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Entre
el rito y el juego:
la
fiesta cortés
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Con
la lírica occitana nos enfrentamos a una situación
comunicativa muy particular: las obras de trobadores y trobairitz,
la primera lírica europea en lengua romance, sólo
alcanza su objetivo artístico cuando tiene lugar la celebración,
la fiesta, cuando después de cenar se retiran los bancos
y los asistentes se disponen a disfrutar del espectáculo.
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Desde el punto de
vista de la historia literaria, creo que no exagero si digo que en tierras
del sur de las Galias, de Cataluña y norte de Italia, durante
los siglos XII y XIII parece producirse una autentica fiebre festiva.
Para que casi cuatrocientos trovadores escribieran la cantidad de poesías
que tenemos, unas dos mil quinientas (muy poco de lo que se debió
componer), hace falta que se dieran unas condiciones muy particulares
que favorecieran la celebración de fiestas.
Seguramente se
celebraban con mucha frecuencia para conmemorar o hacer públicos
toda suerte de eventos: reuniones familiares, enlaces matrimoniales,
pactos políticos, o simplemente, banquetes en honor del señor
del lugar, que se desplazaba, como cada año, a comprobar el estado
de su acuerdo con tal o cual vasallo.
Lo que llama la atención en estos productos culturales es precisamente
que vean la luz en el seno de una celebración tan especial y
ritualizada. De hecho tiene mucho de teatral: el trovador, en la intimidad
del círculo de acogidos en la corte, toma la palabra para expresar,
por lo general, el placer o el dolor que le supone el contacto con el
ser amado. Los asistentes perciben la obra poética como auténtica,
una obra que expresa sentimientos que ellos han experimentado o que
quisieran experimentar.
Un
ideal amoroso, la fin’amors, pero también un ideal
estético. Porque tanto los trovadores como sus mecenas
estan muy preocupados por la forma. Pero a diferencia del teatro,
aquí el público también participa en la
elaboración del resultado. Se puede decir que la comunidad
cortés es el verdadero autor del producto artístico.
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En su estudio sobre
Il pubblico dei trovatori (1) MĒ Luisa Meneghetti
realiza un sugerente análisis sobre la situación de co-producción
que se da entre los asistentes a la fiesta cortés. En esta situación
se produce una ilusión igualitaria colectiva, dado el particular
proceso de identificación estética por parte del destinatario:
“Se podría llegar a decir que la poesía cortés
es esta “performance” igualitaria colectiva, en el sentido
que esa poesía sólo realiza plenamente sus finalidades
comunicativas en el momento en que se convierte en un vehículo
(aunque sea artificial y efímero) de nivelación de todos
los componentes del grupo que participa en el rito”. (2)
De esta relación estrecha nos hablan autores como el que conocemos
bajo el nombre de Monje de Montaudon. A Raimon IV de Tolosa le envia
este trovador una composición que acaba con esta tornada:
Messatgiers,
vai t’en, te ta via
al comte, cuy Dieus benezia,
que te Toloza en baylia;
s’y a ren qu’a lui desplayria
ieu suy selh queol ne ostaria.
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Mensajero,
vete y emprende el camino hacia el conde, a quien Dios bendiga,
que tiene Tolosa en dominio; y si aquí hay algo que pueda
disgustarle, yo soy quien lo quitaría.(3)
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Y es de señalar que la pieza nos ha llegado incompleta. Por el
género a que pertenece serían de esperar tres versos más.
Parece pues que el conde de Tolosa le tomó la palabra al autor.
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Las
obras en las que quizá se advierta mejor el carácter
festivo de la lírica occitana son precisamente aquellas
que parecen ir contra el rito. Porque cuando los trovadores
hablan de amor es curioso observar que el propio código
cortés permite el cuestionamiento del sistema.
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En la producción
occitana tienen cabida parodias más o menos humorísticas,
más o menos cáusticas, que demuestran un gran sentido
lúdico de la labor creadora y una gran amplitud en las expectativas
del público. Los destinatarios de estas composiciones debían
gozar, como en todas las épocas, de las bellas historias de amor,
y de relatos más subidos de tono, como algunas ramas del Roman
de Renard, o cierto tipo de fabliaux, por poner un ejemplo.
