LA ESTRELLA DE SEVILLA COMEDIA FAMOSA
JORNADA PRIMERA
REY
Muy agradecido estoy
al cuidado de Sevilla,
y conozco que en Castilla
soberano Rey ya soy.
Desde hoy reino, pues desde hoy
Sevilla me honra y ampara,
que es cosa evidente y clara,
y es averiguada ley
que en ella no fuera rey,
si en Sevilla no reinara.
Del gasto y recibimiento,
del aparato en mi entrada,
si no la dejo pagada,
no puedo quedar contento.
Tendrá mi corte su asiento
en ella, y no es maravilla
que la corte de Castilla
de asiento en Sevilla esté,
que en Castilla reinaré
mientras reinare en Sevilla.
DON PEDRO
Hoy sus alcaldes mayores
agradecidos pedimos
tus pies, porque recebimos
en su nombre tus favores.
Jurados y regidores
ofrecen con voluntad
su riqueza y su lealtad,
y el cabildo lo desea,
con condición que no sea
en daño de tu ciudad.
REY
Yo quedo muy satisfecho.
DON PEDRO
Tus manos nos da a besar.
REY
Que en recebirme habéis hecho
como quien sois, y sospecho
que a vuestro amparo he de hacerme
rey de Gibraltar , que duerme
descuidado en las colunas,
y con prósperas fortunas
haré que de mí se acuerde.
FARFÁN
Con su lealtad y su gente
Sevilla en tan alta empresa
le servirá a vuestra alteza,
ofreciendo juntamente
las vidas.
ARIAS
Así lo siente y satisfecho
su majestad de los dos,
queda, de vuestro deseo.
REY
Todo, Sevilla, lo creo,
y lo conozco. Id con Dios.
ARIAS
¿Qué te parece, señor,
de Sevilla?
REY
Parecido
me ha también, que hoy he sido
solo rey.
ARIAS
Mucho mejor,
mereciendo tu favor,
señor, te parecerá
cada día.
REY
Claro está,
que ciudad tan rica y bella,
viviendo de espacio en ella,
más de espacio admirará.
ARIAS
El adorno y sus grandezas
de las calles, no sé yo
si Augusto en Roma las vio,
ni tuvo tantas riquezas.
REY
Y las divinas bellezas,
¿por qué en silencio las pasas?
¿Cómo limitas y tasas
sus celajes y arreboles?
Y di, ¿cómo en tantos soles
como Faetón no te abrasas?
ARIAS
Doña Leonor de Ribera
todo un cielo parecía,
que de su rostro nacía
el sol de la primavera.
REY
Sol es, si blanca no fuera,
y a un sol con rayos de nieve
poca alabanza se debe,
si en vez de abrasar, esfría.
Sol que abrasase querría,
no sol que helado se bebe.
DON ARIAS
La que te arrojó las rosas
Doña Mencía se llama
Coronel.
REY
Hermosa dama,
mas otras vi más hermosas.
ARIAS
Las dos morenas brïosas
que en la siguiente ventana
estaban, eran doña Ana
y doña Beatriz Mejía,
hermanas, con que aun el día
nuevos resplandores gana.
REY
Por Ana es común la una,
y por Beatriz la otra es
sola como el Fénix, pues
jamás le igualó ninguna.
ARIAS
La buena o mala fortuna
también se atribuye al nombre.
REY
En amor, y no te asombre,
los nombres con estrañeza
con calidad y nobleza
al apetito del hombre.
ARIAS
La blanca y rubia...
REY
No digas
quién es esa: la mujer
blanca y rubia vendrá a ser
mármol y azófar, y obligas,
como adelante prosigas,
a oír la que me da pena.
Una vi de gracias llena,
y en silencio la has dejado,
que en sola la blanca has dado
y no has dado en la morena.
¿Quién es la que en un balcón
yo con atención miré,
y la gorra le quité
con alguna suspensión?
¿Qué es la que rayos son
sus dos ojos fulminantes,
en abrasar semejantes
a los de Júpiter fuerte,
que están dándome la muerte,
de su rigor ignorantes?
Una que de negro hacía
fuerte competencia al sol,
y al horizonte español
entre ébano amanecía;
una noche, horror del día,
pues de negro luz le daba,
y él, eclipsado, quedaba
un borrón de la luz pura
del sol, pues con su hermosura
sus puras líneas borraba.
ARIAS
Ya caigo, señor, en ella.
REY
En la mujer más hermosa
repara, que es justa cosa.
ARIAS
Esa la llaman la Estrella
de Sevilla.
REY
Si es más bella
que el sol, ¿cómo así la ofende?
Mas Sevilla no se entiende,
mereciendo su arrebol
llamárase Sol, pues es sol
que vivifica y enciende.
ARIAS
Es doña Estrella Tabera
su nombre, y por maravilla
la llama Estrella Sevilla.
REY
¡Y Sol llamarla pudiera!
ARIAS
Casarla su hermano espera
en Sevilla, como es justo.
REY
¿Se llama su hermano...?
ARIAS
Busto
Tabera, y es regidor
de Sevilla, en cuyo honor
a su calidad ajusto.
REY
¿Y es casado?
ARIAS
No es casado,
que en la esfera sevillana
es sol, si Estrella es su hermana,
que estrella y sol se han juntado.
REY
En buena estrella he llegado
a Sevilla. Tendré en ella
suerte favor si es tan bella
como la deseo ya.
Todo me sucederá
muy bien con tan buena estrella.
¿Qué orden, don Arias, darás
para que la vea y hable?
ARIAS
Esta estrella favorable,
a pesar del sol, verás.
A su hermano honrar podrás,
que los más fuertes honores
baten tiros de favores.
Favorécele, que el dar,
deshacer y conquistar
puede imposibles mayores.
Si tú le das y él recibe,
se obliga y, se ve obligado,
pagará lo que le has dado;
que al que dan, en bronce escribe.
REY
A llamarle te apercibe,
y dar orden juntamente
como la noche siguiente
vea yo a Estrella en su casa,
epiciclo que me abrasa
con fuego que el alma siente.
DON GONZALO
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Levantad. Por vida mía,
día de tanta alegría
¿venís con tanta tristeza?
DON GONZALO
Murió mi padre.
REY
Perdí
un valiente capitán.
DON GONZALO
Y las fronteras están
sin quien las defienda.
REY
Sí.
Faltó una heroica persona,
y enternecido os escucho.
DON GONZALO
Señor, ha perdido mucho
la frontera de Archidona.
Y puesto, señor, que igual
no ha de haber en su valor,
y que he heredado el honor
de tan fuerte General,
vuestra alteza no permita
que no se me dé el oficio
que ha vacado.
REY
Claro indicio
que en vos siempre se acredita.
Pero la muerte llorad
de vuestro padre y, en tanto
que estáis con luto y con llanto,
en mi corte descansad.
DON GONZALO
Con la mesma pretensión
Fernán Pérez de Medina
viene, y llevar imagina
por servicios el bastón
que en fin adalid ha sido
diez años, y con la espada
los nácares de Granada
de rubíes ha teñido,
y por eso adelantarme
quise.
REY
Vereme en ello,
que, supuesto que he de hacello,
quiero en ello consultarme.
FERNÁN
Pienso, gran señor, que llego
tarde a vuestros altos pies;
besarlos quiero, y después...
REY
Fernán Pérez, con sosiego
los pies me podréis besar,
que aun en mis manos está
el oficio, y no se da
tal plaza sin consultar
primero vuestra persona
y otras del reino importantes,
que, siendo en él los Atlantes,
serán rayos de Archidona.
Id, y descansad.
DON GONZALO
Señor,
este memorial os dejo.
FERNÁN
Y yo el mío, que es espejo
del cristal de mi valor,
donde se verá mi cara
limpia, perfecta, y leal.
DON GONZALO
También el mío es cristal
que hace mi justicia clara.
ARIAS
Aquí, gran señor, está
Busto Tabera.
BUSTO
A esos pies
turbado llego, porque es
natural efecto ya
en la presencia del Rey
turbarse el vasallo; y yo,
puesto que esto lo causó,
como es ordinaria ley,
dos veces llego turbado,
porque el hacerme, señor,
este impensado favor
turbación en mí ha causado.
REY
Alzad.
BUSTO
Bien estoy así,
que si el Rey se ha de tratar
como a santo en el altar,
digno lugar escogí.
REY
Vos sois un gran caballero.
BUSTO
De eso he dado a España indicio,
pero, conforme a mi oficio,
señor, los aumentos quiero.
REY
¿Pues yo nos puedo aumentar?
BUSTO
Divinas y humanas leyes
dan potestad a los reyes,
pero no les dan lugar
a los vasallos a ser
con sus reyes atrevidos,
porque con ellos medidos,
gran señor, deben tener
sus deseos; y así yo,
que exceder las leyes veo,
junto a la ley mi deseo.
REY
¿Cuál hombre no deseó
ser más siempre?
BUSTO
Si a más fuera,
cubierto me hubiera hoy,
pero si Tabera soy,
no ha de cubrirse Tabera.
REY
(¡Notable filosofía
de honor!)
ARIAS
(Capricho el primero
sin segundo.)
REY
Yo no quiero,
Tabera, por vida mía,
que os cubráis hasta aumentar
vuestra persona en oficio
que os dé de este amor indicio,
y así os quiero consultar,
sacándoos de ser Tabera,
por General de Archidona,
que vuestra heroica persona
será rayo en su frontera.
BUSTO
Pues yo, señor, ¿en qué guerra
os he servido?
REY
En la paz
os hallo, Busto, capaz
para defender mi tierra,
tanto, que ahora os prefiero
a estos que servicios tales
muestran por sus memoriales,
que aquí en mi presencia quiero
que leáis y despachéis.
Tres pretenden, que sois vos
y estos dos. Mirad qué dos
competidores tenéis.
BUSTO
«Muy poderoso señor: Don Gonzalo de Ulloa suplica a vuestra alteza le haga merced de la plaza de Capitán General de las fronteras de Archidona, atento que mi padre, estándole sirviendo más tiempo de catorce años, haciendo notables servicios a Dios por vuestra corona, murió en una escaramuza. Pido justicia, &c.»
Si de su padre el valor
ha heredado don Gonzalo,
el oficio le señalo.
REY
Leed el otro memorial.
BUSTO
«Muy poderoso señor:
Fernán Pérez de Medina
veinte años soldado ha sido,
y a vuestro padre ha servido
y serviros imagina,
con su brazo y con su espada
en propios reinos y estraños.
ha sido adalid diez años
de la Vega de Granada;
ha estado captivo en ella
tres años en ejercicios
cortos, por cuyos oficios,
y por su espada, que en ella
toda su justicia abona,
pide en este memorial
el bastón de General
de los campos de Archidona.»
REY
Decid los vuestros.
BUSTO
No sé
servicio aquí que decir
por donde pueda pedir,
ni por donde se me dé.
Referir de mis pasados
los soberanos blasones,
tantos vencidos pendones,
y castillos conquistados,
pudiera. Pero, señor,
ya por ellos merecieron
honor, y si ellos sirvieron,
no merezco yo su honor.
La justicia, para sello,
ha de ser bien ordenada,
porque es caridad sagrada
que Dios cuelga de un cabello.
Dar este oficio es justicia
a uno de los dos aquí,
que, si me le dais a mí,
hacéis, señor, injusticia.
Y aquí en Sevilla, señor,
en cosa nos he obligado,
que en las guerras fui soldado,
y en las paces, regidor.
Y si va a decir verdad,
Fernán Pérez de Medina
merece el cargo, que es digna
de la frontera su edad;
y a don Gonzalo podéis,
que es mozo y cordobés Cid,
hacer, señor, adalid.
REY
Sea, pues, lo que queréis.
BUSTO
Solo quiero, la razón
y la justicia lo quieren,
darlos a los que sirvieren
debida satisfación.
REY
Basta, que me avergonzáis
con vuestros buenos consejos.
BUSTO
Son mis verdades espejos,
y así en ellas os miráis.
REY
Sois un grande caballero,
y en mi cámara y palacio
quiero que asistáis de espacio,
porque yo conmigo os quiero.
¿Sois casado?
BUSTO
Gran señor,
soy de una hermana marido,
y casarme no he querido
hasta dársele.
REY
Mejor.
Yo, Busto, se le daré.
¿Es su nombre?
BUSTO
Doña Estrella.
REY
Estrella que será bella,
no sé qué esposo le dé,
si no es el Sol.
BUSTO
Solo un hombre,
señor, para Estrella anhelo,
que no estrella del cielo.
REY
Yo la casaré en mi nombre
con hombre que la merezca.
BUSTO
Por ello los pies te pido.
REY
Darela, Busto, marido
que a su igual no desmerezca;
y decidle que he de ser
padrino y casamentero,
y que yo dotarla quiero.
BUSTO
Ahora quiero saber,
señor, para qué ocasión
vuestra alteza me ha llamado,
porque me ha puesto en cuidado.
REY
Tenéis, Tabera, razón.
Yo os llamé para un negocio
de Sevilla, y quise hablaros
primero para informaros
de él. Pero la paz y el ocio
nos convida, más de espacio
lo trataremos los dos.
Desde hoy asistidme vos
en mi cámara y palacio.
Id con Dios.
BUSTO
Los pies me dad.
REY
Mis dos brazos, regidor,
os daré.
BUSTO
(Tanto favor...
No entiende mi actividad.
Sospechoso voy: quererme
y sin conocerme honrarme...
Más parece sobornarme,
honor, que favorecerme.)
REY
El hombre es bien entendido,
y tan cuerdo como honrado.
ARIAS
De estos honrados me enfado.
¡Cuántos, gran señor, lo han sido
hasta dar con la ocasión!
Si en ella son de estos modos
todos cuerdos; pero todos,
no en todas, señor, lo son.
Aquel murmura hoy de aquel
que el otro ayer murmuró;
que la ley que ejecutó
ejecuta el tiempo en él.
Su honra en una balanza
pone; en otra poner puedes
tus favores y mercedes,
tu lisonja y tu privanza,
REY
Encubierto pienso ver
esta mujer en su casa,
que es sol, pues tanto me abrasa,
aunque Estrella, al parecer.
Viva yo, y diga Castilla
lo que quisiere decir,
que Rey, ciego, he de seguir
a la Estrella de Sevilla.
SANCHO
Divino ángel mío,
¿cuándo seré tu dueño,
sacando de este empeño
las ansias que te envío?
¿Cuándo el blanco rocío
que vierten mis dos ojos,
sol que alumbrando sales
en conchas de corales,
de que ha formado amor los labios rojos,
con apacibles calmas,
perlas harán que engasten nuestras almas?
ESTRELLA
Si como mis deseos
los tiempos caminaran,
al sol aventajaran
los pasos giganteos,
y mis dulces empleos
celebrara Sevilla
sin envidiar celosa,
amante venturosa,
la regalada y tierna tortolilla,
que con arrullos roncos
SANCHO
¡Ay,de mí, cómo te agradece
mi vida esos deseos!
Los etéreos trofeos
de la fama apetece
mi alma y se te ofrece.
ESTRELLA
Yo con ella la vida,
para que viva en ella.
SANCHO
¡Ay, amorosa Estrella,
de fuego y luz vestida!
ESTRELLA
¡Ay, piadoso homicida!
SANCHO
¡Ay, sagrados despojos,
norte en el mar de mis confusos ojos!
CLARINDO
(¿Cómo los dos no damos
de holandas y cambrayes
algunos blandos ayes,
siguiendo a nuestros amos?)
SANCHO
¿No callas?
CLARINDO
Ya callamos.
(¡Ay, hermosa muleta
de mi amante desmayo!
MATILDE
¡Ay, hermano lacayo,
que al son del almohaza eres poeta!
CLARINDO
¡Ay, mi dicha!
MATILDE
¡Ay, dichoso!
CLARINDO
No tiene tantos ayes un leproso.)
SANCHO
¿Qué dice al fin tu hermano?
[ESTRELLA]
Que, hechas las escrituras,
tan firmes y seguras,
el casamiento es llano,
y que el darte la mano
unos días dilate
hasta que él se prevenga.
SANCHO
Mi amor quiere que tenga
mísero fin; el tiempo le combate.
Hoy casarme querrías,
que da el tiempo mil vueltas cada día.
ESTRELLA
Si el tiempo se detiene,
habla a mi hermano.
SANCHO
Quiero
hablarle, porque muero
lo que el amor le entretiene.
CLARINDO
Busto Tabera viene.
BUSTO
¡Sancho amigo!
ESTRELLA
¡Ay!, Dios¿Qué es esto?
SANCHO
¿Vos con melancolía?
BUSTO
Tristeza y alegría
en cuidado me ha puesto.
Éntrate dentro, Estrella.
ESTRELLA
¡Válgame Dios! ¡El tiempo me atropella!
BUSTO
Sancho Ortiz de las Roelas...
SANCHO
¿Ya no me llamáis cuñado?
BUSTO
Un caballo desbocado
me hace correr sin espuelas.
Sabed que el Rey me llamó,
no sé, por Dios, para qué,
que, aunque se lo pregunté,
jamás me lo declaró.
Hacíame general
de Archidona, sin pedillo;
y, a fuerza de resistillo,
no me dio el bastón real.
Hízome al fin...
SANCHO
Proseguid,
que todo eso es alegría.
Decid la melancolía,
y la tristeza decid.
BUSTO
De su cámara me ha hecho.
SANCHO
También es justo.
BUSTO
Al pesar
vamos.
SANCHO
Que me ha de costar
algún cuidado sospecho.
BUSTO
Díjome que no casara
a Estrella, porque él quería
casarla, y se prefería,
cuando yo no la dotara,
hacerlo, y dalla marido
a su gusto.
SANCHO
Tú dijiste
que estabas alegre y triste,
mas yo solo el triste he sido.
Pues tú alcanzas las mercedes,
y yo los pesares cojo;
déjame a mí con tu enojo,
y tú el gusto tener puedes,
que en la cámara del Rey,
y bien casada tu hermana,
el tenerle es cosa llana.
Mas no cumples con la ley
de amistad, porque debías
decirle al Rey que ya estaba
casada tu hermana.
BUSTO
Andaba,
entre tantas demasías,
turbado mi entendimiento
que lugar no me dio allí
a decirlo.
SANCHO
Siendo así,
¿no se hará mi casamiento?
BUSTO
Volviendo a informar al Rey
que están hechos los conciertos
y escrituras, serán ciertos
los contratos; que su ley
no ha de atropellar lo justo.
SANCHO
Si el Rey la quiere torcer,
¿quién fuerza le podrá hacer,
habiendo interés o gusto?
BUSTO
Yo le hablaré, y vos también,
pues yo entonces, de turbado,
no le dije lo tratado.
SANCHO
¡Muerte pesares me den!
Bien decía que en el tiempo
no hay instante de firmeza,
y que el llanto y la tristeza
son sombra del pasatiempo.
Y cuando el Rey con violencia
quisiere torcer la ley...
BUSTO
Sancho Ortiz, el Rey es rey:
callar y tener paciencia.
SANCHO
En ocasión tan triste,
¿quién paciencia tendrá, quién sufrimiento?
Tirano, que veniste
a perturbar mi dulce casamiento
con aplauso a Sevilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Bien de don Sancho el Bravo
mereces el renombre, que en las obras
de conocerte acabo;
pues por tu crueldad tal nombre cobras,
pero Dios las humilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
De Sevilla salgamos;
vamos a Gibraltar, donde las vidas
en su riesgo perdamos.
CLARINDO
Sin ir allá las damos por perdidas.
SANCHO
Con Estrella tan bella,
¿cómo vengo a tener tan mala estrella?
Mas, ¡ay!, que es rigurosa,
y en mí son sus efectos desdichados.
CLARINDO
Por esta estrella hermosa
morimos como huevos estrellados.
¡Mejor fuera en tortilla!
SANCHO
¡No goces los imperios de Castilla!
REY
Decid cómo estoy aquí.
ARIAS
Ya lo saben, y a la puerta
a recebirte, señor,
sale don Busto Tabera.
BUSTO
¡Tal merced, tanto favor!
¿En mi casa vuestra alteza?
REY
Por Sevilla así embozado
salí, con gusto de verla;
y me dijeron pasando
que eran vuestras casas estas,
y quise verlas, que dicen
que son en estremo buenas.
BUSTO
Son casas de un escudero.
REY
Entremos.
BUSTO
Señor, son hechas
para mi humildad, y vos
no podéis caber en ellas,
que para tan gran señor
se cortaron muy estrechas
y no será bien notado
en Sevilla cuando sepan
que a visitarme venís.
REY
No vengo, Busto, por ellas;
por vos vengo.
BUSTO
Gran señor,
notable merced es esta;
y si aquí por mí venís,
no es justo que os obedezca,
que será descortesía
que a visitar su Rey venga
al vasallo, y que el vasallo
lo permita y lo consienta.
Crïado y vasallo soy,
y es más razón que yo os vea,
ya que me queráis honrar,
en el Alcázar, que ostentan
muchas veces las mercedes
cuando vienen con sospecha.
REY
¿Sospecha? ¿De qué?
BUSTO
Dirán,
puesto que al contrario sea,
que venistes a mi casa
por ver a mi hermana; y puesta
en buena opinión su fama,
está a pique de perderla,
que el honor es cristal puro
que con un soplo se quiebra.
REY
Ya que estoy aquí, un negocio
comunicaros quisiera.
Entremos.
BUSTO
Por el camino
será, si me dais licencia,
que no tengo apercebida
la casa.
REY
(Gran resistencia
nos hace.
ARIAS
Llevarle importa,
que yo quedaré con ella,
y en tu nombre la hablaré.
REY
Habla paso, no te entienda,
que tiene todo su honor
este necio en las orejas.
ARIAS
el peso las romperá.)
REY
¡Basta! No quiero por fuerza
ver vuestra casa.
BUSTO
Señor,
en casando a doña Estrella,
con el adorno que es justo
la verá.
ARIAS
Esos coches llega.
REY
Ocupad, Busto, un estribo.
BUSTO
A pie, si me dais licencia,
iré.
REY
El coche es mío,
y mando yo en él.
ARIAS
Ya esperan
los coches.
REY
Guíen al Alcázar.
BUSTO
Muchas mercedes son estas,
gran favor el Rey me hace.
¡Plegue a Dios que por bien sea!
ESTRELLA
¿Qué es lo que dices, Matilde?
MATILDE
Que era el Rey, señora.
ARIAS
Él era,
y no es mucho que los reyes
siguiendo una estrella vengan.
A vuestra casa venía
buscando tanta belleza,
que si el Rey lo es de Castilla,
vos de la beldad sois reina.
El rey don Sancho, a quien llaman,
por su invicta fortaleza,
el Bravo el vulgo, y los moros,
porque de su nombre tiemblan,
Esa divina hermosura
vio en un balcón, competencia
de los palacios del alba
que en rosas y azucenas
medio dormidas las aves
la madrugan, y recuerdan
y, del desvelo llorosa,
vierte racimos de perlas.
Mandome que de Castilla
las riquezas te ofreciera,
aunque son para tus gracias
limitadas las riquezas;
que su voluntad admitas,
que, si la admites y premias,
serás de Sevilla el sol,
si has sido hasta aquí la estrella.
Darate villas, ciudades,
de quien serás ricahembra,
y darate a un ricohombre
por esposo, con quien seas
corona de tus pasados
y aumento de tus Taberas.
¿Qué respondes?
ESTRELLA
¿Qué respondo?
Lo que ves.
ARIAS
Aguarda, espera...
ESTRELLA
A tan livianos recados
da mi espalda la respuesta.
ARIAS
¡Notable valor de hermanos!
Los dos suspensos me dejan:
la gentilidad romana
Sevilla en los dos celebra.
Parece cosa imposible
que el Rey los contraste y venza,
pero porfía y poder
talan montes, rompen peñas.
Hablar quiero a esta crïada,
que las dádivas son puertas
para conseguir favores
de las Porcias y Lucrecias.
¿Eres crïada de casa?
MATILDE
Crïada soy, mas por fuerza.
ARIAS
¿Cómo por fuerza?
MATILDE
Que soy
esclava.
ARIAS
¿Esclava?
MATILDE
Y sujeta,
sin la santa libertad,
a muerte y prisión perpetua.
ARIAS
Pues yo haré que el Rey te libre
y mil ducados de renta
con la libertad te dé,
si en su servicio te empleas.
MATILDE
Por la libertad y el oro
no habrá maldad que no emprenda;
mira lo que puedo hacer,
que lo haré, como yo pueda.
ARIAS
Tú has de dar al Rey entrada
en casa esta noche.
MATILDE
Abiertas
todas las puertas tendrá,
como cumplas la promesa.
ARIAS
Una cédula del Rey
con su firma, y de su letra,
antes que entre te daré.
MATILDE
Pues yo le pondré en la mesma
cama de Estrella esta noche.
ARIAS
¿A qué hora Busto se acuesta?
MATILDE
A el alba viene a acostarse.
Todas las noches requiebra,
que este descuido en los hombres
infinitas honras cuesta.
ARIAS
¿Y a qué hora te parece
que venga el Rey?
MATILDE
Señor, venga
a las once, que ya entonces
estará acostada.
ARIAS
Lleva
esta esmeralda en memoria
de las mercedes que espera.
DON MANUEL
Goce vuestra señoría
la llave y cámara, y vea
el aumento que desea.
BUSTO
Saber pagalle querría
a su alteza la merced
que me hace sin merecella.
ÍÑIGO
Mucho merecéis, y en ella,
que no se engaña, creed,
el Rey.
BUSTO
Su llave me ha dado,
pero me hace de su cielo,
aunque me amenaza el suelo
viéndome tan levantado;
que como impensadamente
tantas mercedes me ha hecho,
que se ha de mudar sospecho
el que honra tan de repente.
ARIAS
A recoger, caballeros,
que quiere el Rey escribir.
DON MANUEL
Vamos, pues, a divertir
la noche.
REY
¿Que sus luceros
esta noche he de gozar,
don Arias?
ARIAS
[Sí.] La esclavilla
es estremada.
REY
Castilla
estatuas le ha de labrar.
ARIAS
Una cédula has de hacella.
REY
Ven, don Arias, a ordenalla,
que no dudaré en firmalla,
como mi amor lo atropella.
ARIAS
¡Buena queda la esclavilla,
a fe de noble!
REY
Recelo
que me vende el sol del cielo
en la Estrella de Sevilla.
JORNADA SEGUNDA
MATILDE
Solo será más seguro,
que todos reposan ya.
REY
¿Y Estrella?
MATILDE
Durmiendo está,
y el cuarto en que duerme, oscuro.
REY
Aunque decillo bastaba,
este es, mujer, el papel,
con la libertad en él;
que yo le daré otra esclava
a Busto.
ARIAS
El dinero y todo
va en él.
MATILDE
Dadme vuestros pies.
ARIAS
Todos con el interés
son, señor, de un mismo modo.
REY
Divina cosa es reinar.
ARIAS
¿Quién lo puede resistir?
REY
Al fin, solo he de subir,
para más disimular.
ARIAS
?
¿Solo te aventuras hoy?
REY
Pues, dime, aunque me aventuro
Y cuando no esté seguro,
¿conmigo mismo no voy?
Vete.
ARIAS
¿Dónde aguardaré?
REY
Desviado de la calle,
en parte donde te halle,
ARIAS
En San Marcos entraré.
REY
¿A qué hora Busto vendrá?
MATILDE
Viene siempre cuando al alba
los pájaros hacen salva,
y abierta la puerta está
hasta que él viene.
REY
El amor
me alienta a tan alta empresa.
MATILDE
Busque tras mí vuestra alteza
lo escuro del corredor.
.
BUSTO
Esta es mi posada.
ÍÑIGO
A Dios.
BUSTO
Es temprano para mí.
DON MANUEL
No habéis de pasar de aquí.
BUSTO
Basta.
ÍÑIGO
Tenemos los dos
cierta visita que hacer.
BUSTO
¿Qué os pareció Feliciana?
DON MANUEL
En el Alcázar mañana,
amigo, en esa mujer
hablaremos, que es figura
muy digna de celebrar.
BUSTO
Temprano me entro a acostar;
toda la casa está obscura.
¿No hay un paje? ¡Hola, Luján!
¡Osorio! ¡Juanico! ¡Andrés!
Todos duermen. ¡Justa! ¡Inés!
También ellas dormirán.
¡Matilde! También la esclava
se ha dormido; es dios el sueño,
y de los sentidos dueño.
MATILDE
Pienso que es el que llamaba
mi señor. Perdida soy.
REY
¿No dijiste que venía
al alba?
MATILDE
¡Desdicha es mía!
BUSTO
¡Matilde!
MATILDE
¡Ay, Dios! Yo me voy.
REY
No tengas pena.
BUSTO
¿Quién es?
REY
Un hombre
BUSTO
¡A estas horas hombre,
y en mi casa! Diga el nombre.
REY
Aparta.
BUSTO
No sois cortés;
y si pasa, ha de pasar
por la punta de esta espada;
que, aunque esta casa es sagrada,
la tengo de profanar.
REY
¡Ten la espada!
BUSTO
¿Qué es tener,
cuando el cuarto de mi hermana
de esta suerte se profana?
Quién sois tengo de saber,
o aquí os tengo de matar.
REY
Hombre de importancia soy,
¡déjame!
BUSTO
En mi casa estoy,
y en ella yo he de mandar.
REY
Déjame pasar, advierte
que soy hombre bien nacido;
y, aunque a tu casa he venido,
no es mi intención ofenderte,
sino aumentar más tu honor.
BUSTO
¿El honor así se aumenta?
REY
¡Corre tu honor por mi cuenta!
BUSTO
Por esta espada es mejor.
Y si mi honor procuráis,
¿cómo embozado venís?
¿Honrándome os encubrís?
¿Dándome honor os tapáis?
Vuestro temor os convenza,
cómo averiguado está,
que ninguno que honra da
tiene de dalle vergüenza.
¡Meted mano o vive Dios
que os mate!
REY
¡Necio apurar!
BUSTO
Aquí os tengo de matar
o me habéis de matar vos.
REY
(Direle quién soy.) Detente,
que soy el Rey.
BUSTO
(¡Es engaño!
¿El Rey procura mi daño,
solo, embozado y sin gente?)
No puede ser, y su alteza,
aquí, villano, ofendéis,
pues defecto en él ponéis,
que es una estraña bajeza.
¿El Rey había de estar
sus vasallos ofendiendo?
De nuevo de esto me ofendo,
por esto os he de matar,
aunque más me porfiéis;
y ya que a mí me ofendéis,
no en su grandeza pongáis
tal defecto, pues sabéis
que sacras y humanas leyes
condenan a culpa estrecha
al que imagina o sospecha
cosa indigna de los reyes.
REY
(¡Qué notable apurar de hombre!)
Hombre, digo que el Rey soy.
BUSTO
Menos crédito te doy,
porque aquí no viene el nombre
de rey con las obras, pues
es el rey el que da honor;
tú buscas mi deshonor.
REY
(Este es necio y descortés.
¿Qué he de hacer?)
BUSTO
(El embozado
es el Rey, no hay que dudar,
quiérole dejar pasar,
y saber si me ha afrentado
luego, que el alma me incita
la cólera y el furor,
que es como censo el honor,
que aunque le da, le quita.)
Pasa, cualquiera que seas,
y otra vez al Rey no infames,
ni el Rey, villano, te llames
cuando haces hazañas feas.
Mira que el Rey mi señor,
del África horror y espanto,
es cristianísimo y santo,
y ofendes tanto valor.
La llave me ha confiado
de su casa, y no podía
venir sin llave a la mía
cuando la suya me ha dado.
Y no atropelléis la ley,
mirad que es hombre en efecto,
esto os digo, y os respecto
porque os fingisteis el Rey.
Y de verme no os asombre
cuando, aunque quedo afrentado,
que un vasallo está obligado
a tener respecto al nombre.
Y sin más atropellallos
contra Dios y contra ley,
así aprenderá a ser Rey
del honor de sus vasallos.
REY
Ya no lo puedo sufrir,
que estoy confuso y corrido:
¡Necio!, ¿porque he fingido
ser el Rey me dejas salir?
Pues advierte que yo quiero,
porque dije que lo era,
salir de aquesta manera;
que, si libertad adquiero
porque aquí Rey me llamé,
y en mí respectas el nombre,
porque te admire y asombre,
en las obras lo seré.
Muere, villano, que aquí
aliento el nombre me da
de Rey, y él te matará.
BUSTO
Solo mi honor reina en mí.
CRIADOS
¿Qué es esto?
REY
(Escaparme quiero,
antes de ser conocido.
De este villano ofendido
voy, pero vengarme espero.)
CRIADOS
Huyó quien tu afrenta trata.
BUSTO
Seguidle, dadle el castigo...
Dejadle, que al enemigo
se ha de hacer puente de plata.
Dadle una luz a Matilde,
y entraos vosotros allá.
(Esta me vende, que está
avergonzada y humilde.
La verdad he de sacar
con una mentira cierta.)
Cierra de golpe esa puerta.
Aquí os tengo de matar;
todo el caso me ha contado
el Rey.
MATILDE
(Si él no guardó
el secreto, ¿cómo yo,
con tan infelice estado,
lo puedo guardar?) Señor,
todo lo que el Rey te dijo
es verdad.
BUSTO
(Ya aquí colijo
los defectos de mi honor.)
¿Que tú, al fin, al Rey le diste
entrada?
MATILDE
Me prometió
la libertad; y así yo,
por ella, como tú viste,
hasta este mesmo lugar
le metí.
BUSTO
Y , ¿sabe Estrella
algo de esto?
MATILDE
Pienso que ella
en sus rayos a abrasar
me viniera, si entendiera
mi concierto.
BUSTO
Cosa es clara,
porque, si acaso enturbiara
la luz, Estrella no fuera.
MATILDE
No permite su arrebol
eclipse, ni sombra obscura,
que es su luz, brillante y pura,
participada del sol.
A su cámara llegó;
y dándome este papel
entró el Rey, y tú tras él.
BUSTO
¿Cómo? ¿Este papel te dio?
MATILDE
Con mil ducados de renta,
y la libertad.
BUSTO
(¡Favor
grande! ¡A costa de mi honor!
¡Bien me engrandece y aumenta!)
Ven conmigo.
MATILDE
¿Dónde voy?
BUSTO
Vas a que te vea el Rey,
que así cumplo con la ley
y obligación en que estoy.
MATILDE
¡Ay, desdichada esclavilla!
BUSTO
Si el Rey la quiso eclipsar,
fama a España ha de quedar
de la Estrella de Sevilla.
REY
Esto, al fin, me ha sucedido.
ARIAS
Quisiste entrar solo.
REY
Ha andado
tan necio y tan atrevido,
que vengo, amigo, afrentado;
que sé que me ha conocido.
Metió mano para mí
con equívocas razones
y, aunque más me resistí,
las naturales acciones
con que como hombre nací,
del decoro me sacaron
que pide mi majestad.
Doy sobre él; pero llegaron
con luces, que la verdad
dijeran que imaginaron,
si la espalda no volviera,
temiendo el ser conocido;
y vengo de esta manera.
Lo que ves me ha sucedido,
Arias, con Busto Tabera.
ARIAS
Pague con muerte el disgusto;
degüéllale, vea el sol,
naciendo, el castigo justo,
pues en el orbe español
no hay más leyes que tu gusto.
REY
Matarle públicamente,
Arias, es yerro mayor.
ARIAS
Causa tendrás suficiente,
que en Sevilla es regidor,
y el más sabio y más prudente
no deja, señor, de hacer
algún delito, llevado
de la ambición y el poder.
REY
Es tan cuerdo y tan mirado,
que culpa no ha de tener.
ARIAS
Pues hazle, señor, matar
en secreto.
REY
Eso sí.
Mas ¿de quién podré fiar
este secreto?
ARIAS
De mí.
REY
No te quiero aventurar.
ARIAS
Pues yo darte un hombre quiero,
valeroso y gran soldado
como insigne caballero,
de quien el moro ha temblado
en el obelisco fiero
de Gibraltar, donde ha sido
muchas veces capitán,
victorioso y no vencido;
y hoy en Sevilla le dan,
por gallardo y atrevido,
el lugar primero, que es
de militares escuelas
el sol.
REY
¿Su nombre cómo es?
ARIAS
Sancho Ortiz de las Roelas,
y el Cid andaluz después.
REY
Ese al momento me llama,
pues ya quiere amanecer.
ARIAS
Ven a acostarte.
REY
¿Qué cama,
Arias, puede apetecer
quien está ofendido y ama?
Ese hombre llama al momento.
ARIAS
En el Alcázar está
un bulto pendiente al viento.
REY
¿Bulto, dices? ¿Qué será?
ARIAS
No será sin fundamento.
REY
Mira quién es.
ARIAS
¡La esclavilla,
con el papel en las manos!
REY
¿Hay tal rabia?
ARIAS
¿Hay tal mancilla?
REY
Mataré a los dos hermanos,
si se alborota Sevilla.
ARIAS
Mándale luego quitar,
y con decoro y secreto
también se puede enterrar.
¡Así se pierde el respecto!
Tabera no ha de quedar.
ESTRELLA
¿Qué es esto?
BUSTO
Echa ese marco.
ESTRELLA
Apenas el sol dormido
por los balcones del alba
sale pisando zafiros,
¿y me levantas del lecho
solo, triste y afligido?
¿Confuso estás y turbado?
Dime, ¿has visto algún delito
en que cómplice yo sea?
BUSTO
Tú me lo dirás si lo has sido.
ESTRELLA
¿Yo? ¿Qué dices? ¿Estás loco?
Dime si has perdido el juicio.
¿Yo delito? Mas ya entiendo
que tú lo has hecho en decillo,
pues solo con preguntallo
contra mí lo has cometido.
¿No me conoces? ¿No sabes
quién soy? ¿En mi boca has visto
palabras desenlazadas
del honor con que las rijo?
Porque si no has visto nada
que me pueda ser indicio,
¿Qué delito puede haber?
BUSTO
Sin ocasión no lo digo.
ESTRELLA
¿Sin ocasión?
BUSTO
¡Ay, Estrella!,
que esta noche en casa...
ESTRELLA
Dilo,
que si estuviere culpada,
luego me ofrezco al suplicio.
¿Qué hubo esta noche en casa?
BUSTO
Esta noche fue epiciclo
del Sol, que en ella esta noche
se trocó de estrella el signo.
ESTRELLA
Las llanezas del honor
no con astrólogo estilo
se han de decir. Habla claro,
y deja en sus zonas cinco
el Sol, que, aunque Estrella soy,
yo por el sol no me rijo.
BUSTO
Cuando partía la noche
con sus destemplados giros,
la campana de Las Cuevas,
lisonja del cielo empíreo,
entré en casa y topé en ella
cerca de tu cuarto mismo,
al Rey, solo y embozado.
ESTRELLA
¿Qué dices?
BUSTO
Verdad te digo.
Mira, Estrella, a aquestas horas
a qué pudo haber venido
el Rey a mi casa, solo,
si por Estrella no vino;
Matilde con él estaba,
que a los pasos y al rüido
se oyó que aunque entonces era
sabio el honor lince mío.
Metí mano, y «¿quién va?», dije.
Respondió: «Un hombre», y embisto
con él, y él, de mi apartado,
que era el Rey, Estrella, dijo.
Y, aunque le conocí luego,
híceme desentendido
en conocerte, que el cielo
darme sufrimiento quiso.
Embistiome como Rey,
enojado y ofendido;
que un Rey que embiste enojado
se trae su valor consigo.
Salieron pajes con luces,
y entonces, por no ser visto,
volvió la espalda, y no pudo
ser de nadie conocido.
Conjuré la esclava, y ella,
sin mostralle de Dionisio
los tormentos, confesó
las verdades, sin martirio.
Firmada la libertad
le dio en un papel que hizo
el Rey, que sabe el proceso
en que sus culpas fulmino.
Saquela de casa luego,
porque su aliento nocivo
no sembrara deshonor
por los nobles edificios;
Cogila a la puerta y luego,
puesta en los hombros, camino
al Alcázar, y en sus rejas
la colgué por su delito;
que quiero que el Rey conozca
que hay Brutos contra Tarquinos
Esto me ha pasado, Estrella,
nuestro honor está a peligro;
yo he de ausentarme por fuerza,
y es fuerza darte marido.
Sancho Ortiz lo ha de ser tuyo,
que con su amparo te libro
del rigor del Rey, y yo
libre, me pongo en camino.
ESTRELLA
¡Ay, Busto! Dame esa mano
por el favor recebido
que me has hecho.
BUSTO
Hoy has de serlo,
y así, Estrella, te apercibo
su esposa; guarda silencio,
porque importa al honor mío.
ESTRELLA
¡Ay, Amor, y qué ventura!
Ya estás de la venda asido;
no te has de librar. Mas ¿quién
sacó el fin por el principio,
si entre la taza y la boca
un sabio temió el peligro?
ARIAS
Ya en la antecámara aguarda
Don Sancho Ortiz de las Roelas.
REY
[................................... -arda]
Todo el amor es cautelas:
ya la piedad me acobarda.
En este papel sellado
traigo su nombre y su muerte,
y en este, que yo he mandado
matarle; de aquesta suerte
él quedará disculpado.
Hazle entrar y echa a la puerta
la loba y tú no entres.
ARIAS
¿No?
REY
No, porque quiero que advierta
que sé este secreto yo
solamente; que concierta
la venganza en mi deseo
más acomodada así.
ARIAS
Voy a llamarle.
REY
Ya veo,
amor, que no es este en mí
alto y glorioso trofeo;
SANCHO
Vuestra alteza a mis dos labios
les conceda los dos pies.
REY
Alzad, que os hiciera agravios.
Alzad.
SANCHO
Señor...
REY
(Galán es.)
SANCHO
no es mucho que yo, señor,
me turbe, no siendo aquí
retórico ni orador.
REY
Pues, decid, ¿qué veis en mí?
SANCHO
La majestad y el valor,
y, al fin, una imagen veo
de Dios, pues le imita el Rey;
y después de él, en vos creo,
a vuestra cesárea ley,
gran señor, aquí me empleo.
REY
¿Cómo estáis?
SANCHO
Nunca me he visto
tan honrado como estoy,
REY
Pues aficionado os soy
por prudente, y por bienquisto
REY
Porque estaréis con cuidado,
codicioso de saber
para lo que os he llamado,
decíroslo quiero, y ver
que en vos tengo un gran soldado.
A mí me importa matar
en secreto a un hombre, y quiero
este caso confiar
solo de vos, que os prefiero
a todos los del lugar.
SANCHO
¿Está culpado?
REY
Sí está.
SANCHO
Pues ¿cómo muerte en secreto
a un culpado se le da?
Poner su muerte en efecto
públicamente podrá
vuestra justicia, sin dalle
muerte en secreto, que así
vos os culpáis en culpalle,
pues dais a entender que aquí
sin culpa mandáis matalle;
Si ese humilde os ha ofendido
en leve culpa, señor,
que le perdonéis os pido.
REY
Para su procurador,
Sancho Ortiz, no habéis venido,
sino para dalle muerte;
y pues se la mando dar,
escondiendo el brazo fuerte,
debe a mi honor importar
matadle de aquesta suerte.
¿Merece el que ha cometido
crimen lese muerte?
SANCHO
En fuego.
REY
¿Y si crimen lese ha sido
el de este?
SANCHO
Que muera luego,
a voces, señor, os pido,
Y si es así la daré,
señor, a mi mismo hermano,
y en nada repararé.
REY
Dadme esa palabra y mano.
SANCHO
Y en ella el alma y la fe.
REY
Hallándole descuidado
puedes matarle.
SANCHO
Señor,
siendo Roela y soldado
¿me quieres hacer traidor?
¿Yo, muerte en caso pensado?
Cuerpo a cuerpo he de matalle
donde Sevilla lo vea,
en la plaza o en la calle,
que el que mata y no pelea
nadie puede disculpalle,
y gana más el que muere
a traición que el que le mata,
y el vivo, con cuantos trata,
su alevosía refiere.
REY
Matadle como queráis,
que este papel, para abono,
de mí firmado lleváis,
cualquier delito que hagáis.
Referirlo.
SANCHO
Dice así:
«Al que ese papel advierte,
Sancho Ortiz, luego por mí
y en mi nombre dadle muerte,
que yo por vos salgo aquí;
y si os halláis en aprieto,
por este papel firmado
sacaros de él os prometo.
Yo, el Rey». Estoy admirado
de que tan poco concepto
tenga de mí vuestra alteza.
¡Yo cédula! ¡Yo papel!
que más en vos que no en él
confía aquí mi nobleza.
Si vuestras palabras cobran
valor, que los montes labra,
y ellas cuanto dicen obran,
dándome aquí la palabra,
señor, los papeles sobran.
Rompedlo, porque sin él
la muerte le solicita
mejor, señor, que con él,
que en parte desacredita
vuestra palabra el papel.
Sin papel, señor, aquí
nos obligamos los dos,
y prometemos así,
yo, de vengaros a vos,
y vos, de librarme a mí;
Si es así, no hay que hacer
cédulas, que estorbo han sido;
yo os voy luego a obedecer,
y solo por premio os pido
para esposa la mujer
que yo eligiere.
REY
Aunque sea
ricafembra de Castilla,
os la concedo.
SANCHO
Posea
vuestro pie la alarbe silla;
el mar los castillos vea
gloriosos y dilatados
y por sus climas helados.
REY
Vuestros hechos excelentes,
Sancho, quedarán premiados.
En este papel va el nombre
del hombre que ha de morir;
cuando lo abráis, no os asombre;
mirad que he oído decir
en Sevilla que es muy hombre.
SANCHO
Presto, señor, lo sabremos.
REY
Los dos, Sancho, solamente,
este secreto sabemos;
no hay que advertiros, prudente
sois vos; obrad y callemos.
CLARINDO
¿Había de encontrarte,
cuando nuevas tan dulces vengo a darte?
Dame, señor, albricias
de las glorias mayores que codicias.
SANCHO
¿Agora de humor vienes?
CLARINDO
¿Cómo el alma en albricias no previenes?
SANCHO
¿Cúyo es éste?
CLARINDO
De Estrella,
que estaba más que el sol hermosa y bella,
Mandome que te diera
este papel y albricias te pidiera.
SANCHO
¿De qué?
CLARINDO
Del casamiento,
que se ha de efectuar luego al momento.
,
SANCHO
¡Qué dices! La alegría
me ha de matar. ¿Que Estrella ha de ser mía?
El hermoso lucero
del alba es para mí y el sol. Espero,
en los dorados rayos,
en abismos de luz pintar dos mayos.
«Esposo, ya ha llegado
el venturoso plazo deseado.
Mi hermano va a buscarte,
solo por darme vida y por premiarte.
Si del tiempo te acuerdas,
búscale luego, y la ocasión no pierdas.
Tu Estrella.» ¡Ay, forma bella!
¿Qué bien no he de alcanzar con tal Estrella?
Avisa al mayordomo
de la dichosa sujección que tomo,
y que saque al momento
las libreas que están para este intento
en casa reservadas,
y saquen las cabezas coronadas
mis lacayos y pajes
de hermosas pesadumbres de plumajes.
Y si albricias codicias,
toma aqueste jacinto por albricias,
que el sol también te diera,
cuando la piedra del anillo fuera.
CLARINDO
¡Vivas más que la piedra,
a tu esposa enlazando como hiedra:
y, pues tanto te precio,
vivas, señor, más años que no un necio!
SANCHO
Buscar a Busto quiero,
que entre deseos y esperanzas muero.
Mas con el nudo y gusto
me olvidaba del Rey, y no era justo.
Ya está el papel abierto.
Quiero saber quién ha de ser el muerto.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Válgame Dios! ¡Que esto quiera!
¡Tras una suerte, un azar!
Toda esta vida es jugar
una carteta imperfecta,
mal barajada y sujeta
a desdichas y a pesares;
que es toda en cientos y azares
como juego de carteta.
Pintada la suerte vi,
mas luego se despintó,
y el naipe se barajó
para darme muerte a mí.
Miraré si dice así;
pero yo no lo leyera
si el papel no le dijera.
Quiérole otra vez mirar.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Perdido soy! ¿Qué he de hacer,
que al Rey la palabra he dado
y a su hermana he de perder?
Sancho Ortiz, no puede ser:
¡viva Busto! Mas no es justo
que al honor contraste el gusto:
¡muera Busto!, ¡Busto muera!
Mas, detente, mano fiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Mas no puedo con mi honor
cumplir, si a mi amor acudo;
mas ¿quién resistirse pudo
de la fuerza del amor?
Morir me será mejor,
o ausentarme, de manera
que sirva al Rey y él no muera.
¡Mas quiero al Rey agradar!
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¿Si le mata por Estrella
el Rey, que servilla trata?
Sí, por Estrella le mata,
pues no muera aquí por ella.
Ofendella y defendella
quiero. Mas soy caballero,
y no he de hacer lo que quiero,
sino lo que debo hacer.
Pues ¿qué debo obedecer?
La ley que fuere primero;
mas no hay ley que [a] aquesto obligue.
Mas sí hay, que, aunque injusto el Rey,
y a él después Dios le castigue.
Mi loco amor se mitigue,
que, aunque me cueste disgusto,
acudir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Pues ya no hay quien decir quiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Perdóneme, Estrella hermosa,
que no es pequeño castigo
perderte y ser tu enemigo.
¿Qué he de hacer? ¿Puedo otra cosa?
BUSTO
Cuñado, suerte dichosa
he tenido en encontraros.
SANCHO
(Y yo desdicha en hallaros,
porque me buscáis aquí
para darme vida a mí,
pero yo para mataros.)
BUSTO
Ya, hermano, el plazo llegó
de vuestras dichosas bodas.
SANCHO
(Mas de mis desdichas todas,
decirte pudiera yo.
¡Oh, válgame Dios! ¿Quién se vio
jamás en tanto pesar?
¡Que aquí tengo de matar
al que más bien he querido!
¡Que a su hermana haya perdido!
¡Que con todo he de acabar!)
Ya por escritura estáis
casado con doña Estrella.
SANCHO
Casarme quise con ella,
mas ya no, aunque me la dais.
BUSTO
¿Conoceisme? ¿Así me habláis?
SANCHO
Por conoceros, aquí
os hablo, Tabera, así.
BUSTO
Si me conocéis Tabera,
¿cómo habláis de esa manera?
SANCHO
Hablo, porque os conocí.
BUSTO
Habréis en mí conocido
sangre, nobleza y valor,
y virtud, que es el honor;
que sin ella honor no ha habido;
y estoy, Sancho Ortiz, corrido.
SANCHO
Más lo estoy yo.
BUSTO
¿Vos? ¿De qué?
SANCHO
De hablaros.
BUSTO
Pues si en mi honor y mi fe
algún defecto advertís,
como villano mentís,
y aquí os lo sustentaré.
SANCHO
¿Qué has de sustentar, villano?
(Perdone amor, que el exceso
del Rey me ha quitado el seso,
y es el resistirme en vano.)
BUSTO
¡Muerto soy! ¡Detén la mano!
SANCHO
¡Ay, que estoy fuera de mí,
y sin sentido te herí!
Mas aquí, hermano, te pido
que ya que cobré el sentido,
que tú me mates a mí.
Quede tu espada envainada
en mi pecho, abre con ella
puerta al alma.
BUSTO
A doña Estrella
os dejo, hermano, encargada.
A Dios.
SANCHO
Rigurosa espada,
sangrienta y fiera homicida,
si me has quitado la vida,
acábame de matar,
porque le pueda pagar
el alma por otra herida.
DON PEDRO
¿Qué es esto? ¡Detén la mano!
BUSTO
¿Cómo, si a mi vida he muerto?
FARFÁN
¡Hay tan grande desconcierto!
DON PEDRO
¿Qué es esto?
SANCHO
He muerto a mi hermano.
Soy un Caín sevillano,
que, vengativo y cruel,
maté un inocente Abel.
Veisle aquí. Matadme aquí,
que pues él muere por mí,
yo quiero morir por él.
ARIAS
¿Qué es esto?
SANCHO
Un fiero rigor,
que tanto en los hombres labra
una cumplida palabra,
y un acrisolado honor.
Decidle al Rey mi señor
que tienen los sevillanos
las palabras en las manos,
como lo veis, pues por ellas
atropellan las estrellas,
y no hacen caso de hermanos.
DON PEDRO
¡Dio muerte a Busto Tabera!
ARIAS
¿Hay tan temerario exceso?
SANCHO
Prendedme, llevadme preso,
que es bien que el que mata muera.
Mirad qué hazaña tan fiera
me hizo el amor intentar,
ypues me ha obligado a matar,
y me ha obligado a morir,
pues por él vengo a pedir
la muerte que él me ha de dar.
DON PEDRO
Llevadle a Trïana preso,
porque la ciudad se altera.
SANCHO
¡Amigo Busto Tabera!
FARFÁN
Este hombre ha perdido el seso.
SANCHO
Dejadme llevar en peso,
señores, el cuerpo helado,
en noble sangre bañado,
que así su Atlante seré,
y entre tanto le daré
la vida que le he quitado.
DON PEDRO
Loco está.
SANCHO
Yo, si atropello
mi gusto, guardo la ley:
esto, señor, es ser Rey,
y esto, señor, es no sello.
Entendello y no entendello
importa, pues yo lo callo;
yo lo maté, no hay negallo,
mas el porqué no diré;
otro confiese el porqué,
pues yo confieso el matallo.
ESTRELLA
No sé si me vestí bien,
como me vestí de prisa,
dame, Teodora, ese espejo.
TEODORA
Verte, señora, en ti misma
puedes, porque no hay cristal
que tantas verdades diga,
ni de hermosura tan grande
haga verdadera cifra.
ESTRELLA
Alterado tengo el rostro,
y la color encendida.
TEODORA
Es, señora, que la sangre
se ha asomado a las mejillas
entre temor y vergüenza,
solo a celebrar tus dichas.
ESTRELLA
Ya me parece que llega,
bañado el rostro de risa,
mi esposo a darme la mano,
entre mil tiernas caricias.
Ya me parece que dice
mil ternezas y que, oídas,
sale el alma por los ojos,
disimulando sus niñas.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta ha sido, Teodora, estrella mía!
TEODORA
Parece que gente suena.
Todo el espejo. De envidia,
el cristal, dentro la hoja
de una luna hizo infinitas.
ESTRELLA
¿Quebrose?
TEODORA
Señora, sí.
ESTRELLA
Bien hizo, porque imagina
que aguardo el cristal, Teodora,
en que mis ojos se miran.
Y pues tal espejo aguardo,
quiébrese el espejo, amiga,
que no quiero con él
este de espejo me sirva.
CLARINDO
Ya aquesto sueña señora
a gusto y volatería,
que las plumas del sombrero
los casamientos publican.
A mi dueño di el papel,
y diome aquesta sortija
en albricias.
