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LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
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El general Amado Balmes, gobernador militar de Las Palmas de Gran Canaria, murió accidentalmente al dispararse un tiro en el vientre mientras trataba de desencasquillar su pistola. Su entierro le brindó al general Franco la excusa perfecta para desplazarse de Tenerife a Gran Canaria sin despertar sospechas. Llegó el 17 de julio de 1936 con su mujer y su hija. Allí estaba el avión que debía trasladarlo a Marruecos en cuanto se iniciara el golpe de Estado. Esa mañana, varios oficiales se reunieron en Melilla para trazar los planes de ocupación de los 18 edificios públicos de la ciudad. Los pusieron al corriente de los falangistas, uno de los cuales informó al dirigente local de Unión Republicana, el cual informó al general Manuel Romerales, comandante militar de Melilla, el cual informó a su vez a Casares Quiroga. Por la tarde, Romerales envió una patrulla de soldados y guardias de asalto a registrar el lugar donde se habían reunido los conjurados. El coronel Darío Gazapo retrasó el registro y, cuando recibió órdenes de Romerales para que lo permitiera, llamó al cuartel de la Legión, que envió un grupo de legionarios que arrestó a la patrulla. El coronel Juan Seguí, jefe de los falangistas en Melilla, entró pistola en mano en el despacho de Romerales y lo arrestó. Los oficiales sublevados proclamaron el estado de guerra y, siguiendo el plan previsto con un día de antelación, tomaron todos los edificios públicos melillenses. Las sedes de los partidos del Frente Popular fueron clausuradas y los dirigentes republicanos y de izquierdas fueron detenidos. Melilla quedó bajo la ley marcial. El último foco de resistencia fue la base de hidroaviones de Atalayón, donde el comandante Virgilio Leret permaneció atrincherado con sus hombres hasta que se les acabaron las municiones, momento en que se rindió y fue apresado. Durante la resistencia de Leret murieron un sargento y un soldado marroquíes, que fueron las primeras víctimas mortales del alzamiento.

El ministro de Marina, José Giral, ordenó que varios barcos de guerra se dirigieran al estrecho de Gibraltar para impedir el paso de tropas desde África hasta la península. Sin embargo, dos destructores, después de acatar la orden de cañonear Ceuta, entraron en Melilla para unirse a los rebeldes. Otros buques se unieron inmediatamente a los rebeldes y empezaron a transportar tropas de Ceuta a Cádiz.

La capital del protectorado español de Marruecos era Tetuán. La máxima autoridad militar era el general Agustín Gómez Morato, que en ese momento se encontraba en Larache y fue informado de lo que estaba sucediendo en Melilla por una llamada de Santiago Casares Quiroga. Inmediatamente se subió a una avioneta para dirigirse al lugar, pero fue detenido nada más aterrizar. Mientras tanto, el coronel Seguí ya había telefoneado al teniente coronel Eduardo Saenz de Buruaga, el jefe de los golpistas en Tetuán, así como a Juan Yagüe, que estaba en Ceuta. Éste se hizo con el control de la ciudad sin disparar un solo tiro.

José Antonio Primo de Rivera redactó ese día un manifiesto de apoyo al alzamiento.

A las cuatro de la madrugada del 18 de julio fue despertado Francisco Franco con la noticia del adelanto del golpe y de su éxito en Ceuta, Melilla y Tetuán. El general embarcó a su mujer y a su hija con rumbo a Francia y a las dos de la tarde subió al Dragon Rapide que lo llevó a Marruecos. Mientras tanto Virgilio Leret y otros dos oficiales de Melilla eran fusilados. La única ciudad importante del protectorado leal al gobierno era Larache, pero tras una lucha en la que murieron dos oficiales rebeldes y cinco guardias de asalto republicanos la ciudad quedó en manos de los golpistas. Los pocos militares que se habían mantenido fieles al gobierno habían sido fusilados o bien habían huido al Marruecos Francés. De Sevilla partieron aviones que bombardearon Melilla, Ceuta, Larache y Tetuán. En Tetuán cayeron ocho bombas que provocaron una revuelta de los marroquíes, ajenos al golpe de Estado, contra los españoles. No obstante, los rebeldes contaron con el apoyo del visir Sidi Ahmed el Ganmia, quien habló con los amotinados y los apaciguó. De hecho, el bombardeo contribuyó a que los marroquíes se alinearan con los rebeldes en contra de los republicanos que habían arrojado las bombas. Por la tarde todo el Protectorado Español de Marruecos estaba en manos de los rebeldes.

A mediodía, el general rebelde Luis Orgaz, siguiendo las instrucciones que le había dejado Franco, se había hecho con el control de las islas Canarias.

Las primeras víctimas mortales en la península se produjeron en Sevilla, donde los rebeldes estaban dirigidos por el general Gonzalo Queipo de Llano. Tras haber arrestado a los oficiales leales al gobierno, en algunas ocasiones mediante engaños, envió tropas al centro de la ciudad, que sobre las tres de la tarde repelieron a una columna de guardias de asalto y civiles armados por éstos, mientras que otra columna se dispuso a proteger el gobierno civil. Una muchedumbre de izquierdistas se congregó sin saber muy bien qué hacer. Finalmente se dirigió al Parque de Artillería en busca de armas, pero allí fueron tiroteados sin previo aviso por los militares y murieron once personas. Luego se dedicaron a saquear los barrios ricos de la ciudad. Tres falangistas y dos o tres sacerdotes fueron linchados y varias iglesias fueron incendiadas. Cuando los rebeldes pusieron en juego la artillería, con la que dispararon a varios edificios de la ciudad, incluyendo el gobierno civil, los republicanos no tardaron en rendirse. Así los sublevados se hicieron con el centro de la ciudad, pero los republicanos todavía controlaban los barrios más humildes. Por la noche los rebeldes controlaban también el aeropuerto de Tablada, de donde habían partido los aviones que habían bombardeado Tetuán y otras ciudades africanas.

En Córdoba, siguiendo órdenes de Queipo de Llano, el Coronel Ciriaco Cascajo logró que las autoridades civiles se rindieran mediante el uso de la artillería contra el edificio del gobierno civil y con el incendio de las sedes del Partido Comunista de España y de la CNT. Muchos pueblos de la provincia quedaron en manos de los sublevados, pero en los días siguientes cambiarían de bando varias veces.

En Navarra no se esperaba ninguna oposición al Golpe, pero el comandante de la Guardia Civil, José Rodríguez Medel, permaneció leal a la República. El general Mola habló con él por teléfono para intentar convencerlo, pero resultó inútil. No obstante, Rodríguez Medel tenía su servicio de inteligencia particular, que le informó de que la situación estaba perdida (su esposa tenía una sombrerería a la que acudían las esposas de todas las autoridades de Pamplona). Cuando reunió a sus hombres y los arengó concluyendo con un ¡Viva la República!, fue contestado con varios ¡Viva España! Entonces intentó huir hiriendo con su pistola a un guardia civil, tras lo cual otro lo mató con un subfusil. El coronel Alfonso Beorlegui, designado por Mola, se puso al frente de la Guardia Civil de Navarra.

En Burgos, el general Domingo Batet había tratado de mantener la lealtad del ejército a la República y ya el día anterior había ordenado algunos arrestos, pero ningún oficial acudió a una reunión que había convocado, y finalmente fue arrestado al anochecer.

La tripulación de los dos buques que se habían pasado al bando sublevado en Melilla se sublevó a su vez contra sus oficiales y llevaron los barcos a la base naval de Cartagena.

Dolóres Ibárruri se hizo famosa por una serie de discursos que retransmitió por radio. Ese día pronunció uno en el que repitió varias veces la consigna ¡No pasarán!, que había popularizado Philippe Petain en Verdún, durante la Primera Guerra Mundial. De repente se había vuelto demócrata, pues llamó a todos los obreros y militares, hombres y mujeres, a defender la democracia frente al fascismo.

Lucky Luciano fue condenado de 30 a 50 años de cárcel por 62 delitos de obligación a la prostitución. Desde la cárcel siguió dirigiendo sus "negocios familiares" a través de Vito Genovese. Ese año también fue detenido Johny Torrio, acusado de evasión de impuestos. Se declaró culpable y fue condenado a dos años de cárcel.

Santiago Casares Quiroga presentó su dimisión, y Manuel Azaña, esa misma noche, pidió a Diego Martínez Barrio que formara un nuevo gobierno que incorporase elementos de derechas y que excluyera a los comunistas. Sin embargo, los socialistas se negaron a participar y el 19 de julio se formó un gobierno con Izquierda Republicana (el partido de Azaña), Unión Republicana (el de Martínez Barrio) y el minúsculo Partido Nacional Republicano, que ni siquiera se había presentado a las últimas elecciones. El propósito del nuevo gobierno era tratar de llegar a un consenso que evitara una guerra civil. Martínez Barrio se puso en contacto telefónico con varios militares, incluido el propio Mola, quien le replicó que era demasiado tarde. Ese día Mola envió una nueva circular en la que incidía en un punto que ya había señalado en la primera:

Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado.

Tras su fracaso en su intento de conciliación, Martínez Barrio dimitió y Azaña reunió a todos los partidos políticos que seguían colaborando con la República para buscar un sustituto. Largo Caballero puso como condición para participar en el gobierno que se licenciara a todos los soldados y se dieran las armas a los sindicatos, así que Azaña nombró presidente del Consejo de Ministros a  José Giral, ministro de Marina y diputado por Izquierda Republicana. Los sindicatos CNT y UGT convocaron una huelga general.

A las siete y media de la mañana, tras haber pasado la noche en Casablanca, Franco había llegado a Tetuán. Recorrió sus calles repletas de gentes que gritaban ¡Viva Franco! Luego redactó un discurso que se emitió por las emisoras de radio locales en las que daba por hecho el triunfo del golpe de Estado. Entre sus primeras actuaciones estuvo enviar a un emisario a Portugal, que informara a Sanjurjo, y que después debía dirigirse a Italia a pedir ayuda a Mussolini. También envió emisarios a Hitler. Por su parte, Mola también había enviado sus propios emisarios.

A las dos de la mañana el ejército, dirigido por el general Fidel Dávila, y la Guardia Civil habían tomado Burgos sin apenas resistencia.

Ese día empezaron a desembarcar en Cádiz legionarios procedentes de Marruecos. El alzamiento en la ciudad se había iniciado el día anterior, bajo el mando de los generales José López-Pinto y José Enrique Varela, pero sólo con la llegada de los legionarios se rindió el alcalde y el gobernador civil. Desde Cádiz, los legionarios recibieron orden de avanzar hacia Sevilla. Allí, Queipo de Llano se estaba haciendo célebre (entre otras características más sanguinarias) por su uso sistemático de la radio como instrumento de propaganda, a través de la cual emitía constantemente bandos y proclamas. Ese mismo día, advirtiendo de la llegada de los legionarios, dijo: "Los moros cortarán la cabeza a los comunistas y violarán a sus mujeres. Los canallas que aún pretendan resistir serán abatidos como perros." Sin embargo, cuando apenas habían sido transportados unos centenares de legionarios, la tripulación de los barcos que transportaban las tropas se rebelaron contra sus oficiales y se pasaron al bando republicano.

El día anterior se había organizado en Huelva una columna de varios centenares de mineros que se proponían llevar 250 kg dinamita a Sevilla para combatir a los insurrectos. Contaban con 14 camiones que habían requisado a una compañía minera. Durante el trayecto se les fueron uniendo otros voluntarios. Su plan era entregar la dinamita a unos guardias civiles enviados por el gobernador civil de Huelva, pero éstos se pasaron al bando de los sublevados y Queipo de llano les ordenó interceptar la columna. Los guardias civiles prepararon una emboscada y, tras intercambiar unas pocas palabras, ametrallaron los camiones, en varios de los cuales estalló la carga de dinamita causando la muerte a 25 mineros. Otros 75 fueron hechos prisioneros y el resto consiguió huir.

Madrid era el punto más débil de la sublevación. Mola contaba allí con la colaboración de tres generales: Joaquín Fanjul, Miguel García de la Herrán y Rafael Villegas, pero no se sabía a ciencia cierta quién más podría unirse al golpe. Las órdenes eran contemporizar para que pudieran llegar refuerzos a la capital desde otros puntos del país, pero no se había trazado ningún plan concreto. Ni siquiera estaba claro quién de ellos estaba al mando. José Giral autorizó el reparto de armas entre los civiles, cosa que no habían consentido ni Casares Quiroga ni Martínez Barrio, y así se intentó repartir los 65.000 fusiles que se encontraban en el Parque de Artillería, pero todos excepto 5.000 de ellos eran inservibles sin sus "cerrojos", piezas que por seguridad estaban custodiadas en el Cuartel de la Montaña, al oeste de Madrid. Allí estaba Fanjul, que se negó a acatar la orden de entregar los cerrojos. Desde allí el general trató de salir para ocupar los alrededores, pero para entonces ya se habían congregado en el exterior unas 8.000 personas, entre guardias de asalto, guardias civiles y milicianos de la UGT y la CNT armados con los 5.000 fusiles disponibles. Ante la imposibilidad de atravesar la muchedumbre, los militares dispararon ráfagas de ametralladora y la multitud se replegó, pero los insurrectos quedaron sitiados. Fanjul estaba incomunicado, con 2.000 soldados y 500 falangistas. Mediante señales luminosas, logró pedir refuerzos a García de la Herrán.

El General Manuel Goded no había tenido dificultades para hacerse con el control, casi sin violencia, de tres de las islas Baleares: Mallorca, Ibiza y Formentera. Informado de que los rebeldes de Barcelona estaban ocupando con éxito la ciudad, procedió a embarcar, y sobre el mediodía estaba ya en la capital catalana. El gobierno de la Generalidad se había negado a distribuir armas entre los civiles, porque recelaba de los socialistas y comunistas que no eran nacionalistas catalanes. Sólo armó a los miembros de las juventudes de Esquerra Republicana de Catalunya. No obstante, los militantes de UGT habían incautado dinamita y habían pasado la noche anterior fabricando bombas caseras, mientras que la CNT había tomado por asalto varios depósitos de armas. Ahora formaban barricadas desde las que obstaculizaban el despliegue de los sublevados. La Guardia Civil se mantuvo leal a la Generalidad, y los rebeldes sufrieron también ataques aéreos. Poco a poco, las fuerzas republicanas se fueron imponiendo y Goded quedó atrapado en la Capitanía General, donde terminó rindiéndose y se salvo por poco del linchamiento.

En Barcelona tenía que haberse inaugurado ese día la Olimpiada Popular, unos juegos olímpicos alternativos que había organizado el gobierno español como protesta a los juegos olímpicos oficiales, que iban a celebrarse en Berlín unas semanas más tarde. Se habían inscrito unos 6.000 atletas de 22 países, principalmente vinculados a clubes deportivos de sindicatos y partidos de izquierda. Las delegaciones de Alemania e Italia estaban formadas por exiliados. Por razones obvias los juegos tuvieron que ser cancelados de forma precipitada. Muchos atletas nunca llegaron a Barcelona, otros se marcharon precipitadamente, y algunos se quedaron a luchar por la República.

El 20 de julio el Cuartel de la Montaña estaba siendo atacado con artillería y la aviación. Fanjul estaba herido. En varias ocasiones se agitó una bandera blanca desde una ventana, pero cada vez que la multitud se abalanzó sobre el edificio esperando la rendición fue recibida con ráfagas de ametralladora. Finalmente la muchedumbre pudo abrirse paso y penetró en el edificio. Muchos militares fueron linchados. Un corpulento miliciano empezó a lanzar oficiales por una ventana. Fanjul y otros oficiales pudieron ser evacuados y encarcelados. Mientras tanto García de la Herrán murió a manos de sus propios soldados, que después se mostraron leales al gobierno de la república.

En general, la revuelta estaba triunfando en todas las provincias del cuarto noroccidental de España, tal y como se indica en el mapa, con la salvedad de la costa septentrional: Asturias, Cantrabria y parte del País Vasco. Casi todas las tropas regulares asturianas estaban concentradas en la capital, Oviedo, y se habían unido a la revuelta, dirigidas por el coronel Antonio Aranda, pero se encontraban aisladas. En la vecina Gijón el coronel Antonio Pinilla también se había sublevado, pero muchos de sus hombres se rindieron a los republicanos y quedó atrincherado en el cuartel de Simancas con apenas 350 hombres.

En Granada, el general Miguel Campins trató de jugar a dos bandas. Había asegurado a las fuerzas republicanas la lealtad de sus hombres a la vez que enviaba un telegrama a Franco poniéndose a sus órdenes. Pero Queipo de Llano dio órdenes telefónicas de detener a Campins, de lo que se encargó el coronel Antonio Muñoz. Éste, junto con Basilio León organizó la ocupación de la capital granadina, que se logró sin gran dificultad, salvo el barrio del Albaicín, donde los republicanos levantaron barricadas.

El general Sanjurjo despegó de Estoril con destino a Burgos, donde debía ponerse al frente de la insurrección, pero la pista era muy corta y una rueda chocó con la copa de un árbol, el avión cayó y al estrellarse se incendió. El piloto pudo salvarse con quemaduras graves, pero Sanjurjo murió carbonizado.

El principal problema de Franco era que sus tropas estaban aisladas sin más que unas pequeñas embarcaciones marroquíes para cruzar el estrecho de Gibraltar. El general Alfredo Kindelán, que había organizado las fuerzas aéreas españolas, se había unido a los rebeldes y se encontraba casualmente en Cádiz, organizó un puente aéreo por el que se empezaron a transportar desde Tetuán unos 120 legionarios por día, claramente insuficiente teniendo en cuenta que eran unos 30.000 los hombres que debían cruzar.

José Giral se puso en contacto telefónico con el primer ministro francés, Léon Blum, al que le pide ayuda para contener a los militares sublevados. Blum accede, pero poco después se retractaría por la oposición del presidente de la República, Albert Lebrun, de su socio radical, Édouard Herriot, de la derecha francesa y, sobre todo, de Gran Bretaña, que manifestó que no ayudaría a Francia si se veía involucrada en una guerra contra Alemania a causa de su intervención en España. Los británicos veían claramente que la República Española estaba en plena revolución comunista, y no estaban dispuestos a ayudar a que el comunismo se implantara en Occidente. También pesaba el hecho de que Gran Bretaña seguía aspirando a contener a Alemania evitando cualquier actuación que ésta pudiera considerar una provocación.

En Montreux (Suiza) se firmó un acuerdo internacional por el que se asignaba a Turquía el control de los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos, a cambio de garantizar el tránsito libre en tiempos de paz. Hasta entonces el control de los estrechos estaba en manos de una comisión dependiente de la Sociedad de Naciones. La Convención de Montreux había sido convocada a instancias del gobierno turco, y fue un gran logro diplomático de Atatürk.

En Barcelona fueron tomados los últimos reductos de los sublevados. Entre los rebeldes detenidos estaba Ramón Mola, hermano de Emilio Mola, que se suicidó esa noche de un tiro. El fracaso de la insurrección en Barcelona llevó al mismo resultado en el resto de Cataluña. En esos momentos los anarquistas contaban con unos 30.000 hombres armados en Barcelona, frente a los 5.000 con que contaban las fuerzas de seguridad. Esa noche una delegación anarquista se entrevistó con Lluís Companys, el presidente de la Generalidad, que comprendió que en esos momentos carecía de poder efectivo. El 21 de julio Companys se vio obligado a formar el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, que en la práctica se convirtió en un gobierno paralelo. Inmediatamente empezó a crear Patrullas de Control, que empezaron a perseguir a presuntos fascistas. Militares, empresarios, sacerdotes y sospechosos varios eran arrestados, torturados para obtener cualquier información sobre otros posibles partidarios del golpe de Estado y finalmente "se les daba el paseo", es decir, se los llevaba en coche a algún lugar aislado y se les asesinaba, huelga decir que sin ninguna clase de juicio.

Algo similar sucedía en muchas otras localidades bajo el control republicano, y entre las más destacadas estaba Madrid. Ese día, por ejemplo, varios comunistas armados con pistolas se presentaron en el domicilio de José Ortega y Gasset para "pedirle por favor si tenía a bien y no le causaba incomodo alguno" firmar un manifiesto contra el golpe de Estado y en favor del gobierno republicano. El filósofo estaba enfermo y fue su hija quien habló con los comunistas. Sabía que su padre no firmaría eso, y en una conversación muy tensa los convenció para que redactaran otro texto mucho más corto y menos politizado, que finalmente Ortega firmó, al igual que otros intelectuales. Unos días más tarde huiría de España. También huyó el poeta Juan Ramón Jiménez que, a pesar de sus simpatías por la república, no se consideró seguro en Madrid y emigró a los Estados Unidos.