La suerte que tenemos
nosotros es que estas composiciones de los trovadores más conocidos,
se han conservado en cancioneros medievales y todas no han podido ser
atribuidas a anónimos compositores de costumbres más o
menos licenciosas. De hecho, cuando las poesías conllevan un
marcado carácter paródico o sensual, la crítica
no suele valorarlas con el mismo entusiasmo que otras composiciones
más clásicas de la fin'amors.
No
quiero decir que las composiciones más burlonas o crudas,
que vamos a ver, deban considerarse desde el mismo punto de
vista que las poesías calificadas como más elevadas.
Pero precisamente, porque los mismos trovadores que son capaces
de componer un ideal amoroso tan digno, tan fino, también
crean otro tipo de composiciones más desmitificadoras,
sería interesante tenerlas en cuenta.
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Ya el primer trovador conocido por nosotros, Guilhem de Peitieu, inicia
su producción con unas obras que le merecieron por sus contemporáneos
el calificativo de “iocundus” y “facetus” y
de quien afirmaban que era de gracia histriónica y frecuentador
de tabernas. Como veremos, no es ni mucho menos el único que
parodia lo más serio, el amor cortés, en una clara actitud
satírica.
Y
es innegable que el público asistente debía
aplaudir con ganas piezas como Farai un vers, pos mi sonelh.
En ella,
el poeta establece una oposición frontal entre el amor
que una dama puede sentir por un laico y por un clérigo.
Ganando el laico, por supuesto.
Y es que
no es de extrañar una postura así, teniendo
en cuenta el poco aprecio que tenía hacia los representantes
eclesiásticos en general el duque de Aquitania.
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Todo parece empezar
como una típica canción de problematica cortés.
Pero pronto entramos en el terreno del fabliau: el trovador relata su
aventura con la mujer de Garí y la de Bernat. Disfrazado de peregrino,
se las encuentra y finge ser mudo. Para comprobarlo, ellas hacen que
un gato le arañe la espalda. Guilhem afirma haber superado estóicamente
la prueba.
Convencidas de
la mudez, por tanto, de la imposibilidad de que desvele lo que allí
va a pasar, las dos mujeres se encierran en casa con el protagonsita,
durante ocho días, dedicándose a frecuentes prácticas
amatorias. La parodia humorística de Guilhem se asemeja al gap
de Olivier en el Pèlerinage de Charlemagne, y como allí,
es dificil negar el placer que el trovador experimenta con la situación
burlesca y las alusiones subidas de tono:
Ueit
jorn ez encar mais estei
az aquel torn.
Tant las fotei com auzirets:
cent et quatre-vinz et ueit vetz,
que a pauc nioi rompei mos corretz
e mos arnes;
e no.us puesc dir los malavegz,
tan gran m’en pres.
Monet, tu m’iras al mati,
mo vers portaras al borssi,
dreg a la molher d’En Guari
e d’En Bernat:
e diguas lor que per m’amor
aucizo.l cat.
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Estuve
ocho días, y aún más, en aquel ambiente.
Las follé tanto como vais a oír: ciento ochenta
y ocho veces, que por poco rompo mi correaje y mi arnés;
y no puedo decir la gran enfermedad que cogí. Monet,
por la mañana y de mi parte, llevando mi verso en el
zurrón, irás directamente a la mujer de Garí
y a la de Bernat, y diles que, por mi amor, maten al gato.(4)
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Curiosamente,
otro gran señor, trovador y a su vez protector de trovadores
como Raimbaut d’Aurenga nos ha dejado lo que podríamos
llamar el gap o la parodia contraria. Se trata de una pieza
sorprendente, dedicada a la condesa de Rodés, en la que
se lamenta, evidentemente en broma, por haber sido emasculado.
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Pero tal desgracia,
piensa él, ha de tener sus compensaciones. Los maridos, al menos,
deberían estar menos preocupados con las visitas que hace a sus
mujeres:
D’aisso
vos fatz ben totz certz:
qu’aicels don hom es plus gais
ai perdutz, don ai vergoigna;
e non aus dir qui.ls me trais;
et ai ben cor vertadier
car dic tant grand encombrier.
