 13 de febrero lanzó un rápido ataque con la caballería dirigida por el mayor John French,  que le permitió rodear a los bóers que, ante el riesgo de quedar acorralados, huyeron precipitadamente.

El 14 de febrero los británicos lograron finalmente ocupar una posición ventajosa en Hussar Hill, desde la que poder abrirse paso hacia Ladysmith. Instalada la artillería, durante los días siguientes fueron avanzando paulatinamente.

El 15 de febrero el mayor French entró en Kimberley. El bloqueo estaba roto, pero tras un breve descanso, French recibió órdenes de cortar la retirada al ejército bóer que empezaba a replegarse bajo el mando del general Piet Cronje.

Carsten Borchgrevink estaba recorriendo la costa de la Barrera de Ross cuando el 16 de febrero encontró un punto que juzgó adecuado para un desembarco. Desde allí caminaron algunos kilómetros hacia el sur hasta alcanzar los 78°50' de latitud, que era la latitud más meridional alcanzada hasta el momento. Desde allí comenzó su viaje de regreso, en el transcurso del cual realizó unas mediciones magnéticas que mostraron que el Polo Sur magnético estaba un poco más al Noroeste de lo que se creía.

El 17 de febrero French cortó el paso a Cronje mientras trataba de cruzar el río Modder. Cronje, sin ser consciente de que se enfrentaba a unas fuerzas muy reducidas, decidió suspender el paso del río y parapetarse en sus posiciones en Paardeberg, lo que dio tiempo para que French recibiera refuerzos. El 18 de febrero llegaron dichos refuerzos bajo el mando de Herbert Kitchener y se libró un primer asalto que hizo que los británicos recordaran el día como el "domingo sangriento". Contaron 280 muertos y casi un millar de heridos, pero los bóers estaban atrapados y los refuerzos británicos seguían afluyendo.

El 25 de febrero los británicos y los bóers que se enfrentaban en Ladysmith pactaron un armisticio de seis horas para que ambas partes pudieran recoger los numerosos cadáveres que estaba generando el avance británico.

El 27 de febrero el general Cronje se rindió a los británicos en Paardeberg con sus 4.000 hombres. Mientras tanto, un ataque definitivo rompía definitivamente el asedio de Ladysmith. El 28 de febrero los británicos entraban en la ciudad.

El 1 de marzo se izó la bandera alemana en la que pasaba a ser desde entonces la Samoa Alemana, que comprendía la mitad del archipiélago de Samoa. La otra mitad se convirtió en una base naval estadounidense.

Un ejército etíope que había entrado en Somalia en apoyo de los británicos había "confiscado" el ganado a una tribu nómada que había encontrado a su paso y lo habían llevado a la ciudad de Jijiga. Los pastores pidieron ayuda a Mohammed Abdullah Hassan, "el mulá loco", que encontró así el medio de volver a la acción, y el 5 de marzo sus hombres atacaron Jijiga y recuperaron el ganado robado. Unos 230 etíopes murieron, con lo que los somalíes pasaron a estar en guerra también contra Etiopía. Sin embargo, Mohammed no distinguía entre británicos, etíopes o somalíes a la hora de crearse enemigos. Logro escapar de un complot organizado por varios jefes somalíes para acabar con su vida, y luego tomó como rehenes a los miembros de una embajada enviada por un clan para llegar a un acuerdo de paz. Pidió por ellos un rescate tan elevado que su tribu no pudo pagarlo y los ejecutó. Así, muchos somalíes se aliaron contra Mohammad.

Era año de elecciones presidenciales en los Estados Unidos, y el 6 de marzo hizo su aparición un nuevo partido político, el Partido Socialista, que presentó como candidato a Eugene V. Debs, que seis años atrás había sido el héroe de la huelga contra Pullman.

Ese día murió el ingeniero alemán Gottlieb Daimler.

Desde Paardeberg, Roberts se dirigió hacia Bloemfontein, la capital del Estado Libre de Orange, y el primer obstáculo era un destacamento bóer parapetado en Poplar Glove. El 7 de marzo los británicos atacaron y sus enemigos no tardaron en darse a la fuga. El 10 de marzo fueron nuevamente derrotados en Driefontein.

El conflicto entre Bolivia y Brasil por la independizada república de Acre fue resuelto por vía diplomática, así que Brasil envió una flota que remontó el río Acre y el 11 de marzo depuso al presidente Luis Gálvez, con lo que el territorio volvió a quedar bajo soberanía boliviana.

El 14 de marzo Bloemfontein fue tomada sin resistencia por los británicos.

El 16 de marzo el presidente Mckinley nombró una Segunda Comisión Filipina encabezada por William Howard Taft, a la que otorgó poderes legislativos, así como poderes ejecutivos limitados.

El 17 de marzo los bóers celebraron un consejo de guerra en Kroonstad y decidieron iniciar una guerra de guerrillas contra los británicos.

Creta había quedado bajo el control de Grecia (aunque teóricamente seguía siendo parte del Imperio Otomano) y ello facilitó las cosas a los muchos arqueólogos que estaban interesados en hacer excavaciones en la isla. En realidad no a todos, porque el británico Arthur Evans se las arregló para conseguir antes que nadie las licencias oportunas y no tardó en encontrar en Cnossos lo que llamó el Palacio de Minos, unas ruinas más antiguas que las encontradas por Schliemann en Troya.

El 27 de marzo se inició una nueva insurrección liberal en Colombia con el apoyo de tropas ecuatorianas. Los rebeldes trataron de tomar la ciudad de Ipiales, pero tras tres días de asedio tuvieron que retirarse.

Unos pocos bóers dirigidos por Cristiaan De Wet se propusieron retomar Bloemfontein, y el 31 de marzo derrotaron a una guarnición británica en Sanna's Post. El 3 de abril De Wet atacó por sorpresa a una columna británica y obtuvo una nueva victoria en Mostertshoek. Ese mismo día trató de ocupar la ciudad de Jammerbergdrift, para lo cual organizó un asedio con 2.000 hombres, con la esperanza de que la ciudad caería antes de que pudieran llegar refuerzos británicos.

El 4 de abril desembarcó en el departamento colombiano de Panamá un grupo de liberales colombianos procedentes de Nicaragua, donde habían estado exiliados hasta el momento y que habían sido convenientemente equipados por el presidente José Santos Zelaya. Allí derrotaron a una pequeña guarnición y se dirigieron hacia la Ciudad de Panamá.

Ese mismo día, en una estación ferroviaria de Bruselas, un anarquista belga de 15 años llamado Jean-Baptiste Sipido disparó dos tiros al príncipe de Gales través de la ventana de un vagón en el que se encontraba a punto de partir. Dijo haberlo hecho como protesta por la guerra contra los Bóers. Los disparos no alcanzaron al príncipe Eduardo, y Sipido fue rápidamente apresado. Sin embargo, el tribunal belga que lo juzgó lo absolvió a causa de su minoría de edad, para disgusto del gobierno británico, que censuró la sentencia.