El pintor Salvador Dalí no quiso pronunciarse en modo alguno sobre la guerra civil. Se instaló en Francia y rechazó adherirse a ninguno de los bandos. Ese año participó en una exposición internacional de pintura surrealista en Londres, donde dio una conferencia titulada Fantômes paranoiques authentiques, que impartió vestido de buzo, con casco incluido.

En la zona sublevada no hacía falta la cooperación popular para eliminar "rojos", porque el ejército se bastaba y se sobraba. No obstante, los falangistas y los carlistas colaboraron en lo que pudieron. En Valladolid, por ejemplo, Onésimo Redondo (que había sido liberado de la cárcel por los sublevados) había organizado una "patrulla del amanecer", que fusilaba unas 40 personas al día. El general Mola tuvo que enviar un comunicado pidiendo que las ejecuciones se hicieran en lugares discretos y que enterraran a los muertos. En Zaragoza se mató a unas 6.000 personas en ese año.

El día anterior varios barcos sublevados contra los sublevados habían confluido en el puerto de Tánger (bajo control internacional) con la intención de repostar, pero Franco había catalogado a la flota de pirata y las autoridades de Tánger se escudaron en esto para negarles los aprovisionamientos requeridos. Entonces se dirigieron a la colonia británica de Gibraltar. Las autoridades locales consultaron con Londres, pero Franco protestó alegando que la tripulación era comunista y que había apresado, e incluso matado o herido, a los oficiales al mando. De nuevo se les negó el aprovisionamiento, que finalmente obtuvieron de un petrolero enviado desde Málaga, que permitió a los barcos dirigirse a dicho puerto.

El fracaso de la sublevación en Cataluña contribuyó significativamente a que ni siquiera llegara a estallar en Valencia. Los sindicatos UGT y CNT crearon milicias para controlar a los militares y el 22 de julio formaron un Comité Ejecutivo Popular a imitación del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, que en la práctica se convirtió en el gobierno de la provincia de Valencia y de parte de Castellón y Alicante.

El coronel José Moscardó se negaba a entregar al gobierno republicano las municiones de la Fábrica de Armas de Toledo, así que se enviaron tropas desde Madrid bajo el mando del general José Riquelme. Cuando llegó la primera avanzadilla, Moscardó terminó replegándose al Alcázar de Toledo con 800 guardias civiles y 110 civiles, además de otros 670 no combatientes (500 mujeres y 50 niños, principalmente familiares). Se inició así un asedio en el que participaron unos 5.000 milicianos republicanos.

Ese día los enviados de Franco se entrevistaban con Mussolini en Roma.

Tras varios días de combate por las calles de Sevilla, la artillería de los sublevados logró acabar con todas las barricadas que los obreros habían levantado. La caballería terminó con los últimos focos de resistencia. En Granada la radio había difundido un ultimátum por el que se concedía tres horas a los defensores del barrio del Albaicín para que dejaran salir a mujeres y niños, mientras los hombres debían permanecer en sus viviendas con las puertas abiertas y los brazos en alto. Las mujeres salieron, pero los hombres continuaron combatiendo y los sublevados emplearon incluso bombardeos aéreos contra ellos.

En Cleveland se localizó una nueva víctima de El Asesino de los Torsos. Era un hombre, también decapitado y desmembrado, que al parecer llevaba varios meses muerto.

A medida que los sublevados consolidaban sus posiciones en el norte, siguiendo el plan de Mola, empezaron a formarse columnas que avanzaban hacia el Sur y que se encaminaron hacia la sierra de Guadarrama, para ocupar los pasos de montaña que permitirían descender sobre Madrid. Por su parte, de la capital se enviaron tropas hacia el norte para proteger dichos pasos y se produjeron cruentos combates en distintos puntos. Ese día murió en combate Luis Cuenca, el asesino de Calvo Sotelo, y el 23 de julio murió Fernando Condés. Entre las unidades de milicianos de la República fue especialmente famoso el "Quinto Regimiento", organizado por el Partido Comunista de España siguiendo esquemas del Ejército Rojo ruso. Contaba con un comisario político que tenía que aprobar las órdenes de los oficiales militares para que fueran cumplidas.

Los ataques en el Albaicín se intensificaron y los defensores terminaron huyendo o rindiéndose, probablemente por falta de municiones. Al día siguiente toda la capital granadina y sus alrededores estaba bajo el control de los sublevados, que habían hecho un gran número de prisioneros.

Eduardo Saenz de Buruaga se trasladó desde Tetuán a Córdoba, que se encontraba aislada, y empezó a organizar columnas para ocupar los pueblos cercanos, especialmente para asegurar las comunicaciones con Sevilla.

Los republicanos amenazaron a José Moscardó con matar a su hijo si no rendía el alcázar de Toledo. Moscardó no cedió y los republicanos no mataron a su hijo, pero lo mantuvieron encarcelado.

La Convención Nacional del partido Demócrata estadounidense se celebró en Filadelfia, y Franklin D. Roosevelt fue elegido por unanimidad como candidato a la reelección, acompañado por el vicepresidente J.N. Garner. En la convención se tomó otra decisión importante, a instancias de Roosevelt, y fue la de eliminar la condición de que el candidato a la presidencia debía conseguir dos tercios de los votos para ser admitido. Esa regla había dado muchos quebraderos de cabeza en el pasado, ante la falta de acuerdo y, lo que era más importante, había permitido a los representantes de los Estados sureños descartar a cualquier candidato que no fuera "suficientemente sensible" a las necesidades de dichos Estados, es decir, que no estuviera dispuesto a tolerar el régimen de segregación al que estaban sometidos los negros a través de leyes racistas redactadas con la prestidigitación oportuna para no resultar inconstitucionales. A partir de ese momento el Partido Demócrata dejaba de ser el representante de los intereses sureños para convertirse en el partido del "New Deal", es decir, de las políticas de intervención estatal en la economía en aras de una mayor justicia social.

Para suplir el vacío de autoridad que había dejado la inesperada muerte del general Sanjurjo, el 24 de julio el general Mola organizó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el más veterano de los generales de división golpistas: Miguel Cabanellas. Mola fue nombrado general en jefe del ejército del Norte, mientras que Franco y Queipo de Llano, que no pertenecían a la Junta, fueron nombrados jefe del ejército de Marruecos y jefe de las fuerzas en Andalucía, respectivamente.

Ese día salió de Barcelona la columna Durruti, una columna de unos 2.500 milicianos anarquistas que pretendían liberar Zaragoza bajo la dirección de Buenaventura Durruti. No tenían medios para conseguir tal objetivo, pero "liberaban" los pueblos por los que pasaban, instaurando el comunismo libertario. Otra columna de 800 hombres recibió el nombre de Columna Sur Ebro o Columna Ortíz, por el nombre de su capitán, Antonio Ortíz.

Onésimo Redondo llegó con otros fascistas al pueblo segoviano de Labajos, donde confundió con fascistas a un grupo de militantes anarquistas que habían rebasado el frente. No volvería a cometer el mismo error, pues murió allí mismo acribillado a balazos.

Shirley Temple protagonizó cuatro películas ese año. Ese día se estrenó una de ellas, Pobre niña rica.

El 25 de julio Hitler recibió a los enviados de Franco, que le pidieron 10 aviones, pero Hitler les concedió 20. Se crearon dos empresas pantalla para que la operación no se pudiera vincular al gobierno alemán. Ese día la flota republicana bombardeó Ceuta. Ese día Alemania reconoció la soberanía italiana sobre Etiopía.

De Barcelona seguían saliendo columnas anarquistas hacia Aragón. Ese día salió la columna Ascaso, llamada así por Francisco Ascaso, un anarquista fallecido cinco días antes en la capital catalana. Contaba con unos 2.000 milicianos.

El 26 de julio la flota republicana bombardeó Melilla, pero fue a su vez bombardeada por la aviación de Franco.

El 27 de julio llegaron a España los primeros aviones italianos, que se sumaron al transporte de tropas de Marruecos a Cádiz. Pronto llegaron también los alemanes. Así el cruce del estrecho se agilizó notablemente. Ese día el periodista estadounidense Jay Cooke Allen entrevistó a Franco en Tetuán, y publicó un artículo con estas palabras:

—¿Durante cuánto tiempo se prolongará la situación ahora que el golpe ha fracasado?
—No puede haber ningún acuerdo, ninguna tregua. Salvaré a España del marxismo a cualquier precio.
—¿Significa eso que tendrá que fusilar a media España?
—He dicho a cualquier precio.

En efecto, los combates en la sierra de Guadarrama se habían estabilizado y se había formado un frente que frustraba definitivamente el plan original de Mola de apoderarse rápidamente de Madrid, por lo que ya estaba claro que el golpe de Estado había fracasado, en el sentido de que los sublevados no habían podido toma el control de toda España, sino que ésta había quedado dividida en dos mitades, lo que suponía el comienzo de una guerra civil (que fue declarada oficialmente por la Junta de Defensa Nacional el 28 de julio). El ejército estaba dividido más o menos en partes iguales entre ambos bandos, pero el autodenominado "bando nacional" contaba con el ejército de África, que era el mejor preparado. Los nacionales veían la situación con optimismo, pues pensaban que estaban en condiciones de atenazar por dos frentes a los republicanos y que en cosa de un mes o dos habrían acabado con ellos.

Cary Grant había terminado su contrato con la Paramount con el rodaje de Regalo de bodas, y decidió no renovarlo y convertirse así en el primer actor autónomo de Hollywood. Su primera película en esta nueva situación fue La asombrosa aventura de Ernest Bliss, que fue un gran fracaso de taquilla. Suzy (rodada después pero estrenada unos días antes) había tenido algo más de éxito. Al poco tiempo firmaría dos contratos simultáneos con la RKO y con Columbia Pictures.

El 29 de julio aviones republicanos bombardearon Granada y aviones nacionales bombardearon Gijón.

El 30 de julio se estrenó María de Escocia, dirigida por John Ford, y en la que Katherine Hepburn interpreta a María Estuardo. Actualmente se considera una gran interpretación, pero en su momento no tuvo mucho éxito. Unos meses más tarde tendría un tercer fracaso con Una mujer se rebela.

El 1 de agosto el diario ABC publicó en Sevilla una proclama de Franco en la que se leía:

Este es un movimiento nacional, español y republicano que salvará a España del caos en que se pretendía hundirla. No es el movimiento de defensa de determinadas personas; por el contrario, mira especialmente por el bienestar de las clases obreras y humildes.

Diego Martínez Barrio hizo unas declaraciones ese mismo día que reflejaban un punto de vista muy distinto:

Simplemente se trata de sustituir la voluntad general del pueblo entero por la de una clase deseosa de perpetuar sus privilegios. Ni amor a España, ni inquietud por el cuerpo de la Patria, ni temores de desmembramiento, ni zozobra por el desarrollo de su economía. Nada de lo que se ha dicho y propagado es el verdadero origen de la revuelta. Se disfrazan con frases sonoras para encubrir la turbia e inconfundible realidad.

Juan de Borbón, el heredero del derrocado Alfonso XIII, cruzó la frontera española desde Francia con la intención de reunirse en Burgos con la Junta de Defensa Nacional, pero fue interceptado en Aranda de Duero y, el general Mola lo devolvió al exilio con la indicación de que si volvía a entrar en España lo haría fusilar "con todos los honores que a su elevado rango correspondan".

Léon Blum, viéndose imposibilitado para ayudar a la República Española por las presiones que estaba recibiendo, propuso un pacto de no intervención a los países europeos, para evitar al menos que otros países ayudaran al bando nacional.

Ese día se inauguraron en Berlín los Juegos Olímpicos de la XI Olimpiada. Participaron 3.963 atletas de 49 países. Por primera vez se llevó la llama olímpica desde Atenas mediante relevos, un total de 3.422 durante 12 días. Hitler entró en el estadio olímpico mientras un coro de 3.000 alemanes cantaba Deutschland, Deutschland,über alles... y el dirigible Hindenburg sobrevolaba el lugar. Fueron los primeros juegos olímpicos retransmitidos por televisión. Aunque el Comité Olímpico Internacional había adoptado un Himno Olímpico oficial en la edición anterior, autorizó que en Berlín se interpretara otro encargado por el gobierno para la ocasión a Richard Strauss.

El 2 de agosto una columna por unos cuatrocientos o quinientos hombres, principalmente guardias civiles y algunos anarquistas, salió de Valencia bajo el mando del capitán de la Guardia Civil Manuel Urribarri y se apoderó de la isla de Ibiza.

Al mismo tiempo salían de Sevilla dos columnas de legionarios dirigidas por el teniente coronel Asensio Cabanillas y el teniente coronel Heliodoro de Tella. Su misión era conquistar el sur de Extremadura y unir así la parte de Andalucía controlada por los nacionales con la zona septentrional, para luego atacar Madrid. En los dos primeros días avanzaron 80 km sembrando el terror entre quienes se oponían a ella. El 3 de agosto partió una tercera columna hacia el este bajo el mando de Antonio Castejón.

Antes del amanecer aviones republicanos habían bombardeado Zaragoza. Tres de las bombas habían caído sobre la basílica del Pilar, pero no estallaron. La prensa no tardó en encontrar la explicación: había sido un milagro de la Virgen del Pilar, patrona de España, que estaba de parte de los nacionales, como no podía ser de otra manera.

El atleta estadounidense Jesse Owens ganó la medalla de oro de los 100 metros lisos en Berlín, con un tiempo de 10.3 segundos. Unos meses antes había batido el récord del mundo en Chicago con un tiempo de 10.2 segundos. Durante mucho tiempo se dijo que Hitler se había negado a felicitarlo porque no cuadraba en sus esquemas que un negro aventajara a los mejores atletas alemanes, pero esto no es cierto. Dejando de lado que Hitler no debió de tener ningún problema en aceptar que lo que para él sería probablemente un animal corriera más rápido que un humano, como sucede con muchos animales, lo cierto es que Owens rebatió siempre esa afirmación. Hitler sólo saludó a los atletas los dos primeros días de los juegos, y a partir del tercer día no estuvo presente en ninguna entrega de medallas, pero el día en que ganó Owens, cuando Hitler abandonaba el estadio pasó cerca de Owens y se paró a felicitarlo y estrecharle la mano. Owens llevaba siempre en su cartera una foto en la que Hitler le ofrecía su mano. Además, recibió, como los demás medallistas, una carta de felicitación oficial firmada por Hitler. Por el contrario, Owens siempre se lamentó de que en Berlín podía hospedarse en cualquier hotel, mientras que en los Estados Unidos sólo podía registrarse en hoteles para negros, así como de que el presidente Roosevelt nunca lo invitó a la Casa Blanca ni le envió un simple telegrama para felicitarlo por sus medallas olímpicas (consiguió cuatro en total), como hubiera sucedido sin duda si no hubiera sido negro o, tal vez, simplemente si no hubiera sido año de elecciones presidenciales.

Grecia estaba pasando por una oleada de huelgas, así que, para conjurar la amenaza de un golpe de Estado comunista, el 4 de agosto el primer ministro en funciones Ioannis Metaxás declaró el estado de emergencia, abolió el parlamento y, con la aprobación del rey Jorge II, instauró un régimen fascista. Asumió el título de Arhigos (el equivalente a Führer, Duce o Caudillo), persiguió duramente a los comunistas mediante una policía política brutal. Unas 15.000 personas fueron encarceladas y en ocasiones exiliadas por motivos políticos. La policía recurría en ocasiones a la tortura, pero no constan asesinatos políticos ni se implantó la pena de muerte. El fascismo griego que modeló Metaxás no era imperialista, al contrario que el nazismo alemán o el fascismo italiano, ni era racista. Era exclusivamente nacionalista. Reivindicaba los ideales militaristas y de sacrificio de la antigua Esparta, y el cristianismo de Bizancio, pero la censura prohibió obras de Platón, Tucídides y Jenofonte. Impuso el saludo romano que se usaba también en Alemania e Italia, si bien Metaxás afirmó que era de origen griego (el antiguo saludo al dios Apolo). Desde un punto de vista político más pragmático imitó la dictadura portuguesa de António Salazar.

Ese día Franco fue incorporado a la Junta de Defensa Nacional. Apenas hubo llegado a Tetuán fue informado de que su primo Ricardo de la Puente se había declarado fiel a la República y había sido arrestado. Con su permiso, fue juzgado y condenado a muerte por el delito de traición. Franco delegó en el general Orgaz para que firmara la sentencia y ese día fue fusilado en Ceuta.

El 5 de agosto Franco decidió usar la aviación de que disponía para emprender una operación muy arriesgada: transportar por mar 3.000 soldados junto con artillería y municiones desde Ceuta hasta Algeciras. Para ello disponía de dos transportes sin más escolta que un cañonero, un guardacostas y un viejo torpedero. Ninguno tenía posibilidades si se encontraba con uno de los varios destructores con que el gobierno republicano bloqueaba el estrecho. La aviación se usó para detectar la posición de los destructores enemigos y para atacarlos si era preciso. La operación fue sorprendida por el destructor republicano Alcalá Galiano, que se acercó a toda máquina disparando sus cañones, pero el cañonero y la aviación nacionales lograron hacer en él algunos impactos, que causaron 18 muertos y 28 heridos graves y lo llevaron a replegarse a Málaga (una retirada un tanto cobarde, pues el destructor era en teoría una fuerza muy superior a las que se le oponían). Franco seguía recibiendo aviones alemanes e italianos, y a partir de ese día la aviación permitió cruzar 500 soldados al día.

Mientras tanto el general Mola enviaba varias columnas desde Navarra a Guipúzcoa para controlar el pequeño tramo de frontera con Francia que todavía estaba en manos de los republicanos.

El 6 de agosto el residente francés en Túnez, Armand Guillon, levantó las restricciones a la prensa que había implantado su antecesor y restableció las libertades políticas, como la libertad de asociación y de reunión.

El 7 de agosto Francisco Franco voló a Sevilla e instaló allí su cuartel general. Mientras tanto la flota republicana atacaba el puerto de Algeciras dañando seriamente a dos de los barcos que habían escoltado el los transportes que cruzaron el estrecho de Gibraltar cargados con legionarios dos días antes. También Cádiz y Larache fueron bombardeadas. Queipo de Llano había marchado hacia Badajoz al frente de una columna de legionarios y ese día tomaba Almendralejo. Allí fusiló a 1.000 prisioneros, incluyendo 100 mujeres.

La columna Urribarri había pasado a la isla de Formentera, y poco después había acudido en su ayuda otra procedente de Barcelona, dirigida por el capitán Alberto Bayo, y entre las dos terminaron por hacerse con el control de la isla.

El 8 de agosto un avión nacional bombardeó Santurce, el puerto de Bilbao. A lo largo del mes se sucederían más bombardeos, tanto por parte de la aviación como de la armada. De Valencia salió la llamada Columna de Hierro, formada por unos 800 anarquistas, con el objetivo de combatir en la provincia de Teruel, parcialmente bajo control de los nacionales. Como muchas otras columnas anarquistas, no combatió mucho en el frente, pero en los pueblos por donde pasaba implantaba el comunismo libertario.

El 10 de agosto las columnas de Cabanillas y Tella atacaron la ciudad de Mérida y tras una dura lucha vencieron la resistencia republicana. Luego llegó el coronel Juan Yagüe, que tomó el mando de las tropas nacionales. El 11 de agosto los republicanos recibieron refuerzos de Madrid y trataron de reconquistar la ciudad, pero fue en vano. La victoria nacional fue de gran importancia, porque supuso la conexión entre las zonas norte y sur que estaban bajo su control. Al oeste quedaba aislada la ciudad de Badajoz, hacia la que se dirigió Yagüe al frente de 2.250 legionarios y 750 regulares marroquíes. Su fama le precedía, pues los republicanos recordaban la forma en que sus legionarios habían actuado en la represión de la revolución de octubre dos años atrás.

El general José Enrique Varela se estaba encargando de establecer comunicaciones entre Sevilla, Cádiz, Córdoba y Granada. Camino de Granada, el 12 de agosto tomó Antequera. En los días siguientes logró completar la conexión con Granada, lo que dejó aislados a los republicanos en la provincia de Málaga. Ese día fue fusilado en Barcelona el general Goded.

El 13 de agosto se inauguró en Ginebra la primera asamblea general del Congreso Judío Mundial, que reunió a 230 delegados de 32 países, presidida por el húngaro nacionalizado estadounidense Stephen Samuel Wise. Su propósito era luchar contra el antisemitismo y, especialmente, contra el nazismo. Por una parte, promovió actuaciones políticas en la Sociedad de Naciones y, por otra, acciones individuales, como boicots a productos procedentes de la Alemania nazi.