ESTRELLA
Pues yo quiero
feriarte aquestas albricias.
Dámela y toma por ella
este diamante.
CLARINDO
Partida
está por medio la piedra.
Será de melancolía,
que los jacintos padecen
de ese mal, aunque le quitan.
Partida por medio está.
ESTRELLA
No importa que esté partida,
que es bien que las piedras sientan
mis contentos y alegrías.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta, amigos, ha sido estrella mía!
TEODORA
Gran tropel suena en los patios.
CLARINDO
Y ya la escalera arriba
parece que sube gente.
ESTRELLA
¿Qué valor hay que resista
al placer? ¿Pero qué esto?
DON PEDRO
Los desastres y desdichas
se hicieron para los hombres,
que es mar de llanto esta vida.
El señor Busto Tabera
es muerto.
ESTRELLA
¡Suerte enemiga!
DON PEDRO
El consuelo que aquí os queda
es que está el fiero homicida,
Sancho Ortiz de las Roelas
preso y de él se hará justicia
mañana sin falta.
ESTRELLA
Dejadme, gente enemiga,
que en vuestras lenguas traéis
de los infiernos las iras.
¡Mi hermano es muerto y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿Hay quién lo diga?
¿Hay quién lo escuche y no muera?
Piedra soy, pues estoy viva.
¡Ay, riguroso día!
¡Esta, amigos, ha sido Estrella mía!
Pero si hay piedad humana,
matadme.
DON PEDRO
El dolor le priva,
y con razón.
ESTRELLA
¡Desdichada
ha sido la estrella mía!
¡Mi hermano es muerto, y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿De quién divida
tres almas de un corazón?
Dejadme, que estoy perdida.
DON PEDRO
Ella está desesperada.
FARFÁN
¡Infeliz beldad!
DON PEDRO
Seguidla.
CLARINDO
Señora...
ESTRELLA
Déjame, ingrato,
sangre de aquel fatricida.
Y pues acabo con todo,
quiero acabar con la vida.
¡Ay, riguroso día!
Esta ha sido, Teodora, estrella mía.
JORNADA TERCERA
DON PEDRO
Confiesa que le mató,
mas no confiesa por qué.
REY
¿No dice qué le obligó?
FARFÁN
Solo responde: «No sé»;
y es gran confusión.
REY
¿Dice si le dio ocasión?
DON PEDRO
Señor, de ninguna suerte.
ARIAS
¡Temeraria confusión!
DON PEDRO
Dice que le dio la muerte,
no sabe si es con razón.
FARFÁN
Solo confiesa matalle,
porque matalle juró.
ARIAS
Ocasión debió de dalle.
DON PEDRO
Dice que no se la dio.
REY
Volved de mi parte a hablalle;
y decidle que yo digo
que luego el descargo dé,
y decid que soy su amigo,
y su enemigo seré
en el rigor y castigo.
Declare por qué ocasión
dio muerte a Busto Tabera,
y en sumaria información,
dé del delito razón.
antes que de necio muera.
Diga quién se lo mandó,
y por quién le dio la muerte,
o qué ocasión le movió
a hacello, que de esta suerte
oiré su descargo yo,
o que a morir se aperciba.
DON PEDRO
Eso es lo que más desea.
El sentimiento le priva,
viendo una hazaña tan fea,
tan avara y tan esquiva,
está sin juicio.
REY
¿No se queja
de ninguno?
FARFÁN
No, señor.
Con su pesar se aconseja.
Notable y raro valor.
Los cargos ajenos deja,
y a sí se culpa, no más.
REY
No se habrá visto en el mundo
tales dos hombres jamás.
Cuando su valor confundo
me van apurando más.
De mi parte le decid
que diga que quién le dio
la muerte, y le persuadió
a ello, le prevenid
que declare, aunque sea yo.
Si no confiesa, al momento
en un teatro mañana
dará a Sevilla escarmiento.
ARIAS
Yo voy pues.
DON MANUEL
Doña Estrella pide
para besaros la mano
licencia.
REY
¿Quién lo impide?
DON MANUEL
Gran señor, los ciudadanos.
REY
¡Bien con la razón se mide!
Dadme una silla y dejad
que entre ahora.
DON MANUEL
Voy por ella.
REY
Vendrá vertiendo beldad,
como en el cielo la estrella
sale tras la tempestad.
DON MANUEL
Ya está aquí,
REY
parece así su arrebol
el sol gallardo y gentil,
aunque por verano el sol
vierte rayos de marfil.
ESTRELLA
Cristianísimo don Sancho,
de Castilla rey ilustre,
por las hazañas notable,
heroico por las virtudes.
Una desdichada Estrella,
que sus claros rayos cubre
de este luto, que mi llanto
lo ha sacado en negras nubes,
justicia a pedirte vengo,
mas no que tú la ejecutes,
sino que en mi adbitrio dejes
que mi venganza se funde.
No doy lugar a mis ojos
que mis lágrimas enjuguen,
porque anegándome en ellas
mi sentimiento no culpes.
Quise a Tabera, mi hermano,
que sus sacras pesadumbres
ocupa, pisando estrellas
en pavimentos azules.
Como hermano me amparó,
y como a padre le tuve
la obediencia, y el respecto
en sus mandamientos puse.
Vivía con él contenta,
sin dejar que el sol injurie,
que aún rayos del sol no eran
a mis ventanas comunes.
Nuestra hermandad envidiaba
Sevilla, y todos presumen
que éramos los dos hermanos
que a una estrella se reducen.
Un tirano cazador
hace que el arco ejecute
el fiero golpe en mi hermano,
y nuestras glorias confunde.
Perdí hermano, perdí esposo;
sola he quedado, y no acudes
a la obligación de Rey,
sin que nadie te disculpe.
Hazme justicia, señor,
dame el homicida; cumple
con tu obligación en esto,
déjame que yo le juzgue.
REY
Sosegaos, y enjugad las luces bellas,
si no queréis que se arda mi palacio,
que en lágrimas del sol son las estrellas,
si cada rayo suyo es un topacio;
recoja el alba su tesoro en ellas,
si el sol recién nacido le da espacio,
y deja que los cielos las codicien,
que no es razón que aquí se desperdicien.
Tomad esta sortija, y en Trïana
allanad el castillo con sus señas;
pónganlo en vuestras manos, sed tirana
fiera con él de las hircanas peñas,
aunque a piedad y compasión villana,
nos enseñan volando las cigüeñas,
que es bien que sean, porque más asombre,
aves y fieras confusión del hombre.
ESTRELLA
ESTRELLA
Aquí, señor, virtud es avaricia,
que si en mí plata hubiera y oro hubiera,
luego de mi cabeza le arrancara,
y el rostro con fealdad obscureciera,
aunque en brasas ardientes le abrasara.
Si un Tabera murió, quedó un Tabera,
y si su deshonor está en mi cara,
yo le pondré de suerte con mis manos,
que espanto sea entre los más tiranos.
REY
Si a Sancho Ortiz le entregan, imagino
que con su mano misma ha de matalle,
¿Que en vaso tan perfecto y peregrino
permite Dios que la fiereza se halle?
¡Ved lo que intenta un necio desatino!
Yo incité a Sancho Ortiz: voy a libralle,
que amor que pisa púrpura de reyes,
a su gusto no más promulga leyes.
SANCHO
¿Algunos versos, Clarindo,
no has escrito a mi suceso ?
CLARINDO
¿Quién, señor, ha de escribir,
teniendo tan poco premio?
A las fiestas de la plaza,
muchos me pidieron versos,
y viéndome por las calles,
como si fuera maestro
de cortar o de coser,
me decían: «¿No está hecho
aquel recado?» Y me daban
más prisa que un rompimiento.
Y si qué comer tuviera,
excediera en el silencio
a Anaxágoras, y burla
de los latinos y griegos
ingenios hiciera.
DON PEDRO
Entrad.
CLARINDO
Que vienen, señor, sospecho,
estos a notificarte
la sentencia.
SANCHO
Pues de presto.
decid vosotros un tono.
Agora sí que deseo
morir, y quiero, cantando,
dar muestras de mi contento.
Fuera de que quiero dalles
a entender mi heroico pecho,
y que aún la muerte no puede
en él obligarme a menos.
CLARINDO
¡Notable gentilidad!
¿Qué más hiciera un tudesco,
llena el alma de lagañas,
de pipotes de lo añejo.
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se alarga el morir».
CLARINDO
¡Gallardo mote han cantado!
SANCHO
A propósito, discreto.
«No hay vida como la muerte
para el que vive muriendo».
DON PEDRO
¿Ahora es tiempo, señor,
de música?
SANCHO
Pues, ¿qué tiempo
de mayor descanso pueden
tener en su mal los presos?
FARFÁN
Cuando la muerte por horas
le amenaza y por momentos
la sentencia está aguardando
del fulminado proceso,
¿con música se entretiene?
SANCHO
Soy cisne y la muerte espero
cantando.
FARFÁN
Llegado ha el plazo.
SANCHO
Las manos y pies os beso
por las nuevas que me dais.
¡Dulce día! A mi deseo
DON PEDRO
Sancho Ortiz de las Roelas,
¿vos confesáis que habéis muerto
a Busto Tabera?
SANCHO
Sí,
y aquí a voces lo confieso.
Buscad bárbaros castigos,
inventad nuevos tormentos,
porque en España se olviden
de Fálaris y Majencio.
FARFÁN
¿Pues, sin daros ocasión
le matasteis?
SANCHO
Yo le he muerto.
Esto confieso, y la causa
pues tan callada la tengo.
Si hay alguno que lo sepa,
dígalo, que yo no entiendo
por qué murió. Solo sé
que le maté sin saberlo.
DON PEDRO
Pues parece alevosía
matarle sin causa.
SANCHO
Es cierto
que la dio, pues que murió.
DON PEDRO
¿A quién ?
SANCHO
A quien me ha puesto
en el estado en que estoy,
que es en el último estremo.
DON PEDRO
¿Quién es?
SANCHO
No puedo decirlo,
porque me encargó el secreto,
que, como rey en las obras,
he de serlo en el silencio.
Y para matarme a mí,
basta saber que le he muerto,
sin preguntarme el porqué.
DON ARIAS
Señor Sancho Ortiz, yo vengo
aquí, en nombre de su alteza,
a pediros que a su ruego
confeséis quién es la causa
de este loco desconcierto;
si lo hicisteis por amigos,
por mujeres o por deudos,
o por algún poderoso
y grande de aquestos reinos;
y si tenéis de su mano
papel, resguardo o concierto,
escrito o firmado, al punto
lo manifestéis, haciendo
lo que debéis.
SANCHO
Si lo hago,
no haré, señor, lo que debo.
Decidle a su Alteza, amigo,
que cumplo lo que prometo;
y si él es don Sancho el Bravo,
yo ese mismo nombre tengo.
Decidle que bien pudiera
tener papel, mas me afrento
de que papeles me pida,
habiendo visto rompellos.
Yo maté a Busto Tabera;
y aunque aquí librarme puedo,
no quiero, por entender
que alguna palabra ofendo.
Rey soy en cumplir la mía,
y lo prometido he hecho;
y quien promete, también
es razón haga lo mesmo.
Haga quien se obliga hablando.
pues yo me he obligado haciendo
ARIAS
Si en vuestra boca tenéis
el descargo, es desconcierto
negarlo.
SANCHO
Yo soy quien soy,
y siendo quien soy, me venzo
a mí mismo con callar,
y a alguno que calla afrento;
quien es quien es, haga obrando
como quien es, y con esto,
de aquesta suerte los dos
como quien somos haremos.
ARIAS
Eso le diré a su alteza.
DON PEDRO
Vos, Sancho Ortiz, habéis hecho
un caso muy mal pensado,
y anduvisteis poco cuerdo.
FARFÁN
Al cabildo de Sevilla
habéis ofendido, y puesto
a su rigor vuestra vida,
y en su furor vuestro cuello.
CLARINDO
¿Es posible que consientas
tantas injurias?
SANCHO
Consiento
que me castiguen los hombres,
y que me confunda el cielo.
Y ya, Clarindo, comienza.
¿No oyes un confuso estruendo?
Braman los aires, armados
de relámpagos y truenos.
Uno baja sobre mí
como culebra, esparciendo
círculos de fuego aprisa.
CLARINDO
Pienso que has perdido el seso.
Quiero seguille el humor.
SANCHO
¡Que me abraso!
CLARINDO
¡Que me quemo!
SANCHO
¿Cogiote el rayo también?
CLARINDO
¿No me ves cenizas hecho?
SANCHO
¡Válame Dios!
CLARINDO
Sí, señor,
ceniza soy de sarmientos.
SANCHO
¿Ya estamos en la otra vida?
CLARINDO
Y pienso que en el infierno.
SANCHO
¿En el infierno, Clarindo?
¿En qué lo ves?
CLARINDO
En que veo,
señor, en aquel castillo
más de mil sastres mintiendo.
SANCHO
Bien dices que en él estamos,
que la Soberbia está ardiendo
sobre esa torre, formada
de arrogantes y soberbios.
Allí veo a la Ambición
tragando abismos de fuego.
CLARINDO
Y más adelante está
una legión de cocheros.
SANCHO
Si andan coches por acá,
destruirán al infierno.
Pero si el infierno es,
¿cómo escribanos no vemos?
CLARINDO
No los quieren recebir,
porque acá no inventen pleitos.
SANCHO
Pues en él pleitos no hay,
bueno ha de ser el infierno.
CLARINDO
Bueno.
Allí está el tirano Honor,
cargado de muchos necios
que por la honra padecen.
SANCHO
Quiérome juntar con ellos.
–Honor, un necio y honrado
viene a ser criado vuestro,
por no exceder vuestras leyes.
–Mal, amigo, lo habéis hecho,
porque el verdadero honor
consiste ya en no tenerlo.
¡A mí me buscáis allá,
ya mil siglos que estoy muerto!
Dinero, amigo, buscad,
que el honor es el dinero.
¿Qué hicisteis? —Quise cumplir
una palabra.— Riendo
me estoy: ¿palabras cumplís?
Pareceis majadero,
que es ya el no cumplir palabras
bizarría en este tiempo.
—Prometí matar un hombre,
y le maté, airado, siendo
mi mayor amigo.— Malo.
CLARINDO
No es muy bueno.
SANCHO
No es muy bueno.
—Metedlo en un calabozo,
y condénese por necio.
—Honor, su hermana perdí,
y ya en su hacienda padezco.
—No importa.
CLARINDO
¡Válgame Dios!
Si más proseguir le dejo
ha de perder el juicio.
Inventar quiero un enredo.
SANCHO
¿Quién da voces? ¿Quién da voces?
CLARINDO
Da voces el Cancerbero,
portero de este palacio.
—¿No me conocéis?
SANCHO
Sospecho
que sí.
CLARINDO
Y vos, ¿quién sois?
SANCHO
¿Yo?
Un honrado.
CLARINDO
¿Y acá dentro
estáis? Salid noramala.
SANCHO
¿Qué decís?
CLARINDO
Salid presto,
que este lugar no es de honrado.
Asidle, llevadle preso
al otro mundo, a la cárcel
de Sevilla, por el viento.
—¿Cómo?— Tapados los ojos,
para que vuele sin miedo.
—Ya está tapado.— En sus hombros
al punto el Diablo Cojuelo
allá le ponga de un salto.
—¿De un salto? Yo soy contento.
—Camina, y lleva también
de la mano al compañero.
—Ya estáis en el mundo, amigo,
quedaos a Dios.— Con Dios quedo.
SANCHO
¿ Dios dijo?
CLARINDO
Sí señor, que
este demonio, primero
que lo fuese, fue cristiano,
bautizado, y es gallego
de Cal de Francos.
SANCHO
Parece
que de un éxtasis recuerdo.
¡Válgame Dios! ¡Ay, Estrella,
qué desdichada la tengo
sin vos! Mas si os perdí,
este castigo merezco.
ESTRELLA
Luego el preso me entregad.
ALCAIDE
Aquí está, señora, el preso,
y como lo manda el Rey,
en vuestras manos le entrego.
Señor Sancho Ortiz, su alteza
nos manda que le entreguemos
a esta señora.
ESTRELLA
Señor,
venid conmigo.
SANCHO
Agradezco
la piedad si es a matarme,
porque la muerte deseo.
ESTRELLA
Dadme la mano y venid.
CLARINDO
¿No parece encantamento?
ESTRELLA
¡Nadie nos sigue!
CLARINDO
Está bien.
¡Por Dios, que andamos muy buenos,
desde el infierno a Sevilla,
y de Sevilla al infierno!
Plegue a Dios que aquesta Estrella
se nos vuelva ya un lucero.
ESTRELLA
Ya os he puesto en libertad.
Idos, Sancho Ortiz, con Dios,
y advertid que uso con vos
de clemencia y de piedad.
Idos con Dios, acabad.
Libre estáis. ¿Qué os detenéis?
¿Qué miráis? ¿Qué os suspendéis?
Tiempo pierde el que se tarda.
Id, que el caballo os aguarda
en que escaparos podáis
Dineros tiene el criado
para el camino.
SANCHO
Señora,
dame esos pies.
ESTRELLA
Id, que ahora
no es tiempo.
SANCHO
Voy con cuidado.
Sepa yo quién me ha librado,
porque sepa agradecer
tal merced.
ESTRELLA
Una mujer,
vuestra aficionada soy,
que la libertad os doy
teniéndola en mi poder.
Id con Dios.
SANCHO
No he de pasar
de aquí, si no me decís
quién sois o no os descubrís.
ESTRELLA
No me da el tiempo lugar.
SANCHO
La vida os quiero pagar,
y la libertad también.
Yo he de conocer a quien
tanta obligación le debo,
para pagar lo que debo,
reconociendo este bien.
ESTRELLA
Una mujer principal
soy, y si más lo pondero,
la mujer que más os quiero,
y a quien vos queréis más mal.
Id con Dios.
SANCHO
[Yo] no haré tal,
si no os descubrís ahora.
ESTRELLA
Porque os vais, yo soy...
SANCHO
¡Señora!
¡Estrella del alma mía!
ESTRELLA
Estrella soy que te guía,
de tu vida precursora.
Vete, que amor atropella
la fuerza así del rigor,
que como te tengo amor,
te soy favorable Estrella.
SANCHO
¡Tú, resplandeciente y bella,
con el mayor enemigo!
¡Tú, tanta piedad conmigo!
Trátame con más crueldad,
que aquí es rigor la piedad,
porque es piedad el castigo.
Haz que la muerte me den;
no quieras, tan liberal,
con el bien hacerme mal
cuando está en mi mal el bien.
¡Darle libertad a quien
muerte a su hermano le dio!
No es justo que viva yo,
pues él padeció por mí;
que es bien que te pierda así
quien tal amigo perdió.
En libertad de esta suerte
me entrego a la muerte fiera,
porque si preso estuviera,
¿qué hacía en pedir la muerte?
ESTRELLA
Mi amor es más firme y fuerte,
y así la vida te doy.
SANCHO
Pues yo a la muerte me voy,
puesto que librarme quieres,
que, si haces como quien eres,
yo he de hacer como quien soy.
ESTRELLA
¿Por qué mueres?
SANCHO
Por vengarte.
ESTRELLA
¿De qué?
SANCHO
De mi alevosía.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Es valentía.
ESTRELLA
Ya no hay parte.
SANCHO
Amor es parte.
ESTRELLA
Es ofenderme.
SANCHO
Es amarte.
ESTRELLA
¿Cómo me amas?
SANCHO
Muriendo.
ESTRELLA
Antes me ofendes.
SANCHO
Viviendo.
ESTRELLA
Óyeme.
SANCHO
No hay qué decir.
ESTRELLA
¿Dónde vas?
SANCHO
Voy a morir,
pues con la vida te ofendo.
ESTRELLA
Vete y déjame.
SANCHO
No es bien.
ESTRELLA
Vive y líbrate.
SANCHO
No es justo.
ESTRELLA
¿Por quién mueres?
SANCHO
Por mi gusto.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Honor también.
ESTRELLA
¿Quién te acusa?
SANCHO
Tu desdén.
ESTRELLA
No lo tengo.
SANCHO
Piedra soy.
ESTRELLA
¿Estás en ti?
SANCHO
En mi honor estoy
y te ofendo con vivir.
ESTRELLA
Pues vete, loco, a morir,
que a morir tan bien me voy.
REY
¡Que no quiera confesar
que yo mandé darle muerte!
ARIAS
No he visto bronce más fuerte.
Todo su intento es negar.
Dijo al fin que él ha cumplido
su obligación, y que es bien
que cumpla la suya quien
le obligó comprometido.
REY
Callando quiere vencerme.
ARIAS
Y aun te tiene convencido.
REY
Él cumplió lo prometido.
en confusión vengo a verme
por no podelle cumplir
la palabra que enojado
le di.
ARIAS
Palabra que has dado,
no se puede resistir;
porque si debe cumplilla
un hombre ordinario, un Rey
le hace entre sus labios ley,
y a la ley todo se humilla.
REY
Es verdad, cuando se mide
con la natural razón
la ley.
ARIAS
Es obligación.
El vasallo no la pide
al rey. Solo ejecutar,
sin vello y averiguallo,
debe la ley el vasallo,
y el rey debe consultar.
Tú esta vez la promulgaste
en un papel, y pues él
la ejecutó sin papel,
a cumplilla te obligaste
la ley que hiciste en mandalle
matar a Busto Tabera,
que, si por tu ley no fuera,
él no viniera a matalle.
REY
Pues, ¿he de decir que yo
darle la muerte mandé
y que tal crueldad usé
con quien jamás me ofendió?
El cabildo de Sevilla,
viendo que la causa fui,
Arias, ¿qué dirá de mí?
Y ¿qué se dirá en Castilla,
cuando don Alonso en ella
me está llamando tirano,
y el Pontífice Romano
con censuras me atropella?
La parte de mi sobrino
vendrá a esforzar, por ventura,
y su amparo la asegura.
Falso mi intento imagino.
También, si dejo morir
a Sancho Ortiz, es bajeza.
¿Qué he de hacer?
ARIAS
Puede tu alteza
con halagos persuadir
a los alcaldes mayores,
y pedilles con destierro
castiguen su culpa y yerro,
atropellando rigores.
Pague Sancho Ortiz. Así
vuelves, gran señor, por él,
y, ceñido de laurel,
premiado queda de ti.
Puedes hacerle, señor,
general de una frontera.
REY
Bien dices. Pero si fuera
ya ejecutado el rigor
con él doña Estrella ya,
a quien mi anillo le di,
¿cómo lo haremos aquí?
ARIAS
Todo se remediará.
Y en tu nombre iré a prendella
por causa que te ha movido,
y sin gente y sin rüido
traeré al Alcázar a Estrella.
Aquí la persuadirás
a tu intento, y porque importe,
con un grande de la corte
casarla, señor, podrás;
que su virtud y nobleza
merece un alto marido.
REY
¡Cómo estoy arrepentido,
don Arias, de mi flaqueza!
Bien dice un sabio que aquel
era sabio solamente
que era en la ocasión prudente,
como en la ocasión crüel.
Ve luego a prender a Estrella,
pues de tanta confusión
me sacas, con su prisión,
que pienso casar con ella,
para venirla a aplacar,
un ricohome de Castilla,
y a poderla dar mi silla,
la pusiera en mi lugar;
que tal hermano y hermana
piden inmortalidad.
ARIAS
La gente de esta ciudad
obscurecen la romana.
ALCAIDE
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Pedro de Caus, ¿qué causa
os trae a mis pies?
ALCAIDE
Señor,
este anillo con sus armas,
¿no es de vuestra alteza?
REY
Sí.
Este es previlegio y salva
de cualquier crimen que hayáis
cometido.
ALCAIDE
Fue a Trïana,
invicto señor, con él
una mujer muy tapada,
diciendo que vuestra alteza
que le entregara mandaba
a Sancho Ortiz. Consultele
tu mandato con las guardas
y el anillo juntamente,
y todos que le entregara
me dijeron. Dile luego,
pero, en muy poca distancia,
Sancho Ortiz, dando mil voces,
pide que las puertas abra
del castillo, como loco.
«No he de hacer lo que el rey manda»
-decía- y «Quiero morir,
que es bien que muera quien mata».
La entrada le resistí,
pero, como voces tantas
daba, fue abrirle fuerza.
Entró, donde alegre aguarda
la muerte.
REY
No he visto gente
más gentil ni más cristiana
que la de esta ciudad: callen
bronces, mármoles y estatuas.
ALCAIDE
La mujer dice, señor,
que la libertad le daba
y que él no quiso admitilla
por saber que era la hermana
de Busto Tabera, a quien
dio la muerte.
REY
Más me espanta
lo que me decís agora.
En sus grandezas agravian
la mesma naturaleza.
Ella, cuando más ingrata
había de ser, le perdona,
le libra, y él, por pagarla
el ánimo generoso,
se volvió a morir. Si pasan
más adelante sus hechos,
dé la vida eternas planchas.
Vos, Pedro de Caus, traedme
con gran secreto al Alcázar
a Sancho Ortiz en mi coche,
escusando estruendo y guardas.
ALCAIDE
Voy a servirte.
CRIADO
Aquí
ver a vuestra alteza aguardan
sus dos alcaldes mayores.
REY
Decid que entren con sus varas.
Yo, si puedo, a Sancho Ortiz
he de cumplir la palabra,
sin que mi rigor se entienda.
DON PEDRO
Ya, gran señor, sustanciada
la culpa, pide el proceso
la sentencia.
REY
Sustanciadla,
solo os pido que miréis,
pues sois padres de la patria,
su justicia, y la clemencia
muchas veces la aventaja.
Regidor es de Sevilla
Sancho Ortiz, si es el que falta
regidor, uno piedad
pide, si el otro venganza.
FARFÁN
Alcaldes mayores somos
de Sevilla, y hoy nos cargan
en nuestros hombros, señor,
su honor y su confianza.
Estas varas representan
a vuestra Alteza, y si tratan
mal vuestra planta divina,
ofenden a vuestra estampa.
Derechas miran a Dios,
y, si se doblan y bajan,
miran al hombre, y del cielo,
en torciéndose, se apartan.
REY
No digo que las torzáis,
sino que equidad se haga
en la justicia.
DON PEDRO
Señor,
la causa de nuestras causas
es vuestra Alteza: en su fiat
penden nuestras esperanzas.
Dadle la vida y no muera,
pues nadie en los reyes manda,
Dios en los reyes, y Dios
de los Saúles traslada
en los humildes Davides
las coronas soberanas.
REY
Entrad, y ved la sentencia
que da por disculpa, y salga
al suplicio Sancho Ortiz,
como las leyes lo tratan.
(Vos, don Pedro de Guzmán,
escuchadme una palabra
aquí aparte.)
DON PEDRO
Pues, ¿qué es
lo que vuestra Alteza manda?
REY
Dando muerte a Sancho, amigo
don Pedro, no se restaura
la vida al muerto, y querría,
evitando la desgracia
mayor, que le desterremos
a Gibraltar o a Granada,
donde en mi servicio tenga
una muerte voluntaria.
¿Qué decís?
DON PEDRO
Que soy don Pedro
de Guzmán y a vuestras plantas
me tenéis. Vuestra es mi vida,
vuestra es mi hacienda y espada.
REY
Dadme esos brazos, don Pedro
de Guzmán, que no esperaba
yo menos de un pecho noble.
Id con Dios. Haced que salga
luego Farfán de Ribera.
FARFÁN
Montes la lisonja allana.
Aquí a vuestros pies estoy.
REY
Farfán de Ribera, estaba
con pena de que muriera
Sancho Ortiz, mas ya se trata
de que en destierro se trueque
la muerte, y será más larga,
porque será mientras viva.
Vuestro parecer me falta
para que así se pronuncie
cosa de más importancia.
FARFÁN
Mande a Farfán de Ribera
vuestra alteza, sin que en nada
repare, que mi lealtad
en servirle no repara
en cosa alguna.
REY
En fin sois
Ribera en quien vierte el alba
flores de virtudes bellas,
que os guarnecen y acompañan.
Id con Dios.
Bien negocié.
Hoy de la muerte se escapa
Sancho Ortiz, y mi promesa,
sin que se entienda, se salva.
Haré que por general
de alguna frontera vaya,
con que le destierro y premio.
DON PEDRO
Ya está, gran señor, firmada
la sentencia, y que la vea
solo vuestra Alteza falta.
REY
Habrá la sentencia sido
como yo lo deseaba
de tan grandes caballeros.
FARFÁN
Nuestra lealtad nos ensalza.
REY
«Fallamos y pronunciamos
que le corten en la plaza
la cabeza.»—¿Esta sentencia
es la que traéis firmada?
¿Así, villanos, cumplís
a vuestro Rey la palabra?
¡Vive Dios!
FARFÁN
Lo prometido,
con las vidas, con las armas
cumplirá el menor de todos,
como ves, como arrimada
la vara tengo: con ella,
por las potencias humanas,
por la tierra, por el cielo,
¡que ninguno de ellos haga
cosa mal hecha o mal dicha!
DON PEDRO
Como a vasallos nos manda,
mas como alcaldes mayores,
no pidas injustas causas,
que aquello es estar sin ellas,
y aquesto es estar con varas,
y el cabildo de Sevilla
es quien es.
REY
Bueno está. Basta,
que todos me avergonzáis.
ARIAS
Ya esta aquí Estrella.
REY
Don Arias,
¿qué he de hacer?, ¿qué me aconsejas,
entre confusiones tantas?
ALCAIDE
Ya Sancho Ortiz está aquí.
SANCHO
Gran señor, ¿por qué no acabas
con la muerte, mis desdichas,
con tu rigor, mis desgracias?
Yo maté a Busto Tabera.
Mátame. Muera quien mata.
Haz, señor, misericordia
haciendo justicia.
REY
Aguarda,
¿quién te mandó dar la muerte?
SANCHO
Un papel.
REY
¿De quién?
SANCHO
Si hablara
el papel, él lo dijera,
que es cosa evidente y clara,
mas los papeles rompidos
dan confusas las palabras.
Solo sé que di la muerte
al hombre que más amaba,
por haberlo prometido.
Mas aquí a tus pies aguarda
Estrella mi muerte heroica,
aún no es bastante venganza.
REY
Estrella, yo os he casado
con un grande de mi casa,
mozo, galán, y en Castilla
príncipe y señor de salva,
y en premio de esto os pedimos
con su perdón nuestra gracia,
que no es justo que se niegue.
ESTRELLA
Ya, señor, si estoy casada,
vaya libre Sancho Ortiz.
No ejecutes mi venganza.
SANCHO
¿Al fin me das el perdón
porque su Alteza te casa?
ESTRELLA
Sí, por eso te perdono.
SANCHO
¿Y quedáis así vengada
de mi agravio?
ESTRELLA
Y satisfecha.
SANCHO
Pues porque tus esperanzas
se logren, la vida acepto,
aunque morir deseaba.
REY
Id con Dios.
FARFÁN
Mirad, señor,
que así Sevilla se agravia,
y debe morir.
REY
¿Qué haré,
que me apuran y acobarda
esta gente?
DON ARIAS
Hablad.
REY
Sevilla,
matadme a mí, que fui causa
de esta muerte. Yo mandé
matalle, y aquesto basta
para su descargo.
SANCHO
Solo
ese descargo aguardaba
mi honor, que el Rey me mandó
matarle, que yo una hazaña
tan fiera no cometiera,
si el Rey no me lo mandara.
REY
Digo que es verdad.
FARFÁN
Así
Sevilla se desagravia,
que pues mandastis matalle,
sin duda os daría causa.
REY
Admirado me ha dejado
la nobleza sevillana.
SANCHO
Yo a cumplir salgo el destierro,
cumpliéndome otra palabra
que me distis.
REY
Yo la ofrezco.
SANCHO
Yo dije que aquella dama
por mujer habías de darme
que yo quisiera.
REY
Así pasa.
SANCHO
Pues a doña Estrella pido,
y aquí a sus divinas plantas
el perdón de mi error pido.
ESTRELLA
Sancho Ortiz, yo estoy casada.
SANCHO
¿Casada?
ESTRELLA
Sí.
SANCHO
Yo estoy muerto.
REY
Estrella, esta es mi palabra.
Rey soy, y debo cumplirla.
¿Qué me respondéis?
ESTRELLA
Que se haga
vuestro gusto. Suya soy.
SANCHO
Yo soy suyo.
REY
Ya ¿qué falta?
SANCHO
La conformidad.
ESTRELLA
Pues esa
jamás podremos hallarla
viviendo juntos.
SANCHO
Lo mesmo
digo yo, y por esta causa
de la palabra te absuelvo.
ESTRELLA
Yo te absuelvo la palabra,
que ver siempre al homicida
de mi hermano en mesa y cama
me ha de dar pena.
SANCHO
Y a mí
estar siempre con la hermana
del que maté injustamente,
queriéndolo como al alma.
ESTRELLA
¿Pues libres quemas?
SANCHO
Sí.
ESTRELLA
Pues a Dios.
SANCHO
A Dios.
REY
Aguarda.
ESTRELLA
Señor, no ha de ser mi esposo
hombre que a mi hermano mata,
aunque le quiero y adoro.
SANCHO
Y yo, señor, por amarla.
no es justicia que lo sea.
REY
¡Grande fe!
ARIAS
¡Grande constancia!
CLARINDO
Más me parece locura.
REY
Toda esta gente me espanta.
DON PEDRO
Tiene esta gente Sevilla.
REY
Casarla pienso, y casarla
como merece.
CLARINDO
Y aquí
esta tragedia os consagra
Lope, dando a La Estrella
de Sevilla eterna fama,
cuyo prodigioso caso
inmortales bronces guarda.
LA ESTRELLA DE SEVILLA COMEDIA FAMOSA
JORNADA PRIMERA
REY
Muy agradecido estoy
al cuidado de Sevilla,
y conozco que en Castilla
ya soberano Rey soy.
Desde hoy reino, pues desde hoy
Sevilla me honra y ampara,
que es cosa evidente y clara,
y es averiguada ley
que en ella no fuera rey,
si en Sevilla no reinara.
Del gasto y recebimiento,
del aparato en mi entrada,
si no la dejo pagada,
no puedo quedar contento.
Mi corte tendrá su asiento
en ella, y no es maravilla
que la corte de Castilla
de asiento en Sevilla esté,
que en Castilla reinaré
mientras reinare en Sevilla.
DON PEDRO
Hoy sus alcaldes mayores
agradecidos pedimos
tus pies, porque recebimos
en su nombre tus favores.
Jurados y regidores
ofrecen con voluntad
su riqueza y su lealtad,
y el cabildo lo desea,
con condición que no sea
en daño de tu ciudad.
REY
Yo quedo muy satisfecho.
DON PEDRO
Las manos nos da a besar.
REY
Id, Sevilla, a descansar,
que con mi gozo habéis hecho
como quien sois, y sospecho
que vuestro amparo ha de hacerme
rey de Gibraltar , que duerme
descuidado en las colunas,
y con prósperas fortunas
haré que de mí se acuerde.
FARFÁN
Con su audiencia y con su gente
Sevilla en tan alta empresa
le servirá a vuestra alteza,
ofreciendo juntamente
las vidas.
DON ARIAS
Así lo siente,
señor Farfán de los dos,
y satisfecho de vos
su alteza, y de su deseo.
REY
Todo, Sevilla, lo creo,
y lo conozco. Id con Dios.
DON ARIAS
¿Qué te parece, señor,
de Sevilla?
REY
Parecido
me ha tan bien que hoy he sido
solo rey.
DON ARIAS
Mucho mejor,
mereciendo tu favor,
señor, te parecerá
cada día.
REY
Claro está,
que ciudad tan rica y bella,
viviendo de espacio en ella,
más de espacio admirará.
DON ARIAS
El adorno y las grandezas
de las calles, no sé yo
si Augusto en Roma las vio,
ni , creo, tantas riquezas.
REY
Y las divinas bellezas,
¿por qué en silencio las pasas?
¿Cómo limitas y tasas
sus celajes y arreboles?
Y di, ¿cómo en tantos soles
como Faetón no te abrasas?
DON ARIAS
Doña Leonor de Ribera
todo un cielo parecía,
que de su rostro nacía
el sol de la primavera.
REY
Sol es, si blanca no fuera,
y a un sol con rayos de nieve
poca alabanza se debe,
si en vez de abrasar, enfría.
Sol que abrasase querría,
no sol que helado se bebe.
DON ARIAS
Doña Elvira de Guzmán,
que es la que a su lado estaba
¿qué te pareció?
REY
Que andaba
muy prolijo el alemán,
pues de dos en dos están
juntas las blancas ansí.
DON ARIAS
Un maravedí vi allí.
REY
Aunque amor anda tan franco,
por maravedí tan blanco
no diera un maravedí.
DON ARIAS
Doña Teodora de Castro
es la que viste de verde.
REY
Bien en su rostro se pierde
el marfil y el alabastro.
DON ARIAS
Sacárala Amor de rastro,
si se la quisiera dar,
porque en un buen verde mar
engorda como en favor.
REY
A veces es bestia amor,
y el verde suele tomar.
DON ARIAS
La que te arrojó las rosas
Doña Mencía se llama
Coronel.
REY
Hermosa dama,
mas otras vi más hermosas.
DON ARIAS
Las dos morenas brïosas
que en la siguiente ventana
estaban, eran doña Ana
y doña Beatriz Mejía,
hermanas, con que aun el día
nuevos resplandores gana.
REY
Por Ana es común la una,
y por Beatriz la otra es
sola como el Fénix, pues
jamás le igualó ninguna.
DON ARIAS
La buena o mala fortuna
también se atribuye al nombre.
REY
En amor, y no te asombre,
los nombres con estrañeza
dan calidad y nobleza
al apetito del hombre.
DON ARIAS
La blanca y rubia...
REY
No digas
quién es esa: la mujer
blanca y rubia vendrá a ser
mármol y azófar, y obligas,
como adelante prosigas,
a oír la que me da pena.
Una vi de gracias llena,
y en silencio la has dejado,
que en sola la blanca has dado
y no has dado en la morena.
¿Quién es la que en un balcón
yo con atención miré,
y la gorra le quité
con alguna suspensión?
¿Quién es la que rayos son
sus dos ojos fulminantes,
en abrasar semejantes
a los de Júpiter fuerte,
que están dándome la muerte,
de su rigor ignorantes?
Una que de negro hacía
fuerte competencia al sol,
y al horizonte español
entre ébano amanecía;
una noche, horror del día,
pues de negro luz le daba,
y él, eclipsado, quedaba
un borrón de la luz pura
del sol, pues con su hermosura
sus puras líneas borraba.
DON ARIAS
Ya caigo, señor, en ella.
REY
En la mujer más hermosa
repara, que es justa cosa.
DON ARIAS
Esa la llaman la Estrella
de Sevilla.
REY
Si es más bella
que el sol, ¿cómo así la ofende?
Mas Sevilla no se entiende,
mereciendo su arrebol
llamarse Sol, pues es sol
que vivifica y enciende.
DON ARIAS
Es doña Estrella Tabera
su nombre, y por maravilla
la llama Estrella Sevilla.
REY
¡Y Sol llamarla pudiera!
DON ARIAS
Casarla su hermano espera
en Sevilla, como es justo.
REY
¿¿Llámase su hermano...??
DON ARIAS
Busto
Tabera, y es regidor
de Sevilla, cuyo honor
a su calidad ajusto.
REY
¿Y es casado?
DON ARIAS
No es casado,
que en la esfera sevillana
es sol, si Estrella es su hermana,
que estrella y sol se han juntado.
REY
En buena estrella he llegado
a Sevilla. Tendré en ella
suerte favorable y bella
como la deseo ya.
Todo me sucederá
teniendo tan buena estrella.
Si tal Estrella me guía,
¿cómo me puedo perder?
Rey soy, y he venido a ver
estrellas a mediodía.
Don Arias, verla querría,
que me ha parecido bien.
DON ARIAS
Si es estrella que a Belén
te guía, señor, no es justo
que hagas a su hermano Busto
bestia del portal también.
REY
¿Qué orden, don Arias, darás
para que la vea y hable?
DON ARIAS
Esta estrella favorable,
a pesar del sol, verás.
A su hermano honrar podrás,
que los más fuertes honores
baten tiros de favores.
Favorécele, que el dar,
deshacer y conquistar
puede imposibles mayores.
Si tú le das y él recibe,
se obliga y, si está obligado,
pagará lo que le has dado;
que al que dan, en bronce escribe.
REY
A llamarle te apercibe,
y dar orden juntamente
como la noche siguiente
vea yo a Estrella en su casa,
epiciclo que me abrasa
con fuego que el alma siente.
Parte, y llámame al hermano.
DON ARIAS
En el Alcázar le vi;
veré, señor, si está allí.
REY
Si hoy este imposible allano,
mi reino pondré en su mano.
DON ARIAS
Yo esta Estrella te daré.
REY
Cielo estrellado seré
en noche apacible y bella,
y solo con una Estrella
más que el sol alumbraré.
DON GONZALO
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Levantad. Por vida mía,
día de tanta alegría
¿venís con tanta tristeza?
DON GONZALO
Murió mi padre.
REY
Perdí
un valiente capitán.
DON GONZALO
Y las fronteras están
sin quien las defienda.
REY
Sí.
Faltó una heroica persona,
y enternecido os escucho.
DON GONZALO
Señor, ha perdido mucho
la frontera de Archidona.
Y puesto, señor, que igual
no ha de haber a su valor,
y que he heredado el honor
de tan fuerte General,
vuestra alteza no permita
que no se me dé el oficio
que ha vacado.
REY
Es claro indicio
que en vos siempre se acredita.
Pero la muerte llorad
de vuestro padre y, en tanto
que estáis con luto y con llanto,
en mi corte descansad.
DON GONZALO
Con la misma pretensión
Fernán Pérez de Medina
viene, y llevar imagina
por servicios el bastón
que en fin adalid ha sido
diez años, y con la espada
los nácares de Granada
de granates ha teñido,
y por eso adelantarme
quise.
REY
Yo me veré en ello,
que, supuesto que he de hacello,
quiero en ello consultarme.
FERNÁN
Pienso, gran señor, que llego
tarde a vuestros altos pies;
besarlos quiero, y después...
REY
Fernán Pérez, con sosiego
los pies me podéis besar,
que aun en mis manos está
el oficio, y no se da
tal plaza sin consultar
primero vuestra persona
y otras del reino importantes,
que, siendo en él los Atlantes,
serán rayos de Archidona.
Id, y descansad.
DON GONZALO
Señor,
este memorial os dejo.
FERNÁN
Y yo el mío, que es espejo
del cristal de mi valor,
donde se verá mi cara
limpia, perfecta, y leal.
DON GONZALO
También el mío es cristal
que hace mi justicia clara.
DON ARIAS
Aquí, gran señor, está
Busto Tabera.
BUSTO
A esos pies
turbado llego, porque es
natural efeto ya
en la presencia del Rey
turbarse el vasallo; y yo,
puesto que esto lo causó,
como es ordinaria ley,
dos veces llego turbado,
porque el hacerme, señor,
este impensado favor
turbación en mí ha causado.
REY
Alzad.
BUSTO
Bien estoy ansí,
que si el Rey se ha de tratar
como a santo en el altar,
digno lugar escogí.
REY
Vos sois un gran caballero.
BUSTO
De eso he dado a España indicio,
pero, conforme a mi oficio,
señor, los aumentos quiero.
REY
¿Pues yo no os puedo aumentar?
BUSTO
Divinas y humanas leyes
dan potestad a los reyes,
pero no les dan lugar
a los vasallos a ser
con sus reyes atrevidos,
porque con ellos medidos,
gran señor, deben tener
sus deseos; y ansí yo,
que exceder las leyes veo,
junto a la ley mi deseo.
REY
¿Cuál hombre no deseó
ser más siempre?
BUSTO
Si más fuera,
cubierto me hubiera hoy,
pero si Tabera soy,
no ha de cubrirse Tabera.
REY
(¡Notable filosofía
de honor!)
DON ARIAS
(Estos son primero
los que caen.)
REY
Yo no quiero,
Tabera, por vida mía,
que os cubráis hasta aumentar
vuestra persona en oficio
que os dé de este amor indicio,
y ansí os quiero consultar,
sacándoos de ser Tabera,
por General de Archidona,
que vuestra heroica persona
será rayo en su frontera.
BUSTO
Pues yo, señor, ¿en qué guerra
os he servido?
REY
En la paz
os hallo, Busto, capaz
para defender mi tierra,
tanto, que ahora os prefiero
a estos que servicios tales
muestran por sus memoriales,
que aquí en mi presencia quiero
que leáis y despachéis.
Tres pretenden, que sois vos
y estos dos. Mirad qué dos
competidores tenéis.
BUSTO
«Muy poderoso señor: Don Gonzalo de Ulloa suplica a vuestra alteza le haga merced de la plaza de Capitán General de las fronteras de Archidona, atento que mi padre, lo ha servido catorce años, haciendo notables servicios a Dios y a vuestra corona, ha muerto en una escaramuza. Pido justicia, »
Si de su padre el valor
ha heredado don Gonzalo,
el oficio le señalo.
BUSTO
«Muy poderoso señor:
Fernán Pérez de Medina
veinte años soldado ha sido,
y a vuestro padre ha servido
y serviros imagina,
con su brazo y con su espada
en propios reinos y estraños.
ha sido adalid diez años
de la Vega de Granada;
ha estado cautivo en ella
tres años en ejercicios
viles, por cuyos oficios,
y por su espada, que en ella
toda su justicia abona,
pide en este memorial
el bastón de General
de los campos de Archidona.»
REY
Decid los vuestros.
BUSTO
No sé
servicio aquí que decir
por donde pueda pedir,
ni por donde se me dé.
Referir de mis pasados
los soberanos blasones,
tantos vencidos pendones,
y castillos conquistados,
pudiera. Pero, señor,
ya por ellos merecieron
honor, y si ellos sirvieron,
no merezco yo su honor.
La justicia, para sello,
ha de ser bien ordenada,
porque es caridad sagrada
que Dios cuelga de un cabello
para que, si a tanto exceso
de una cosa tan sutil,
para que, cayendo en fil,
no se quiebre y dé buen peso.
Dar este oficio es justicia
a uno de los dos aquí,
que, si me le dais a mí,
hacéis, señor, injusticia.
Y aquí en Sevilla, señor,
en cosa no os he obligado,
que en las guerras fui soldado,
y en las paces, regidor.
Y si va a decir verdad,
Fernán Pérez de Medina
merece el cargo, que es dina
de la frontera su edad;
y a don Gonzalo podéis,
que es mozo y cordobés Cid,
hacer, señor, adalid.
REY
Sea, pues vos lo queréis.
BUSTO
Solo quiero, y la razón
y la justicia lo quieren,
darl[e]s a los que sirvieren
debida satisfación.
REY
Basta, que me avergonzáis
con vuestros buenos consejos.
BUSTO
Son mis verdades espejos,
y así en ellas os miráis.
REY
Sois un grande caballero,
y en mi cámara y palacio
quiero que asistáis de espacio,
porque yo conmigo os quiero.
¿Sois casado?
BUSTO
Gran señor,
soy de una hermana marido,
y casarme no he querido
hasta dársele.
REY
Mejor.
Yo, Busto, se le daré.
¿Es su nombre?
BUSTO
Doña Estrella.
REY
A Estrella tan clara y bella,
no sé qué esposo le dé,
si no es el Sol.
BUSTO
Solo un hombre,
señor, para Estrella anhelo,
que no es estrella del cielo.
REY
Yo la casaré en mi nombre
con hombre que la merezca.
BUSTO
Por ello los pies te pido.
REY
Darela, Busto, marido
que a su igual no desmerezca;
y decidle que he de ser
padrino y casamentero,
y que yo dotarla quiero.
BUSTO
Ahora quiero saber,
señor, para qué ocasión
vuestra alteza me ha llamado,
porque me ha puesto en cuidado.
REY
Tenéis, Tabera, razón.
Yo os llamé para un negocio
de Sevilla, y quise hablaros
primero para informaros
de él. Pero la paz y el ocio
nos convida, más de espacio
lo trataremos los dos.
Pues de hoy asisteréis vos
en mi cámara y palacio.
Id con Dios.
BUSTO
Dadme los pies.
REY
Mis dos brazos, regidor,
os daré.
BUSTO
(Tanto favor...
No puedo entender por qué.
Sospechoso voy: quererme
sin conocerme y honrarme...
El Rey quiere sobornarme,
de algún mal que piensa hacerme.)
REY
El hombre es bien entendido,
y tan cuerdo como honrado.
DON ARIAS
De estos honrados me enfado.
¡Cuántos, gran señor, lo han sido
hasta dar con la ocasión!
Sin ella son de estos modos
todos cuerdos; pero todos,
con ella bailan a un son.
Aquel murmura hoy de aquel
que el otro ayer murmuró;
que la ley que ejecutó
ejecuta el tiempo en él.
Su honra en una balanza
pone; en otra poner puedes
tus favores y mercedes,
tu lisonja y tu privanza,
y verás, gran señor, cómo
la que agora está tan baja
viene a pesar una paja,
y ella mil marcos de plomo.
REY
Encubierto pienso ver
esta mujer en su casa,
que es sol, pues tanto me abrasa,
aunque Estrella, al parecer.
DON ARIAS
Mira que podrán decir...
REY
Los que reparando están,
amigo, en lo que dirán,
se quieren dejar morir.
Viva yo, y diga Castilla
lo que quisiere entender,
que Rey Mago quiero ser
de la Estrella de Sevilla.
SANCHO
Divino ángel mío,
¿cuándo seré tu dueño,
sacando de este empeño
las ansias que te envío?
¿Cuándo el blanco rocío
que vierten mis dos ojos,
sol que alumbrando sales
en conchas de corales,
de que ha formado amor los labios rojos,
con apacibles calmas,
perlas harán que engasten nuestras almas?
¿Cuándo, dichosa Estrella
que como el sol adoro,
a tu epiciclo de oro,
resplandeciente y bella,
la luz que baña y sella
tu cervelo divino,
con rayos de alegría
adornarás el día,
juntándonos amor en solo un sino,
para que emule el cielo
otro Cástor y Pólux en el suelo?
¿Cuándo, en lazos iguales,
nos llamará Castilla
Géminis de Sevilla
con gustos inmortales?
¿Cuándo tendrán mis males
esperanzas de bienes?
¿Cuándo, alegre y dichoso,
me llamaré tu esposo
a pesar de los tiempos que detienes,
que en perezoso turno
caminan con las plantas de Saturno?
ESTRELLA
Si como mis deseos
los tiempos caminaran,
al sol aventajaran
los pasos giganteos,
y mis dulces empleos
celebrara Sevilla
sin envidiar celosa,
amante y venturosa,
la regalada y tierna tortolilla,
que con arrullos roncos
En círculos amantes
ayer se enamoraban
do sabes, y se formaban
requiebros ignorantes;
sus picos de diamantes
sus penachos de nieve
dulcemente ofendían,
mas luego los hacían
vaso en que amor sus esperanzas bebe,
pues los picos unidos
se brindaban las almas y sentidos.
SANCHO
¡Ay, cómo te agradezco
mi vida esos deseos!
Los eternos trofeos
de la fama apetezco
solo el alma te ofrezco.
ESTRELLA
Yo con ella la vida,
para que viva en ella.
SANCHO
¡Ay, amorosa Estrella,
de fuego y luz vestida!
ESTRELLA
¡Ay, piadoso homicida!
SANCHO
¡Ay, sagrados despojos,
norte en el mar de mis confusos ojos!
CLARINDO
(¿Cómo los dos no damos
de holandas y cambrayes
algunos blandos ayes,
siguiendo a nuestros amos?)
SANCHO
¿No callas?
CLARINDO
Ya callamos.
(¡Ay, hermosa muleta
de mi amante desmayo!
NATILDE
¡Ay, hermano lacayo,
que al son de la almohaza eres poeta!
CLARINDO
¡Ay, mi dicha!
NATILDE
¡Ay, dichoso!
CLARINDO
No tiene tantos ayes un leproso.)
SANCHO
¿Qué dice al fin tu hermano?
ESTRELLA
Que, hechas las escrituras,
tan firmes y seguras,
el casamiento es llano,
y que el darte la mano
unos días dilate
hasta que él se prevenga.
SANCHO
Mi amor quiere que tenga
mísero fin; el tiempo le combate.
Hoy casarme querría,
que da el tiempo mil vueltas cada día.
La mar tranquila y cana
amanece entre leche,
y antes que montes eche
al sol por la mañana,
en círculos de grana
madruga el alba hermosa,
y luego, negra nube
en sus hombros se sube,
vistiéndola con sombra tenebrosa,
y los que fueron riscos
son de nieve gigantes basiliscos.
Penachos de colores
toma un almendro verde,
y en un instante pierde
sus matizadas flores;
cruzan murmuradores
los arroyuelos puros,
y en su argentado suelo
grillos les pone el hielo;
pues si estos de él jamás están seguros,
¿cómo en tanta mudanza
podré tener del tiempo confianza?
ESTRELLA
Si el tiempo se detiene,
habla a mi hermano.
SANCHO
Quiero
hablarle, porque muero
lo que amor se entretiene.
CLARINDO
Busto Tabera viene.
BUSTO
¡Sancho amigo!
ESTRELLA
¡Ay!, ¿Qué es esto?
SANCHO
¿Vos con melancolía?
BUSTO
Tristeza y alegría
en cuidado me ha puesto.
Éntrate dentro, Estrella.
ESTRELLA
¡Válgame Dios! si ¡El tiempo me atropella!
BUSTO
Sancho Ortiz de las Roelas...
SANCHO
¿Ya no me llamáis cuñado?
BUSTO
Un caballo desbocado
me hace correr sin espuelas.
Sabed que el Rey me llamó,
no sé, por Dios, para qué,
que, aunque se lo pregunté,
jamás me lo declaró.
Hacíame general
de Archidona, sin pedillo;
y, a fuerza de resistillo,
no me dio el bastón real.
Hízome al fin...
SANCHO
Proseguid,
que todo eso es alegría.
Decid la melancolía,
y la tristeza decid.
BUSTO
De su cámara me ha hecho.
SANCHO
También es gusto.
BUSTO
Al pesar
vamos.
SANCHO
Que me ha de costar
algún cuidado sospecho.
BUSTO
Díjome que no casara
a Estrella, porque él quería
casalla, y se profería,
cuando yo no la dotara,
a hacello, y dalla marido
a su gusto.
SANCHO
Tú dijiste
que estabas alegre y triste,
mas yo solo el triste he sido.
Pues tú alcanzas las mercedes,
y yo los pesares cojo;
déjame a mí con tu enojo,
y tú el gusto tener puedes,
que en la cámara del Rey,
y bien casada tu hermana,
el tenerle es cosa llana.
Mas no cumples con la ley
de amistad, porque debías
decirle al Rey que ya estaba
casada tu hermana.