La noche del 7 de abril un grupo de guerrilleros filipinos bajo el mando del general Nicolás Capistrano trató de atacar por sorpresa a la guarnición estadounidense en la ciudad de Cagayan de Misamis, pero entre ellos había varios miembros de una tribu indígena musulmana conocida como Moro en los que la idea de "ataque por sorpresa" no había acabado de cuajar, y cuando mataron a un centinela consideraron oportuno lanzar un grito de guerra que alertó a los soldados y estropeó todo el plan. Capistrano ordenó la retirada, pero el balance del ataque fue de 52 muertos, 9 heridos y 10 prisioneros.

El 12 de abril el presidente Mckinley aprobó una ley que establecía un gobierno civil para Puerto Rico compuesto de un gobernador y un gabinete de once miembros designado por el presidente, una cámara de representantes elegido democráticamente y un sistema judicial con un tribunal supremo.

El 14 de abril se inauguró una nueva exposición universal en París, con 83.000 expositores, de los cuales 45.000 eran extranjeros. Entre sus atracciones figuraban "la calle del futuro", un cinta transportadora con un recorrido circular de 3.5 kilómetros alrededor de la exposición y capaz de transportar a 8 km/h a unas 14.000 personas simultáneamente, una fuente iluminada con electricidad, un telescopio gigante, con una lente de 1.25 metros, un gran globo celeste, en el que se proyectaban imágenes sobre el sistema solar, un espectáculo de cine sonoro, en el que una proyección cinematográfica se sincronizaba con una grabación fonográfica, y un cineorama, en el que diez proyectores sincronizados mostraban en una pantalla cilíndrica las imágenes captadas por otras tantas cámaras en una ascensión en globo. Rudolf Diesel presentó la primera versión comercial del motor que hoy lleva su nombre. Camille Sanit-Saëns compusó para la ocasión (a sus 65 años) la cantata El fuego celeste, en el que ensalza la electricidad.

El pabellón dedicado a las esculturas de Auguste Rodin causó sensación. El artista recibió encargos para esculpir bustos de numerosas personalidades europeas y sus talleres no daban abasto.

Gustav Mahler viajó a París con la Filarmónica de Viena, pero sus conciertos tuvieron mala acogida y fue necesario pedir un crédito para pagar los billetes de tren de la orquesta.

Rubén Darío acudió a la exposición como corresponsal del diario bonaerense La Nación, pero se quedó a vivir en París durante unos años. Pablo Picasso acudió también a la exposición universal, donde presentó una obra hoy perdida, Últimos momentos, y también acabó quedándose un tiempo en la capital francesa.

La Torre Eiffel había visto disminuir drásticamente el interés del público durante los últimos años. Frente a los 32 millones de visitas el año de su inauguración, el año anterior había tenido menos de 150.000. Gustave Eiffel rebajó el precio de la entrada, y con la exposición se vendieron más de un millón de entradas, que no fueron muchas si se tiene en cuenta que el número de visitantes de la exposición de 1900 fue muy superior al de la exposición de 1889, cuando la torre fue inaugurada.

Ese año se celebró en París el II Congreso Internacional de Matemáticas. En él destacó la conferencia de David Hilbert, titulada Los problemas de las matemáticas, en la que presentó una lista con los 23 problemas más importantes a su juicio que tenía planteada la matemática para el siglo que estaba a punto de comenzar. El primero de todos era demostrar o refutar la hipótesis del continuo, el problema causante en parte de los problemas de salud mental de Georg Cantor. El segundo era dar una prueba "convincente" de que la aritmética es consistente, es decir, que de sus axiomas no pueden deducirse contradicciones. (Hilbert aspiraba a que llegara un día en que esto pudiera probarse para una teoría axiomática que abarcara toda la matemática, pero de momento lo planteaba para la aritmética.) El sexto era presentar toda la física de forma axiomática.

El 16 de abril los liberales colombianos tomaron la ciudad de Flautas, donde concentraron sus fuerzas, pero ese mismo día el ejército gubernamental atacó la ciudad y, aunque la mayoría de los rebeldes logró huir, quedaron desorganizados y desmoralizados.

Jack London había regresado del Klondike y poco a poco había logrado hacerse un hueco en el mundo de la literatura con la publicación de historias cortas. Ese año ganó 2.500 dólares con sus historias, una suma considerable en la época. El 17 de abril se casó con una antigua amiga llamada Bess Maddern. 

La expedición de Paul Joalland se había unido a otras dos, una procedente del Congo Francés y otra de Argelia, y las fuerzas conjuntas, bajo el mando del mayor Amédée-François Lamy se enfrentaron el 22 de abril al ejército de Rabah en la batalla de Kousséri. Los franceses obtuvieron una victoria decisiva en la que tanto Lamy como Rabah resultaron muertos. Esta batalla se considera el último paso de la expansión francesa en África. Desde ese momento, las batallas que se librarían no darían lugar a ulteriores extensiones territoriales, sino simplemente a la "pacificación" de los territorios conquistados.

El 25 de abril Cristiaan De Wet tuvo que abandonar el asedio a Jammerbergdrift ante la llegada inminente de un ejército británico.

El 30 de abril las islas Hawai fueron reconocidas como territorio estadounidense (en igualdad de condiciones con los restantes territorios continentales), lo que suponía en particular la elección de una legislatura presidida por un gobernador nombrado por el presidente de los Estados Unidos (cargo que, como se esperaba, recayó sobre Sanford Dole, el ex presidente de la república hawaiana). Además, Hawai tendría un delegado en el Congreso, puesto para el que fue elegido Robert William Wilcox, que hasta entonces había dirigido a los monárquicos detractores de la anexión a los Estados Unidos, y ahora formó un Partido Independiente Hawaiano. La vida de Wilcox en Washington no fue muy cómoda, el inglés no era su lengua nativa, y su color de piel le obligaba a usar los servicios públicos para negros (transportes, bares, etc.)

Desde Bloemfontein, el 3 de mayo el mariscal Roberts salió hacia Pretoria, la capital de la República Sudafricana, al frente de 25.000 hombres.

El 5 de mayo el general Otis fue sustituido por Arthur MacArthur, Jr. como gobernador militar de las Filipinas. Otis había iniciado la organización de un sistema de educación pública con la fundación de siete escuelas en Manila. Muchos soldados voluntarios se prestaban a organizar escuelas e impartir clases. A lo largo del año, el ejército llegó a organizar 39 escuelas a las que asistían diariamente casi 5.000 alumnos.

El 10 de mayo Roberts derrotó a Louis Botha y a Christiaan De Wet en la batalla de Sand River.

El 11 de mayo el ejército gubernamental colombiano se enfrentó en Palonegro al ejército rebelde liberal. Fue uno de los encuentros de mayor envergadura, en el que participaron unos 7.000 liberales contra unos 21.000 leales al gobierno. El enfrentamiento se prolongó durante más de una semana, y terminó con una rotunda derrota de los liberales, que perdieron miles de hombres. A partir de ese momento los liberales pasaron a adoptar técnicas de guerrilla.