Léon Blum seguía abogando por su propuesta de pacto de no intervención en España, y para mostrar su voluntad en esa dirección, ese día tomó unilateralmente la decisión de cerrar la frontera con España.

Ese día dos bombarderos alemanes dañaron gravemente un destructor republicano fondeado en el puerto de Málaga, el Jaime I, que tuvo que dirigirse a Cartagena para ser reparado. Cuando llegó a su destino, los marineros se habían amotinado y exigían represalias por el bombardeo sufrido. Su protesta se contagió a otras unidades navales y por la noche diez oficiales que habían sido arrestados por su participación en el golpe de Estado fueron fusilados en un callejón.

El 14 de agosto, tras un intenso bombardeo, el ejército nacional inició su ataque sobre la ciudad de Badajoz, defendida por el coronel Ildefonso Puigdendolas. Unos días antes, cuando ya se sabía que se acercaban las tropas de Yagüe, había tenido que sofocar una revuelta de guardias civiles que habían pretendido pasarse al bando nacional. Ahora una unidad de la legión, cantando y gritando, atacaba una de las puertas de sus murallas, pero fue rechazada por las ametralladoras republicanas. Sin embargo, los legionarios continuaron avanzando con tanques sin tener en consideración las cuantiosas bajas que habían sufrido, se hicieron con el control de la puerta y lograron penetrar. Mientras tanto, otras unidades habían abierto brechas en otros puntos de la muralla, y una segunda puerta fue tomada. Varios soldados defensores se pasaron al bando nacional y facilitaron la entrada de los legionarios, que empezaron a fusilar a medida que avanzaba a los republicanos que se rendían. Puigdendolas huyó a Portugal junto con el alcalde de la ciudad, Sinforiano Madroñero.

Miles de civiles y militares fueron hechos prisioneros, y Yagüe ordenó reunirlos en la plaza de toros. Luego procedió a asesinarlos sistemáticamente, algunos en la propia plaza, mientras que otros eran llevados primero al cementerio y luego fusilados. Los cadáveres fueron incinerados. Por las calles las tropas perpetraban saqueos, asesinatos y violaciones. Hans von Funk era un militar alemán que estuvo presente durante la batalla y la matanza posterior. Más adelante enviaría un informe a Berlín en el que decía que él era un soldado acostumbrado a la lucha, que había combatido en Francia durante la Gran Guerra, pero que jamás había contemplado la brutalidad y la ferocidad con que el Ejército Expedicionario de África desarrollaba sus operaciones. Por ello desaconsejaba el envío de tropas regulares alemanas a España, porque, ante tal salvajismo, los soldados alemanes se desmoralizarían.

Más adelante Yagüe, que se ganó el sobrenombre de El Carnicero de Badajoz, declararía a un periodista estadounidense:

Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar 4.000 prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?

Pero Franco tuvo que ordenar que no se repitieran matanzas como ésa, porque la prensa internacional las relataba y ello dañaba la imagen de los nacionales —como dijo Mark Twain, la conciencia es esa voz interior que te dice que alguien podría estar mirando—, sin contar con que los republicanos también difundieron la noticia exagerada si cabe (la prensa de Madrid dijo que Yagüe había organizado una fiesta en la que se había fusilado a los prisioneros ante la flor y nata de la sociedad pacense), y la indignación suscitada daba lugar a represalias sobre los nacionales presos en territorio republicano.

Dado que la indignación entre los marineros de Cartagena suscitada tras la llegada del Jaime I seguía en aumento, se decidió llevar mar adentro dos buques prisión anclados en el puerto, para mayor seguridad de los prisioneros, pero la tripulación se sublevó y asesinó y arrojó al mar a más de 200 presos.

También en Gijón fueron sacados de la carcel y asesinados más de 150 presos, como represalia a un bombardeo que había provocado más de 50 muertos, muchos de ellos guardias de asalto que estaban en un cuartel.

El 15 de agosto el general Franco presidió un acto en Sevilla por el que adoptó la bandera bicolor monárquica como insignia de las fuerzas nacionales, frente a la bandera tricolor republicana. Lo acompañaban el general Queipo de Llano, el general Millán-Astray (el fundador de la Legión Extranjera) y el arzobispo de Sevilla, Eustaquio Illundain, que besó varias veces la bandera y gritó a la multitud: ¡Aquí la tenéis! ¡Es vuestra! ¡Habían querido arrebatárnosla! Ésta es nuestra bandera, aquella que juramos defender, por la que murieron nuestros padres, cien veces cubierta de gloria. Franco había tomado esta decisión sin consultar a la Junta de Defensa Nacional, que unas semanas más tarde la ratificaría como un hecho consumado.

A las columnas de Urribarri y Bayo que operaban en las Baleares se había sumado una columna anarquista que, haciendo honor a su ideología, se mostró incapaz de someterse a ningún plan conjunto de actuación. Al final Urribarri se llevó a sus hombres a Valencia al no llegar a ningún acuerdo, Bayo se dispuso a atacar Mallorca y los anarquistas hicieron lo que quisieron (concretamente, atacar antes de lo previsto la pequeña isla de Dragonera, cosa a la que se habían negado cuando se lo habían propuesto como medida de distracción). El 16 de agosto la columna de Bayo desembarcó en Mallorca apoyada por una flota republicana que contaba incluso con tres submarinos, y logró ocupar 7 km de playa. El gobierno de Madrid no estuvo informado. Toda la operación la organizó la Generalidad de Cataluña. En total, participaban en la operación entre 6.000 y 1.000 hombres. Los republicanos pudieron penetrar con relativa facilidad unos 12 km hacia el interior, pero a partir de ahí el avance se estancó.

El general Compins, a pesar de que había terminado uniéndose a la sublevación, había sido sometido a un consejo de Guerra en Sevilla, básicamente por no haber acatado las órdenes de Queipo de Llano y había sido condenado a muerte. El general Franco envió a Queipo de Llano una petición de clemencia, pero éste no la atendió y ese día fue fusilado públicamente. Los transeúntes fueron obligados a presenciar la ejecución, aunque la mayoría no sabía de quién se trataba.

Franco había volado hasta Burgos, donde había sido recibido entre aclamaciones, para entrevistarse con Mola.

Ramón Ruiz Alonso había sido diputado por la CEDA y había renovado su escaño por Granada en las elecciones de febrero, pero las Cortes habían ordenado la repetición de las elecciones en Granada, y en las nuevas elecciones ya no salió elegido. Entonces intentó ingresar en la Falange, pero exigió que le pagaran el sueldo que habría tenido como diputado y se lo negaron. Resentido con la democracia, con los izquierdistas y también con la falange, cuando triunfó el golpe de Estado en Granada, siguiendo el manual del perfecto arribista, se puso inmediatamente al servicio del nuevo gobernador civil, José Valdés Guzmán. Ese día se presentó junto a unos guardias civiles en casa del poeta Luis Rosales, que era falangista, donde se encontraba Federico García Lorca, que fue arrestado pese a la oposición de Rosales. Uno de los hermanos de éste acompañó al detenido al Gobierno Civil y preguntó a Ruiz Alonso por los motivos de la detención. Ruiz Alonso —que era el autor de la denuncia— afirmó que García Lorca era un enlace con Rusia, y que había hecho más daño con la pluma que otros con la pistola.

El "daño" que podía haber hecho García Lorca se reducía a trivializar la situación política de la época, junto con algunas manifestaciones en público contra la Guardia Civil. Unos meses atrás, cuando alguien le preguntó por su posición política, había respondido que se sentía por igual comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico. Se había confesado amigo de José Antonio Primo de Rivera, aunque también era conocida su amistad con el socialista Fernando de los Ríos, que había sido ministro de Justicia en el primer gobierno de Azaña. Además, en ocasiones se había burlado del nacionalismo exagerado y fanático. Esta indefinición resultaba sospechosa, y por eso, cuando se produjo el golpe, Rosales lo invitó a permanecer en su casa, donde creyó que estaría seguro.

Estas detenciones basadas en acusaciones infundadas, muchas veces anónimas, eran frecuentes tanto en el territorio nacional como en el republicano. Ese mismo día fue detenido en Madrid Enrique Jardiel Poncela para ser interrogado por una de las muchas milicias de izquierdas que campaban por la capital española. Había sido acusado de haber escondido en su casa al ex ministro Rafael Salazar Alonso. Más adelante Jardiel recordaría el suceso en el prólogo para la versión impresa de una de sus comedias. El escritor nunca había tenido una posición política definida, pero las barbaridades que pudo contemplar en el Madrid republicano inclinaron inevitablemente sus simpatías hacia el bando nacional. Realmente, nadie con dos dedos de frente y que conociera bien ambos bandos podía simpatizar con cualquiera de ellos, como el escritor Manuel Machado, que había declarado:

El mundo se debate hoy —lejos de toda libertad— entre dos dictaduras: la capitalista y la colectivista, la burguesa y la proletaria, entre el fascismo y el comunismo. Ambas son igualmente enemigas de la individualidad [...]. Ambas son para mí igualmente detestables.

Muchos intelectuales trataron de mantenerse al margen de la contienda, bien huyendo de España hasta que acabó la guerra, como Azorín o Pío Baroja, o bien ondeando al viento que soplara, como Jacinto Benavente, que estaba siendo aclamado en Madrid por los republicanos y más adelante aseguraría que se había visto obligado a fingir su simpatía por ellos, quedando finalmente a bien con los nacionales. Otros, en función de la información parcial con que contaron, o de sus ideas preconcebidas, tomaron partido, como Miguel de Unamuno —que en una ocasión había llegado a sugerir a Azaña el suicidio como acto patriótico— que había hecho un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyasen a los nacionales, pues representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana. Por el contrario, el poeta Miguel Hernández, de 26 años, que ese año publicaba su libro de poemas más famoso "El rayo que no cesa", se acababa de afiliar al Partido Comunista y estaba combatiendo en el bando republicano.

Baroja publicó ese año su novela El cura de monleón.

Ese día se clausuraron los juegos olímpicos de Berlín. El país con más medallas (y también con más medallas de oro) fue Alemania, 89 en total y 33 de oro, seguida de los Estados Unidos con 56 (24 de oro) y de Italia con 22 (8 de oro), aunque Hungría obtuvo más medallas de oro que Italia (10 de un total de 16). Leni Riefenstahl rodó un largometraje sobre los juegos olímpicos que está considerado como una obra maestra desde un punto de vista técnico. Fue titulado Olympia.

La guerra en Córdoba en el bando republicano estaba bajo la dirección del general José Miaja, quien estaba perdiendo mucho tiempo ocupando pueblos de escaso valor estratégico en lugar de concentrarse en la capital. Las malas lenguas se han planteado si su aparente torpeza no podría ser deliberada, debido a que su mujer y sus seis hijos estaban presos en Melilla. Queipo de Llano, en sus alocuciones diarias en la radio, solía referirse a él y le recordaba: "Miaja, tenemos a tu familia en nuestro poder, y todos ellos pagarán con sus vidas en represalia de lo que tú hagas." junto con otras lindezas, como que iban a hacer carteras con su piel. Las lenguas más caritativas decían, no obstante, que su incompetencia no tenía nada de artificioso.

Un capitán de la Guardia Civil de la provincia de Jaén, Antonio Reparaz, había convencido a Miaja de que, antes de incorporarse a sus filas, permitiera que los guardias civiles de la provincia trasladaran a sus familias a la sierra de Andújar, para que estuvieran a salvo de posibles agresiones por parte de radicales cafres que pululaban por Jaén, al igual que por toda la España republicana. El traslado se realizó en tren y en varios camiones, y empezó el 17 de agosto.

Ese día fue fusilado en Madrid el general Joaquín Fanjul.

En Palestina continuaba la guerra no declarada entre los terroristas árabes y los terroristas israelíes. Los primeros dispararon ese día contra un grupo de judíos que esparaban un tren en Tel Aviv y el irgún respondió iniciando un tiroteo. Un niño judío resultó herido y más tarde el irgún asaltó un tren y mató a un árabe e hirió a otros cinco.

Esa noche, ya en la madrugada del 18 de agosto, fue fusilado Federico García Lorca. Las circunstancias que condujeron hasta su asesinato siguen siendo confusas. Ni siquiera se sabe dónde está su cadáver, pues recientemente se descubrió que no estaba en la fosa en la que se le suponía. Durante los días siguientes, Ramón Ruiz Alonso se jactaba públicamente de "haber sido el que mandó a tomar mucho por el culo" al poeta (en alusión a su homosexualidad), pero más adelante, cuando la opinión pública internacional expresó su indignación y un Franco bastante molesto insistió en saber qué había ocurrido, pasó a decir que él sólo había cumplido la orden de detener a García Lorca sin causarle el menor daño.

Ese día un acorazado nacional bombardeó la ciudad de Bilbao y, como represalia, 13 militares y civiles fueron condenados a muerte por un consejo de guerra y ejecutados ese mismo día.

Finalmente, el 20 de agosto Miaja inició el esperado ataque sobre Córdoba con todas sus fuerzas. Los nacionales habían tenido tiempo suficiente para llamar a las tropas del general Varela. La aviación nacional frenó la primera acometida.

La policía portuguesa estaba localizando a los republicanos que habían cruzado la frontera huyendo de Badajoz, y los devolvía a España. Ese día fue ejecutado el ex alcalde Sinforiano Madroñero, junto a un diputado socialista. Mientras tanto el general Yagüe se dirigía ya hacia Madrid y el general Riquelme fue enviado para detenerlo, a ser posible antes de que llegara al valle del Tajo.

El 21 de agosto, con el apoyo de la aviación y la artillería, los milicianos republicanos lograron entrar en el cuartel de Simancas en Gijón y terminaron con la resistencia que había dirigido el coronel Pinilla, que murió en el tiroteo.

Ese día la aviación republicana la que bombardeó Córdoba. Por la noche, la aviación nacional bombardeó Madrid y muchas bombas cayeron cerca de la cárcel Modelo. Esto hizo que el 22 de agosto los delincuentes comunes se amotinaran y amenazaran con matar a los presos políticos. Casualmente estaban visitando la prisión unos milicianos anarquistas bajo el mando de Felipe Sandoval, para investigar un supuesto plan de fuga de los presos políticos. Criado en un orfanato, había sido un delicuente desde joven y recientemente había destacado por delitos mayores, que incluían el atraco a un banco. A la sazón pertenecía al Comité de Investigación Pública. Su foto puede ayudar a entender los acontecimientos que ocurrieron ese día.

Sandoval habló con los amotinados y les ofreció la libertad a cambio de unirse a la CNT. En ese momento se declaró un incendio en el sótano de la galería que ocupaban los presos falangistas. Los milicianos usaron entonces una ametralladora contra los presos. La mayoría pudo ponerse a cubierto, pero hubo seis muertos y once heridos. En principio ahí podría haber terminado todo (el incendio fue rápidamente sofocado), pero por la ciudad corrió el rumor de que los presos políticos estaban tratando de escapar, y en la puerta de la cárcel se concentró una multitud que exigía la liberación de los presos comunes y que les dejaran linchar a los otros. Algunos guardias de la prisión, temiendo una masacre, abandonaron sus puestos y huyeron. Algunos presos políticos lograron fugarse.

Mientras tanto los nacionales ponían en desbandada en Córdoba al ejército de Miaja. El capitán Antonio Reparaz aprovechó para pasarse al bando nacional junto con unos 200 guardias civiles. Inmediatamente el ejército nacional se expandió alrededor de la capital cordobesa, y tomó duras represalias en los pueblos que había ocupado Miaja brevemente. Por ejemplo, cuando Miaja entró en Palma del Río ejecutó a 42 simpatizantes de los nacionales, y ahora un terrateniente local asesinó a unos 300 simpatizantes de los republicanos.

La aviación nacional bombardeó Málaga y causó varios muertos, entre ellos mujeres y niños. Como represalia, 50 presos políticos fueron sacados de una cárcel y fusilados.

El presidente del Consejo de Ministros, José Giral, autorizó la liberación de los presos comunes de la cárcel Modelo (se supone que para que pudieran protegerse en caso de bombardeo), pero antes de que su autorización llegara a la cárcel los milicianos anarquistas ya se habían hecho con el control de la misma, habían liberado a los presos comunes y se habían puesto a examinar los expedientes de los presos políticos, sin que los funcionarios de la prisión pudieran impedírselo. Entonces decidieron formar un tribunal revolucionario que juzgase a los presos más peligrosos. Dicho y hecho, esa noche, ya el 23 de agosto, unos 25 de ellos fueron ejecutados en los sótanos de la prisión. Entre los asesinados estaban varios ex ministros y diputados (algunos ellos moderados, como Melquíades Álvarez, que había sido presidente del congreso), Fernando Primo de Rivera (hermano del fundador de la Falange), el general Rafael Villegas (que había fracasado en el intento de golpe de Estado en Madrid) y José Ignacio Fanjul, hijo del general Joaquín Fanjul.

La prensa internacional conoció lo sucedido a través de un informe difundido por la embajada británica. El cuerpo diplomático exigió a José Giral que cesaran las ejecuciones extrajudiciales, o de lo contrario los embajadores se retirarían de Madrid. Indalecio Prieto visitó la cárcel y dijo a Sandoval: La brutalidad de lo que aquí acaba de ocurrir significa, nada menos, que con esto hemos perdido la guerra.

Manuel Azaña recibió la visita de un primo suyo, quien contó que estaba destrozado por lo sucedido en la cárcel Modelo. Dijo: ¡Han asesinado a Melquíades! ¡Esto no, esto no! Me asquea la sangre, estoy hasta aquí; nos ahogará a todos. Se planteó dimitir, pero finalmente lo convencieron para que continuara al frente de la República.

Tras un bombardeo en Jaca por parte de la aviación republicana, los nacionales fusilaron a 100 presos como represalia, entre ellos el ex alcalde de la ciudad, Mariano Carderera. En Málaga era la aviación nacional la que estaba bombardeando un día tras otro, y como respuesta en los días siguientes se perpetraron varias "sacas" de presos, en las que fueron fusiladas más de 200 personas.

Las tropas de Yagüe ocuparon Navalmoral de la Mata, y el general Riquelme planeó detenerlo en Guadalupe, cuyas montañas eran el último obstáculo natural que los nacionales tenían en su ruta hacia Madrid. A sus fuerzas se unió la Columna Urribarri, que había llegado desde Valencia (gracias a un gran número de automóviles que había requisado), y Riquelme pidió también ayuda a los anarquistas locales, con lo que en total contaba con 9.000 hombres, de los cuales 2.000 eran anarquistas que no se sabía muy bien de qué lado estaban, pues se negaron a acatar ninguna orden y, sólo después de mucho insistir, accedieron a colaborar, aunque lo hicieron con unos ataques absurdos a las posiciones enemigas. Por otro lado, los soldados regulares de Riquelme se dividían entre los que estaban aterrorizados por la fama que precedía a los legionarios (y desertaban) y también los que, en el extremo opuesto, consideraban que cavar trincheras era de cobardes y se negaron a preparar unas defensas adecuadas. El caso fue que los legionarios barrieron a las fuerzas republicanas y Madrid se sintió por primera vez amenazada.

En Moscú fueron juzgados 16 presuntos miembros del presuntamente existente Centro Terrorista Trotski-Zinóviev, entre los cuales figuraban Grigori Zinóviev y Lev Kámenev, acusados de haber participado en el asesinato de Kirov y de haber conspirado para asesinar a Stalin. Después de varios meses de palizas, ahogamientos simulados, de ser obligados a permanecer en pie sin dormir varios días y de amenazas de arrestar y asesinar a sus parientes, los acusados aceptaron finalmente confesar sus monstruosos crímenes a cambio de que el Politburó les garantizara sus vidas y las de sus familiares. Pero cuando fueron llevados a la supuesta entrevista con el Politburó, sólo se encontraron con Stalin y un par de allegados, que afirmaron ser la "comisión" designada por el Politburó. Las confesiones fueron firmadas bajo palabra de que las sentencias de muerte que se decretarían contra ellos no serían ejecutadas, y el 25 de agosto las sentencias de muerte fueron ejecutadas. Se cuenta que Kámenev instó a Zinóviev a morir con dignidad, pues éste no paraba de resistirse y suplicar por su vida, hasta el punto de que en lugar de llevarlo al lugar previsto para la ejecución, los guardias lo llevaron a una celda cercana y le dispararon allí.