BUSTO
Andaba,
entre tantas demasías,
turbado mi entendimiento
que lugar no me dio allí
a decirlo.
SANCHO
Siendo ansí,
¿no se hará mi casamiento?
BUSTO
Volviendo a informar al Rey
que están hechos los conciertos
y escrituras, serán ciertos
los contratos; que su ley
no ha de atropellar lo justo.
SANCHO
Si el Rey la quiere torcer,
¿quién fuerza le podrá hacer,
habiendo interés o gusto?
BUSTO
Yo le hablaré, y vos también,
pues yo entonces, de turbado,
no le dije lo tratado.
SANCHO
¡Muerte pesares me den!
Bien decía que en el tiempo
no hay instante de firmeza,
y que el llanto y la tristeza
son sombra de pasatiempo.
Y cuando el Rey con violencia
quisiere torcer la ley...
BUSTO
Sancho Ortiz, el Rey es rey:
callar y tener paciencia.
SANCHO
En ocasión tan triste,
¿quién paciencia tendrá, quién sufrimiento?
Tirano, que veniste
a perturbar mi dulce casamiento
con aplauso a Sevilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Bien de don Sancho el Bravo
mereces el renombre, que en las obras
de conocerte acabo;
y pues por tu crueldad tal nombre cobras,
y Dios siempre la humilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Conjúrese tu gente
y pongan a los hijos de tu hermano
la corona en la frente
con bulas del Pontífice Romano,
y dándoles tu silla,
¡no goces los imperios de Castilla!
De Sevilla salgamos;
vamos a Gibraltar, donde las vidas
en su riesgo perdamos.
CLARINDO
Sin ir allá las damos por perdidas.
SANCHO
Con Estrella tan bella,
¿cómo vengo a tener tan mala estrella?
Mas, ¡ay!, que es rigurosa,
y en mí son sus efectos desdichados.
CLARINDO
Por esta estrella hermosa
morimos como huevos estrellados.
¡Mejor fuera en tortilla!
SANCHO
¡No goces los imperios de Castilla!
REY
Decid cómo estoy aquí.
DON ARIAS
Ya lo saben, y a la puerta
a recebirte, señor,
sale don Busto Tabera.
BUSTO
¡Tal merced, tanto favor!
¿En mi casa vuestra alteza?
REY
Por Sevilla así embozado
salí, con gusto de vella;
y me dijeron pasando
que eran vuestras casas estas,
y quise verlas, que dicen
que son en estremo buenas.
BUSTO
Son casas de un escudero.
REY
Entremos.
BUSTO
Señor, son hechas
para mi humildad, y vos
no podéis caber en ellas,
que para tan gran señor
se cortaron muy estrechas
y no os vendrán bien sus salas,
que son, gran señor, pequeñas,
porque su mucha humildad
no aspira a tanta soberbia.
Fuera, señor, de que en casa
tengo una hermosa doncella
solamente, que la caso
ya con escrituras hechas,
y no sonará muy bien
en Sevilla cuando sepan
que a visitarla venís.
REY
No vengo, Busto, por ella;
por vos vengo.
BUSTO
Gran señor,
notable merced es esta;
y si aquí por mí venís,
no es justo que os obedezca,
que será descortesía
que a visitar su Rey venga
al vasallo, y que el vasallo
lo permita y lo consienta.
Crïado y vasallo soy,
y es más razón que yo os vea,
ya que me queréis honrar,
en el Alcázar, que afrentan
muchas veces las mercedes
cuando vienen con sospecha.
REY
¿Sospecha? ¿De qué?
BUSTO
Dirán,
puesto que al contrario sea,
que venistis a mi casa
por ver a mi hermana; y puesta
en opiniones su fama,
está a pique de perderla,
que el honor es cristal puro
que con un soplo se quiebra.
REY
Ya que estoy aquí, un negocio
comunicaros quisiera.
Entremos.
BUSTO
Por el camino
será, si me dais licencia,
que no tengo apercebida
la casa.
REY
(Gran resistencia
nos hace.
DON ARIAS
Llevalle importa,
que yo quedaré con ella,
y en tu nombre la hablaré.
REY
Habla paso, no te entienda,
que tiene todo su honor
este necio en las orejas.
DON ARIAS
Arracadas muy pesadas
de las orejas se cuelgan:
el peso las romperá.)
REY
¡Basta! No quiero por fuerza
ver vuestra casa.
BUSTO
Señor,
en casando a doña Estrella,
con el adorno que es justo
la verá.
DON ARIAS
Esos coches llegan.
REY
Ocupad, Busto, un estribo.
BUSTO
A pie, si me dais licencia,
he de ir.
REY
El coche es mío,
y mando yo en él.
DON ARIAS
Ya esperan
los coches.
REY
Guíen al Alcázar.
BUSTO
Muchas mercedes son estas,
y gran favor me hace el Rey.
¡Plegue a Dios que por bien sea!
ESTRELLA
¿Qué es lo que dices, Natilde?
NATILDE
Que era el Rey, señora.
DON ARIAS
Él era,
y no es mucho que los reyes
siguiendo una estrella vengan.
A vuestra casa venía
buscando tanta belleza,
que si el Rey lo es de Castilla,
vos de la beldad sois reina.
El rey don Sancho, a quien llaman,
por su invicta fortaleza,
el Bravo el vulgo, y los moros,
porque de su nombre tiemblan,
el Fuerte, y sus altas obras
el Sacro y Augusto César,
que los laureles romanos
con sus hazañas afrenta,
esa divina hermosura
vio en un balcón, competencia
de los palacios del alba
cuando en rosas y azucenas
medio dormidas las aves
la madrugan, y recuerdan
y, del desvelo llorosa,
vierte racimos de perlas.
Mandome que de Castilla
las riquezas te ofreciera,
aunque son para tus gracias
limitadas sus riquezas;
que su voluntad admitas,
que, si la admites y premias,
serás de Sevilla el sol,
si hasta aquí has sido la estrella.
Darate villas, ciudades,
de quien serás ricahembra,
y a un ricohombre te dará
por esposo, con quien seas
corona de tus pasados
y aumento de tus Taberas.
¿Qué respondes?
ESTRELLA
¿Qué respondo?
Lo que ves.
DON ARIAS
Aguarda, espera...
ESTRELLA
A tan livianos recados
da mi espalda la respuesta.
DON ARIAS
¡Notable valor de hermanos!
Los dos suspenso me dejan:
la gentilidad romana
Sevilla en los dos celebra.
Parece cosa imposible
que el Rey los contraste y venza,
pero porfía y poder
talan montes, rompen peñas.
Hablar quiero a esta crïada,
que las dádivas son puertas
para conseguir favores
de las Porcias y Lucrecias.
¿Eres crïada de casa?
NATILDE
Crïada soy, mas por fuerza.
DON ARIAS
¿Cómo por fuerza?
NATILDE
Que soy
esclava.
DON ARIAS
¿Esclava?
NATILDE
Y sujeta,
sin la santa libertad,
a muerte y prisión perpetua.
DON ARIAS
Pues yo haré que el Rey te libre
y mil ducados de renta
con la libertad te dé,
si en su servicio te empleas.
NATILDE
Por la libertad y el oro
no habrá maldad que no emprenda;
mira lo que puedo hacer,
que lo haré, como yo pueda.
DON ARIAS
Tú has de dar al Rey entrada
en casa esta noche.
NATILDE
Abiertas
todas las puertas tendrá,
como cumplas la promesa.
DON ARIAS
Una cédula del Rey
con su firma, y de su letra,
antes que entre te daré.
NATILDE
Pues yo le pondré en la mesma
cama de Estrella esta noche.
DON ARIAS
¿A qué hora Busto se acuesta?
NATILDE
Al alba viene a acostarse.
Todas las noches requiebra,
que este descuido en los hombres
infinitas honras cuesta.
DON ARIAS
¿Y a qué hora te parece
que venga el Rey?
NATILDE
Señor, venga
a las once, que ya entonces
estará acostada.
DON ARIAS
Lleva
esta esmeralda en memoria
de las mercedes que esperas
del Rey.
NATILDE
Que no hay para qué.
DON ARIAS
No quiero que te parezcas
a los médicos.
NATILDE
Por oro,
¿qué monte tendrá firmeza?
El oro ha sido en el mundo
el que los males engendra,
porque si él faltara, es claro
no hubiera infamias ni afrentas.
DON MANUEL
Goce vuestra señoría
la llave y cámara, y vea
el aumento que desea.
BUSTO
Saber pagalle querría
a su alteza la merced
que me hace sin merecella.
ÍÑIGO
Mucho merecéis, y en ella,
que no se engaña, creed,
el Rey.
BUSTO
Su llave me ha dado,
puerta me hace de su cielo,
aunque me amenaza el suelo
viéndome tan levantado;
que como impensadamente
tantas mercedes me ha hecho,
que se ha de mudar sospecho
el que honra tan de repente.
Mas, conservando mi honor,
si a lo que he sido me humilla,
vendré a quedarme en Sevilla
veinticuatro y regidor.
ÍÑIGO
¿Quién es de guarda?
DON MANUEL
Ninguno
de los tres.
ÍÑIGO
Pues yo quisiera
holgarme.
DON MANUEL
Busto Tabera,
si tenéis requiebro alguno,
esta noche nos llevad,
y la espalda os guardaremos.
BUSTO
Si queréis que visitemos
lo común de la ciudad,
ya os llevaré donde halléis
concetos y vocería,
y dulce filosofía
de amor.
DON MANUEL
Merced nos haréis.
DON ARIAS
A recoger, caballeros,
que quiere el Rey escrebir.
DON MANUEL
Vamos, pues, a divertir
la noche.
REY
¿Que sus luceros
esta noche he de gozar,
don Arias?
DON ARIAS
[Sí.] La esclavilla
es estremada.
REY
Castilla
estatuas la ha de labrar.
DON ARIAS
Una cédula has de hacella.
REY
Ve, don Arias, a ordenalla,
que no dudaré en firmalla,
como mi amor lo atropella.
DON ARIAS
¡Buena queda la esclavilla,
a fe de noble!
REY
Recelo
que me vende el sol del cielo
en la Estrella de Sevilla.
JORNADA SEGUNDA
NATILDE
Solo será más seguro,
que todos reposan ya.
REY
¿Y Estrella?
NATILDE
Durmiendo está,
y el cuarto en que duerme, oscuro.
REY
Aunque decillo bastaba,
este es, mujer, el papel,
con la libertad en él;
que yo le daré otra esclava
a Busto.
DON ARIAS
El dinero y todo
va en él.
NATILDE
Dadme vuestros pies.
DON ARIAS
Todos con el interés
son, señor, de un mismo modo.
REY
Divina cosa es reinar.
DON ARIAS
¿Quién lo puede resistir?
REY
Solo, al fin, he de subir,
para más disimular.
DON ARIAS
¿Solo te aventuras?
REY
Pues,
¿por qué espumosos remolcos
por manzanas paso a Colcos?
Busto mi vasallo es.
¿No es su casa esta en que estoy?
Pues, dime, ¿a qué me aventuro?
Y cuando no esté seguro,
¿conmigo mismo no voy?
Vete.
DON ARIAS
¿Dónde aguardaré?
REY
Desviado de la calle,
en parte donde te halle,
DON ARIAS
En San Marcos entraré.
REY
¿A qué hora Busto vendrá?
NATILDE
Viene siempre cuando al alba
hacen pajarillos salva,
y abierta la puerta está
hasta que él viene.
REY
El amor
me allane tan alta empresa.
NATILDE
Busque tras mí vuestra alteza
lo obscuro del corredor,
que así llegará a sus bellas
luces.
REY
Mira mis locuras,
pues los dos, ciegos y a escuras,
vamos a caza de estrellas.
NATILDE
¿Qué estrella al sol no se humilla?
REY
Aunque soy don Sancho el Bravo,
venero en el cielo octavo
esta Estrella de Sevilla.
BUSTO
Esta es mi posada.
ÍÑIGO
A Dios.
BUSTO
Es temprano para mí.
DON MANUEL
No habéis de pasar de aquí.
BUSTO
Basta.
ÍÑIGO
Tenemos los dos
cierta visita que hacer.
BUSTO
¿Qué os pareció Feliciana?
DON MANUEL
En el Alcázar mañana,
amigo, en esa mujer
hablaremos, que es figura
muy digna de celebrar.
BUSTO
Temprano me entro a acostar;
toda la casa está obscura.
¿No hay un paje? ¡Hola, Luján!
¡Osorio! ¡Juanico! ¡Andrés!
Todos duermen. ¡Justa! ¡Inés!
También ellas dormirán.
¡Natilde! También la esclava
se ha dormido; es dios el sueño,
y de los sentidos dueño.
NATILDE
Pienso que es el que llamaba
mi señor. Perdida soy.
REY
¿No dijiste que venía
al alba?
NATILDE
¡Desdicha es mía!
BUSTO
¡Natilde!
NATILDE
¡Ay, Dios! Yo me voy.
REY
No tengas pena.
BUSTO
¿Quién es?
REY
Un hombre
BUSTO
¡A estas horas hombre,
y en mi casa! Diga el nombre.
REY
Aparta.
BUSTO
No sois cortés;
y si pasa, ha de pasar
por la punta de esta espada;
que, aunque esta casa es sagrada,
la tengo de profanar.
REY
¡Ten la espada!
BUSTO
¿Qué es tener,
cuando el cuarto de mi hermana
de esta suerte se profana?
Quién sois tengo de saber,
o aquí os tengo de matar.
REY
Hombre de importancia soy,
¡déjame!
BUSTO
En mi casa estoy,
y en ella yo he de mandar.
REY
Déjame pasar, advierte
que soy hombre bien nacido;
y, aunque a tu casa he venido,
no es mi intención ofenderte,
sino aumentar más tu honor.
BUSTO
¿El honor así se aumenta?
REY
¡Corra tu honor por mi cuenta!
BUSTO
Por esta espada es mejor.
Y si mi honor procuráis,
¿cómo embozado venís?
¿Honrándome os encubrís?
¿Dándome honor os tapáis?
Vuestro temor os convenza,
cómo averiguado está,
que ninguno que honra da
tiene de dalla vergüenza.
¡Meted mano o vive Dios
que os mate!
REY
¡Necio apurar!
BUSTO
Aquí os tengo de matar
o me habéis de matar vos.
REY
(Direle quién soy.) Detente,
que soy el Rey.
BUSTO
(¡Es engaño!
¿El Rey procura mi daño,
solo, embozado y sin gente?)
No puede ser, y a su alteza,
aquí, villano, ofendéis,
pues defeto en él ponéis,
que es una estraña bajeza.
¿El Rey había de estar
sus vasallos ofendiendo?
De esto de nuevo me ofendo,
por esto os he de matar,
aunque más me porfiéis;
que ya que a mí me ofendáis,
no en su grandeza pongáis
tal defeto, pues sabéis
que sacras y humanas leyes
condenan a culpa estrecha
al que imagina o sospecha
cosa indigna de los reyes.
REY
(¡Qué notable apurar de hombre!)
Hombre, digo que el Rey soy.
BUSTO
Menos crédito te doy,
porque aquí no viene el nombre
de rey con las obras, pues
es el rey el que da honor;
tú buscas mi deshonor.
REY
(Este es necio y descortés.
¿Qué he de hacer?)
BUSTO
(El embozado
es el Rey, no hay que dudar,
quiérole dejar pasar,
y saber si me ha afrentado
luego, que el alma me incita
la cólera y el furor,
que es como censo el honor,
que aun el que le da, le quita.)
Pasa, cualquiera que seas,
y otra vez al Rey no infames,
ni el Rey, villano, te llames
cuando haces hazañas feas.
Mira que el Rey mi señor,
del África horror y espanto,
es cristianísimo y santo,
y ofendes tanto valor.
La llave me ha confiado
de su casa, y no podía
venir sin llave a la mía
cuando la suya me ha dado.
Y no atropelléis la ley,
mirad que es hombre en efeto,
esto os digo, y os respeto
porque os fingistis el Rey.
Y de verme no os asombre
cuerdo, aunque quedo afrentado,
que un vasallo está obligado
a tener respeto al nombre.
Esto, don Busto Tabera
aquí os lo dice y, por Dios,
que como lo dice a vos
a él mismo se lo dijera.
Y sin más atropellallos
contra Dios y contra ley,
así aprenderá a ser Rey
del honor de sus vasallos.
REY
Ya no lo puedo sufrir,
que estoy confuso y corrido:
¡Necio!, ¿porque me he fingido
el Rey me dejas salir?
Pues advierte que yo quiero,
porque dije que lo era,
salir de aquesta manera;
que, si libertad adquiero
porque aquí Rey me llamé,
y en mí respetas el nombre,
porque te admire y asombre,
en las obras lo seré.
Muere, villano, que aquí
aliento el nombre me da
de Rey, y él te matará.
BUSTO
Solo mi honor reina en mí.
CRIADOS
¿Qué es esto?
REY
(Escaparme quiero,
antes de ser conocido.
De este villano ofendido
voy, pero vengarme espero.)
CRIADOS
Huyó quien tu ofensa trata.
BUSTO
Seguilde, dadle el castigo...
Dejadle, que al enemigo
se ha de hacer puente de plata.
Si huye, la gloria es notoria
que se alcanza sin seguir,
que el vencido con hüir
da al vencedor la vitoria.
Cuánto más que este que huyó,
más por no ser conocido
huye que por ser vencido,
porque nadie le venció.
Dadle una luz a Natilde,
y entraos vosotros allá.
(Esta me vende, que está
avergonzada y humilde.
La verdad he de sacar
con una mentira cierta.)
Cierra de golpe esa puerta.
Aquí os tengo de matar;
todo el caso me ha contado
el Rey.
NATILDE
(Si el Rey no guardó
el secreto, ¿cómo yo,
con tan infelice estado,
lo puedo guardar?) Señor,
todo lo que el Rey te dijo
es verdad.
BUSTO
(Ya aquí colijo
los defetos de mi honor.)
¿Que tú, al fin, al Rey le diste
entrada?
NATILDE
Me prometió
la libertad; y ansí yo,
por ella, como tú viste,
hasta este mismo lugar
le metí.
BUSTO
Y di, ¿sabe Estrella
algo de esto?
NATILDE
Pienso que ella
en sus rayos a abrasar
me viniera, si entendiera
mi concierto.
BUSTO
Es cosa clara,
porque, si acaso enturbiara
la luz, Estrella no fuera.
No permite su arrebol
eclipse, ni sombra oscura,
que es su luz, brillante y pura,
participada del sol.
A su cámara llegó;
en dándome este papel
entró el Rey, y tú tras él.
BUSTO
¿Cómo? ¿Este papel te dio?
NATILDE
Con mil ducados de renta,
y la libertad.
BUSTO
(¡Favor
grande! ¡A costa de mi honor!
¡Bien me engrandece y aumenta!)
Ven conmigo.
NATILDE
¿Dónde voy?
BUSTO
Vas a que te vea el Rey,
que así cumplo con la ley
y obligación de quien soy.
NATILDE
¡Ay, desdichada esclavilla!
BUSTO
Si el Rey la quiso eclipsar,
fama a España ha de quedar
de la Estrella de Sevilla.
REY
Esto, al fin, me ha sucedido.
DON ARIAS
Quisiste entrar solo.
REY
Ha andado
tan necio y tan atrevido,
que vengo, amigo, afrentado;
que sé que me ha conocido.
Metió mano para mí
con equívocas razones
y, aunque más me resistí,
las naturales acciones
con que como hombre nací,
del decoro me sacaron
que pide mi majestad.
Doy sobre él; pero llegaron
con luces, que la verdad
dijeran que imaginaron,
si la espalda no volviera,
temiendo el ser conocido;
y vengo de esta manera.
Lo que ves me ha sucedido,
Arias, con Busto Tabera.
DON ARIAS
Pague con muerte el disgusto;
degüéllale, vea el sol,
naciendo, el castigo justo,
pues en el orbe español
no hay más leyes que tu gusto.
REY
Matarle públicamente,
Arias, es yerro mayor.
DON ARIAS
Causa tendrás suficiente,
que en Sevilla es regidor,
y el más sabio y más prudente
no deja, señor, de hacer
algún delito, llevado
de la ambición y el poder.
REY
Es tan cuerdo y tan mirado,
que culpa no ha de tener.
DON ARIAS
Pues hazle, señor, matar
en secreto.
REY
Eso sí.
Mas ¿de quién podré fiar
este secreto?
DON ARIAS
De mí.
REY
No te quiero aventurar.
DON ARIAS
Pues yo darte un hombre quiero,
valeroso y gran soldado
como insigne caballero,
de quien el moro ha temblado
en el obelisco fiero
de Gibraltar, donde ha sido
muchas veces capitán,
vitorioso y no vencido;
y hoy en Sevilla le dan,
por gallardo y atrevido,
el lugar primero, que es
de militares escuelas
el sol.
REY
¿Su nombre cómo es?
DON ARIAS
Sancho Ortiz de las Roelas,
y el Cid andaluz después.
Este le dará la muerte,
señor, con facilidad,
que es bravo, robusto y fuerte,
y tiene en esta ciudad
superior ventura y suerte.
REY
Ese al momento me llama,
pues ya quiere amanecer.
DON ARIAS
Ven a acostarte.
REY
¿Qué cama,
Arias, puede apetecer
quien está ofendido y ama?
Ese hombre llama al momento.
DON ARIAS
En el Alcázar está
un bulto pendiente al viento.
REY
¿Bulto, dices? ¿Qué será?
DON ARIAS
No será sin fundamento.
REY
Llega, llega, Arias, a ver
lo que es.
DON ARIAS
Es mujer colgada.
REY
¿Mujer dices?
DON ARIAS
Es mujer.
REY
¿Mujer?
DON ARIAS
Y está ahorcada,
con que no lo viene a ser.
REY
Mira quién es.
DON ARIAS
¡La esclavilla,
con el papel en las manos!
REY
¿Hay tal rabia?
DON ARIAS
¿Hay tal mancilla?
REY
Mataré a los dos hermanos,
si se alborota Sevilla.
Mándala luego quitar,
y con decoro y secreto
también la manda enterrar.
¿Ansí se pierde el respeto
a un Rey? No me ha de quedar,
a un Rey? No me ha de quedar,
no más que si arenas fuera,
de este linaje ninguno;
en Sevilla, gente fiera,
a mis manos, uno a uno,
no ha de quedar un Tabera;
esta Estrella, que al sol brilla,
en Sevilla ha de caer.
DON ARIAS
Si cae, no es maravilla
que la abrase.
REY
Se ha de arder
hoy, con su Estrella, Sevilla.
BUSTO
Echa ese marco.
ESTRELLA
¿Qué es esto,
que apenas el sol dormido
por los balcones del alba
sale pisando zafiros,
¿y del lecho me levantas,
solo, triste y afligido?
¿Confuso y turbado me hablas?
Dime, ¿has visto algún delito
en que cómplice yo sea?
BUSTO
Tú me dirás si lo has sido.
ESTRELLA
¿Yo? ¿Qué dices? ¿Estás loco?
Dime si has perdido el juicio.
¿Yo delito? Mas ya entiendo
que tú lo has hecho en decillo,
pues solo con preguntallo
contra mí lo has cometido.
¿Si he hecho delitos, preguntas?
No de ti, de mí me admiro;
mas por decirte que sí,
lo quiero hacer en sufrillo.
¿No me conoces? ¿No sabes
quién soy? ¿En mi boca has visto
palabras desenlazadas
del honor con que las rijo?
¿Has visto alegres mis ojos
de la cárcel de sus vidrios
desatar rayos al aire,
lisonjeros y lacivos?
¿En las manos de algún hombre
viste algún papel escrito
de la mía? ¿Has visto hablando,
dime, algún hombre conmigo?
Porque si no has visto nada
de las cosas que te he dicho,
¿Qué delito puede haber?
BUSTO
Sin ocasión no lo digo.
ESTRELLA
¿Sin ocasión?
BUSTO
¡Ay, Estrella!,
que esta noche en casa...
ESTRELLA
Dilo,
que si estuviere culpada,
luego me ofrezco al suplicio.
¿Qué hubo esta noche en mi casa?
BUSTO
Esta noche fue epiciclo
del Sol, que en entrando en ella esta noche
se trocó de estrella el signo.
ESTRELLA
Las llanezas del honor
no con astrólogo estilo
se han de decir. Habla claro,
y deja en sus zonas cinco
al Sol, que, aunque Estrella soy,
yo por el sol no me rijo,
que son las suyas errantes,
y yo Estrella fija he sido
en el cielo de mi honor,
de quien los rayos recibo.
BUSTO
Cuando partían la noche
con sus destemplados gritos,
entre domésticas aves
los gallos olvidadizos,
rompiendo el mudo silencio
con su canoro sonido
la campana de Las Cuevas,
lisonja del cielo empíreo,
entré en casa y topé en ella
cerca de tu cuarto mismo,
al Rey, solo y embozado.
ESTRELLA
¿Qué dices?
BUSTO
Verdad te digo.
Mira, Estrella, a aquellas horas
a qué pudo haber venido
el Rey a mi casa, solo,
si por Estrella no vino;
que de noche las estrellas
son de los cielos jacintos,
y a estas horas las buscaban
los astrólogos egipcios.
Natilde con él estaba,
que a los pasos y al rüido
salió, que, aunque a obscuras era,
la vio el honor, lince mío.
Metí mano, y «¿quién va?», dije.
Respondió: «Un hombre», y embisto
con él, y él, de mi apartado,
que era el Rey, Estrella, dijo.
Y, aunque le conocí luego,
híceme desentendido
en conocelle, que el cielo
darme sufrimiento quiso.
Embistiome como Rey,
enojado y ofendido;
que un Rey que embiste enojado
se trae su valor consigo.
Salieron pajes con luces,
y entonces, por no ser visto,
volvió la espalda, y no pudo
ser de nadie conocido.
Conjuré a la esclava, y ella,
sin mostralle de Dionisio
los tormentos, confesó
las verdades, sin martirio.
Firmada la libertad
le dio en un papel que le hizo
el Rey, que ha sido el proceso
en que sus culpas fulmino.
Saquela de casa luego,
porque su aliento nocivo
no sembrara deshonor
por los nobles edificios;
que es un crïado, si es malo,
en la casa un basilisco;
si con lisonjas y halagos,
engañoso cocodrilo.
Cogila a la puerta y luego,
puesta en los hombros, camino
al Alcázar, y en sus rejas
la colgué por el delito;
que quiero que el Rey conozca
que hay Brutos contra Tarquinos
en Sevilla, y que hay vasallos
honrados y bien nacidos.
Esto me ha pasado, Estrella,
nuestro honor está en peligro;
yo he de ausentarme por fuerza,
y es fuerza darte marido.
Sancho Ortiz lo ha de ser tuyo,
que con su amparo te libro
del rigor del Rey, y yo
libre, me pongo en camino.
Yo le voy a buscar luego,
porque así mi honor redimo,
y el nombre de los Taberas
contra el tiempo resucito.
ESTRELLA
¡Ay, Busto! Dame esa mano
por el favor recebido
que me has hecho.
BUSTO
Hoy has de serlo,
y ansí, Estrella, te apercibo
su esposa; guarda silencio,
porque importa al honor mío.
ESTRELLA
¡Ay, Amor, y qué ventura!
Ya estás de la venda asido;
no te has de librar. Mas ¿quién
sacó el fin por el principio,
si entre la taza y la boca
un sabio temió el peligro?
DON ARIAS
Ya en la antecámara aguarda
Sancho Ortiz de las Roelas.
REY
[................................... -arda]
Todo el amor es cautelas:
si la piedad me acobarda.
En este papel sellado
traigo su nombre y su muerte,
y en este, que yo he mandado
matalle; y de aquesta suerte
él quedará disculpado.
Hazle entrar y echa a la puerta
la loba y tú no entres.
DON ARIAS
¿No?
REY
No, porque quiero que advierta
que sé este secreto yo
solamente; que concierta
la venganza en mi deseo
más acomodada ansí.
DON ARIAS
Voy a llamarle.
REY
Ya veo,
amor, que no es este en mí
alto y glorioso trofeo;
mas disculparme podrán
mil prodigiosas historias
que en vivos bronces están,
y este exceso entre mil glorias
los tiempos disculparán.
SANCHO
Vuestra alteza a mis dos labios
les conceda los dos pies.
REY
Alzad, que os hiciera agravios.
Alzad.
SANCHO
Señor...
REY
(Galán es.)
SANCHO
Los filósofos más sabios,
y más dulces oradores,
en la presencia real
sus retóricas colores
pierden; y en grandeza igual,
y en tan inmensos favores,
no es mucho que yo, señor,
me turbe, no siendo aquí
retórico ni orador.
REY
Pues, decid, ¿qué veis en mí?
SANCHO
La majestad y el valor,
y, al fin, una imagen veo
de Dios, pues le imita el Rey;
y después de él, en vos creo,
y a vuestra cesárea ley,
gran señor, aquí me empleo.
REY
¿Cómo estáis?
SANCHO
Nunca me he visto
tan honrado como estoy,
pues a vuestro lado asisto.
REY
Pues aficionado os soy
por prudente, y por bienquisto
y por valiente soldado,
y por hombre de secreto,
que es lo que más he estimado.
SANCHO
Señor, de mí tal conceto...
Vuestra alteza más me ha honrado,
que las partes que me dais
sin tenellas, sustenellas
tengo, por lo que me honráis.
REY
Son las virtudes estrellas.
SANCHO
(Si en la Estrella me tocáis,
ciertas son mis desventuras;
honrándome el Rey me ofende;
no son sus honras seguras,
pues sospecho que pretende
dejarme sin ella a escuras).
REY
Porque estaréis con cuidado,
codicioso de saber
para lo que os he llamado,
decíroslo quiero, y ver
que en vos tengo un gran soldado.
A mí me importa matar
en secreto a un hombre, y quiero
este caso confiar
solo de vos, que os prefiero
a todos los del lugar.
SANCHO
¿Está culpado?
REY
Sí está.
SANCHO
Pues ¿cómo muerte en secreto
a un culpado se le da?
Poner su muerte en efeto
públicamente podrá
vuestra justicia, sin dalle
muerte en secreto, que ansí
vos os culpáis en culpalle,
pues dais a entender que aquí
sin culpa mandáis matalle;
y dalle muerte, señor,
sin culpa, no es justa ley,
sino bárbaro rigor;
y un Rey, solo por ser Rey,
se ha de respetar mejor.
Que si un brazo poderoso
no se vence en lo que puede,
siempre será riguroso,
y es bien que enfrenado quede
con el afecto piadoso.
¿Qué hace un poderoso en dar
muerte a un humilde, despojos
de sus pies, sino triunfar
de las pasiones y enojos
con que le mandó matar?
Si ese humilde os ha ofendido
en leve culpa, señor,
que le perdonéis os pido.
REY
Para su procurador,
Sancho Ortiz, no habéis venido,
sino para dalle muerte;
y pues se la mando dar,
escondiendo el brazo fuerte,
debe a mi honor importar
matarle de aquesta suerte.
¿Merece el que ha cometido
crimen lese muerte?
SANCHO
En fuego.
REY
¿Y si crimen lese ha sido
el de este?
SANCHO
Que muera luego,
a voces, señor, os pido,
aunque él mi hermano sea,
o sea deudo o amigo,
que en el corazón se emplea,
el riguroso castigo
que tu autoridad desea.
Si es así, muerte daré,
señor, a mi mismo hermano,
y en nada repararé.
REY
Dadme esa palabra y mano.
SANCHO
Y en ella el alma y la fe.
REY
Hallándole descuidado
puedes matalle.
SANCHO
Señor,
siendo Roela y soldado
¿me quieres hacer traidor?
¿Yo, muerte en caso pensado?
Cuerpo a cuerpo he de matalle
donde Sevilla lo vea,
en la plaza o en la calle,
que al que mata y no pelea
nadie puede disculpalle,
y gana más el que muere
a traición que el que le mata,
que el muerto opinión adquiere,
y el vivo, con cuantos trata,
su alevosía refiere.
REY
Matalde como queráis,
que este papel, para abono,
de mí firmado lleváis,
por donde, Sancho, os perdono
cualquier delito que hagáis.
Referildo.
SANCHO
Dice así:
«Al que ese papel advierte,
Sancho Ortiz, luego por mí
y en mi nombre dalde muerte,
que yo por vos salgo aquí;
y si os halláis en aprieto,
por este papel firmado
sacaros de él os prometo.
Yo, el Rey». Estoy admirado
de que tan poco conceto
tenga de mí vuestra alteza.
¡Yo cédula! ¡Yo papel!
Tratadme con más llaneza,
que más en vos que no en él
confía aquí mi nobleza.
Si vuestras palabras cobran
valor, que los montes labra,
y ellas cuanto dicen obran,
dándome aquí la palabra,
señor, los papeles sobran.
A la palabra remito
la cédula que me dais,
con que a vengaros me incito,
porque donde vos estáis
es excusado lo escrito.
Rompeldo, porque sin él
la muerte le solicita
mejor, señor, que con él,
que en parte desacredita
vuestra palabra el papel.
Sin papel, señor, aquí
nos obligamos los dos,
y prometemos ansí,
yo, de vengaros a vos,
y vos, de librarme a mí;
y si es así, no hay que hacer
cédulas, que estorbo han sido;
yo os voy luego a obedecer,
y solo por premio os pido
para esposa la mujer
que yo eligiere.
REY
Aunque sea
ricafembra de Castilla,
os la concedo.
SANCHO
Posea
vuestro pie la alarbe silla;
el mar los castillos vea
gloriosos y dilatados
por sus trópicos ardientes
y por sus climas helados.
REY
Vuestros hechos excelentes,
Sancho, quedarán premiados.
En este papel va el nombre
del hombre que ha de morir;
cuando le abráis, no os asombre;
mirad que he oído decir
en Sevilla que es muy hombre.
SANCHO
Presto, señor, lo sabremos.
REY
Los dos, Sancho, solamente,
este secreto sabemos;
no hay que advertiros, prudente
sois vos; obrad y callemos.
CLARINDO
¿Había de encontrarte,
cuando nuevas tan dulces vengo a darte?
Dame, señor, albricias
de las glorias mayores que codicias.
SANCHO
¿Agora de humor vienes?
CLARINDO
¿Cómo el alma en los brazos no previenes?
SANCHO
¿Cúyo es éste?
CLARINDO
De Estrella,
que estaba más que el sol hermosa y bella,
cuando por la mañana
forma círculos de oro en leche y grana.
Mandome que te diera
este papel y albricias te pidiera.
SANCHO
¿De qué?
CLARINDO
Del casamiento,
que se ha de efetuar luego al momento.
SANCHO
Abrázame, Clarindo,
que no he visto jamás hombre tan lindo.
CLARINDO
Tengo, señor, buen rostro
con buenas nuevas, pero fuera un mostro
si malas las trajera,
que hermosea el placer de esta manera.
No vi que hermoso fuese
hombre jamás que deuda me pidiese,
ni vi que feo hallase
hombre jamás que deuda me pagase;
¡Ay, mortales deseos,
que hacéis hermosos los que espantan feos,
y feos los hermosos!
SANCHO
¡Ay, renglones divinos y amorosos,
beberos quiero a besos,
para dejaros en el alma impresos,
donde, pues os adoro,
más eternos seréis que plantas de oro!
Abrázame, Clarindo,
que no he visto jamás hombre tan lindo.
CLARINDO
Soy como un alpargate.
SANCHO
Leeréle otra vez, aunque me mate
la impensada alegría.
¿Quién tal Estrella vio al nacer del día?
El hermoso lucero
del alba es para mí ya el sol. Espero,
con sus dorados rayos,
en abismos de luz pintar los mayos.
«Esposo, ya ha llegado
el venturoso plazo deseado.
Mi hermano va a buscarte,
solo por darme vida y por premiarte.
Si del tiempo te acuerdas,
búscale luego, y la ocasión no pierdas.
Tu Estrella.» ¡Ay, forma bella!
¿Qué bien no he de alcanzar con tal Estrella?
¡Ay, buelto soberano,
de este Pólux divino soy humano!
CLARINDO
¡Vivas eternidades,
siendo a tus pies momentos las edades!
¡Si amares, en amores
trueques las esperanzas y favores!
Y en batallas y ofensas
siempre glorioso tus contrarios venzas,
y no salgas vencido,
¡que esta la suerte más dichosa ha sido!
SANCHO
Avisa al mayordomo
de la dichosa sujeción que tomo,
y que saque al momento
las libreas que están para este intento
en casa reservadas,
y saquen las cabezas coronadas
mis lacayos y pajes
de hermosas pesadumbres de plumajes.
Y si albricias codicias,
toma aqueste jacinto por albricias,
que el sol también te diera,
cuando la piedra del anillo fuera.
CLARINDO
¡Vivas más que la piedra,
a tu esposa enlazado como hiedra:
y, pues tanto te precio,
vivas, señor, más años que no un necio!
SANCHO
Buscar a Busto quiero,
que entre deseos y esperanzas muero.
¡Cómo el amor porfía!
¿Quién tal Estrella vio al nacer del día?
Mas con el nudo y gusto
me olvidaba del Rey, y no era justo.
Ya está el papel abierto.
Quiero saber quién ha de ser el muerto.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Válgame Dios! ¡Que esto quiera!
¡Tras una suerte, un azar!
Toda esta vida es jugar
una carteta imperfeta,
mal barajada y sujeta
a desdichas y a pesares;
que es toda en cientos y azares
como juego de carteta.
Pintada la suerte vi,
mas luego se despintó,
y el naipe se barajó
para darme muerte a mí.
Miraré si dice así;
pero yo no lo leyera
si el papel no lo dijera.
Quiérole otra vez mirar.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Perdido soy! ¿Qué he de hacer,
que al Rey la palabra he dado
de matar a mi cuñado,
y a su hermana he de perder?
Sancho Ortiz, no puede ser:
¡viva Busto! Mas no es justo
que al honor contraste el gusto:
¡muera Busto!, ¡Busto muera!
Mas, detente, mano fiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Mas no puedo con mi honor
cumplir, si a mi amor acudo;
mas ¿quién resistirse pudo
de la fuerza del amor?
Morir me será mejor,
o ausentarme, de manera
que sirva al Rey y él no muera.
¡Mas quiero al Rey agradar!
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Oh, nunca yo me obligara
a ejecutar el rigor
del Rey, y nunca el amor
mis potencias contrastara!
Nunca yo a Estrella mirara,
causa de tanto disgusto.
Si servir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Pero extraño rigor fuera:
¡viva Busto! ¡viva Busto!
¿Si le mata por Estrella
el Rey, que servilla trata?
Sí, por Estrella le mata,
pues no muera aquí por ella.
Ofendelle y defendella
quiero. Mas soy caballero,
y no he de hacer lo que quiero,
sino lo que debo hacer.
Pues ¿qué debo obedecer?
La ley que fuere primero;
mas no hay ley que [a] aquesto obligue.
Mas sí hay, que, aunque injusto el Rey,
debo obedecer su ley,
y a él después Dios le castigue.
Mi loco amor se mitigue,
que, aunque me cueste disgusto,
acudir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Que ya no hay quien decir quiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Perdóname, Estrella hermosa,
que no es pequeño castigo
perderte y ser tu enemigo.
¿Qué he de hacer? ¿Puedo otra cosa?
BUSTO
Cuñado, suerte dichosa
he tenido en encontraros.
SANCHO
(Y yo desdicha en hallaros,
porque me buscáis aquí
para darme vida a mí,
pero yo para mataros.)
BUSTO
Ya, hermano, el plazo llegó
de vuestras dichosas bodas.
SANCHO
(Mas de mis desdichas todas,
decirte pudiera yo.
¡Válgame Dios! ¿Quién se vio
jamás en tanto pesar?
¡Que aquí tengo de matar
al que más bien he querido!
¡Que a su hermana haya perdido!
¡Que con todo he de acabar!)
BUSTO
¿De esa suerte os suspendéis,
cuando a mi hermana os ofrezco?
SANCHO
Como yo no la merezco,
callo.
BUSTO
¿No la merecéis?
¿Callando me respondéis?
¿Qué dudáis, que estáis turbado
y, con el rostro mudado,
miráis al suelo y al cielo?
Decid ¿qué pálido hielo
de silencio os ha bañado?
¿Por escrituras no estáis
casado con doña Estrella?
SANCHO
Casarme quise con ella,
mas ya no, aunque me la dais.
BUSTO
¿Conoceisme? ¿Así me habláis?
SANCHO
Por conoceros, aquí
os hablo, Tabera, así.
BUSTO
Si me conocéis Tabera,
¿cómo habláis de esa manera?
SANCHO
Hablo, porque os conocí.
BUSTO
Habréis en mí conocido
sangre, nobleza y valor,
y virtud, que es el honor;
que sin ella honor no ha habido;
y estoy, Sancho Ortiz, corrido.
SANCHO
Más lo estoy yo.
BUSTO
¿Vos? ¿De qué?
SANCHO
De hablaros.
BUSTO
Si en mi honra y fe
algún defeto advertís,
como villano mentís,
y aquí os lo sustentaré.
SANCHO
¿Qué has de sustentar, villano?
(Perdone amor, que el exceso
del Rey me ha quitado el seso,
y es el resistirme en vano.)
BUSTO
¡Muerto soy! ¡Detén la mano!
SANCHO
¡Ay, que estoy fuera de mí,
y sin sentido te herí!
Mas aquí, hermano, te pido
ya que he cobrado el sentido,
que tú me mates a mí.
Quede tu espada envainada
en mi pecho, abre con ella
puerta al alma.
BUSTO
A doña Estrella
os dejo, hermano, encargada.
A Dios.
SANCHO
Rigurosa espada,
sangrienta y fiera homicida,
si me has quitado la vida,
acábame de matar,
porque le pueda pagar
el alma por otra herida.
DON PEDRO
¿Qué es esto? ¡Detén la mano!
BUSTO
¿Cómo, si a mi vida he muerto?
FARFÁN
¡Hay tan grande desconcierto!
DON PEDRO
¿Qué es esto?
SANCHO
He muerto a mi hermano.
Soy un Caín sevillano,
que, vengativo y cruel,
maté un inocente Abel.
Veisle aquí. Matadme aquí,
que pues él muere por mí,
yo quiero morir por él.
DON ARIAS
¿Qué es esto?
SANCHO
Un fiero rigor,
que tanto en los nobles labra
una cumplida palabra,
y un acrisolado honor.
Decilde al Rey mi señor
que tienen los sevillanos
las palabras en las manos,
como lo veis, pues por ellas
atropellan las estrellas,
y no hacen caso de hermanos.
DON PEDRO
¡Dio muerte a Busto Tabera!
DON ARIAS
¿Hay tan temerario exceso?
SANCHO
Prendedme, llevadme preso,
que es bien que el que mata muera.
Mirad qué hazaña tan fiera
me hizo el amor intentar,
pues me ha obligado a matar,
y me ha obligado a morir,
pues por él vengo a pedir
la muerte que él me ha de dar.
DON PEDRO
Llevalde a Trïana preso,
porque la ciudad se altera.
SANCHO
¡Amigo Busto Tabera!
FARFÁN
Este hombre ha perdido el seso.
SANCHO
Dejadme llevar en peso,
señores, el cuerpo helado,
en noble sangre bañado,
que así su Atlante seré,
y entre tanto le daré
la vida que le he quitado.
DON PEDRO
Loco está.
SANCHO
Yo, si atropello
mi gusto, guardo la ley:
esto, señor, es ser Rey,
y esto, señor, es no sello.
Entendello y no entendello
importa, pues yo lo callo;
yo lo maté, no hay negallo,
mas el porqué no diré;
otro confiese el porqué,
pues yo confieso el matallo.
ESTRELLA
No sé si me vestí bien,
como me vestí de prisa,
dame, Teodora, el espejo.
TEODORA
Verte, señora, en ti misma
puedes, que no hay cristal
que tantas verdades diga,
ni de hermosura tan grande
haga verdadera cifra.
ESTRELLA
Alterado tengo el rostro,
y la color encendida.
TEODORA
Es, señora, que la sangre
se ha asomado a las mejillas
entre temor y vergüenza,
solo a celebrar tus dichas.
ESTRELLA
Ya me parece que llega,
bañado el rostro de risa,
mi esposo a darme la mano,
entre mil tiernas caricias.
Ya me parece que dice
mil ternezas y que, oídas,
sale el alma por los ojos,
desestimando sus niñas.
¡Ay, venturoso día!
Esta, Teodora, ha sido estrella mía.
TEODORA
Parece que suena gente.
Cayó el espejo. De envidia,
dentro la hoja, el cristal,
de una luna hizo infinitas.
ESTRELLA
¿Quebrose?
TEODORA
Señora, sí.
ESTRELLA
Bien hizo, porque imagina
que aguardo el cristal, Teodora,
en que mis ojos se miran.
Y pues tal espejo aguardo,
quiébrese el espejo, amiga,
que no quiero con él
este de espejo me sirva.
CLARINDO
Ya, señora, aquesto suena
a gusto y volatería,
que las plumas del sombrero
los casamientos publican.
¿No vengo galán? ¿No vengo
como Dios hizo una guinda,
hecho un jarao por de fuera,
y por dentro una pipa?
A mi dueño di el papel,
y diome aquesta sortija
en albricias.
ESTRELLA
Pues yo quiero
feriarte aquestas albricias.
Dámela y toma por ella
este diamante.
CLARINDO
Partida
está por medio la piedra.
Será de melancolía,
que los jacintos padecen
de ese mal, aunque le quitan.
Partida por medio está.
ESTRELLA
No importa que esté partida,
que es bien que las piedras sientan
mis contentos y alegrías.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta, amigos, ha sido estrella mía!
TEODORA
Gran tropel suena en los patios.
CLARINDO
Y ya el escalera arriba
parece que sube gente.
ESTRELLA
¿Qué valor hay que resista
el placer? ¿Pero qué es esto?
DON PEDRO
Los desastres y desdichas
se hicieron para los hombres,
que es mar de llanto esta vida.
El señor Busto Tabera
es muerto, y sus plantas pisan
ramos de estrellas, del cielo
lisonjera argentería.
El consuelo que aquí os queda
es que está el fiero homicida,
Sancho Ortiz de las Roelas,
preso y de él se hará justicia
mañana sin falta.
ESTRELLA
¡Ay Dios!
Dejadme, gente enemiga,
que en vuestras lenguas traéis
de los infiernos las iras.
¡Mi hermano es muerto y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿Y hay quién lo diga?
¿Y hay quién lo escuche y no muera?
Piedra soy, pues estoy viva.
¡Ay, riguroso día!
¡Esta, amigos, ha sido Estrella mía!
¿No hay cuchillos, no hay espadas,
no hay cordel, no hay encendidas
brasas? ¿no hay áspides fieros,
muertes de reinas egipcias?
Pero si hay piedad humana,
matadme.
DON PEDRO
El dolor la priva
de la razón.
ESTRELLA
¡Desdichada
ha sido la estrella mía!
¡Mi hermano es muerto, y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿[Hay] quien divida
tres almas de un corazón?
Dejadme, que estoy perdida.
DON PEDRO
Ella está desesperada.
FARFÁN
¡Infeliz beldad!
DON PEDRO
Seguilda.
CLARINDO
Señora...
ESTRELLA
Déjame, ingrato,
sangre de aquel fratricida.
Y pues acabo con todo,
quiero acabar con la vida.
¡Ay, riguroso día!
Esta, Teodora, ha sido estrella mía.
JORNADA TERCERA
DON PEDRO
Confiesa que le mató,
mas no confiesa por qué.
REY
¿No dice qué le obligó?
FARFÁN
Solo responde: «No sé»;
y es gran confusión.
REY
¿[Y] no
dice si le dio ocasión?
DON PEDRO
Señor, de ninguna suerte.
DON ARIAS
¡Temeraria confusión!
DON PEDRO
Dice que le dio la muerte,
no sabe si es con razón.
FARFÁN
Solo confiesa matalle,
porque matalle juró.
DON ARIAS
Ocasión debió de dalle.
DON PEDRO
Dice que no se la dio.
REY
Volved de mi parte a hablalle;
y decilde que yo digo
que luego el descargo dé,
y decid que soy su amigo,
y su enemigo seré
en el rigor y castigo.
Declare por qué ocasión
dio muerte a Busto Tabera,
y en sumaria información,
antes que de necio muera
dé del delito razón.
Diga quién se lo mandó,
y por quién le dio la muerte,
o qué ocasión le movió
a hacello, que de esta suerte
oiré el descargo yo,
o que a morir se aperciba.
DON PEDRO
Eso es lo que más desea.
El sentimiento le priva,
viendo una hazaña tan fea,
tan avara y tan esquiva,
del juicio.
REY
¿Y no se queja
de ninguno?
FARFÁN
No, señor.
Con su pesar se aconseja.
REY
¡Notable y raro valor!
FARFÁN
Los cargos ajenos deja,
y a sí se culpa, no más.
REY
No se habrá visto en el mundo
tales dos hombres jamás.
Cuando su valor confundo
me van apurando más.
Id y haced, alcaldes, luego
que haga la declaración
y habrá en la corte sosiego.
Id, vos, con esta ocasión,
don Arias, a ese hombre ciego.
De mi parte le decid
que diga [por] quién le dio
la muerte, y le persuadi[d]
que declare, aunque sea yo
el culpado, y prevenid,
si no confiesa, al momento
el teatro en que mañana
le dé a Sevilla escarmiento.
DON ARIAS
Ya voy.
DON MANUEL
La gallarda hermana,
con grande acompañamiento,
de Busto Tabera, pide
para besaros las manos
licencia.
REY
¿Quién se lo impide?
DON MANUEL
Gran señor, los ciudadanos.
REY
¡Bien con la razón se mide!
Dadme a Sevilla y dejad
que entre ahora.
DON MANUEL
Voy por ella.
REY
Vendrá vertiendo beldad,
como en el cielo la estrella
sale tras la tempestad.
DON MANUEL
Ya está aquí.
REY
No por abril
parece así su arrebol
el sol gallardo y gentil,
aunque por verano el sol
vierte rayos de marfil.
ESTRELLA
Cristianísimo don Sancho,
de Castilla rey ilustre,
por las hazañas notable,
heroico por las virtudes.
Una desdichada Estrella,
que sus claros rayos cubre
de este luto, que mi llanto
lo ha sacado en negras nubes,
justicia a pedirte vengo,
mas no que tú la ejecutes,
sino que en mi adbitrio dejes
que mi venganza se funde.
Estrella de mayo fui,
cuando más flores produce,
y agora, en estraño llanto,
ya soy Estrella de otubre.
No doy lugar a mis ojos
que mis lágrimas enjuguen,
porque anegándose en ellas
mi sentimiento no culpen.
Quise a Tabera, mi hermano,
que sus sacras pesadumbres
ocupa, pisando estrellas
en pavimentos azules.
Como hermano me amparó,
y como a padre le tuve
la obediencia, y el respeto
en sus mandamientos puse.
Vivía con él contenta,
sin dejar que el sol [me] injurie,
que aún los rayos del sol no eran
a mis ventanas comunes.
Nuestra hermandad envidiaba
Sevilla, y todos presumen
que éramos los dos hermanos
que a una estrella se reducen.
Un tirano cazador
hace que el arco ejecute
el fiero golpe en mi hermano,
y nuestras glorias confunde.
Perdí hermano, perdí esposo;
sola he quedado, y no acudes
a la obligación de Rey,
sin que nadie te disculpe.
Hazme justicia, señor,
dame el homicida; porque
en mis manos los excesos,
déjame que yo los juzgue.
Entrégamele, ansí reines
mil edades, ansí triunfes
de las lunas que te ocupan
los términos andaluces,
porque Sevilla te alabe,
sin que su gente te adule,
en los bronces inmortales
que ya los tiempos te bruñen.
REY
Sosegaos, y enjugad las luces bellas,
si no queréis que se arda mi palacio,
que lágrimas del sol son las estrellas,
si cada rayo suyo es un topacio;
recoja el alba su tesoro en ellas,
si el sol recién nacido le da espacio,
y dejad que los cielos las codicien,
que no es razón que aquí se desperdicien.
Tomad esta sortija, y en Trïana
allanad el castillo con sus señas;
pónganlo en vuestras manos, sed tirana
fiera como él de las hircanas peñas,
aunque a piedad y compasión villana,
nos enseñan volando las cigüeñas,
que es bien que sean, porque más asombre,
aves y fieras confusión del hombre.
Vuestro hermano murió. Quien le dio muerte
dicen que es Sancho Ortiz. Vengaos vos de ella,
y aunque él muriese así de aquesa suerte,
vos la culpa tenéis, por ser tan bella.
Si es la mujer el animal más fuerte,
mujer, Estrella, sois, y sois estrella.
Vos vencéis que inclináis y, con venceros,
competencia tendréis con dos luceros.
ESTRELLA
¿Qué ocasión dio, gran señor, mi hermosura
en la inocente muerte de mi hermano?
¿He dado yo la causa, por ventura,
con deseo, a propósito liviano?
¿Ha visto alguno en mi desenvoltura
algún inútil pensamiento vano?
REY
Es ser hermosa, en la mujer, tan fuerte,
que, sin dar ocasión, da al mundo muerte.
Vos quedáis sin matar, porque en vos mata
la parte que os dio el cielo. La belleza
se ofenderá consigo cuando, ingrata
–emulación con la naturaleza
no avarientas las perlas, ni la plata,
y un oro que hace un mar vuestra cabeza–
para vos reservéis, que no es justicia.
ESTRELLA
Aquí, señor, virtud es avaricia,
que si en mí plata hubiera y oro hubiera,
de mi cabeza luego le arrancara,
y el rostro con fealdad obscureciera,
aunque en brasas ardientes le abrasara.
Si un Tabera murió, quedó un Tabera,
y si su deshonor está en mi cara,
yo la pondré de suerte con mis manos,
que espanto sea entre los más tiranos.
REY
Si a Sancho Ortiz le entregan, imagino
que con su misma mano ha de matalle,
¿Que en vaso tan perfecto y peregrino
permite Dios que la fiereza se halle?
¡Ved lo que intenta un necio desatino!
Yo incité a Sancho Ortiz: voy a libralle,
que amor que pisa púrpura de reyes,
a su gusto no más promulga leyes.
SANCHO
¿Algunos versos, Clarindo,
no has escrito a mi suceso ?
CLARINDO
¿Quién, señor, ha de escrebir,
teniendo tan poco premio?
A las fiestas de la plaza,
muchos me pidieron versos,
y viéndome por las calles,
como si fuera maestro
de cortar o de coser,
me decían: «¿No está hecho
aquel recaudo?» Y me daban
más priesa que un rompimiento.
Y cuando escritas llevaba
las estancias, muy compuestos
decían: «Buenas están.
Yo, Clarindo, lo agradezco.»
Y sin pagarme la hechura,
me enviaban boquiseco.
