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LA GUERRA DE HOLANDA
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En 1672, a sus diecisiete años de edad, el rey Carlos XI de Suecia asumió el gobierno de su país. La diplomacia francesa intervino inmediatamente hasta garantizar que Suecia no apoyaría a las Provincias Unidas en una guerra contra Francia. Con esto, el rey Luis XIV ya tenía todo lo que necesitaba. El 12 de junio, un ejército francés de ciento veinte mil hombres, comandado por el vizconde de Turena y el príncipe de Condé, y apoyado por mar por la flota inglesa, cruzó el Rin y avanzó sin encontrar apenas resistencia. El 20 de junio los neerlandeses abrieron los diques para proteger Amsterdam, y Holanda se convirtió en un archipiélago accesible únicamente por mar. El 3 de julio los franceses tomaron Utrecht, y poco después el almirante Ruyter logró dispersar la flota británica.

Pese a todo esto, Jan de Witt trataba todavía de negociar la paz con Luis XIV, aunque el Marqués de Louvois, que se ocupaba interinamente de los asuntos exteriores tras la muerte de Hugues de Lionne, rechazaba todos los ofrecimientos. El partido nobiliario neerlandés logró exaltar el patriotismo popular y el 26 de agosto, Jan de Witt y su hermano Cornelis fueron asesinados en una matanza. Los Estados Generales entregaron todos los poderes al príncipe Guillermo III de Orange, que tenía ahora veintidós años y asumió la dirección del partido nobiliario como en su día lo había hecho su padre. Nombrado estatúder, capitán general y almirante general vitalicio, se dispuso a repeler a toda costa el ataque francés.

En Nueva York murió Peter Stuyvesant, el que fuera gobernador de Nueva Holanda, y en París murió el que fuera rey de Polonia, Juan II Casimiro. Su sucesor, Miguel I, tuvo que hacer frente a una declaración de guerra del sultán otomano Mehmet IV, aliado del cosaco Doroshenko. Poco después se vio obligado a firmar la humillante paz de Buczacz, por la que Ucrania quedaba abandonada a los cosacos y Podolia (el sur de Polonia) a los turcos.

En Marruecos murió Mulay al-Rasid, que fue sucedido por su medio hermano Mulay Ismaíl, que adoptó el título de sultán, el segundo de la dinastía Alawí, que se considera fundada por al-Rasid.

Huygens se encontraba en París desde el año anterior, colaborando con la Academia de Ciencias,  y temió que la guerra que Francia había iniciado contra su país le pondría en una situación comprometida, pero los franceses habían alcanzado la madurez necesaria para no confundir los intereses políticos y económicos de su país con el fanatismo estúpido con el que aun hoy en día muchos conciben las guerras, y lo cierto fue que no tuvo ningún problema. Tuvo noticia del telescopio que había construido Newton, así como de su teoría sobre la luz, a la que hizo varias críticas. Las críticas eran erróneas, pero reforzaron la animadversión de Newton a publicar sus resultados.

En París, Huygens se encontró con Leibniz, que había sido enviado por el elector de Maguncia, y este encuentro fue crucial para Leibniz, ya que Huygens le orientó en el estudio de la matemática y la física moderna. Hasta ese momento, Leibniz podría haber pasado por un humanista más a la antigua usanza, y su interés por la ciencia podría haber hecho pensar que acabaría convirtiéndose en un nuevo patético Hobbes, pero no fue así. Leibniz demostró una gran inteligencia para asimilar los nuevos conocimientos. Tras leer un libro que le había recomendado Huygens sobre suma de series infinitas, no tardó en obtener resultados propios sobre la materia. También empezó a construir una máquina calculadora. Por otra parte, Leibniz trató de hacerse recibir por el rey Luis XIV para exponerle un plan de invasión de Egipto, con el que pretendía embarcar al rey en un proyecto que le hiciera olvidar un posible intento de atacar Alemania. No coló.