En el juicio había destacado el fiscal Andréi Wyshinski, firme entusiasta del uso de la tortura para obtener confesiones, y que durante las vistas empleaba esta clase de retórica:

Diparemos a esos perros rabiosos. ¡Muerte a esta banda que oculta a la gente sus dientes feroces, sus garras de águila! ¡Abajo con el buitre de Trotsky, de cuya boca gotea un veneno sangriento, putrefacción de los grandes ideales del marxismo! [...] ¡Abajo con estos animales abyectos! ¡Pongamos fin de una vez por todas a esos miserables híbridos de zorros y cerdos, esos cadáveres apestosos! ¡Exterminemos a los perros enloquecidos del capitalismo, que quieren desgarrar la flor de nuestra nueva nación soviética! ¡Volvamos contra ellos el odio bestial que sienten por nuestros líderes!

La deserción de Antonio Reparaz hizo sospechar a las autoridades republicanas del resto de guardias civiles que todavía estaban en Andújar con sus familias. La mayor parte de ellos estaban en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, que antes de la llegada de los guardias civiles y su familia estaba desierto porque los Padres Trinitarios que lo habitaban habían sido detenidos y asesinados en los primeros días del alzamiento. El 26 de agosto llegaron hasta allí milicianos y guardias de asalto a los que el comandante Eduardo Nofuentes entregó buena parte de su armamento.

Ese día Francisco Franco trasladó su cuartel general a Cáceres.

El 28 de agosto todos los países europeos menos Andorra, Liechtenstein, Mónaco, Suiza, y la Ciudad del Vaticano firmaron un "Acuerdo de no intervención en España", por el que se comprometían a abstenerse rigurosamente de toda injerencia, directa o indirecta, en los asuntos internos españoles y prohibían el envío de armas y material de guerra. Ese mismo día se reunieron en Roma los jefes de los servicios secretos militares de Alemania e Italia y acordaron seguir ayudando clandestinamente al bando nacional. Ambos países habían suscrito el acuerdo para que los otros no ayudaran al bando republicano.

Los nacionales que ocupaban Huesca se habían parapetado en un montículo conocido como Monte Pelado, situado entre Huesca y Almudévar, para detener a las columnas anarquistas que llegaban desde Barcelona. Ese día fueron atacados por la columna Ascaso apoyada por 1.200 anarquistas italianos exiliados. Tras un largo combate, los nacionales fueron expulsados de sus posiciones y dejaron grandes bajas. Ese día se formó en Barcelona una nueva columna anarquista, la Columna de los Aguiluchos de la FAI (la Federación Anarquista Ibérica), que salió hacia Huesca con unos 1.500 milicianos, entre ellos más de 200 mujeres.

El 29 de agosto fue fusilado en Melilla el general Romerales, que había tratado de oponerse al alzamiento. En Sevilla fueron fusilados 67 integrantes de la columna de mineros que había intentado llevar dinamita a la capital andaluza. De los capturados, sólo se libró de la muerte uno que era menor de edad.

El 31 de agosto la aviación nacional bombardeó Bilbao y, como represalia, siete presos fueron fusilados.

El 1 de septiembre milicianos anarquistas arrestaron finalmente a Rafael Salazar y lo internaron en la cárcel Modelo.

El general Mola había encargado al coronel Alfonso Beorlegui que saliera de Navarra para tomar Irún, lo que cerraría a los republicanos el acceso a la frontera francesa. El primer obstáculo se lo encontró en el fuerte de San Marcial, donde los republicanos resistieron durante siete días hasta quedarse sin municiones. Entonces lanzaron dinamita y piedras, pero el 2 de de septiembre el fuerte fue tomado e Irún quedó expuesta al avance nacional.

El general Yagüe llegó con 3.500 hombres a las puertas de Talavera de la Reina, donde el general Riquelme había tratado de organizar una nueva línea de defensa para frenar el avance sobre Madrid. Para ello contaba con unos 10.000 combatientes, que no fueron obstáculo para los temibles africanos. Tras una ligera resistencia que costó 1.000 bajas a los nacionales (entre muertos y heridos), terminaron huyendo. Yagüe entró en Talavera sin oposición e inició una cruenta represión, así descrita por un periodista estadounidense:

Dormía una media de dos noches a la semana. No pasaba una noche sin que al amanecer me despertaran los disparos de los pelotones de fusilamiento en el patio del cuartel. La matanza parecía no tener fin. Al final del segundo mes seguía habiendo en Talavera tantos fusilamientos como en los primeros días. Debían ser alrededor de treinta diarios como término medio. Veía pasar a los hombres que llevaban al cuartel. Eran simples campesinos y trabajadores, hombres abatidos y sumisos. Para morir bastaba con tener carnet de un sindicato, haber sido masón o haber votado por la República. A los que denunciaban o seleccionaban al azar por esos delitos les concedían un juicio sumario: dos minutos de audiencia, expirados los cuales normalmente se pronunciaba la pena capital. Al que hubiera ejercido cualquier cargo público durante el período republicano lo fusilaban directamente. Las operaciones de limpieza se desarrollaban en todos los caminos. De pronto aparecían 4 campesinos amontonados en una zanja o 34 milicianos maniatados y fusilados en un cruce de caminos. Recuerdo haber visto un bulto en la plaza del pueblo: eran dos jóvenes miembros de la Guardia de Asalto republicana a los que maniataron con alambres, los rociaron con gasolina y los quemaron vivos.

Yagüe se quedó en Talavera a la espera de refuerzos (hasta entonces había avanzado 500 km en apenas cuatro semanas).

Trotski fue trasladado a una granja en Hurum, donde permaneció en arresto domiciliario, al parecer por la influencia de la Unión Soviética sobre el gobierno noruego.

El 4 de septiembre José Giral presentó su dimisión. La causa inmediata era la toma de Talavera, pero la causa de fondo era que comprendía que uno de los mayores problemas que tenía la República era la indisciplina de sus fuerzas: muchedumbres que asaltaban prisiones sin autorización alguna, milicianos que no acataban órdenes del ejército, de modo que era imposible seguir ninguna estrategia con posibilidades de éxito, etc. Por ello recomendó que se formara un nuevo gobierno en el que participaran los sindicatos, a ver si así las decisiones de gobierno tenían más posibilidades de ser acatadas. Azaña no tuvo más remedio entonces que nombrar presidente del Consejo de Ministros a Francisco Largo Caballero. Giral se mantuvo, no obstante, en el nuevo gobierno, como ministro sin cartera.

Las fuerzas nacionales en Mallorca habían recibido el refuerzo de unos cuantos oficiales del ejército italiano acompañados de camisas negras, todos bajo el mando de Arconovaldo Bonaccorsi. Con ellos llegaron también algunos cazas y bombarderos y los correspondientes aviadores. Bonaccorsi había organizado rápidamente un ejército de 3.500 hombres en la isla, que incluía unos 2.000 voluntarios falangistas. Con estos medios rechazaron con facilidad a las fuerzas de Alberto Bayo, que ese mismo día recibieron de Largo Caballero la orden de evacuar la isla. La retirada comenzó esa misma noche.

Tras una lucha encarnizada, las fuerzas de Beorlegui entraron en Irún, pero se la encontraron destrozada, porque antes de retirarse los anarquistas habían incendiado numerosos edificios, para destruir cualquier cosa que pudiera ayudar a los nacionales. Éstos, por su parte, usaron con gran eficiencia este hecho como muestra de la barbarie de los "rojos". Desde entonces, el ejército republicano vasco tuvo que controlar a los anarquistas para evitar que repitieran su hazaña en otros lugares.

Ese día se estrenó En alas de la danza, protagonizada por Fred Astaire y Ginger Rogers, y también El último mohicano, protagonizada por Randolph Scott.

A los pocos días de estallar la guerra civil en España había llegado al país el fotógrafo húngaro Endre Ernő Friedmann acompañado de su pareja, la también fotógrafa alemana Gerta Pohorylle. Para facilitar la venta de sus fotografías, decidieron atribuirlas a un ficticio fotógrafo estadounidense llamado Robert Capa. El 5 de septiembre tomaron su fotografía más famosa sobre la guerra civil, conocida como la Muerte de un miliciano, en la que se ve a un republicano en el preciso instante en que es impactado por una bala enemiga. No se sabe con seguridad cuál de los dos tomó la foto, aunque existen fundadas sospechas de que fue un montaje, tanto por la perfección de la composición como por el hecho de que fue tomada en la localidad de Espejo, a cierta distancia del frente de Córdoba.

El derrocado presidente paraguayo Eusebio Ayala marchó al exilio en Buenos Aires acompañado del general Estigarribia. El coronel Franco había prohibido todos los partidos políticos y se proponía crear un sistema político corporativista al estilo de las dictaduras fascistas europeas. Esto le hizo perder algunos partidarios. Franco creó un nacionalismo militarista que elevó al dictador Francisco Solano López a la categoría de héroe nacional, cuando hasta entonces se había admitido que todo su heroísmo consistía en haber destruido su propio país por mera vanidad personal. Por otro lado, siguiendo las directrices fascistas, Franco realizó una profunda reforma agraria que nacionalizó una gran cantidad de tierras que fueron distribuidas entre pequeños agricultores. También reconoció oficialmente los derechos de los trabajadores y creó la primera legislación laboral que conoció el país, en la que se garantizaba la jornada laboral de ocho horas, las vacaciones pagadas, el descanso dominical, el derecho a la huelga y los sindicatos.

El 6 de septiembre se estrenó Al servicio de las damas, una comedia en la que Carole Lombard volvió a trabajar con William Power, sólo que ahora ya no estaban casados, pues se habían divorciado al cabo de algo más de dos años de matrimonio. La actriz se había especializado ya en el género cómico. Ese año había estrenado otras dos comedias: Amor en ayunas y La princesa de Brooklyn.

Mientras Yagüe avanzaba hacia Madrid por el oeste, Mola trataba de avanzar por el este, a través de la provincia de Guadalajara, que estaba dividida entre ambos bandos. Uno de los puntos clave era Sigüenza, que ya había sido atacada en vano varias veces durante el mes anterior. El 7 de septiembre fue bombardeada por primera vez con la artillería. Desde ese momento los bombardeos se sucedieron con regularidad.

Tras un bombardeo sobre La Línea de la Concepción por parte de la armada republicana, el 8 de septiembre el general Queipo de Llano anunció en una de sus alocuciones radiofónicas que había mandado fusilar a tres familiares de cada uno de los marineros del guardacostas responsable del bombardeo.

Ese día Hitler inauguró el octavo Congreso de Nuremberg, con el título de "Congreso del Honor", en el que se celebró especialmente la remilitarización de Renania.

El 9 de septiembre se creó en Londres un Comité de No Intervención para vigilar el cumplimiento del Pacto de No Intervención en la guerra civil española que habían firmado los países europeos.

Ese día se firmó un acuerdo en París entre el gobierno frances y el Bloque Nacional Sirio, el cual preveía la independencia gradual de Siria que culminaría en un plazo de cinco años con presencia militar francesa durante 25 años. A cambio, Siria se comprometía a apoyar a Francia en tiempos de guerra.

El 10 de septiembre se encontró en Cleveland un torso humano que no pudo ser identificado. No se encontró la cabeza ni las partes bajo la cintura.

El Alcázar de Toledo seguía resistiendo el asedio de los republicanos. Aunque en sí mismo no tenía un gran valor estratégico, ya que estaba rodeado y sólo era cuestión de tiempo que sus defensores tuvieran que rendirse por falta de medios, lo cierto es que había adquirido un gran valor simbólico en ambos bandos. Su heroica resistencia era motivo de aliento para los nacionales y de desánimo para los republicanos. Largo Caballero había propuesto una oferta de rendición que había sido presentada por el comandante Vicente Rojo, que entró en el Alcárzar para entrevistarse con el coronel Moscardó. Rojo había sido profesor durante diez años en el Alcázar (que era una academia militar) y Moscardó le permitió saludar a sus antiguos colegas. La oferta fue rechazada, pero Moscardó pidió un sacerdote para bautizar a dos niños recién nacidos. El 11 de septiembre llegó el sacerdote junto con una oferta de Rojo por el que las mujeres y los niños podrían evacuar el Alcázar. Las mujeres contestaron que no querían rendirse y que estaban dispuestas a tomar las armas si era necesario.

El 13 de septiembre las tropas nacionales enviadas desde Navarra entraron sin resistencia en San Sebastián, que había sido evacuado el día anterior. Los milicianos del Partido Nacionalista Vasco se habían tenido que enfrentar a socialistas y anarquistas para evitar que destrozaran la ciudad antes de entregarla al enemigo, como había sucedido en Irún.

Un bombardeo sobre Ibiza causó 18 muertos civiles, y como represalia un grupo de milicianos ejecutó a 93 presos.

Ese día se estrenó la comedia Vaya al oeste, joven, dirigida por Henry Hathaway y protagonizada por Mae West.

El gobierno republicano de España emitió un decreto reservado por el que se autorizaba al ministro de Hacienda, Juan Negrín, a transportar a un lugar seguro (sin especificar) las reservas de oro del Banco de España. Esa misma noche se presentó en la sede del banco una serie de enviados del gobierno y, durante varios días, estuvieron distribuyendo el oro en cajas sin numeración ni facturas que permitieran contabilizar el oro que contenían, las transportaron a una estación de ferrocarril y desde allí fueron llevadas en tren hasta los polvorines de La Algameca, en Cartagena. Los consejeros del banco se opusieron al traslado, pero no fueron informados hasta el 14 de septiembre, cuando la operación de transporte ya estaba en marcha y no pudieron hacer nada por evitarla.

Ese día se celebró una tensa reunión entre una delegación de los guardias civiles aislados en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza y un delegado del gobernador, que fue acompañado de milicianos y de guardias de asalto. Finalmente el comandante Nofuentes accedió a evacuar el santuario. Sin embargo, cuando éste empezaba a organizarse, se produjo una algarabía, y el capitán Santiago Cortés fue informado de que al subir a los camiones algunas de las mujeres de los guardias civiles, los milicianos las insultaron y les dijeron que se las llevarían por la fuerza. Cortés, que ya era reticente a la evacuación, ordenó suspenderla, arrestó a Nofuentes y a los milicianos, asumió el mando y se parapetó en el santuario. Allí quedaron unas 1.200 personas, incluyendo mujeres y niños. Unos 165 eran guardias civiles.

En toda la propaganda del bando nacional y en sus justificaciones del alzamiento, la religión había representado en todo momento un papel secundario. El argumento principal era siempre la amenaza comunista. Recíprocamente, la Iglesia Católica española tampoco se había pronunciado sobre el alzamiento, probablemente porque los obispos esperaban a que lo hiciera el Papa primero. Esto sucedió ese día, cuando Pío XI recibió en Castelgandolfo a unos 500 católicos españoles, principalmente obispos y sacerdotes, que habían escapado de España. Allí leyó un discurso, La vostra presenza, en el que se notaba que no tenía claro quién iba a ganar la guerra, porque lamentó las persecuciones que estaban sufriendo los católicos en España, los ataques que la religión y la Iglesia estaban recibiendo en todo el mundo, expresó lo terrible que es una guerra civil, e incluso instó a parar los pies a los enemigos de la religión:

Se diría que una doctrina satánica ha reavivado, y más viva, en la vecina España, aquella llama de odio y de la más feroz persecución confesadamente reservada a la Iglesia y a la Religión Católica, como el único obstáculo verdadero para el triunfo de aquellas fuerzas que ya han dado prueba y medida de su capacidad en su intento de subvertir todos los órdenes, desde Rusia hasta China, de México hasta Sudamérica, pruebas y doctrinas precedidas, acompañadas incesantemente de una universal, asidua, habilísima propaganda para llevar a la conquista del mundo entero a esas absurdas ideologías que, después de haber seducido y fermentado las masas, tienen por fin armarlas y lanzarlas contra toda institución humana y divina, lo que, por fatal necesidad, no dejará de suceder, y en las peores condiciones y proporciones, si por falsos cálculos e intereses, por rivalidades ruinosas, por la búsqueda egoísta de la ventaja propia, no corren a remediarlo todos los que deben hacerlo, aunque tal vez ya demasiado tarde.

pero luego introdujo algunos matices:

Por encima de toda consideración política y mundana, nuestra bendición se dirige de forma especial a cuantos se han dado a la difícil y peligrosa tarea de defender y restaurar los derechos y el honor de Dios y de la Religión, es decir, los derechos y la dignidad de la conciencia, la condición primera y la base más sólida de todo bienestar humano y civil. Tarea, decíamos, difícil y peligrosa, porque con demasiada facilidad el compromiso y la dificultad de la defensa la vuelven excesiva y no plenamente justificable, al igual que no menos fácilmente intenciones no rectas e intereses egoístas o partidistas vienen a enturbiar toda la moralidad de la actuación y toda la responsabilidad.

 y terminó pidiendo a los católicos que amaran a sus enemigos:

Amar a estos queridos hijos y hermanos vuestros, amarlos con un amor particular hecho de compasión y de misericordia, amarlos y, no pudiendo hacer otra cosa, rezar por ellos; rezar para que vuelva a sus mentes la serena visión de la verdad y sus corazones vuelvan a abrirse al deseo y a la fraterna búsqueda del verdadero bien común; rezar para que vuelvan al Padre que con gran deseo les espera, y que hará gozosísima fiesta con su retorno; rezar para que estén con nosotros, cuando dentro de poco [...] el arco iris de la paz aparecerá en el hermoso cielo de España, llevando el alegre anuncio a todo vuestro grande y magnífico país.

Los nacionales difundieron una versión censurada del discurso en la que faltaban los pasajes de recriminación a los excesos de la guerra y la ocurrencia absurda esa que había tenido el Papa de amar a los enemigos. Los obispos españoles conocieron al principio esa versión censurada y, considerando que el Papa se había puesto inequívocamente del lado de los nacionales, explotaron en una sucesión de pastorales en las que apoyaban sin reservas la sublevación, que ahora se había convertido en una cruzada por la fe católica.

El 15 de septiembre se organizó en Portugal la Legión Portuguesa, una organización paramilitar de corte fascista que pronto contó con unos 20.000 miembros, con el propósito de "defender el patrimonio espiritual" y "combatir la amenaza comunista y el anarquismo".

Los nacionales progresaban alrededor de Sigüenza, y ese día entraron en la ciudad numerosos refugiados que huían de los pueblos colindantes.

Durante dos días, los republicanos habían estado cavando un túnel en la parte sudoeste del alcázar de Toledo, y el 18 de septiembre, con el visto bueno de Largo Caballero, hicieron estallar dos minas que destruyeron una torre y mataron a los dos militares que estaban en ella. Luego lanzaron cuatro ataques sucesivos con tanques, pero todos fueron rechazados. En realidad las ruinas de la torre fueron una defensa mejor que la torre misma, pues los escombros permitían a los sitiados parapetarse en mejores posiciones para disparar sobre los atacantes.

Ese día la colonia española de Fernando Poo se pasó al bando nacional.

Al enterarse de que el bando nacional estaba recibiendo ayuda alemana e italiana (y también portuguesa), Stalin decidió enviar ayuda soviética a la República Española, y ordenó a la III Internacional que organizara el envío de voluntarios.

El 19 de septiembre los generales Gonzalo Queipo de Llano y Luis Orgaz fueron incorporados a la Junta de Defensa Nacional.

Ese día los nacionales tomaron la isla de Ibiza y el 20 de septiembre Formentera. Las tropas de Yagüe llegaron a Maqueda, a 80 km de Madrid.

El 21 de septiembre se reunió cerca de Salamanca la Junta de Defensa Nacional, y en ella se abordó la necesidad de unificar el mando militar del bando nacional, es decir, de nombrar un generalísimo. En una tensa reunión, con la única oposición clara del general Cabanellas, todos llegaron al acuerdo de que, en efecto, era necesario unificar el mando y, en cuanto a la elección de la persona adecuada, el general Kindelán, que estaba presente aunque no pertenecía a la Junta, propuso a Franco, fue secundado por Mola y después por Yagüe y Orgaz, los oficiales de menor rango decidieron abstenerse, y Queipo de Llano no se atrevió a poner objeciones. Cabanellas también se abstuvo. Más tarde diría a sus colegas:

Ustedes no saben lo que han hecho porque no lo conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra, ni después de ella, hasta la muerte.

En principio, sólo se había otorgado a Franco el mando supremo militar, sin ninguna atribución política. Y lo cierto era que desde un punto de vista militar era el mejor candidato: Tenía bajo su mando las tropas que estaban a punto de tomar Madrid, contaba con el apoyo de la Falange y de la Legión. Los oficiales que habían sido alumnos suyos en la Academia Militar de Zaragoza lo idolatraban, era a través de él como estaba llegando a España la ayuda alemana e italiana, y hasta la prensa republicana lo había nombrado hacía tiempo cabecilla de la insurrección. No obstante, se acordó mantener la decisión en secreto hasta que fuera hecha pública oficialmente.