El 14 de mayo se inauguraron en París los segundos juegos olímpicos, si bien técnicamente no eran sino parte de las actividades organizadas para la Exposición Universal. Participaron 997 atletas de 24 países, entre ellos 22 mujeres, principalmente en tenis y golf. También participó por primera vez un atleta negro, el franco-haitiano Constantin Henriquez de Zubiera, que participó en el equipo de Rugby y en el de Tiro de la cuerda (en el que dos equipos tiran cada uno de un extremo de una cuerda), que ya había sido deporte olímpico en la primera olimpiada y lo seguía siendo en la segunda. La asistencia de público fue escasa.

Entre los asistentes a la Exposición Universal estuvo el Sha de Persia Mozaffareddín, que estaba realizando un viaje por Europa que lo llevó a Rusia, Austria, Suiza, Alemania, Bélgica, Francia y Turquía. En París conoció el cinematógrafo y dio órdenes de adquirir el material necesario para implantarlo en Persia.

Mientras tanto 80 soldados estadounidenses atacaron un campamento en Agusan Hill donde estaban instalados unos 500 guerrilleros filipinos que huyeron dejando 38 muertos y bastante armamento.

El 18 de mayo fue levantado el asedio de Mafeking y, cuando se conocieron las mil tretas que Robert Baden-Powel había empleado en su defensa, se convirtió en un héroe nacional. Fue ascendido a mayor y se le encomendó de nuevo su misión original de organizar una policía sudafricana.

El gobierno colombiano decidió responder al apoyo que el presidente ecuatoriano Eloy Alfaro estaba dando a la insurrección liberal y el 22 de mayo un ejército colombiano acompañó a exiliados ecuatorianos con la misión de derrocar a Alfaro. Tras cruzar la frontera, atacaron el pueblo de Tulcán, pero fueron rechazados y tuvieron que regresar a Colombia.

El 29 de mayo, ante la proximidad británica, Paul Kruger tuvo que abandonar Pretoria.

El 30 de mayo los diplomáticos extranjeros, con el embajador británico a la cabeza, Claude Maxwell MacDonald, solicitaron permiso a la emperatriz Cixi para que soldados de sus naciones respectivas entraran en Pekín para proteger las embajadas ante posibles ataques de los boxers. La emperatriz dudó, pero finalmente aceptó. El 1 de junio más de 400 soldados de Gran Bretaña, Francia, Alemania, el imperio Austro-Húngaro, Rusia, los Estados Unidos, Japón e Italia entraron en Pekín y establecieron perímetros defensivos alrededor de sus embajadas. Esto irritó a los boxers, que, convencidos de que eran inmunes a las armas de fuego, se encaminaron hacia la capital china.

El 4 de junio los guerrilleros filipinos consiguieron en Makahambus Hill una de sus escasas victorias contra el ejército estadounidense. Atacaron a un grupo de 100 soldados y dejaron nueve muertos, nueve heridos y tomaron un prisionero.

El 5 de junio los boxers cortaron la línea ferroviaria que salía de Pekin.

Mientras tanto, los británicos tomaban Pretoria.

El 7 de junio el general De Wet atacó con 800 hombres un punto de la línea de comunicaciones británica en el Estado Libre de Orange, la estación de Roodewal. La guarnición británica ofreció resistencia, pero finalmente tuvo que rendirse.

Los liberales colombianos desembarcados en Panamá se habían tomado con mucha calma su avance sobre la capital del departamento, así que el gobierno tuvo tiempo de sobra para enviar refuerzos y fortificarla. El gobernador Carlos Albán envió tres batallones contra los insurrectos y el 8 de junio se produjo un enfrentamiento en Capira. Los liberales se vieron obligados a retroceder perseguidos por el ejército gubernamental, pero así terminaron llegando a un terreno áspero en el que los liberales pudieron contraatacar y finalmente fueron los gubernamentales quienes tuvieron que regresar precipitadamente a la Ciudad de Panamá.

El 10 de junio, a petición del embajador británico, una nueva fuerza conjunta de más de 2.000 hombres de las ocho potencias presentes en China salió de Tianjín rumbo a Pekín bajo el mando del británico Edward Hobart Seymour.

El 11 de junio Frederick Roberts, al frente de 14.000 hombres, derrotó en la batalla de Diamond Hill a los 4.000 bóers que dirigía Louis Botha.

Carsten Borchgrevink estaba de regreso en Gran Bretaña, donde fue acogido con cierta frialdad, a pesar de que había batido el record de latitud sur alcanzada, principalmente porque ya se estaba preparando otra expedición más ambiciosa.

Desde Palonegro, el ejército gubernamental colombiano se dirigió a la ciudad de Cúcuta, ocupada por los liberales. Éstos levantaron barricadas en las calles protegidas con alambradas, de modo que el centro de la ciudad se convirtió en una ciudadela improvisada. Un gran número de familias de liberales abandonó la ciudad en caravanas, mientras que a los partidarios del gobierno no se les concedió el salvoconducto necesario para marcharse. El 12 de junio llegaron las tropas gubernamentales e iniciaron un asedio.

Ese día se estrenó en Madrid La balada de la luz, una zarzuela de Amadeo Vives, y el éxito obtenido lo decidió a abandonar Barcelona y trasladarse a vivir en la capital.

Algunos soldados Chinos se unieron a los boxers. El 13 de junio unos soldados mataron a un diplomático japonés, mientras un boxer fue visto por primera vez en el barrio de las embajadas. La mayoría de las embajadas se encontraban en un mismo barrio, cerca de la ciudad prohibida, y tenían sus propias murallas defensivas. A unas pocas calles de distancia estaban las de Bélgica y España, mientras que la alemana, creada mucho más recientemente, se encontraba en el otro extremo de la ciudad. El embajador alemán, Clemens von Ketteler junto con unos soldados alemanes capturó a un joven boxer y, sin motivo conocido, lo hizo ejecutar. Como respuesta, esa noche miles de boxers irrumpieron en Pekín y destruyeron numerosas iglesias cristianas. Algunos misioneros británicos y estadounidenses se refugiaron en una misión metodista, donde unos marines estadounidenses tuvieron que repeler un ataque. Los soldados que custodiaban las embajadas británica y alemana dispararon y mataron a algunos boxers sobre los que, por motivos todavía no esclarecidos, no había funcionado la inmunidad a las armas. Esto puso en su contra a la población pequinesa, y el gobierno chino, que no se atrevía a enfrentarse abiertamente a las potencias extranjeras, se vio cada vez con menos posibilidad de maniobra.

El 14 de junio varios cientos de boxers armados con espadas, lanzas y algunos mosquetes antiquísimos (y con inmunidad a las armas de fuego) salieron al encuentro de los 2.000 hombres de Seymour. Tras dos ataques sucesivos, más de un centenar de boxers murieron —inexplicablemente— en el campo de batalla, frente a cinco soldados italianos.

El 15 de junio los boxers atacaron Tianjín, destruyeron iglesias y mataron a los cristianos chinos que encontraron. El 16 de junio intentaron atacar la guarnición de fuerzas aliadas que permanecía en la ciudad, principalmente rusas y británicas, pero, afortunadamente para éstas, un nuevo fallo de la inmunidad a las armas permitió rechazar el ataque causando muchas bajas entre los atacantes. Los soldados chinos permanecieron pasivos, aguardando órdenes de Pekín para saber si debían unirse a los boxers o proteger a los extranjeros.