Mas per so sui tant espertz
de dir aisso que er plais
car voill leu gitar ses poigna
totz los maritz de pantais
e d’ira e de conssirier,
don moutz m’en fan semblant nier. (...)
A dompnas m’en soi prosfertz
e datz, per que m’en ven jais;
si noc’ai poder que.i joigna
en jazen, ades enfrais
solament del desirier
e del vezer, qu’als non quier.
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Os
aseguro totalmente esto: que he perdido aquellos por los que
el hombre está más contento, por lo que tengo
vergüenza; y no oso decir quién me los arrancó;
y es bien veraz mi corazón quando revelo tan gran calamidad.
Pero si me apresuro tanto a revelar lo que ahora deploro, es
porque quiero, sin tardanza, apartar a todos los maridos de
angustia, de tristeza y de preocupación, ya que muchos
me ponen negro semblante (...) Me he ofrecido y entregado a
las damas, de quienes me viene contento; si nunca más
tengo poder para juntarme con ellas yaciendo, ahora engordo
únicamente con el deseo y la vista, pues no pretendo
otra cosa.(5)
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A
Marcabrú le gustan también las palabras crudas,
las alusiones sorprendentes, sobre todo cuando las composiciones
son de temática amorosa. En la siguiente poesía
satírica el trovador se complace en presentar a la dama
como liviana y coqueta, aunque el enamorado tampoco presenta
los rasgos del amante cortés.
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Se intuye la búsqueda
de la sorpresa creando un elemento de distorsión, porque a veces
parece que estamos en plena canción tradicional:
Non
sai s’aissios fo fadada
que no m’am e si’amada;
c’ab una sola vegada
fora grans la matinia
si.ll plagues
ni volgues
qu’o fezes;
per un mes
n’agra tres,
aqui es
de sa companhia (...) De fin'amor dezirada/ az una flor pic
vairada/ plus que d'autruna pauzada (...)
Del deslei
que me fei
li fauc drei,
e.il m’autrei,
mas sotz mei
aplat sei,
qu’ela.m lass’e.m lia.
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No
sé si fue hechizada de tal modo que no me ame y sea amada;
pues una sola vez sería grande la propina si le gustara
y quisiese que se lo hiciera. Aquí mismo conseguiría
un premio triple por su compañía. (...)Tiene una
flor multicolor de leal amor deseado más que cualquier
otra prostituta. (...) Le hago gracia de la injuria que me hizo
y me entrego a ella, pero que, echada debajo de mí,
me enlace y me estreche.(6)
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Pero
de hecho, la mezcla de estilos, de géneros, la intertextualidad
misma está en la base de la lírica occitana.
Si los ensenhamens corteses establecían férreas
normas para los enamorados, el mismo Raimbaut d’Aurenga
replica con una contundente parodia en la que da consejos
a los enamorados sobre cómo conducirse con las damas.
Consejos que incluyen darles puñetazos en las narices.
Es la otra cara de los suspiros de amor cortesanos que él
también profiere a veces:
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Si
voletz dompnas guazanhar,
quan querretz que.us fassan honors,
si.us fan avol respos avar
vos las prenetz a menassar;
e si vos fan respos pejors
datz lor del ponh per mieg sas nars;
e si son bravas siatz braus!
Ab gran mal n’auretz gran repaus.
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Si
queréis conquistar damas, cuando pretendáis que
os concedan favores, si os dan una respuesta inicua y hostil,
poneos a amenazarlas. Y si os contestan peor todavía,
pegadles un puñetazo en medio de las narices; y si son
bravas, sed bravos. A fuerza de mucho mal conseguiréis
gran reposo.(7)
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El
trovador Gausbert Amiel nos ha dejado una insólita
manifestación
“anti-cortés”, si seguimos al pie de la
letra el tópico. Pero de hecho ni es violenta, ni especialmente
subida de tono. Gausbert sólo afirma que su dama no
es de alta condición. Frente
a los trovadores
“ricos” que aman a damas “ricas”, en el sentido
de poderío feudal, el poeta ironiza, probablemente sobre el
tópico más frecuente en la poesía amorosa:
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Las
ricas c’una non caloing
lais als rics donadors cortes,
c’una basseta m’a conques,
tal que de Paris tro al Groing
gensser no es ni mieills no oill vai
a nuilla de fin pretz verai
ab lo poder qui.l ten en pes.