Ese mismo día Franco ordenó a Yagüe que, en lugar de dirigirse a Madrid desde Maqueda, se desviara para llegar a Toledo y rescatar a los militares asediados en el Alcázar. Yagüe y otros oficiales pusieron objeciones, aduciendo que el Alcázar de Toledo no tenía ningún valor estratégico, mientras que tomar la capital era algo fundamental.

Mientras tanto llegaban a Cartagena los últimos lingotes y sacos de moneda sacados del Banco de España.

Por otra parte, el gobierno republicano decidió enviar al mar Cantábrico el grueso de la flota que vigilaba el estrecho de Gibraltar, en parte para detener el avance de Mola por la costa cantábrica, para proteger el País Vasco, y con la confianza de que los barcos que se dejaban en el sur bastarían para impedir el paso por mar de las tropas africanas que seguían cruzando por el aire. Sucedía además que Gran Bretaña se había opuesto a que el gobierno republicano interrumpiera el tránsito marítimo por el estrecho de barcos teóricamente neutrales, por lo que los barcos alemanes e italianos no tenían ninguna dificultad en abastecer a los nacionales en la costa mediterránea, sin que la República pudiera hacer nada por evitarlo.

Al saber que las tropas de Yagüe se aproximaban a Toledo los republicanos intensificaron sus ataques sobre el Alcázar. El 23 de septiembre, antes del amanecer, realizaron un ataque por sorpresa  con granadas y cargas de dinamita. Los sitiados lograron rechazar el ataque, y unas horas después tuvieron que hacer frente a un segundo ataque conducido por un tanque.

Mientras tanto la flota republicana llegaba a Gijón y a Santander, de modo que Mola tuvo que suspender un ataque planeado contra Bilbao y Vizcaya, y tropas que desde Galicia se dirigían a Oviedo tuvieron que retrasar su avance al tener que hacerlo lejos de la costa. La pequeña flota nacional se refugió en el puerto de El Ferrol.

Ese día Rafael Salazar fue ejecutado en Madrid. El propio Indalecio Prieto reconocería más tarde que no había pruebas de su implicación en el golpe de Estado, y que sólo la presión popular impidió que el gobierno lo indultara.

El 24 de septiembre Franco sustituyó a Yagüe por el general Varela para que condujera el ataque sobre Toledo.

El 25 de septiembre la República Española solicitó el amparo de la Sociedad de Naciones ante la violación del Pacto de No Intervención por parte de Alemania e Italia, pero la Sociedad de Naciones no atendió las quejas españolas. Ese mismo día llegaba a España el primer barco con ayuda soviética, que desembarcó en Alicante 2.000 toneladas de alimentos. Poco después llegaría un segundo barco del que se sospecha que traía fusiles y municiones (lo que supondría también una violación del pacto).

Bilbao sufrió dos duros bombardeos (uno por la mañana y otro por la tarde) por parte de aviones alemanes. Como represalia fueron fusilados 75 presos. El 26 de septiembre se produjo un nuevo bombardeo, esta vez con bombas incendiarias. En los días siguientes los bombardeos fueron frecuentes.

Ese día Guénrij Yagoda fue sustituido por Nikolái Yezhof al frente de la policía secreta soviética por orden directa de Stalin. Yagoda, sorprendido por su destitución, trató de ver a Stalin, pero fue inútil. Hasta entonces Yezhof y Yagoda habían "colaborado", pero mientras Yezhof era todo entusiasmo en las persecuciones políticas, Yagoda había mostrado más reticencias, y ante los ojos de Stalin había acabado como inepto por no haber detectado todas las conspiraciones que no habían escapado al atento escrutinio de Yezhof.

El 27 de septiembre Hashim al-Atassi regresó triunfalmente a Siria anunciando los términos del acuerdo firmado con Francia.

Ese día Varela liberaba el Alcázar de Toledo. La entrada en la ciudad no había sido muy complicada, porque la mayoría de los milicianos republicanos había huido hacia Aranjuez. En realidad ambos bandos habían tomado el Alcázar como un objetivo propagandístico: los republicanos pensaban que, estando completamente aislado, iba a ser fácil conquistarlo y ello habría levantado la moral de los republicanos (que no hacían más que perder terreno ante el avance de Franco), y a su vez Franco consideró que la polémica decisión de suspender el avance sobre Madrid para no dejar en la estacada a los "heroicos defensores del Alcázar" lo encumbraría entre los sublevados, como así fue. Se puede objetar que también lo habría encumbrado la toma de Madrid, pero el Alcázar le permitió obtener la fama que buscaba sin correr prácticamente ningún riesgo. Ese mismo día se celebró en Cáceres una manifestación de exaltación a Franco. El general Yagüe se dirigió a la multitud y dijo: Mañana tendremos en él [en Franco, que estaba a su lado] a nuestro Generalísimo, el jefe del Estado; que ya era tiempo de que España tuviese un jefe de Estado con talento. Unidades de la falange desfilaron al ritmo del Cara al sol, y la legión al ritmo de su himno "El novio de la muerte".

Sin embargo, hasta entonces la Junta de Defensa Nacional no había publicado el decreto que nombraría a Franco jefe del ejército sublevado, probablemente por las reticencias de Cabanellas. El 28 de septiembre Franco se trasladó junto con sus ayudantes hasta Salamanca, para reunirse con la Junta. El generan Kindelán llevaba un borrador que había preparado el día anterior junto con Nicolás Franco (hermano de Francisco Franco) de un decreto que nombraría a Franco, no sólo jefe de Gobierno, sino de hecho Jefe de Estado. La propuesta fue recibida con frialdad, y finalmente se acordó nombrarlo Jefe de Gobierno. El general Cabanellas quedó encargado de publicar el decreto dos días después. Esa noche habó por teléfono con Queipo de Llano y Mola. El primero le dijo: Franco es un canalla. No es ni será hombre de mi simpatía. Hay que seguirle el juego hasta reventar. Mola, por su parte, le dijo que no veía otra alternativa que la proclamación de Franco.

Cabe decir que hacía ya tiempo que Hitler y Mussolini habían coincidido en que Franco debía acabar al frente de una dictadura fascista en España. Hitler había dado instrucciones expresas a sus enviados a España para que presionaran para el nombramiento de Franco como generalísimo. Así, cuando los alemanes hacían llegar suministros a Mola, no decían que venían de parte de Alemania, sino de parte de Franco. En una ocasión en que Franco manifestó al representante alemán sus dudas sobre aceptar el mando supremo, éste le insinuó que de no hacerlo Alemania podría dejar de enviar ayuda. Nicolás Franco se comprometió ante los alemanes a convencer a su hermano de que aceptara el nombramiento de Jefe de Gobierno. Si Franco realmente había dudado realmente o simplemente se hizo de rogar es algo que nunca se sabrá.

Unos días atrás había entrado en servicio el crucero pesado Canarias, cuya construcción había sido ordenada hacía ocho años por Miguel Primo de Rivera, y al estallar la guerra había quedado en zona nacional (se estaba construyendo en los astilleros de El Ferrol). El gobierno republicano pensaba que tardaría en entrar en servicio porque había sido alcanzado en puerto por una bomba, pero no era así, y de hecho había sido puesto en servicio antes de estar completamente acabado. El 29 de septiembre llegó al estrecho de Gibraltar acompañado de un crucero ligero y hundió un destructor republicano en la batalla de Cabo Espartel. Otro destructor fue dañado y tuvo que retirarse a Casablanca. A partir de ese mismo día la flota nacional empezó a escoltar el paso de soldados y equipamiento de Ceuta a la península, poniendo fin al bloqueo del estrecho que hasta ese momento había mantenido el gobierno republicano. En los primeros días pasaron más de 6.000 soldados.

Ese día murió Alfonso Carlos de Borbón, el pretendiente carlista Alfonso Carlos I al trono de España (y también al de Francia). El día anterior había sido atropellado por un camión en Viena. No dejó descendencia, y teóricamente la sucesión correspondía al exiliado Alfonso XIII, con lo que las dos ramas de pretendientes al trono español podrían haberse unido en ese momento, pero Alfonso Carlos I había designado sucesor a un pariente lejano, Francisco Javier de Borbón-Parma, que adoptó el nombre de Javier I. No obstante, los monárquicos franceses sí que aceptaron a Alfonso XIII como su nuevo pretendiente. Por otra parte, Carlos Pío de Habsburgo-Borbón, hijo de una hermana del pretendiente Jaime III, se autoproclamó Carlos VIII de España, y sus partidarios (que fueron minoritarios) fueron conocidos como "octavistas".

El 30 de septiembre se publicó el decreto que nombraba Generalísimo a Francisco Franco. Su forma definitiva la habían establecido el jurista José de Yanguas Messía y Nicolás Franco y difería en dos "detalles" de lo que se había acordado en la Junta de Defensa Nacional dos días antes. Por una parte, el acuerdo había sido nombrar a Franco "Jefe del Gobierno del Estado Español mientras dure la guerra", pero en la versión definitiva el "mientras dure la guerra" había desaparecido y, en su lugar, había aparecido la frase "quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado". Por otra parte, casi toda la prensa de la zona nacional publicó que Franco había sido nombrado "Jefe del Estado", y el propio Franco firmó ese mismo día una orden en calidad de "Jefe del Estado".

El obispo de Salamanca, Enrique Pla, publicó una pastoral en la que calificaba a la guerra civil como una cruzada por la religión, la patria y la civilización, planteamiento compartido por prácticamente todos los obispos españoles (salvo los del País Vasco, pues el Partido Nacionalista Vasco era católico y apoyaba a la República). No era de extrañar que la Iglesia se alineara con el bando nacional, pues ese año, desde el inicio de la guerra en la zona republicana fueron asesinados 12 obispos, más de 4000 sacerdotes, más de 2.000 religiosos y más de 200 monjas. Más difícil es determinar cuantos seglares murieron simplemente por ser católicos, ya que a menudo, en las denuncias anónimas y ejecuciones sumarias se mezclaban elementos políticos o incluso meras rencillas personales. Por estas fechas el gobierno de Largo Caballero potenció los llamados tribunales populares, que dieron unas mínimas garantías jurídicas a los detenidos, y que solían terminar con penas de prisión y no de muerte.

El 1 de octubre se celebró en Burgos la ceremonia por la que Francisco Franco fue investido como Jefe de Estado de España. En efecto, el general, Cabanellas, al transferirle los poderes que hasta ese momento había detentado la Junta de Defensa Nacional, le dijo: Señor Jefe del Estado Español: En nombre de la Junta de Defensa Nacional, os entrego los Poderes absolutos del Estado, en contradicción con el decreto promulgado el día anterior, que sólo lo nombraba Jefe de Gobierno. A la ceremonia asistieron representantes de Alemania e Italia. Uno de sus primeros actos fue enviar un telegrama adulador a Hitler. Si Hitler era el Führer y Mussolini era el Duce, ahora la propaganda franquista presentaba al nuevo Jefe de Estado como el Caudillo.  Todos los periódicos de la zona nacional fueron obligados a incluir en su cabecera el lema Una Patria, un Estado, un Caudillo, traducción de un eslogan nazi.

Ese día se disolvió el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, para evitar la duplicidad de gobierno que existía hasta entonces. Previamente, la CNT había negociado con la Generalidad de Cataluña la inclusión en ésta de representantes de todo el espectro autodenominado "antifascista". Teóricamente ahora era la Generalidad quien dirigía a todas las milicias que actuaban en Cataluña, pero muchas de ellas siguieron actuando con completa autonomía.

Juan Demóstenes Arosemena tomó posesión como presidente de Panamá.

El 2 de octubre Franco organizó la Junta Técnica del Estado, un embrión de gobierno presidido por el general Fidel Dávila (el único de sus miembros que había pertenecido a la Junta de Defensa Nacional) con "comisiones" en lugar de ministerios, cuyas funciones eran más técnicas que políticas. Las decisiones políticas quedaban a cargo de la Secretaría General del Jefe del Estado, presidida por Nicolás Franco, aunque todas las decisiones importantes tenían que ser ratificadas por el Caudillo. Al frente de la secretaría de Cultura y Enseñanza estaba José María Pemán. Indignado por el asesinato de Calvo Sotelo, se había unido inmediatamente a los sublevados (y tuvo la suerte de que el golpe triunfó en Cádiz —su ciudad natal—, porque de no haber sido así probablemente no estaría vivo) y había dedicado toda su elocuencia —que no era poca— al servicio del alzamiento. Desde su nuevo cargo se dedicó a clasificar libros para destruir los "malos" (a veces en quemas públicas) y a investigar a los maestros desde la enseñanza primaria hasta la universtaria para expulsar de la profesión a los que pudieran inculcar doctrinas erróneas a sus alumnos.

Ese día los marineros de un acorazado republicano abordaron un barco prisión anclado en San Sebastián y mataron a varios presos, entre ellos doce sacerdotes.

El 3 de octubre Franco fijó su cuartel general en el palacio Episcopal de Salamanca, que le cedió el obispo Enrique Pla. Por estas fechas aumentó notablemente el fervor religioso del generalísimo, que empezó a oír misa todas las mañanas y muchas tardes rezaba el rosario junto a su esposa. Además se hizo con un confesor personal. Parece ser que estaba empezando a creerse lo que los obispos decían de él: que era un enviado de Dios para salvar a España.

El 4 de octubre los republicanos lanzaron una gran ofensiva sobre Oviedo (en el aniversario de la revolución de 1934 y con las noticias de que los nacionales estaban a 40 km).

Las columnas anarquistas habían logrado ciertos progresos en Aragón, y a la sazón controlaban más o menos la mitad oriental de la región. El 6 de octubre formaron el Consejo Regional de Defensa de Aragón, con sede en Caspe, con Joaquín Ascaso como principal responsable. Sus integrantes declararon que Aragón era la Ucrania española, y que no se dejaría avasallar por el militarismo marxista, al contrario de lo que le había sucedido al anarquismo ruso.

Ese día murió de un fallo renal el primer ministro húngaro Gyula Gömbös. El regente, Miklós Horthy, afirmó que sólo su enfermedad había evitado que lo destituyera, pero el embajador alemán dudaba de que hubiera podido hacerlo, dado el inmenso poder que había acumulado. Horthy se encontraba entonces en el centro de la tensión política entre los conservadores y los fascistas o nacionalsocialistas. Tratando de reconciliarlos, nombró como nuevo primer ministro a Kálmán Darányi, que había sido ministro de agricultura en el gobierno de Gömbös, pero era más moderado.

El proyecto de Estatuto Vasco de Autonomía había quedado paralizado durante el bienio conservador de la República, y había sido retomado con la reciente victoria del Frente Popular, pero la guerra civil estalló antes de que hubiera sido aprobado por las Cortes. Finalmente fue aprobado y se añadió una disposición transitoria por la que, ante la imposibilidad de celebrar unas elecciones, el primer presidente (lendakari) sería elegido por los alcaldes de los ayuntamientos que estaban en zona republicana. El 7 de octubre fue así elegido José Antonio Aguirre, del Partido Nacionalista Vasco. Formó un gobierno de concentración en el que el PNV ocupaba las consejerías principales, pero en el que había también representantes de los distintos partidos del Frente Popular.

La situación del País Vasco era en muchos aspectos diferente de la del resto de España. El nacionalismo vasco había surgido esencialmente de la renuncia del ultraconservador nacionalismo español de los carlistas, pero había retenido su arraigado catolicismo. Por ello en el País Vasco nunca había habido ninguna clase de persecución hacia la Iglesia Católica, y el carácter centrista del PNV también previno la formación de los soviets y chekas que imperaban en el resto del territorio republicano. En el programa de gobierno de Aguirre se hacía hincapié en el respeto a la libertad religiosa, los presos quedaban sometidos a la jurisdicción ordinaria (sin tribunales populares que saquearan las cárceles) y se protegía la propiedad privada (no había en la región grandes latifundios). Todo esto hizo que la Iglesia Católica se mantuviera leal al gobierno autónomo, cosa que los obispos de otras regiones españolas habían censurado a los obispos vascos.

La Unión Soviética anunció que se consideraría liberada de las obligaciones contraídas con el Comité de No Intervención si no cesaban las violaciones del pacto por parte de Alemania e Italia, que no dejaban de suministrar armamento a España.

Toivo Kivimäki se convirtió en el primer primer ministro de Finlandia que había logrado mantener su gobierno durante cuatro años. Sus antecesores apenas habían llegado a mantenerse un año en el cargo. Ahora era sucedido por Kyösti Kallio.

En Grecia, Ioannis Metaxas funcó la Organización de la Juventud Nacional, una organización destinada a inculcar en los jóvenes la ideología nacionalista del régimen.

El 8 de octubre los nacionales entraron en Sigüenza y los milicianos republicanos se parapetaron en la catedral, que fue bombardeada con la artillería desde cuatro puntos distintos.

El 9 de octubre un acorazado nacional bombardeó el puerto de Málaga y hundió dos guardacostas republicanos, sin que la aviación republicana respondiera, ni tampoco los cuatro submarinos que había en la zona.

Los guardias civiles asediados en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza empezaron a recibir aprovisionamiento aéreo.

Confiando en las buenas relaciones con Alemania, el 10 de octubre el canciller austriaco Kurt Schuschnigg disolvió la Heimwehr.

El 11 de octubre se celebraron las elecciones presidenciales en Perú. Veinte días antes se había inhabilitado como candidato al aprista Víctor Raúl Haya de la Torre, porque su partido era considerado una organización internacional, y eso contravenía la constitución, redactada para dejar fuera de la escena política a comunistas y similares. El gobierno apoyaba al ex ministro Jorge Prado Ugarteche, mientras que, a falta de candidato propio, los apristas hicieron campaña en favor de Luis Antonio Eguiguren, que había presidido el Congreso Constituyente. Sin embargo, en mitad del proceso de escrutinio, viendo que Eguiguren llevaba bastante ventaja a Ugarteche, el gobierno suspendió el recuento de votos y anuló las elecciones aduciendo que Ugarteche había recibido votos de los apristas, que eran un partido ilegal (argumento peregrino donde los haya, pues por una parte el voto era secreto y, por otra parte, que un partido fuera ilegal no significa que quienes pretendían votar a ese partido no pudieran votar a otro en su defecto). El mandato del general Benavides fue prorrogado por tres años más.

Ese día el Alto Comité Árabe llamó al fin de la huelga en Palestina, gracias a la intervención del rey Ghazi de Iraq, el rey Abdul Aziz de Arabia Saudí y el emir Abdullah de Transjordania, que aseguraron "la buena fe de Gran Bretaña en su intención de hacer justicia". Ese mismo día llegaba a Palestina una comisión británica presidida por Lord William Robert Wellesley Peel, con el encargo de analizar el conflicto y determinar las responsabilidades de cada parte.

El 12 de octubre se celebró el acto de apertura de curso en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, presidida por su rector, Miguel de Unamuno. Una de las intervenciones corrió a cargo del catedrático de literatura Francisco Maldonado de Guevara, quien lanzó un furioso ataque contra Cataluña y el País Vasco, a los que calificó de antiespaña y de cánceres en el cuerpo sano de la nación, que el fascismo iba a exterminar cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos. Cuando terminaron todos los discursos, Unamuno, que no tenía previsto hablar, decidió hacerlo para replicar a Maldonado en defensa de vascos y catalanes. Él mismo era vasco y señaló que el obispo Enrique Pla, allí presente, era catalán. A medida que hablaba crecían entre el público los murmullos de desaprobación, hasta que Millán-Astray, que se encontraba en un extremo de la mesa presidencial, golpeó la mesa con su única mano (estaba manco y tuerto), se levantó y pidió hablar, interrumpiendo al rector. Alguien del público, probablemente un legionario de su escolta, gritó ¡Viva la muerte! (el lema de la legión) y Millán-Astray, desencajado, repetía algunas de las palabras que había pronunciado Maldonado, mientras se oían gritos de ¡Viva España! Finalmente se produjo un silencio y todos miraron a Unamuno, que prosiguió su discurso:

Acabo de oír el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!". Esto me suena lo mismo que "¡Muera la vida!". Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Como ha sido proclamada en homenaje al último orador, entiendo que va dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de las masas. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como he dicho, que no tenga esta superioridad de espíritu es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor. El general Millán-Astray desea crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por eso quisiera una España mutilada [...]

En ese punto Millán-Astray, entre un gran alboroto del público, gritó ¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte! y José María Pemán contestó: ¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales! Es posible que, por la confusión, la réplica de Pemán hiciera creer a algunos que Millán-Astray había dicho ¡Muera la inteligencia!, que es lo que se afirmaría después, aunque al parecer no fue el caso. Unamuno continuó:

Este es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.