Mientras tanto la emperatriz Cixi reunía a su corte y planteaba la disyuntiva entre usar a los boxers para expulsar a los extranjeros de la ciudad o buscar una salida diplomática al conflicto. Cuando un oficial sugirió que tal vez la magia de los boxers no fuera tan efectiva como ellos aseguraban, Cixi respondió: "Quizá no podamos confiar en su magia, pero ¿no podemos confiar en los corazones y las mentes del pueblo? Hoy China es muy débil. Sólo podemos apoyarnos en los corazones y las mentes del pueblo. Si los dejamos de lado y perdemos los corazones del pueblo, ¿de qué dispondremos para sostener el país?"  Todos coincidían en que el apoyo popular a los boxers era casi unánime, y que oponerse a ellos sería extremadamente impopular. Sin embargo, mientras los más radicales abogaban por el apoyo incondicional a los boxers, los moderados destacaban la superioridad militar de los extranjeros. Uno de los moderados, Xu Jingcheng, señaló que derogar los derechos extraterritoriales y asesinar diplomáticos extranjeros era algo sin precedentes ni en China ni en el extranjero. Xu y otros cinco oficiales instaron a la emperatriz a reprimir la rebelión boxer, ejecutar a sus líderes y a restablecer las relaciones diplomáticas con las potencias extranjeras. Como respuesta, Cixi los acusó de "realizar peticiones deliberadamente absurdas a la corte imperial" y de "crear pensamientos subversivos", tras lo cual los condenó a muerte.

En Cuba, bajo la supervisión estadounidense, se celebraron elecciones municipales para elegir alcaldes, tesoreros y jueces por un periodo de un año. Podían votar los cubanos mayores de 21 años con educación primaria que hubieran servido en el ejército libertador y que poseyeran un cierto patrimonio.

Para proteger a la guarnición de Tianjín, los rusos exigieron a China que cediera temporalmente, voluntariamente o por la fuerza, los fuertes de Dagu, que protegían la entrada al rio Hai, y fijaron como fecha límite el 17 de junio. Ese mismo día, antes de la hora en la que expiraba el plazo, los chinos abrieron fuego contra la flota aliada. Sin embargo, los marineros chinos, tras una débil resistencia abandonaron los barcos y se dieron a la fuga. El ataque continuó entre la flota aliada y los fuertes, pero estos terminaron rindiéndose. Los aliados contaron 172 bajas, mientras que las chinas son desconocidas, pero se dijo que de los fuertes salían ríos de sangre.

Si la incursión previa de Seymour ya podía considerarse una invasión de China, el ataque a los fuertes de Dagu era ya un ataque en toda regla, y el gobierno chino decidió definitivamente apoyar a los boxers. Ese mismo día el ejército chino empezó a bombardear las posiciones de los aliados en Tianjín. El 18 de junio unos 5.000 soldados chinos atacaron a Seymour, con la ayuda de los boxers. El ataque fue rechazado, pero Seymour concluyó que era imposible seguir avanzando y, con el acuerdo de sus oficiales, inició una retirada hacia Tainjín.

El 19 de junio la convención demócrata ratificó a Mckinley en Filadelfia como candidato a la reelección. El vicepresidente Hobart no pudo ser reelegido porque había fallecido el año anterior. El candidato propuesto fue Theodore Roosevelt. Fue elegido gracias a la insistencia del senador Thomas Collier Platt, la cabeza del partido republicano en Nueva York. Una sucesión de escándalos políticos le había obligado a buscar un candidato honesto para la alcaldía de Nueva York, y ése había sido Roosevelt, pero le había salido demasiado honesto, hasta el punto de que le resultaba molesto, y su honestidad le garantizaba que sería reelegido, a menos que se le sacara de Nueva York, y la candidatura a la vicepresidencia fue la forma más elegante que Platt encontró de lograrlo. Roosevelt era un héroe de la guerra de Cuba, donde había dirigido un cuerpo de caballería que acabó siendo conocido como "los duros jinetes de Roosevelt". Además era un imperialista convencido, por lo que fue bien acogido por los delegados republicanos.

Ese mismo día los diplomáticos extranjeros en Pekín recibieron un ultimátum para abandonar la ciudad bajo protección del ejército chino. Los diplomáticos consideraron que abandonar la ciudad y atravesar un país hostil sería suicida, así que rechazaron el ultimátum. El 20 de junio el embajador alemán, el barón von Ketteler, se propuso entrevistarse con el ministro chino de asuntos exteriores, pero su embajada fue asaltada por los boxers y el embajador fue asesinado de un disparo. La población extranjera que se encontraba en Pekín se concentró en el barrio de las delegaciones, al igual que los diplomáticos españoles y belgas, y ese mismo día se inició un asedio. Las potencias aliadas declararon la guerra a China. La prensa internacional informó de las atrocidades de los chinos contra los extranjeros, a menudo exageradamente, pero no dijo nada de los chinos cristianos, que fueron los que se llevaron la peor parte, pues sufrieron violaciones, torturas y asesinatos.

El 21 de junio 131 marines estadounidenses y 400 rusos trataron de romper el bloqueo de Tianjín siguiendo la vía férrea que iba de la costa a la ciudad, pero cuando se estaban acercando a ésta cayeron en una emboscada y tuvieron que retirarse.

El 23 de junio 5.000 soldados aliados se abrieron paso hasta Tianjín y rompieron el bloqueo, comunicando la ciudad con la costa, pero los chinos siguieron atacando la ciudad por tres partes.

El primer ministro italiano Luigi Pelloux había realizado una intensa labor política para frenar el avance del socialismo: prohibió las huelgas de funcionarios, dio al gobierno la facultad de prohibir concentraciones públicas y disolver organizaciones subversivas, recuperó las penas de destierro y arresto preventivo por ofensas políticas, convirtió en delito la incitación a la violencia (cargo aplicable especialmente a los periodistas), y todas estas medidas le supusieron un gran desgaste parlamentario hasta que finalmente se había visto obligado a disolver el parlamento y convocar elecciones. Según el sistema de cómputo de votos su partido consiguió la mayoría, pero la oposición había tenido más votos, así que el 24 de junio presentó su dimisión y fue sucedido por Giuseppe Saracco, el presidente del Senado.

El 26 de junio 2.000 hombres salieron de Tianjín y rescataron a la expedición de Seymour, que en su camino de regreso se había visto rodeada a poca distancia de la ciudad.

El 29 de junio se creó la Fundación Nobel, destinada a administrar la fortuna legada por Alfred Nobel y administrar los premios Nobel, que empezarían a otorgarse al año siguiente. Sus estatutos fueron promulgados por el rey Óscar II de Suecia.