No quiero escrebir a nadie,
ni ser tercero de necios
que los versos son cansados
cuando no tienen provecho.
Tomen la pluma los cultos,
después de cuarenta huevos
sorbidos, y versos pollos
saquen a luz de otros dueños,
que yo por comer escribo,
si escriben comidos ellos.
Y si qué comer tuviera,
excediera en el silencio
a Anaxágoras, y burla
de los latinos y griegos
ingenios hiciera.
DON PEDRO
Entrad.
CLARINDO
Que vienen, señor, sospecho,
estos a notificarte
la sentencia.
SANCHO
Pues de presto.
decid vosotros un tono.
Agora sí que deseo
morir, y quiero, cantando,
dar muestras de mi contento.
Fuera de que quiero dalles
a entender mi heroico pecho,
y que aún la muerte no puede
en él obligarme a menos.
CLARINDO
¡Notable gentilidad!
¿Qué más hiciera un tudesco,
llena el alma de lagañas,
de pipotes de lo añejo,
de Monturques, de Lucena,
santos y benditos pueblos?
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se tarda el morir».
CLARINDO
¡Gallardo mote han cantado!
SANCHO
A propósito y discreto.
«No hay vida como la muerte
para el que vive muriendo».
DON PEDRO
¿Agora es tiempo, señor,
de música?
SANCHO
Pues, ¿qué tiempo
de mayor descanso pueden
tener en su mal los presos?
FARFÁN
Cuando la muerte por horas
le amenaza y por momentos
la sentencia está aguardando
del fulminado proceso,
¿con música se entretiene?
SANCHO
Soy cisne y la muerte espero
cantando.
FARFÁN
Ha llegado el plazo.
SANCHO
Las manos y pies os beso
por las nuevas que me dais.
¡Dulce día! Solo tengo,
amigos, esta sortija,
pobre prisión de mis dedos.
Repartilda, que en albricias
os la doy, y mis contentos
publicad con la canción
que a mi propósito han hecho.
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se tarda el morir».
SANCHO
Pues si la muerte se alarga
lo que la vida entretengo,
y está en la muerte la vida,
con justicia la celebro.
DON PEDRO
Sancho Ortiz de las Roelas,
¿vos confesáis que habéis muerto
a Busto Tabera?
SANCHO
Sí,
aquí a voces lo confieso:
Yo le di muerte, señores,
al más noble caballero
que trujo arnés, ciñó espada
lanza empuñó, enlazó yelmo.
Las leyes del amistad,
guardadas con lazo eterno,
rompí, cuando él me ofreció
sus estrellados luceros.
Buscad bárbaros castigos,
inventad nuevos tormentos,
porque en España se olviden
de Fálaris y Majencio.
FARFÁN
¿Pues, sin daros ocasión
le matastis?
SANCHO
Yo le he muerto.
Esto confieso, y la causa
no la sé, y causa tengo,
y es de callaros la causa,
pues tan callada la tengo.
Si hay alguno que lo sepa,
dígalo, que yo no entiendo
por qué murió. Solo sé
que le maté sin saberlo.
DON PEDRO
Pues parece alevosía
matarle sin causa.
SANCHO
Es cierto
que la dio, pues que murió.
DON PEDRO
¿A quién ?
SANCHO
A quien me ha puesto
en el estado en que estoy,
que es en el último estremo.
DON PEDRO
¿Quién es?
SANCHO
No puedo dezillo,
porque me encargó el secreto,
que, como rey en las obras,
he de serlo en el silencio.
Y para matarme a mí,
basta saber que le he muerto,
sin preguntarme el porqué.
DON ARIAS
Señor Sancho Ortiz, yo vengo
aquí, en nombre de su alteza,
a pediros que a su ruego
confeséis quién es la causa
de este loco desconcierto;
si lo hicistis por amigos,
por mujeres o por deudos,
o por algún poderoso
y grande de aqueste reino;
y si tenéis de su mano
papel, resguardo o concierto,
escrito o firmado, al punto
lo manifestéis, haciendo
lo que debéis.
SANCHO
Si lo hago,
no haré, señor, lo que debo.
Decilde a su Alteza, amigo,
que cumplo lo que prometo;
y si él es don Sancho el Bravo,
yo ese mismo nombre tengo.
Decilde que bien pudiera
tener papel, mas me afrento
de que papeles me pida,
habiendo visto rompellos.
Yo maté a Busto Tabera;
y aunque aquí librarme puedo,
no quiero, por entender
que alguna palabra ofendo.
Rey soy en cumplir la mía,
y lo prometido he hecho;
y quien promete, también
es razón haga lo mesmo.
Haga quien se obliga hablando.
pues yo me he obligado haciendo,
que si al hablar llaman Sancho,
yo soy Sancho, y callar quiero.
Esto a su Alteza decid;
y decilde que es mi intento
que conozca que en Sevilla
también ser reyes sabemos.
DON ARIAS
Si en vuestra boca tenéis
el descargo, es desconcierto
negarlo.
SANCHO
Yo soy quien soy,
y siendo quien soy, me venzo
a mí mismo con callar,
y a alguno que calla afrento;
quien es quien es, haga obrando
como quien es, y con esto,
de aquesta suerte los dos
como quien somos haremos.
DON ARIAS
Eso le diré a su alteza.
DON PEDRO
Vos, Sancho Ortiz, habéis hecho
un caso muy mal pensado,
y anduvistis poco cuerdo.
FARFÁN
Al cabildo de Sevilla
habéis ofendido, y puesto
a su rigor vuestra vida,
y en su furor vuestro cuello.
DON PEDRO
Matastis a un regidor
sin culpa, al cielo ofendiendo;
Sevilla castigará
tan locos atrevimientos.
DON ARIAS
Y al Rey, que es justo, y es santo.
(¡Raro valor! ¡Bravo esfuerzo!)
CLARINDO
¿Es posible que consientas
tantas injurias?
SANCHO
Consiento
que me castiguen los hombres,
y que me confunda el cielo.
Y ya, Clarindo, comienza.
¿No oyes un confuso estruendo?
Braman los aires, armados
de relámpagos y truenos.
Uno baja sobre mí
como culebra, esparciendo
círculos de fuego apriesa.
CLARINDO
Pienso que ha perdido el seso.
Quiero seguille el humor.
SANCHO
¡Que me abraso!
CLARINDO
¡Que me quemo!
SANCHO
¿Cogiote el rayo también?
CLARINDO
¿No me ves cenizas hecho?
SANCHO
¡Válgame Dios!
CLARINDO
Sí, señor,
ceniza soy de sarmientos.
SANCHO
Dame una poca, Clarindo,
para que diga «Memento».
CLARINDO
¿Y a ti no te ha herido el rayo?
SANCHO
¿No me ves, Clarindo, vuelto,
como la mujer de Lot,
en piedra sal?
CLARINDO
Quiero verlo.
SANCHO
Tócame.
CLARINDO
Duro y salado
estás.
SANCHO
¿No lo he de estar, necio,
si soy piedra sal aquí?
CLARINDO
Así te gastarás menos.
Mas si eres ya piedra sal,
di, ¿cómo hablas?
SANCHO
Porque tengo
el alma ya encarcelada
en el infierno del cuerpo.
Y tú, si eres ya ceniza,
¿cómo hablas?
CLARINDO
Soy un brasero,
donde, entre cenizas pardas,
el alma es tizón cubierto.
SANCHO
¿Alma tizón tienes? ¡Malo!
CLARINDO
Antes, señor, no es muy bueno.
SANCHO
¿Ya estamos en la otra vida?
CLARINDO
Y pienso que en el infierno.
SANCHO
¿En el infierno, Clarindo?
¿En qué lo ves?
CLARINDO
En que veo,
señor, en aquel castillo
más de mil sastres mintiendo.
SANCHO
Bien dices que en él estamos,
que la Soberbia está ardiendo
sobre esa torre, formada
de arrogantes y soberbios.
Allí veo a la Ambición
tragando abismos de fuego.
CLARINDO
Y más adelante está
una legión de cocheros.
SANCHO
Si andan coches por acá,
destruirán al infierno.
Pero si el infierno es,
¿cómo escribanos no vemos?
CLARINDO
No los quieren recebir,
porque acá no inventen pleitos.
SANCHO
Pues si en él pleitos no hay,
bueno es el infierno.
CLARINDO
Bueno.
SANCHO
¿Qué son aquellos?
CLARINDO
Tahures
sobre una mesa de fuego.
SANCHO
¿Y aquéllos?
CLARINDO
Son demonios,
que los llevan, señor, presos.
SANCHO
No les basta ser demonios,
sino soplones. ¿Qué es esto?
CLARINDO
Voces de dos mal casados,
que se están pidiendo celos.
SANCHO
Infierno es ese dos veces,
acá y allá padeciendo.
¡Bravo penar, fuerte yugo!
Lástima, por Dios, les tengo.
¿De qué te ries?
CLARINDO
De ver
a un espantado hacer gestos,
señor, a aquellos demonios,
porque le han ajado el cuello
y cortado las melenas.
SANCHO
Ese es notable tormento,
sentiralo mucho.
CLARINDO
Allí
la Necesidad, haciendo
cara de hereje, da voces.
SANCHO
Acá y allá padeciendo.
¡Pobre mujer! Disculpados
habían de estar sus yerros,
porque la Necesidad
tiene disculpa en hacerlos,
y no te espantes, Clarindo.
CLARINDO
¡Válgame Dios! Saber quiero
quién es aquel de la pluma.
SANCHO
Aquel, Clarindo, es Homero,
y aquel Virgilio, a quien Dido
la lengua le cortó, en premio
del testimonio y mentira
que le levantó. Aquel viejo
es Horacio, aquel Lucano.
y aquel Ovidio.
CLARINDO
No veo,
señor, entre estos poetas
ninguno de nuestros tiempos;
no veo ahora ninguno
de los sevillanos nuestros.
SANCHO
Si son los mismos demonios,
dime, ¿cómo puedes vellos?
Que allá, en forma de poetas,
andan dándonos tormentos.
CLARINDO
¿Demonios poetas son?
Por Dios, señor, que lo creo,
que aquel demonio de allí,
arrogante y corninegro,
a un poeta amigo mío
se parece, pero es lego;
que los demonios son sabios,
mas este será mostrenco.
Allí está el tirano Honor,
cargado de muchos necios
que por la honra padecen.
SANCHO
Quiérome juntar con ellos.
–Honor, un necio y honrado
viene a ser criado vuestro,
por no exceder vuestras leyes.
–Mal, amigo, lo habéis hecho,
porque el verdadero honor
consiste ya en no tenerlo.
¡A mí me buscáis allá,
y ha mil siglos que estoy muerto!
Dinero, amigo, buscad,
que el honor es el dinero.
¿Qué hicistis? —Quise cumplir
una palabra.— Riendo
me estoy: ¿palabras cumplís?
Pareceisme majadero,
que es ya el no cumplir palabras
bizarría en este tiempo.
—Prometí matar a un hombre,
y le maté, airado, siendo
mi mayor amigo.— Malo.
CLARINDO
No es muy bueno.
SANCHO
No es muy bueno.
—Metelde en un calabozo,
y condénese por necio.
—Honor, su hermana perdí,
y ya en su [ausencia] padezco.
—No importa.
CLARINDO
¡Válgame Dios!
Si más proseguir le dejo
ha de perder el juicio.
Inventar quiero un enredo.
SANCHO
¿Quién da voces? ¿Quién da voces?
CLARINDO
Da voces el Cancerbero,
portero de este palacio.
—¿No me conocéis?
SANCHO
Sospecho
que sí.
CLARINDO
Y vos, ¿quién sois?
SANCHO
¿Yo?
Un honrado.
CLARINDO
¿Y acá dentro
estáis? Salid noramala.
SANCHO
¿Qué decís?
CLARINDO
Salid de presto,
que este lugar no es de honrado.
Asilde, llevalde preso
al otro mundo, a la cárcel
de Sevilla, por el viento.
—¿Cómo?— Tapados los ojos,
para que vuele sin miedo.
—Ya está tapado.— En sus hombros
al punto el Diablo Cojuelo
allá le ponga de un salto.
—¿De un salto? Yo estoy contento.
—Camina, y lleva también
de la mano al compañero.
—Ya estáis en el mundo, amigo,
quedaos a Dios.— Con Dios quedo.
SANCHO
¿A Dios dijo?
CLARINDO
Sí señor, que
este demonio, primero
que lo fuese, fue cristiano,
y bautizado, y gallego
en Cal de Francos.
SANCHO
Parece
que de un éxtasis recuerdo.
¡Válgame Dios! ¡Ay, Estrella,
qué desdichada la tengo
sin vos! Mas si yo os perdí,
este castigo merezco.
ESTRELLA
Luego el preso me entregad.
ALCAIDE
Aquí está, señora, el preso,
y como lo manda el Rey,
en vuestras manos le entrego.
Señor Sancho Ortiz, su alteza
nos manda que le entreguemos
a esta señora.
ESTRELLA
Señor,
venid conmigo.
SANCHO
Agradezco
la piedad si es a matarme,
porque la muerte deseo.
ESTRELLA
Dadme la mano y venid.
CLARINDO
¿No parece encantamento?
ESTRELLA
¡Nadie nos siga!
CLARINDO
Está bien.
¡Por Dios, que andamos muy buenos,
desde el infierno a Sevilla,
y de Sevilla al infierno!
Plegue a Dios que aquesta Estrella
se nos vuelva ya un lucero.
ESTRELLA
Ya os he puesto en libertad.
Idos, Sancho Ortiz, con Dios,
y advertid que uso con vos
de clemencia y de piedad.
Idos con Dios, acabad.
Libre estáis. ¿Qué os detenéis?
¿Qué miráis? ¿Qué os suspendéis?
Tiempo pierde el que se tarda.
Id, que el caballo os aguarda
en que escaparos podéis.
Dineros tiene el criado
para el camino.
SANCHO
Señora,
dadme esos pies.
ESTRELLA
Id, que ahora
no es tiempo.
SANCHO
Voy con cuidado.
Sepa yo quién me ha librado,
porque sepa agradecer
tal merced.
ESTRELLA
Una mujer,
vuestra aficionada soy,
que la libertad os doy
teniéndola en mi poder.
Id con Dios.
SANCHO
No he de pasar
de aquí, si no me decís
quién sois o no os descubrís.
ESTRELLA
No me da el tiempo lugar.
SANCHO
La vida os quiero pagar,
y la libertad también.
Yo he de conocer a quien
tanta obligación le debo,
para pagar lo que debo,
reconociendo este bien.
ESTRELLA
Una mujer principal
soy, y si más lo pondero,
la mujer que más os quiero,
y a quien vos queréis más mal.
Id con Dios.
SANCHO
[Yo] no haré tal,
si no os descubrís ahora.
ESTRELLA
Porque os vais, yo soy...
SANCHO
¡Señora!
¡Estrella del alma mía!
ESTRELLA
Estrella soy que te guía,
de tu vida precursora.
Vete, que amor atropella
la fuerza así del rigor,
que como te tengo amor,
te soy favorable Estrella.
SANCHO
¡Tú, resplandeciente y bella,
con el mayor enemigo!
¡Tú, tanta piedad conmigo!
Trátame con más crueldad,
que aquí es rigor la piedad,
porque es piedad el castigo.
Haz que la muerte me den;
no quieras, tan liberal,
con el bien hacerme mal
cuando está en mi mal el bien.
¡Darle libertad a quien
muerte a su hermano le dio!
No es justo que viva yo,
pues él padeció por mí;
que es bien que te pierda así
quien tal amigo perdió.
En libertad de esta suerte
me entrego a la muerte fiera,
porque si preso estuviera,
¿qué hacía en pedir la muerte?
ESTRELLA
Mi amor es más firme y fuerte,
y así la vida te doy.
SANCHO
Pues yo a la muerte me voy,
puesto que librarme quieres,
que, si haces como quien eres,
yo he de hacer como quien soy.
ESTRELLA
¿Por qué mueres?
SANCHO
Por vengarte.
ESTRELLA
¿De qué?
SANCHO
De mi alevosía.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Es valentía.
ESTRELLA
Ya no hay parte.
SANCHO
Amor es parte.
ESTRELLA
Es ofenderme.
SANCHO
Es amarte.
ESTRELLA
¿Y cómo me amas?
SANCHO
Muriendo.
ESTRELLA
Antes me ofendes.
SANCHO
Viviendo.
ESTRELLA
Óyeme.
SANCHO
No hay qué decir.
ESTRELLA
¿Dónde vas?
SANCHO
Voy a morir,
pues con la vida te ofendo.
ESTRELLA
Vete y déjame.
SANCHO
No es bien.
ESTRELLA
Vive y líbrate.
SANCHO
No es justo.
ESTRELLA
¿Por quién mueres?
SANCHO
Por mi gusto.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Honor también.
ESTRELLA
¿Quién te acusa?
SANCHO
Tu desdén.
ESTRELLA
No lo tengo.
SANCHO
Piedra soy.
ESTRELLA
¿Estás en ti?
SANCHO
En mí estoy
y te ofendo con vivir.
ESTRELLA
Pues vete, loco, a morir,
que a morir también me voy.
REY
¡Que no quiere confesar
que yo mandé darle muerte!
DON ARIAS
No he visto bronce más fuerte.
Todo su intento es negar.
Dijo al fin que él ha cumplido
su obligación, y que es bien
que cumpla la suya quien
le obligó comprometido.
REY
Callando quiere vencerme.
DON ARIAS
Y aun te tiene por vencido.
Él cumplió lo prometido.
REY
En confusión vengo a verme
por no podelle cumplir
la palabra que enojado
le di.
DON ARIAS
Palabra que has dado,
no se puede resistir;
porque si debe cumplilla
un hombre ordinario, un Rey
le hace entre sus labios ley,
y a la ley todo se humilla.
REY
Es verdad, cuando se mide
con la natural razón
DON ARIAS
Es obligación.
El vasallo no la pide
al rey. Solo ejecutar,
sin vello y averiguallo,
debe la ley el vasallo,
y el rey debe consultar.
Tú esta vez la promulgaste
en un papel, y pues él
la ejecutó sin papel,
a cumplille te obligaste
la ley que hiciste en mandalle
matar a Busto Tabera,
que, si por tu ley no fuera,
él no viniera a matalle.
REY
Pues, ¿he de decir que yo
darle la muerte mandé
y que tal crueldad usé
con quien jamás me ofendió?
El cabildo de Sevilla,
viendo que la causa fui,
Arias, ¿qué dirá de mí?
Y ¿qué se dirá en Castilla,
cuando don Alonso en ella
me está llamando tirano,
y el Pontífice Romano
con censuras me atropella?
La parte de mi sobrino
vendrá a esforzar, por ventura,
y su amparo la asegura.
Falso mi intento imagino.
También, si dejo morir
a Sancho Ortiz, es bajeza.
¿Qué he de hacer?
DON ARIAS
Puede tu alteza
con halagos persuadir
a los alcaldes mayores,
y pedilles con destierro
castiguen su culpa y yerro,
atropellando rigores.
Pague Sancho Ortiz. Así
vuelves, gran señor, por él,
y, ceñido de laurel,
premiado queda de ti.
Puedes hacerle, señor,
general de una frontera.
REY
Bien dices. Pero si hubiera
ejecutado el rigor
con él doña Estrella ya,
a quien mi anillo le di,
¿cómo lo haremos aquí?
DON ARIAS
Todo se remediará.
Yo en tu nombre iré a prendella
por causa que te ha movido,
y sin gente y sin rüido
traeré al Alcázar a Estrella.
Aquí la persuadirás
a tu intento, y porque importe,
con un grande de la corte
casarla, señor, podrás;
que su virtud y nobleza
merece un alto marido.
REY
¡Cómo estoy arrepentido,
don Arias, de mi flaqueza!
Bien dice un sabio que aquel
era sabio solamente
que era en la ocasión prudente,
como en la ocasión crüel.
Ve luego a prender a Estrella,
pues de tanta confusión
me sacas, con su prisión,
que pienso casar con ella,
para venirla a aplacar,
un ricohome de Castilla,
y a poderla dar mi silla,
la pusiera en mi lugar;
que tal hermano y hermana
piden inmortalidad.
DON ARIAS
La gente de esta ciudad
obscurece la romana.
ALCAIDE
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Pedro de Caus, ¿qué causa
os trae a mis pies?
ALCAIDE
Señor,
este anillo con sus armas,
¿no es de vuestra alteza?
REY
Sí.
Este es previlegio y salva
de cualquier crimen que hayáis
cometido.
ALCAIDE
Fue a Trïana,
invicto señor, con él
una mujer muy tapada,
diciendo que vuestra alteza
que le entregara mandaba
a Sancho Ortiz. Consultele
tu mandato con las guardas
y el anillo juntamente,
y todos que le entregara
me dijeron. Dile luego,
pero, en muy poca distancia,
Sancho Ortiz, dando mil voces,
pide que las puertas abra
del castillo, como loco.
«No he de hacer lo que el rey manda»
-decía- y «Quiero morir,
que es bien que muera quien mata».
La entrada le resistí,
pero, como voces tantas
daba, fue abrirle fuerza.
Entró, donde alegre aguarda
la muerte.
REY
No he visto gente
más gentil ni más cristiana
que la de esta ciudad: callen
bronces, mármoles y estatuas.
ALCAIDE
La mujer dice, señor,
que la libertad le daba
y que él no quiso admitilla
por saber que era la hermana
de Busto Tabera, a quien
dio la muerte.
REY
Más me espanta
lo que me decís agora.
En sus grandezas agravian
la mesma naturaleza.
Ella, cuando más ingrata
había de ser, le perdona,
le libra, y él, por pagarla
el ánimo generoso,
se volvió a morir. Si pasan
más adelante sus hechos,
darán vida a eternas planchas.
Vos, Pedro de Caus, traedme
con gran secreto al Alcázar
a Sancho Ortiz en mi coche,
escusando estruendo y guardas.
ALCAIDE
Voy a servirte.
CRIADO
Aquí
ver a vuestra alteza aguardan
sus dos alcaldes mayores.
REY
Decid que entren con sus varas.
Yo, si puedo, a Sancho Ortiz
he de cumplir la palabra,
sin que mi rigor se entienda.
DON PEDRO
Ya, gran señor, sustanciada
la culpa, pide el proceso
la sentencia.
REY
Sustanciadla,
solo os pido que miréis,
pues sois padres de la patria,
su justicia, y la clemencia
muchas veces la aventaja.
Regidor es de Sevilla
Sancho Ortiz, si es el que falta
regidor, uno piedad
pide, si el otro venganza.
FARFÁN
Alcaldes mayores somos
de Sevilla, y hoy nos cargan
en nuestros hombros, señor,
su honor y su confianza.
Estas varas representan
a vuestra Alteza, y si tratan
mal vuestra planta divina,
ofenden a vuestra estampa.
Derechas miran a Dios,
y, si se doblan y bajan,
miran al hombre, y de Dios,
en torciéndose, se apartan.
REY
No digo que las torzáis,
sino que equidad se haga
en la justicia.
DON PEDRO
Señor,
la causa de nuestras causas
es vuestra Alteza: en su fiat
penden nuestras esperanzas.
Dalde la vida y no muera,
pues nadie en los reyes manda,
Dios manda en los reyes, Dios
de los Saúles traslada
en los humildes Davides
las coronas soberanas.
REY
Entrad, y ved la sentencia
que da por disculpa, y salga
al suplicio Sancho Ortiz,
como las leyes lo tratan.
(Vos, don Pedro de Guzmán,
escuchadme una palabra
aquí aparte.)
DON PEDRO
Pues, ¿qué es
lo que vuestra Alteza manda?
REY
Dando muerte a Sancho Ortiz
don Pedro, no se restaura
la vida al muerto, y querría,
evitando la desgracia
mayor, que le desterremos
a Gibraltar o a Granada,
donde en mi servicio tenga
una muerte voluntaria.
¿Qué decís?
DON PEDRO
Que soy don Pedro
de Guzmán y a vuestras plantas
me tenéis. Vuestra es mi vida,
vuestra es mi hacienda y espada
y ansí serviros prometo
como el menor de mi casa.
REY
Dadme esos brazos, don Pedro
de Guzmán, que no esperaba
yo menos de un pecho noble.
Id con Dios. Haced que salga
luego Farfán de Ribera.
(Montes la lisonja allana.)
FARFÁN
Aquí a vuestros pies estoy.
REY
Farfán de Ribera, estaba
con pena de que muriera
Sancho Ortiz, mas ya se trata
de que en destierro se trueque
la muerte, y será más larga,
porque será mientras viva.
Vuestro parecer me falta
para que así se pronuncie.
FARFÁN
Cosa de más importancia
mande a Farfán de Ribera
vuestra alteza, sin que en nada
repare, que mi lealtad
en servirle no repara
en cosa alguna.
REY
Al fin sois
Ribera en quien vierte el alba
flores de virtudes bellas,
que os guarnecen y acompañan.
Id con Dios.
Bien negocié.
Hoy de la muerte se escapa
Sancho Ortiz, y mi promesa,
sin que se entienda, se salva.
Haré que por general
de alguna frontera vaya,
con que le destierro y premio.
DON PEDRO
Ya está, gran señor, firmada
la sentencia, y que la vea
vuestra Alteza solo falta.
REY
Habrá la sentencia sido
como yo la deseaba
de tan nobles caballeros.
FARFÁN
Nuestra lealtad nos ensalza.
REY
«Fallamos y pronunciamos
que le corten en la plaza
la cabeza.»—¿Esta sentencia
es la que traéis firmada?
¿Ansí, villanos, cumplís
a vuestro Rey la palabra?
¡Vive Dios!
FARFÁN
Lo prometido,
con las vidas, y las armas
cumplirá el menor de todos,
como ves, como arrimada
la vara tenga: con ella,
por las potencias humanas,
por la tierra, y por el cielo,
¡que ninguno de ellos haga
cosa mal hecha o mal dicha!
DON PEDRO
Como a vasallos nos manda,
mas como alcaldes mayores,
no pidas injustas causas,
que aquello es estar sin ellas,
y aquesto es estar con varas,
y el cabildo de Sevilla
es quien es.
REY
Bueno está. Basta,
que todos me avergonzáis.
DON ARIAS
Ya esta aquí Estrella.
REY
Don Arias,
¿qué he de hacer?, ¿qué me aconsejas,
entre confusiones tantas?
ALCAIDE
Ya Sancho Ortiz está aquí.
SANCHO
Gran señor, ¿por qué no acabas
con la muerte, mis desdichas,
con tu rigor, mis desgracias?
Yo maté a Busto Tabera.
Mátame. Muera quien mata.
Haz, señor, misericordia
haciendo justicia.
REY
Aguarda,
¿quién te mandó dar la muerte?
SANCHO
Un papel.
REY
¿De quién?
SANCHO
Si hablara
el papel, él lo dijera,
que es cosa evidente y clara,
mas los papeles rompidos
dan confusas las palabras.
Solo sé que di la muerte
al hombre que más amaba,
por haberlo prometido.
Mas aquí a tus pies aguarda
Estrella mi heroica muerte,
y aún no es bastante venganza.
REY
Estrella, yo os he casado
con un grande de mi casa,
mozo, galán, y en Castilla
príncipe y señor de salva,
y en premio de esto os pedimos
con su perdón vuestra gracia,
que no es justo que se niegue.
ESTRELLA
Ya, señor, que estoy casada,
vaya libre Sancho Ortiz.
No ejecutes mi venganza.
SANCHO
¿Al fin me das el perdón
porque su Alteza te casa?
ESTRELLA
Sí, por eso te perdono.
SANCHO
¿Y quedas ansí vengada
de mi agravio?
ESTRELLA
Y satisfecha.
SANCHO
Pues porque tus esperanzas
se logren, la vida aceto,
aunque morir deseaba.
REY
Id con Dios.
FARFÁN
Mirad, señor,
que así Sevilla se agravia,
y debe morir.
REY
¿Qué haré,
que me apuran y acobardan
esta gente?
DON ARIAS
Hablad.
REY
Sevilla,
matadme a mí, que fui causa
de esta muerte. Yo mandé
matalle, y aquesto basta
para su descargo.
SANCHO
Solo
ese descargo aguardaba
mi honor, que el Rey me mandó
matarle, que yo una hazaña
tan fiera no cometiera,
si el Rey no me lo mandara.
REY
Digo que es verdad.
FARFÁN
Así
Sevilla se desagravia,
que pues mandastis matalle,
sin duda os daría causa.
REY
Admirado me ha dejado
la nobleza sevillana.
SANCHO
Yo a cumplir salgo el destierro,
cumpliéndome otra palabra
que me distis.
REY
Yo la ofrezco.
SANCHO
Yo dije que aquella dama
por mujer habías de darme
que yo quisiera.
REY
Ansí pasa.
SANCHO
Pues a doña Estrella pido,
y aquí a sus divinas plantas
el perdón de mis errores.
ESTRELLA
Sancho Ortiz, yo estoy casada.
SANCHO
¿Casada?
ESTRELLA
Sí.
SANCHO
Yo estoy muerto.
REY
Estrella, esta es mi palabra.
Rey soy, y debo cumplilla.
¿Qué me respondéis?
ESTRELLA
Que se haga
vuestro gusto. Suya soy.
SANCHO
Yo soy suyo.
REY
¿Qué os falta?
SANCHO
La conformidad.
ESTRELLA
Pues esa
jamás podremos hallarla
viviendo juntos.
SANCHO
Lo mismo
digo yo, y por esta causa
de la palabra te absuelvo.
ESTRELLA
Yo te absuelvo la palabra,
que ver siempre al homicida
de mi hermano en mesa y cama
me ha de dar pena.
SANCHO
Y a mí
estar siempre con la hermana
del que maté injustamente,
queriéndole como al alma.
ESTRELLA
¿Pues libres quedamos?
SANCHO
Sí.
ESTRELLA
Pues a Dios.
SANCHO
A Dios.
REY
Aguarda.
ESTRELLA
Señor, no ha de ser mi esposo
hombre que a mi hermano mata,
aunque le quiero y le adoro.
SANCHO
Y yo, señor, por amarla.
no es justicia que lo sea.
REY
¡Brava fe!
DON ARIAS
¡Brava constancia!
CLARINDO
Más me parece locura.
REY
Toda esta gente me espanta.
DON PEDRO
Tiene esta gente Sevilla.
REY
Casarla pienso, y casarla
como merece.
CLARINDO
Y aquí
esta tragedia os consagra
Cardenio, dando a La Estrella
de Sevilla eterna fama,
cuyo prodigioso caso
inmortales bronces guardan.
LA ESTRELLA DE SEVILLA COMEDIA FAMOSA Representola Avendaño
ACTO PRIMERO
REY
Muy agradecido estoy
al cuidado de Sevilla,
y conozco que en Castilla
ya soberano Rey soy.
Desde hoy reino, pues desde hoy
Sevilla me honra y ampara,
que es cosa evidente y clara,
y es averiguada ley
que en ella no fuera rey,
si en Sevilla no reinara.
Del gasto y recebimiento,
del aparato en mi entrada,
si no la dejo pagada,
no puedo quedar contento.
Mi corte tendrá su asiento
en ella, y no es maravilla
que la corte de Castilla
de asiento en Sevilla esté,
que en Castilla reinaré
mientras reinare en Sevilla.
DON PEDRO
Hoy sus alcaldes mayores
agradecidos pedimos
tus pies, porque recebimos
en su nombre tus favores.
Jurados y regidores
ofrecen con voluntad
su riqueza y su lealtad,
y el cabildo lo desea,
con condición que no sea
en daño de tu ciudad.
REY
Yo quedo muy satisfecho.
DON PEDRO
Las manos nos da a besar.
REY
Id, Sevilla, a descansar,
que con mi gozo habéis hecho
como quien sois, y sospecho
que vuestro amparo ha de hacerme
rey de Gibraltar , que duerme
descuidado en las colunas,
y con prósperas fortunas
haré que de mí se acuerde.
FARFÁN
Con su audiencia y con su gente
Sevilla en tan alta empresa
le servirá a vuestra alteza,
ofreciendo juntamente
las vidas.
DON ARIAS
Así lo siente,
señor Farfán de los dos,
y satisfecho de vos
su alteza, y de su deseo.
REY
Todo, Sevilla, lo creo,
y lo conozco. Id con Dios.
DON ARIAS
¿Qué te parece, señor,
de Sevilla?
REY
Me ha parecido
tan bien, que hoy pienso que he sido
solo rey.
DON ARIAS
Mucho mejor,
mereciendo tu favor,
señor, te parecerá
cada día.
REY
Claro está,
que ciudad tan rica y bella,
viviendo de espacio en ella,
más de espacio admirará.
DON ARIAS
El adorno y las grandezas
de las calles, no sé yo
si Augusto en Roma las vio,
ni , creo, tantas riquezas.
REY
Y las divinas bellezas,
¿por qué en silencio las pasas?
¿Cómo limitas y tasas
sus celajes y arreboles?
Y di, ¿cómo en tantos soles
como Faetón no te abrasas?
DON ARIAS
Doña Leonor de Ribera
de aquel cielo parecía,
donde en su rostro nacía
el sol de la primavera.
REY
Sol es, si blanca no fuera,
y a un sol con rayos de nieve
poca alabanza se debe,
si en vez de abrasar, enfría.
Sol que abrasase querría,
no sol que helado se bebe.
DON ARIAS
Doña Elvira de Guzmán,
que es la que a su lado estaba
¿qué te pareció?
REY
Que andaba
muy prolijo el alemán,
pues de en dos en dos están
juntas las blancas ansí.
DON ARIAS
Un maravedí vi allí.
REY
Aunque amor anda tan franco,
por maravedí tan blanco
no diera un maravedí.
DON ARIAS
Doña Teodora de Castro
es la que viste de verde.
REY
Bien en su rostro se pierde
el marfil y el alabastro.
DON ARIAS
Sacárala Amor de rastro,
si se la quisiera dar,
porque en un buen verde mar
engorda como en favor.
REY
A veces es bestia amor,
y el verde suele tomar.
DON ARIAS
La que te arrojó las rosas
Doña Mencía se llama
Coronel.
REY
Hermosa dama,
mas otras vimos hermosas.
DON ARIAS
Las dos morenas brïosas
que en la siguiente ventana
estaban, era doña Ana
y doña Beatriz Mejía,
hermanas, con que aun el día
nuevos resplandores gana.
REY
Por Ana es común la una,
y por Beatriz la otra es
solo como el Fénix, pues
jamás le igualó ninguna.
DON ARIAS
La buena o mala fortuna
también se atribuye al nombre.
REY
En amor, y no te asombres,
los nombres con estrañeza
dan calidad y nobleza
al apetito del hombre.
DON ARIAS
La blanca y rubia...
REY
No digas
quién es esa: la mujer
blanca y rubia vendrá a ser
mármol y azófar, y obligas,
como adelante prosigas,
a oír la que me da pena.
Una vi de gracias llena,
y en silencio la has dejado,
que en sola la blanca has dado
y no has dado en la morena.
¿Quién es la que en un balcón
yo con atención miré,
y la gorra le quité
con alguna suspensión?
¿Qué es la que rayos son
sus dos ojos fulminantes,
en abrasar semejantes
a los de Júpiter fuerte,
que están dándome la muerte,
de su rigor ignorantes?
Una que de negro hacía
fuerte competencia al sol,
y al horizonte español
entre ébano amanecía;
una noche, horror del día,
pues de negro luz le daba,
y él, eclipsado, quedaba
un borrón de la luz pura
del sol, pues con su hermosura
sus puras líneas borraba.
DON ARIAS
Ya caigo, señor, en ella.
REY
En la mujer más hermosa
repara, que es justa cosa.
DON ARIAS
Esa la llaman la Estrella
de Sevilla.
REY
Si es más bella
que el sol, ¿cómo así la ofende?
Mas Sevilla no se entiende,
mereciendo su arrebol
llamase Sol, pues es sol
que vivifica y enciende.
DON ARIAS
Es doña Estrella Tabera
su nombre, y por maravilla
la llama Estrella Sevilla.
REY
¡Y Sol llamarla pudiera!
DON ARIAS
Casarla su hermano espera
en Sevilla, como es justo.
REY
¿¿Llámase su hermano...??
DON ARIAS
Busto
Tabera, y es regidor
de Sevilla, cuyo honor
a su calidad considera.
REY
¿Y es casado?
DON ARIAS
No es casado,
que en la esfera sevillana
es sol, si Estrella es la hermana,
que estrella y sol se han juntado.
REY
En buena estrella he llegado
a Sevilla. Tendré en ella
suerte favorable y hable
como la deseo ya.
Todo me sucederá
teniendo tan buena estrella.
Si tal Estrella me guía,
¿cómo me puedo perder?
Rey soy, y he venido a ver
estrellas a mediodía.
Don Arias, verla quería,
que me ha parecido bien.
DON ARIAS
Si es estrella que a Belén
te guía, señor, no es justo
que hagas a su hermano Busto
bestia del porral también.
REY
¿Qué orden, don Arias, darás
para que la vea y hable?
DON ARIAS
Esta estrella favorable,
a pesar del sol, verás.
A su hermano honrar podrás,
que los más fuertes honores
baten tiros de favores.
Favorécele, que el dar,
deshacer y conquistar
puede imposibles mayores.
Si tú le das y él recibe,
se obliga y, si está obligado,
pagará lo que le has dado;
que al que dan, en bronce escribe.
REY
A llamarle te apercibe,
y dar orden juntamente
como la noche siguiente
vea yo a Estrella en su casa,
epiciclo que me abrasa
con fuego que el alma siente.
Parte, y llámame al hermano.
DON ARIAS
En el Alcázar le vi;
veré, señor, si está allí.
REY
Si hoy este imposible allano,
mi reino pondré en su mano.
DON ARIAS
Yo esta Estrella te daré.
REY
Cielo estrellado seré
en noche apacible y bella,
y solo con una Estrella
más que el sol alumbraré.
DON GONZALO
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Levantad. Por vida mía,
día de tanta alegría
¿venís con tanta tristeza?
DON GONZALO
Murió mi padre.
REY
Perdí
un valiente capitán.
DON GONZALO
Y las fronteras están
sin quien las defienda.
REY
.
Faltó una heroica persona,
y enternecido os escucho.
DON GONZALO
Señor, ha perdido mucho
la frontera de Archidona.
Y puesto, señor, que igual
no ha de haber a su valor,
y que he heredado el honor
de tan fuerte General,
vuestra alteza no permita
si solo por el el oficio
que ha vacado.
REY
Es claro indicio
que lo debo hacer ansí.
Pero la muerte llorad
de vuestro padre y, en tanto
que estáis con luto y con llanto,
en mi corte descansad.
DON GONZALO
Con la misma pretensión
Fernán Pérez de Medina
viene, y llevar imagina
por servicios el bastón
que en fin adalid ha sido
diez años, y con la espada
los nácares de Granada
de granates ha teñido,
y por eso adelantarme
quise.
REY
Yo me veré en ello,
que, supuesto que he de hacello,
quiero en ello consultarme.
FERNÁN
Pienso, gran señor, que llego
tarde a vuestros altos pies;
besarlos quiero, y después...
REY
Fernán Pérez, con sosiego
los pies me podéis besar,
que aun en mis manos está
el oficio, y no se da
tal plaza sin consultar
primero vuestra persona
y otras del reino importantes,
que, siendo en él los Atlantes,
serán rayos de Archidona.
Id, y descansad.
DON GONZALO
Señor,
este memorial os dejo.
FERNÁN
Y yo el mío, que es espejo
del cristal de mi valor,
donde se verá mi cara
limpia, perfecta, y leal.
DON GONZALO
También el mío es cristal
que hace mi justicia clara.
DON ARIAS
Aquí, gran señor, está
Busto Tabera.
BUSTO
A esos pies
turbado llego, porque es
natural efeto ya
en la presencia del Rey
turbarse el vasallo; y yo,
puesto que esto lo causó,
como es ordinaria ley,
dos veces llego turbado,
porque el hacerme, señor,
este impensado favor
turbación en mí ha causado.
REY
Alzad.
BUSTO
Bien estoy ansí,
que si el Rey se ha de tratar
como a santo en el altar,
digno lugar escogí.
REY
Vos sois un gran caballero.
BUSTO
De eso he dado a España indicio,
pero, conforme a mi oficio,
señor, los aumentos quiero.
REY
¿Pues yo no os puedo aumentar?
BUSTO
Divinas y humanas leyes
dan potestad a los reyes,
pero no las dan lugar
a los vasallos a ser
con sus reyes atrevidos,
porque con ellos medidos,
gran señor, deben tener
sus deseos; y ansí yo,
que exceder las leyes veo,
junto a la ley mi deseo.
REY
¿Cuál hombre no deseó
ser más siempre?
BUSTO
Si a más fuera,
cubierto me hubiera hoy,
pero si Tabera soy,
no ha de cubrirse Tabera.
REY
(¡Notable filosofía
de honor!)
DON ARIAS
(Estos son primero
los que caen.)
REY
Yo no quiero,
porque en estando advertido,
que os cubráis hasta aumentar
vuestra persona en oficio
que os dé de este amor indicio,
y ansí os quiero consultar,
sacándoos de ser Tabera,
por General de Archidona,
que vuestra heroica persona
será rayo en su frontera.
BUSTO
Pues yo, señor, ¿en qué guerra
os he servido?
REY
En la paz
os hallo, Busto, capaz
para defender mi tierra,
tanto, que ahora os prefiero
a estos que servicios tales
muestran por sus memoriales,
que aquí en mi presencia quiero
que leáis y despachéis.
Tres pretenden, que sois vos
y estos dos. Mirad qué dos
competidores tenéis.
BUSTO
«Muy poderoso señor: Don Gonzalo de Ulloa suplica a vuestra alteza le haga merced de la plaza de Capitán General de las fronteras de Archidona, atento que mi padre, lo ha servido catorce años, haciendo notables servicios a Dios y a vuestra corona, ha muerto en una escaramuza. Pido justicia, »
Si de su padre el valor
ha heredado don Gonzalo,
el oficio señalado.
BUSTO
«Muy poderoso señor:
Fernán Pérez de Medina
veinte años soldado ha sido,
y a vuestro padre ha servido
y serviros imagina,
con su brazo y con su espada
en propios reinos y estraños.
ha que él es adalid diez años
de la Vega de Granada;
ha estado cautivo en ella
tres años en ejercicios
viles, por cuyos oficios,
y por su espada, que en ella
toda su justicia abona,
pide en este memorial
el bastón de General
de los campos de Archidona.»
REY
Decid los vuestros.
BUSTO
No sé
servicio aquí que decir
por donde pueda pedir,
ni por donde se me dé.
Referir de mis pasados
los soberanos blasones,
tantos vencidos pendones,
y castillos conquistados,
pudiera. Pero, señor,
ya por ellos merecieron
honor, y si ellos sirvieron,
no merezco yo su honor.
La justicia, para sello,
ha de ser bien ordenada,
porque es caridad sagrada
que Dios cuelga de un cabello
para que, si a tanto exceso
de una cosa tan sutil,
para que, cayendo en fil,
no se quiebre y dé buen peso.
Dar este oficio es justicia
a uno de los dos aquí,
que, si me le dais a mí,
hacéis, señor, injusticia.
Y este Sevilla, señor,
en cosa no os ha obligado,
que en la guerra fui soldado,
y en las paces, regidor.
Y si va a decir verdad,
Fernán Pérez de Medina
merece el cargo, que es digna
de la frontera su edad;
y a don Gonzalo podéis,
que es mozo y cordobés Cid,
hacer, señor, adalid.
REY
Sea, pues vos lo queréis.
BUSTO
Yo lo quiero, la razón
y la justicia lo quieren,
debida satisfación.
REY
Basta, que me avergonzáis
con vuestros buenos consejos.
BUSTO
Son mis verdades espejos,
y así en ellos os miráis.
REY
Sois un grande caballero,
y en mi cámara y palacio
quiero que asistáis de espacio,
en gozaros tener quiero.
¿Sois casado?
BUSTO
Señor,
soy de una hermana marido,
y casarme no he querido
hasta dársele.
REY
Mejor.
Yo, Busto, se le daré,
en su nombre.
BUSTO
Doña Estrella.
REY
A Estrella tan clara y bella,
no sé qué esposo le dé,
si no es el Sol.
BUSTO
A hombre del suelo,
señor,mi Estrella se humilla
y no es estrella del cielo.
REY
Yo la casaré
con hombre que la merezca.
BUSTO
Aquí te pido los pies.
REY
Daréisla marido a doña Estrella
en mi nombre
diciéndole que he de ser
padrino y casamentero,
y que yo dotarla quiero.
BUSTO
Ahora quiero saber,
señor, para qué ocasión
vuestra alteza me ha llamado,
porque me ha puesto cuidado.
REY
Tenéis, Tabera, razón.
Yo os llamé para un negocio
de Sevilla, y quise hablaros
primero para informaros
de él. Pero la paz y el ocio
nos convida, más de espacio
lo trataremos los dos.
Pues de hoy asisteréis vos
en mi cámara y palacio.
Id con Dios.
BUSTO
Dadme los pies.
REY
Mis dos brazos, regidor,
os daré.
BUSTO
(Tanto favor...
No puedo entender por qué.
Sospechoso voy: quererme
sin conocerme y honrarme...
El Rey quiere sobornarme,
de algún mal que piensa hacerme.)
REY
El hombre es bien entendido,
y tan cuerdo como honrado.
DON ARIAS
De estos honrados me enfado.
¡Cuántos, gran señor, lo han sido
hasta dar con la ocasión!
Si en ella son de estos modos
todos cuerdos; pero todos,
con ella bailan a un son.
Aquel murmura hoy de aquel
que el otro ayer murmuró;
que la ley que ejecutó
ejecuta el tiempo en él.
Su honra en una balanza
pone; en otra poner puedes
tus favores y mercedes,
tu lisonja y tu privanza,
y verás, gran señor, cómo
la que agora está tan baja
viene a pesar una paja,
y ella mil marcos de plomo.
REY
Encubierto pienso ver
esta mujer en su casa,
que es sol, pues tanto me abrasa,
aunque Estrella, al parecer.
DON ARIAS
Mira que podrán decir...
REY
Los que reparando están,
amigo, en lo que dirán,
se quieren dejar morir.
Viva yo, y diga Castilla
lo que quisiere entender,
que Rey Mago quiero ser
de la Estrella de Sevilla.
SANCHO
Divino ángel mío,
¿cuándo seré tu dueño,
sacando de este empeño
las ansias que te imbio?
¿Cuándo el blanco rocío
que vierten mis dos ojos,
sol que alumbrarme sales
en conchas de corales,
de que ha formado amor los labios rojos,
con apacibles calmas,
perlas harán que ensarten nuestras almas?
¿Cuándo, dichosa Estrella
que como el sol adoro,
a tu epiciclo de oro,
resplandeciente y bella,
la luz que baña y sella
tu cervelo divino,
con rayos de alegría
adornarás el día,
juntándonos amor en solo un sino,
para que emule el cielo
otro Cástor y Pólux en el suelo?
¿Cuándo, en lazos iguales,
nos llamará Castilla
Géminis de Sevilla
con gustos inmortales?
¿Cuándo tendrán mis males
esperanzas de bienes?
¿Cuándo, alegre y dichoso,
me llamaré tu esposo
a pesar de los tiempos que detienes,
que en perezoso turno
caminan con las plantas de Saturno?
ESTRELLA
Si como mis deseos
los tiempos caminaran,
al sol aventajaran
los pasos giganteos,
y mis dulces empleos
celebrara Sevilla
sin envidiar celosa,
amante venturosa,
la regalada y tierna tortolilla,
que con arrullos roncos
En círculos amantes
ayer se enamoraban
do sabes, y se formaban
requiebros ignorantes;
sus picos de diamantes
sus penachos de nieve
dulcemente ofendían,
mas luego los hacían
vaso en que amor sus esperanzas bebe,
pues los picos unidos
se brindaban las almas y sentidos.
SANCHO
¡Ay, cómo te agradezco
mi vida esos deseos!
Los eternos trofeos
de la fama apetezco
.
ESTRELLA
Yo con ella la vida,
para que viva en ella.
SANCHO
¡Ay, amorosa Estrella,
de fuego y luz vestida!
ESTRELLA
¡Ay, piadoso homicida!
SANCHO
¡Ay, sagrados despojos,
norte en el mar de mis confusos ojos!
CLARINDO
(¿Cómo los dos no damos
de holandas y cambrayes
algunos blandos ayes,
siguiendo a nuestros amos?)
SANCHO
¿No callas?
CLARINDO
Ya callamos.
(¡Ay, hermosa muleta
de mi amante desmayo!
NATILDE
¡Ay,mi hermano lacayo,
que al son de la almohaza eres poeta!
CLARINDO
¡Ay, mi dicha!
NATILDE
¡Ay, dichoso!
CLARINDO
No tiene tantos ayes un leproso.)
SANCHO
¿Qué dice al fin tu hermano?
ESTRELLA
Que, hechas las escrituras,
tan firmes y seguras,
el casamiento es llano,
y que el darte la mano
unos días dilate
hasta que él se prevenga.
SANCHO
Mi amor quiere que tenga
mísero fin; el tiempo le combate.
Hoy casarme querría,
que da el tiempo mil vueltas cada día.
La mar tranquila y cana
amanece en leche,
y antes que montes eche
al sol por la mañana,
en círculos de grana
madruga el alba hermosa,
y luego, negra nube
en sus hombros se sube,
vistiéndola con sombra tenebrosa,
y los que fueron riscos
son de nieve gigantes basiliscos.
Penachos de colores
toma un almendro verde,
y en un instante pierde
sus matizadas flores;
cruzan murmuradores
los arroyuelos puros,
y en su argentado suelo
grillos les pone al hielo;
pues si estos de él jamás están seguros,
¿cómo en tanta mudanza
podré tener del tiempo confianza?
ESTRELLA
Si el tiempo se detiene,
habla a mi hermano.
SANCHO
Quiero
hablarle, porque muero
lo que el amor le entretiene.
CLARINDO
Busto Tabera viene.
BUSTO
¡Sancho amigo!
ESTRELLA
¡Ay!, Dios¿Qué es esto?
SANCHO
¿Vos con melancolía?
BUSTO
Tristeza y alegría
en cuidado me ha puesto.
Éntrate dentro, Estrella.
ESTRELLA
¡Válgame Dios! si ¡El tiempo me atropella!
BUSTO
Sancho Ortiz de las Roelas...
SANCHO
¿Ya no me llamas cuñado?
BUSTO
Un caballo desbocado
me hace correr sin espuelas.
Sabed que el Rey me ha llamado,
no sé, por Dios, para qué,
que, aunque se lo pregunté,
jamás me lo declaró.
Hacíame general
de Archidona, sin pedillo;
y, a fuerza de resistillo,
no me dio el bastón real.
Hízome al fin...
SANCHO
Proseguid,
que todo eso es alegría.
Decid la melancolía,
y la tristeza decid.
BUSTO
De su cámara me ha hecho.
SANCHO
También es gusto.
BUSTO
Al pesar
vamos.
SANCHO
Que me ha de costar
algún cuidado sospecho.
BUSTO
Díjome que no casara
a Estrella, porque él quería
casalla, y se prefería,
cuando yo no la dotara,
a hacello, y dalla marido
a su gusto.
SANCHO
Tú dijiste
que estabas alegre y triste,
mas yo solo el triste he sido.
Pues tú alcanzas las mercedes,
y yo los pesares cojo;
déjame a mí con tu enojo,
y tú el gusto tener puedes,
que en la cámara del Rey,
y bien casada tu hermana,
el tenerle es cosa llana.
Mas no cumples con las leyes
de amistad, porque debías
decirle al Rey que ya estaba
casada tu hermana.
BUSTO
Andaba,
entre tantas demasías,
turbado mi entendimiento
que y aunlugar no me dio allí
a decirlo.
SANCHO
Siendo ansí,
¿no se hará mi casamiento?
BUSTO
Volviendo a informar al Rey
que están hechos los conciertos
y escrituras, serán ciertos
los contratos; que su ley
no ha de atropellar lo justo.
SANCHO
Si el Rey la quiere torcer,
¿quién fuerza le podrá hacer,
habiendo interés o gusto?
BUSTO
Yo le hablaré, y vos también,
pues yo entonces, de turbado,
no le dije lo tratado.
SANCHO
¡Muerte pesares me den!
Bien decía que en el tiempo
no hay instante de firmeza,
y que el llanto y la tristeza
son sombra de pasatiempo.
Y cuando el Rey con violencia
quisiere torcer la ley...
BUSTO
Sancho Ortiz, el Rey es rey:
callar y tener paciencia.
SANCHO
En ocasión tan triste,
¿quién paciencia tendrá, quién sufrimiento?
Tirano, que veniste
a perturbar mi dulce casamiento
con aplauso a Sevilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Bien de don Sancho el Bravo
mereces el renombre, que en las obras
de conocerte acabo;
y pues por tu crueldad tal nombre cobras,
y Dios siempre las humilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Conjúrete tu gente
y pongan a los hijos de tu hermano
la corona en la frente
con bulas del Pontífice Romano,
y dándoles tu silla,
¡no goces los imperios de Castilla!
De Sevilla salgamos;
vamos a Gibraltar, donde las vidas
en su riesgo perdamos.
CLARINDO
Sin ir allá las damos por perdidas.
SANCHO
Con Estrella tan bella,
¿cómo vengo a tener tan mala estrella?
Mas, ¡ay!, que es rigurosa,
y en mí son sus efectos desdichados.
CLARINDO
Por esta estrella hermosa
moriremos como huevos estrellados.
¡Mejor fuera en tortilla!
SANCHO
¡No goces los imperios de Castilla!
REY
Decid cómo estoy aquí.
DON ARIAS
Ya lo saben, y a la puerta
a recebirte, señor,
sale don Busto Tabera.
BUSTO
¡Tal merced, tanto favor!
¿En mi casa vuestra alteza?
REY
Por Sevilla así embozado
salí, con gusto de vella;
y me dijeron pasando
que eran vuestras casas estas,
y quise verlas, que dicen
que son en estremo buenas.
BUSTO
Son casas de un escudero.
REY
Entremos.
BUSTO
Señor, son hechas
para mi humildad, y vos
no podéis caber en ellas,
que para tan gran señor
se cortaron muy estrechas
y nos vendrán bien sus salas,
que son, gran señor, pequeñas,
porque su mucha humildad
no aspira a tanta soberbia.
Fuera, señor, de que en casa
tengo una hermosa doncella
solamente, que la caso
ya con escrituras hechas,
y no sonará muy bien
en Sevilla cuando sepan
que a visitarla venís.
REY
No vengo, Busto, por ;
por vos vengo.
BUSTO
Gran señor,
notable merced es esta;
y si aquí por mí venís,
no es justo que os obedezca,
que será descortesía
que a visitar su Rey venga
al vasallo, y que el vasallo
lo permita y lo consienta.