Pero el acontecimiento más notable del año lo protagonizó el astrónomo Giovanni Domenico Cassini junto con un colega llamado Jean Richer. Éste se había desplazado hasta la Guayana Francesa y, ambos observaron la posición de Marte sobre la esfera celeste tan sincronizadamente como fueron capaces. La distancia entre los dos puntos de observación fue lo suficientemente grande como para que la proyección del planeta sobre las estrellas fijas fuera ligeramente distinta (el mismo efecto de paralaje que se produce cuando miramos un objeto no muy lejano con uno y otro ojo alternativamente). La medición de este paralaje permitió calcular la distancia entre Marte y la Tierra en ese instante, y a su vez, mediante las leyes de Kepler, esto permitía calcular el tamaño de las órbitas de todos los planetas del sistema Solar. En particular, Cassini obtuvo que la distancia media de la Tierra al Sol debía ser (en unidades modernas) de 140 millones de kilómetros. En realidad es de 149 millones y medio, pero, para ser el primer intento, es bastante aceptable.

Richer también observó que para que un péndulo oscile en la Guayana con el mismo periodo que otro en París, su longitud había de ser ligeramente más corta, lo que interpretó como que la Tierra no era perfectamente esférica, sino que debía de tener un achatamiento por los polos.

Por su parte, Cassini descubrió un segundo satélite en Saturno, al que llamó Rea.

Newton fue admitido como miembro de la Royal Society, después de que donara un telescopio de reflexión (con espejos en lugar de lentes). Ese mismo año publicó un artículo sobre la luz y el color en las Philosophical Transactions of the Royal Society, la publicación científica editada por la Sociedad.

En enero de 1673 Leibniz estaba en Londres en una misión diplomática. Allí visitó la Royal Society y mostró su máquina calculadora aún inacabada. Cuando le estaba explicando a John Pell los resultados que había descubierto el año anterior sobre suma de series infinitas, éste le indicó un libro en el que podía encontrarlos. Al día siguiente, consultó el libro en cuestión y comprobó que Pell tenía razón. Comprendió que sabía menos matemáticas de las que le hubiera gustado, y se propuso intensificar su estudio. No obstante, unos meses después, Leibniz fue admitido como miembro de la Royal Society.

En Francia, Racine fue admitido como miembro de la Academia Francesa. Ese año estrenó Mitrídates.

Lully estrenó Cadmo y Hermione, considerada como la primera ópera francesa.

Al parecer, Moliére había planeado escribir una comedia contra la facultad de teología de París, pero sus amigos le recordaron que el suicidio no estaba bien visto a los ojos de Dios. En su lugar, escribió El enfermo imaginario, una comedia-ballet estrenada en febrero, en la que satirizaba a los médicos. Unos pocos días después del estreno, después de una representación en la que él mismo hacía de protagonista, se sintió indispuesto y murió unas horas después, en su casa. La Iglesia pretendió negarle el entierro en tierra sagrada, pero su viuda apeló al rey y al final fue enterrado de noche.

Un cuáquero escocés de veinticinco años llamado Robert Barclay publicó un catecismo que lo convirtió en el único teólogo que han tenido los cuáqueros.

El rey Carlos II de Inglaterra nombró primer lord del Almirantazgo al príncipe Ruperto, y le concedió además el ducado de Cumberland. El año anterior, Carlos II había promovido una Declaración de indulgencia, en favor de la tolerancia religiosa, pero en marzo el Parlamento impuso el Act of Test, en virtud del cual todo aspirante a un empleo público debía hacer una declaración anticatólica y reconocerse miembro de la Iglesia Anglicana. Entre los que no pasaron el test estuvo el duque Jacobo de York, el hermano del rey, que se acababa de casar con María Beatriz de Este, la hija del duque de Módena, católica, y no tardó en declararse abiertamente católico (lo era ya desde hacía cuatro años), por lo que tuvo que abandonar su cargo de gran almirante.

La situación en Francia era diametralmente opuesta: ese mismo año, el rey Luis XIV prohibió al Parlamento presentar reconvenciones antes de la inscripción de los edictos y ordenanzas reales.