Seis años atrás, el archiduque Francisco Fernando de Austria, el sobrino y heredero del emperador Francisco José I, había conocido en un baile a la condesa Sofía Chotek, se enamoró de ella y mantuvo una relación secreta durante un par de años. Cuando su familia empezó a pensar en su matrimonio, Francisco Fernando anunció que no se casaría con nadie que no fuera Sofía. El emperador se opuso tajantemente, pues su heredero sólo podía casarse con un miembro de una familia real europea y Sofía, aun siendo noble, no era de sangre real. Tras una serie de tensiones entre tío y sobrino, el año anterior Francisco José I había dado su brazo a torcer y autorizó el matrimonio a condición de que fuera morganático, de modo que sus descendientes no serán herederos al trono y Sofía no tendría ninguno de los privilegios de su esposo, ni podría aparecer junto a él en los actos oficiales ni subir a los carruajes reales ni asistir a los teatros en el palco real. La boda se celebró el 1 de julio en Reichstadt, en Bohemia. El emperador no asistió a la ceremonia, ni lo hizo ningún otro archiduque de Austria, ni siquiera los hermanos de Francisco Fernando.

Durante mucho tiempo, Rusia había dado un trato muy ventajoso a Finlandia, que había disfrutado de una amplia autonomía, pero eso había cambiado. El año anterior el zar Nicolás II había firmado un manifiesto que establecía que las leyes del Imperio prevalecían sobre las leyes de Finlandia. Ahora, el Gobernador General de Finlandia, el general Nikolai Bobrikov, decretaba que en la correspondencia oficial y en las escuelas sólo podía usarse el ruso y no el finlandés. El 2 de julio se estrenó en Helsinki el poema sinfónico Finlandia, de Jean Sibelius, una pieza con fuertes tintes nacionalistas en un momento en el que parte de la sociedad finlandesa empezaba a protestar por la censura rusa y por la falta de autonomía. A menudo la obra tuvo que ser presentada con otros títulos variados para evitar que las autoridades rusas la prohibieran, pues inmediatamente fue considerada subversiva.

Ese mismo día el conde Ferdinand Adolf August Heinrich von Zeppelin, a sus 62 años, presentó un globo dirigible de gran envergadura que había diseñado: estaba formado por una fila de 17 cámaras de hidrógeno recubiertas de tela encauchada y todas ellas estaban encerradas en una estructura cilíndrica cubierta por una tela de algodón. Tenía 128 metros de largo, 12 de ancho y contenía 11.3 millones de litros de hidrógeno. Se impulsaba por dos motores Daimler, cada uno de los cuales accionaba dos propulsores, y se controlaba por un timón en la proa y otro en la popa. La tripulación, el motor y los pasajeros iban en dos góndolas de aluminio suspendidas, una delante y otra detrás. En esa primera prueba el dirigible despegó del lago Constanza con cinco pasajeros, alcanzó una altura de 396 metros y recorrió 6 km en 17 minutos, pero se dañó al aterrizar. El conde no logró interesar al gobierno alemán en su proyecto, y la construcción del prototipo lo había arruinado, así que tuvo que suspender sus investigaciones para ponerse a buscar financiación.

Tras un mes de asedio, el 13 de julio las tropas gubernamentales colombianas se lanzaron sobre una de las barricadas de Cúcuta, pero fueron rechazados con gran número de bajas. Por la noche lograron incendiar otra trinchera, que fue tomada al día siguiente.

El 14 de julio los aliados lograron que los chinos se retiraran definitivamente de Tianjín y esperaron refuerzos para enviar a Pekín una misión de rescate.

Ese mismo día se reunió en Kansas la convención nacional demócrata, que eligió de nuevo a William Jennings Bryan como candidato a la presidencia. Para la vicepresidencia eligieron a Adlai Stevenson, que ya había sido vicepresidente en el segundo mandato de Cleveland.

El 15 de julio los rebeldes colombianos asediados en Cúcuta abandonaron la ciudad procurando no ser descubiertos en su fuga, pero la retaguardia fue perseguida y diezmada por los gubernamentales.

Un pintor británico llamado Francis Barraud había heredado de su hermano Mark un perro llamado Nipper, junto con algunos trastos, como un fonógrafo y unos cilindros con grabaciones de la voz de Mark. Francis se fijó en que al reproducir los cilindros el perro se acercaba al fonógrafo como pensando que "por ahí dentro" estaba su amo, y decidió pintar un cuadro con el perro escuchando el fonógrafo al que tituló La voz de su amo. Luego intentó vender el cuadro a varias compañías que fabricaban gramófonos, como idea publicitaria, pero ninguna quiso pagarle lo que pedía. Finalmente, logró venderla a Emile Berliner, cuyos gramófonos eran comercializados por tres compañías: la Berliner Gramophone Company (en Filadelfia) que fabricaba los gramófonos y los discos, la Seaman National Gramophone (en Nueva York), que los comercializaba, y la United States Gramophone Company (en Washington), que era de su propiedad, pero un pleito con la segunda hizo que se prohibiera a Berliner vender su propio invento en los Estados Unidos, y trasladó su empresa a Montreal, en Canadá. Allí había empezado a fabricar discos "sencillos" (es decir, grabados sólo por un lado) de siete pulgadas. Naturalmente, previamente a la adquisición de los derechos sobre el cuadro de Barrauud, éste se vio obligado a modificarlo para que, en lugar de un fonógrafo, apareciera un gramófono. El 16 de julio Berliner registró el logotipo de su compañía basado en el cuadro retocado de Barraud.

El río Amur marcaba la frontera entre la Manchuria china y Rusia. El ejército chino había bombardeado la ciudad rusa de Blagoveshchensk, en el lado ruso del Amur, y en represalia los rusos hicieron una carnicería con la población china que vivía en esa ciudad.

El 20 de julio los liberales colombianos que amenazaban la Ciudad de Panamá se enfrentaron al gobernador Carlos Albán en Corozal, y obtuvieron una nueva victoria. Al mismo tiempo se producía la última de las invasiones procedentes de Ecuador, que nuevamente fue derrotada. El gobierno inició una dura represión en la zona y muchos liberales marcharon (o regresaron) al exilio en Ecuador.

Ese mismo día unos 100.000 rusos cruzaron el Amur y tomaron Saghalien, y el 22 de julio Aigun.

El 24 de julio los liberales colombianos lanzaron un ataque contra la Ciudad de Panamá, pero las rivalidades entre sus generales hicieron que la descoordinación fuera completa, y el resultado fue un gran fracaso con un gran número de bajas. Por la noche se intentó un nuevo ataque con resultado similar. El 25 de julio los liberales tampoco pudieron vencer las defensas de la ciudad y, tras perder muchos más hombres, se retiraron a la selva.

Ese mismo día el gobierno militar estadounidense en Cuba promulgó la convocatoria de una asamblea constituyente, que debía ser elegida por los cubanos por sufragio ilustrado y censitario (para votar era necesario saber leer y escribir y disponer de un patrimonio mínimo).

Rusia había obtenido del gobierno chino el permiso para que una línea ferroviaria que uniría Muscú con Vladivostok atravesara Manchuria, y el 27 de julio los boxers empezaron a destruir la vía férrea, líneas telegráficas y otras instalaciones rusas.