Crïado y vasallo soy,
y es más razón que yo os vea,
ya que me queréis honrar,
en el Alcázar, que afrentan
muchas veces las mercedes
cuando vienen con sospecha.
REY
¿Sospecha? ¿De qué?
BUSTO
Dirán,
puesto que al contrario sea,
que venistes a mi casa
por ver a mi hermana; y puesta
en opiniones su fama,
está a pique de perderla,
que el honor es cristal puro
que con un soplo se quiebra.
REY
Ya que estoy aquí, un negocio
comunicaros quisiera.
Entremos.
BUSTO
Por el camino
será, si me dais licencia,
que no tengo apercebida
la casa.
REY
(Gran resistencia
nos hace.
DON ARIAS
Llevalle importa,
que yo quedaré con ella,
y en tu nombre la hablaré.
REY
Habla paso, no te entienda,
que tiene todo su honor
este necio en las orejas.
DON ARIAS
Arracadas muy pesadas
de las orejas se cuelgan:
el peso las romperá.)
REY
¡Basta! No quiero por fuerza
ver vuestra casa.
BUSTO
Señor,
en casando a doña Estrella,
con el adorno que es justo
la verá.
DON ARIAS
Esos coches llega.
REY
Ocupad, Busto, un estribo.
BUSTO
Señor, yo iré a pie,
casa el coche..
REY
El coche es mío,
y mando yo en él.
DON ARIAS
Ya esperan
los coches.
REY
Al Alcázar.
BUSTO
Muchas mercedes son estas,
y gran favor me hace el Rey.
¡Plegue a Dios que por bien sea!
ESTRELLA
¿Qué es lo que dices, Natilde?
NATILDE
Que era el Rey.
DON ARIAS
Él era,
y no es mucho que los reyes
siguiendo una estrella vengan.
A vuestra casa venía
buscando tanta belleza,
que si el Rey lo es de Castilla,
vos de la beldad sois reina.
El rey don Sancho, a quien llaman,
por su invicta fortaleza,
el Bravo el vulgo, y los moros,
porque de su nombre tiemblan,
el Fuerte, y sus altas obras
el Sacro y Augusto César,
con los laureles romanos
con sus hazañas afrenta,
esa divina hermosura
vio en un balcón, competencia
de los palacios del alba
cuando en rosas y azucenas
medio dormidas las aves
la madrugan, y recuerdan
y, del desvelo llorosa,
vierte racimos de perlas.
Pidiome que de Castilla
las riquezas te ofreciera,
aunque son para tus gracias
limitadas sus riquezas;
que su voluntad admitas,
que, si la admites y premias,
serás de Sevilla el sol,
si hasta aquí has sido la estrella.
Darate villas, ciudades,
de quien serás ricahembra,
y a un ricohombre te dará
por esposo, con quien seas
corona de tus pasados
y aumento de tus Taberas.
¿Qué respondes?
ESTRELLA
¿Qué respondo?
Lo que ves.
DON ARIAS
Aguarda, espera...
ESTRELLA
A tan livianos recados
mi espalda da la respuesta.
DON ARIAS
¡Notable valor de hermanos!
Los dos suspenso me dejan:
la gentilidad romana
Sevilla en los dos celebra.
Parece cosa imposible
que el Rey los contraste y venza,
pero porfía y poder
talan montes, rompen piedras.
Hablar quiero a esta crïada,
que las dádivas son puertas
para conseguir favores
de las Porcias y Lucrecias.
¿Eres crïada de casa?
NATILDE
Crïada soy, mas por fuerza.
DON ARIAS
¿Cómo por fuerza?
NATILDE
Que soy
esclava.
DON ARIAS
¿Esclava?
NATILDE
Y sujeta,
sin la santa libertad,
a muerte y prisión perpetua.
DON ARIAS
Pues yo haré que el Rey te libre
y mil ducados de renta
con la libertad te dé,
si en su servicio te empleas.
NATILDE
Por la libertad y el oro
no habrá maldad que no emprenda;
mira lo que puedo hacer,
que lo haré, como yo pueda.
DON ARIAS
Tú has de dar al Rey entrada
en casa esta noche.
NATILDE
Abiertas
todas las puertas tendrá,
como cumplas la promesa.
DON ARIAS
Una cédula del Rey
con su firma, y de su letra,
antes que entre te daré.
NATILDE
Pues yo lo pondré en la mesma
cama de Estrella esta noche.
DON ARIAS
¿A qué hora Busto se acuesta?
NATILDE
Al alba viene a acostarse.
Todas las noches requiebra,
que este descuido en los hombres
infinitas honras cuesta.
DON ARIAS
¿Y a qué hora te parece
que venga el Rey?
NATILDE
Señor, venga
a las once, que ya entonces
estará acostada.
DON ARIAS
Lleva
esta esmeralda en memoria
de las mercedes que esperas
del Rey.
NATILDE
Que no hay para qué.
DON ARIAS
No quiero que te parezcas
a los médicos.
NATILDE
Por oro,
¿qué monte tendrá firmeza?
El oro ha sido en el mundo
el que los males engendra,
porque si él faltara, es claro
no hubiera infamias ni afrentas.
DON MANUEL
Goce vuestra señoría
la llave y cámara, y vea
el aumento que desea.
BUSTO
Saber pagalle querría
a su alteza la merced
que me hace sin merecerla.
ÍÑIGO
Mucho merecéis, y en ella,
que no se engaña, creed,
el Rey.
BUSTO
Su llave me ha dado,
pero me hace de su cielo,
aunque me amenaza el suelo
viéndome tan levantado;
que como impensadamente
tantas mercedes me ha hecho,
que se ha de mudar sospecho
el que honra tan de repente.
Mas, conservando mi honor,
si a lo que he sido me humilla,
vendré a quedarme en Sevilla
veinticuatro y regidor.
ÍÑIGO
¿Quién es de guarda?
DON MANUEL
Ninguno
de los tres.
ÍÑIGO
Pues yo quisiera
holgarme.
DON MANUEL
Busto Tabera,
si tenéis requiebro alguno,
esta noche nos llevad,
y la espalda os guardaremos.
BUSTO
Si queréis que visitemos
lo común de la ciudad,
ya os llevaré donde halléis
concetos y vocería,
y dulce filosofía
de amor.
DON MANUEL
Merced nos haréis.
DON ARIAS
A recoger, caballeros,
que quiere el Rey escrebir.
DON MANUEL
Pues vámonos a vestir
de noche.
REY
¿Que sus luceros
esta noche he de gozar,
don Arias?
DON ARIAS
[Sí.] La esclavilla
es estremada.
REY
Castilla
estatuas la ha de labrar.
DON ARIAS
Una cédula ha de hacella.
REY
Don Arias, ven a ordenalla
que no dudaré en firmalla,
como mi amor se atropella.
DON ARIAS
¡Buena queda la esclavilla,
a fe de pobre!
REY
Recelo
que me vende el sol del cielo
y la Estrella de Sevilla.
ACTO SEGUNDO
NATILDE
Solo será más seguro,
que todos reposan ya.
REY
¿Y Estrella?
NATILDE
Durmiendo está,
y el cuarto en que duerme, oscuro.
REY
Aunque decillo bastaba,
este es, mujer, el papel,
con la libertad en él;
que yo le daré otra esclava
a Busto.
DON ARIAS
El dinero y todo
va en él.
NATILDE
Dadme vuestros pies.
DON ARIAS
Todos con el interés
son, señor, de un mismo modo.
REY
Divina cosa es reinar.
DON ARIAS
¿Quién lo puede resistir?
REY
Solo, al fin, he de subir,
para más disimular.
DON ARIAS
¿Solo te aventuras?
REY
Pues,
¿por qué espumosos remolcos
por Mancanas paso a Colcos?
Busto mi vasallo es.
¿No es su casa esta en que estoy?
Pues, dime, ¿a qué me aventuro?
Y cuando no esté seguro,
¿conmigo mismo no voy?
Vete.
DON ARIAS
¿Dónde aguardaré?
REY
Desviado de la calle,
yen parte donde te halle,
DON ARIAS
En San Marcos entraré.
REY
¿A qué hora Busto vendrá?
NATILDE
Viene siempre cuando al alba
hacen pajarillos salva,
y abierta la puerta está
hasta que él viene.
REY
El amor
me allane tan alta empresa.
NATILDE
Busque tras mí vuestra alteza
lo obscuro del corredor,
que así llegará a sus bellas
luces.
REY
Mira mis locuras,
pues los dos, ciegos y a escuras,
vamos a caza de estrellas.
NATILDE
¿Qué estrella al sol no se humilla?
REY
Aunque soy don Sancho el Bravo,
venero en el cielo octavo
esta Estrella de Sevilla.
BUSTO
Esta es mi posada.
ÍÑIGO
A Dios.
BUSTO
Es temprano para mí.
DON MANUEL
No habéis de pasar de aquí.
BUSTO
Basta.
ÍÑIGO
Tenemos los dos
cierta visita que hacer.
BUSTO
¿Qué os pareció Feliciana?
DON MANUEL
En el Alcázar mañana,
amigo, en esa mujer
hablaremos, que es figura
muy digna de celebrar.
BUSTO
Temprano me entro a acostar;
toda la casa está obscura.
¿No hay un paje? ¡Hola, Luján!
¡Osorio! ¡Juanico! ¡Andrés!
Todos duermen. ¡Justa! ¡Inés!
También ellas dormirán.
¡Natilde! También la esclava
se ha dormido; es dios el sueño,
y de los sentidos dueño.
NATILDE
Pienso que es el que llamaba
mi señor. Perdida soy.
REY
¿No dijiste que venía
al alba?
NATILDE
Fue dulo a mí.
BUSTO
¡Natilde!
NATILDE
¡Ay, Dios! Yo me voy.
REY
No tengas pena.
BUSTO
¿Quién es?
REY
Un hombre
BUSTO
¡A estas horas hombre,
y en mi casa! Diga el nombre.
REY
Aparta.
BUSTO
No sois cortés;
y si pasa, ha de pasar
por la punta de esta espada;
que, aunque esta casa es sagrada,
la tengo de profanar.
REY
¡Ten la espada!
BUSTO
¿Qué es tener,
cuando el cuarto de mi hermana
de esta suerte se profana?
Quién sois tengo de saber,
o aquí os tengo de matar.
REY
Hombre de importancia soy,
¡déjame!
BUSTO
En mi casa estoy,
y en ella yo he de mandar.
REY
Déjame pasar, advierte
que soy hombre bien nacido;
y, aunque a tu casa he venido,
no es mi intención ofenderte,
sino aumentar más tu honor.
BUSTO
¿El honor así se aumenta?
REY
¡Corra tu honor por mi cuenta!
BUSTO
Por esta espada es mejor.
Y si mi honor procuráis,
¿cómo embozado venís?
¿Honrándome os encubrís?
¿Dándome honor os tapáis?
Vuestro temor os convenza,
cómo averiguado está,
que ninguno que honra da
tiene de dalla vergüenza.
¡Meted mano o vive Dios
que os mate!
REY
¡Necio apurar!
BUSTO
Aquí os tengo de matar
o me habéis de matar vos.
REY
(Direle quién soy.) Detente,
que soy el Rey.
BUSTO
(¡Es engaño!
¿El Rey procura mi daño,
solo, embozado y sin gente?)
No puede ser, y a su alteza,
aquí, villano, ofendéis,
pues defeto en él ponéis,
que es una estraña bajeza.
¿El Rey había de estar
sus vasallos ofendiendo?
De esto de nuevo me ofendo,
por esto os he de matar,
aunque más me porfiéis;
que ya que a mí me ofendáis,
no en su grandeza pongáis
tan defeto, pues sabéis
que sacras y humanas leyes
condenan a culpa estrecha
al que imagina o sospecha
cosa indigna de los reyes.
REY
(¡Qué notable apurar de hombre!)
Hombre, digo que el Rey soy.
BUSTO
Menos crédito te doy,
porque aquí no viene el nombre
de rey con las obras, pues
es el rey el que da honor;
tú buscas mi deshonor.
REY
(Este es necio y descortés.
¿Qué he de hacer?)
BUSTO
(El embozado
es el Rey, no hay que dudar,
quiérole dejar pasar,
y saber si me ha afrentado
luego, que el alma me incita
la cólera y el furor,
que es como censo el honor,
que aun el que le da, le quita.)
Pasa, cualquiera que seas,
y otra vez al Rey no infames,
ni Rey, villano, te llames
cuando haces hazañas feas.
Mira que el Rey mi señor,
del África horror y espanto,
es cristianísimo y santo,
y ofendes tanto valor.
La llave me ha confiado
de su casa, y no podía
venir sin llave a la mía
cuando la suya me ha dado.
Mas no atropelle la ley,
mire que es hombre en efeto,
esto os digo, y os respeto
porque os fingistis el Rey.
Y de verme no os asombre
cuerdo, aunque quedo afrentado,
que un vasallo está obligado
a tener respeto al nombre.
Esto, don Busto Tabera
aquí os lo dice y, por Dios,
que como lo dice a vos
a él mismo se lo dijera.
Y sin más atropellallos
contra Dios y contra ley,
así aprenderá a ser Rey
del honor de sus vasallos.
REY
Ya no lo puedo sufrir,
que estoy confuso y corrido:
¡Necio!, ¿porque me he fingido
el Rey me dejas salir?
Pues advierte que yo quiero,
porque dije que lo era,
salir de aquesta manera;
que, si libertad adquiero
porque aquí Rey me llamé,
y en mí respetas el nombre,
porque te admire y asombre,
en las obras lo seré.
Muere, villano, que aquí
aliento el nombre me da
de Rey, y él te matará.
BUSTO
Solo mi honor reina en mí.
CRIADOS
¿Qué es esto?
REY
(Escaparme quiero,
antes de ser conocido.
De este villano ofendido
voy, pero vengarme espero.)
CRIADOS
Huyó quien tu trata.
BUSTO
Seguilde, dadle el castigo...
Dejadle, que al enemigo
se ha de hacer puente de plata.
Si huye, la gloria es notoria
que se alcanza sin seguir,
que el vencido con hüir
da al vencedor la vitoria.
Cuánto este que huyó,
más por no ser conocido
huye que por ser vencido,
porque nadie le venció.
Dadle una luz a Natilde,
y entraos vosotros allá.
(Esta me vende, que está
avergonzada y humilde.
La verdad he de sacar
con una mentira cierta.)
Cierra de golpe esa puerta.
Aquí os tengo de matar;
todo el caso me ha contado
el Rey.
NATILDE
(Si el Rey no guardó
el secreto, ¿cómo yo,
con tan infelice estado,
lo puedo guardar?) Señor,
todo lo que el Rey te dijo
es verdad.
BUSTO
(Ya aquí colijo
los defetos de mi honor.)
¿Que al fin tú al Rey le diste
entrada?
NATILDE
Me prometió
la libertad; y ansí yo,
por ella, como tú viste,
hasta este mismo lugar
le metí.
BUSTO
Y di, ¿sabe Estrella
algo de esto?
NATILDE
Pienso que ella
en sus rayos a abrasar
me viniera, si entendiera
mi concierto.
BUSTO
Es cosa clara,
porque, si acaso enturbiara
la luz, Estrella no fuera.
NATILDE
No permite su arrebol
eclipse, ni sombra obscura,
que a su luz brillante y pura
participada del sol.
A su cámara llegó;
en dándome este papel
entró el Rey, y tú tras él.
BUSTO
¿Cómo? ¿Este papel te dio?
NATILDE
Con mil ducados de renta,
y la libertad.
BUSTO
(¡Favor
grande! ¡A costa de mi honor!
¡Bien me engrandece y aumenta!)
Ven conmigo.
NATILDE
¿Dónde voy?
BUSTO
Vas a que te vea el Rey,
que así cumplo con la ley
y obligación de quien soy.
NATILDE
¡Ay, desdichada esclavilla!
BUSTO
Si el Rey la quiso eclipsar,
fama a España ha de quedar
de la Estrella de Sevilla.
REY
Esto, al fin, me ha sucedido.
DON ARIAS
Quisiste entrar solo.
REY
Ha andado
tan necio y tan atrevido,
que vengo, amigo, afrentado;
que sé que me ha conocido.
Metió mano para mí
con equívocas razones
y, aunque más me resistí,
las naturales acciones
con que como hombre nací,
del decoro me sacaron
que pide mi majestad.
Doy sobre él; pero llegaron
con luces, que la verdad
dijeran que imaginaron,
si la espalda no volviera,
temiendo el ser conocido;
y vengo de esta manera.
Lo que ves me ha sucedido,
Arias, con Busto Tabera.
DON ARIAS
Pague con muerte el disgusto;
degüéllale, vea el sol,
naciendo, el castigo justo,
pues en el orbe español
no hay más leyes que tu gusto.
REY
Matarle públicamente,
Arias, es yerro mayor.
DON ARIAS
Causa tendrás suficiente,
que en Sevilla es regidor,
y el más sabio y más prudente
no deja, señor, de hacer
algún delito, llevado
de la ambición del poder.
REY
Es tan cuerdo y tan mirado,
que culpa no ha de tener.
DON ARIAS
Pues hazle, señor, matar
en secreto.
REY
Eso sí.
Mas ¿de quién podré fiar
este secreto?
DON ARIAS
De mí.
REY
No te quiero aventurar.
DON ARIAS
Pues yo darte un hombre quiero,
valeroso y gran soldado
como insigne caballero,
de quien el moro ha temblado
en el obelisco fiero
de Gibraltar, donde ha sido
muchas veces capitán,
vitorioso y no vencido;
y hoy en Sevilla le dan,
por gallardo y atrevido,
el lugar primero, que es
por limitares escuelas
el sol.
REY
¿Su nombre cómo es?
DON ARIAS
Sancho Ortiz de las Roelas,
y el Cid andaluz después.
Este le dará la muerte,
señor, con facilidad,
que es bravo, robusto y fuerte,
y tiene en este lugar
superior ventura y suerte.
REY
Ese al momento me llama,
pues ya quiere amanecer.
DON ARIAS
Ven a acostarte.
REY
¿Qué cama,
Arias, puede apetecer
quien está ofendido y ama?
Ese hombre llama al momento.
DON ARIAS
En el Alcázar está
un bulto pendiente al viento.
REY
¿Bulto, dices? ¿Qué será?
DON ARIAS
No será sin fundamento.
REY
Llega, llega, Arias, a ver
lo que es.
DON ARIAS
Es mujer colgada.
REY
¿Mujer?
DON ARIAS
Di que es mujer.
REY
¿Mujer?
DON ARIAS
Y está ahorcada,
con que no lo viene a ser.
REY
Mira quién es.
DON ARIAS
¡La esclavilla,
con el papel en las manos!
REY
¿Hay tal rabia?
DON ARIAS
¿Hay tal mancilla?
REY
Mataré a los dos hermanos,
si se alborota Sevilla.
Mándala luego quitar,
y con decoro y secreto
también la manda enterrar.
¿Ansí se pierde el respeto
a un Rey? No me ha de quedar,
a un Rey? No me ha de quedar,
si más que si arenas fuera,
de este linaje ninguno;
en Sevilla, gente fiera,
a mis manos, uno a uno,
no ha de quedar un Tabera;
esta Estrella, que al sol brilla,
en Sevilla ha de caer.
DON ARIAS
Si cae, no es maravilla
que la abrase.
REY
Se ha de arder
hoy, con su Estrella, Sevilla.
BUSTO
Echa ese marco.
ESTRELLA
¿Qué esto,
que apenas el sol dormido
por los balcones del alba
sale pisando zafiros,
¿y del lecho me levantas,
sola, triste y afligida?
¿Confuso y turbado me hablas?
Dime, ¿Has visto algún cómplice
en algún delito?
BUSTO
Tú me dirás si lo has sido.
ESTRELLA
mas tú lo has hecho en decillo,
que solo con preguntallo
contra mí lo has cometido.
¿Si he hecho delitos, preguntas?
No de ti, de mí me admiro;
mas por decirte que sí,
lo quiero hacer en sufrillo.
¿No me conoces? ¿No sabes
quién soy? ¿En mi boca has visto
palabras desenlazadas
del honor con que las rijo?
¿Has visto alegres mis ojos
de la cárcel de sus vidrios
desatar rayos al aire,
lisonjeros y lacivos?
¿En las manos de algún hombre
viste algún papel escrito
de la mía? ¿Has visto hablando,
dime, algún hombre conmigo?
Porque si no has visto nada
de las cosas que te he dicho,
¿Qué delito puede haber?
BUSTO
Sin ocasión no lo digo.
ESTRELLA
¿Sin ocasión?
BUSTO
¡Ay, Estrella!,
que esta noche en casa...
ESTRELLA
Dilo,
que si estuviere culpada,
luego me ofrezco al suplicio.
¿Qué hubo esta noche en mi casa?
BUSTO
Esta noche fue epiciclo
del Sol, que entrando en ella esta noche
se trocó de estrella el signo.
ESTRELLA
Las llanezas del honor
no con astrólogo estilo
se han de decir. Habla claro,
y deja en sus zonas cinco
al Sol, que, aunque Estrella soy,
yo por el sol no me rijo,
que son las suyas errantes,
y yo Estrella fija he sido
en el cielo de mi honor,
de quien los rayos recibo.
BUSTO
Cuando partía la noche
con sus destemplados gritos,
entre domésticas aves
los gallos olvidadizos,
rompiendo el mudo silencio
en su canoro sonido
la campana de Las Cuevas,
lisonja del cielo empíreo,
entré en casa y topé en ella
cerca de tu cuarto mismo,
al Rey, solo y embozado.
ESTRELLA
¿Qué dices?
BUSTO
Verdad te digo.
Mira, Estrella, a aquellas horas
a qué pudo haber venido
el Rey a mi casa, solo,
si por Estrella no vino;
que de noche las estrellas
son de los cielos jacintos,
y a estas horas las buscaban
los astrólogos egipcios.
Natilde con él estaba,
que a los pasos y al rüido
se oyó; que, aunque a obscuras era,
la vio el honor, lince mío.
Metí mano, y «¿quién va?», dije.
Respondió: «Un hombre», y embisto
con él, y él, de mi apartado,
que era el Rey, Estrella, dijo.
Y, aunque le conocí luego,
híceme desentendido
en conocelle, que el cielo
darme sufrimiento quiso.
Embistiome como Rey,
enojado y ofendido;
que un Rey si embiste enojado
trae su valor consigo.
Salieron pajes con luces,
y entonces, por no ser visto,
volvió la espalda, y no pudo
de nadie ser conocido conocido.
Conjuré a la esclava, y ella,
sin mostralle de Dionisio
los tormentos, confesó
las verdades, sin martirios.
Firmada la libertad
le dio en un papel que le hizo
el Rey, que ha sido el proceso
en que sus culpas fulmino.
Saquela de casa luego,
porque su aliento nocivo
no sembrara deshonor
por los nobles edificios;
que es un crïado, si es malo,
en la casa un basilisco;
si con lisonjas y halagos,
engañoso cocodrilo.
Cogila a la puerta y luego,
puesta en los hombros, camino
al Alcázar, y en sus rejas
la colgué por el delito;
que quiero que el Rey conozca
que hay Brutos contra Tarquinos
en Sevilla, y que hay vasallos
Esto me ha pasado, Estrella,
nuestro honor está en peligro;
yo he de ausentarme por fuerza,
y es fuerza darte marido.
Sancho Ortiz lo ha de ser tuyo,
que con su amparo te libro
del rigor del Rey, y yo
libre, me pongo en camino.
Yo le voy a buscar luego,
porque así mi honor redimo,
y el nombre de los Taberas
contra el tiempo resucito.
ESTRELLA
¡Ay, Busto! Dame esa mano
por el favor recebido
que me has hecho.
BUSTO
Hoy has de serlo,
y ansí, Estrella, te apercibo
su esposa; guarda silencio,
porque importa al honor mío.
ESTRELLA
¡Ay, Amor, y qué ventura!
Ya estás de la venda asido;
no te has de librar. Mas ¿quién
sacó el fin por el principio,
si entre la taza y la boca
un sabio temió el peligro?
DON ARIAS
Ya en la antecámara aguarda
Don Sancho Ortiz de Roelas.
REY
[................................... -arda]
si la piedad me acobarda.
En este papel sellado
traigo su nombre y su muerte,
y en este, que yo he mandado
matalle; y de aquesta suerte
él quedará disculpado.
Hazle entrar y echa a la puerta
la loba y tú no entres.
DON ARIAS
¿No?
REY
No, porque quiero que advierta
que sé este secreto yo
solamente; que concierta
la venganza en mi deseo
más acomodada ansí.
DON ARIAS
Voy a llamarle.
REY
Ya veo,
amor, que no es este en mí
alto y glorioso trofeo;
mas disculparme podrán
mil prodigiosas historias
que en vivos bronces están,
y este exceso entre mil glorias
los tiempos disculparán.
SANCHO
Vuestra alteza a mis dos labios
les conceda los dos pies.
REY
Alzad, que os hiciera agravios.
Alzad.
SANCHO
Señor...
REY
(Galán es.)
SANCHO
Los filósofos más sabios,
y más dulces oradores,
en la presencia real
sus retóricas colores
pierden; y en grandeza igual,
y en tan inmensos favores,
no es mucho que yo, señor,
me turbe, no siendo aquí
retórico ni orador.
REY
Pues, decid, ¿qué veis en mí?
SANCHO
La majestad y el valor,
y, al fin, una imagen veo
de Dios, pues le imita el Rey;
y después de él, en vos creo,
y a vuestra cesárea ley,
gran señor, aquí me empleo.
REY
¿Cómo estáis?
SANCHO
Nunca me he visto
tan honrado como estoy,
pues a vuestro lado asisto.
REY
Pues aficionado os soy
por prudente, y por bienquisto
y por valiente soldado,
y por hombre de secreto,
que es lo que más he estimado.
SANCHO
Señor, de mí tal conceto...
Vuestra alteza más me ha honrado,
que las partes que me dais
sin tenellas, sustenellas
tengo, por lo que me honráis.
REY
Son las virtudes estrellas.
SANCHO
(Si en la Estrella me tocáis,
ciertas son mis desventuras;
honrándome el Rey me ofende;
no son sus honras seguras,
pues sospecho que pretende
dejarme sin ella a escuras).
REY
Porque estaréis con cuidado,
codicioso de saber
para lo que os he llamado,
decíroslo quiero, y ver
que en vos tengo un gran soldado.
A mí me importa matar
con secreto a un hombre, y quiero
este caso confiar
solo de vos, que os prefiero
a todos los del lugar.
SANCHO
¿Está culpado?
REY
Sí está.
SANCHO
Pues ¿cómo muerte en secreto
a un culpado se le da?
Poner su muerte en efeto
públicamente podrá
vuestra justicia, sin dalle
muerte en secreto, que ansí
vos os culpáis por culpalle,
pues dais a entender que aquí
sin culpa mandáis matalle;
y dalle muerte, señor,
sin culpa, no es justa ley,
sino bárbaro rigor;
y un Rey, solo por ser Rey,
se ha de respetar mejor.
Que si un brazo poderoso
no se vence en lo que puede,
siempre será riguroso,
y es bien que enfrenado quede
con el afecto piadoso.
¿Qué hace un poderoso en dar
muerte a un humilde, despojos
de sus pies, sino triunfar
de las pasiones y enojos
con que le mandó matar?
Si ese humilde os ha ofendido
en leve culpa, señor,
que le perdonéis os pido.
REY
Para su procurador,
Sancho Ortiz, no habéis venido,
sino para dalle muerte;
y pues se la mando dar,
escondiendo el brazo fuerte,
debe a mi honor importar
matarle de aquesta suerte.
¿Merece el que ha cometido
crimen leje muerte?
SANCHO
En fuego.
REY
¿Y si crimen leje ha sido
el de este?
SANCHO
Que muera luego,
a voces, señor, os pido,
aunque él mi hermano sea,
o sea deudo o amigo,
que en el corazón se emplea,
el riguroso castigo
que tu autoridad desea.
Si es así, muerte daré,
señor, a mi mismo hermano,
y en nada repararé.
REY
Dadme esa palabra y mano.
SANCHO
Y en ella el alma y la fe.
REY
Hallándole descuidado
puedes matalle.
SANCHO
Señor,
siendo Roela y soldado
¿me quieres hacer traidor?
¿Yo, muerte en caso pensado?
Cuerpo a cuerpo he de matalle
donde Sevilla lo vea,
en la plaza o en la calle,
que el que mata y no pelea
nadie puede disculpalle,
y gana más el que muere
a traición que el que le mata,
que el muerto opinión adquiere,
y el vivo, con cuantos trata,
su alevosía refiere.
REY
Matalde como queráis,
que este papel, para abono,
de mí firmado lleváis,
por donde, Sancho, os perdono
cualquier delito que hagáis.
Referildo.
SANCHO
Dice así:
«Al que ese papel advierte,
Sancho Ortiz, luego por mí
y en mi nombre dalde muerte,
que yo por vos salgo aquí;
y si os halláis en aprieto,
por este papel firmado
sacaros de él os prometo.
Yo, el Rey». Estoy admirado
de que tan poco conceto
tenga de mí vuestra alteza.
¡Yo cédula! ¡Yo papel!
Tratadme con más llaneza,
que más en vos que no en él
confía aquí mi nobleza.
Si vuestras palabras cobran
labor que los montes labra,
y ellas cuanto dicen obran,
dándome aquí la palabra,
señor, los papeles sobran.
A la palabra remito
la cédula que me dais,
con que a vengaros incito,
porque donde vos estáis
es excusado lo escrito.
Rompeldo, porque sin él
la muerte le solicita
mejor, señor, que con él,
que en parte desacredita
vuestra palabra el papel.
Sin papel, señor, aquí
nos obligamos los dos,
y prometemos ansí,
yo, de vengaros a vos,
y vos, de librarme a mí;
y si es así, no hay que hacer
cédulas, que estorbo han sido;
yo os voy luego a obedecer,
y solo por premio os pido
para esposa la mujer
que yo eligiere.
REY
Aunque sea
ricafembra de Castilla,
os la concedo.
SANCHO
Posea
vuestro pie la alarbe silla;
el mar los castillos vea
gloriosos y dilatados
por sus trópicos ardientes
y por sus climas helados.
REY
Vuestros hechos excelentes,
Sancho, quedarán premiados.
En este papel va el nombre
del hombre que ha de morir;
cuando le abráis, no os asombre;
mirad que oigo decir
en Sevilla que es muy hombre.
SANCHO
Presto, señor, lo sabremos.
SANCHO
Los dos, Sancho, solamente,
este secreto sabemos;
no hay que advertirnos, prudente
sois vos; obrad y callemos.
CLARINDO
¿Había de encontrarte,
cuando nuevas tan dulces vengo a darte?
Dame, señor, albricias
de las glorias mayores que codicias.
SANCHO
¿Agora de humor vienes?
CLARINDO
¿Cómo el alma en los brazos no previenes?
SANCHO
¿Cúyo es éste?
CLARINDO
De Estrella,
que estaba más que el sol hermosa y bella,
cuando por la mañana
forma círculos de oro en leche y grana.
Mandome que te diera
este papel y albricias te pidiera.
SANCHO
¿De qué?
CLARINDO
Del casamiento,
que se ha de efetuar luego al momento.
SANCHO
Abrázame, Clarindo,
que no he visto jamás hombre tan lindo.
CLARINDO
Tengo, señor, buen rostro
con buenas nuevas, pero fuera un monstruo
si malas las trajera,
que hermosea el placer de esta manera.
No vi que hermoso fuese
hombre jamás que deuda me pidiese,
ni vi que feo hallase
hombre jamás que deuda me pagase;
¡Ay, mortales deseos,
que hacéis hermosos los que espantan feos,
y feos los hermosos!
SANCHO
¡Ay, renglones divinos y amorosos,
beberos quiero a besos,
para dejaros en el alma impresos,
donde, pues os adoro,
más eternos seréis que plantas de oro!
Abrázame, Clarindo,
que no he visto jamás hombre tan lindo.
CLARINDO
Soy como un alpargate.
SANCHO
Leeréle otra vez, aunque me mate
la impensada alegría.
¿Quién tal Estrella vio al nacer del día?
El hermoso lucero
del alba es para mí ya el sol. Espero,
en los dorados rayos,
en abismos de luz pintar los mayos.
«Esposo, ya ha llegado
el venturoso plazo deseado.
Mi hermano va a buscarte,
solo por darme vida y por premiarte.
Si del tiempo te acuerdas,
búscale luego, y la ocasión no pierdas.
Tu Estrella.» ¡Ay, forma bella!
¿Qué bien no ha de alcanzar con tal Estrella?
¡Ay, bulto soberano,
de este Pólux divino soy humano!
¡Vivas eternidades
siendo a tus pies momentos las edades!
¡Si amares, en amores
trueques las esperanzas en favores!
¡Y, en batallas y ofensas,
siempre glorioso tus contrarios venzas,
y no salgas vencido,
que esta la suerte más dichosa ha sido!
SANCHO
Avisa al mayordomo
de la dichosa sujeción que tomo,
y que saque al momento
las libreas que están para este intento
en casa reservadas,
y saquen las cabezas coronadas
mis lacayos y pajes
de hermosas pesadumbres de plumajes.
Y si albricias codicias,
toma aqueste jacinto por albricias,
que el sol también te diera,
cuando la piedra del anillo fuera.
CLARINDO
¡Vivas más que la piedra,
a tu esposa enlazado como hiedra:
y, pues tanto te precio,
vivas, señor, más años que no un necio!
SANCHO
Buscar a Busto quiero,
que entre deseos y esperanzas muero.
¡Cómo el amor porfía!
¿Quién tal Estrella vio al amanecer del día?
Mas con el nudo y gusto
me olvidaba del Rey, y no era justo.
Ya está el papel abierto.
Quiero saber quién ha de ser el muerto.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Válgame Dios! ¡Que esto quiera!
¡Tras una suerte, un azar!
Toda esta vida es jugar
una carteta imperfecta,
mal barajada y sujeta
a desdichas y a pesares;
que es toda en cientos y azares
como juego de carteta.
Pintada la suerte vi,
mas luego se despintó,
y el naipe se barajó
para darme muerte a mí.
Miraré si dice así;
pero yo no lo leyera
si el papel no le dijera.
Quiérole otra vez mirar.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Perdido soy! ¿Qué he de hacer,
que al Rey la palabra he dado
de matar a mi cuñado,
y a su hermana he de perder?
Sancho Ortiz, no puede ser:
¡viva Busto! Mas no es justo
que al honor contraste el gusto:
¡muera Busto!, ¡Busto muera!
Mas, detente, mano fiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Mas no puedo con mi honor
cumplir, si a mi amor acudo;
mas ¿quién resistirse pudo
de la fuerza del amor?
Morir me será mejor,
o ausentarme, de manera
que sirva al Rey y él no muera.
¡Mas quiero al Rey agradar!
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Oh, nunca yo me obligara
a ejecutar el rigor
del Rey, y nunca el amor
mis potencias contrastara!
Nunca yo a Estrella mirara,
causa de tanto disgusto.
Si servir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Pero extraño rigor fuera:
¡viva Busto! ¡viva Busto!
¿Si le mata por Estrella
el Rey, que servilla trata?
Sí, por Estrella le mata,
pues no muera aquí por ella.
Ofendella y defendella
quiero. Mas soy caballero,
y no he de hacer lo que quiero,
sino lo que debo hacer.
Pues ¿qué debo obedecer?
La ley que fuere primero;
mas no hay ley que [a] aquesto obligue.
Mas sí hay, que, aunque injusto el Rey,
debo obedecer su ley,
y a él después Dios le castigue.
Mi loco amor se mitigue,
que, aunque me cueste disgusto,
acudir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Que ya no hay quien decir quiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Perdóname, Estrella hermosa,
que no es pequeño castillo
perderte y ser tu enemigo.
¿Qué he de hacer? ¿Hacer no puedo?
BUSTO
Cuñado, suerte dichosa
he tenido en encontraros.
SANCHO
(Y yo desdicha en hallaros,
porque me buscáis aquí
para darme vida a mí,
pero yo para mataros.)
BUSTO
Ya, hermano, el plazo llegó
de vuestras dichosas bodas.
SANCHO
(Mas de mis desdichas todas,
decirte pudiera yo.
¡Válgame Dios! ¿Quién se vio
jamás en tanto pesar?
¡Que aquí tengo de matar
al que más bien he querido!
¡Que a su hermana haya perdido!
¡Que con todo he de acabar!)
BUSTO
¿De esa suerte os suspendéis,
cuando a mi hermana os ofrezco?
SANCHO
Como yo no la merezco,
callo.
BUSTO
¿No la merecéis?
¿Callando me respondéis?
¿Qué dudáis, que estáis turbado
y, con el rostro mudado,
miráis al suelo y al cielo?
Decid ¿qué pálido cielo
de silencio os ha bañado?
¿Por escrituras no estáis
casado con doña Estrella?
SANCHO
Casarme quise con ella,
mas ya no, aunque me la dais.
BUSTO
¿Conoceisme? ¿Así me habláis?
SANCHO
Por conoceros, aquí
os hablo, Tabera, así.
BUSTO
Si me conocéis Tabera,
¿cómo habláis de esa manera?
SANCHO
Hablo, porque os conocí.
BUSTO
Habréis en mí conocido
sangre, nobleza y valor,
y virtud, que es el honor;
que sin ella honor no ha habido;
y estoy, Sancho Ortiz, corrido.
SANCHO
Más lo estoy yo.
BUSTO
¿Vos? ¿De qué?
SANCHO
De hablaros.
BUSTO
Bien mi honra y fe
algún defeto advertís,
como villano mentís,
y aquí os lo sustentaré.
SANCHO
¿Qué has de sustentar, villano?
(Perdone amor, que el exceso
del Rey me ha quitado el seso,
y es el resistirme en vano.)
BUSTO
¡Muerto soy! ¡Detén la mano!
SANCHO
¡Ay, que estoy fuera de mí,
y sin sentido te herí!
Mas aquí, hermano, te pido
ya que he cobrado el sentido,
que tú me mates a mí.
Quede tu espada envainada
en mi pecho, abre con ella
puerta al alma.
BUSTO
A doña Estrella
os dejo, hermano, encargada.
A Dios.
SANCHO
Rigurosa espada,
sangrienta y fiera homicida,
si me has quitado la vida,
acábame de matar,
porque le pueda pagar
el alma por otra herida.
DON PEDRO
¿Qué es esto? ¡Detén la mano!
BUSTO
¿Cómo, si a mi vida he muerto?
FARFÁN
¡Hay tan grande desconcierto!
DON PEDRO
¿Qué es esto?
SANCHO
He muerto a mi hermano.
Soy un Caín sevillano,
que, vengativo y cruel,
maté un inocente Abel.
Veisle aquí. Matadme aquí,
que pues él muere por mí,
yo quiero morir por él.
DON ARIAS
¿Qué es esto?
SANCHO
Un fiero rigor,
que tanto en los nobles labra
una cumplida palabra,
y un acrisolado honor.
Decilde al Rey mi señor
que tienen los sevillanos
las palabras en las manos,
como lo veis, pues por ellas
atropellan las estrellas,
y no hacen caso de hermanos.
DON PEDRO
¡Dio muerte a Busto Tabera!
DON ARIAS
¿Hay tan temerario exceso?
SANCHO
Prendedme, llevadme preso,
que es bien que el que mata muera.
Mirad qué hazaña tan fiera
me hizo el amor intentar,
pues me ha obligado a matar,
y me ha obligado a morir,
pues por él vengo a pedir
la muerte que él me ha de dar.
DON PEDRO
Llevalde a Trïana preso,
porque la ciudad se altera.
SANCHO
¡Amigo Busto Tabera!
FARFÁN
Este hombre ha perdido el seso.
SANCHO
Dejadme llevar en peso,
señores, el cuerpo helado,
en noble sangre bañado,
que así su Atlante seré,
y entre tanto le daré
la vida que le he quitado.
DON PEDRO
Loco está.
SANCHO
Yo, si atropello
mi gusto, guardo la ley:
esto, señor, es ser Rey,
y esto, señor, es no sello.
Entendello y no entendello
importa, pues yo lo callo;
yo lo maté, no hay negallo,
mas el porqué no diré;
otro confiese el porqué,
pues yo confieso el matallo.
ESTRELLA
No sé si me vestí bien,
como me vestí de priesa,
dame, Teodora, el espejo.
TEODORA
Verte, señora, en ti misma
puedes, que no hay cristal
que tantas verdades diga,
ni de hermosura tan grande
haga verdadera cifra.
ESTRELLA
Alterado tengo el rostro,
y la color encendida.
TEODORA
Es, señora, que la sangre
se ha asomado a las mejillas
entre temor y vergüenza,
solo a celebrar tus dichas.
ESTRELLA
Ya me parece que llega,
bañado el rostro de risa,
mi esposo a darme la mano,
entre mil tiernas caricias.
Ya me parece que dice
mil ternezas y que, oídas,
sale el alma por los ojos,
desestimando sus niñas.
¡Ay, venturoso día!
Esta, Teodora, ha sido estrella mía.
TEODORA
Parece que suena gente.
Todo el espejo. De envidia,
dentro la hoja, el cristal,
de una luna hizo infinitas.
ESTRELLA
¿Quebrose?
TEODORA
Señora, sí.
ESTRELLA
Bien hizo, porque imagina
que aguardo el cristal, Teodora,
en que mis ojos se miran.
Y pues tal espejo aguardo,
quiébrese el espejo, amiga,
que no quiero con él
este de espejo me sirva.
CLARINDO
Ya, señora, aquesto suena
a gusto y volatería,
que las plumas del sombrero
los casamientos publican.
¿No vengo galán? ¿No vengo
como Dios hizo una guinda,
hecho un jarao por de fuera,
y por dentro una pipa?
A mi dueño di el papel,
y diome aquesta sortija
en albricias.
ESTRELLA
Pues yo quiero
feriarte aquesas albricias.
Dámela y toma por ella
este diamante.
CLARINDO
Partida
está por medio la piedra.
Será de melancolía,
que los jacintos padecen
de ese mal, aunque le quitan.
Partida por medio está.
ESTRELLA
No importa que esté partida,
que es bien que las piedras sientan
mis contentos y alegrías.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta, amigos, ha sido estrella mía!
TEODORA
Gran tropel suena en los patios.
CLARINDO
Y ya el escalera arriba
parece que sube gente.
ESTRELLA
¿Qué valor hay que resista
el placer? ¿Pero qué es esto?
DON PEDRO
Los desastres y desdichas
se hicieron para los hombres,
que es mar de llanto esta vida.
El señor Busto Tabera
es muerto, y sus plantas pisan
ramos de estrellas, el cielo
lisonjea argentería.
El consuelo que aquí os queda
es que está el fiero homicida,
Sancho Ortiz de las Roelas,
preso y de él se hará justicia
mañana sin falta.
ESTRELLA
¡Ay Dios!
Dejadme, gente enemiga,
que en vuestras lenguas traéis
de los infiernos las iras.
¡Mi hermano es muerto y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿Y hay quién lo diga?
¿Y hay quién lo escuche y no muera?
Piedra soy, pues estoy viva.
¡Ay, riguroso día!
¡Esta, amigos, ha sido Estrella mía!
¿No hay cuchillos, no hay espadas,
no hay cordel, no hay encendidas
brasas? ¿no hay áspides fieros,
muertes de reinos egipcios?
Pero si hay piedad humana,
matadme.
DON PEDRO
El dolor la priva
de sentimiento.
ESTRELLA
¡Desdichada
ha sido la estrella mía!
¡Mi hermano es muerto, y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿De quién divida
tres almas de un corazón?
Dejadme, que estoy perdida.
DON PEDRO
Ella está desesperada.
FARFÁN
¡Infeliz verdad!
DON PEDRO
Seguilda.
CLARINDO
Señora...
ESTRELLA
Déjame, ingrato,
sangre de aquel fatrecida.
Y pues acabo con todo,
quiero acabar con la vida.
¡Ay, riguroso día!
Esta, Teodora, ha sido estrella mía.
ACTO TERCERO
DON PEDRO
Confiesa que le mató,
mas no confiesa por qué.
REY
¿No dice qué le obligó?
FARFÁN
Solo responde: «No sé»;
y es gran confusión un no.
REY
¿Dice si le dio ocasión?
DON PEDRO
Señor, de ninguna suerte.
DON ARIAS
¡Temeraria confusión!
DON PEDRO
Dice que le dio la muerte,
no sabe si es con razón.
FARFÁN
Solo confiesa matalle,
porque matalle juró.
DON ARIAS
Ocasión debió de dalle.
DON PEDRO
Dice que no se la dio.
REY
Volved de mi parte a hablalle;
decilde que yo digo
que luego el descargo dé,
y decid que soy su amigo,
y su enemigo seré
en el rigor y en el castigo.
Declare por qué ocasión
dio muerte a Busto Tabera,
y en sumaria información,
antes que de necio muera
dé del delito razón.
Diga quién se lo mandó,
y por quién le dio la muerte,
o qué ocasión le movió
o hacellos, que de esta suerte
oiré el descargo yo,
o que a morir se aperciba.
DON PEDRO
Eso es lo que más desea.
El sentimiento le priva,
viendo una hazaña tan fea,
tan avara y tan esquiva,
del juicio.
REY
¿Y no se queja
de ninguno?
FARFÁN
No, señor.
Con su pesar se aconseja.
REY
¡Notable y raro valor!
FARFÁN
Los cargos ajenos deja,
y así se culpa lo más.
REY
No se habrá visto en el mundo
tales dos hombres jamás.
Cuando su valor confundo
me van apurando más.
Id y haced, alcaldes, luego
que haga la declaración
y habrá en la corte sosiego.
Id, vos, con esta ocasión,
don Arias, a ese hombre ciego.
De mi parte le decid
que diga que quién le dio
la muerte, y le persuadió
que declare, aunque sea yo
el culpado, y prevenid,
si no confiesa, al momento
el teatro en que mañana
le dé a Sevilla escarmiento.
DON ARIAS
Ya voy.
DON MANUEL
La gallarda hermana,
con grande acompañamiento,
de Busto Tabera, pide
para besaros las manos
licencia.
REY
¿Quién se lo impide?
DON MANUEL
Gran señor, los ciudadanos.
REY
¡Bien con la razón se mide!
Dadme a Sevilla y dejad
que entre ahora.
DON MANUEL
Voy por ella.
REY
Vendrá vertiendo beldad,
como en el cielo la estrella
sale tras la tempestad.
DON MANUEL
Ya está aquí.
REY
No por abril
parece así su arrebol
el sol gallardo y gentil,
aunque por verano el sol
vierte rayos de marfin.
ESTRELLA
Cristianísimo don Sancho,
de Castilla rey ilustre,
por las hazañas notables,
heroico por las virtudes.
Una desdichada Estrella,
que sus claros rayos cubre
de este luto, que mi llanto
lo ha sacado en negras nubes,
justicia a pedirte vengo,
mas no que tú la ejecutes,
sino que en mi adbitrio dejes
que mi venganza se funde.
Estrella de mayo fui,
cuando más flores produce,
y agora, en estraño llanto,
ya soy Estrella de otubre.
No doy lugar a mis ojos
que mis lágrimas enjuguen,
porque anegándose en ellas
mi sentimiento no culpen.
Quiso Tabera Tabera, mi hermano,
que sus sacras pesadumbres
ocupa, pisando estrellas
en pavimentos azules.
Como hermano me amparó,
y como a madre le tuve
la obediencia, y el respeto
en sus mandamientos puse.
Vivía con él a contento,
sin dejar que el sol injurie,
que aún los rayos del sol no eran
a mis ventanas comunes.
Nuestra hermandad envidiaba
Sevilla, y todos presumen
que éramos los dos hermanos
que a una estrella se reducen.
Un tirano cazador
hace que el arco ejecute
el fiero golpe en mi hermano,
y nuestras glorias confunde.
Perdí hermano, perdí esposo;
sola he quedado, y no acudes
a la obligación de Rey,
sin que nadie te disculpe.
Hazme justicia, señor,
dame el homicida; porque
en mis manos los excesos,
dejadme que yo los juzgue.
Entrégamele, ansí reines
mil edades, ansí triunfes
de las lunas que te ocupan
los términos andaluces,
porque Sevilla te alabe,
sin que su gente te adule,
en los bronces inmortales
que ya los tiempos te bruñen.
REY
Sosegaos, y enjugad las luces bellas,
si no queréis que se arda mi palacio,
que en lágrimas del sol son las estrellas,
si cada rayo suyo es un topacio;
recoja el alba su tesoro en ellas,
si el sol recién nacido le da espacio,
y dejad que los cielos las codicien,
que no es razón que aquí se desperdicien.
Tomad esta sortija, y en Trïana
allanad el castillo con sus señas;
pónganlo en vuestras manos, sed tirana
fiera con él de las hircanas peñas,
aunque a piedad y compasión villana,
no se enseñan volando las cigüeñas,
que es bien que sean, porque más asombre,
aves y fieras confusión del hombre.
Vuestro hermano murió. Quien le dio muerte
dicen que es Sancho Ortiz. Vengaos vos de ella,
y aunque él muriese así de aquesa suerte,
vos la culpa tenéis, por ser tan bella.
Si es la mujer el animal más fuerte,
mujer, Estrella, sois, y sois estrella.
Vos vencéis que inclináis y, con venceros,
competencia tendréis con dos luceros.
ESTRELLA
¿Qué ocasión os dio, gran señor, mi hermosura
en la inocente muerte de mi hermano?
¿He dado yo la causa, por ventura,
con deseos, a propósito liviano?
¿Ha visto alguno en mi desenvoltura
algún inútil pensamiento vano?
REY
El ser hermosa, en la mujer, tan fuerte,
que, sin dar ocasión, da al mundo muerte.
Vos quedáis sin matar, porque en vos mata
la parte que os dio el cielo. La belleza
se ofende mucho consigo cuando, ingrata
y emulación mortal naturaleza,
no avarientas las perlas, ni la plata,
y un oro que hace un mar vuestra cabeza–
para vos reservéis, que no es justicia.
ESTRELLA
Aquí, señor, virtud es avaricia,
que si en mí plata hubiera y oro hubiera,
de mi cabeza luego le arrancara,
y el rostro con fealdad obscureciera,
aunque en brasas ardientes le abrasara.
Si un Tabera murió, quedó sin Tabera,
y si su deshonor está en mi cara,
yo le pondré de suerte con mis manos,
que sea espanto de bárbaros tiranos.
REY
Si a Sancho Ortiz le entregan, imagino
que con su misma mano ha de matalle,
¿Que un vaso tan perfecto y peregrino
permite Dios que la fiereza se halle?
¡Ved lo que intenta un necio desatino!
Yo incité a Sancho Ortiz: voy a libralle,
que amor que pisa púrpura de reyes,
a su gusto no más promulga leyes.
SANCHO
¿Algunos versos, Clarindo,
no has escrito a mi suceso ?
CLARINDO
¿Quién, señor, ha de escrebir,
teniendo tan poco premio?
A las fiestas de la plaza,
muchos me pidieron versos,
y viéndome por las calles,
como si fuera maestro
de cortar o de coser,
me decían: «¿No está hecho
aquel recaudo?» Y me daban
más priesa que un corrimiento.
Y cuando escritas llevaba
las instancias, muy compuestas
decían: «Buenas están.
Yo, Clarindo, lo agradezco.»
Y sin pagarme la hechura,
me enviaban boquiseco.
No quiero escrebir a nadie,
ni ser terrero de necios,
que los versos son cansados
cuando no tienen provecho.
Tomen la pluma los cultos,
después de cuarenta huevos
sorbidos, y versos pollos
saquen a luz de otros dueños,
que yo por comer escribo,
si escriben comidos ellos.
Y si qué comer tuviera,
excediera en el silencio
a Anaxágoras, y burla
de los latinos y griegos
ingenios hiciera.
DON PEDRO
Entrad.
CLARINDO
Que vienen, señor, sospecho,
estos a notificarte
la sentencia.
SANCHO
Pues de presto.
CLARINDO
Decid vosotros un tono.
SANCHO
Agora sí, que deseo
morir, y quiero cantando
dar muestras de mi contento;
fuera de que quiero dalle
a entender mi heroico pecho,
y que aún la muerte no puede
en el obligarme a menos.
CLARINDO
¡Notable gentilidad!
¿Qué más hiciera un tudesco,
llena el alma de lagañas,
de potes de lo añejo,
de Monturques, de Lucena,
santos y benditos pueblos?
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se tarda la muerte,
eso se larga el morir».
CLARINDO
Gallardo mote
SANCHO
Discreto, a propósito cantáis.
«No hay vida como la muerte
para el que vive muriendo».
DON PEDRO
¿Agora es tiempo, señor,
de música?
SANCHO
Pues, ¿qué tiempo
de mayor descanso pueden
tener en su mal los presos?
FARFÁN
Cuando la muerte por hora
le amenaza y por momentos
la sentencia está aguardando
del fulminado proceso,
¿con música se entretiene?
SANCHO
Soy cisne y la muerte espero
cantando.
FARFÁN
Pues ya ha llegado el plazo.
SANCHO
Los pies os beso y las manos
por las nuevas que me dais.
¡Dulce día! Solo tengo,
amigos, esta sortija,
pobre prisión de mis deudos.
Repartilda, que en albricias
os la doy, y mis contentos
publicad con la canción
que a mi propósito han hecho.
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se tarda el morir».
SANCHO
Pues si la muerte se alarga
lo que la vida entretengo,
y está en la muerte la vida,
con justicia la celebro.
DON PEDRO
Sancho Ortiz de las Roelas,
¿vos confesáis que habéis muerto
a Busto Tabera?
SANCHO
Sí,
aquí a voces lo confieso:
Yo le di muerte, señores,
al más noble caballero
que trujo arnés, ciñó espada
lanza empuñó, enlazó yelmo.
Las leyes del amistad,
guardadas con lazo eterno,
rompí, cuando él me ofreció
sus estrellados luceros.
Buscad bárbaros castigos,
inventad nuevos tormentos,
porque en España se olviden
de Fálaris y Majencio.
FARFÁN
¿Pues, sin daros ocasión
le matastis?
SANCHO
Yo le he muerto.
Esto confieso, y la causa
no la sé, y causa tengo,
y es de callaros la causa,
pues tan callada la tengo.
Si hay alguno que lo sepa,
dígalo, que yo no entiendo
por qué murió. Solo sé
que le maté sin saberlo.
DON PEDRO
Pues parece alevosía
matarle sin causa.
SANCHO
Es cierto
que la dio, pues que murió.
DON PEDRO
¿A quién la dio?
SANCHO
A quien me ha puesto
en el estado en que estoy,
que es en el último estremo.
DON PEDRO
¿Quién es?