Ad aquesta soplei e joing
mas mans per referre merces,
que la benansa on m’a mes
mi val mais e ges no.m vergoing
si trop rica sompna non ai,
que.l sens e la beutatz l’estai
tant aut que paucas li son pres.
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Las
ricas, a ninguna de las cuales aspiro, dejo para los ricos dadivosos
corteses, pues me ha conquistado una bajita tal que, desde París
hasta Logroño, no hay otra más gentil ni que la
supere en verdadero mérito con el poder que la mantiene
en buen estado. A esta suplico y junto las manos para implorar
merced, pues la felicidad en que me ha puesto me vale más,
y no me avergüenzo de no tener dama muy rica, pues el juicio
y la hermosura se hallan en ella en tan alto grado que pocas
le están cerca.(8)
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La intención burlona y el gusto por la parodia se llevaba a cabo
con respecto a cualquier tema, los más serios incluidos. Y esto
lo hacían trovadores de gran renombre, trovadores profesionales
o anónimos creadores.
La siguiente poesía
es una de esas composiciones que ha llegado hasta nosotros sin identificacion
de su autor. Merece la pena por ser una canción amorosa (de fin’amor,
v.16) basada en hábiles juegos de palabras y en metáforas
retóricas. Imaginamos lo que disfrutarían, por ejemplo,
los estudiantes del trivium. Pero de hecho, debían entenderla
perfectamente todos aquellos que hubieran recibido un mínimo
de educación gramatical:
E
s’ieu ja, bella, tan vail
ch’amdui siam conjuntiu
nostre cor ferm optatiu,
pois non prezarai un ail
cels, c’ab voluntat activa
pauzan contra mi eror
e pugnon che disjuntiva
si’a nostra fin’amor(...)
Quan sera copulativa
cartenguda nostr’amor,
ja non er de mal passiva.
Ieu dich ver; per chai por?
E car es nominativa
volgr’aver un genitiu
de vos, chi es emperativa
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Y
si yo, hermosa, valgo tanto que consigo que ambos seamos conjuntivos
y nuestros corazones optativos (anhelosos), entonces no apreciaré
en un ajo a los que con voluntad activa me ponen en congoja
y procuran que en nuestro leal amor haya disyuntiva. (...) Cuando
nuestro apreciado amor sea cupulativo, ya no será pasivo
(sufriente) de mal. Digo la verdad; ¿por qué tengo
miedo? Y pues sois nominativa (renombrada), quisiera tener un
genitivo (hijo) de vos que sois imperativa (excelente).(9)
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Todo el
ritual que tiene lugar durante la fiesta cortés tiene
mucho que ver con el juego y con su negatividad constitutiva:
el juego suspende las obligaciones diarias, oponiéndoles
un universo lúdico y heterogéneo en el cual
los participantes, dotándose de unas reglas libremente
aceptadas, van creando un orden más perfecto.(10)
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Y estamos hablando
de unas composiciones de lo más alambicado técnicamente
hablando. No es de extrañar que la tiranía de la forma
produzca resultados tan sorprendentes como los que se dan en el sirventés.
En principio se trata de un género moral o de crítica
de los más diversos temas.
Pero para alcanzar
mayor popularidad, para facilitar que el público recuerde mejor
estas piezas de circunstancias, el sirventés suele servirse de
la música de una canción muy conocida, adaptándole
un nuevo texto, por lo general satírico. Se lo ha comparado con
el efecto que produce nuestro espectáculo del cabaret, en el
cual, intencionadamente, se adaptan melodías célebres
a corrosivos textos de ocasión.