El 29 de julio, mientras estaba de visita en la ciudad de Monza, el rey Umberto I de Italia recibió cuatro disparos del anarquista Gaetano Bresci, que le causaron la muerte. Bresci fue apresado al momento.

El presidente colombiano, Manuel Antonio Sanclemente, pertenecía al Partido Nacional, que contaba con el apoyo del Partido Conservador, pero una facción de éste, los llamados conservadores históricos, estaba fraguando un complot para arrebatar el poder al partido nacional mediante un golpe de Estado que contaría con la colaboración de los rebeldes liberales. A éstos se les prometió una paz honrosa sin represalias, la libertad para los presos políticos y la convocatoria de elecciones. Finalmente, el 31 de julio se llevó a cabo el golpe de Estado, Sanclemente fue arrestado y sustituido provisionalmente por el vicepresidente José Manuel Marroquín. El anciano Sanclemente fue amedrentado para que firmara su dimisión, pero se negó a hacerlo. Una vez en el poder, Marroquín olvidó todas las promesas realizadas a los liberales y la guerra continuó.

Finalmente, el 4 de agosto 18.800 soldados salieron de Tienjín con destino Pekín bajo el mando del británico Alfred Gaselee. Eran 8.000 japoneses, 4.500 rusos, 3.000 británicos, 2.500 estadounidenses y 800 franceses. Las fuerzas alemanas se dejaron como reserva.

El 5 de agosto el rey Alejandro I de Servia se casó con Draga Masin, antigua dama de compañía de su madre, la reina Natalija. Ésta se opuso y tuvo que exiliarse, mientras que su padre, el derrocado rey Milan I, se enteró de la noticia mientras estaba haciendo gestiones para casar a su hijo con una princesa alemana, tras lo cual presentó su dimisión como comandante en jefe del ejército y marchó también al exilio en Austria. También dimitió el primer ministro, que se encontraba entonces visitando la exposición universal de París. Finalmente Alejandro I obtuvo el apoyo del zar Nicolás II de Rusia, que le envió sus felicitaciones. Pero la opinión pública estuvo desde ese momento en contra del monarca.

Ese mismo día el ejército aliado atacó al ejército chino en Beicang, que terminó huyendo para atrincherarse en Yangcun. Allí fueron derrotados de nuevo el 6 de agosto.

El 7 de agosto se fundó en México el periódico liberal "Regeneración", opuesto a Porfirio Díaz. Sus fundadores y editores fueron encarcelados y luego exiliados.

El tenista y político estadounidense Dwight Davis organizó una competición que enfrentó a un equipo de tenistas estadounidense con otro británico y que inauguró su primera edición el 8 de agosto, con victoria estadounidense. La competición recibió el nombre de International Lawn Tennis Challenge. En las ediciones posteriores se fueron incorporando equipos de otros países y la competición terminó siendo conocida como Copa Davis.

El 9 de agosto fue enterrado el rey Umberto I de Italia, al que sucedió su hijo Víctor Manuel III.

El 14 de agosto la expedición de Gaselee llegó a las murallas de Pekín. La colaboración que hasta entonces se había dado entre los distintos ejércitos aliados se convirtió entonces en una especie de competición deportiva a ver qué país entraba antes en la ciudad y liberaba a los diplomáticos asediados. Cada uno eligió una puerta de la muralla para forzar la entrada. Los británicos y los estadounidenses escogieron las mejores, y al final los ganadores fueron los británicos, que llegaron a las embajadas a las 2:30 de la tarde sin más baja que una víctima de insolación. Los estadounidenses llegaron dos horas más tarde y el resto al anochecer.

Al amanecer del 15 de agosto la emperatriz Cixi huyó de Pekín disfrazada de campesina, pocas horas antes de que los estadounidenses llegaran a las puertas de la ciudad prohibida. Toda la corte había huido en lo que se llamó "un viaje de inspección".

El 17 de agosto los diplomáticos se reunieron y convinieron en que, puesto que el ejército aliado se había visto obstaculizado por el ejército chino, el combate debía continuar hasta que toda resistencia en Pekín y sus alrededores hubiera sido vencida.

El 21 de agosto se inició en Bergendal, la que sería la última batalla regular de la Segunda Guerra Bóer. En ella participaron unos 19.000 británicos bajo el mando de Lord Roberts frente a unos 7.000 bóers bajo el mando de Louis Botha. Los británicos contaban con 82 cañones, frente a los 20 de sus adversarios. El enfrentamiento se prolongó una semana y terminó con la victoria británica.

El 25 de agosto murió el filósofo Friedrich Nietzsche.

El 28 de agosto los británicos tomaron Machadodorp, donde se había instalado provisionalmente el gobierno bóer.

Ese mismo día los ejércitos aliados desfilaron por la ciudad prohibida, a la que tenían prohibido el acceso todos los extranjeros. Los chinos protestaron, pero se les garantizó que la ciudad prohibida no sería ocupada si no se oponían al desfile, pero que sería destruida en caso contrario.

Las potencias aliadas dividieron Pekín en distritos y cada una quedó a cargo de una de las partes. Se estableció entonces una competición a ver quién saqueaba más y mejor. Las crónicas dicen que los más salvajes fueron los rusos, seguidos de los franceses. Pero los más exitosos fueron los civiles y los misioneros que habían sufrido el asedio, porque conocían la ciudad y sabían dónde buscar. Los británicos organizaban subastas de piezas saqueadas todas las tardes en su embajada.

Gaetano Bresci, durante el juicio por el asesinato del rey Umberto I, declaró haberlo cometido en venganza por la matanza que el general Bava Beccaris había cometido en Milán dos años atrás, tras la cual había sido condecorado por el monarca. El 29 de agosto fue condenado a cadena perpetua, pero se suicido un año después (al menos según la versión oficial).

El 1 de septiembre Lord Roberts proclamó que toda la República Sudafricana pasaba a ser territorio británico. Durante un tiempo, los británicos creyeron que la guerra había terminado. De hecho, por esas fechas Arthur Conan Doyle terminó un libro que tituló La Gran Guerra de los Bóers, en el que pretendía relatar lo más fidedignamente posible el transcurso del conflicto, y su penúltimo capítulo se titulaba "El fin de la guerra". Sin embargo, los británicos no tardaron en comprobar que los bóers estaban dispuestos a continuar la guerra de guerrillas que ya habían iniciado. (En los dos años siguientes Conan Doyle tuvo que revisar constantemente las 16 ediciones que tendría su libro). Los bóers se dedicaron a atacar las vías ferroviarias y telegráficas, frente a lo cual los británicos reaccionaron creando una inmensa red de puestos fortificados defendidos por pequeñas guarniciones.

El 2 de septiembre el coronel Jacinto Castro intentó derrocar al presidente salvadoreño Tomás Regalado, pero su plan fracasó, fue arrestado, condenado a muerte y ejecutado el 7 de septiembre.

El 4 de septiembre Alberto Santos Dumont experimentó su Dirigible Nº 4 en París.