El conde de Fontenac fundó Fort Fontenac en el punto en que el río San Lorenzo nace del lago Ontario, que durante un tiempo fue conocido también como lago Fontenac. El gobernador se dio cuenta de que el lago Superior penetraba muy al oeste del continente americano, y había informes de que cerca había ríos que fluían también hacia el oeste. Si alguno de ellos desembocaba en el Pacífico, esto supondría la existencia de una ruta casi fluvial hasta el Pacífico que podría dar lugar a una valiosa ruta comercial. Para investigarlo envió a un trampero, Louis Joliet, que conocía bien la región de los Grandes Lagos. Éste quiso llevar consigo al jesuita Jacques Marquette, porque mantenía buenas relaciones con los indios. Siguiendo el plan previsto, encontraron el río Wisconsin, que, ciertamente, fluía hacia el oeste, como estaba previsto. El 17 de junio se encontraron con que el Wisconsin desembocaba en un río mayor, al que los indios llamaban "río grande", y ése fue el nombre que le dieron: Mississippi. Navegaron por él más de mil kilómetros aguas abajo, hasta darse cuenta de que se estaban aproximando peligrosamente a los territorios reclamados (aunque no ocupados) por los españoles: el Mississippi no desembocaba en el Pacífico, sino en el golfo de México. En vista de la situación, emprendieron el viaje de regreso.

Aprovechando que estaban en guerra contra Inglaterra, el 30 de julio, los neerlandeses tomaron Nueva York por sorpresa.

Mientras tanto, los ingleses instalaban una base comercial en Vietnam.

La inquietud por la belicosidad del rey Luis XIV de Francia y el oro distribuido por la diplomacia neerlandesa consiguieron que en agosto el emperador Leopoldo I, España y el derrocado duque Carlos III de Lorena firmaran con el príncipe Guillermo III de Orange la coalición de La Haya. El almirante Ruyter venció a la flota anglofrancesa en Schoeneveld y en Texel. El príncipe Raimondo Montecuccoli obligó a retroceder a Turena.

Ese año murió Margarita Teresa, la hermana del rey Carlos II de España y esposa de Leopoldo I. Éste no tardó en contraer segundas nupcias con Claudia Felicidad, hija de un primo de su padre, que tenía entonces veinte años.

En Polonia murió el rey Miguel I, justo la víspera del día en que Juan Sobieski derrotara en Jotin a los turcos y a los cosacos, anulando así el tratado de Buczacz, firmado el año anterior. Como consecuencia, la nobleza lo convirtió en el rey Juan III de Polonia.

El astrónomo Giovanni Domenico Cassini recibió la nacionalidad francesa y cambió su nombre por el de Jean-Dominique Cassini.

Huygens publicó Holologium oscillatorium siue de motu pendulorum, en el que exponía la teoría del movimiento pendular, aunque el trabajo contenía muchas más cosas: en él derivaba la ley de la fuerza centrífuga para el movimiento circular, y también encontramos en él un primer intento de estudiar la dinámica de un sólido, y no de partículas puntuales. Además, Huygens introduce nuevos conceptos geométricos, como los de envolvente y evoluta de una curva. Este trabajo pone en evidencia que el pensamiento de Huygens se había distanciado mucho del de Descartes.

De regreso en París, Leibniz hizo que Huygens le recomendara una serie de libros para perfeccionar sus conocimientos. Empezó a estudiar el cálculo diferencial, sin conocer los resultados generales de Newton, todavía sin publicar.

Malpighi publicó De formatione pulli in ouo (Sobre la formación del pollo en el huevo).

Los españoles iniciaron la reconstrucción de la ciudad de Panamá, destruida por Morgan, un poco más al oeste del emplazamiento anterior.

En el sur de China estalló una revuelta que puso en peligro la joven dinastía Manchú. El emperador Kangxi tenía ya diecinueve años y se ocupó de reprimir la rebelión. Era un emperador letrado que favoreció, como su padre, a los misioneros occidentales, especialmente a los jesuitas.

En el sureste asiático, el reino de Lan Xang se reunificó bajo la soberanía de Souligna Vongsa, que se casó con una princesa vietnamita y aseguró las buenas relaciones entre ambos reinos.