SANCHO
No puedo dezillo,
porque me encargó el secreto,
que, como rey en las obras,
he de serlo en el silencio.
Y para matarme a mí,
basta saber que le he muerto,
sin preguntarme el porqué.
DON ARIAS
Señor Sancho Ortiz, yo vengo
aquí, en nombre de su alteza,
a pediros que a su ruego
confeséis quién es la causa
de este loco desconcierto;
si lo hicistis por amigos,
por mujeres o por deudos,
o por algún poderoso
y grande de aqueste reino;
y si tenéis de su mano
papel, resguardo o concierto,
escrito o firmado, al punto
lo manifestéis, haciendo
lo que debéis.
SANCHO
Si lo hago,
no haré, señor, lo que debo.
Decilde a su Alteza, amigo,
que cumplo lo que prometo;
que si él es don Sancho el Bravo,
yo ese mismo nombre tomo.
Decilde que bien pudiera
tener papel, mas me afrento
de que papeles me pida,
habiendo visto rompellos.
Yo maté a Busto Tabera;
y aunque aquí librarme puedo,
no quiero, por entender
que alguna palabra ofendo.
Rey soy en cumplir la mía,
y lo que le he prometido
y quien promete, también
es razón haga lo mesmo.
Haga quien se obliga hablando.
pues yo me he obligado haciendo,
que si al hablar llaman Sancho,
yo soy Sancho, y callar quiero.
Esto a su Alteza decid;
decilde que es mi intento
que conozca que en Sevilla
también ser reyes sabemos.
DON ARIAS
Si en vuestra boca tenéis
el descargo, es desconcierto
negarlo.
SANCHO
Yo soy quien soy,
y siendo quien soy, me venzo
a mí mismo con callar,
y a alguno que calla afrento;
quien es quien es, haga obrando
como quien es, y en esto,
de aquesta suerte los dos
como quien somos haremos.
DON ARIAS
Eso le diré a su alteza.
DON PEDRO
Vos, Sancho Ortiz, habéis hecho
un caso muy mal pensado,
y anduvistis poco cuerdo.
FARFÁN
Al cabildo de Sevilla
habéis ofendido, y puesto
a su rigor vuestra vida,
y en su rigor vuestro cuello.
DON PEDRO
Matastis a un regidor
sin culpa, al cielo ofendiendo;
Sevilla castigará
tan locos atrevimientos.
DON ARIAS
Y al Rey, que es justo, y es santo.
(¡Raro valor! ¡Bravo esfuerzo!)
CLARINDO
¿Es posible que consientas
tantas injurias?
SANCHO
Consiento
que me castiguen los hombres,
y que me confunda el cielo.
Y ya, Clarindo, comienza.
¿No oyes un confuso estruendo?
Bramar los aires, armados
de relámpagos y truenos.
Uno baja sobre mí
como culebra, esparciendo
círculos de fuego apriesa.
CLARINDO
Pienso que ha perdido el seso.
Quiero seguille el humor.
SANCHO
¡Que me abraso!
CLARINDO
¡Que me quemo!
SANCHO
¿Cogiote el rayo también?
CLARINDO
¿No me ves cenizas hecho?
SANCHO
¡Válgame Dios!
CLARINDO
Sí, señor,
ceniza soy de sarmientos.
SANCHO
Dame una poca, Clarindo,
para que diga «Memento».
CLARINDO
¿Y a ti no te ha herido el rayo?
SANCHO
¿No me ves, Clarindo, vuelto,
como la mujer de Lot,
en piedra sal?
CLARINDO
Quiero verlo.
SANCHO
Tócame.
CLARINDO
Duro y salado
estás.
SANCHO
¿No lo he de estar, necio,
si soy piedra sal aquí?
CLARINDO
Así te gastarás menos.
Mas si eres ya piedra sal,
di, ¿cómo hablas?
SANCHO
Porque tengo
el alma ya encarcelada
en el infierno del cuerpo.
Y tú, si eres ya ceniza,
¿cómo hablas?
CLARINDO
Soy un brasero,
donde, entre cenizas pardas,
el alma es tizón cubierto.
SANCHO
¿Alma tizón tienes? ¡Malo!
CLARINDO
Antes, señor, no es muy bueno.
SANCHO
¿Ya estamos en la otra vida?
CLARINDO
Y pienso que en el infierno.
SANCHO
¿En el infierno, Clarindo?
¿En qué lo ves?
CLARINDO
En que veo,
señor, en aquel castillo
más de mil sastres mintiendo.
SANCHO
Bien dices que en él estamos,
que la Soberbia está ardiendo
sobre esa torre, formada
de arrogantes y soberbios.
Allí veo a la Ambición
tragando abismos de fuego.
CLARINDO
Y más adelante está
una legión de cocheros.
SANCHO
Y andan coches por acá,
destruirase el infierno.
Pero si el infierno es,
¿cómo escribanos no vemos?
CLARINDO
No los quieren recebir,
porque acá no inventen pleitos.
SANCHO
Pues si en él pleitos no hay,
bueno es el infierno.
CLARINDO
Bueno.
SANCHO
¿Qué son aquellos?
CLARINDO
Tahures
sobre una mesa de fuego.
SANCHO
¿Y aquéllos?
CLARINDO
demonios,
que los llevan, señor, presos.
SANCHO
No les basta ser demonios,
sino soplones. ¿Qué es esto?
CLARINDO
Voces de dos mal casados,
que le están pidiendo celos.
SANCHO
Infierno es ese dos veces,
acá y allá padeciendo.
¡Bravo penar, fuerte yugo!
Lástima, por Dios, les tengo.
¿De qué te ries?
CLARINDO
De ver
a un espantado hacer gestos,
señor, aquellos demonios,
porque le han ajado el cuello
y cortado las melenas.
SANCHO
Ese es notable tormento,
sentiralo mucho.
CLARINDO
Allí
la Necesidad, haciendo
cara de hereje, da voces.
SANCHO
Acá y allá padeciendo.
¡Pobre mujer! Disculpados
habían de estar sus yerros,
porque la Necesidad
tiene disculpa en hacerlos,
y no te espantes, Clarindo.
CLARINDO
¡Válgame Dios! Saber quiero
quién es aquel de la pluma.
SANCHO
Aquel, Clarindo, es Homero,
y aquel Virgilio, a quien Dido
la lengua le cortó, en premio
del testimonio y mentira
que le levantó. Aquel viejo
es Horacio, aquel Lucano.
y aquel Ovidio.
CLARINDO
No veo,
señor, entre estos poetas
ninguno de nuestros tiempos;
no veo ahora ninguno
de los sevillanos nuestros.
SANCHO
Si son los mismos demonios,
dime, ¿cómo puedes vellos?
Que allá, en forma de poetas,
andan dándonos tormentos.
CLARINDO
¿Demonios poetas son?
Por Dios, señor, que lo creo,
que aquel demonio de allí,
arrogante y corninegro,
a un poeta amigo mío
se parece, pero es lego;
que los demonios son sabios,
mas este será mostrenco.
Allí está el tirano Honor,
cargado de muchos necios
que por la honra padecen.
SANCHO
Quiérome juntar con ellos.
–Honor, un necio y honrado
viene a ser criado vuestro,
por no exceder vuestras leyes.
–Mal, amigo, lo habéis hecho,
porque el verdadero honor
consiste ya en no tenerlo.
¡A mí me buscáis allá,
y ha mil siglos que estoy muerto!
Dinero, amigo, buscad,
que el honor es el dinero.
¿Qué hicistis? —Quise cumplir
una palabra.— Y riendo
me estoy: ¿palabras cumplís?
Pareceis majadero,
que es ya el no cumplir palabras
bizarría en este tiempo.
—Prometí matar a un hombre,
y le maté, airado, siendo
mi mayor amigo.— Malo.
CLARINDO
No es muy bueno.
SANCHO
No es muy bueno.
—Metelde en un calabozo,
y condénese por necio.
—Honor, su hermana perdí,
y ya en su hacienda padezco.
—No importa.
CLARINDO
¡Válgame Dios!
Si más proseguir le dejo
ha de perder el juicio.
Inventar quiero un enredo.
SANCHO
¿Quién da voces?
CLARINDO
Da voces el Carcerbelo,
portero de este palacio.
—¿No me conocéis?
SANCHO
Sospecho
que sí.
CLARINDO
Y vos, ¿quién sois?
SANCHO
¿Yo?
Un honrado.
CLARINDO
¿Ya acá dentro
estáis? Salid noramala.
SANCHO
¿Qué decís?
CLARINDO
Salid de presto,
que este no es lugar honrado.
Asilde, llevalde preso
al otro mundo, a la cárcel
de Sevilla, por el viento.
—¿Cómo?— Tapados los ojos,
para que vuele sin miedo.
—Ya está tapado.— En sus hombros
luego el Diablo Cojuelo
allá le ponga de un salto.
—¿De un salto? Yo estoy contento.
—Camina, y lleva también
de la mano al compañero.
—Ya estáis en el mundo, amigo,
quedaos a Dios.— Con Dios quedo.
SANCHO
¿A Dios dijo?
CLARINDO
Sí señor, que
este demonio, primero
que lo fuese, fue cristiano,
y bautizado, y gallego
en Cal de Francos.
SANCHO
Parece
que de un éxtasis recuerdo.
¡Válgame Dios! ¡Ay, Estrella,
qué desdichada la tengo
sin vos! Mas si yo os perdí,
este castigo merezco.
ESTRELLA
Luego al preso me entregad.
ALCAIDE
Aquí está, señora, el preso,
y como lo manda el Rey,
en vuestras manos lo entrego.
Señor Sancho Ortiz, su alteza
nos manda que le entreguemos
a esta señora.
ESTRELLA
Señor,
venid conmigo.
SANCHO
y te ofendo con vivir.
a vuestra Alteza, y si tratan
mal vuestra planta divina,
ofenden a vuestra estampa.
Derechas miran a Dios,
y, si se doblan y bajan,
miran al hombre, y a Dios,
en torciéndose, se apartan.
REY
No digo que las torzáis,
sino que equidad se haga
en la justicia.
DON PEDRO
Señor,
la causa de nuestras causas
es vuestra Alteza: en su fiat
penden nuestras esperanzas.
Dalde la vida y no muera,
pues nadie en los reyes manda,
Dios manda en los reyes, Dios
de los Saúles traslada
en los humildes Davies
las coronas soberanas.
REY
Entrad, y ved la sentencia
que da por disculpa, y salga
al suplicio Sancho Ortiz,
como las leyes lo tratan.
(Vos, don Pedro de Guzmán,
escuchadme una palabra
aquí aparte.)
DON PEDRO
Pues, ¿qué es
lo que vuestra Alteza manda?
REY
Dando muerte a Sancho Ortiz
don Pedro, no se restaura
la vida al muerto, y querría,
evitando la desgracia
mayor, que le desterremos
a Gibraltar o a Granada,
donde en mi servicio tenga
una muerte voluntaria.
¿Qué decís?
DON PEDRO
Que soy don Pedro
de Guzmán y a vuestras plantas
me tenéis. Vuestra es mi vida,
vuestra es mi hacienda y espada
y ansí serviros prometo
como el menor de mi casa.
REY
Dadme esos brazos, don Pedro
de Guzmán, que no esperaba
yo de tan gran Guzmán menos.
Id con Dios. Haced que salga
luego Farfán de Ribera.
FARFÁN
Montes la lisonja allana.
Aquí a esos pies estoy.
REY
Farfán de Ribera, estaba
con pena de que muriera
Sancho Ortiz, mas ya se trata
de que en destierro se trueque
la muerte, y será más larga,
porque será mientras viva.
Vuestro parecer me falta
para que así se pronuncie
cosa de más importancia.
FARFÁN
Mande a Farfán de Ribera
vuestra alteza, sin que en nada
repare, que mi lealtad
en servirle no repara
en cosa alguna.
REY
Al fin sois
Ribera en quien vierte el alba
flores de virtudes bellas,
que os guarnecen y acompañan.
Id con Dios.
Bien negocié.
Hoy de la muerte se escapa
Sancho Ortiz, y mi promesa,
sin que se entienda, se salva.
Haré que por general
de alguna frontera vaya,
y lo premio y lo destierro.
DON PEDRO
Ya está, gran señor, firmada
la sentencia, y que la vea
vuestra Alteza solo falta.
REY
Habrá la sentencia sido
como yo la deseaba
de tan nobles caballeros.
FARFÁN
Nuestra lealtad nos ensalza.
REY
«Fallamos y pronunciamos
que le corten en la plaza
la cabeza.»—¿Esta sentencia está sentenciada
es la que traéis firmada?
¿Ansí, villanos, cumplís
a vuestro Rey la palabra?
¡Vive Dios!
FARFÁN
Lo prometido,
con las vidas, y las armas
cumplirá el menor de todos,
como ves, como arrimada
la vara tenga: con ella,
por las potencias humanas,
por la tierra, y por el cielo,
¡que ninguno de ellos haga
cosa mal hecha o mal dicha!
DON PEDRO
Como a vasallos nos manda,
mas como alcaldes mayores,
ni pidas injustas causas,
que aquello es estar sin ellas,
y aquesto es estar sin varas,
y el cabildo de Sevilla
ser quien es.
REY
Bueno está. Basta,
que todos me avergonzáis.
DON ARIAS
Ya esta aquí Estrella, señor.
REY
Ay, Don Arias,
¿qué he de hacer
entre confusiones tantas?
ALCAIDE
Ya Sancho Ortiz está aquí.
SANCHO
Gran señor, ¿por qué no acabas
con la muertea mis desdichas,
con tu rigor, mis desgracias?
Yo maté a Busto Tabera.
Mátame. Muera quien mata.
Haz, señor, misericordia
haciendo justicia.
REY
Aguarda,
¿quién te mandó dar la muerte?
SANCHO
Un papel.
REY
¿De quién?
SANCHO
Si hablara
el papel, él lo dijera,
que es cosa evidente y clara,
mas los papeles rompidos
dan confusas las palabras.
Yo lo sé que di la muerte
al hombre que más amaba,
por haberlo prometido.
Mas aquí a tus pies aguarda
Estrella mi heroica muerte,
y aún no es bastante venganza.
REY
Estrella, yo os he casado
con un grande de mi casa,
mozo, galán, y en Castilla
príncipe y señor de salva,
y en premio de esto pedimos
con su perdón vuestra gracia,
que no es justo que se niegue.
ESTRELLA
Ya, señor, que estoy casada,
vaya libre Sancho Ortiz.
No ejecutes mi venganza.
SANCHO
¿Al fin me das el perdón
porque su Alteza te casa?
ESTRELLA
Sí, por eso te perdono.
SANCHO
¿Y quedas ansí vengada
de mi agravio?
ESTRELLA
Y satisfecha.
SANCHO
Pues porque tus esperanzas
se logren, la vida aceto,
aunque morir deseaba.
REY
Id con Dios.
FARFÁN
Mirad, señor,
que así Sevilla se agravia,
y debe morir.
REY
¿Qué haré,
que me apuran y acobardan
esta gente?
DON ARIAS
Hablad.
REY
Sevilla,
matadme a mí, que fui causa
de esta muerte. Y yo mandé
matalle, y aquesto basta
para su descargo.
SANCHO
Yo solo
ese descargo aguardaba
mi honor, que el Rey me mandó
matarle, que yo una hazaña
tan fiera no cometiera,
si el Rey no me lo mandara.
REY
Digo que es verdad.
FARFÁN
Así
Sevilla se desagravia,
que pues mandastis matalle,
sin duda os daría causa.
REY
Admirado me ha dejado
la nobleza sevillana.
SANCHO
Yo a cumplir salgo el destierro,
cumpliéndome otra palabra
que me distis.
REY
Yo la ofrezo.
SANCHO
Yo dije que aquella dama
por mujer habías de darme
que yo quisiera.
REY
Ansí pasa.
SANCHO
Pues a doña Estrella pido,
y aquí a su divina planta
el perdón de mis errores.
ESTRELLA
Sancho Ortiz, yo estoy casada.
SANCHO
¿Casada?
ESTRELLA
Sí.
SANCHO
Yo soy muerto.
REY
Estrella, esta es mi palabra.
Rey soy, y debo cumplilla.
¿Qué me respondéis?
ESTRELLA
Que se haga
vuestro gusto. Suya soy.
SANCHO
Yo soy suyo.
REY
¿Qué os falta?
SANCHO
Conformidad.
ESTRELLA
Pues esa
jamás podremos hallarla
viviendo juntos.
SANCHO
Lo mismo
digo yo, y por esta causa
desta palabra te absuelvo.
ESTRELLA
Yo ansí de la palabra,
que ver siempre al homicida
de mi hermano en mesa y cama
me ha de dar pena.
SANCHO
Y a mí
estar siempre con la hermana
del que maté injustamente,
queriéndole como al alma.
ESTRELLA
¿Pues libres quedamos?
SANCHO
Sí.
ESTRELLA
Pues a Dios.
SANCHO
A Dios.
REY
Aguarda.
ESTRELLA
Señor, no ha de ser mi esposo
hombre que a mi hermano mata,
aunque le quiero y adoro.
SANCHO
Y yo, señor, por amarla.
no es justicia que lo sea.
REY
¡Brava fe!
DON ARIAS
¡Brava constancia!
CLARINDO
Más me parece locura.
REY
Toda esta gente me espanta.
DON PEDRO
Tiene esta gente Sevilla.
Casarla pienso, y casarla
como merece.
CLARINDO
Y aquí
esta tragedia os consagra
Cardenio, dando a La Estrella
de Sevilla eterna fama,
cuyo prodigioso caso
inmortales bronces guardan.
LA ESTRELLA DE SEVILLA COMEDIA FAMOSA
JORNADA PRIMERA
REY
Muy agradecido estoy
al cuidado de Sevilla,
y conozco que en Castilla
soberano Rey ya soy.
Desde hoy reino, pues desde hoy
Sevilla me honra y ampara,
que es cosa evidente y clara,
y es averiguada ley
que en ella no fuera rey,
si en Sevilla no reinara.
Del gasto y recibimiento,
del aparato en mi entrada,
si no la dejo pagada,
La Estrella de Sevilla, dirección de Alfonso Zurro (2015): Sevilla, siglo XIII. La obra comienza con el rey entrando en
Sevilla de manera triunfal y recibiendo
los honores de los cargos del gobierno de la ciudad.La Estrella de Sevilla, dirección de Alberto González Vergel
(I Festival de Teatro Clásico de Almagro, 1978): Sevilla, siglo XIII. La obra comienza con el rey entrando
en Sevilla de manera triunfal y recibiendo
los honores de los cargos del gobierno de la ciudad.
no puedo quedar contento.
Tendrá mi corte su asiento
en ella, y no es maravilla
que la corte de Castilla
de asiento en Sevilla esté,
que en Castilla reinaré
mientras reinare en Sevilla.
DON PEDRO
Hoy sus alcaldes mayores
agradecidos pedimos
tus pies, porque recebimos
en su nombre tus favores.
Jurados y regidores
ofrecen con voluntad
su riqueza y su lealtad,
y el cabildo lo desea,
con condición que no sea
en daño de tu ciudad.
REY
Yo quedo muy satisfecho.
DON PEDRO
Tus manos nos da a besar.
REY
Id, Sevilla, a descansar,
que en recebirme habéis hecho
como quien sois, y sospecho
que a vuestro amparo he de hacerme
rey de Gibraltar , que duerme
descuidado en las colunas,
y con prósperas fortunas
haré que de mí se acuerde.
FARFÁN
Con su lealtad y su gente
Sevilla en tan alta empresa
le servirá a vuestra alteza,
ofreciendo juntamente
las vidas.
DON ARIAS
Así lo siente
su majestad de los dos,
y satisfecho de vos
queda, [y] de vuestro deseo.
REY
Todo, Sevilla, lo creo,
y lo conozco. Id con Dios.
DON ARIAS
¿Qué te parece, señor,
de Sevilla?
REY
Parecido
me ha tan bien que hoy he sido
solo rey.
DON ARIAS
Mucho mejor,
mereciendo tu favor,
señor, te parecerá
cada día.
REY
Claro está,
que ciudad tan rica y bella,
viviendo de espacio en ella,
más de espacio admirará.
DON ARIAS
El adorno y sus grandezas
de las calles, no sé yo
si Augusto en Roma las vio,
ni tuvo tantas riquezas.
REY
Y las divinas bellezas,
¿por qué en silencio las pasas?
¿Cómo limitas y tasas
sus celajes y arreboles?
Y di, ¿cómo en tantos soles
como Faetón no te abrasas?
DON ARIAS
Doña Leonor de Ribera
todo un cielo parecía,
que de su rostro nacía
el sol de la primavera.
REY
Sol es, si blanca no fuera,
y a un sol con rayos de nieve
poca alabanza se debe,
si en vez de abrasar, enfría.
Sol que abrasase querría,
no sol que helado se bebe.
DON ARIAS
Doña Elvira de Guzmán,
que es la que a su lado estaba
¿qué te pareció?
REY
Que andaba
muy prolijo el alemán,
pues de dos en dos están
juntas las blancas ansí.
DON ARIAS
Un maravedí vi allí.
REY
Aunque amor anda tan franco,
por maravedí tan blanco
no diera un maravedí.
DON ARIAS
Doña Teodora de Castro
es la que viste de verde.
REY
Bien en su rostro se pierde
el marfil y el alabastro.
DON ARIAS
Sacárala Amor de rastro,
si se la quisiera dar,
porque en un buen verde mar
engorda como en favor.
REY
A veces es bestia amor,
y el verde suele tomar.
DON ARIAS
La que te arrojó las rosas
Doña Mencía se llama
Coronel.
REY
Hermosa dama,
mas otras vi más hermosas.
DON ARIAS
Las dos morenas brïosas
que en la siguiente ventana
estaban, eran doña Ana
y doña Beatriz Mejía,
hermanas, con que aun el día
nuevos resplandores gana.
REY
Por Ana es común la una,
y por Beatriz la otra es
sola como el Fénix, pues
jamás le igualó ninguna.
DON ARIAS
La buena o mala fortuna
también se atribuye al nombre.
REY
En amor, y no te asombre,
los nombres con estrañeza
dan calidad y nobleza
al apetito del hombre.
DON ARIAS
La blanca y rubia...
REY
No digas
quién es esa: la mujer
blanca y rubia vendrá a ser
mármol y azófar, y obligas,
como adelante prosigas,
a oír la que me da pena.
Una vi de gracias llena,
y en silencio la has dejado,
que en sola la blanca has dado
y no has dado en la morena.
¿Quién es la que en un balcón
yo con atención miré,
y la gorra le quité
con alguna suspensión?
¿Quién es la que rayos son
sus dos ojos fulminantes,
en abrasar semejantes
a los de Júpiter fuerte,
que están dándome la muerte,
de su rigor ignorantes?
Una que de negro hacía
fuerte competencia al sol,
y al horizonte español
entre ébano amanecía;
una noche, horror del día,
pues de negro luz le daba,
y él, eclipsado, quedaba
un borrón de la luz pura
del sol, pues con su hermosura
sus puras líneas borraba.
DON ARIAS
Ya caigo, señor, en ella.
REY
En la mujer más hermosa
repara, que es justa cosa.
DON ARIAS
Esa la llaman la Estrella
de Sevilla.
REY
Si es más bella
que el sol, ¿cómo así la ofende?
Mas Sevilla no se entiende,
mereciendo su arrebol
llamarse Sol, pues es sol
que vivifica y enciende.
DON ARIAS
Es doña Estrella Tabera
su nombre, y por maravilla
la llama Estrella Sevilla.
REY
¡Y Sol llamarla pudiera!
DON ARIAS
Casarla su hermano espera
en Sevilla, como es justo.
REY
¿Se llama su hermano...?
DON ARIAS
Busto
Tabera, y es regidor
de Sevilla, cuyo honor
a su calidad ajusto.
REY
¿Y es casado?
DON ARIAS
No es casado,
que en la esfera sevillana
es sol, si Estrella es su hermana,
que estrella y sol se han juntado.
REY
En buena estrella he llegado
a Sevilla. Tendré en ella
suerte [y] favor si es tan bella
como la deseo ya.
Todo me sucederá
muy bien con tan buena estrella.
Si tal Estrella me guía,
¿cómo me puedo perder?
Rey soy, y he venido a ver
estrellas a mediodía.
Don Arias, verla querría,
que me ha parecido bien.
DON ARIAS
Si es estrella que a Belén
te guía, señor, no es justo
que hagas a su hermano Busto
bestia del portal también.
REY
¿Qué orden, don Arias, darás
para que la vea y hable?
DON ARIAS
Esta estrella favorable,
a pesar del sol, verás.
A su hermano honrar podrás,
que los más fuertes honores
baten tiros de favores.
Favorécele, que el dar,
deshacer y conquistar
puede imposibles mayores.
Si tú le das y él recibe,
se obliga y, si está obligado,
pagará lo que le has dado;
que al que dan, en bronce escribe.
REY
A llamarle te apercibe,
y dar orden juntamente
como la noche siguiente
vea yo a Estrella en su casa,
epiciclo que me abrasa
con fuego que el alma siente.
Parte, y llámame al hermano.
DON ARIAS
En el Alcázar le vi;
veré, señor, si está allí.
REY
Si hoy este imposible allano,
mi reino pondré en su mano.
DON ARIAS
Yo esta Estrella te daré.
REY
Cielo estrellado seré
en noche apacible y bella,
y solo con una Estrella
más que el sol alumbraré.
DON GONZALO
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Levantad. Por vida mía,
día de tanta alegría
¿venís con tanta tristeza?
DON GONZALO
Murió mi padre.
REY
Perdí
un valiente capitán.
DON GONZALO
Y las fronteras están
sin quien las defienda.
REY
Sí.
Faltó una heroica persona,
y enternecido os escucho.
DON GONZALO
Señor, ha perdido mucho
la frontera de Archidona.
Y puesto, señor, que igual
no ha de haber a su valor,
y que he heredado el honor
de tan fuerte General,
vuestra alteza no permita
que no se me dé el oficio
que ha vacado.
REY
Claro indicio
que en vos siempre se acredita .
Pero la muerte llorad
de vuestro padre y, en tanto
que estáis con luto y con llanto,
en mi corte descansad.
DON GONZALO
Con la mesma pretensión
Fernán Pérez de Medina
viene, y llevar imagina
por servicios el bastón
que en fin adalid ha sido
diez años, y con la espada
los nácares de Granada
de rubíes ha teñido,
y por eso adelantarme
quise.
REY
Yo me veré en ello,
que, supuesto que he de hacello,
quiero en ello consultarme.
FERNÁN
Pienso, gran señor, que llego
tarde a vuestros altos pies;
besarlos quiero, y después...
REY
Fernán Pérez, con sosiego
los pies me podéis besar,
que aun en mis manos está
el oficio, y no se da
tal plaza sin consultar
primero vuestra persona
y otras del reino importantes,
que, siendo en él los Atlantes,
serán rayos de Archidona.
Id, y descansad.
DON GONZALO
Señor,
este memorial os dejo.
La Estrella de Sevilla:Dirección de Alberto González Vergel, 1970
FERNÁN
Y yo el mío, que es espejo
del cristal de mi valor,
donde se verá mi cara
limpia, perfecta, y leal.
DON GONZALO
También el mío es cristal
que hace mi justicia clara.
DON ARIAS
Aquí, gran señor, está
Busto Tabera.
BUSTO
A esos pies
turbado llego, porque es
natural efecto ya
en la presencia del Rey
turbarse el vasallo; y yo,
puesto que esto lo causó,
como es ordinaria ley,
dos veces llego turbado,
porque el hacerme, señor,
este impensado favor
turbación en mí ha causado.
REY
Alzad.
BUSTO
Bien estoy así,
que si el Rey se ha de tratar
como a santo en el altar,
digno lugar escogí.
REY
Vos sois un gran caballero.
BUSTO
De eso he dado a España indicio,
pero, conforme a mi oficio,
señor, los aumentos quiero.
REY
¿Pues yo no os puedo aumentar?
BUSTO
Divinas y humanas leyes
dan potestad a los reyes,
pero no les dan lugar
a los vasallos a ser
con sus reyes atrevidos,
porque con ellos medidos,
gran señor, deben tener
sus deseos; y así yo,
que exceder las leyes veo,
junto a la ley mi deseo.
REY
¿Cuál hombre no deseó
ser más siempre?
BUSTO
Si más fuera,
cubierto me hubiera hoy,
pero si Tabera soy,
no ha de cubrirse Tabera.
REY
(¡Notable filosofía
de honor!)
DON ARIAS
(Capricho el primero
sin segundo.)
REY
Yo no quiero,
Tabera, por vida mía,
que os cubráis hasta aumentar
vuestra persona en oficio
que os dé de este amor indicio,
y así os quiero consultar,
sacándoos de ser Tabera,
por General de Archidona,
que vuestra heroica persona
será rayo en su frontera.
BUSTO
Pues yo, señor, ¿en qué guerra
os he servido?
REY
En la paz
os hallo, Busto, capaz
para defender mi tierra,
tanto, que ahora os prefiero
a estos que servicios tales
muestran por sus memoriales,
que aquí en mi presencia quiero
que leáis y despachéis.
Tres pretenden, que sois vos
y estos dos. Mirad qué dos
competidores tenéis.
BUSTO
«Muy poderoso señor: Don Gonzalo de Ulloa suplica a vuestra alteza le haga merced de la plaza de Capitán General de las fronteras de Archidona, atento que mi padre, estándole sirviendo más tiempo de catorce años, haciendo notables servicios a Dios por vuestra corona, murió en una escaramuza. Pido justicia, &c.»
Si de su padre el valor
ha heredado don Gonzalo,
el oficio le señalo.
BUSTO
«Muy poderoso señor:
La Estrella de Sevilla, Compañía del Teatro Español, dirección de Alberto González
Vergel (1970) : Busto lee los memoriales que le ha entregado el Rey.
Fernán Pérez de Medina
veinte años soldado ha sido,
y a vuestro padre ha servido
y serviros imagina,
con su brazo y con su espada
en propios reinos y estraños.
ha sido adalid diez años
de la Vega de Granada;
ha estado captivo en ella
tres años en ejercicios
cortos , por cuyos oficios,
y por su espada, que en ella
toda su justicia abona,
pide en este memorial
el bastón de General
de los campos de Archidona.»
REY
Decid los vuestros.
BUSTO
No sé
servicio aquí que decir
por donde pueda pedir,
ni por donde se me dé.
Referir de mis pasados
los soberanos blasones,
tantos vencidos pendones,
y castillos conquistados,
pudiera. Pero, señor,
ya por ellos merecieron
honor, y si ellos sirvieron,
no merezco yo su honor.
La justicia, para sello,
ha de ser bien ordenada,
porque es paridad sagrada
que Dios cuelga de un cabello
para que, si a tanto exceso
de una cosa tan sutil,
para que, cayendo en fil,
no se quiebre y dé buen peso.
Dar este oficio es justicia
a uno de los dos aquí,
que, si me le dais a mí,
hacéis, señor, injusticia.
Y aquí en Sevilla, señor,
en cosa no os he obligado,
que en las guerras fui soldado,
y en las paces, regidor.
Y si va a decir verdad,
Fernán Pérez de Medina
merece el cargo, que es dina
de la frontera su edad;
y a don Gonzalo podéis,
que es mozo y cordobés Cid,
hacer, señor, adalid.
REY
Sea, pues , lo que queréis.
BUSTO
Solo quiero, y la razón
y la justicia lo quieren,
darl[e]s a los que sirvieren
debida satisfación.
REY
Basta, que me avergonzáis
con vuestros buenos consejos.
BUSTO
Son mis verdades espejos,
y así en ellas os miráis.
REY
Sois un grande caballero,
y en mi cámara y palacio
quiero que asistáis de espacio,
porque yo conmigo os quiero.
¿Sois casado?
BUSTO
Gran señor,
soy de una hermana marido,
y casarme no he querido
hasta dársele.
REY
Mejor.
Yo, Busto, se le daré.
¿Es su nombre?
BUSTO
Doña Estrella.
REY
[A] Estrella, que será bella,
no sé qué esposo le dé,
si no es el Sol.
BUSTO
Solo un hombre,
señor, para Estrella anhelo,
que no es estrella del cielo.
REY
Yo la casaré en mi nombre
con hombre que la merezca.
BUSTO
Por ello los pies te pido.
REY
Darela, Busto, marido
que a su igual no desmerezca;
y decidle que he de ser
padrino y casamentero,
y que yo dotarla quiero.
BUSTO
Ahora quiero saber,
señor, para qué ocasión
vuestra alteza me ha llamado,
porque me ha puesto en cuidado.
REY
Tenéis, Tabera, razón.
Yo os llamé para un negocio
de Sevilla, y quise hablaros
primero para informaros
de él. Pero la paz y el ocio
nos convida, más de espacio
lo trataremos los dos.
Desde hoy asistidme vos
en mi cámara y palacio.
Id con Dios.
BUSTO
Los pies me dad .
REY
Mis dos brazos, regidor,
os daré.
BUSTO
(Tanto favor...
No entiende mi actividad .
Sospechoso voy: quererme
y sin conocerme honrarme...
Más parece sobornarme,
honor, que favorecerme.)
REY
El hombre es bien entendido,
y tan cuerdo como honrado.
DON ARIAS
De estos honrados me enfado.
¡Cuántos, gran señor, lo han sido
hasta dar con la ocasión!
Sin ella son de estos modos
todos cuerdos; pero todos,
no en todas, señor, lo son.
Aquel murmura hoy de aquel
que el otro ayer murmuró;
que la ley que ejecutó
ejecuta el tiempo en él.
Su honra en una balanza
pone; en otra poner puedes
tus favores y mercedes,
tu lisonja y tu privanza,
y verás, gran señor, cómo
la que agora está tan baja
viene a pesar una paja,
y ella mil marcos de plomo.
REY
Encubierto pienso ver
esta mujer en su casa,
que es sol, pues tanto me abrasa,
aunque Estrella, al parecer.
DON ARIAS
Mira que podrán decir...
REY
Los que reparando están,
amigo, en lo que dirán,
se quieren dejar morir.
Viva yo, y diga Castilla
lo que quisiere decir ,
que Rey, ciego, he de seguir
a la Estrella de Sevilla.
SANCHO
Divino ángel mío,
La Estrella de Sevilla, Compañía del Teatro Español, dirección de Alberto González
Vergel (1970) : Asistimos a una escena amorosa entre Sancho Ortiz y Estrella.
¿cuándo seré tu dueño,
sacando de este empeño
las ansias que te envío?
¿Cuándo el blanco rocío
que vierten mis dos ojos,
sol que alumbrando sales
en conchas de corales,
de que ha formado amor los labios rojos,
con apacibles calmas,
perlas harán que engasten nuestras almas?
¿Cuándo, dichosa Estrella
que como el sol adoro,
a tu epiciclo de oro,
resplandeciente y bella,
la luz que baña y sella
tu cervelo divino,
con rayos de alegría
adornarás el día,
juntándonos amor en solo un sino,
para que emule el cielo
otro Cástor y Pólux en el suelo?
¿Cuándo, en lazos iguales,
nos llamará Castilla
Géminis de Sevilla
con gustos inmortales?
¿Cuándo tendrán mis males
esperanzas de bienes?
¿Cuándo, alegre y dichoso,
me llamaré tu esposo
a pesar de los tiempos que detienes,
que en perezoso turno
caminan con las plantas de Saturno?
ESTRELLA
Si como mis deseos
los tiempos caminaran,
al sol aventajaran
los pasos giganteos,
y mis dulces empleos
celebrara Sevilla
sin envidiar celosa,
amante venturosa,
la regalada y tierna tortolilla,
que con arrullos roncos
En círculos amantes
ayer se enamoraban
do sabes, y se formaban
requiebros ignorantes;
sus picos de diamantes
sus penachos de nieve
dulcemente ofendían,
mas luego los hacían
vaso en que amor sus esperanzas bebe,
pues los picos unidos
se brindaban las almas y sentidos.
SANCHO
¡Ay, cómo te agradece
mi vida esos deseos!
Los etéreos trofeos
de la fama apetece
mi alma y se te ofrece.
ESTRELLA
Yo con ella la vida,
para que viva en ella.
SANCHO
¡Ay, amorosa Estrella,
de fuego y luz vestida!
ESTRELLA
¡Ay, piadoso homicida!
SANCHO
¡Ay, sagrados despojos,
norte en el mar de mis confusos ojos!
CLARINDO
(¿Cómo los dos no damos
de holandas y cambrayes
algunos blandos ayes,
siguiendo a nuestros amos?)
SANCHO
¿No callas?
CLARINDO
Ya callamos.
(¡Ay, hermosa muleta
de mi amante desmayo!
MATILDE
¡Ay, hermano lacayo,
que al son de la almohaza eres poeta!
CLARINDO
¡Ay, mi dicha!
MATILDE
¡Ay, dichoso!
CLARINDO
No tiene tantos ayes un leproso.)
SANCHO
¿Qué dice al fin tu hermano?
ESTRELLA
Que, hechas las escrituras,
tan firmes y seguras,
el casamiento es llano,
y que el darte la mano
unos días dilate
hasta que él se prevenga.
SANCHO
Mi amor quiere que tenga
mísero fin; el tiempo le combate.
Hoy casarme querría,
que da el tiempo mil vueltas cada día.
La mar tranquila y cana
amanece entre leche,
y antes que montes eche
al sol por la mañana,
en círculos de grana
madruga el alba hermosa,
y luego, negra nube
en sus hombros se sube,
vistiéndola con sombra tenebrosa,
y los que fueron riscos
son de nieve gigantes basiliscos.
Penachos de colores
toma un almendro verde,
y en un instante pierde
sus matizadas flores;
cruzan murmuradores
los arroyuelos puros,
y en su argentado suelo
grillos les pone el hielo;
pues si estos de él jamás están seguros,
¿cómo en tanta mudanza
podré tener del tiempo confianza?
ESTRELLA
Si el tiempo se detiene,
habla a mi hermano.
SANCHO
Quiero
hablarle, porque muero
lo que el amor le entretiene.
CLARINDO
Busto Tabera viene.
BUSTO
¡Sancho amigo!
ESTRELLA
¡Ay!, ¿Qué es esto?
SANCHO
¿Vos con melancolía?
BUSTO
Tristeza y alegría
en cuidado me ha puesto.
Éntrate dentro, Estrella.
ESTRELLA
¡Válgame Dios! ¡El tiempo me atropella!
BUSTO
Sancho Ortiz de las Roelas...
SANCHO
¿Ya no me llamáis cuñado?
BUSTO
Un caballo desbocado
me hace correr sin espuelas.
Sabed que el Rey me llamó,
no sé, por Dios, para qué,
que, aunque se lo pregunté,
jamás me lo declaró.
Hacíame general
de Archidona, sin pedillo;
y, a fuerza de resistillo,
no me dio el bastón real.
Hízome al fin...
SANCHO
Proseguid,
que todo eso es alegría.
Decid la melancolía,
y la tristeza decid.
BUSTO
De su cámara me ha hecho.
SANCHO
También es gusto.
BUSTO
Al pesar
vamos.
SANCHO
Que me ha de costar
algún cuidado sospecho.
BUSTO
Díjome que no casara
a Estrella, porque él quería
casarla, y se prefería,
cuando yo no la dotara,
a hacerlo, y dalla marido
a su gusto.
SANCHO
Tú dijiste
que estabas alegre y triste,
mas yo solo el triste he sido.
Pues tú alcanzas las mercedes,
y yo los pesares cojo;
déjame a mí con tu enojo,
y tú el gusto tener puedes,
que en la cámara del Rey,
y bien casada tu hermana,
el tenerle es cosa llana.
Mas no cumples con la ley
de amistad, porque debías
decirle al Rey que ya estaba
casada tu hermana.
BUSTO
Andaba,
entre tantas demasías,
turbado mi entendimiento
que lugar no me dio allí
a decirlo.
SANCHO
Siendo así,
¿no se hará mi casamiento?
BUSTO
Volviendo a informar al Rey
que están hechos los conciertos
y escrituras, serán ciertos
los contratos; que su ley
no ha de atropellar lo justo.
SANCHO
Si el Rey la quiere torcer,
¿quién fuerza le podrá hacer,
habiendo interés o gusto?
BUSTO
Yo le hablaré, y vos también,
pues yo entonces, de turbado,
no le dije lo tratado.
SANCHO
¡Muerte pesares me den!
Bien decía que en el tiempo
no hay instante de firmeza,
y que el llanto y la tristeza
son sombra de pasatiempo.
Y cuando el Rey con violencia
quisiere torcer la ley...
BUSTO
Sancho Ortiz, el Rey es rey:
callar y tener paciencia.
SANCHO
En ocasión tan triste,
¿quién paciencia tendrá, quién sufrimiento?
Tirano, que veniste
a perturbar mi dulce casamiento
con aplauso a Sevilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Bien de don Sancho el Bravo
mereces el renombre, que en las obras
de conocerte acabo;
y pues por tu crueldad tal nombre cobras,
pero Dios las humilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Conjúrese tu gente
y pongan a los hijos de tu hermano
la corona en la frente
con bulas del Pontífice Romano,
y dándoles tu silla,
¡no goces los imperios de Castilla!
De Sevilla salgamos;
vamos a Gibraltar, donde las vidas
en su riesgo perdamos.
CLARINDO
Sin ir allá las damos por perdidas.
SANCHO
Con Estrella tan bella,
¿cómo vengo a tener tan mala estrella?
Mas, ¡ay!, que es rigurosa,
y en mí son sus efectos desdichados.
CLARINDO
Por esta estrella hermosa
morimos como huevos estrellados.
¡Mejor fuera en tortilla!
SANCHO
¡No goces los imperios de Castilla!
REY
Decid cómo estoy aquí.
DON ARIAS
Ya lo saben, y a la puerta
a recebirte, señor,
sale don Busto Tabera.
BUSTO
¡Tal merced, tanto favor!
¿En mi casa vuestra alteza?
REY
Por Sevilla así embozado
salí, con gusto de verla;
y me dijeron pasando
que eran vuestras casas estas,
y quise verlas, que dicen
que son en estremo buenas.
BUSTO
Son casas de un escudero.
REY
Entremos.
BUSTO
Señor, son hechas
para mi humildad, y vos
no podéis caber en ellas,
que para tan gran señor
se cortaron muy estrechas
y no os vendrán bien sus salas,
que son, gran señor, pequeñas,
porque su mucha humildad
no aspira a tanta soberbia.
Fuera, señor, de que en casa
tengo una hermosa doncella
solamente, que la caso
ya con escrituras hechas,
y no será bien notado
en Sevilla cuando sepan
que a visitarla venís.
REY
No vengo, Busto, por ella;
por vos vengo.
BUSTO
Gran señor,
notable merced es esta;
y si aquí por mí venís,
no es justo que os obedezca,
que será descortesía
que a visitar su Rey venga
al vasallo, y que el vasallo
lo permita y lo consienta.
Crïado y vasallo soy,
y es más razón que yo os vea,
ya que me queréis honrar,
en el Alcázar, que afrentan
muchas veces las mercedes
cuando vienen con sospecha.
REY
¿Sospecha? ¿De qué?
BUSTO
Dirán,
puesto que al contrario sea,
que venistes a mi casa
por ver a mi hermana; y puesta
en buena opinión su fama,
está a pique de perderla,
que el honor es cristal puro
que con un soplo se quiebra.
REY
Ya que estoy aquí, un negocio
comunicaros quisiera.
Entremos.
BUSTO
Por el camino
será, si me dais licencia,
que no tengo apercebida
la casa.
REY
(Gran resistencia
nos hace.
DON ARIAS
Llevarle importa,
que yo quedaré con ella,
y en tu nombre la hablaré.
REY
Habla paso, no te entienda,
que tiene todo su honor
este necio en las orejas.
DON ARIAS
Arracadas muy pesadas
de las orejas se cuelgan:
el peso las romperá.)
REY
¡Basta! No quiero por fuerza
ver vuestra casa.
BUSTO
Señor,
en casando a doña Estrella,
con el adorno que es justo
la verá.
DON ARIAS
Esos coches llegan.
REY
Ocupad, Busto, un estribo.
BUSTO
A pie, si me dais licencia,
he de ir .
REY
El coche es mío,
y mando yo en él.
DON ARIAS
Ya esperan
los coches.
REY
Guíen al Alcázar.
BUSTO
Muchas mercedes son estas,
y gran favor el Rey me hace.
¡Plegue a Dios que por bien sea!
ESTRELLA
¿Qué es lo que dices, Matilde?
MATILDE
Que era el Rey, señora.
DON ARIAS
Él era,
y no es mucho que los reyes
siguiendo una estrella vengan.
A vuestra casa venía
buscando tanta belleza,
que si el Rey lo es de Castilla,
vos de la beldad sois reina.
El rey don Sancho, a quien llaman,
por su invicta fortaleza,
el Bravo el vulgo, y los moros,
porque de su nombre tiemblan,
el Fuerte, y sus altas obras
el Sacro y Augusto César,
que los laureles romanos
con sus hazañas afrenta,
esa divina hermosura
vio en un balcón, competencia
de los palacios del alba
cuando en rosas y azucenas
medio dormidas las aves
la madrugan, y recuerdan
y, del desvelo llorosa,
vierte racimos de perlas.
Mandome que de Castilla
las riquezas te ofreciera,
aunque son para tus gracias
limitadas las riquezas;
que su voluntad admitas,
que, si la admites y premias,
serás de Sevilla el sol,
si has sido hasta aquí la estrella.
Darate villas, ciudades,
de quien serás ricahembra,
y darate a un ricohombre
por esposo, con quien seas
corona de tus pasados
y aumento de tus Taberas.
¿Qué respondes?
ESTRELLA
¿Qué respondo?
Lo que ves.
DON ARIAS
Aguarda, espera...
ESTRELLA
A tan livianos recados
da mi espalda la respuesta.
DON ARIAS
¡Notable valor de hermanos!
Los dos suspenso me dejan:
la gentilidad romana
Sevilla en los dos celebra.
Parece cosa imposible
que el Rey los contraste y venza,
pero porfía y poder
talan montes, rompen peñas.
Hablar quiero a esta crïada,
que las dádivas son puertas
para conseguir favores
de las Porcias y Lucrecias.
¿Eres crïada de casa?
MATILDE
Crïada soy, mas por fuerza.
DON ARIAS
¿Cómo por fuerza?
MATILDE
Que soy
esclava.
DON ARIAS
¿Esclava?
MATILDE
Y sujeta,
sin la santa libertad,
a muerte y prisión perpetua.
DON ARIAS
Pues yo haré que el Rey te libre
y mil ducados de renta
con la libertad te dé,
si en su servicio te empleas.
MATILDE
Por la libertad y el oro
no habrá maldad que no emprenda;
mira lo que puedo hacer,
que lo haré, como yo pueda.
DON ARIAS
Tú has de dar al Rey entrada
en casa esta noche.
MATILDE
Abiertas
todas las puertas tendrá,
como cumplas la promesa.
DON ARIAS
Una cédula del Rey
con su firma, y de su letra,
antes que entre te daré.
MATILDE
Pues yo le pondré en la mesma
cama de Estrella esta noche.
DON ARIAS
¿A qué hora Busto se acuesta?
MATILDE
Al alba viene a acostarse.
Todas las noches requiebra,
que este descuido en los hombres
infinitas honras cuesta.
DON ARIAS
¿Y a qué hora te parece
que venga el Rey?
MATILDE
Señor, venga
a las once, que ya entonces
estará acostada.
DON ARIAS
Lleva
esta esmeralda en memoria
de las mercedes que esperas
del Rey.
MATILDE
Que no hay para qué.
DON ARIAS
No quiero que te parezcas
a los médicos.
MATILDE
Por oro,
¿qué monte tendrá firmeza?
El oro ha sido en el mundo
el que los males engendra,
porque si él faltara, es claro
no hubiera infamias ni afrentas.
DON MANUEL
Goce vuestra señoría
la llave y cámara, y vea
el aumento que desea.
BUSTO
Saber pagalle querría
a su alteza la merced
que me hace sin merecella.
ÍÑIGO
Mucho merecéis, y en ella,
que no se engaña, creed,
el Rey.
BUSTO
Su llave me ha dado,
puerta me hace de su cielo,
aunque me amenaza el suelo
viéndome tan levantado;
que como impensadamente
tantas mercedes me ha hecho,
que se ha de mudar sospecho
el que honra tan de repente.
Mas, conservando mi honor,
si a lo que he sido me humilla,
vendré a quedarme en Sevilla
veinticuatro y regidor.
ÍÑIGO
¿Quién es de guarda?
DON MANUEL
Ninguno
de los tres.
ÍÑIGO
Pues yo quisiera
holgarme.
DON MANUEL
Busto Tabera,
si tenéis requiebro alguno,
esta noche nos llevad,
y la espalda os guardaremos.
BUSTO
Si queréis que visitemos
lo común de la ciudad,
ya os llevaré donde halléis
concetos y vocería,
y dulce filosofía
de amor.
DON MANUEL
Merced nos haréis.
DON ARIAS
A recoger, caballeros,
que quiere el Rey escribir.
DON MANUEL
Vamos, pues, a divertir
la noche.
REY
¿Que sus luceros
esta noche he de gozar,
don Arias?
DON ARIAS
[Sí.] La esclavilla
es estremada.
REY
Castilla
estatuas le ha de labrar.
DON ARIAS
Una cédula has de hacella.
REY
Ven, don Arias, a ordenalla,
que no dudaré en firmalla,
como mi amor lo atropella.
DON ARIAS
¡Buena queda la esclavilla,
a fe de noble!
REY
Recelo
que me vende el sol del cielo
en la Estrella de Sevilla.
JORNADA SEGUNDA
MATILDE
Solo será más seguro,
que todos reposan ya.
REY
¿Y Estrella?
MATILDE
Durmiendo está,
y el cuarto en que duerme, oscuro.
REY
Aunque decillo bastaba,
este es, mujer, el papel,
con la libertad en él;
que yo le daré otra esclava
a Busto.
DON ARIAS
El dinero y todo
va en él.
MATILDE
Dadme vuestros pies.
DON ARIAS
Todos con el interés
son, señor, de un mismo modo.
REY
Divina cosa es reinar.
DON ARIAS
¿Quién lo puede resistir?
REY
Al fin, solo he de subir,
para más disimular.
DON ARIAS
¿Solo te aventuras?
REY
Pues,
¿por qué espumosos remolcos
por manzanas paso a Colcos?
Busto mi vasallo es.
¿No es su casa esta en que estoy?
Pues, dime, ¿a qué me aventuro?
Y cuando no esté seguro,
¿conmigo mismo no voy?
Vete.
DON ARIAS
¿Dónde aguardaré?
REY
Desviado de la calle,
en parte donde te halle,
DON ARIAS
En San Marcos entraré.
Calle Bustos Tavera:La calle Bustos Tavera, antes conocida como calle Real, se sitúa junto a la iglesia
de San Marcos. Calle Bustos Tavera, junto a la Iglesia de San Marcos (Sevilla):
REY
¿A qué hora Busto vendrá?
MATILDE
Viene siempre cuando al alba
los pájaros hacen salva,
y abierta la puerta está
hasta que él viene.
REY
El amor
me alienta a tan alta empresa.
MATILDE
Busque tras mí vuestra alteza
lo escuro del corredor,
que así llegará a sus bellas
luces.
REY
Mira mis locuras,
pues los dos, ciegos y a escuras,
vamos a caza de estrellas.
MATILDE
¿Qué estrella al sol no se humilla?
REY
Aunque soy don Sancho el Bravo,
venero en el cielo octavo
esta Estrella de Sevilla.
BUSTO
Esta es mi posada.
ÍÑIGO
A Dios.
BUSTO
Es temprano para mí.
DON MANUEL
No habéis de pasar de aquí.
BUSTO
Basta.
ÍÑIGO
Tenemos los dos
cierta visita que hacer.
BUSTO
¿Qué os pareció Feliciana?
DON MANUEL
En el Alcázar mañana,
amigo, en esa mujer
hablaremos, que es figura
muy digna de celebrar.
BUSTO
Temprano me entro a acostar;
toda la casa está obscura.
¿No hay un paje? ¡Hola, Luján!
¡Osorio! ¡Juanico! ¡Andrés!
Todos duermen. ¡Justa! ¡Inés!
También ellas dormirán.
¡Matilde! También la esclava
se ha dormido; es dios el sueño,
y de los sentidos dueño.
MATILDE
Pienso que es el que llamaba
mi señor. Perdida soy.
REY
¿No dijiste que venía
al alba?
MATILDE
¡Desdicha es mía!
BUSTO
¡Matilde!
MATILDE
¡Ay, Dios! Yo me voy.
REY
No tengas pena.
BUSTO
¿Quién es?
REY
Un hombre
BUSTO
¡A estas horas hombre,
y en mi casa! Diga el nombre.
REY
Aparta.
BUSTO
No sois cortés;
y si pasa, ha de pasar
por la punta de esta espada;
que, aunque esta casa es sagrada,
la tengo de profanar.
REY
¡Ten la espada!
BUSTO
¿Qué es tener,
cuando el cuarto de mi hermana
de esta suerte se profana?
Quién sois tengo de saber,
o aquí os tengo de matar.
REY
Hombre de importancia soy,
¡déjame!
BUSTO
En mi casa estoy,
y en ella yo he de mandar.
REY
Déjame pasar, advierte
que soy hombre bien nacido;
y, aunque a tu casa he venido,
no es mi intención ofenderte,
sino aumentar más tu honor.
BUSTO
¿El honor así se aumenta?
REY
¡Corre tu honor por mi cuenta!
BUSTO
Por esta espada es mejor.
Y si mi honor procuráis,
¿cómo embozado venís?
¿Honrándome os encubrís?
¿Dándome honor os tapáis?
Vuestro temor os convenza,
cómo averiguado está,
que ninguno que honra da
tiene de dalla vergüenza.
¡Meted mano o vive Dios
que os mate!
REY
¡Necio apurar!
BUSTO
Aquí os tengo de matar
o me habéis de matar vos.
REY
(Direle quién soy.) Detente,
que soy el Rey.
BUSTO
(¡Es engaño!
¿El Rey procura mi daño,
solo, embozado y sin gente?)
No puede ser, y a su alteza,
aquí, villano, ofendéis,
pues defecto en él ponéis,
que es una estraña bajeza.
¿El Rey había de estar
sus vasallos ofendiendo?
De nuevo de esto me ofendo,
por esto os he de matar,
aunque más me porfiéis;
y ya que a mí me ofendéis,
no en su grandeza pongáis
tal defecto, pues sabéis
que sacras y humanas leyes
condenan a culpa estrecha
al que imagina o sospecha
cosa indigna de los reyes.
REY
(¡Qué notable apurar de hombre!)
Hombre, digo que el Rey soy.
BUSTO
Menos crédito te doy,
porque aquí no viene el nombre
de rey con las obras, pues
es el rey el que da honor;
tú buscas mi deshonor.