El 13 de septiembre el coronel filipino Máximo Abad capturó en Pulang Lupa a un destacamento de infantería estadounidense de 54 hombres dirigidos por el capitan Devereux Shields. Pocos días atrás había llegado a las Filipinas la Comisión Taft, que empezó a desarrollar una importante actividad legislativa, encaminada a proporcionar a los filipinos el mayor grado posible de autogobierno y acceso a la justicia que permitieran los militares. William H. Taft mostró una integridad y honestidad que contrastó con la actitud de muchos militares que estaban trasladando a las Filipinas la idea de que "el indio bueno es el indio muerto". Alentaba esta postura el tratamiento que los filipinos daban a los prisioneros de guerra estadounidenses. Hay testimonios de que no era raro que les cortaran la nariz y las orejas, y que les pusieran sal en las heridas, o que les cortaran los genitales y se los metieran en la boca, o que los enterraran vivos con la cabeza sobre tierra cerca de un hormiguero, o que los ejecutaran por asfixia o desangrado, etc. A su vez, los estadounidenses respondían con masacres generalizadas. Un soldado estadounidense relató en una carta que, cuando un compañero suyo fue encontrado muerto de un disparo y con el estómago abierto, el general dio orden de quemar la ciudad y matar a todos los nativos a la vista, con lo que murieron cerca de un millar de hombres, mujeres y niños. Otro soldado escribió:

Les hacemos entrar en sus casas sobre las 7 p.m., y sólo lo decimos una vez a cada hombre. Si se niega lo matamos. La primera noche matamos unos 300 hombres. [...] Si alguien dispara desde una casa, quemamos esa casa y las vecinas, y matamos a sus moradores, así que ahora están muy tranquilitos en la ciudad.

El 19 de septiembre se estrenó en Madrid La tempranica, una de las zarzuelas más famosas de Gerónimo Giménez.

El 21 de septiembre el ejército ruso ocupó Jilin y Liaodong, en Manchuria, y a finales de mes dominaba toda la región.

El 23 de septiembre se inauguró en París el quinto congreso de la Internacional Socialista (la Segunda Internacional). Estaba previsto que se celebrara en Alemania, pero las autoridades alemanas pusieron trabas y al final se celebró en Francia.

Un equipo de médicos estadounidenses bajo la dirección de Walter Reed estaba investigando en Quemados (Cuba) la transmisión de la fiebre amarilla. Pronto llegó a desmentir las creencias populares según las cuales se transmitía por contacto físico, o por contacto con la ropa o sábanas manchadas con fluidos corporales de enfermos. Por el contrario, todo apuntaba a que la fiebre se contagiaba por las picaduras de los mosquitos. Para confirmar esta hipótesis, algunos voluntarios consintieron en dejarse picar por mosquitos, entre ellos varios miembros de la comisión, uno de los cuales, Jesse William Lazear, murió el 26 de septiembre a causa de la enfermedad.

El 3 de octubre se estrenó en Londres El sueño de Gerontius, un oratorio de Edward Elgar que no tuvo mucho éxito a causa de la mala interpretación, pero que en interpretaciones posteriores no tardó en confirmar la fama internacional que había adquirido con sus Variaciones Enigma.

Tras haber realizado exámenes rigurosos, el 12 de octubre la marina de los Estados Unidos compró a la Electric Boat Company uno de los submarinos diseñados por John Philip Holland, que se convirtió en el USS Holland.

Mark Twain regresó ese año a los Estados Unidos, después de una larga gira por Europa en la que ganó dinero suficiente como para saldar todas sus deudas. Ese año publicó su relato breve El hombre que corrompió a Hadleyburg. El 15 de octubre publicó un artículo en el New York Herald en el que explicaba su cambio de opinión respecto del imperialismo:

Yo quería que el águila americana sobrevolara el Pacífico... ¿Por qué no iba a extender sus alas sobre las Filipinas?, me preguntaba a mí mismo. Me decía: he aquí un pueblo que ha sufrido durante tres siglos. Podemos hacer a sus habitantes tan libres como nosotros, darles un gobierno y un país propio, poner una miniatura de la constitución americana flotando en el Pacífico, hacer que una nueva república ocupe su lugar entre las naciones libres del mundo. Me parecía una gran labor que nos habíamos propuesto.
Pero he pensado un poco más desde entonces, y he leído detenidamente el tratado de París, y he visto que no pretendemos liberar, sino sojuzgar al pueblo filipino. Hemos ido allí a conquistar, no a redimir.
A mi juicio, debería ser un placer para nosotros liberar a ese pueblo y permitirle tratar con sus problemas domésticos a su manera. Y por eso son antiimperialista. Me opongo a que el águila ponga sus garras en cualquier otra tierra.

Unos meses más tarde aceparía el puesto de vicepresidente de la Liga Americana Antiimperialista, para la que escribiría numerosos panfletos.

El 17 de octubre el príncipe de Hohenlohe renunció a la cancillería alemana por problemas de salud y el emperador Guillermo II nombró en su lugar a Bernhard von Bülow. Al contrario de lo que sucecía con su precedesor, Guillermo II confiaba plenamente en su nuevo canciller. Pocos meses después diría: "Desde que tengo a Bülow puedo dormir tranquilo".

Paul Kruger abandonó Sudáfrica en un barco de guerra enviado especialmente por la reina Guillermina de los Países Bajos, con la misión de recabar ayuda de las potencias europeas contra la ocupación británica de la República Sudafricana.

Ito Hirobumi había aprendido la importancia de tener un partido político de respaldo si se quería ser primer ministro, así que ese año fundó el suyo propio, con el nombre de Amigos del Gobierno Constitucional, con el que ganó las elecciones y ocupó de nuevo el cargo el 19 de octubre.

El 23 de octubre cayó el gobierno de Francisco Silvela en España, que fue sustituido por Marcelo Azcárraga. Silvela había sido la mano derecha de Cánovas del Castillo, pero se oponía al sistema de alternancia política, al que consideraba decadente e inmoral. Azcárraga había sido ministro de la Guerra con Cánovas.

El 28 de octubre se clausuraron los juegos olímpicos. El país con más medallas fue Francia, que consiguió 101 en total (26 de plata, que entonces era el máximo galardón), seguido de los Estados Unidos, con 47 medallas (19 de plata) y de Gran Bretaña, con 12 medallas (15 de plata). Los cien metros lisos los ganó el estadounidense Frank Jarvis, que rebajó el récord olímpico de 12 a 11 segundos (aunque tenía también el récord mundial en 10 segundos y 8 décimas).

El 2 de noviembre se presentó el informe final de la comisión Schurman sobre la situación en las Filipinas, que recomendaba la constitución de un gobierno civil tan pronto como fuera posible (la comisión Taft ya estaba trabajando en esa línea), pero recalcando que los filipinos no estaban en condiciones de gobernarse por sí mismos:

Si nuestras fuerzas se retiraran por alguna fatalidad, esta comisión cree que el gobierno de las Filipinas caería rápidamente en la anarquía, lo que serviría de excusa para la intervención de otras potencias, si ésta no fuera necesaria, y la final división de las islas entre ellas. Sólo a través de la ocupación estadounidense es concebible la idea de una comunidad Filipina unida, autogobernada y libre. Y la necesidad indispensable de mantener la soberanía estadounidense desde el punto de vista filipino la reconocen todos los filipinos inteligentes, incluso los insurgentes que desean un protectorado estadounidense. Esto último, ciertamente, les daría los beneficios y nos dejaría las responsabilidades. No obstante, ellos reconocen el hecho indudable de que los filipinos no pueden subsistir por sí mismos. Por lo tanto, el bienestar de los filipinos coincide con los dictados del honor nacional al prohibir que abandonemos el archipiélago. No podemos de ningún modo eludir las responsabilidades de gobierno que entraña nuestra soberanía, y la comisión está absolutamente persuadida de que el cumplimiento de nuestro deber nacional será la mayor bendición para los pueblos de las islas Filipinas.