En el espectador
se produce pues un efecto de vivo contrapunto, una distancia expresionista
que hace resaltar la naturaleza satírica de la referencia intertextual
(11). Y es quizás en el sirventés
donde mejor se observa ese gusto por la intertextualidad, ese placer
en manipular lúdicamente la forma hasta hacerle producir efectos
llamativos. Existen unos 200 sirventeses que retoman el esquema métrico,
melodía y rimas de canciones precedentes, supuestamente de gran
éxito.
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Pero
por lo que respecta a las rimas, a veces el modelo sólo
es seguido en parte. Es famoso el sirventés de Bertran
de Born compuesto siguiendo la estructura métrica y las
rimas de una poesía de Arnaut Daniel que contaba con
seis estrofas y una tornada.
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Pero las rimas originales
eran tan “caras” que Bertran de Born sólo compone
cinco estrofas afirmando con cierta ironía en la segunda tornada
que se ve incapaz de encontrar más rimas y que ha modificado
su texto respecto al modelo:
Vai,
Papiols, ades tost e correns,
a Trainac sias anz de la festa;
di.m a.N Rotgier et a totz sos parens
qu’ieu no trop mais “omba” ni “om”
ni “esta”.
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Papiol,
en seguida, pronto y corriendo, ve a Trainac antes de la fiesta;
y di de mi parte a Rogier y a todos sus parientes que yo ya
no encuentro más rimas en omba ni en om
ni en esta. (12)
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Tenemos muy bien documentada la vida accidentada de Guillem de Berguedà,
gran amigo de Bertran de Born, y quizás el autor de los sirventeses
más cáusticos y ácidos de la lírica occitana.
En 1175 Guillem asesinó a traición al vizconde Ramon Folc
de Cardona, poderoso magnate catalán. El trovador tuvo que refugiarse
en la corte de Arnau, vizconde de Castellbó, barón rebelde
al rey Alfonso II y al obispo de Urgell.
Se puede entrever
aquí una lucha típicamente feudal entre el poder de los
laicos y de los religiosos. Al obispo de Urgell, por ejemplo, le amenaza
con emascularlo porque le atribuye enormes crímenes y violaciones
de hombres y mujeres. Pero es que el obispo de Urgell era un feroz enemigo
del vizconde de Castellbó, un reconocido cátaro y protector
del trovador.
A su vecino,
Pere de Berga, Guillem le dedica las descripciones más
humillantes: lo presenta como tacaño traidor y como
marido consentido. Este último aspecto, señala
Riquer, queda magistralmente subrayado porque el poeta le
dedica a su esposa, Estefanía de Berga, las más
finas muestras de amor cortés.
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Oigamos un sirventés
dedicado a ella. Cabe subrayar que a su dama Estefanía la llama
“Sogra”, y a Pere de Berga, “Sogre”:
E
car me fetz plorar
Ma Sogra, q’es bell’ e bona,
Dampnedieu prec que.l cofona
o.l lais ab mi encontrar.
Mout es cobes de manjar
e plens de gelosia,
per que no.l deu amar
midonz N’Estefania;
faria lo menar
en la cort de Barselona,
que de Tortoz’a Narbona
de traicion non a par.
E pois ren no.m val reptar
qe.il fassa de bausia,
laissar m’o ai estar
tro un jorn que l’aucia.
Sogra, no.us deu pesar
si ben gardatz sa persona,
qe.l dia c’om lo repona
poiretz cent tans meillurara.
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Y
ya que me hizo llorar a Mi Suegra, que es bella y buena, ruego
a Nuestro Señor que lo confunda o que lo deje encontrarse
conmigo. Es muy ávido en comer y está lleno
de celos, por lo que no debe amarlo mi señora Estefanía.
Yo lo haría conducir a la corte de Barcelona, pues
de Tortosa a Narbona no tiene par en traición. Y pues
de nada me vale que lo haga retar de traición, lo dejaré
hasta un día que lo mate. Suegra, no os debe pesar
si bien miráis su persona, porque el día que
se lo entierre podréis mejorar cien veces más.(13)
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Da la
sensación, en efecto, que Guillem de Berguedà
sólo celebra su belleza para escarnecer al marido.