REY
(Este es necio y descortés.
¿Qué he de hacer?)
BUSTO
(El embozado
es el Rey, no hay que dudar,
quiérole dejar pasar,
y saber si me ha afrentado
luego, que el alma me incita
la cólera y el furor,
que es como censo el honor,
que aun el que le da, le quita.)
Pasa, cualquiera que seas,
y otra vez al Rey no infames,
ni el Rey, villano, te llames
cuando haces hazañas feas.
Mira que el Rey mi señor,
del África horror y espanto,
es cristianísimo y santo,
y ofendes tanto valor.
La llave me ha confiado
de su casa, y no podía
venir sin llave a la mía
cuando la suya me ha dado.
Y no atropelléis la ley,
mirad que es hombre en efeto,
esto os digo, y os respecto
porque os fingisteis el Rey.
Y de verme no os asombre
cuerdo, aunque quedo afrentado,
que un vasallo está obligado
a tener respecto al nombre.
Esto, don Busto Tabera
aquí os lo dice y, por Dios,
que como lo dice a vos
a él mismo se lo dijera.
Y sin más atropellallos
contra Dios y contra ley,
así aprenderá a ser Rey
del honor de sus vasallos.
REY
Ya no lo puedo sufrir,
que estoy confuso y corrido:
¡Necio!, ¿porque me he fingido
el Rey me dejas salir?
Pues advierte que yo quiero,
porque dije que lo era,
salir de aquesta manera;
que, si libertad adquiero
porque aquí Rey me llamé,
y en mí respectas el nombre,
porque te admire y asombre,
en las obras lo seré.
Muere, villano, que aquí
aliento el nombre me da
de Rey, y él te matará.
BUSTO
Solo mi honor reina en mí.
CRIADOS
¿Qué es esto?
REY
(Escaparme quiero,
antes de ser conocido.
De este villano ofendido
voy, pero vengarme espero.)
CRIADOS
Huyó quien tu afrenta trata.
BUSTO
Seguidle, dadle el castigo...
Dejadle, que al enemigo
se ha de hacer puente de plata.
Si huye, la gloria es notoria
que se alcanza sin seguir,
que el vencido con hüir
da al vencedor la vitoria.
Cuánto más que este que huyó,
más por no ser conocido
huye que por ser vencido,
porque nadie le venció.
Dadle una luz a Matilde,
y entraos vosotros allá.
(Esta me vende, que está
avergonzada y humilde.
La verdad he de sacar
con una mentira cierta.)
Cierra de golpe esa puerta.
Aquí os tengo de matar;
todo el caso me ha contado
el Rey.
MATILDE
(Si el Rey no guardó
el secreto, ¿cómo yo,
con tan infelice estado,
lo puedo guardar?) Señor,
todo lo que el Rey te dijo
es verdad.
BUSTO
(Ya aquí colijo
los defectos de mi honor.)
¿Que tú, al fin, al Rey le diste
entrada?
MATILDE
Me prometió
la libertad; y así yo,
por ella, como tú viste,
hasta este mesmo lugar
le metí.
BUSTO
Y di, ¿sabe Estrella
algo de esto?
MATILDE
Pienso que ella
en sus rayos a abrasar
me viniera, si entendiera
mi concierto.
BUSTO
Cosa es clara,
porque, si acaso enturbiara
la luz, Estrella no fuera.
MATILDE
No permite su arrebol
eclipse, ni sombra obscura,
que es su luz, brillante y pura,
participada del sol.
A su cámara llegó;
y dándome este papel
entró el Rey, y tú tras él.
BUSTO
¿Cómo? ¿Este papel te dio?
MATILDE
Con mil ducados de renta,
y la libertad.
BUSTO
(¡Favor
grande! ¡A costa de mi honor!
¡Bien me engrandece y aumenta!)
Ven conmigo.
MATILDE
¿Dónde voy?
BUSTO
Vas a que te vea el Rey,
que así cumplo con la ley
y obligación en que estoy.
MATILDE
¡Ay, desdichada esclavilla!
BUSTO
Si el Rey la quiso eclipsar,
fama a España ha de quedar
de la Estrella de Sevilla.
REY
Esto, al fin, me ha sucedido.
DON ARIAS
Quisiste entrar solo.
REY
Ha andado
tan necio y tan atrevido,
que vengo, amigo, afrentado;
que sé que me ha conocido.
Metió mano para mí
con equívocas razones
y, aunque más me resistí,
las naturales acciones
con que como hombre nací,
del decoro me sacaron
que pide mi majestad.
Doy sobre él; pero llegaron
con luces, que la verdad
dijeran que imaginaron,
si la espalda no volviera,
temiendo el ser conocido;
y vengo de esta manera.
Lo que ves me ha sucedido,
Arias, con Busto Tabera.
DON ARIAS
Pague con muerte el disgusto;
degüéllale, vea el sol,
naciendo, el castigo justo,
pues en el orbe español
no hay más leyes que tu gusto.
REY
Matarle públicamente,
Arias, es yerro mayor.
DON ARIAS
Causa tendrás suficiente,
que en Sevilla es regidor,
y el más sabio y más prudente
no deja, señor, de hacer
algún delito, llevado
de la ambición y el poder.
REY
Es tan cuerdo y tan mirado,
que culpa no ha de tener.
DON ARIAS
Pues hazle, señor, matar
en secreto.
REY
Eso sí.
Mas ¿de quién podré fiar
este secreto?
DON ARIAS
De mí.
REY
No te quiero aventurar.
DON ARIAS
Pues yo darte un hombre quiero,
valeroso y gran soldado
como insigne caballero,
de quien el moro ha temblado
en el obelisco fiero
de Gibraltar, donde ha sido
muchas veces capitán,
victorioso y no vencido;
y hoy en Sevilla le dan,
por gallardo y atrevido,
el lugar primero, que es
de militares escuelas
el sol.
REY
¿Su nombre cómo es?
DON ARIAS
Sancho Ortiz de las Roelas,
y el Cid andaluz después.
Este le dará la muerte,
señor, con facilidad,
que es bravo, robusto y fuerte,
y tiene en esta ciudad
superior ventura y suerte.
REY
Ese al momento me llama,
pues ya quiere amanecer.
DON ARIAS
Ven a acostarte.
REY
¿Qué cama,
Arias, puede apetecer
quien está ofendido y ama?
Ese hombre llama al momento.
DON ARIAS
En el Alcázar está
un bulto pendiente al viento.
REY
¿Bulto, dices? ¿Qué será?
DON ARIAS
No será sin fundamento.
Llega, llega, Arias, a ver
lo que es.
DON ARIAS
Es mujer colgada.
REY
¿Mujer dices?
DON ARIAS
Es mujer.
REY
¿Mujer?
DON ARIAS
Y está ahorcada,
con que no lo viene a ser.
REY
Mira quién es.
DON ARIAS
¡La esclavilla,
con el papel en las manos!
REY
¿Hay tal rabia?
DON ARIAS
¿Hay tal mancilla?
REY
Mataré a los dos hermanos,
si se alborota Sevilla.
ARIAS
Mándala luego quitar,
y con decoro y secreto
también se puede enterrar.
REY
¿Ansí se pierde el respeto
a un Rey? No me ha de quedar,
no más que si arenas fuera,
de este linaje ninguno;
en Sevilla, gente fiera,
a mis manos, uno a uno,
no ha de quedar un Tabera;
esta Estrella, que al sol brilla,
en Sevilla ha de caer.
DON ARIAS
Si cae, no es maravilla
que la abrase.
REY
Se ha de arder
hoy, con su Estrella, Sevilla.
ESTRELLA
¿Qué es esto?
BUSTO
Echa ese marco.
ESTRELLA
Apenas el sol dormido
por los balcones del alba
sale pisando zafiros,
¿y me levantas del lecho
solo, triste y afligido?
¿Confuso estás y turbado?
Dime, ¿has visto algún delito
en que cómplice yo sea?
BUSTO
Tú me dirás si lo has sido.
ESTRELLA
¿Yo? ¿Qué dices? ¿Estás loco?
Dime si has perdido el juicio.
¿Yo delito? Mas ya entiendo
que tú lo has hecho en decillo,
pues solo con preguntallo
contra mí lo has cometido.
¿Si he hecho delitos, preguntas?
No de ti, de mí me admiro;
mas por decirte que sí,
lo quiero hacer en sufrillo.
¿No me conoces? ¿No sabes
quién soy? ¿En mi boca has visto
palabras desenlazadas
del honor con que las rijo?
¿Has visto alegres mis ojos
de la cárcel de sus vidrios
desatar rayos al aire,
lisonjeros y lacivos?
¿En las manos de algún hombre
viste algún papel escrito
de la mía? ¿Has visto hablando,
dime, algún hombre conmigo?
Porque si no has visto nada
que me pueda ser indicio,
¿Qué delito puede haber?
BUSTO
Sin ocasión no lo digo.
ESTRELLA
¿Sin ocasión?
BUSTO
¡Ay, Estrella!,
que esta noche en casa...
ESTRELLA
Dilo,
que si estuviere culpada,
luego me ofrezco al suplicio.
¿Qué hubo esta noche en mi casa?
BUSTO
Esta noche fue epiciclo
del Sol, que en ella esta noche
se trocó de estrella el signo.
ESTRELLA
Las llanezas del honor
no con astrólogo estilo
se han de decir. Habla claro,
y deja en sus zonas cinco
el Sol, que, aunque Estrella soy,
yo por el sol no me rijo,
que son las suyas errantes,
y yo Estrella fija he sido
en el cielo de mi honor,
de quien los rayos recibo.
BUSTO
Cuando partía la noche
con sus destemplados giros,
entre domésticas aves
los gallos olvidadizos,
rompiendo el mudo silencio
con su canoro sonido
la campana de Las Cuevas,
lisonja del cielo empíreo,
entré en casa y topé en ella
cerca de tu cuarto mismo,
al Rey, solo y embozado.
ESTRELLA
¿Qué dices?
BUSTO
Verdad te digo.
Mira, Estrella, a aquestas horas
a qué pudo haber venido
el Rey a mi casa, solo,
si por Estrella no vino;
que de noche las estrellas
son de los cielos jacintos,
y a estas horas las buscaban
los astrólogos egipcios.
Matilde con él estaba,
que a los pasos y al rüido
se oyó; que, aunque a obscuras era,
la vio el honor, lince mío .
Metí mano, y «¿quién va?», dije.
Respondió: «Un hombre», y embisto
con él, y él, de mi apartado,
que era el Rey, Estrella, dijo.
Y, aunque le conocí luego,
híceme desentendido
en conocelle, que el cielo
darme sufrimiento quiso.
Embistiome como Rey,
enojado y ofendido;
que un Rey que embiste enojado
se trae su valor consigo.
Salieron pajes con luces,
y entonces, por no ser visto,
volvió la espalda, y no pudo
ser de nadie conocido.
Conjuré a la esclava, y ella,
sin mostralle de Dionisio
los tormentos, confesó
las verdades, sin martirio.
Firmada la libertad
le dio en un papel que le hizo
el Rey, que ha sido el proceso
en que sus culpas fulmino.
Saquela de casa luego,
porque su aliento nocivo
no sembrara deshonor
por los nobles edificios;
que es un crïado, si es malo,
en la casa un basilisco;
si con lisonjas y halagos,
engañoso cocodrilo.
Cogila a la puerta y luego,
puesta en los hombros, camino
al Alcázar, y en sus rejas
la colgué por su delito;
que quiero que el Rey conozca
que hay Brutos contra Tarquinos
en Sevilla, y que hay vasallos
honrados y bien nacidos.
Esto me ha pasado, Estrella,
nuestro honor está a peligro;
yo he de ausentarme por fuerza,
y es fuerza darte marido.
Sancho Ortiz lo ha de ser tuyo,
que con su amparo te libro
del rigor del Rey, y yo
libre, me pongo en camino.
Yo le voy a buscar luego,
porque así mi honor redimo,
y el nombre de los Taberas
contra el tiempo resucito.
ESTRELLA
¡Ay, Busto! Dame esa mano
por el favor recebido
que me has hecho.
BUSTO
Hoy has de serlo,
y así, Estrella, te apercibo
su esposa; guarda silencio,
porque importa al honor mío.
ESTRELLA
¡Ay, Amor, y qué ventura!
Ya estás de la venda asido;
no te has de librar. Mas ¿quién
sacó el fin por el principio,
si entre la taza y la boca
un sabio temió el peligro?
DON ARIAS
Ya en la antecámara aguarda
Sancho Ortiz de las Roelas.
REY
[................................... -arda]
Todo el amor es cautelas:
ya la piedad me acobarda.
En este papel sellado
traigo su nombre y su muerte,
y en este, que yo he mandado
matarle; de aquesta suerte
él quedará disculpado.
Hazle entrar y echa a la puerta
la loba y tú no entres.
DON ARIAS
¿No?
REY
No, porque quiero que advierta
que sé este secreto yo
solamente; que concierta
la venganza en mi deseo
más acomodada así.
DON ARIAS
Voy a llamarle.
REY
Ya veo,
amor, que no es este en mí
alto y glorioso trofeo;
mas disculparme podrán
mil prodigiosas historias
que en vivos bronces están,
y este exceso entre mil glorias
los tiempos disculparán.
SANCHO
Vuestra alteza a mis dos labios
les conceda los dos pies.
REY
Alzad, que os hiciera agravios.
Alzad.
SANCHO
Señor...
REY
(Galán es.)
SANCHO
Los filósofos más sabios,
y más dulces oradores,
en la presencia real
sus retóricas colores
pierden; y en grandeza igual,
y en tan inmensos favores,
no es mucho que yo, señor,
me turbe, no siendo aquí
retórico ni orador.
REY
Pues, decid, ¿qué veis en mí?
SANCHO
La majestad y el valor,
y, al fin, una imagen veo
de Dios, pues le imita el Rey;
y después de él, en vos creo,
a vuestra cesárea ley,
gran señor, aquí me empleo.
REY
¿Cómo estáis?
SANCHO
Nunca me he visto
tan honrado como estoy,
pues a vuestro lado asisto.
REY
Pues aficionado os soy
por prudente, y por bienquisto
y por valiente soldado,
y por hombre de secreto,
que es lo que más he estimado.
SANCHO
Señor, de mí tal conceto...
Vuestra alteza más me ha honrado,
que las partes que me dais
sin tenellas, sustenellas
tengo, por lo que me honráis.
REY
Son las virtudes estrellas.
SANCHO
(Si en la Estrella me tocáis,
ciertas son mis desventuras;
honrándome el Rey me ofende;
no son sus honras seguras,
pues sospecho que pretende
dejarme sin ella a escuras).
REY
Porque estaréis con cuidado,
codicioso de saber
para lo que os he llamado,
decíroslo quiero, y ver
que en vos tengo un gran soldado.
A mí me importa matar
en secreto a un hombre, y quiero
este caso confiar
solo de vos, que os prefiero
a todos los del lugar.
SANCHO
¿Está culpado?
REY
Sí está.
SANCHO
Pues ¿cómo muerte en secreto
a un culpado se le da?
Poner su muerte en efeto
públicamente podrá
vuestra justicia, sin dalle
muerte en secreto, que así
vos os culpáis en culpalle,
pues dais a entender que aquí
sin culpa mandáis matalle;
y dalle muerte, señor,
sin culpa, no es justa ley,
sino bárbaro rigor;
y un Rey, solo por ser Rey,
se ha de respetar mejor.
Que si un brazo poderoso
no se vence en lo que puede,
siempre será riguroso,
y es bien que enfrenado quede
con el afecto piadoso.
¿Qué hace un poderoso en dar
muerte a un humilde, despojos
de sus pies, sino triunfar
de las pasiones y enojos
con que le mandó matar?
Si ese humilde os ha ofendido
en leve culpa, señor,
que le perdonéis os pido.
REY
Para su procurador,
Sancho Ortiz, no habéis venido,
sino para dalle muerte;
y pues se la mando dar,
escondiendo el brazo fuerte,
debe a mi honor importar
matarle de aquesta suerte.
¿Merece el que ha cometido
crimen les[a]e muerte?
SANCHO
En fuego.
REY
¿Y si crimen les[a]e ha sido
el de este?
SANCHO
Que muera luego,
a voces, señor, os pido,
aunque él mi hermano sea,
o sea deudo o amigo,
que en el corazón se emplea,
el riguroso castigo
que tu autoridad desea.
Y si es así la daré,
señor, a mi mismo hermano,
y en nada repararé.
REY
Dadme esa palabra y mano.
SANCHO
Y en ella el alma y la fe.
REY
Hallándole descuidado
puedes matarle.
SANCHO
Señor,
siendo Roela y soldado
¿me quieres hacer traidor?
¿Yo, muerte en caso pensado?
Cuerpo a cuerpo he de matalle
donde Sevilla lo vea,
en la plaza o en la calle,
que al que mata y no pelea
nadie puede disculpalle,
y gana más el que muere
a traición que el que le mata,
que el muerto opinión adquiere,
y el vivo, con cuantos trata,
su alevosía refiere.
REY
Matadle como queráis,
que este papel, para abono,
de mí firmado lleváis,
por donde, Sancho, os perdono
cualquier delito que hagáis.
Referidlo.
SANCHO
Dice así:
«Al que ese papel advierte,
Sancho Ortiz, luego por mí
y en mi nombre dadle muerte,
que yo por vos salgo aquí;
y si os halláis en aprieto,
por este papel firmado
sacaros de él os prometo.
Yo, el Rey». Estoy admirado
de que tan poco conceto
tenga de mí vuestra alteza.
¡Yo cédula! ¡Yo papel!
Tratadme con más llaneza,
que más en vos que no en él
confía aquí mi nobleza.
Si vuestras palabras cobran
valor, que los montes labra,
y ellas cuanto dicen obran,
dándome aquí la palabra,
señor, los papeles sobran.
A la palabra remito
la cédula que me dais,
con que a vengaros me incito,
porque donde vos estáis
es excusado lo escrito.
Rompedlo, porque sin él
la muerte le solicita
mejor, señor, que con él,
que en parte desacredita
vuestra palabra el papel.
Sin papel, señor, aquí
nos obligamos los dos,
y prometemos así,
yo, de vengaros a vos,
y vos, de librarme a mí;
y si es así, no hay que hacer
cédulas, que estorbo han sido;
yo os voy luego a obedecer,
y solo por premio os pido
para esposa la mujer
que yo eligiere.
REY
Aunque sea
ricafembra de Castilla,
os la concedo.
SANCHO
Posea
vuestro pie la alarbe silla;
el mar los castillos vea
gloriosos y dilatados
por sus trópicos ardientes
y por sus climas helados.
REY
Vuestros hechos excelentes,
Sancho, quedarán premiados.
En este papel va el nombre
del hombre que ha de morir;
cuando lo abráis, no os asombre;
mirad que he oído decir
en Sevilla que es muy hombre.
SANCHO
Presto, señor, lo sabremos.
REY
Los dos, Sancho, solamente,
este secreto sabemos;
no hay que advertiros, prudente
sois vos; obrad y callemos.
CLARINDO
¿Había de encontrarte,
cuando nuevas tan dulces vengo a darte?
Dame, señor, albricias
de las glorias mayores que codicias.
SANCHO
¿Agora de humor vienes?
CLARINDO
¿Cómo el alma en albricias no previenes?
SANCHO
¿Cúyo es éste?
CLARINDO
De Estrella,
que estaba más que el sol hermosa y bella,
cuando por la mañana
forma círculos de oro en leche y grana.
Mandome que te diera
este papel y albricias te pidiera.
SANCHO
¿De qué?
CLARINDO
Del casamiento,
que se ha de efectuar luego al momento.
SANCHO
Abrázame, Clarindo,
que no he visto jamás hombre tan lindo.
CLARINDO
Tengo, señor, buen rostro
con buenas nuevas, pero fuera un monstruo
si malas las trajera,
que hermosea el placer de esta manera.
No vi que hermoso fuese
hombre jamás que deuda me pidiese,
ni vi que feo hallase
hombre jamás que deuda me pagase;
¡Ay, mortales deseos,
que hacéis hermosos los que espantan feos,
y feos los hermosos!
SANCHO
¡Ay, renglones divinos y amorosos,
beberos quiero a besos,
para dejaros en el alma impresos,
donde, pues os adoro,
más eternos seréis que plantas de oro!
Abrázame, Clarindo,
que no he visto jamás hombre tan lindo.
CLARINDO
Soy como un alpargate.
SANCHO
Leeréle otra vez, aunque me mate
la impensada alegría.
¿Quién tal Estrella vio al nacer del día?
El hermoso lucero
del alba es para mí ya el sol. Espero,
con sus dorados rayos,
en abismos de luz pintar los mayos.
«Esposo, ya ha llegado
el venturoso plazo deseado.
Mi hermano va a buscarte,
solo por darme vida y por premiarte.
Si del tiempo te acuerdas,
búscale luego, y la ocasión no pierdas.
Tu Estrella.» ¡Ay, forma bella!
¿Qué bien no he de alcanzar con tal Estrella?
¡Ay, bulto soberano,
de este Pólux divino soy hermano!
CLARINDO
¡Vivas eternidades,
siendo a tus pies momentos las edades!
¡Si amares, en amores
trueques las esperanzas en favores!
Y en batallas y ofensas
siempre glorioso tus contrarios venzas,
y no salgas vencido,
¡que esta la suerte más dichosa ha sido!
SANCHO
Avisa al mayordomo
de la dichosa sujección que tomo,
y que saque al momento
las libreas que están para este intento
en casa reservadas,
y saquen las cabezas coronadas
mis lacayos y pajes
de hermosas pesadumbres de plumajes.
Y si albricias codicias,
toma aqueste jacinto por albricias,
que el sol también te diera,
cuando la piedra del anillo fuera.
CLARINDO
¡Vivas más que la piedra,
a tu esposa enlazado como hiedra:
y, pues tanto te precio,
vivas, señor, más años que no un necio!
SANCHO
Buscar a Busto quiero,
que entre deseos y esperanzas muero.
¡Cómo el amor porfía!
¿Quién tal Estrella vio al nacer del día?
Mas con el nudo y gusto
me olvidaba del Rey, y no era justo.
Ya está el papel abierto.
Quiero saber quién ha de ser el muerto.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Válgame Dios! ¡Que esto quiera!
¡Tras una suerte, un azar!
Toda esta vida es jugar
una carteta imperfecta,
mal barajada y sujeta
a desdichas y a pesares;
que es toda en cientos y azares
como juego de carteta.
Pintada la suerte vi,
mas luego se despintó,
y el naipe se barajó
para darme muerte a mí.
Miraré si dice así;
pero yo no lo leyera
si el papel no lo dijera.
Quiérole otra vez mirar.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Perdido soy! ¿Qué he de hacer,
que al Rey la palabra he dado
de matar a mi cuñado,
y a su hermana he de perder?
Sancho Ortiz, no puede ser:
¡viva Busto! Mas no es justo
que al honor contraste el gusto:
¡muera Busto!, ¡Busto muera!
Mas, detente, mano fiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Mas no puedo con mi honor
cumplir, si a mi amor acudo;
mas ¿quién resistirse pudo
de la fuerza del amor?
Morir me será mejor,
o ausentarme, de manera
que sirva al Rey y él no muera.
¡Mas quiero al Rey agradar!
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Oh, nunca yo me obligara
a ejecutar el rigor
del Rey, y nunca el amor
mis potencias contrastara!
Nunca yo a Estrella mirara,
causa de tanto disgusto.
Si servir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Pero extraño rigor fuera:
¡viva Busto! ¡viva Busto!
¿Si le mata por Estrella
el Rey, que servilla trata?
Sí, por Estrella le mata,
pues no muera aquí por ella.
Ofendelle y defendella
quiero. Mas soy caballero,
y no he de hacer lo que quiero,
sino lo que debo hacer.
Pues ¿qué debo obedecer?
La ley que fuere primero;
mas no hay ley que [a] aquesto obligue.
Mas sí hay, que, aunque injusto el Rey,
debo obedecer su ley,
y a él después Dios le castigue.
Mi loco amor se mitigue,
que, aunque me cueste disgusto,
acudir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Pues ya no hay quien decir quiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Perdóname , Estrella hermosa,
que no es pequeño castigo
perderte y ser tu enemigo.
¿Qué he de hacer? ¿Puedo otra cosa?
BUSTO
Cuñado, suerte dichosa
he tenido en encontraros.
SANCHO
(Y yo desdicha en hallaros,
porque me buscáis aquí
para darme vida a mí,
pero yo para mataros.)
BUSTO
Ya, hermano, el plazo llegó
de vuestras dichosas bodas.
SANCHO
(Mas de mis desdichas todas,
decirte pudiera yo.
¡Válgame Dios! ¿Quién se vio
jamás en tanto pesar?
¡Que aquí tengo de matar
al que más bien he querido!
¡Que a su hermana haya perdido!
¡Que con todo he de acabar!)
BUSTO
¿De esa suerte os suspendéis,
cuando a mi hermana os ofrezco?
SANCHO
Como yo no la merezco,
callo.
BUSTO
¿No la merecéis?
¿Callando me respondéis?
¿Qué dudáis, que estáis turbado
y, con el rostro mudado,
miráis al suelo y al cielo?
Decid ¿qué pálido hielo
de silencio os ha bañado?
Ya por escritura estáis
casado con doña Estrella.
SANCHO
Casarme quise con ella,
mas ya no, aunque me la dais.
BUSTO
¿Conoceisme? ¿Así me habláis?
SANCHO
Por conoceros, aquí
os hablo, Tabera, así.
BUSTO
Si me conocéis Tabera,
¿cómo habláis de esa manera?
SANCHO
Hablo, porque os conocí.
BUSTO
Habréis en mí conocido
sangre, nobleza y valor,
y virtud, que es el honor;
que sin ella honor no ha habido;
y estoy, Sancho Ortiz, corrido.
SANCHO
Más lo estoy yo.
BUSTO
¿Vos? ¿De qué?
SANCHO
De hablaros.
BUSTO
Si en mi honra y fe
algún defecto advertís,
como villano mentís,
y aquí os lo sustentaré.
SANCHO
¿Qué has de sustentar, villano?
(Perdone amor, que el exceso
del Rey me ha quitado el seso,
y es el resistirme en vano.)
BUSTO
¡Muerto soy! ¡Detén la mano!
SANCHO
¡Ay, que estoy fuera de mí,
y sin sentido te herí!
Mas aquí, hermano, te pido
que ya que cobré el sentido,
que tú me mates a mí.
Quede tu espada envainada
en mi pecho, abre con ella
puerta al alma.
BUSTO
A doña Estrella
os dejo, hermano, encargada.
A Dios.
SANCHO
Rigurosa espada,
sangrienta y fiera homicida,
si me has quitado la vida,
acábame de matar,
porque le pueda pagar
el alma por otra herida.
La Estrella de Sevilla, dirección de José Tamayo (1957) : Sancho Ortiz tiene en brazos el cadáver de Busto Tabera.
DON PEDRO
¿Qué es esto? ¡Detén la mano!
BUSTO
¿Cómo, si a mi vida he muerto?
FARFÁN
¡Hay tan grande desconcierto!
DON PEDRO
¿Qué es esto?
SANCHO
He muerto a mi hermano.
Soy un Caín sevillano,
que, vengativo y cruel,
maté un inocente Abel.
Veisle aquí. Matadme aquí,
que pues él muere por mí,
yo quiero morir por él.
DON ARIAS
¿Qué es esto?
SANCHO
Un fiero rigor,
que tanto en los hombres labra
una cumplida palabra,
y un acrisolado honor.
Decidle al Rey mi señor
que tienen los sevillanos
las palabras en las manos,
como lo veis, pues por ellas
atropellan las estrellas,
y no hacen caso de hermanos.
DON PEDRO
¡Dio muerte a Busto Tabera!
DON ARIAS
¿Hay tan temerario exceso?
SANCHO
Prendedme, llevadme preso,
que es bien que el que mata muera.
Mirad qué hazaña tan fiera
me hizo el amor intentar,
pues me ha obligado a matar,
y me ha obligado a morir,
pues por él vengo a pedir
la muerte que él me ha de dar.
DON PEDRO
Llevadle a Trïana preso,
porque la ciudad se altera.
SANCHO
¡Amigo Busto Tabera!
FARFÁN
Este hombre ha perdido el seso.
SANCHO
Dejadme llevar en peso,
señores, el cuerpo helado,
en noble sangre bañado,
que así su Atlante seré,
y entre tanto le daré
la vida que le he quitado.
DON PEDRO
Loco está.
SANCHO
Yo, si atropello
mi gusto, guardo la ley:
esto, señor, es ser Rey,
y esto, señor, es no sello.
Entendello y no entendello
importa, pues yo lo callo;
yo lo maté, no hay negallo,
mas el porqué no diré;
otro confiese el porqué,
pues yo confieso el matallo.
ESTRELLA
No sé si me vestí bien,
como me vestí deprisa,
dame, Teodora, ese espejo.
La Estrella de Sevilla, dirección de José Tamayo (1957) : El 23 de febrero de 1957 se estrenó en el Teatro Español de Madrid La Estrella de
Sevilla, versión de José López Rubio. En esta escena, tras la trágica muerte de Busto,
Estrella, quien todavía desconoce lo que acaba de suceder, se prepara para el casamiento.
TEODORA
Verte, señora, en ti misma
puedes, porque no hay cristal
que tantas verdades diga,
ni de hermosura tan grande
haga verdadera cifra.
ESTRELLA
Alterado tengo el rostro,
y la color encendida.
TEODORA
Es, señora, que la sangre
se ha asomado a las mejillas
entre temor y vergüenza,
solo a celebrar tus dichas.
ESTRELLA
Ya me parece que llega,
bañado el rostro de risa,
mi esposo a darme la mano,
entre mil tiernas caricias.
Ya me parece que dice
mil ternezas y que, oídas,
sale el alma por los ojos,
disimulando sus niñas.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta ha sido, Teodora, estrella mía!
TEODORA
Parece que gente suena.
Cayó el espejo. De envidia,
el cristal, dentro la hoja
de una luna hizo infinitas.
ESTRELLA
¿Quebrose?
TEODORA
Señora, sí.
ESTRELLA
Bien hizo, porque imagina
que aguardo el cristal, Teodora,
en que mis ojos se miran.
Y pues tal espejo aguardo,
quiébrese el espejo, amiga,
que no quiero con él
este de espejo me sirva.
CLARINDO
Ya aquesto suena, señora,
a gusto y volatería,
que las plumas del sombrero
los casamientos publican.
¿No vengo galán? ¿No vengo
como Dios hizo una guinda,
hecho un jarao por de fuera,
y por dentro una pipa?
A mi dueño di el papel,
y diome aquesta sortija
en albricias.
ESTRELLA
Pues yo quiero
feriarte aquestas albricias.
Dámela y toma por ella
este diamante.
CLARINDO
Partida
está por medio la piedra.
Será de melancolía,
que los jacintos padecen
de ese mal, aunque le quitan.
Partida por medio está.
ESTRELLA
No importa que esté partida,
que es bien que las piedras sientan
mis contentos y alegrías.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta, amigos, ha sido estrella mía!
TEODORA
Gran tropel suena en los patios.
CLARINDO
Y ya la escalera arriba
parece que sube gente.
ESTRELLA
¿Qué valor hay que resista
el placer? ¿Pero qué es esto?
DON PEDRO
Los desastres y desdichas
se hicieron para los hombres,
que es mar de llanto esta vida.
El señor Busto Tabera
es muerto, y sus plantas pisan
ramos de estrellas, del cielo
lisonjera argentería.
El consuelo que aquí os queda
es que está el fiero homicida,
Sancho Ortiz de las Roelas,
preso y de él se hará justicia
mañana sin falta.
ESTRELLA
¡Ay Dios!
La Estrella de Sevilla, Compañía del Teatro Español, dirección de Alberto González
Vergel (1970) : Estrella, interpretada por la actriz Marisa Paredes, se acerca al cadáver de su hermano
Busto.
Dejadme, gente enemiga,
que en vuestras lenguas traéis
de los infiernos las iras.
¡Mi hermano es muerto y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿Hay quién lo diga?
¿Hay quién lo escuche y no muera?
Piedra soy, pues estoy viva.
¡Ay, riguroso día!
¡Esta, amigos, ha sido Estrella mía!
¿No hay cuchillos, no hay espadas,
no hay cordel, no hay encendidas
brasas? ¿no hay áspides fieros,
muertes de reinas egipcias?
Pero si hay piedad humana,
matadme.
DON PEDRO
El dolor le priva,
y con razón.
ESTRELLA
¡Desdichada
ha sido la estrella mía!
¡Mi hermano es muerto, y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿[Hay] quien divida
tres almas de un corazón?
Dejadme, que estoy perdida.
DON PEDRO
Ella está desesperada.
FARFÁN
¡Infeliz beldad!
DON PEDRO
Seguidla.
CLARINDO
Señora...
ESTRELLA
Déjame, ingrato,
sangre de aquel fratricida.
Y pues acabo con todo,
quiero acabar con la vida.
¡Ay, riguroso día!
¡Esta ha sido, Teodora, estrella mía!
JORNADA TERCERA
DON PEDRO
Confiesa que le mató,
mas no confiesa por qué.
REY
¿No dice qué le obligó?
FARFÁN
Solo responde: «No sé»;
y es gran confusión.
REY
¿[Y] no
dice si le dio ocasión?
DON PEDRO
Señor, de ninguna suerte.
DON ARIAS
¡Temeraria confesión!
DON PEDRO
Dice que le dio la muerte,
no sabe si es con razón.
FARFÁN
Solo confiesa matalle,
porque matalle juró.
DON ARIAS
Ocasión debió de dalle.
DON PEDRO
Dice que no se la dio.
REY
Volved de mi parte a hablalle;
y decidle que yo digo
que luego el descargo dé,
y decid que soy su amigo,
y su enemigo seré
en el rigor y castigo.
Declare por qué ocasión
dio muerte a Busto Tabera,
y en sumaria información,
antes que de necio muera
dé del delito razón.
Diga quién se lo mandó,
y por quién le dio la muerte,
o qué ocasión le movió
a hacello, que de esta suerte
oiré su descargo yo,
o que a morir se aperciba.
DON PEDRO
Eso es lo que más desea.
El sentimiento le priva,
viendo una hazaña tan fea,
tan avara y tan esquiva,
Sin juicio está.
REY
¿No se queja
de ninguno?
FARFÁN
No, señor.
Con su pesar se aconseja.
REY
¡Notable y raro valor!
FARFÁN
Los cargos ajenos deja,
y a sí se culpa, no más.
REY
No se habrá visto en el mundo
tales dos hombres jamás.
Cuando su valor confundo
me van apurando más.
Id y haced, alcaldes, luego
que haga la declaración
y habrá en la corte sosiego.
Id, vos, con esta ocasión,
don Arias, a ese hombre ciego.
De mi parte le decid
que diga [por] quién le dio
la muerte, y le persuadi[d]
que declare, aunque sea yo
el culpado, y prevenid,
si no confiesa, al momento
el teatro en que mañana
dará a Sevilla escarmiento.
DON ARIAS
Voy, pues.
DON MANUEL
La gallarda hermana,
con grande acompañamiento,
de Busto Tabera, pide
para besaros la mano
licencia.
REY
¿Quién se lo impide?
DON MANUEL
Gran señor, los ciudadanos.
REY
¡Bien con la razón se mide!
Dadme una silla y dejad
que entre ahora.
DON MANUEL
Voy por ella.
REY
Vendrá vertiendo beldad,
como en el cielo la estrella
sale tras la tempestad.
DON MANUEL
Ya está aquí.
REY
No por abril
parece así su arrebol
el sol gallardo y gentil,
aunque por verano el sol
vierte rayos de marfil .
ESTRELLA
Cristianísimo don Sancho,
de Castilla rey ilustre,
por las hazañas notable,
heroico por las virtudes.
Una desdichada Estrella,
que sus claros rayos cubre
de este luto, que mi llanto
lo ha sacado en negras nubes,
justicia a pedirte vengo,
mas no que tú la ejecutes,
sino que en mi adbitrio dejes
que mi venganza se funde.
Estrella de mayo fui,
cuando más flores produce,
y agora, en estraño llanto,
ya soy Estrella de otubre.
No doy lugar a mis ojos
que mis lágrimas enjuguen,
porque anegándose en ellas
mi sentimiento no culpen.
Quise a Tabera, mi hermano,
que sus sacras pesadumbres
ocupa, pisando estrellas
en pavimentos azules.
Como hermano me amparó,
y como a padre le tuve
la obediencia, y el respecto
en sus mandamientos puse.
Vivía con él contenta,
sin dejar que el sol [me] injurie,
que aún los rayos del sol no eran
a mis ventanas comunes.
Nuestra hermandad envidiaba
Sevilla, y todos presumen
que éramos los dos hermanos
que a una estrella se reducen.
Un tirano cazador
hace que el arco ejecute
el fiero golpe en mi hermano,
y nuestras glorias confunde.
Perdí hermano, perdí esposo;
sola he quedado, y no acudes
a la obligación de Rey,
sin que nadie te disculpe.
Hazme justicia, señor,
dame el homicida; cumple
con tu obligación en esto,
déjame que yo le juzgue.
Entrégamele, ansí reines
mil edades, ansí triunfes
de las lunas que te ocupan
los términos andaluces,
porque Sevilla te alabe,
sin que su gente te adule,
en los bronces inmortales
que ya los tiempos te bruñen.
REY
Sosegaos, y enjugad las luces bellas,
si no queréis que se arda mi palacio,
que lágrimas del sol son las estrellas,
si cada rayo suyo es un topacio;
recoja el alba su tesoro en ellas,
si el sol recién nacido le da espacio,
y dejad que los cielos las codicien,
que no es razón que aquí se desperdicien.
Tomad esta sortija, y en Trïana
allanad el castillo con sus señas;
pónganlo en vuestras manos, sed tirana
fiera con él de las hircanas peñas,
aunque a piedad y compasión villana,
nos enseñan volando las cigüeñas,
que es bien que sean, porque más asombre,
aves y fieras confusión del hombre.
Vuestro hermano murió. Quien le dio muerte
dicen que es Sancho Ortiz. Vengaos vos de ella,
y aunque él muriese así de aquesa suerte,
vos la culpa tenéis, por ser tan bella.
Si es la mujer el animal más fuerte,
mujer, Estrella, sois, y sois estrella.
Vos vencéis que inclináis y, con venceros,
competencia tendréis con dos luceros.
ESTRELLA
¿Qué ocasión os dio, gran señor, mi hermosura
en la inocente muerte de mi hermano?
¿He dado yo la causa, por ventura,
con deseo, a propósito liviano?
¿Ha visto alguno en mi desenvoltura
algún inútil pensamiento vano?
REY
Es ser hermosa, en la mujer, tan fuerte,
que, sin dar ocasión, da al mundo muerte.
Vos quedáis sin matar, porque en vos mata
la parte que os dio el cielo. La belleza
se ofende [más] consigo, cuando, ingrata,
–emulación con la naturaleza
no avarientas las perlas, ni la plata,
y un oro que hace un mar vuestra cabeza–
para vos reservéis, que no es justicia.
ESTRELLA
Aquí, señor, virtud es avaricia,
que si en mí plata hubiera y oro hubiera,
luego de mi cabeza le arrancara,
y el rostro con fealdad obscureciera,
aunque en brasas ardientes le abrasara.
Si un Tabera murió, quedó un Tabera,
y si su deshonor está en mi cara,
yo la pondré de suerte con mis manos,
que espanto sea entre los más tiranos.
REY
Si a Sancho Ortiz le entregan, imagino
que con su misma mano ha de matalle,
¿Que en vaso tan perfecto y peregrino
permite Dios que la fiereza se halle?
¡Ved lo que intenta un necio desatino!
Yo incité a Sancho Ortiz: voy a libralle,
que amor que pisa púrpura de reyes,
a su gusto no más promulga leyes.
SANCHO
¿Algunos versos, Clarindo,
no has escrito a mi suceso ?
CLARINDO
¿Quién, señor, ha de escribir,
teniendo tan poco premio?
A las fiestas de la plaza,
muchos me pidieron versos,
y viéndome por las calles,
como si fuera maestro
de cortar o de coser,
me decían: «¿No está hecho
aquel recado?» Y me daban
más prisa que un rompimiento.
Y cuando escritas llevaba
las estancias, muy compuestos
decían: «Buenas están.
Yo, Clarindo, lo agradezco.»
Y sin pagarme la hechura,
me enviaban boquiseco.
No quiero escrebir a nadie,
ni ser tercero de necios
que los versos son cansados
cuando no tienen provecho.
Tomen la pluma los cultos,
después de cuarenta huevos
sorbidos, y versos pollos
saquen a luz de otros dueños,
que yo por comer escribo,
si escriben comidos ellos.
Y si qué comer tuviera,
excediera en el silencio
a Anaxágoras, y burla
de los latinos y griegos
ingenios hiciera.
DON PEDRO
Entrad.
CLARINDO
Que vienen, señor, sospecho,
estos a notificarte
la sentencia.
SANCHO
Pues de presto.
decid vosotros un tono.
Agora sí que deseo
morir, y quiero, cantando,
dar muestras de mi contento.
Fuera de que quiero dalles
a entender mi heroico pecho,
y que aún la muerte no puede
en él obligarme a menos.
CLARINDO
¡Notable gentilidad!
¿Qué más hiciera un tudesco,
llena el alma de lagañas,
de pipotes de lo añejo,
de Monturques, de Lucena,
santos y benditos pueblos?
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se tarda el morir».
CLARINDO
¡Gallardo mote han cantado!
SANCHO
A propósito, discreto.
«No hay vida como la muerte
para el que vive muriendo».
DON PEDRO
¿Ahora es tiempo, señor,
de música?
SANCHO
Pues, ¿qué tiempo
de mayor descanso pueden
tener en su mal los presos?
FARFÁN
Cuando la muerte por horas
le amenaza y por momentos
la sentencia está aguardando
del fulminado proceso,
¿con música se entretiene?
SANCHO
Soy cisne y la muerte espero
cantando.
FARFÁN
Llegado ha el plazo.
SANCHO
Las manos y pies os beso
por las nuevas que me dais.
¡Dulce día! Solo tengo,
amigos, esta sortija,
pobre prisión de mis dedos.
Repartilda, que en albricias
os la doy, y mis contentos
publicad con la canción
que a mi propósito han hecho.
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se tarda el morir».
SANCHO
Pues si la muerte se alarga
lo que la vida entretengo,
y está en la muerte la vida,
con justicia la celebro.
DON PEDRO
Sancho Ortiz de las Roelas,
¿vos confesáis que habéis muerto
a Busto Tabera?
SANCHO
Sí,
aquí a voces lo confieso.
Yo le di muerte, señores,
al más noble caballero
que trujo arnés, ciñó espada
lanza empuñó, enlazó yelmo.
Las leyes del amistad,
guardadas con lazo eterno,
rompí, cuando él me ofreció
sus estrellados luceros.
Buscad bárbaros castigos,
inventad nuevos tormentos,
porque en España se olviden
de Fálaris y Majencio.
FARFÁN
¿Pues, sin daros ocasión
le matasteis?
SANCHO
Yo le he muerto.
Esto confieso, y la causa
no la sé, y causa tengo,
y es de callaros la causa,
pues tan callada la tengo.
Si hay alguno que lo sepa,
dígalo, que yo no entiendo
por qué murió. Solo sé
que le maté sin saberlo.
DON PEDRO
Pues parece alevosía
matarle sin causa.
SANCHO
Es cierto
que la dio, pues que murió.
DON PEDRO
¿A quién la dio?
SANCHO
A quien me ha puesto
en el estado en que estoy,
que es en el último estremo.
DON PEDRO
¿Quién es?
SANCHO
No puedo decirlo,
porque me encargó el secreto,
que, como rey en las obras,
he de serlo en el silencio.
Y para matarme a mí,
basta saber que le he muerto,
sin preguntarme el porqué.
DON ARIAS
Señor Sancho Ortiz, yo vengo
aquí, en nombre de su alteza,
a pediros que a su ruego
confeséis quién es la causa
de este loco desconcierto;
si lo hicisteis por amigos,
por mujeres o por deudos,
o por algún poderoso
y grande de aquestos reinos;
y si tenéis de su mano
papel, resguardo o concierto,
escrito o firmado, al punto
lo manifestéis, haciendo
lo que debéis.
SANCHO
Si lo hago,
no haré, señor, lo que debo.
Decidle a su Alteza, amigo,
que cumplo lo que prometo;
y si él es don Sancho el Bravo,
yo ese mismo nombre tengo.
Decidle que bien pudiera
tener papel, mas me afrento
de que papeles me pida,
habiendo visto rompellos.
Yo maté a Busto Tabera;
y aunque aquí librarme puedo,
no quiero, por entender
que alguna palabra ofendo.
Rey soy en cumplir la mía,
y lo prometido he hecho;
y quien promete, también
es razón haga lo mesmo.
Haga quien se obliga hablando.
pues yo me he obligado haciendo,
que si al [callar] llaman Sancho,
yo soy Sancho, y callar quiero.
Esto a su Alteza decid;
y decilde que es mi intento
que conozca que en Sevilla
también ser reyes sabemos.
DON ARIAS
Si en vuestra boca tenéis
el descargo, es desconcierto
negarlo.
SANCHO
Yo soy quien soy,
y siendo quien soy, me venzo
a mí mismo con callar,
y a alguno que calla afrento;
quien es quien es, haga obrando
como quien es, y con esto,
de aquesta suerte los dos
como quien somos haremos.
DON ARIAS
Eso le diré a su alteza.
DON PEDRO
Vos, Sancho Ortiz, habéis hecho
un caso muy mal pensado,
y anduvisteis poco cuerdo.
FARFÁN
Al cabildo de Sevilla
habéis ofendido, y puesto
a su rigor vuestra vida,
y en su furor vuestro cuello.
DON PEDRO
Matastis a un regidor
sin culpa, al cielo ofendiendo;
Sevilla castigará
tan locos atrevimientos.
DON ARIAS
Y al Rey, que es justo, y es santo.
(¡Raro valor! ¡Bravo esfuerzo!)
CLARINDO
¿Es posible que consientas
tantas injurias?
SANCHO
Consiento
que me castiguen los hombres,
y que me confunda el cielo.
Y ya, Clarindo, comienza.
¿No oyes un confuso estruendo?
Braman los aires, armados
de relámpagos y truenos.
Uno baja sobre mí
como culebra, esparciendo
círculos de fuego aprisa.
CLARINDO
Pienso que ha perdido el seso.
Quiero seguille el humor.
SANCHO
¡Que me abraso!
CLARINDO
¡Que me quemo!
SANCHO
¿Cogiote el rayo también?
CLARINDO
¿No me ves cenizas hecho?
SANCHO
¡Válame Dios!
CLARINDO
Sí, señor,
ceniza soy de sarmientos.
SANCHO
Dame una poca, Clarindo,
para que diga «Memento».
CLARINDO
¿Y a ti no te ha herido el rayo?
SANCHO
¿No me ves, Clarindo, vuelto,
como la mujer de Lot,
en piedra sal?
CLARINDO
Quiero verlo.
SANCHO
Tócame.
CLARINDO
Duro y salado
estás.
SANCHO
¿No lo he de estar, necio,
si soy piedra sal aquí?
CLARINDO
Así te gastarás menos.
Mas si eres ya piedra sal,
di, ¿cómo hablas?
SANCHO
Porque tengo
el alma ya encarcelada
en el infierno del cuerpo.
Y tú, si eres ya ceniza,
¿cómo hablas?
CLARINDO
Soy un brasero,
donde, entre cenizas pardas,
el alma es tizón cubierto.
SANCHO
¿Alma tizón tienes? ¡Malo!
CLARINDO
Antes, señor, no es muy bueno.
SANCHO
¿Ya estamos en la otra vida?
CLARINDO
Y pienso que en el infierno.
SANCHO
¿En el infierno, Clarindo?
¿En qué lo ves?
CLARINDO
En que veo,
señor, en aquel castillo
más de mil sastres mintiendo.
SANCHO
Bien dices que en él estamos,
que la Soberbia está ardiendo
sobre esa torre, formada
de arrogantes y soberbios.
Allí veo a la Ambición
tragando abismos de fuego.
CLARINDO
Y más adelante está
una legión de cocheros.
SANCHO
Si andan coches por acá,
destruirán al infierno.
Pero si el infierno es,
¿cómo escribanos no vemos?
CLARINDO
No los quieren recebir,
porque acá no inventen pleitos.
SANCHO
Pues si en él pleitos no hay,
bueno es el infierno.
CLARINDO
Bueno.
SANCHO
¿Qué son aquellos?
CLARINDO
Tahures
sobre una mesa de fuego.
SANCHO
¿Y aquéllos?
CLARINDO
Son demonios,
que los llevan, señor, presos.
SANCHO
No les basta ser demonios,
sino soplones. ¿Qué es esto?
CLARINDO
Voces de dos mal casados,
que se están pidiendo celos.
SANCHO
Infierno es ese dos veces,
acá y allá padeciendo.
¡Bravo penar, fuerte yugo!
Lástima, por Dios, les tengo.
¿De qué te ries?
CLARINDO
De ver
a un espantado hacer gestos,
señor, a aquellos demonios,
porque le han ajado el cuello
y cortado las melenas.
SANCHO
Ese es notable tormento,
sentiralo mucho.
CLARINDO
Allí
la Necesidad, haciendo
cara de hereje, da voces.
SANCHO
Acá y allá padeciendo.
¡Pobre mujer! Disculpados
habían de estar sus yerros,
porque la Necesidad
tiene disculpa en hacerlos,
y no te espantes, Clarindo.
CLARINDO
¡Válgame Dios! Saber quiero
quién es aquel de la pluma.
SANCHO
Aquel, Clarindo, es Homero,
y aquel Virgilio, a quien Dido
la lengua le cortó, en premio
del testimonio y mentira
que le levantó. Aquel viejo
es Horacio, aquel Lucano.
y aquel Ovidio.
CLARINDO
No veo,
señor, entre estos poetas
ninguno de nuestros tiempos;
no veo ahora ninguno
de los sevillanos nuestros.
SANCHO
Si son los mismos demonios,
dime, ¿cómo puedes vellos?
Que allá, en forma de poetas,
andan dándonos tormentos.
CLARINDO
¿Demonios poetas son?
Por Dios, señor, que lo creo,
que aquel demonio de allí,
arrogante y corninegro,
a un poeta amigo mío
se parece, pero es lego;
que los demonios son sabios,
mas este será mostrenco.
Allí está el tirano Honor,
cargado de muchos necios
que por la honra padecen.
SANCHO
Quiérome juntar con ellos.
–Honor, un necio y honrado
viene a ser criado vuestro,
por no exceder vuestras leyes.
–Mal, amigo, lo habéis hecho,
porque el verdadero honor
consiste ya en no tenerlo.
¡A mí me buscáis allá,
y ha mil siglos que estoy muerto!
Dinero, amigo, buscad,
que el honor es el dinero.
¿Qué hicisteis? —Quise cumplir
una palabra.— Riendo
me estoy: ¿palabras cumplís?
Pareceisme majadero,
que es ya el no cumplir palabras
bizarría en este tiempo.
—Prometí matar un hombre,
y le maté, airado, siendo
mi mayor amigo.— Malo.
CLARINDO
No es muy bueno.
SANCHO
No es muy bueno.
—Metedlo en un calabozo,
y condénese por necio.
—Honor, su hermana perdí,
y ya en su [ausencia] padezco.
—No importa.
CLARINDO
¡Válgame Dios!
Si más proseguir le dejo
ha de perder el juicio.
Inventar quiero un enredo.
SANCHO
¿Quién da voces? ¿Quién da voces?
CLARINDO
Da voces el Cancerbero,
portero de este palacio.
—¿No me conocéis?
SANCHO
Sospecho
que sí.
CLARINDO
Y vos, ¿quién sois?
SANCHO
¿Yo?
Un honrado.
CLARINDO
¿Y acá dentro
estáis? Salid noramala.
SANCHO
¿Qué decís?
CLARINDO
Salid de presto,
que este lugar no es de honrado.
Asidle, llevadle preso
al otro mundo, a la cárcel
de Sevilla, por el viento.
—¿Cómo?— Tapados los ojos,
para que vuele sin miedo.
—Ya está tapado.— En sus hombros
al punto el Diablo Cojuelo
allá le ponga de un salto.
—¿De un salto? Yo estoy contento.
—Camina, y lleva también
de la mano al compañero.
—Ya estáis en el mundo, amigo,
quedaos a Dios.— Con Dios quedo.
SANCHO
¿A Dios dijo?
CLARINDO
Sí señor, que
este demonio, primero
que lo fuese, fue cristiano,
bautizado, y es gallego
de Cal de Francos.
SANCHO
Parece
que de un éxtasis recuerdo.
¡Válgame Dios! ¡Ay, Estrella,
qué desdichada la tengo
sin vos! Mas si yo os perdí,
este castigo merezco.
ESTRELLA
Luego el preso me entregad.
ALCAIDE
Aquí está, señora, el preso,
y como lo manda el Rey,
en vuestras manos le entrego.
Señor Sancho Ortiz, su alteza
nos manda que le entreguemos
a esta señora.
ESTRELLA
Señor,
venid conmigo.
SANCHO
Agradezco
la piedad si es a matarme,
porque la muerte deseo.
ESTRELLA
Dadme la mano y venid.
CLARINDO
¿No parece encantamento?
ESTRELLA
¡Nadie nos siga!
CLARINDO
Está bien.
¡Por Dios, que andamos muy buenos,
desde el infierno a Sevilla,
y de Sevilla al infierno!
Plegue a Dios que aquesta Estrella
se nos vuelva ya un lucero.
ESTRELLA
Ya os he puesto en libertad.
Idos, Sancho Ortiz, con Dios,
y advertid que uso con vos
de clemencia y de piedad.
Idos con Dios, acabad.
Libre estáis. ¿Qué os detenéis?
¿Qué miráis? ¿Qué os suspendéis?
Tiempo pierde el que se tarda.
Id, que el caballo os aguarda
en que escaparos podéis.
Dineros tiene el criado
para el camino.
SANCHO
Señora,
dadme esos pies.
ESTRELLA
Id, que ahora
no es tiempo.
SANCHO
Voy con cuidado.
Sepa yo quién me ha librado,
porque sepa agradecer
tal merced.
ESTRELLA
Una mujer,
vuestra aficionada soy,
que la libertad os doy
teniéndola en mi poder.
Id con Dios.
SANCHO
No he de pasar
de aquí, si no me decís
quién sois o no os descubrís.
ESTRELLA
No me da el tiempo lugar.
SANCHO
La vida os quiero pagar,
y la libertad también.
Yo he de conocer a quien
tanta obligación le debo,
para pagar lo que debo,
reconociendo este bien.