El público ya insultaba abiertamente a Unamuno, y algunos militares incluso sacaron sus pistolas, pero Carmen Polo, la esposa de Franco, se agarró del brazo del anciano y lo acompañó hasta su casa. Nadie se atrevió a atacarlo en tal compañía. Unamuno era concejal en el ayuntamiento de Salamanca, pero ese mismo día fue expulsado.

Las milicias republicanas habían superado todas las defensas del perímetro de Oviedo e iniciaban una lucha dentro de la ciudad, calle por calle. El coronel Aranda ordenó una defensa desesperada.

El 13 de octubre el grueso de la armada republicana regresó al Mediterráneo.

La III Internacional había organizado las "Brigadas Internacionales" para luchar en España, pero lo había hecho a través del Partido Comunista Francés, que supo presentar el proyecto como una defensa de la democracia frente al fascismo, y así consiguió que se alistaran voluntarios de muchos países, sobre todo de Francia, pero también de Gran Bretaña y los Estados Unidos, así como exiliados alemanes e italianos. El 14 de octubre llegaron los primeros brigadistas a Albacete, donde se había organizado su cuartel general y su centro de entrenamiento.

Los nacionales conquistaron Peñarroya, en Córdoba, con lo que se hicieron con una importante cuenca minera. Por esas fechas los nacionales controlaban las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, parte de Córdoba y Granada y el norte de Málaga.

Mientras la isla Fernando Poo se había pasado al bando nacional, la parte continental de la Guinea Española seguía siendo republicana, hasta que ese día se produjo un desembarco de fuerzas nacionales que puso a toda la colonia de parte de los nacionales.

El gobierno belga anunció que rescindía el acuerdo militar franco-belga y declaraba a su país neutral ante cualquier conflicto que pudiera surgir en Europa.

El 15 de octubre los últimos republicanos que resistían en la catedral de Sigüenza se rindieron finalmente.

Ese día llegaron a Cartagena las primeras armas soviéticas: 108 bombarderos, 50 tanques y 20 coches blindados que inmediatamente se trasladaron a Madrid para hacer frente al inminente ataque de los nacionales. Hasta el momento los nacionales se habían enfrentado a milicianos mal equipados y con poca experiencia, por lo que la situación era muy similar a la de las guerras coloniales a las que Franco y la Legión estaban acostumbrados. Con la llegada del armamento soviético la guerra adquirió otro cariz y hay quien cuestiona que Franco supiera adaptarse plenamente a las nuevas circunstancias.

Teóricamente, las reservas de oro que habían sido evacuadas de Madrid estaban perfectamente seguras en Cartagena, pero ese día Largo Caballero y Negrín ordenaron que fueran trasladadas a Rusia. No se sabe si dicho destino estaba ya decidido en el momento en que empezó el traslado desde Madrid, si se estableció más tarde, si fue idea del gobierno republicano o si fue una sugerencia o exigencia rusa. Al parecer el presidente Azaña no fue informado. El caso fue que unos días más tarde Alexander Orlov, uno de los representantes del gobierno ruso en España, recibió un telegrama cifrado de Stalin en el que decía:

Junto con el embajador Rosenberg, organice con el jefe del gobierno español, Caballero, el envío de las reservas de oro de España a la Unión Soviética [...] Esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto. Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú.

El 17 de octubre las tropas nacionales procedentes de Galicia lograron romper el cerco republicano a Oviedo. La ciudad estaba reducida a escombros por los constantes bombardeos a los que la habían sometido los republicanos en las últimas semanas. El coronel Aranda fue ascendido a general.

El 18 de octubre Cartagena sufrió el primer bombardeo aéreo con el fin de impedir el desembarco de armamento ruso. Como represalia 49 presos fueron ejecutados. Los bombardeos continuaron los días siguientes, y causaron 65 muertos en algo más de un mes, pero no produjeron daños graves en las instalaciones militares. La aviación alemana e italiana atacó a numerosos puertos del Mediterráneo para obstaculizar el abastecimiento de la República. Ese mismo día fueron bombardeados Vinaroz, Benicarló, Portbou y Denia.

El 20 de octubre se estrenó La carga de la brigada ligera, dirigida por Michael Curtiz y protagonizada por Errol Flynn y Olivia de Havilland, con David Niven en un papel secundario. En total, Niven apareció en seis películas ese año.

El 22 de octubre Franco firmó el decreto por el que se destituía a Miguel de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca. El anciano quedó bajo arresto domiciliario. Por esas fechas concedió una entrevista a un periodista francés en la que hizo declaraciones muy lúcidas:

Tan pronto como se produjo el movimiento salvador que acaudilla el general Franco, me he unido a él diciendo que lo que hay que salvar en España es la civilización occidental cristiana y con ella la independencia nacional, ya que se está aquí, en territorio nacional, ventilando una guerra internacional. [...] En tanto me iban horrorizando los caracteres que tomaba esta tremenda guerra civil sin cuartel debida a una verdadera enfermedad mental colectiva, a una epidemia de locura con cierto substrato patológico-corporal. Las inauditas salvajadas de las hordas marxistas, rojas, exceden toda descripción y he de ahorrarme retórica barata. Y dan el tono no socialistas, ni comunistas, ni sindicalistas, ni anarquistas, sino bandas de malhechores degenerados, excriminales natos sin ideología alguna que van a satisfacer feroces pasiones atávicas sin ideología alguna. Y la natural reacción a esto toma también muchas veces, desgraciadamente, caracteres frenopáticos. Es el régimen del terror. España está espantada de sí misma. Y si no se contiene a tiempo llegará al borde del suicidio moral. Si el miserable gobierno de Madrid no ha podido, ni ha querido resistir la presión del salvajismo apelado marxista, debemos tener la esperanza de que el gobierno de Burgos tendrá el valor de oponerse a aquellos que quieren establecer otro régimen de terror. (...) Insisto en que el sagrado deber del movimiento que gloriosamente encabeza el general Franco es salvar la civilización occidental cristiana y la independencia nacional, ya que España no debe estar al dictado de Rusia ni de otra potencia extranjera cualquiera, puesto que aquí se está librando, en territorio nacional, una guerra internacional. Y es deber también traer una paz de convencimiento y de conversión y lograr la unión moral de todos los españoles para restablecer la patria que se está ensangrentando, desangrándose, envenenándose y entonteciéndose. Y para ello impedir que los reaccionarios se vayan en su reacción más allá de la justicia y hasta de la humanidad, como a las veces tratan. Que no es camino el que se pretenda formar sindicatos nacionales compulsivos, por fuerza y por amenaza, obligando por el terror a que se alisten en ellos, ni a los convencidos ni convertidos. Triste cosa sería que el bárbaro, anti-civil e inhumano régimen bolchevístico se quisiera sustituir con un bárbaro, anti-civil e inhumano régimen de servidumbre totalitaria. Ni lo uno ni lo otro, que en el fondo son lo mismo.

Ese día terminaba la "Larga Marcha" protagonizada por He Long, cuando se reunió con las fuerzas de Mao Zegong en Bao'an, lo que supuso el agrupamiento de todas las fuerzas comunistas chinas.

El 25 de octubre zarparon de Cartagena cuatro barcos soviéticos consumando el expolio de España ordenado por los mismos que unos meses antes reprochaban a "las derechas" que estuvieran evadiendo capitales del país. El oro español había tardado tres noches en ser embarcado. Alexander Orlov había contabilizado 7.900 cajas, mientras que uno de los responsables españoles del traslado contó 7.800.

El lendakari vaso José Antonio Aguirre estaba organizando la parte republicana del País Vasco como un auténtico Estado independiente. Unos días atrás había llamado a filas a cuatro quintas de reclutas y el 26 de octubre declaró que todas las fuerzas vascas estaban bajo el mando del Consejo de Defensa de Euskadi, presidido por él mismo, y que eran independientes del ejército republicano.

William Faulkner publicó su novela Absalom, Absalom! John Dos Passos publicó El gran dinero, novela que junto con El paralelo 42 y 1919 completó la trilogía conocida que después sería conocida como U.S.A. Graham Greene publicó Una pistola en venta y Viaje sin mapas. Henry Miller publicó Primavera negra. H. G. Wells publicó El jugador de croquet.  George Orwell publicó Que no muera la aspidistra. John Steinbeck publicó su novela En batalla dudosa. El editor consideró oportuno aclarar bajo su nombre en la portada que era "el autor de Tortilla Flat".

El 29 de octubre el ejército republicano estrenó los tanques soviéticos recién llegados a Madrid atacando a la caballería franquista en Seseña. Los republicanos lograron tomar la ciudad temporalmente, pero no pudieron frenar el avance de los nacionales hacia Madrid. A pesar de que los soldados españoles no estaban habituados a trabajar con tanques y actuaron torpemente, el nuevo armamento se mostró efectivo y confirmó los temores de muchos generales franquistas sobre lo caro que les iba a costar el tiempo perdido en la liberación del Alcázar de Toledo. Ese mismo día la nueva aviación republicana bombardeó Sevilla, lo que aumentó la moral en la retaguardia.

En Madrid se produjo una reyerta entre comunistas y anarquistas que terminó con 30 muertos. También hubo una nueva "saca" de presos. Treinta y dos reclusos fueron sacados de sus celdas y fusilados frente a las tapias de un cementerio. Entre ellos estaban el fundador de las JONS, Ramiro de Ledesma, y el periodista y escritor Ramiro de Maeztu.

Bakr Sidqi dio un golpe de Estado en Iraq contra el gobierno que presidía Yasin al-Hashimi. Once aviones sobrevolaron Bagdad y lanzaron papeles en los que pedían al rey Ghazi que destituyera a al-Hashimi y nombrara primer ministro a Hikmat Sulayman. Además, se advertía a la población de que el ejército tomaría medidas contra quienes "no respondan a nuestra sincera petición". El rey convocó al gobierno y hubo casi unanimidad en acceder a las peticiones de Sidqi, por lo que al-Hashimi dimitió y huyó al Líbano. El ministro de defensa, Jafar al-Askari, trató de reunir oficiales leales contra Sidqi, pero fue asesinado por dos enviados del golpista. Aunque el golpe había triunfado, Sidqi consideró conveniente entrar en Bagdad con su ejército y desfilar ante una muchedumbre que lo aclamó. A partir de ese momento fue el gobernante de facto del país.

A medida que el ejército nacional se aproximaba a Madrid los bombardeos sobre la ciudad se fueron haciendo más frecuentes. El 30 de octubre fue bombardeado el pueblo aledaño de Getafe. Entre las víctimas se contaron 60 niños.

El 1 de noviembre los republicanos bombardearon el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, donde seguían resistiendo el capitán Santiago Cortés, sus guardias civiles y sus familiares.

Unos días atrás se había firmado un tratado de amistad entre Alemania e Italia que ahora Mussolini presentaba en Milán como el Eje Roma-Berlín, porque consideraba que ambas ciudades definirían un eje alrededor del cual podrían girar todos los Estados europeos animados de una voluntad de colaboración y de paz. Esta alianza era lo que Gran Bretaña y Francia habían tratado de evitar a cualquier precio. La situación de Francia era especialmente preocupante. Durante años, había estado construyendo la Linea Maginot para fortificar su frontera con Alemania, pero ahora se encontraba con que tenía que fortificar también la frontera italiana y la belga, porque aunque Bélgica se había declarado neutral, estaba claro que eso significaba que, en caso de guerra, Alemania volvería a pasar sobre su "neutralidad" como había hecho en la Primera Guerra Mundial.

Ese año Agatha Christie publicó tres novelas protagonizadas por Hércules Poirot: El misterio de la guía de ferrocarriles, Asesinato en Mesopotamia y Las cartas sobre la mesa, publicada el 2 de noviembre.

El 3 de noviembre tuvieron lugar las elecciones presidenciales estadounidenses, y Franklin Delano Roosevelt obtuvo una victoria espectacular. Consiguió el 60.8% de los votos y ganó en todos los Estados salvo en Maine y Vermont. El partido demócrata obtuvo también holgadas mayorías en las dos cámaras del Congreso. Ciertamente, la política económica de Roosevelt estaba funcionando y el país empezaba a salir de la crisis, si bien todavía quedaban bolsas de pobreza. El paro había pasado del 25% al inicio de su primer mandato hasta el 14.3% (aunque todavía era excesivo).

El año anterior el periodista George Gallup había fundado el Instituto Americano de Opinión Pública y se hizo famoso por haber predicho con gran exactitud el resultado electoral (en el que habían participado más de 45 millones de votantes) a partir de una encuesta realizada a 5.000 personas cuidadosamente elegidas. El logro no era trivial. La revista The Literary Digest había hecho una encuesta entre sus suscriptores en la que habían participado 2.3 millones de personas y había pronosticado la victoria de Landon. Más aún, Gallup había usado una parte de sus propias encuestas para predecir correctamente el resultado que iba a obtener la encuesta de The Literary Digest.

El 4 de noviembre tuvo lugar el primer gran bombardeo sobre Madrid. Mientras tanto Juan Negrín incorporaba cuatro ministros anarquistas a su gobierno, entre ellos Federica Monsteny, la primera mujer que fue ministra en España (concretamente, de Sanidad y Asistencia Social).

Ese día se estrenaba en Copenhague Cabezas redondas y cabezas puntiagudas, una sátira del nazismo, de Bertold Brecht, que provocó grandes protestas entre los fascistas daneses.

Thomas Mann publicó José en Egipto, que continuaba la trama de sus dos novelas precedentes. Ese año consiguió la nacionalidad checoslovaca.

El 5 de noviembre empezó a llegar a Moscú el oro español, que es recordado en la historia como "el oro de Moscú". Según Orlov, Stalin celebró la llegada del oro con un banquete en el que, parafraseando un proverbio ruso, dijo: Los españoles no verán su oro nunca más, como tampoco ven sus orejas.

El 6 de noviembre el gobierno republicano decidió abandonar Madrid para instalarse en Valencia. Los únicos dirigentes políticos que quedaron en Madrid eran del Partido Comunista. La defensa de la capital fue encomendada al general Miaja, que fue puesto al frente de una Junta de Defensa de Madrid. Éste a su vez puso al frente del ejército al teniente coronel Vicente Rojo. La salida del gobierno se hizo en secreto, sin que se diera ninguna explicación pública, lo que empezó a minar el prestigio que hasta entonces había tenido "el Lenin Español", Largo Caballero. Ese día el socialista Santiago Carrillo se afilió al Partido Comunista de España y fue nombrado Consejero de Orden Público.

En Filadelfia se estrenó la Tercera sinfonía de Rajmáninov. Tanto la crítica como el público se mostraron divididos en sus críticas.

Cuatro columnas nacionales avanzaban sobre Madrid: una desde Toledo, otra desde Extremadura, otra desde Guadarrama y otra desde Sigüenza. En una alocución radiofónica el general Mola habló de una "quinta columna", para referirse a los madrileños simpatizantes de la causa nacional, que colaborarían con la toma de la ciudad. Hay quien atribuye la expresión al general Varela. Desde entonces "quinta columna" se usa para referirse a un sector de una población en guerra que apoya al enemigo. El caso fue que señalar públicamente la existencia en la capital de traidores a la república no fue muy afortunado, porque los comunistas (que se distinguían de los fascistas por poco más que la mano que usaban para saludar) no necesitaban grandes estímulos para cometer crímenes de guerra. A lo largo del 7 de noviembre la Junta de Defensa de Madrid ordenó cinco traslados de presos fascistas (o calificados arbitrariamente como tales) desde varias cárceles madrileñas hasta Alcalá de Henares. Pero los vehículos que transportaban a tres de los grupos de presos se desviaron hasta Paracuellos del Jarama y allí los fusilaron a todos. No fue algo muy secreto. Hay constancia de que esa misma tarde varios diplomáticos, entre ellos el cónsul de Noruega, Felix Schlayer, denunció los hechos ante Santiago Carrillo, que años más tarde afirmaría no haber estado al corriente de los hechos.

El 8 de noviembre el general Varela ordenó el asalto a Madrid. Los primeros combates se centraron en La Casa de Campo (un extenso parque a orillas del Manzanares).

Ese día se produjeron dos nuevas "sacas" de presos en Madrid, presuntamente para trasladarlos a otras cárceles más seguras, pero ambas acabaron con el fusilamiento de los presos. Una de ellas llevó a 414 presos de la cárcel modelo hasta Soto de Aldovea, donde fueron fusilados.

El 9 de noviembre llegó a Madrid la primera unidad de las Brigadas Internacionales, dirigida por Manfred Zamánovich Stern, aunque en España fue conocido como Emilio Kléber. La columna desfiló entre gritos de "Vivan los rusos" antes de instalarse en la Facultad de Filosofía y Letras.

Un tanque se encalló en la Casa de Campo y su ocupante fue capturado. En sus ropas llevaba una copia del plan de ataque de los nacionales, lo que permitió a Vicente Rojo reorganizar la defensa de Madrid más eficientemente.

Kostaq Kota volvió a ejercer de primer ministro en Albania, y se encargó de estrechar los lazos económicos con Italia. Obtuvo préstamos para realizar obras públicas, y a cambio aceptó colonos italianos en el país, muchos de los cuales ocuparon puestos en la administración.

Ese día dos nuevos grupos de presos "transportados" desde Madrid acabaron también ejecutados. El 10 de noviembre el general Miaja exigió a Santiago Carrillo que terminaran las ejecuciones de presos. Se estaban produciendo de forma tan sistemática que no era creíble su atribución a grupos de incontrolados. El anarquista Melchor Rodríguez García se hizo cargo extraoficialmente de la Dirección General de Prisiones y terminó con los fusilamientos.

El general polaco Rydz-Śmigły fue ascendido a mariscal. Para entonces era el segundo hombre más poderoso de Polonia, por detrás del presidente Mościcki (y por delante del primer ministro Składkowski). La clase dirigente polaca se dividía entre "los hombres del presidente" y "los hombres del mariscal".

El 11 de noviembre el ataque de los nacionales sobre Madrid perdió fuerza y los republicanos trataron de expulsarlos de la Casa de Campo, pero fue en vano.

El 12 de noviembre Winston Churchill criticó duramente al primer ministro Stanley Baldwin por no tomar suficientes medidas de rearme ante la amenaza alemana. Dijo que el gobierno "sólo estaba decidido a ser indeciso, resuelto a ser irresoluto, firme en estar a la deriva, sólido en su fluidez y todopoderoso a la hora de ser impotente". Baldwin le respondió alegando que la opinión pública británica no apoyaba la idea de entrar en una carrera armamentística, y que contra eso poco se podía hacer. El partido laborista, a la sazón dirigido por Clement Attlee, se oponía firmemente al rearme. Attlee insistía en que el rearme no aumentaría en nada la seguridad de Gran Bretaña y confiaba en mantener buenas relaciones diplomáticas con Alemania.

El 13 de noviembre los nacionales ocuparon el cerro Garabitas, desde donde pudieron bombardear el centro de Madrid. Mientras tanto llegaba a la capital la columna Durruti. Otras columnas de milicianos anarquistas estaban también en camino.

El 14 de noviembre, al mismo tiempo que la Junta de Defensa de Madrid publicaba una nota en la que negaba que hubiera habido asesinatos de presos, llegaba de Valencia el ministro de Justicia, el anarquista Juan García Oliver acompañado del Director General de Prisiones, Antonio Carnicero, que exigieron a Melchor Rodríguez que dejara de preocuparse por los presos. Presionado de este modo, Rodríguez dimitió.

Ese día el ejército de la Mongolia Interior, en colaboración con unidades del "Gran Legítimo Ejército Han", que era el nombre que se habían dado a sí mismos los soldados chinos leales al Estado de Manchuria, con la colaboración de algunos mercenarios mongoles, atacaron la guarnición china de Hongort.

El 15 de noviembre el ejército nacional, dirigido por Carlos Asensio, cruzó el Manzanares con tanques, pero el avance se detuvo cuando todos quedaron atascados en la arena del río. Tras horas de combate, finalmente algunos legionarios lograron cruzar el río y atacaron por sorpresa la Ciudad Universitaria, un nuevo campus universitario recientemente construido y que todavía no había sido inaugurado. Allí se encontraba destacada una columna de marxistas catalanes, que al verse atacada huyó despavorida. Al caer la noche unos 200 legionarios se habían acantonado en la facultad de Arquitectura.

El 16 de noviembre la columna Durruti trató de expulsar a los nacionales de la Ciudad Universitaria, pero los nacionales fueron avanzando lentamente, combatiendo edificio a edificio, piso a piso. La cárcel modelo de Madrid sufrió un bombardeo y sus 5.000 presos fueron reubicados en otras cárceles de la ciudad. También cayeron bombas sobre el Museo del Prado y sobre la Biblioteca Nacional. Los daños fueron mínimos, pero se planteó trasladar cuadros y libros a Valencia.