La opinión pública inglesa no entendía la política exterior de su gobierno: Inglaterra se aliaba a la católica Francia en contra de las Provincias Unidas, protestantes. El rey Carlos II nunca se había mostrado un protestante fervoroso, al contrario, sus últimos intentos de promover la tolerancia para con los católicos resultaban muy sospechosos. El duque Jacobo de York, su hermano (y, de momento, heredero, porque Carlos II no tenía descendencia legítima) era abiertamente católico. ¿Acaso la monarquía planeaba restaurar el catolicismo en Inglaterra? (Algo de eso había, aunque no había pruebas de ello.) El Parlamento, en su línea habitual, logró imponerse sobre el monarca, la Cabal (la camarilla de consejeros del rey) fue paulatinamente desmantelada, hasta que en 1674 dimitió su miembro principal, el conde de Arlington. El 19 de febrero Inglaterra hizo la paz con los neerlandeses mediante el tratado de Westminster.

Thomas Osborne, el conde de Danby, al que Carlos II había nombrado tesorero el año pasado, se convertía ahora en el ministro principal, y basó su gobierno, no en el apoyo del rey, sino de un amplio sector del Parlamento, el partido de la corte. Sus adversarios formaron el partido del país, dirigido por Anthony Ashley Cooper, el conde de Shaftesbury, que había estado al servicio de Cromwell, a su muerte había apoyado al general Monk, luego formó parte de la Cabal, y ahora se situaba en la oposición. El duque de Buckingham, que también había sido depuesto, se alineó también con el partido del país.

Sir Henry Morgan fue nombrado lugarteniente general de la la isla de Jamaica.

Ese año murió el poeta John Milton.

La alianza con los turcos del cosaco Doroshenko suscitó el recelo del zar Alejo I, que invadió Ucrania en apoyo de un rival: Iván Samoilóvich. Doroshenko tuvo que huir de Ucrania.

En la India, Shivaji fundó el Imperio Maratta, y adoptó el título de Chhatrapati.

Todos los príncipes electores alemanes (excepto el de Baviera) se unieron al emperador en su alianza con los neerlandeses, al igual que el rey Cristián V de Dinamarca (que se decantó por las Provincias Unidas en cuanto el rey Carlos XI de Suecia envió su ejército en favor de Francia).

Por esta época, la corte de Madrid tenía un nuevo favorito: Fernando de Valenzuela. Era el marido de una de las damas de honor de la reina María Ana de Austria. A la muerte de Felipe IV, se convirtió en confidente de la reina, y desde entonces fue ascendiendo ante el estupor de la nobleza. Sus numerosos contactos (empezando por la propia reina) hacían que estuviera enterado de todo lo que sucedía en la corte, por lo que era conocido como "el duende de palacio". 

Tropas españolas, dirigidas por el virrey de Cataluña, el duque de San Germán, cruzaron los Pirineos y derrotaron al mariscal Schomberg en Maurellas. Sin embargo, oportunamente, España y Alemania tuvieron que retirar efectivos para sofocar revueltas en Sicilia, Hungría y Transilvania. Los neerlandeses enviaron al almirante Ruyter a Sicilia, para ayudar a los españoles. Así, el 16 de junio, el vizconde de Turena obtuvo la victoria de Sinzheim, que puso a su merced el Palatinado. En agosto, Condé derrotó estrepitosamente en Seneffe a las tropas neerlandesas, españolas e imperiales, que sumaron casi veinticuatromil cadáveres). El 4 de octubre, Turena obtuvo una nueva victoria en Enzheim, pero las tropas del emperador Leopoldo I lo obligaron a retroceder.

El 10 de noviembre, los neerlandeses devolvieron Nueva York a Inglaterra.

Los franceses abandonaron sus colonias en Madagascar, más por falta de interés que por otra cosa.

El rey Luis XIV de Francia nombró marquesa de Maintenon a Françoise D'Aubigné, la mujer que se encargaba de la educación de los hijos que el rey Sol tenía con Mme. de Montespan.

Corneille estrenó Suréna.

