El interesante artículo relatando el Foro de Mundo Obrero sobre
Populismos, publicado en su número de enero de 2017, me motiva las reflexiones siguientes.
Me llama la atención, en primer lugar, la preocupación por la falta de una "
teoría general del populismo", cuya necesidad está por justificar. así como la identificación "
como nacional-popular, dicho de otro modo, como populista", en absoluto justificada. Si la aceptáramos habríamos de calificar como "populista" no sólo a
Gramsci, autor de la referencia "
nacional-popular", sino a las llamadas "Democracias Populares" en la Europa del Este, así como a la fundación por
Mao Tse Tung de la República Popular China. Claro que igual se podía haber escrito "
dicho de otro modo, como nacionalista". Pero es que, siguiendo el mismo razonamento, cuando
Marx y
Engels escriben en el "Manifiesto Comunista" que "
siendo
la mira inmediata del proletariado la conquista del Poder político, su
exaltación a clase nacional, a nación, es evidente que también en él
reside un sentido nacional" (editorial Ayuso, página 92)
tendríamos que concluir que son "nacionalistas", en clara contradicción
con su posición política. Teniendo en cuenta, además, que Marx y Engels
utilizan ahí el término "nacional" en un sentido equivalente al
gramsciano "nacional-popular". Por el contrario, en nuestro Partido,
tanto en el PCPV como en el PSUC, hemos afirmado históricamente nuestra
aspiración a ser un "partido nacional" al tiempo que hemos rechazado
ser un partido "nacionalista".
Por lo que se refiere al término "populismo", habría que recordar el
origen de su uso actual. Y se da el caso de que en Europa se ha venido
utilizando, con intención descalificadora, frente a aquellos que
defienden los intereses "populares" frente a los intereses "del
Estado", a menudo calificados como "nacionales". Y por el contrario, en
Estados Unidos el término "populista" ha sido reinvindicado por el ala
izquierda del Partido Demócrata que encabezaba
Elizabeth Warren,
en el sentido de defender al 99% frente al 1%, según la terminología
que popularizó el movimiento Occupy. Claro que probablemente se
llamaran "populistas" para no llamarse "socialistas", al contrario de
lo que hacía
Bernie Sanders.
Pues en los Estados Unidos al término "socialista" se le daba un
sentido peyorativo. Tanto es así que, como explicaba en mi artículo en
Mundo Obrero de la sección RedRoj@ de
septiembre de 2016,
incluso cuando una economista de la revista Time propugnaba prescindir
de los capitalistas lo hacía defendiendo lo que llamaba "capitalismo de
frambuesa" ("
Cranberry capitalism").
Pero después el sorpresivo apoyo recibido por el autodenominado
socialista democrático Bernie Sanders entre las bases del Partido
Demócrata y entre la clase trabajadora norteamericana puede haber
debilitado el miedo al término "socialista". Quizá por ello ahora
hablan menos de "populismo", término que allí tiende ahora a aplicarse
más bien al fascismo de
Donald Trump.
Por otra parte, habría que recordar que, etimológicamente, "populismo"
sería sinónimo de "democracia", que en griego significa "poder del
pueblo". Y lo que se ha llamado "
momento populista", que
Sol Sánchez
caracterizó correctamente en el Foro, se corresponde con la crisis del
pensamiento único de la globalización neoliberal a la que me refería en
mi artículo "
Ruptura histórica" publicado en el Mundo Obrero Digital.
El problema de fondo, en efecto, está en el secuestro de la democracia
en nombre del "mercado" por parte principalmente del capital
financiero, amparado en el llamado Consenso de Washington que expresaba
el pensamiento único referido, plasmado también en el Tratado de
Maastricht que dio lugar a la Unión Europea. Frente a ello se alzó el
movimiento 15M en España, que no reivindicaba un "populismo" sino una
Democracia Real, o el movimiento Occupy en Estados Unidos reivindicando
al 99% frente al 1% de los muy ricos.
Y a quienes defienden dichas reivindicaciones democráticas se los ha
descalificado como "populistas" porque quedaría feo acusarlos de
"demócratas". Claro que, como dijera el
Lagartijo,
"hay gente pa tó", y a alguno le he escuchado hablar de "democratitis"
como si fuera una enfermedad. Algunos parecen pensar que basta con
poner un sufijo para darle a una palabra carácter peyorativo: no
quedaría bien atacar genéricamente al pueblo, a los obreros o a los
intelectuales, pero se puede criticar a los "populistas", a los
"obreristas" o a los "intelectualistas"...
Aunque, quizá por motivos similares a los de Estados Unidos, hemos
visto también a gente de Podemos presentarse como "populistas", quizá
para no definirse como "de izquierdas", a pesar de estar integrados en
el grupo parlamentario de la Izquierda Unitaria Europea.
En todo caso, y a pesar de las reticencias de quienes pretenden ser más
"marxistas" que Marx, el problema no está en hablar del pueblo, de la
ciudadanía, del 99% o de "los de abajo" para, frente a la oligarquía, a
los poderosos, al 1%, a "los de arriba" o al gran capital, referirse al
conjunto de los sectores populares, en el sentido utilizado por Mao o
Gramsci, como componentes de un Bloque Histórico alternativo. El
problema está en la tesis de la muerte de la clase obrera, que suele
partir de una concepción restringida de ésta que ciertamente no es la
de Marx, el cual, en "El Capital", ponía precisamente a un maestro como
ejemplo de obrero productivo.
Con el "populismo" de quienes defienden dicha tesis sí debemos
polemizar, sin confundir a quienes defienden posiciones fascistas al
estilo de Trump o
Le Pen con
quienes pueden formar parte de un Bloque Histórico alternativo junto a
quienes adoptamos una posición de clase (trabajadora). Posiblemente una
de las propuestas más emblemáticas de dicho "populismo" es la Renta
Básica universal e incondicional, que no hay que confundir con la
razonable Renta Mínima para los necesitados que defienden en España los
sindicatos mayoritarios. Recomiendo leer al respecto el excelente
artículo de
Eduardo Garzón en La Marea titulado "
Críticas a la Renta Básica Universal desde la izquierda".
Claro que la Renta Básica puede defenderse desde posiciones
neoliberales, como una generalización del "bono escolar" que propugna
DeVos,
la Ministra de Educación de Trump, para acabar con la Escuela Pública,
o desde posiciones de izquierdas que pretenden compatibilizarla con
unos Servicios Públicos de Calidad. Y que son izquierdas, aclaremos, no
por defender la Renta Básica, sino por defender los Servicios Públicos.
El problema es que lo que es difícilmente viable es dicha
compatibilidad, como explico en mi artículo "
Treball Garantit versus Renda Bàsica".
Precisamente el Trabajo Garantizado es la alternativa para garantizar
una vida digna a todo el mundo centrándose en el Trabajo en vez de
ningunearlo.
Ciertamente, debemos ser amables con quienes defienden una Renta Básica
"populista" de izquierdas, y que pueden formar parte del Bloque
Histórico que propugnamos. Por ello, en el punto 4 del
programa de Unitat Popular de València
asumí incluir una Renta Básica personal, universal e incondicional por
la mitad del Salario Mínimo, que era lo que mi simulación matemática en
el artículo referido mostraba como viable y que no suponía una desvalorización del Trabajo. Siempre en el marco de un sistema de Trabajo Garantizado.