Ese día el rey Eduardo VIII de Gran Bretaña invitó al palacio de Buckingham al primer ministro, Stanley Baldwin, y le manifestó su intención de casarse con Wallis Simpson en cuanto ésta consiguiera el divorcio, que ya estaba tramitando. Baldwin le replicó que el pueblo no aceptaría a Simpson como reina, ni que su monarca se casara con una divorciada, algo opuesto a los principios de la Iglesia de Inglaterra, de la que él era el máximo representante. Eduardo VIII propuso un matrimonio morganático por el que Simpson no sería reina y sus hijos quedarían excluidos de la línea sucesoria. Simpson le replicó que cualquier alteración de la sucesión al trono debía contar con la aprobación de los distintos dominios británicos, y que no podía contar con ella. Contrariado, Eduardo VIII empezó a sopesar su abdicación. La prensa británica guardaba silencio sobre el asunto, pero los periódicos estadounidenses ya anunciaban el inminente matrimonio del monarca británico, y se estaban recibiendo cartas indignadas de británicos residentes en el extranjero.

Ese día se estrenó El llanero, una película del Oeste dirigida por Cecil B. DeMille y protagonizada por Gary Cooper, en la que se narra una historia muy novelada sobre Wild Bill Hickok, Calamity Jane y Buffalo Bill. DeMille tenía una hija adoptiva de 24 años, Katherine DeMille, que desde hacía unos años venía apareciendo en algunas películas como extra o en papeles secundarios. Ahora estaba saliendo con un joven mexicano de 21 años que ese año apareció por primera vez en cinco películas, también como extra o secundario, entre ellas en La vía láctea, de Harold Lloyd. En El llanero interpretó un papel de indio. Se llamaba Antonio Rodolfo Quinn Oaxaca, pero era conocido como Anthony Quinn.

El 17 de noviembre los aviones rusos mantuvieron un cierto equilibro en el espacio aéreo madrileño con los aviones alemanes e italianos. Los nacionales habían levantado "la pasarela de la muerte", sobre el Manzanares, que comunicaba con la otra orilla a la avanzadilla de la Ciudad Universitaria. Se llamaba así por lo fácil que era recibir un disparo al cruzarla. Los nacionales consiguieron una posición ventajosa en la Ciudad Universitaria al arrebatar el Hospital Clínico a la columna Durruti. Pero todos los avances se producían a costa de numerosas bajas. Un grupo de legionarios logró abrirse paso hasta la Plaza de España, causando el pánico en la ciudad, pero los milicianos lograron rechazarlos. Esa tarde cayeron unas 2.000 bombas sobre el centro de Madrid. Muchas de las bombas eran incendiarias y los incendios sirvieron de guía a su vez para bombardeos nocturnos. Muchas calles de la ciudad se protegieron con barricadas.

Los mongoles habían realizado varios intentos frustrados de tomar Hongorg a los chinos, hasta que ese día sufrieron un contraataque por sorpresa que los obligó a retirarse. Los chinos, dirigidos por el general Fu Tso-yi, lograron tomar el cuartel general de los mongoles en Pai-ling-miao y les infligieron una grave derrota, en la que dejaron 300 muertos, 600 heridos y 300 prisioneros.

El 18 de noviembre se produjeron dos nuevos traslados de presos, de los cuales sólo uno llegó hasta su destino en Alcalá de Henares. Los presos del segundo grupo acabaron fusilados en Paracuellos.

Alemania e Italia reconocieron al gobierno de Franco como el gobierno legítimo de España. Fue el paso previo para justificar oficialmente el envío de soldados a España. Alemania empezó a organizar la Legión Cóndor, que contaría con cuatro escuadrillas de cazas, cuatro de bombarderos, un batallón de 48 tanques y otro de 60 cañones antiaéreos. En total sumaba 5.500 hombres que serían relevados con frecuencia, pues para Hitler España era un campo de entrenamiento para su ejército: en cuanto se consideraba que una unidad de soldados había adquirido suficiente experiencia, era sustituida por otra.

Por su parte, el Imperio Japonés reconoció la soberanía italiana sobre Etiopía y, a cambio, Italia reconoció la ocupación japonesa de Manchuria.

La aviación nacional bombardeó la base naval de Mahón, en Menorca. Era el tercer bombardeo en pocos días, y causó seis muertos. Como represalia 72 presos fueron asesinados, la mayoría militares y religiosos.

El 19 de noviembre Durruti se dirige en un coche hasta el Hospital Clínico porque le han dicho que sus hombres están pensando abandonar la lucha. Al bajar del coche  recibió un tiro de dudosa procedencia. Las emisoras de radio franquistas acusaron a los comunistas, los comunistas dijeron que había sido cosa de los "trotskistas" o tal vez de los propios anarquistas, que estaban empezando a hartarse de las exigencias de su jefe, y los anarquistas dijeron que había sido "una bala fascista", sin más aclaración. Murió unas horas más tarde, ya en la madrugada del 20 de noviembre. Para entonces unos 3.000 soldados nacionales habían cruzado el Manzanares y ocupaban las tres cuartas partes de la Ciudad Universitaria.

José Antonio Primo de Rivera había sido juzgado por conspiración y rebelión militar, y finalmente había sido condenado a muerte. Ese día fue fusilado en el patio de la cárcel de Alicante. "Fusilado" es una forma de decirlo, porque se le disparó en las piernas para prolongar su agonía, y sólo algo después un miliciano anarquista le disparó un tiro en la sien. Los medios de comunicación nacionales mantendrían su muerte en secreto durante dos años. El mando efectivo en la Falange lo venía detentando desde hacía ya un tiempo Manuel Hedilla.

El 22 de noviembre otro grupo de presos fue sacado de una cárcel madrileña para ser fusilado.

El 23 de noviembre se reunieron en Leganés (ciudad cercana a Madrid) Franco, Mola, Varela y otros oficiales. En ella se acordó renunciar al avance sobre Madrid y, en su lugar, se planeó estabilizar el frente y tratar de rodear paulatinamente la ciudad hasta dejarla aislada. En la Ciudad Universitario se empezaron a cavar trincheras, fortificaciones, caminos de evacuación, etc.

El 24 de noviembre el gobierno republicano ordenó que todas las tropas del norte de España debían integrarse en el Ejército del Norte bajo el mando del general Francisco Llano de la Encomienda, que establecería su cuartel general en Bilbao. Pero el lendakari Aguirre se negó a acatar la orden, principalmente porque el Estado Mayor del Ejército del Norte estaba formado por comunistas y pretendían implantar el sistema soviético de comisarios políticos que supervisarían las órdenes de los oficiales.

Otro grupo de presos trasladados desde Madrid acabó fusilado en Paracuellos, y otro más el día siguiente. el 25 de noviembre.

Ese día Alemania y Japón firmaron el Pacto Antikomitern, es decir, un pacto contra la Internacional Comunista, cuyos artículos principales decían lo siguiente:

Artículo I: Los Estados firmantes acuerdan mantenerse mutuamente informados sobre las actividades de la Internacional Comunista, acordar conjuntamente las medidas de defensa necesarias y llevar a cabo dichas medidas en estrecha colaboración.

Artículo II: Los Estados firmantes invitarán conjuntamente a terceros Estados cuya paz interna esté amenazada por el trabajo desintegrador de la Internacional Comunista, para adoptar medidas defensivas según el espíritu del presente acuerdo o para participar en el presente acuerdo.

El texto no mencionaba explícitamente a la Unión Soviética, pero unas cláusulas secretas establecían que si alguno de los firmantes entrara en guerra contra la Unión Soviética, el otro (o los otros) mantendrían una "neutralidad benevolente". Alemania aprovechó para reconocer el Estado de Manchuria.

Por esas fechas el rey Carlos II de Rumanía había enviado un emisario a Berlín para negociar con Hitler una aproximación de Rumanía al III Reich. El monarca se sintió aliviado cuando le fue comunicado que las pretensiones alemanas de revocar el Tratado de Versalles no incluían la reconstrucción de Hungría (a costa de Rumanía y de los otros Estados que le habían amputado buena parte de su territorio).

El 26 de noviembre desembarcaron en Cádiz 6.000 soldados italianos, acompañados de aviones, artillería y tanques. En Madrid se decretó el racionamiento de los alimentos. Ese día hubo dos traslados de presos, de los cuales sólo uno llegó a su destino. El 27 de noviembre se produjo un nuevo fusilamiento de presos trasladados.

El 28 de noviembre hubo tres traslados de presos desde cárceles de Madrid, de los cuales sólo uno llegó a su destino, en Alcalá de Henares. Entre los asesinados ese día estaba el autor cómico Pedro Muñoz Seca. Había sido arrestado en Barcelona por una milicia anarquista poco después del golpe de Estado, bajo la acusación de tener ideas monárquicas y católicas (nunca fue acusado de nada más). Desde allí había sido trasladado a la cárcel madrileña de San Antón, y finalmente su "traslado" terminó en Paracuellos del Jarama, como tantos otros. Sus compañeros de celda contaron que cuando llegó a Madrid dijo a sus carceleros:

Podréis quitarme las monedas que llevo encima, podréis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves que llevo en el bolsillo, podéis quitarme hasta la vida; sólo hay una cosa que no podréis quitarme, por mucho empeño que pongáis: el miedo que tengo.

Sin embargo, poco antes de que lo fusilaran dijo: Me equivoqué al ingresar en la prisión de Madrid y deciros lo que os dije; sois tan hábiles que me habéis quitado hasta el miedo.

Ese día fueron arrojadas 160 bombas sobre Alicante, y como respuesta fueron asesinados 49 presos.

Estabilizado el frente de la Ciudad Universitaria, el 29 de noviembre los nacionales trataron de consolidar su posición atacando por sorpresa Pozuelo de Alarcón. El 30 de noviembre los republicanos reforzaron con cuatro batallones (unos 2.000 hombres), uno de ellos de las Brigadas Internacionales.

Mientras tanto el ejército vasco, siguiendo indicaciones del gobierno republicano, iniciaba un ataque contra Villarreal (en Álava), aprovechando que el grueso de las fuerzas nacionales estaba concentrado en Madrid. El ataque se inició con un bombardeo seguido del avance de la infantería, que llegó a rodear la ciudad. Los atacantes sumaban unos 4.300 hombres, con 25 piezas de artillería y 8 tanques. Frente a ellos, unos 600 soldados nacionales (la mayoría carlistas) con 5 piezas de artillería.

Ese día dos nuevos traslados de presos acabaron en fusilamientos en Paracuellos. Entre ellos había 73 religiosos, de los cuales 51 eran agustinos del monasterio de El Escorial. El 1 de diciembre hubo al menos otras dos tandas de fusilamientos.

El ejército italiano ocupó Igalem, en Etiopía, que acababa de ser abandonada por el Ras Desta Damtew.

El 2 de diciembre un ataque de los vascos en Villarreal fue rechazado por los nacionales con escasas bajas, mientras que los republicanos dejaron unos 1.000 muertos. El cerco tenía una brecha por la que los nacionales podían recibir refuerzos. En Madrid los republicanos, apoyados con tanques, lograron recuperar algo de terreno en Pozuelo de Alarcón.

Ese día se estrenó Sabotaje, una película de suspense dirigida por Alfred Hicthcock. Unos meses antes había estrenado El agente secreto.

La prensa británica tomó como excusa unas palabras pronunciadas el día anterior por el obispo de Bradford, Alfred Blunt, para sacar en portada el proyecto de matrimonio del rey Eduardo VIII con Wallis Simpson. El obispo afirmó luego que sus palabras no aludían a ese asunto, del que afirmó no tener conocimiento antes de que saliera en la prensa. El 3 de diciembre, por recomendación de los asesores personales del rey, Wallis Simpson salió de Gran Bretaña para instalarse en Francia, como un medio de eludir a la prensa. El monarca la despidió entre lágrimas. Winston Churchill defendió que el rey podía casarse con quien quisiera, y trató de obtener una mayoría en el Parlamento que apoyara su punto de vista, pero sólo consiguió 40 partidarios. La mayoría apoyó la tesis de Baldwin de que el matrimonio era inaceptable. Clement Attlee afirmó que el Partido Laborista no tenía inconveniente en que el rey se casara con una estadounidense, pero que no podía aprobar que fuera precisamente la señora Simpson. El arzobispo de Canterbury se negó en redondo y The Times afirmó que el prestigio de la monarquía sería destruido si una inclinación privada iba a entrar en conflicto con el deber público y se le permitía prevalecer.

Los nacionales intentaron ganar terreno de nuevo en Pozuelo de Alarcón, pero no lo consiguieron y de nuevo se creó un frente estable en la zona.

El 3 de diciembre hubo otras dos sacas de presos en Madrid que terminaron en fusilamientos. En la madrugada del 4 de diciembre hubo otra más, que también terminó en Paracuellos, pero fue la última, porque ese día, debido a las presiones del cuerpo diplomático y del presidente del Tribunal Supremo, Melchor Rodríguez fue nombrado delegado especial de Prisiones. El hecho de que en el periodo en que había ocupado el cargo se suspendieran inmediatamente las matanzas y que ahora volviera a ocurrir lo mismo demuestra lo fáciles que eran de evitar, y que si no se evitaron durante todo el tiempo en que tuvieron lugar fue porque no se quisieron evitar. Se calcula que en total hubo 33 sacas de presos, de las cuales 23 acabaron en fusilamientos, la mayoría en Paracuellos y unas pocas en Torrejón. Existen discrepancias sobre el total de víctimas, pero todas las versiones apuntan a que fueron más de 2.000. También se discute quiénes fueron los responsables de las matanzas. Su carácter sistemático excluye las acciones de milicianos incontrolados. Parece indudable que los responsables fueron las autoridades del Partido Comunista de España (todas las autoridades de Madrid en esa época eran comunistas) y en particular todo apunta hacia Santiago Carrillo. Se puede dudar de si él las ordenó o se limitó a no impedirlas, como también se cuestiona si la idea fue "indígenas salvajes" o si provino de los "asesores soviéticos" con que contaban los comunistas indígenas.

El 5 de diciembre la Unión Soviética adoptó una nueva constitución que introdujo algunos cambios en el sistema de gobierno. El Congreso de los soviets de la Unión Soviética pasó a denominarse Soviet Supremo, que constaba de dos cámaras. El Soviet de la Unión y el Soviet de las Nacionalidades. El Presidium del Soviet Supremo ejercía las funciones gubernamentales, y su presidente era el Jefe del Estado. La nueva constitución establecía que los miembros del Soviet Supremo serían elegidos por sufragio universal secreto, si bien pronto se vería que esto no era más que papel mojado, propaganda orientada al exterior, para aumentar el número de mentecatos convencidos de que la Unión Soviética era un paraíso político, al igual que otros artículos, como el que establecía la libertad religiosa o el derecho de las repúblicas soviéticas a abandonar la unión. La realidad era que cualquiera que pretendiera contradecir la voluntad de Stalin acababa acusado de los crímenes más monstruosos, arrestado y privado de todo derecho.

Por esas fechas el 90% de la agricultura soviética había sido colectivizada. En contra de las expectativas, la producción agrícola había disminuido espectacularmente, en parte porque los granjeros habían sacrificado más de la mitad del ganado soviético antes que entregarlo al gobierno, los agricultores que realmente dominaban las técnicas agrícolas habían sido desterrados a campos de trabajo forzado donde apenas rendían, y el resto era instruido por burócratas del gobierno que pretendían aplicar teorías marxistas sin saber nada sobre el clima local, los tipos de suelo, etc. Además, los agricultores saboteaban la producción en la medida de sus posibilidades: cultivaban mucha menos tierra de la disponible y trabajaban poco. Se calcula que unos cinco millones de campesinos murieron de hambre o a causa de la persecución política.

Stalin declaró que la Unión Soviética consistía en dos clases no antagónicas: los trabajadores y los campesinos, correspondientes a los dos tipos de propiedad de los medios de producción: la propiedad estatal (para los trabajadores) y la propiedad colectiva (para los campesinos). A éstos había que añadir la "intelligentsia", es decir, a la clase de los intelectuales encargados de producir y transmitir el conocimiento. El analfabetismo en la Unión Soviética estaba disminuyendo a buen ritmo, así como el número de habitantes con estudios superiores (otra cosa era la educación cuidadosamente dirigida y manipulada en cuestiones políticas e históricas que recibían los estudiantes). También se realizaban progresos en materia sanitaria, con grandes campañas de vacunación contra el cólera y otras enfermedades, con lo que se redujo sensiblemente la mortalidad infantil y aumentó la esperanza de vida.

Desde hacía ya casi una década estaba adquiriendo fama en la Unión Soviética un ingeniero agrónomo llamado Trofim Lysenko. Fue mencionado por primera vez en un artículo del diario de humor Pravda, que anunciaba que había descubierto un método para abonar la tierra sin usar fertilizantes ni minerales. Luego resultó que el método no funcionaba, pero eso no importó mucho, pues Lysenko nunca dejaba de anunciar investigaciones que permitirían éxitos revolucionarios en la agricultura soviética, de modo que cada nueva promesa hacía olvidar el fracaso de la anterior. Su base científica era prácticamente nula. Sus teorías eran más bien "instrucciones prácticas", como enfriar los granos de cereal antes de sembrarlos, combinar "periodos de frío", con "periodos de luz", hibridaciones, etc., pero paulatinamente había logrado aumentar el interés de los comunistas por sus teorías elaborando una biología marxista-leninista. En efecto, la teoría de la evolución de Darwin, según la cual la evolución se produce por la competencia entre las especies, era muy "capitalista", por lo que no podía ser cierta. Lysenko aplicó el "método dialéctico marxista" para concluir que el desarrollo de las especies se producía de una forma dual: evolutiva y revolucionaria, de modo que Darwin sólo había descubierto la mitad del proceso, mientras que el desarrollo "revolucionario" de las especies era el más importante y el que permitiría los "milagros agrícolas" que Lysenko prometía. El año anterior había inaugurado su propia revista "científica": Vernalización, en la que se dedicaba principalmente a alardear de sus éxitos futuros.

Sus teorías contradecían abiertamente a la genética. Afirmaba que si provocaban ciertas modificaciones en una planta (por ejemplo, haciéndola más resistente a las bajas temperaturas), éstas serían transmitidas a su descendencia (a pesar de que sus genes no hubieran sido modificados), pero Lysenko supo como rebatir a los biólogos que le ponían objeciones. Denunció a la genética como una pseudociencia burguesa, y los biólogos que la defendían eran unos amantes de las moscas y enemigos de las personas. Según explicaba:

Nosotros, los biólogos, no tenemos el más mínimo interés en los cálculos matemáticos que confirman las inútiles fórmulas estadísticas de los mendelianos. No queremos someternos al ciego azar. Sostenemos que las regularidades biológicas no tienen nada que ver con leyes matemáticas.

Rebatir a un idiota puede parecer fácil, pero si el idiota es comunista el problema se puede complicar. Unos meses atrás Lysenko había logrado que Izrail Iossofóvich Agol, que había estudiado genética en los Estados Unidos, fuera arrestado por trotskista.

Tanto Hitler como Mussolini culpaban a Franco de la resistencia de Madrid. El 6 de diciembre el Duce decidió unilateralmente que todas las fuerzas italianas presentes en España (que hasta entonces obedecían las órdenes de los oficiales españolas) estarían bajo el mando del general Mario Roatta, recién llegado de Etiopía Franco intentó negarse, pero al final tuvo que aceptarlo.

Tras un bombardeo en Guadalajara en el que fueron arrojadas 200 bombas incendiarias y 40 explosivas (que causaron 18 víctimas mortales), civiles y milicianos asaltaron la cárcel y mataron a unas 280 personas. El gobernador civil no pudo hacer nada para evitar la matanza.

El 7 de diciembre el rey Eduardo VIII de Gran Bretaña se enteró de que John Theodore Goddard, el abogado de Wallis Simpson, se disponía a viajar a Francia para entrevistarse con su cliente. Sabiendo que el gobierno estaba presionando a Simpson para que renunciara a sus planes de matrimonio, lo llamó a su presencia y le prohibió hacer el viaje, pues temía que fuera para disuadirla. El abogado, inmediatamente después de su entrevista con el rey, se dirigió a Downing Street y ese mismo día Baldwin le proporcionó un avión que lo dejó en Cannes. Goddard aconsejó a Simpson que suspendiera la petición de divorcio, porque existía un mecanismo legal por el que una iniciativa popular podría hacer que el tribunal lo desestimara (por ejemplo, sacando a la luz que su marido había fingido una infidelidad para que la sentencia de divorcio la autorizara a casarse de nuevo). Simpson habló por teléfono con Eduardo VIII y le planteó la posibilidad de abandonarlo para que pudiera conservar su corona, pero él se negó a aceptar tal cosa. Goddard tenía el corazón débil y nunca había volado, así que había pedido a su médico que lo acompañara en el viaje. Éste trabajaba en un hospital de maternidad, así que la prensa, al enterarse de que Goddard había ido a ver a Simpson con tal compañía, dedujo que la amante del rey estaba embarazada, y así lo publicó. Para más datos, se dijo que Goddard había ido acompañado de un ginecólogo y de un anestesista (que en realidad era un empleado del abogado).