Como respuesta a la intervención española en la guerra, Francia ocupó el Franco Condado y, el 29 de diciembre, apoyándose en él, el vizconde de Turena derrotó al ejército alemán en Mulhouse. El 5 de enero de 1675 obtuvo una segunda victoria en Turckheim. Por su parte, el derrocado duque Carlos III de Lorena derrotó a los franceses en Konz, cerca de Tréveris, aunque murió poco después. Fue sucedido (como duque titular de Lorena) por su hijo Carlos IV, que siguió luchando al servicio de los Austrias como su padre.

El arquitecto inglés sir Christopher Wren (había sido nombrado caballero dos años atrás) inició en Londres la construcción de la catedral de San Pablo, considerado el mayor templo cristiano después de San Pedro en Roma.

John Dryden estrenó la tragedia Aurungzebe.

John Berkeley y George Cataret, los adjudicatarios de la colonia de Nueva Jersey, el sur de lo que había sido Nueva Holanda, se habían repartido el territorio: el primero se había instalado en la mitad occidental y el segundo en la oriental, pero el año anterior, Berkeley había vendido su parte a dos cuáqueros, los cuales invitaron a instalarse en sus nuevos dominios a todos sus correligionarios que lo tuvieran a bien. De este modo, los cuáqueros encontraron por primera vez un lugar donde podían instalarse siendo bien recibidos, y empezaron a formar una populosa comunidad dentro de Nueva Jersey.

No hacía mucho que en Nueva Inglaterra había muerto Alejandro, el jefe indio que acaudillaba las tribus de la región, y fue sucedido en el mando por su hermano Filipo. Éstos eran los nombres que les habían puesto los ingleses, un tanto burlonamente, al bautizarlos de pequeños. Alejandro había tolerado bien el contacto con los colonos, a pesar de que se le habían impuesto condiciones que muchos de sus hombres juzgaban humillantes. Entre los que pensaban así estaba Filipo, que, desde que accedió al poder, se había dedicado a estrechar las relaciones entre las distintas tribus para, finalmente, declarar la guerra a los colonos. Esto sucedió el 24 de junio, día en que los indios atacaron por sorpresa Swansea, en Rhode Island. Así empezó la que los colonos llamaron, más burlonamente aún, la guerra del Rey Filipo, en alusión a Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro Magno y hábil estratega. Evidentemente, la comparación con el jefe indio era pura ironía, y no faltaban motivos para burlarse de la habilidad estratégica de los indios:

Para empezar, la guerra había empezado como los indios solían iniciar una guerra: atacaban sangrientamente lugares desprevenidos sin previo aviso. Una lógica rudimentaria indicaría que, si avisaban antes de atacar, tendrían menos posibilidades de éxito, pero en la lógica de los colonos esa estrategia los convertía en unos bárbaros miserables. Los europeos habían aceptado ciertas normas de "caballerosidad" en sus guerras, pero, al iniciarlas a traición y de forma tan sangrienta, los indios impedían que nadie pudiera siquiera concebir la posibilidad de tratarlos con dignidad en las contiendas: los indios eran bestias salvajes y como tales tenían que ser tratados.

Más grave que la opinión que pudieran tener los unos de los otros eran los hechos: la población inglesa de Nueva Inglaterra ascendía a unas 40.000 personas sin contar esclavos negros (que en la región eran minoría), y este número crecía día a día; el número de indios era de unos 20.000. Disponían de armas de fuego, pero no sabían fabricarlas, ni fabricar municiones. Nunca trataron de aprender, a la vez que se obstinaron en conservar sus costumbres guerreras, entre las cuales no figuraba el fortificar sus campamentos, ni aprovisionarlos, ni protegerlos con centinelas nocturnos. Además, sistemáticamente, no combatían durante el invierno. Desde un punto de vista político, nunca llegaron a estar plenamente unidos. Siempre había alguna que otra tribu que, por disensiones internas, luchaba a favor de los blancos. Incluso las tribus que luchaban contra los blancos, sólo de forma excepcional lo hacían unidas, bajo un mando único y siguiendo una misma estrategia coordinada. Todas estas costumbres eran operativas cuando combatían entre ellos, porque todos seguían las mismas reglas, pero eran un cúmulo fatal de puntos débiles cuando se enfrentaban a enemigos que ajustaban sus costumbres a las circunstancias en lugar de esperar absurdamente que las circunstancias se ajustaran a sus costumbres.