La tornada de uno de sus sirventeses dice:
A
vos m’autrei, bona dompna de Berga:
vots etz aurs, e vostres maritz merga.
A
vos me entrego, buena dama de Berga: vos sois oro puro y vuestro
marido merga.(14)
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Desfigura pues la palabra que todos sabemos para hacerla consonar con
su odiado linaje de Berga y producir con ello la estrepitosa carcajada
de los naturales del Berguedà que debían aplaudir divertidos
y sorprendidos por lo punzante de la referencia.
Es de destacar el
hecho de que gran parte de este cuestionamiento carnavalesco, desde
el mismo núcleo del sistema, irá desapareciendo, probablemente
debido a las duras condiciones a que se verá sometida la creación
artística, en tierras occitanas, tras la cruzada contra los cátaros.
Incluso dejará
de realizarse allí donde la lírica cortés se va
a convertir en un modelo a seguir, como ocurrirá a partir de
entonces, al norte del Loira. Este cambio de óptica en territorio
de oïl podría deberse a una diferencia de sensibilidad del
público, o también, a una probable incomprensión.
Se ha
dicho que es como si supieran utilizar la máquina de
la concepción cortés pero desconocieran sus
engranajes, con lo que no podrían modificar su funcionamiento
(15). Como si en la Francia del norte
hubieran escogido únicamente unos cuantos temas referidos
a los lugares más comunes, a los tópicos de
la tradición lírica occitana.
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Aunque por los avatares de la historia, éstos tópicos
hayan sido privilegiados, no deberíamos olvidar que los creadores
del modelo cortés, los trovadores y sus mecenas, llevaban a cabo
una creación artística muchísimo más rica
de lo que puede parecer en un principio, mucho más rica de la
imagen que de ellos nos han transmitido. Como hemos visto por este despliegue
lúdico-festivo, en la lírica cortés tienen cabida
toda suerte de agudezas intelectuales, desde la broma formal más
sutil hasta las parodias más subidas de tono.
Todo, incluso los
temas que parecen más serios, como el amor cortés, pueden
ser presentados al público de la manera más divertida
e ingeniosa posible. A veces, incluso no queda clara la frontera entre
lo que debería ser considerado cortés o anti-cortés.
Este gusto por la manipulación del ritual pone en evidencia,
en definitiva, la extrema flexibilidad del propio código cortés
occitano.
Desde dentro del
sistema y frente al mismo público que disfruta y se identifica
con las más sentidas canciones de la fin’amors, los autores
occitanos nos han dejado pruebas fehacientes de que el rito no encorseta
su particular ideal estetico-amoroso.
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Mediante
el juego, mediante la búsqueda constante de la variación
temática y formal, de la intertextualidad, el público
que asiste a la fiesta cortés ratifica con su aplauso
esta especial e inteligente colaboración artística.
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Texto
publicado en Écrire, traduire et représenter la fête,
E. Real, D. Jiménez, D. Pujante y A. Cortijo (eds.), 2001, Universitat
de València, p. 79-88
(1) Meneghetti, MĒLuisa, 1992,Torino, ed. Einaudi.
Ya en el primer capítulo se plantea la fiesta de la corte como
la situación comunicativa en la que la poesía es co-producida.
Ver p. 20 y ss.
(2) Meneghetti, op.cit., p.62
(3) Riquer, Los Trovadores, Historia literaria y textos,
Barcelona, 1989 (1Ē ed. 1975), p.1033
(4) Riquer, op.cit., p.134-138
(5) Riquer, op.cit., p.442-444
(6) Riquer, op.cit., p.211-215
(7) Riquer, op.cit., p.434
(8) Riquer, op.cit., p.1670-1671
(9) Riquer, op.cit., p.1707-1708
(10) Meneghetti, op.cit., p.62
(11) Meneghetti, op.cit., p.82
(12) Riquer, op.cit., p.730
(13) Riquer, op.cit., p. 525
(14) Riquer, op.cit., p. 522, nota nē8
(15) Meneghetti, op.cit., p.148

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