Ese día Juan de Borbón escribió una carta a Francisco Franco en la que le decía:

Excmo. Sr. General Don Francisco Franco. Mi respetado general: En forma tal vez impremeditada, cuando la guerra de España tenía sólo el carácter de una lucha interna, he intentado tomar parte en ella. Aunque me impulsaban sentimientos bien ajenos a la política, comprendo y respeto las razones que entonces movieron a las autoridades a impedir mi incorporación a las tropas. […] Le ruego en todo caso disculpe el que confíe a su corazón de soldado este anhelo mío de servir a España al lado de mis compañeros. Con mis votos más fervientes por que Dios le ayude en la noble empresa de salvar a España, le ruego acepte el testimonio del respeto con que se reitera a sus órdenes y muy afectuosamente e.s.m. Juan de Borbón.

El 8 de diciembre hubo un bombardeo en Alcalá de Henares, y una multitud armada se presentó ante la cárcel exigiendo que se les entregaran presos que fusilar. Pero allí se presentó Melchor Rodríguez García, que, con riesgo para su vida, estuvo varias horas enfrentándose a la turba. Les dijo que eran unos cobardes, que matar presos desarmados era muy fácil y que si querían matar fascistas podían ir al frente. Así logró salvar la vida de los presos. Había dado órdenes de que se entregaran armas a los reclusos si la multitud no daba su brazo a torcer.  No fue ésta la única ocasión en que el anarquista salvó de la muerte a muchos presos, lo que le valió el apelativo de "el ángel rojo". Llegó a tener 28 personas escondidas en su casa. Se le atribuye la máxima "Se puede morir por las ideas, pero nunca matar por ellas". Puesto que la defensa de los derechos humanos (o simplemente la decencia) era incompatible con el comunismo o con el anarquismo, sus correligionarios empezaron a murmurar que era fascista.

El 9 de diciembre estalló durante el despegue, cerca de Londres, un avión de pasajeros en el que viajaba el ingeniero español Juan de la Cierva. Hacía unos meses que el ingeniero alemán Heinrich Focke, que había comprado licencias para construir dos modelos de autogiro, había desarrollado el primer helicóptero completamente controlable, con el que había realizado un vuelo de 28 segundos. Era muy parecido a un avión, pero con dos hélices que giraban en un plano horizontal en vez de alas. Su principal interés era la posibilidad de despegar y aterrizar en vertical.

Hacía tres años que había muerto el matemático canadiense John Charles Fields. En los últimos años de su vida había concebido la idea de crear un premio para la investigación matemática que fuera el equivalente al premio Nobel, pero por razones de salud no pudo desarrollarla en vida. Finalmente la organización del Congreso Internacional de Matemáticas estableció la Medalla Fields, que se concedería cada cuatro años (durante la celebración del congreso) a un máximo de cuatro matemáticos con la condición de no haber cumplido los 40 años de edad. El congreso de ese año se celebró en Oslo y en él fueron entregadas las dos primeras medallas, al finlandés Lars Ahlfors y al estadounidense Jesse Douglas.

El 10 de diciembre se celebró, como cada año, la ceremonia de entrega de los Premios Nobel.

Ese día murió el escritor italiano Luigi Pirandello.

El lógico estadounidense Alonzo Church y el británico Alan Turing demostraron independientemente que no existe ningún algoritmo capaz de determinar si una afirmación dada es o no una consecuencia lógica de unos axiomas. En particular, esto se aplicaba incluso a meras afirmaciones sobre la aritmética elemental. Turing tenía entonces 24 años, acababa de terminar sus estudios en el King's College y, al enterarse de la proximidad entre sus intereses y los de Church, marchó a Princeton para doctorarse bajo su dirección.

Los físicos estadounidenses Carl David Anderson y Seth Neddermeyer, estudiando los rayos cósmicos, encontraron una partícula subatómica a la que llamaron muón. Durante un tiempo se creyó que era la partícula predicha el año anterior por Yukawa, pero más tarde se descubrió que no se ve afectada por las fuerzas nucleares, así que no era la buscada.

El rey Eduardo VIII de Gran Bretaña firmó su abdicación, que se hizo efectiva el día siguiente, el 11 de diciembre, cuando su hermano, el príncipe Alberto Federico Arturo Jorge, se convirtió en el rey con el nombre de Jorge VI. Se eligió su cuarto nombre como nombre de reinado, que era el nombre de su padre, para dar una idea de continuidad que disimulara la delicada razón por la que accedía al trono. El ahora príncipe Eduardo dio un discurso a la nación (que había sido pulido por Winston Churchill) y que fue emitido por radio. En general, la forma en que Stanley Baldwin había gestionado la crisis fue bien acogida y su popularidad aumentó. Especialmente alabado fue el discurso que había pronunciado en la Cámara de los Comununes en el que anunció la abdicación del rey. Aunque no faltaron los disconformes con que no se permitiera al rey casarse con quien quisiera y que lanzaban consignas como "God save the King... from Baldwin".

Para ese día estaba previsto el estreno en Leningrado de la cuarta sinfonía de Shostakóvich, pero éste la había retirado unos días antes. Al parecer, las autoridades soviéticas presionaron al director de la Filarmónica de Leningrado para que cancelara el concierto, y éste explicó el problema al compositor, que se ofreció a presentar la retirada como iniciativa propia. Según un periódico, Shostakóvich la había retirado porque no se ajustaba a sus convicciones creativas actuales, sino que representaba una fase creativa superada desde hacía tiemp, que sufría de "megalomanía" y que planeaba revisarla.

Jorge VI tenía 41 años, era tímido y tartamudo desde la infancia. Varios factores contribuyeron a ello, como que fue obligado a usar la mano derecha siendo zurdo o que tuvo que llevar unas dolorosas tablas para corregir una deformación en las rodillas. Puede decirse que ya nació acomplejado, porque lo hizo en el aniversario de la muerte de su bisabuelo Alberto, una fecha que la reina Victoria recordó con dolor cada año hasta su muerte. Precisamente lo llamaron Alberto para que la anciana reina lo viera con buenos ojos. Once años atrás había tenido que dar un discurso en público que fue tan embarazoso para él como para sus oyentes, por lo que se decidió a contratar los servicios de un logopeda, los cuales resultaron bastante efectivos. El 12 de diciembre concedió a su hermano Alberto el título de duque de Windsor. Ese mismo día Alberto voló a Austria, pero no se reunió con Wallis Simpson, pues había accedido a mantenerse alejado de ella hasta que consiguiera el divorcio.

Los republicanos llevaron a cabo un ataque masivo sobre Villareal, pero los nacionales lograron repelerlo al anochecer, aunque les costó bastantes bajas. Por su parte, los republicanos contaron 1.000 bajas ese día.

Un crucero nacional avistó frente a Orán el Komsomol, uno de los buques soviéticos que estaba abasteciendo a los republicanos. Según la versión de los nacionales, el buque fue hundido tras recibir 56 cañonazos, pero la versión soviética es que el capitán del Komsomol había pedido instrucciones y se le había ordenado que hundiera él mismo el barco cuidando de que la tripulación fuera apresada por el barco enemigo. De esta manera se ocultaría la carga real del barco (que era de armamento, aunque oficialmente era mineral de manganeso con destino a Gante) y se podría demostrar que un grupo de marineros inocentes estaba prisionero en una cárcel fascista.

Konstantin Päts estaba desarrollando en Estonia el modelo fascista de Estado Corporativo, y había creado ya 17 cámaras corporativas, que representaban los intereses de distintos sectores sociales. Unos meses atrás, cuatro ex presidentes de Estonia (Juhan Kukk, Ants Piip, Jaan Teemant y Jaan Tõnisson) escribieron una carta a Konstantin Päts reclamando libertades civiles y el restablecimiento de la democracia. También hubo disturbios entre los estudiantes de la Universidad de Tartu que dieron lugar a enfrentamientos con la policía. A principios de año Päts había convocado un referéndum para preguntar si debía convocar elecciones para una Asamblea Constituyente que redactara una nueva constitución para el país. El voto afirmativo fue del 76% y ahora convocaba las elecciones prometidas, pero el único partido legal era la Liga Patriótica, así que la oposición boicoteó la elección en muchos distritos electorales. La participación fue del 57.8%

Ese día se estrenó con gran éxito internacional La dama de las camelias, dirigida por George Cukor y protagonizada por Greta Garbo. La crítica considera que fue uno de sus mejores papeles. Armand Duval fue interpretado por un joven actor de 25 años llamado Spangler Arlington Brugh, pero al que la Metro Goldwyn Mayer le había dado el nombre de Robert Taylor. Llevaba algunos años trabajando como secundario, y luego firmó un contrato para intervenir en escenas de prueba para actrices, pero hacía dos años un actor no había aparecido para el rodaje de un cortometraje y le dieron el papel improvisadamente. Inmediatamente llamó la atención y ésta era ya su sexta película como protagonista. Unos meses antes, Cukor había estrenado una versión de Romeo y Julieta protagonizada por Norma Shearer y Leslie Howard.

La determinacion de Chiang Kai-shek de acabar con los comunistas chinos iba ganando detractores que consideraban prioritario expulsar a los japoneses de China, estableciendo para ello una tregua seguida de una alianza con los comunistas. La reciente y fácil victoria que los chinos habían logrado sobre los japoneses en Mongolia apuntaba a que el proyecto era viable. Entre los más críticos estaban Zhang Xueliang y Yang Hucheng, que ese día arrestaron a Chiang y a sus colaboradores en Xi'an. Zhang se puso en contacto con el Partido Comunista Chino y pidió que enviaran una delegación a Xian para negociar el futuro de China. El ministro de propaganda Shao Yuanchong trató de escapar saltando una valla, pero fue detenido y golpeado, lo que le causó la muerte el 14 de diciembre. Un sobrino y guardaespaldas de Chiang también resultó muerto por un ajuste de cuentas. Tanto los nacionalistas como los comunistas tenían sus dudas sobre cómo reaccionar ante el secuestro de Chiang Kai-shek. Los nacionalistas dudaban entre negociar o atacar Xi'an, aun a riesgo de que Chiang pudiera morir. Por su parte, muchos comunistas, entre ellos Mao Zedong, querían que Chiang fuera ejecutado. Mao proponía además pactar con los caudillos nacionalistas locales —con los que ya había establecido algunos contactos— y formar un gobierno rival del de Nankin. Sin embargo, algunas voces objetaban que era preferible llegar a una alianza temporal con los nacionalistas contra los japoneses y que la muerte de Chiang la dificultaría.

Las fuerzas nacionales que atacaban Madrid lanzaron un ataque sobre Boadilla del Monte, que resultó entorpecido por la niebla.

Las investigaciones sobre radiodetección continuaban de forma independiente en distintos países y por distintas empresas y organismos. La Royal Air Force británica había probado ya un prototipo, aunque no resultó satisfactorio, en Alemania, ciertas consultas que Rudolf Kühnhold había realizado a la empresa Telefunken, una de las principales fabricantes de productos de radio en Alemania, habían puesto a sus directivos sobre la pista y habían iniciado su propia investigación sobre radiodetección. Sus primeras pruebas habían detectado un avión a unos 5 km de distancia, lo que llevó a la Luftwaffe a financiar el proyecto. La marina estadounidense ya detectaba aviones a 40 km y el ejército estadounidense, independientemente, estaba desarrollando otro proyecto que ese día logró detectar los aviones que llegaban y salían de Nueva York a 11 km de distancia. Los prototipos soviéticos y franceses eran mucho más rudimentarios

Queipo de Llano había organizado una ofensiva sobre la provincia de Córdoba que se inició el día 15 de diciembre con ataques sobre Albendín. La resistencia republicana fue mayor que la prevista.

El 16 de diciembre, que amaneció sin niebla, los nacionales, con la ayuda de la artillería y de la aviación, desalojaron completamente a los republicanos de Boadilla.

Los comunistas chinos habían pedido inmediatamente opinión a Moscú sobre qué debían hacer ante la inesperada propuesta de Zhang tras el no menos inesperado secuestro de Chiang Kai-shek, pero no recibieron respuesta hasta cuatro días más tarde, y ésta fue contraria a lo que Mao había esperado: Stalin condenaba el secuestro de Chiang y se mostraba partidario de que se formara un frente anti-japonés. Así pues, el 17 de diciembre llegó a Xi'an una delegación comunista para negociar con Zhang y Yang y resolver el incidente de forma pacífica. Mientras tanto, los nacionalistas estaban desplegando tropas alrededor de la ciudad.

El 18 de diciembre los republicanos lanzaron el que sería su último ataque contra Villareal, con gran despliegue de artillería, pero también acabó en fracaso. A partir de ese momento fueron los nacionales los que tomaron la iniciativa.

Ese día, con la rendición del Ras Imru cerca del río Gojeb, los italianos dieron por pacificada Etiopía. El gobierno italiano no tardaría en descubrir que Etiopía no le resultaba rentable, la escasa productividad del territorio no compensaba los gastos que suponía mantener la colonia.

 La niebla había detenido nuevamente el ataque sobre Boadilla y había dado tiempo a los republicanos para cavar trincheras. El 19 de diciembre se reanudó la ofensiva, pero los republicanos pudieron frenarla. Al cabo de unos días más de combate, el frente se estabilizó.

Mientras tanto, Queipo de Llano continuaba su avance por Córdoba, tomando Cañete de las Torres y Valenzuela.

El 20 de diciembre las tropas de Queipo de Llano tomaron Bujalance, en la provincia de Córdoba, las milicias republicanas huían en desbandada con facilidad.

Las elecciones presidenciales en Siria dieron la victoria a Hashim al-Atassi, que el 21 de diciembre se puso al frente del país. Unas semanas antes el Estado de Swaida y el Estado Alauita habían sido reincorporados a Siria como provincias, de acuerdo con lo acordado con el Bloque Nacional. En cambio, los nacionalistas sirios no habían logrado que Francia aceptara la anexión del Líbano.

Los nacionales seguían avanzando por Córdoba. El gobierno republicano envió desde Madrid una compañía de las Brigadas Internacionales, que el 24 de diciembre cayó en una emboscada y sufrió numerosas bajas. Mientras tanto, los soldados vascos se retiraban definitivamente de Villareal y volvieron a sus posiciones iniciales.

Santiago Carrillo dejó su puesto en la Junta de Defensa de Madrid, donde fue sustituido por el también comunista José Cazorla, cuya catadura moral no era superior. No tardó en enfrentarse con Melchor Rodríguez, que denunció que tenía cárceles privadas, controladas por el partido comunista, en el que retenía a gente que había sido absuelta.

El presidente cubano, Miguel Mariano Gómez, se encontró cada vez con mayor oposición política, hasta que finalmente el congreso acordó su destitución. En su lugar fue nombrado Federico Laredo Bru.

Los comunistas y los nacionalistas chinos llegaron a un acuerdo en Xi'an para interrumpir su guerra civil y actuar conjuntamente contra los japoneses. El 25 de diciembre Chiang Kai-shek y los demás prisioneros fueron liberados y escoltados hasta Nanjing por el propio Zhang. Apenas llegaron a su destino, Chiang ordenó que Zhang fuera arrestado y poco después lo serían también Yang y otros responsables del secuestro. Sin embargo, Chiang no tuvo más remedio que aceptar la alianza pactada con los comunistas. Presentó la dimisión de sus cargos por ello, pero no fue aceptada. En Japón se extendió el rumor de que Chiang había establecido una alianza con la Unión Soviética.

José Enrique Varela resultó herido y fue sustituido en el mando de la ofensiva sobre Madrid por Luis Orgaz.

En un discurso de Navidad, Manuel Hedilla, el líder de la Falange, declaró:

Impedid con toda energía que nadie sacie odios personales y que nadie castigue o humille a quien por hambre o desesperación haya votado a las izquierdas. Todos sabemos que en muchos pueblos hubo, y acaso hay, derechistas que eran peores que los rojos [...] que ninguna de las mejoras sociales conseguidas por los obreros queden sobre el papel sin surtir efectos y se conviertan en realidad.

No era exactamente el punto de vista de Franco, que cuestionaba las exigencias alemanas e italianas de acabar rápidamente la guerra:

En una guerra civil, es preferible una ocupación sistemática del territorio, acompañada por una limpieza necesaria, a una rápida derrota de los ejércitos enemigos que deje al país infectado de adversarios.

Y es que Franco nunca se había llevado bien con los falangistas. Cuando las Cortes anunciaron la repetición de las elecciones en Cuenca ese año, se propuso que José Antonio Primo de Rivera y Franco se presentaran en la misma lista electoral, pero José Antonio se negó a llevar semejante compañero de lista. La dirección de la Falange estaba formada por fascistas en el sentido más puro de la palabra, es decir, con una ideología de centro izquierda, que difería del comunismo en no plantear la solución de la lucha de clases como una guerra en la que una clase debía someter (o incluso exterminar) a las otras, sino a través de un sistema corporativista en la que los distintos intereses se conjugaran equitativamente. Este fascismo nunca tuvo muchos seguidores, y el crecimiento de la Falange no se debió a que muchos españoles pasaran a compartir estas doctrinas, sino a que los falangistas estaban dispuestos a combatir al comunismo empleando la violencia, y eso sí que resultaba atractivo. José Antonio decidió apoyar el golpe de Estado convencido de que la alternativa era la dictadura comunista, pero recelando en todo momento de lo que harían los sublevados en caso de que triunfaran.

Ese día se estrenó Ella, él y Asta, la mejor de las secuelas de La cena de los acusados, dirigida por W. S. Van Dyke y protagonizada por William Powell, Myrna Loy, James Stewart y el perro Skippy. Fue el primer papel intensamente dramático de Stewart, que ese año había intervenido en un total de ocho películas. Por su parte, William Powell había protagonizado cinco, tres de ellas con Myrna Loy.

El 26 de diciembre llegó a Barcelona George Orwell. Unos días antes le había dicho a Henry Miller en París que se proponía "matar fascistas, porque alguien debe hacerlo". Miller trató de convencerlo de que eso "era una estupidez", pero no tuvo éxito. Ese mismo día se alistó y fue asignado a una milicia del Partido Obrero de Unificación Marxista.

El 27 de diciembre fue bombardeada por primera vez la ciudad de Santander. Como la población no estaba prevenida, hubo 70 muertos, entre ellos mujeres y niños, y unos 50 heridos. Como represalia fueron asesinados 155 presos. También fueron bombardeadas Gandía y Cartagena, en el Mediterráneo.

Las tropas de Queipo de Llano habían atravesado la provincia de Córdoba hasta entrar en la de Jaén, ocupando la localidad de Lopera. Ese día recibió allí la acometida de unos 3.000 brigadistas internacionales bajo el mando del general polaco Karol Wacław Świerczewski, (al que los españoles no alcanzaron a llamar más que con el apodo aproximado de "general Walter"). La primera acometida fue un fracaso, y en ella murió el escritor británico Ralph Fox. El 28 de diciembre los brigadistas fracasaron por segunda vez, diezmando nuevamente las letras británicas, esta vez con la muerte del poeta John Cornford. Los nacionales, por su parte, perdieron a José García Carranza, un torero falangista más conocido como Pepe "el Algabeño". Ante tamaña pérdida cultural, el 29 de diciembre los republicanos suspendieron el ataque. No obstante, el frente se estabilizó y Queipo de Llano no pudo llevar a cabo sus planes de rescatar a los asediados en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, en Jaén.

Inmediatamente acudió al campamento de "Walter" el comunista francés André Marty, en calidad de "comisario político" dispuesto a buscar responsabilidades por el fracaso. Era conocido como "El carnicero de Albacete", porque tenía su base militar en dicha localidad y porque ordenaba fácilmente el fusilamiento de civiles y brigadistas a los que consideraba culpables de cobardía en el combate (si bien él mismo apenas participó en combate alguno). En esta ocasión se contentó con fusilar por espionaje a un comandante francés, Gaston Delasalle.

El 31 de diciembre murió Miguel de Unamuno. En su funeral fue exaltado como un héroe por los falangistas.

El fin de la república española
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