El 28 de junio los suecos fueron derrotados en Fehrbellin por las tropas del príncipe elector Federico Guillermo de Brandeburgo, y poco después la flota sueca fue derrotada por la danesa.

El 27 de julio, cuando se disponía a enfrentarse a Montecuccoli en Sasbach, el vizconde de Turena fue herido de muerte. El príncipe de Condé se apresuró a reemplazarlo para contener a Montecuccoli.

El rey Luis XIV de Francia envió a Sicilia, sublevada contra España, al duque de Vivonne (el hermano de su amante). Los sicilianos se reconocieron súbditos franceses y aceptaron al duque como virrey.

El rey Carlos II de España era triste, solitario y melancólico, cualquier esfuerzo le provocaba fiebre, al aire libre le lloraban los ojos, en los carruajes se mareaba hasta el vómito. Ahora, al cumplir los catorce años, fue declarado mayor de edad y el 6 de noviembre se dio por terminada la regencia de su madre, María Ana de Austria. Ésta trató de que su hijo firmara un papel por el que se reconocía a sí mismo como incapacitado y se prorrogaba la regencia por dos años más. Carlos II se negó a firmarlo, pero, ante las lágrimas de su madre, se comprometió, al menos, a no nombrar ministro a Juan José de Austria, que era lo que tenía previsto. No obstante, Maria Ana consiguió prorrogar, de hecho, dos años más su mandato al conseguir que el Consejo de Estado estipulara que la Junta de Gobierno siguiera en activo durante dicho plazo. Hizo que su favorito, Fernando de Valenzuela, fuera nombrado marqués de San Bartolomé de Villasierra, y lo envió a Andalucía como capitán general.

Cassini descubrió una discontinuidad en el anillo de Saturno que lo dividía en dos (por lo que era más correcto hablar de los anillos de Saturno) y que hoy se conoce como división de Cassini. Sugirió que los anillos podían estar formados por una gran cantidad de pequeños satélites.

Robert Hooke afirmó que Newton le había plagiado sus resultados sobre óptica. Más explícitamente: afirmó que lo que había de correcto en la teoría de Newton era suyo, y lo que había de original era erróneo. Después de algunas controversias, hicieron las paces intercambiándose cartas corteses, pero Newton se alejó de la Royal Society y perdió todo interés por publicar nada más. En particular, Newton no publicó sus descubrimientos sobre cálculo diferencial, que sólo eran conocidos por algunos allegados. En París, Leibniz estaba obteniendo por sí mismo esos mismos resultados, más lentamente que Newton, ciertamente, pero a cambio, Leibniz no sólo meditaba sobre los problemas matemáticos que estaba abordando, sino también sobre la notación más oportuna para plantearlos y resolverlos, y en esto supero ampliamente a Newton, ya que es la ingeniosa notación que él desarrolló la que se utiliza hoy en día. El 21 de noviembre escribió un manuscrito en el que se usa por primera vez la notación dy/dx para la derivada de una función, así como la notación f(x) dx para la integral. También demostraba la relación duv = vdu + udv para la diferencial de un producto.

Un mercader neerlandés llamado Anton van Leeuwenhoek construyó microscopios con lentes mucho mejor pulidas que las de sus predecesores, con los cuales pudo realizar interesantes observaciones: descubrió los espermatozoides, los hematíes, y hasta vio fluir la sangre por los capilares de la cola de un renacuajo. Ahora descubría unos "animálculos" o animales microscópicos en el agua estancada.

Spinoza trató de publicar su obra fundamental: Ethica ordine geometrico demonstrata (Ética demostrada según el método geométrico), pero acabó renunciando, pues ningún editor se atrevía con ella. Aunque su planteamiento global es deplorable, contiene pasajes geniales que convierten a su autor en uno de los pensadores más lúcidos y avanzados de su tiempo. En efecto, Spinoza esboza una génesis psicológica de las religiones, denunciando que se originan y se sustentan en la ignorancia de los hombres: Dios es el asilo de los ignorantes, la explicación a la que recurren los ignorantes que no son capaces de encontrar una explicación seria y se contentan con una respuesta rápida y cómoda. El alma y la materia no son sustancias distintas (como afirmaba Descartes), sino que materia y pensamiento sólo son dos formas de percibir una misma realidad. En particular, la mente es lo mismo que el cuerpo, y se extingue con él.