El 3 de noviembre se estrenó en Moscú la ópera El cuento del zar Saltán, de Nikolái Rimski-Kórsakov.

En la campaña electoral estadounidense Bryan cambió su discurso en favor de la plata libre, que había centrado la campaña anterior, por un discurso antiimperialista. Por su parte, los republicanos atacaron a Bryan como si éste siguiera hablando fanáticamente de la plata libre (cuando la prosperidad que vivía el país en ese momento demostraba que la política económica republicana era adecuada). Nuevamente Mckinley se mantuvo en su casa dejando que sus partidarios fueran llevados a verlo, mientras Roosevelt recorría el país vestido con su uniforme de "duro jinete" enfervorizando a las masas. Las elecciones se celebraron el 6 de noviembre, y Mckinley obtuvo una victoria más amplia que en las elecciones precedentes.

Ese mismo día un ejército británico sorprendió a Christiaan De Wet en su campamento cerca de Bothaville, y se vio obligado a presentar batalla en condiciones desfavorables. El enfrentamiento terminó con 25 bóers muertos, 30 heridos y 114 prisioneros. Los bóers tuvieron que abandonar también bastante armamento. En el campamento de De Wet se encontraba Marthinus Steyn, el presidente del Estado Libre de Orange, que logró escapar al inicio de la batalla.

El 10 de noviembre se estrenó en Milán la ópera Zazá, de Ruggero Leoncavallo.

El 12 de noviembre se clausuró la Exposición Universal de París. Había contado con unos 50.8 millones de visitantes. Uno de los premios entregados fue para el telegráfono presentado por el inventor danés Valdemar Poulsen, un aparato que grababa sonidos en un hilo de acero por medios magnéticos. El registro magnético más antiguo que se conserva hoy en día es la voz del emperador Francisco José I de Austria, tomada precisamente en París.

Ese año había recibido el premio al mejor arquitecto del año, concedido por el ayuntamiento de Barcelona, un arquitecto de 48 años llamado Antoni Gaudí, por la llamada casa Calvet, un edificio construido por encargo de la sociedad Hijos de Pedro Mártir Calvet. Llevaba 25 años de carrera en los que había diseñado edificios de estilos muy variados, siempre originales e innovadores. Ahora iniciaba un ambicioso proyecto, el Parque Güell, una especie de ciudad jardín con viviendas de lujo promovida por el empresario Eusebi Güell, uno de los principales mecenas con que contó Gaudí.

El 30 de noviembre murió en París el escritor Oscar Wilde. Recientemente su tumba tuvo que ser restaurada para limpiar las marcas de lápiz de labios que habían dejado en ella los besos de sus admiradoras.

El 11 de diciembre dimitió de su cargo el presidente de Liberia William D. Coleman. El vicepresidente había muerto el año anterior, así que fue sucedido por el secretario de Interior, Garretson Wilmot Gibson, que ese mismo año ganó las elecciones presidenciales.

Un grupo de unos 600 bóers bajo el mando del general Koos de la Rey estaba al acecho de un campamento en Nooitgedacht, en el se habían instalado unos 1.500 británicos en una situación muy desventajosa. De la Rey pidió refuerzos y pronto llegaron otros 1.500 hombres bajo el mando de Cristiaan Beyers. Viéndose en superioridad numérica, el 13 de diciembre atacaron a los británicos y les infligieron una grave derrota, en la que hubo un total de 650 bajas, entre muertos, heridos y prisioneros.

Mohammad Abdullah Hassan, al frente de 6.000 hombres se había enfrentado a unos 1.500 etíopes en Djidjiga. Tras oponer cierta resistencia se había retirado, pero el general etíope informó a Mekonnen de que el peligro era grave. Mekonnen se reunió con el emperador Menelik II en Adís Abeba y ambos coincidieron en la necesidad de actuar en cooperación con los británicos. Para ello se pusieron en contacto con Sir John Lane Harringont, el embajador británico en la capital etíope.

El alemán Emil Jellinek se había hecho rico trabajando para una empresa de seguros francesa en el norte de África. Desde hacía unos años había sido nombrado cónsul del Imperio Austro-Húngaro en Niza, y allí se había interesado por las carreras automovilísticas. Tres años atrás había sido aceptado como piloto por la Daimler Motoren Gesellschaft, y desde entonces que había participado en varias competiciones con el pseudónimo de Mercedes, que era uno de los nombres de su hija de once años Adriana Manuela Ramona Mercedes. Como la Costa Azul era el lugar de veraneo elegido por muchas de las personas más ricas de Europa y Jellinek, por su cargo de cónsul, mantenía buenas relaciones con muchas de ellas, encontró un buen negocio en la venta de automóviles de lujo. Ese año vendió 29 modelos. Jellinek había propuesto a Maybach que construyera un automóvil con un motor diseñado por él mismo, con las características que consideró óptimas para las competiciones deportivas. El nuevo motor fue bautizado como Daimler-Mercedes. Con un chasis también diseñado por Jellinek, el primer prototipo estuvo listo el 22 de diciembre, y no tardó en convertirse en el vencedor indiscutible de todas las carreras en las que participaba. Esto ocasionó tal demanda que la fábrica de Daimler no daba abasto para servir los pedidos.

Un inventor canadiense llamado Reginald Aubrey Fessenden había renunciado ese año a su puesto en la Universidad de Pittsburgh para participar en un proyecto en Servicio Meteorológico de los Estados Unidos sobre el establecimiento de una red de estaciones costeras que transmitieran información sobre el clima. Con los medios que tuvo a su disposición, el 23 de diciembre consiguió algo que no formaba parte del proyecto inicial: una transmisión por radio de voz humana a una distancia de 1.6 km. La recepción resultaba prácticamente ininteligible, pero había evidencias de que refinando el procedimiento sería posible usar las ondas de radio para transmitir voz y sonidos en general, y no solamente señales telegráficas.

Un nuevo intento de formar una república de Acre independiente fue sofocado por el ejército boliviano y, tras poco más de un mes de existencia, el 24 de diciembre se deshizo la Segunda República de Acre.

El 26 de diciembre la Scala de Milán presentó una representación de La bohème, de Puccini, en la que el papel principal lo cantó un joven tenor de 27 años que había ido ganando fama paulatinamente en los últimos años, hasta ganarse su debut en el prestigioso teatro lírico milanés. Se llamaba Enrico Caruso.

La guerra filipino-estadounidense
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