Cuando, finalmente, la Ethica se dio a conocer, Spinoza fue acusado de ateísmo, aunque técnicamente no era ateo. De hecho, la Ethica empieza con una "demostración" de la existencia de Dios, al estilo de Descartes, pero, así como el Dios cuya existencia demuestra Descartes no es —no puede ser— el dios barbudo, iracundo y vengativo hasta la inmoralidad que presenta el Antiguo Testamento, ni tampoco el dios bondadoso que alimenta a los pajarillos del Nuevo Testamento, sino que es un Dios abstracto, conceptual, filosófico, Spinoza lleva a su Dios al límite de la abstracción, hasta el punto de que su Dios no piensa, no tiene voluntad, ni finalidad alguna, ni hace milagros, porque Dios es lo mismo que la Naturaleza, y su "voluntad" son las leyes de la física. Para Spinoza, Dios es todo. Así pues, Spinoza es panteísta, y su Ethica muestra la escasa diferencia que hay entre decir que Dios es todo y decir que Dios no es nada. Quien esté interesado en más detalles puede leer estos fragmentos comentados.

Ese año murió el duque Carlos Manuel II de Saboya, que fue sucedido por su hijo Víctor Amadeo II, que tenía entonces nueve años. Su madre ejerció de regente.

También murió el pintor neerlandés Vermeer.

Un teólogo francés llamado Pasquier Quesnel publicó una edición de las obras completas de san León Magno, y la Santa Inquisición no tardó en ponerla en el Índice (de libros prohibidos), acusada de jansenismo. (Quesnel era amigo de Antoine Arnauld.)

Racine cosechó un nuevo gran éxito con su Ifigenia, mientras Lully estrenaba la ópera Teseo.

Hacia finales de año, la mayoría de los emplazamientos occidentales de Nueva Inglaterra habían sido destruidos por los indios del "rey Filipo". Los colonos habían tratado en vano de que Inglaterra les enviara refuerzos. Nueva York tampoco había respondido a las peticiones de ayuda. Sin embargo, con la llegada del invierno las tornas cambiaron. Cuando los indios suspendieron confiadamente los ataques para invernar, todas las colonias de Nueva Inglaterra se coordinaron en una acción conjunta. Contaban con la colaboración de los llamados indios orantes, los indios convertidos al cristianismo, que les servían de espías. El 19 de diciembre, unos mil colonos, guiados por uno de estos indios orantes, llegaron hasta el campamento indio en el que se escondía Filipo, en un pantano de Rhode Island. Tras una sangrienta batalla conocida como la batalla del Gran Pantano, los indios fueron totalmente derrotados. Dos tercios de ellos murieron, y los supervivientes, entre los que estaba el propio Filipo, sufrieron graves pérdidas durante el resto del invierno, ya que los colonos habían descubierto que los ataques por sorpresa en invierno y al amanecer eran mano de santo contra los indios. Sólo era cuestión de saber dónde atacar, y tenían espías para resolver este problema.

En 1676, los daneses derrotaron a los suecos en la sangrienta batalla de Lund. Después ocuparon Escania, el territorio que el rey Carlos X Gustavo de Suecia había arrebatado a Dinamarca casi veinte años atrás (y el motivo real por el que Dinamarca había entrado en la guerra de Holanda). El primer ministro danés, el conde de Griffenfeld, que era partidario del entendimiento con Francia y con Suecia, cayó en desgracia, pues sus enemigos encontraron una correspondencia secreta comprometedora que había mantenido con Francia. Fue condenado a muerte, pero se le conmutó la pena por la de cadena perpetua.

Ese año murieron:

El teólogo Robert Barclay publicó su Apología de la verdadera teología cristiana, en la que proseguía su labor de sistematización de la religión cuáquera.

En los últimos años, el gobernador de Virginia, William Berkeley, había tratado de crear un sistema de fuertes para proteger la colonia de posibles ataques de los indios, pero los habitantes de la zona más oriental de la colonia, más alejados del peligro indio, consideraron que eso era demasiado caro, que exterminar a los indios resultaba mucho más barato y eficiente. Esta postura había ido ganando adeptos desde que llegaron noticias de Nueva Inglaterra y de la guerra del Rey Filipo. Ese año, unos indios mataron a uno de los capataces de un terrateniente llamado Nathaniel Bacon (un pariente lejano del filósofo Francis Bacon). Había llegado a Virginia dos años atrás. Su esposa estaba emparentada con la esposa de Berkeley y ello le había facilitado la adquisición de dos plantaciones de considerable tamaño. Después del asesinato de su capataz, reunió a algunos granjeros y, por su cuenta, el 20 de abril mató a unos indios de un poblado cercano, que eran pacíficos y estaban desarmados. Bacon se convirtió así en un héroe local.

Mientras tanto, Europa seguía enzarzada en la guerra de Holanda: El príncipe de Montecuccoli tomó Philippsburg. El duque de Vivonne derrotó en Sicilia en tres ocasiones a la flota hispano-neerlandes y se adueñó de parte de la isla. En uno de los encuentros, sucedido el 21 de abril, fue herido el almirante Ruyter, que murió a los pocos días. El mariscal Anne Jules,  duque de Noailles, ocupó el Rosellón (que había sido tomada por los españoles en su incursión en Francia), cruzó los Pirineos, tomó Figueras.

Volviendo a Virginia, el apoyo popular permitió a Bacon forzar al gobernador Berkeley a que nombrara un nuevo consejo asesor, que emprendiera medidas drásticas contra los indios. Desde que Berkeley había sido restaurado en su cargo, tras la caída de Cromwell, no había tenido necesidad de renovar el consejo, que siempre secundó sus decisiones sin objeciones. Ahora, en cambio, se vio obligado a hacer lo que legalmente tenía que haber hecho hacía ya tiempo, y Bacon pasó a formar parte del nuevo consejo. Cuando iba a ocupar su asiento, Berkeley lo hizo arrestar, pero pronto se vio obligado a dejarlo en libertad.

La prosperidad de la comunidad cuáquera de Nueva Jersey era tal que George Cataret decidió que lo mejor era dividir la colonia en dos, y así, el 1 de julio, Nueva Jersey dejó de existir, y en su lugar se formaron las colonias de Jersey Oriental y Jersey Occidental (la ocupada por los cuáqueros).

Fernando de Valenzuela, el favorito de María Ana de Austria, había regresado a Madrid, donde se le nombró gentilhombre con derecho de precedencia sobre todos los demás.

Con la llegada de la primavera, la guerra del Rey Filipo se había recrudecido, pero en agosto los indios de Nueva Inglaterra fueron rechazados hasta su último baluarte, y el 12 de agosto Filipo fue asesinado por otro indio, lo que puso fin a la guerra. Los indios nunca volverían a ser un problema en Nueva Inglaterra, aunque la guerra había salido cara a los colonos: doce poblaciones habían sido totalmente destruidas, y otras cuarenta habían sufrido daños en grados diversos. La cabeza del rey Filipo fue expuesta en una estaca en Plymouth durante veinte años. Los intentos de convertir a los indios al cristianismo cesaron prácticamente por completo. Los indios: cuanto más lejos, mejor.

Mientras tanto, Nathaniel Bacon se había puesto al fente de un grupo de hombres armados y el 18 de septiembre marchó sobre Jamestown, la capital de Virginia. La tomó y al día siguiente la incendió. El gobernador Berkeley se había visto obligado a huir. Sin embargo, Bacon tuvo demasiado éxito. Cuando parecía que se iba a convertir por la fuerza en el nuevo gobernador de Virginia, muchos colonos temieron que acabara convirtiéndose en un Cromwell local y le retiraron su apoyo. Al final todo se resolvió más fácilmente de lo previsto, porque Bacon murió de disentería el 26 de octubre.

La guerra de Devolución
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