ESTRELLA
Una mujer principal
soy, y si más lo pondero,
la mujer que más os quiero,
y a quien vos queréis más mal.
Id con Dios.
SANCHO
[Yo] no haré tal,
si no os descubrís ahora.
ESTRELLA
Porque os vais, yo soy...
SANCHO
¡Señora!
¡Estrella del alma mía!
ESTRELLA
Estrella soy que te guía,
de tu vida precursora.
Vete, que amor atropella
la fuerza así del rigor,
que como te tengo amor,
te soy favorable Estrella.
SANCHO
¡Tú, resplandeciente y bella,
con el mayor enemigo!
¡Tú, tanta piedad conmigo!
Trátame con más crueldad,
que aquí es rigor la piedad,
porque es piedad el castigo.
Haz que la muerte me den;
no quieras, tan liberal,
con el bien hacerme mal
cuando está en mi mal el bien.
¡Darle libertad a quien
muerte a su hermano le dio!
No es justo que viva yo,
pues él padeció por mí;
que es bien que te pierda así
quien tal amigo perdió.
En libertad de esta suerte
me entrego a la muerte fiera,
porque si preso estuviera,
¿qué hacía en pedir la muerte?
ESTRELLA
Mi amor es más firme y fuerte,
y así la vida te doy.
SANCHO
Pues yo a la muerte me voy,
puesto que librarme quieres,
que, si haces como quien eres,
yo he de hacer como quien soy.
ESTRELLA
¿Por qué mueres?
SANCHO
Por vengarte.
ESTRELLA
¿De qué?
SANCHO
De mi alevosía.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Es valentía.
ESTRELLA
Ya no hay parte.
SANCHO
Amor es parte.
ESTRELLA
Es ofenderme.
SANCHO
Es amarte.
ESTRELLA
¿Cómo me amas?
SANCHO
Muriendo.
ESTRELLA
Antes me ofendes.
SANCHO
Viviendo.
ESTRELLA
Óyeme.
SANCHO
No hay qué decir.
ESTRELLA
¿Dónde vas?
SANCHO
Voy a morir,
pues con la vida te ofendo.
ESTRELLA
Vete y déjame.
SANCHO
No es bien.
ESTRELLA
Vive y líbrate.
SANCHO
No es justo.
ESTRELLA
¿Por quién mueres?
SANCHO
Por mi gusto.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Honor también.
ESTRELLA
¿Quién te acusa?
SANCHO
Tu desdén.
ESTRELLA
No lo tengo.
SANCHO
Piedra soy.
ESTRELLA
¿Estás en ti?
SANCHO
En mi honra estoy.
y te ofendo con vivir.
ESTRELLA
Pues vete, loco, a morir,
que a morir también me voy.
REY
¡Que no quiera confesar
que yo mandé darle muerte!
ARIAS
No he visto bronce más fuerte.
Todo su intento es negar.
Dijo al fin que él ha cumplido
su obligación, y que es bien
que cumpla la suya quien
le obligó comprometido.
REY
Callando quiere vencerme.
DON ARIAS
Y aun te tiene por vencido.
Él cumplió lo prometido.
REY
En confusión vengo a verme
por no podelle cumplir
la palabra que enojado
le di.
ARIAS
Palabra que has dado,
no se puede resistir;
porque si debe cumplilla
un hombre ordinario, un Rey
la hace entre sus labios ley,
y a la ley todo se humilla.
REY
Es verdad, cuando se mide
con la natural razón
la ley.
DON ARIAS
Es obligación.
El vasallo no la pide
al rey. Solo ejecutar,
sin vello y averiguallo,
debe la ley el vasallo,
y el rey debe consultar.
Tú esta vez la promulgaste
en un papel, y pues él
la ejecutó sin papel,
a cumplille te obligaste
la ley que hiciste en mandalle
matar a Busto Tabera,
que, si por tu ley no fuera,
él no viniera a matalle.
REY
Pues, ¿he de decir que yo
darle la muerte mandé
y que tal crueldad usé
con quien jamás me ofendió?
El cabildo de Sevilla,
viendo que la causa fui,
Arias, ¿qué dirá de mí?
Y ¿qué se dirá en Castilla,
cuando don Alonso en ella
me está llamando tirano,
y el Pontífice Romano
con censuras me atropella?
La parte de mi sobrino
vendrá a esforzar, por ventura,
y su amparo la asegura.
Falso mi intento imagino.
También, si dejo morir
a Sancho Ortiz, es bajeza.
¿Qué he de hacer?
DON ARIAS
Puede tu alteza
con halagos persuadir
a los alcaldes mayores,
y pedilles con destierro
castiguen su culpa y yerro,
atropellando rigores.
Pague Sancho Ortiz. Así
vuelves, gran señor, por él,
y, ceñido de laurel,
premiado queda de ti.
Puedes hacerle, señor,
general de una frontera.
REY
Bien dices. Pero si hubiera
ejecutado el rigor
con él doña Estrella ya,
a quien mi anillo le di,
¿cómo lo haremos aquí?
DON ARIAS
Todo se remediará.
Yo en tu nombre iré a prendella
por causa que te ha movido,
y sin gente y sin rüido
traeré al Alcázar a Estrella.
Aquí la persuadirás
a tu intento, y porque importe,
con un grande de la corte
casarla, señor, podrás;
que su virtud y nobleza
merece un alto marido.
REY
¡Cómo estoy arrepentido,
don Arias, de mi flaqueza!
Bien dice un sabio que aquel
era sabio solamente
que era en la ocasión prudente,
como en la ocasión crüel.
Ve luego a prender a Estrella,
pues de tanta confusión
me sacas, con su prisión,
que pienso casar con ella,
para venirla a aplacar,
un ricohome de Castilla,
y a poderla dar mi silla,
la pusiera en mi lugar;
que tal hermano y hermana
piden inmortalidad.
DON ARIAS
La gente de esta ciudad
obscurece la romana.
ALCAIDE
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Pedro de Caus, ¿qué causa
os trae a mis pies?
ALCAIDE
Señor,
este anillo con sus armas,
¿no es de vuestra alteza?
REY
Sí.
Este es previlegio y salva
de cualquier crimen que hayáis
cometido.
ALCAIDE
Fue a Trïana,
invicto señor, con él
una mujer muy tapada,
diciendo que vuestra alteza
que le entregara mandaba
a Sancho Ortiz. Consultele
tu mandato con las guardas
y el anillo juntamente,
y todos que le entregara
me dijeron. Dile luego,
pero, en muy poca distancia,
Sancho Ortiz, dando mil voces,
pide que las puertas abra
del castillo, como loco.
«No he de hacer lo que el rey manda»
-decía- y «Quiero morir,
que es bien que muera quien mata».
La entrada le resistí,
pero, como voces tantas
daba, fue abrirle fuerza.
Entró, donde alegre aguarda
la muerte.
REY
No he visto gente
más gentil ni más cristiana
que la de esta ciudad: callen
bronces, mármoles y estatuas.
ALCAIDE
La mujer dice, señor,
que la libertad le daba
y que él no quiso admitilla
por saber que era la hermana
de Busto Tabera, a quien
dio la muerte.
REY
Más me espanta
lo que me decís agora.
En sus grandezas agravian
la mesma naturaleza.
Ella, cuando más ingrata
había de ser, le perdona,
le libra, y él, por pagarla
el ánimo generoso,
se volvió a morir. Si pasan
más adelante sus hechos,
darán vida a eternas planchas.
Vos, Pedro de Caus, traedme
con gran secreto al Alcázar
a Sancho Ortiz en mi coche,
escusando estruendo y guardas.
ALCAIDE
Voy a servirte.
CRIADO
Aquí
ver a vuestra alteza aguardan
sus dos alcaldes mayores.
REY
Decid que entren con sus varas.
Yo, si puedo, a Sancho Ortiz
he de cumplir la palabra,
sin que mi rigor se entienda.
DON PEDRO
Ya, gran señor, sustanciada
la culpa, pide el proceso
la sentencia.
REY
Sustanciadla,
solo os pido que miréis,
pues sois padres de la patria,
su justicia, y la clemencia
muchas veces la aventaja.
Regidor es de Sevilla
Sancho Ortiz, si es el que falta
regidor, uno piedad
pide, si el otro venganza.
FARFÁN
Alcaldes mayores somos
de Sevilla, y hoy nos cargan
en nuestros hombros, señor,
su honor y su confianza.
Estas varas representan
a vuestra Alteza, y si tratan
mal vuestra planta divina,
ofenden a vuestra estampa.
Derechas miran a Dios,
y, si se doblan y bajan,
miran al hombre, y del cielo,
en torciéndose, se apartan.
REY
No digo que las torzáis,
sino que equidad se haga
en la justicia.
DON PEDRO
Señor,
la causa de nuestras causas
es vuestra Alteza: en su fiat
penden nuestras esperanzas.
Dadle la vida y no muera,
pues nadie en los reyes manda,
Dios en los reyes, y Dios
de los Saúles traslada
en los humildes Davides
las coronas soberanas.
REY
Entrad, y ved la sentencia
que da por disculpa, y salga
al suplicio Sancho Ortiz,
como las leyes lo tratan.
(Vos, don Pedro de Guzmán,
escuchadme una palabra
aquí aparte.)
DON PEDRO
Pues, ¿qué es
lo que vuestra Alteza manda?
REY
Dando muerte a Sancho, amigo
don Pedro, no se restaura
la vida al muerto, y querría,
evitando la desgracia
mayor, que le desterremos
a Gibraltar o a Granada,
donde en mi servicio tenga
una muerte voluntaria.
¿Qué decís?
DON PEDRO
Que soy don Pedro
de Guzmán y a vuestras plantas
me tenéis. Vuestra es mi vida,
vuestra es mi hacienda y espada
y ansí serviros prometo
como el menor de mi casa.
REY
Dadme esos brazos, don Pedro
de Guzmán, que no esperaba
yo menos de un pecho noble.
Id con Dios. Haced que salga
luego Farfán de Ribera.
(Montes la lisonja allana.)
FARFÁN
Aquí a vuestros pies estoy.
REY
Farfán de Ribera, estaba
con pena de que muriera
Sancho Ortiz, mas ya se trata
de que en destierro se trueque
la muerte, y será más larga,
porque será mientras viva.
Vuestro parecer me falta
para que así se pronuncie.
FARFÁN
Cosa de más importancia
mande a Farfán de Ribera
vuestra alteza, sin que en nada
repare, que mi lealtad
en servirle no repara
en cosa alguna.
REY
En fin sois
Ribera en quien vierte el alba
flores de virtudes bellas,
que os guarnecen y acompañan.
Id con Dios.
Bien negocié.
Hoy de la muerte se escapa
Sancho Ortiz, y mi promesa,
sin que se entienda, se salva.
Haré que por general
de alguna frontera vaya,
con que le destierro y premio.
DON PEDRO
Ya está, gran señor, firmada
la sentencia, y que la vea
solo vuestra Alteza falta.
REY
Habrá la sentencia sido
como yo lo deseaba
de tan grandes caballeros.
FARFÁN
Nuestra lealtad nos ensalza.
REY
«Fallamos y pronunciamos
que le corten en la plaza
la cabeza.»—¿Esta sentencia
es la que traéis firmada?
¿Así, villanos, cumplís
a vuestro Rey la palabra?
¡Vive Dios!
FARFÁN
Lo prometido,
con las vidas, con las armas
cumplirá el menor de todos,
como ves, como arrimada
la vara tenga: con ella,
por las potencias humanas,
por la tierra, por el cielo,
¡que ninguno de ellos haga
cosa mal hecha o mal dicha!
DON PEDRO
Como a vasallos nos manda,
mas como alcaldes mayores,
no pidas injustas causas,
que aquello es estar sin ellas,
y aquesto es estar con varas,
y el cabildo de Sevilla
es quien es.
REY
Bueno está. Basta,
que todos me avergonzáis.
DON ARIAS
Ya esta aquí Estrella.
REY
Don Arias,
¿qué he de hacer?, ¿qué me aconsejas,
entre confusiones tantas?
ALCAIDE
Ya Sancho Ortiz está aquí.
SANCHO
Gran señor, ¿por qué no acabas
con la muerte, mis desdichas,
con tu rigor, mis desgracias?
Yo maté a Busto Tabera.
Mátame. Muera quien mata.
Haz, señor, misericordia
haciendo justicia.
REY
Aguarda,
¿quién te mandó darle muerte?
SANCHO
Un papel.
REY
¿De quién?
SANCHO
Si hablara
el papel, él lo dijera,
que es cosa evidente y clara,
mas los papeles rompidos
dan confusas las palabras.
Solo sé que di la muerte
al hombre que más amaba,
por haberlo prometido.
Mas aquí a tus pies aguarda
Estrella mi muerte heroica,
y aún no es bastante venganza.
REY
Estrella, yo os he casado
con un grande de mi casa,
mozo, galán, y en Castilla
príncipe y señor de salva,
y en premio de esto os pedimos
con su perdón vuestra gracia,
que no es justo que se niegue.
ESTRELLA
Ya, señor, si estoy casada,
vaya libre Sancho Ortiz.
No ejecutes mi venganza.
SANCHO
¿Al fin me das el perdón
porque su Alteza te casa?
ESTRELLA
Sí, por eso te perdono.
SANCHO
¿Y quedáis así vengada
de mi agravio?
ESTRELLA
Y satisfecha.
SANCHO
Pues porque tus esperanzas
se logren, la vida acepto,
aunque morir deseaba.
REY
Id con Dios.
FARFÁN
Mirad, señor,
que así Sevilla se agravia,
y debe morir.
REY
¿Qué haré,
que me apuran y acobarda
esta gente?
DON ARIAS
Hablad.
REY
Sevilla,
matadme a mí, que fui causa
de esta muerte. Yo mandé
matalle, y aquesto basta
para su descargo.
SANCHO
Solo
ese descargo aguardaba
mi honor, que el Rey me mandó
matarle, que yo una hazaña
tan fiera no cometiera,
si el Rey no me lo mandara.
REY
Digo que es verdad.
FARFÁN
Así
Sevilla se desagravia,
que pues mandastis matalle,
sin duda os daría causa.
REY
Admirado me ha dejado
la nobleza sevillana.
SANCHO
Yo a cumplir salgo el destierro,
cumpliéndome otra palabra
que me distis.
REY
Yo la ofrezco.
SANCHO
Yo dije que aquella dama
por mujer habías de darme
que yo quisiera.
REY
Así pasa.
SANCHO
Pues a doña Estrella pido,
y aquí a sus divinas plantas
el perdón de mis errores.
ESTRELLA
Sancho Ortiz, yo estoy casada.
SANCHO
¿Casada?
ESTRELLA
Sí.
SANCHO
Yo estoy muerto.
REY
Estrella, esta es mi palabra.
Rey soy, y debo cumplirla.
¿Qué me respondéis?
La Estrella de Sevilla, Compañía del Teatro Español, dirección de Alberto González
Vergel (1970) : Estrella y Sancho
reconocen que los hechos sucedidos no les permitirían la convivencia y, por
eso, y para sorpresa del rey, prefieren tomar cada uno su camino.
ESTRELLA
Que se haga
vuestro gusto. Suya soy.
SANCHO
Yo soy suyo.
REY
Ya ¿qué falta?
SANCHO
La conformidad.
ESTRELLA
Pues esa
jamás podremos hallarla
viviendo juntos.
SANCHO
Lo mesmo
digo yo, y por esta causa
de la palabra te absuelvo.
ESTRELLA
Yo te absuelvo la palabra,
que ver siempre al homicida
de mi hermano en mesa y cama
me ha de dar pena.
SANCHO
Y a mí
estar siempre con la hermana
del que maté injustamente,
queriéndole como al alma.
ESTRELLA
¿Pues libres quedamos?
SANCHO
Sí.
ESTRELLA
Pues a Dios.
SANCHO
A Dios.
REY
Aguarda.
ESTRELLA
Señor, no ha de ser mi esposo
hombre que a mi hermano mata,
aunque le quiero y le adoro.
SANCHO
Y yo, señor, por amarla.
no es justicia que lo sea.
REY
¡Grande fe!
DON ARIAS
¡Grande constancia!
CLARINDO
Más me parece locura.
REY
Toda esta gente me espanta.
DON PEDRO
Tiene esta gente Sevilla.
REY
Casarla pienso, y casarla
como merece.
CLARINDO
Y aquí
esta tragedia os consagra
Lope, dando [así] a La Estrella
de Sevilla eterna fama,
cuyo prodigioso caso
inmortales bronces guardan.
The Star of Seville: a drama in three acts and in verse attributed to Lope de Vega, translated out of Spanish by Henry Thomas. 1935
Dramatis Personae
King
We are beholden to the loyal care
Of Seville, and we know that now at length
We are sovereign lord in all Castile. This day
We count our reign begun, since from this day
Seville accords us honour and support;
For 'tis most evident and clear, nay more,
'Tis an approvèd law, we were not now
King of Castile, were we not king in Seville.
The sumptuous pomp and pageantry to greet
Our entry here, so it stand to our charge,
It shal content us more. Seville henceforth
Shall be our royal court, and 'tis most meet
We hold our court in Seville, for we are king
In all Castile, what time we are king in Seville.
Pedro
We, her chief magistrates, with humble thanks
Do crave your royal feet, for that we here
In Seville's name receive these gracious favours.
Sheriffs and aldermen most freely pledge
Their fortune and their fealty to your cause.
The General Council one and all approve,
So that it shape not to the city's hurt.
King
We are well content.
Pedro.
We kiss your royal hands.
King.
Go, rest you now awhile, for you have both
Received us as befits your good repute
And Seville's high renown. With Seville's aid
We doubt not yet to win Gibraltar's crown,
That by the rocky Pilars heedless lies,
But, fortune favouring, shall remember well
Our visitation.
Farfán.
In such high emprise
Seville will serve with all her loyal manhood,
And freely gives their lives.
Arias.
From your own selves
His Highness does divine it, and applauds
Your zeal.
King.
We do believe it, way, we know it.
So, farewell.
Arias.
How likes your Highness Seville?
King.
So well, I never yet was king till now.
Arias.
Each day 'twill please you more, as it deserves
Your favour.
King.
True, so rich and fair a city
Will give us greater cause for admiration,
As we have better leisure to admire.
Arias.
Her streets, so lofty and so well adorned,
Methinks Augustus Caesar never saw
The like in Rome, nor held such wealth in store.
King.
What of the heavenly beauties greeted us-
Have you no word for them? Do you thus scant
The glory of their radiant loveliness?
And how, among so many dazzing suns,
Like Phaethon, are you not all aflame?
Arias.
Doña Leonora de Ribera seemed
A very heaven, wherein her smiling face
Shone like an April sun.
King.
A sun she were,
Were she not all too fair. The sun that strikes
With snowy rays we give small meed of praise.
That chills where it should kindle and consume.
Give me the sun that sets my blood afire,
Not one that freezes it like an iced draught.
Arias.
Doña Mencía Coronel was she
that threw the roses down.
King.
Lovely indeed;
Yet I saw others there more lovelier still.
Arias.
The swarthy pair of springhtly maids that stood
Framed in the following window were Doña Anna
And Doña Beatrice Mejía, sisters
That ever lend new lustre to the day.
King.
Anna's a name makes common beauty's self;
But Beatrice I hold rare as the phoenix,
For Beatrice was unrivalled.
Arias.
They say, too,
Good or bad fortune hangs upon a name.
King.
When a man loves, the magic of a name-
'Tis no small wonder neither-lends a touch
Of fine distinction to his passion.
Arias.
True.
The pale fair beauty...
King.
Talk not to me of her.
Your pale fair beauty ever proves to be
But chilly marble, unresponding brass;
And if you sing her praise, you strike a note
Unpleasing to my ear. One there I saw
The sum of al the graces, yet of her
You speak no word. Arias, you hunt with me,
Yet cannot see the quarry for the game.
Say, who is that dark beauty I espied
Upon a balcony, and greeted her
In breathless wonder? Who is she whose eyes,
Flash burning rays, more keen than Phaebus' self,
And heedless of my pain, consume my heart?
One who, withal so dark, outshines the sun,
Whan out of ebon shadows her bright glance
Dawns on our dim horizon. Dark as night,
She puts to flight the day, that borrows light
From the same darkness that eclipses him;
Beateous disfigurement of the bright sun,
With brighter darkness blinding his pure light.
Arias.
I do recall her now.
King.
Tell me of her-
'Tis but her due-the loveliest of her kind.
Arias.
Why, sir, they call her the Star of Seville.
King.
What! She who is more glorious than the sun,
Do they affront her thus? Seville is blind
To her divine perfection. She should be
The Sun of Seville, for she is a sun
That quickens love and nourishes love's fire.
Arias.
Doña Estrella Taber is her name,
The Star of Seville.
King.
Ay, and should be called
The Sun.
Arias.
Her brother seeks to haver her wed-
Where 'tis most meet-in Seville.
King.
So; his name?
Arias.
Busto Tabera, alderman of Seville,
Which honour with his quality I deem
Well matched.
King.
And he- is he yet wedded?
Arias.
No;
For if in Seville's glorious firmament
Estrella be a star, he is a sun,
And sun and star are in conjunction still.
King.
Under a charitable star I come
To Seville. Fortune fair as my fond hopes
Awaits me here. My cause shall prosper well,
Blessed by the kindly Star of Seville. Arias,
What means will you devise that I may see
And speak with her?
Arias.
Despite de Sun, you yet
Shall see the tender beams of this bright Star
Of Seville. To that end, my lord, you may
Reward her brother. Royal favours are
The best artillery to batter down
The stoutest honour. Show him favour then.
No cause so desperate but with timely gifts
May well be won. For if you give, and he
Receives, he binds himself, and being bound,
He will repay the debt. For whosoe'er
Accepts a boon, inscribes a debt in bronze.
King.
Make ready then to call him, and devise
Some stratagem that I this night may see
Estrella in her home-a blazing star
Of loveliness that burns my very soul.
Gonzalo.
My liege, your royal feet I crave.
King.
Arise;
Upon my life, on such a day of gladness
In such a garb of woe!
Gonzalo.
My father, sire,
Is even lately dead.
King.
We then have lost
A valiant captain.
Gonzalo.
And the Moorish front
Lies open and defenceless.
King.
Thy sad tale
Hath moved us strangely, and with thee we mourn
A hero's death.
Gonzalo.
My liege, the Southern march
Hath suffered grievous loss; and, sire, for that
His valour knows no equal, and that I
Am natural heir to that great general's honour,
I pray your Highness grant that none but I
Fulfil the vacant office.
King.
A clear sing,
That in thy worth finds happy confirmation.
But mourn thy father's death, and for such time
As thine own grief prevail, and ancient use
Doth sanction it, be welcome to our court.
Gonzalo.
Sire, Fernán Pérez de Medina comes
With like pretence, and thinks for his due meed
To win the general's staff. And, truth to tell,
He has been captain these ten years, and oft
His sword has tinged Granada's marble whiteness
With bloody stain. Wherefore I judged it meet
To hasten my just claims.
King
We'll ponder well
Our answer; for so be it we must decide,
We'll first take counsel.
Fernán
Sire, too late, I ween,
I reach your royal feet, a boon to crave.
King
Most freely, Fernán Pérez, you may yet
Entreat our favour, for the post you seek
Is still in our bestowal; nor may we fill
An office of such high import, without
We first consult, above all your own person,
Then others the most weightiest in our realm,
Who, being pillars of our State will prove
Most sure supporters of our Southern front.
Go, rest you both awhile.
Gonzalo
Meantime, my liege,
I leave this true memorial in your hands.
Fernán
And I too mine, which like a mirror, fashioned
Of the clear crystal glass of mine own worth,
Reflects my pure and perfect loyalty.
Gonzalo
Mine too is as a crystal glass, wherein
The justice of my cause is clearly seen.
Arias
My lord, Busto Tabera here attends you.
Busto
In deep confusion at your royal feet,
My liege, I kneel; for it is nature's law
The vassal in the presence of the king
Should feel confused; and I, that suffer now
This natural defect, am twice confused,
Whom this unlooked for favour has fulfilled
With new confusion.
King
Arise
Busto
Nay, if the king
Should be revered even as a saint enshrined
Upon an altar, I have chosen here
The place doth best become me.
King
In truth, thou art
A gallant gentleman.
Busto
Thereof, my lord,
Spain has had proof enough; but now I seek
Such honour only as becomes my office.
King
Have not we then all power to honour thee?
Busto
To kings, laws human and divine give power;
But not to vassals to be overbold
With their liege lord, in whose dread presence they
Should moderate their own desires; and I,
That see the laws exceeded, here unite
The law with my desires.
King
What man did yet
Not wish to be more than he is?
Busto
Were I
More than I am, I had been covered now;
But since I am no more than mere Tabera,
Tabera must remain uncovered still.
King
A rare philosophy of honour.
Arias
Ay,
These be the first to fall.
King
'Tis well, Tabera;
We would not have thee covered, for the world,
Till we invest thy person with such office
As shall be token of our constant love.
Wherefore we would consult thee, raising thee
From mere Tabera to our general
Of Archidona, on whose troubled front
Thy valour promises thou'lt prove anon
A very thunderbolt.
Busto
But I, my lord,
In what war did I serve your Highness ever?
King
In peace, Tabera, we have found thee fit
To guard our realm, indeed so fit that now
We do prefer thee to these twain, who here
In these memorials severally recount
Their services, which in our presence we
Would have thee read and instantly dispatch.
Three claimants are there: first thyself, then they.
See of what mould these rival suitors be.
Busto
If Gonzalo is indeed the heir
To his dead father's valour, he deserves
The vacant office.
King
And thine own services –tell us of them.
Busto
I know of none, my liege, why I should seek,
Nor why your Highness should bestow on me,
So high an office. True, I might recall
The emblazoned glories of my ancestors,
So many standards wrested from the foe,
So many strongholds taken. But, my lord,
They for the service done did then receive
The honour was their due. How then shall I,
The service being theirs, usurp their honour?
Justice, true justice, should be finely poised,
For 'tis a kind of sacred charity
That God hangs by the balance of a hair.
The vacant office falls by right to one
Of these two suppliants. To give it me
Were to outrage true justice. Here, my liege,
In Seville I have done no signal service.
I was a simple soldier in the wars,
In peace a magistrate. And truth to tell,
Don Fernán Pérez best deserves this office:
The burden of the frontier well befits
His years. And Don Gonzalo—for he is young,
And deemed in Cordova a second Cid—
He may be captain.
King
Well, be it as thou wishest.
Busto
I only wish–with reason and with justice–
To give, to those who serve, their due reward.
King
Enough; thou shamest us with thy good counsel.
Busto
The truth I tell is but a glass wherein
Your virtues are reflected.
King
Thou art indeed
A gallant gentleman, and 'tis our will
Thou shouldst attend us at our court, where we
Would have thee near our person. Art thou wedded?
Busto
I am wedded, good my lord, to a dear sister,
Nor can I take a wife till I provide
A husbad fit for her.
King
Nay, we ourselves
Will find for her a fitter mate. Her name?
Busto
Estrella
King
Doña Estrella. Why, what mate
Shall we find worthy of this heavenly Star,
And he be not the Sun?
Busto
A man, no more,
My lord, I seek for her; she is no star
Of heaven.
King
She shall be wedded, in our name,
With one who shall be worthy of his bride.
Busto
I humbly thank your Highness.
King
She shall have
A husband whose true greatness shall not shame
Her equal worth. Tell her we will ourselves
Be sponsor at her wedding, and ourselves
Will dower her.
Busto
An't please you, now, my lord,
I fain would know the occasion of your summons,
Which caused me some concern.
King
Thou art right, Tabera.
We called thee for a matter of some moment
Touching the city's welfare, of the which
We first would speak with thee. But peace and ease
Invite us now, and at our leisure we
Will treat of that anon, for from today
Thou art of our court and privy chamber. So,
Farewell.
Busto
My lord, I crave your royal feet.
King
Nay rather, take this hand.
Busto
So great an honour,
Beyond the compass of my poor endeavour!
I do suspect him. Love me, honour me,
And all the while scarce know me! Methinks that he
Suborns my honour more than honours me.
King
The fellow is intelligent, withal
As shrewd as honourable.
Nay, my lord,
A plague upose these honourable men!
How many men, forsooth, have walked with honour,
Till they by chance fell in with fair occasion!
Without her, all are honourable men;
But with her all dance to the selfsame tune.
This fellow sets his honour in one scale;
In the other you, my lord, may heap rewards,
And favours, and the flattery of your friendship,
And you shall see how that which now dips low
Proves lighter than a straw, while your rewards
Are heavier than ponderous lead.
King
Enough.
Disguised I'll see this girl in her own house.
She is a sun, that does consume me thus,
Though but a star in Seville's eyes.
Arias
Beware
What men will say.
King
He that but whispers it,
By that same idle wagging of his tongue,
Courts death. But I will live, and let Castile
Say what it will; for I, as the Wise Kings
Came from the East, follow the Star of Seville.
Enter Don Sancho, Doña Estrella, Matilde and Clarindo
Sancho
Angel divine, when shall I calll thee mine,
Redeeming with that word the loving sighs
My aching heart has hourly pledged with thine?
When, radiant as the sun at his uprise,
In coral shells from which young love did mould
Those rosy lips, wilt thou, with the sunshine
Of thy sweet smile, transform the tears untold,
That fall as glistening dew from my sad eyes,
To pearls that shall our plighted souls enshrine?
Estrella
If Time did but keep pace with my desires,
He would with giant strides outstrip the Sun,
And all the joyous bells in Seville's spires
Should ring to celebrate love's labour won.
Nor should I envy, happy in my love,
The raptures of the tender turtle-dove,
That heralds with her haunting melody
A bridal bed in every amorous tree.
Sancho
Ah, how I thank thee for these fond desires
With all my beating heart; my soul aspires
Fame's everlasting laurels to secure,
Then give itself, unsworthy else, to thee.
Estrella
I, with my soul, do give, let life endure,
My life, that thine may live and bide in me.
Sancho
Ah lovely Star, that with love's ardour glows.
Estrella
Ah dear despoiler of my heart's repose.
Sancho
Ah precious spoil of my love's victory.
Light of my troubled eyes in life's dark sea.
Clarindo
Why should not we now, like our masters yonder,
Breathe forth a loving sigh or two, I wonder,
From underneath these folds of cambric yellow
And unbleached holland?
Sancho
Will you be silent, fellow?
Clarindo
Oh, we are dumb, sir, dumb.
O pretty maiden!
O prop that dost dustain my loving languor!
Matilde
O lackey dear, that to the bucket's clanguor,
And rhythm of the curry-com turn'st poet!
Clarindo
O my delight!
Matilde
O lucky wight–you know it!
Clarindo
Were ever leper's lips with sighs so laden?
Sancho
What is your brother's answer, then?
Estrella
That now,
The marriage-contract duly signed and sealed,
Our union is assured, and that he waits
But some few days to give you this my hand,
Till he himself be ready.
Sancho
He dooms my love
To an untimely end. Time is love's foe.
I fain would wed to-day; full well I know
The constant changes of inconstant Time.
Estrella
If Time lags in the wake of your desire,
Speak with my brother.
Sancho
I'll speak with him betimes.
For me time's lost to life that's lost to love.
Clarindo
Here come Busto Tabera.
Busto
Sancho, my friend.
Estrella
Alas! What means this?
Sancho
You, and heavy-hearted?
Busto
Grief and joy both hold me in sad suspense.
Estrella, go within awhile.
Estrella
Ah me!
The tyrant Time crushes my fondest hopes.
Busto
Sancho Ortiz de las Roelas...
Sancho
What, no more
You call me brother?
Busto
Alas! I am borne along
Helpless on an ungovernable steed.
Know that the King did lately send for me,
'Fore God I know no why, for though I begged him,
He did not answer me. He would, unasked,
Have made me general of the Southern front,
And only by opposing I escaped
The royal staff. He made me, in the end...
Sancho
Say on! So far your news spell nought but good.
Now to your tale of woe.
Busto
He made me, then,
One of his chamberlains.
Sancho
Good news again!
Busto
But herein lies the sting.
Sancho
And that, I fear,
Will cause me no small pain.
Busto
He entreated me
Not to betroth Estrella, and himself
Proposed a match for her, and promised too,
Should I now dower her, himself would find
Husband and dowry after her own heart.
Sancho
You said you were distraught 'twixt joyous hopes
And grievous cares. The grief is mine alone,
For you reap the reward, and I the pain.
Then leave with me the burden of your cares;
Press on to the fulfilment of your hopes.
For you, established now in the King's court,
Your sister presently being well bestowed,
The way is plain. But you do not fulfil
True friendship's law: you should have told the King
Estrella was betrothed.
Busto
Alas, my mind
With such strange burdens being overwrought,
I found nor time nor place to speak of it.
Sancho
And is my marriage then to be renounced?
Busto
No, I'll return anon and tell the King
Your troth by solemn covenants is plighted,
And thus your union is assured. His will
Shall hardly override your lawful right.
Sancho
If the King seek to violate the law,
What man has power to stay his hand, against
His interest and pleasure?
Busto
Well, we both
Will speak with him, since I in my distress
Said not a word then of our mutual pledge.
Sancho
These ceaseless cares are past endurance. Oh
That I were dead! Well said I fickle Time
Knows not a moment's constancy, and pain
Is pleasure's haunting shadow. If the King
Should seek to wrest the law to this own ends...
Busto
Remember, Sancho Ortiz, the King is king;
Be silent and have patience.
Sancho
Have patience!
How then shall I, in such a bitter hour,
Have patience? How shall I endure in silence?
Thou tyrant, that with loud acclaim hast come
To Seville to divide two loving hearts,
Thou shalt not rule untroubled o'er Castile.
With reason thou art called Sancho the Fierce.
For I this day have proved thee in thy works.
And since thy cruelty won thee that name,
And a just God confounds the cruel heart,
Thou shalt not reign unchallenged o'er Castile.
From Seville let us flee, and in his cause
Before Gibraltar's rock lay down our lives.
Clarindo
Why go so far afield? We are dead men here!
Sancho
Alas, Estrella! With so fair a star,
Why am I so ill-starred? But cruel fate
Pursues me still with fateful consequence.
Clarindo
This star bids fair to prove a shooting star.
E'en so, we may fare farther and fare worse.
Sancho
Thou shalt not rule untroubled o'er Castile.
King
Say I am here.
Arias
My lord, they have been told,
And to the door, himself to welcome you,
Busto Tabera comes.
Busto
I, favoured thus?
Thus honoured, I? Your Highness at my house?
King
We sallied forth through Seville, thus disguised,
To see the city, and, while passing here,
We learned this was thy house, and thereupon
Were moved with a desire to look it o'er;
For, as they tell us, 'tis a most fair dwelling.
Busto
Sire, 'tis the dwelling of a simple squire.
King
Let us go in
Busto
My lord, my house is matched
With my own humble station, nor may you
Be compassed within bounds conceived too strait
For such magnificence. These lowly halls
Would not become you well: they are, my lord,
Full small, and their great modesty seeks not
So proud a boast. Besides, my lord, I dwell
Alone with a fair sister yet unwed,
Now new-betrothed by written bonds, and 'twould
Be ill remarked in Seville if 'twere known
You come to visit her.
King
Not for thy sister,
Tabera, for thine own sake we have come.
Busto
My lord, 'tis a most signal favour. Yet,
If for myself you come, it is not meet
I yield to you in this. For should the king
Seek out the vassal, 'twere discourtesy
The vassal should consent to such a course.
I am your servant and your vassal here,
And should you choose to honour me, my lord,
'Twere fitter far I came to visit you
Within your royal palace. Favours oft
Come with offence, when they come with suspicion.
King
Suspicion? But of what?
Busto
They'll say, my lord,
Though it were flatly false, that you have come
For nought else but to see my sister, and,
Her good name being once bandied on the tongue
Of rumour, she straightway is like to lose it.
Honour's a brittle glass, and by a breath
Is oft-times broken.
King
Now that we are here,
There is a matter we'd impart to thee
In secret. Come, let us go in.
Busto
By your leave,
My lord, it shall be as we walk. My house
Is unprepared.
King
The fellow thwarts us strangely.
Arias
'Twere best to bear him off. I'll stay behind,
And in your name will treat with her.
King
Speak low,
He'll mark us else. The fool at either ear
Posts Honour like a wary sentinel.
Arias
Or like and ear-ring whose ill-omened weight
Anon brings down his head.
King
Enough, we'll not
Intrude perforce into thy house.
Busto
My lord,
Whenas Estrella weds, you then shall see
My houese adorned with fitting splendour.
Arias
Ho!
Bring up de King's coach there.
King
Tabera, thou
Shalt ride with me.
Busto
By your leave, I'll go with you
On foot, my lord.
King
The coach is ours, and we
Are master there.
Arias
'Tis waiting now, my lord.
King
To the palace then.
Busto
Strange courtesy indeed!
His Highness honours me; heaven sent it make
For good.
Estrella
What do you say, Matilde?
Matilde
Madam,
It was the King.
Arias
'Twas he, nor is it strange
That kings should come following so bright a star.
He came in quest of peerless beauty; for,
If he is Castile's king, thou art beauty's queen.
King Sancho—whom his people call the Brave
For his undaunted courage, and the Moors,
Frighted at his mere mention, name the Fierce—
Chanced to behold this divine loveliness
Enthroned upon a balcony, that matched
The palace of the Dawn, when the sweet choir
Of winged serenaders, wooing her
Amid the drowsy lily and the rose,
Wake her with merry madrigal, and she
Weeping unwilling at her wakening,
Sheds tears of dewy pearls. He offers thee
The wealth of all Castile—although its wealth
Were small enough for thy great worth—if thou
Wilt grant his suit. And should he win thy favour,
Thou that till now hast been but Seville's Star,
Shalt be her very Sun. Thou shalt be mistress
Of many a famous town, many a fair city;
Thou shalt be mated with a gallant lord;
So shalt thou be the glory of thy race,
And increase of thy name. What is thy answer?
Estrella
What is my answer? What you see.
Arias
Stay, hear me.
Estrella
To such a ribald message, sir, my back
Is my sole answer.
Arias
Constancy most rare!
Brother and sister both leave me abashed.
Seville in them may boast nobility
Unmatched in ancient Rome. Methinks the King
Strives all in vain alike to break or bend
Their spirit. Yet, power and persistence still
May carve the rock and cleave the hill. I'll speak
A moment with this girl. Gifts are the gate
Through which to win the way to chaste Lucrece.
Art thou a servant of the house?
Matilde
I am,
Perforce.
Arias
How so, perforce?
Matilde
I am a slave.
Arias
A slave?
Matilde
Bereft of sacred liberty,
Subject to lifelong durance and to death.
Arias
Why then, I'll move the King to set thee free,
And grant thee therewithal a thousand ducats
For thy revénue, if thou'lt aid his cause.
Matilde
For money and for freedom there's no deed
Of devilry I will not undertake.
What must I do? I'll do it if I can.
Arias
Thou must admit the King into the house
This night.
Matilde
He shall find all doors gaping wide,
If you fulfil your promise.
Arias
Thou shalt have
A bond signed by the King's own hand, or ere
He enter in.
Matilde
Why then, I'll smuggle him
Into Estrella's very bed to-night.
Arias
Her brother–when does he retire to rest?
Matilde
He'll come at dawn. Each night he courts his love.
This heedless dalliance oft lays honour low.
Arias
At what hour thinkest thou the King should come?
Matilde
Sir, at eleven. She then will be abed.
Arias
Take thou this emerald; wear it as a pledge
Of the King's promised favours. Fare thee well.
Manuel
Long may your worship live to enjoy your keys
And your new office. May you soon attain
The rank you covet.
Busto
Would I could requite
This honour rather which the King confers
Upon me underserved.
Manuel
Nay, sir, trust me,
You do deserve it well; nor is the King
Deceived in this.
Busto
He entrusts to me his keys:
I am Saint Peter to his Paradise;
And, being thus exalted, bear the threat
Of headlong fall to earth before my eyes.
For since he loads me with unlooked-for favours,
I fear he may be prone to change, that proves
Thus ready to reward. But as for me,
I'll watch my honour well; and if the King
Should humble me to what I was before,
Why, I shall still be alderman in Seville.
Íñigo
Who is on guard to-night?
Manuel
None of us three.
Íñigo
Why then, I would make holiday.
Manuel
Tabera,
If you do court some charming fair, this night
Bear us with you along, and we the while
Will guard your back.
BUSTO
Or if you would frequent
The general resort, I'll take you where
You shall hear bright discourse, soft harmonies,
And all the sweet philosophy of love.
Manuel
You shall deserve our thanks, sir.
Arias
Gentlemen,
You may retire, the King would write.
Manuel
Come, then,
Where merriment shall drive away dull night.
King
What say you, Arias? Shall I this night enjoy
Her tender glance?
Arias
In very truth, my lord;
The little slave is wondrous well disposed.
King
Then all Castile shall sing her praise.
Arias
But first
You must give her your bond.
King
It shall be so.
Arias, do you straightway draw up the deed,
And I will sign it without more ado;
For love spurs me to the long-wished-for end.
Arias
Upon my honour, sire, the little slave
Drives a good bargain!
King
Nay, myself have won.
No Star of Seville, but heaven's glorious Sun.
Matilde
'Twere safer he should come alone; and now
All are at rest within.
King
What of Estrella?
Matilde
She too is sleeping, and her room is dark.
King
Woman, although our word were bond enough,
Here is the bond that brings thee liberty.
Busto shall have another slave.
ARIAS
Mark you,
The money too is not forgot.
Matilde
I kiss
Your royal feet.
ARIAS
Touch but self-interest,
All are alike.
King
It is a glorious thing
To be a king.
ARIAS
Who can resist its glamour?
King
So the, in fine, I must go up alone,
The better to dissemble.
ARIAS
What, alone?
You'll risk yourself thus unattended?
King
Why,
Think you upon some foaming argosy
I sail for Colchos and the Golden Fleece?
Is Busto not my vassal? Is not this
His house? Wherein then lies the risk? And though
The risk were real, shall I not go alone?
Go, leave me now.
ARIAS
And where shall I await you?
King
A little off the street–some spot where I
May find you soon.
ARIAS
I'll go into St. Mark's
King
When does Busto return?
Matilde
Always, my lord,
When the birds first salute the dawn. The door
Stands open till he comes.
King
Love spurs me on
To end this gallant enterprise.
Matilde
My lord,
Follow me closely by the darker side
O'the corridor.
Busto
This is my house.
Íñigo
Farewell.
Busto
'Tis early yet for me.
Íñigo
Nay, you shall go.
No farther, sir.
Busto
'Tis well
Íñigo
We two elsewhere
Wait upon duty still.
Busto
What think you, sirs,
Of Feliciana?
Íñigo
Friend, we'll speak of her
To-morrow at the palace. She deserves
We should enlarge upon her worth. Farewell.
Busto
Full early I return to rest; the house
Is wrapt in darkness. Is there no page there?
Hola! Luján! Osorio! Andrés! Juan!
The men are all asleep. Justa! Inés!
The women must be sleeping too. Matilde!
Even the slave-girl sleeps. Sleep is a god,
And mastering all their senses, makes them nod.
Matilde
Methinks it was my master's voice who called.
Alas, I am lost!
King
Woman, didst thou not say
He came at dawn?
Matilde
Oh, woe is me!
Busto
Matilde!
Matilde
Ah God, I must begone.
King
Nay, have no fear.
Busto
Hold! Who goes there?
King
A man.
Busto
At such an hour?
A man, and in my house? Sirrah, your name!
King
How now? Stand back.
Busto
You are something rude, and if
You go from here, you go upon the point
Of this good sword; for though this house be sacred,
I must profane it now.
King
Put up your sword.
Busto
What! When my sister's room is thus abused!
I must know who you are, or here you die.
King
I am a man of rank. Make way.
Busto
And I
Am in my house, where I alone command.
King
Make way, I say. I am of noble birth,
And though you find me thus within your house,
I come not to abate, but to enhance
Your honour.
Busto
What! Is honour thus enhanced?
King
Your honour's safe with me.
Busto
'Tis safer far
On my sword's point. And if you seek to enhance
My honour, why so muffled and concealed?
To honour me, must you come thus disguised?
To do me honour, must you hide your face?
Your very fear, which you can not conceal,
Shall be your judge. No man comes bringing honour,
And come with fear and shame. Defend yourself,
Or, by the living God, I'll slay you here.
King
Fool, to provoke me thus!
Busto
I am resolved
To slay you, or be slain by you.
King
'Twere best
I tell the fellow who I am. Hold there!
I am the King.
Busto
'Tis false! What, the King
Thus compass my disgrace! The King, alone
And muffled up! It cannot be; and thou,
Villain, hast done his Highness grievous wrong,
Imputing a defect in him, which is
The very depth of baseness. What, the King
Strive to dishonour his own vassals! 'Sdeath!
Here is a new offence; for this again
Thou needs must die, defy me as thou wilt.
And though thou affrontest me, cast not this slur
Upon his Highness' name, for well thou knowest
Laws human and divine condemn the man
To penalties most dire, that does but dream
Unworthy thoughts of kings.
King
Obstinate fool!
Fellow, I say I am the King.
Busto
The less
Do I believe thee, for the name of king
Comes not allied with kingly deeds. The King
Is honour's self. Thou seekest my dishonour.
King
Here's a most churlish fool. What shall I do?
Busto
Beyond all doubt, it is the King, disguised.
I'll let him pass, and then find out at once
If he has wronged me, for my wrath is stirred
Unto the depths. Honour's a benefit
Which he who gives way likewise take away.
Begone, whoe'er thou art, and never more
Insult the King, nor call thyself the King
When bent on villainy. The King my lord,
The dreaded scourge of Afric's heathen brood,
Is a most Christian king, thou an offence
Against all Christian virtues. The King
Entrusts to me the key of his own house,
Nor would he come without my key to mine,
I having his. Thus much for they reproof.
And yet for this one thing I do respect thee:
Thou sayest thou art the King. And marvel not
I stomach this affront: the loyal vassal
Respects the very name of king.
King
'Sdeath!
This is too much. I am consumed with shame
And indignation.
I am the King, you let me go. Mark then,
That since I did profess to be the King,
I'll go in my own way. If I go free
Because I took the name of king, and you
Respect that name in me, be not surprised.
To find me king indeed. Die, villain, die!
The King's name stirs my blood. 'Tis the King slays thee.
Servants
What noise is this? What's here?
King
I'll slip away
Ere they discover who I am. The villain
Flouts me, but I will be revenged anon.
Servant
Master, he's fled that seeks your injury.
Busto
After him! Deal with him as he deserves...
Stay, let him be: unto the fleeing foe
A bridge of silver. Take the light, Matilde;
All the rest, go within.
Betrays me: she is cringing and crestfallen.
Now with a most assured lie I'll make
Assurance doubly sure.
At once! Thy life shall pay for this. The King
Has told me all.
Matilde
Alas, is such as he
Coult not retain the secret, how shall I,
A wretched slave?
Is true.
Busto
From this I may infer the blot
Upon my honour.
Admittance here.
Matilde
He promised me my freedom.
For that I led him to this very spot,
Even as you have seen.
Busto
Ay, and Estrella–
Knows she of this?
Matilde
A star so purely bright
Would wither me in her consuming rays,
Did she but know of my conspiracy.
Busto
'Tis true: if she once shone with murky beam,
She were a star no more. Her radiant light
May suffer no eclipse nor blighting shade,
For she reflects the glory of the sun,
Pure and serene.
Matilde
He did but reach her door.
As he came in–you at his heels–the King
Gave me this paper.
Busto
What! Gave thee this paper?
Matilde
Ay, with a thousand ducats yearly, and
My freedom.
Busto
So! A fine reward, forsooth,
And at the mere expense of my own honour.
A pretty pattern of preferment!
Follow me.
Matilde
Whither must I go?
Busto
Whither
The King shall see thee. Thus shall I repay
The debt of honour he has laid on me.
Matilde
Ah, wretched slave!
Busto
The King her light would hide,
But Seville's Star shall still be Seville's pride.
King
Such, Arias, is the end of my adventure.
Arias
Well, sir, you would go in alone.
King
The fool
Proved so presumptuous, I am incensed;
For I am sure he knew me well enough,
Yet drew upon me on some false pretext;
And though I strove to quell my rising spleen,
The spirit I am heir to wrested me
From that respect I owe my majesty.
I drew my sword on him, but then his men
Came forth with lights, that had revealed the truth
They half divined, had I not turned my back
And fled, for fear of being known. And so
You see me here. This, Arias, is the end
Of my encounter with Busto Tabera.
Arias
Then let the traitor's death purge his offence.
Behead him. Let the rising sun behold
His just reward. In the wide realm of Spain
There is no law but your sole pleasure.
King
Arias,
To slay him openly were most unwise.
Arias
You shall find cause enough. Busto Tabera
Is alderman in Seville, and the best
And wisest rarely fail to do some wrong,
Spurred on by lust of power.
King
He is so prudent,
So circumspect, he must be blameless.
Arias
Well,
Have him removed in secret.
King
That may be;
But then, to whom shall I entrust the task?
Arias
To me,
King
I am loath to risk you thus.
Arias
Why then,
I will provide a man—brave, a good soldier,
A gallant gentleman to boot, one who
Has caused the Moor to tremble, where Gibraltar
Rears its proud pyramid, and oft has proved
A leader all victorious; wherefore now
The men of Seville yield him pride of place
For dauntless bravery–the glorious sun
Of military academes.
King
His name?
Arias
Sancho Ortiz de las Roelas, or the Cid
Of Andalusia. He, my lord, with ease
Will rid you of your foe, for he is strong
And resolute.
King
Go, summon him at once.
Day is at hand.
Arias
Meantime, my lord, to rest.
King
What couch, think you, can hold the man that loves,
And smarts under an insult unavenged?
Go, Arias, fetch the fellow here forthwith.
Arias
There's something hanging on the palace gate.
King
What can it be?
Arias
It is not there for naught.
King
See what it is.
Arias
A woman!
King
What! A woman?
Arias
Ay, a woman–hanged, stone-dead, and so
Woman no more.
King
Look, Arias, who it is.
Arias
The slave-girl, with the paper in her hand!
King
'Sdeath! my blood boils...!
Arias
What an affront!
King
'Fore God,
I'll slay the pair of them, though Seville rise
In hot revolt. Have her cut down at once;
In secret have her decently bestowed.
Thus to defy their duty to their King!
I will root out Tabera's very name.
Busto
Close yonder casement.
Estrella
Brother, what is this?
The drowsy sun scarce leaves his eastern mansion
And mounts the sapphire sky, when all alone,
Gloomy and ill at ease, you rouse me from
My couch, with strangely troubled voice and words
Confounding sense. What! Have you noted aught
That argues in me guilt of foul offence?
Busto
Thyself shalt answer that.
Estrella
I! Sayest thou so?
Art thou then mad? Speak! Hast thou lost thy reason?
I, guilty of offence? But now I see
The offence is thine, for thou with that sole question
Hast done me grievous wrong. Knowest thou me not,
Nor knowest what I am? Or on my lips
Hast thou e'er noted language did transgress
The honourable bounds that guard my tongue?
And if thou hast marked naught that can convict me,
Tell me, wherein lies my offence?
Busto
I speak
Not without cause.
Estrella
Not without cause?
Busto
Alas!
Estrella, in this house this night...
Estrella
Say on;
For if in anything I have offended,
I freely yield myself to punishment.
Tell me, what happened in this house this night?
Busto
Alas! this night was the sun's epicycle.
This night, alas, Estrella's sign was changed.
Estrella
Astrology's dark ambiguities
But ill befit the simple themes of honour.
Speak clearly; leave the sun in his five zones.
For though I be a star, the Star of Seville
Owes no allegiance to the sun.
Busto
What time
The foolish farmyard-cocks did cleave the night
With their shrill cry, and distant convent bells,
Caressing heaven with their melodious music,
Broke the still silence, I returned and found,
Close by your chamber-door, the King, alone,
And in disguise.
Estrella
What do I hear?
Busto
The truth.
Estrella, ponder well; what brought the King
Into this house, alone, at such an hour,
Unless it were Estrella? The little slave,
Matilde, was with him; for by the fall
Of footsteps I inferred it, and, lynx-eyed,
My honour did divine her in the dark.
I drew my sword, and 'Who goes there?' I cried.
A voice replied 'A man'. I closed with him,
And he, avoiding me, Estrella, said
He was the King; and though I saw 'twas true,
I feigned I knew him not, for it pleased heaven
To grant me patience. He, stung to the quick,
A king indeed, attacked me boldly, for
A king who draws his sword in anger takes
His courage in both hands. The pages then
Came in with lights, and, fearing to be seen,
He turned and fled, unknown of all but me.
I taxed the slave-girl; she, without the need
Of torture, yielded up the truth. The King
Had made her promise of full liberty
In a signed paper she had there –the proof
Whereby I did denounce her treacherous guilt.
I dragged her forth, lest her corruptive breath
Should spread dishonour through these noble halls.
Without the door, I seized her in my arms,
Flung her across my shoulder, and went thus
Straight to the royal palace, on whose walls
I hanged her for the offence. The King shall know
For every Tarquin there's a Brutus here,
And Seville's sons are honourable men.
This fate, Estrella, has befallen me.
Our honour is imperilled. I perforce
Must flee from Seville; thou perforce must wed–
Sancho Ortiz shall it be, for shielded thus
Thou art secure from the King's vengeance, while
I go care-free upon my lonely way.
E'en now I'll seek him out, for so shall I
Redeem our honour and revive our name
Against the menace of old Time.
Estrella
Dear brother,
With all my heart I thank thee for this boon.
Busto
To-day, Estrella, see thou art prepared
To be his bride; and, above all, be silent
It much imports my honour.
Estrella
Oh, happy day!
Ah, Love, now do I hold thee fast; no more
Shalt thou go free. And yet, who shall foretell
The end from the beginning? 'Many a slip,'
The old saw says, 'may come 'twixt cup and lip.'
Arias
My lord, Sancho Ortiz de las Roelas here
In the antechamber waits your pleasure.
King
So
Bid him come in –nay, let him stay awhile.
Arias, love is of caution all compounded.
Lest coward pity sap my resolution,
In a sealed paper here I have set down
His name that is to die, and in this other,
That I am the true author of his death:
So he remains absolve. Well, bid him enter,
Then you make fast the door and leave us here
Alone.
Arias
Alone?
King
Ay; I would have him think
None but myself did share this secret. Thus
Vengeance goes better yoked with my desire.
Arias
I'll call him in.
King
Ah, Love, well do I see
This is no proud memorial to my name.
But graved in living bronze full many a tale
Of valiant deeds shall argue my excuse;
And 'mid a thousand glories Time shall hide
The faint remembrance of this fond excess.
Sancho
In humble duty at your Highness' feet
I kneel.
King
Arise; it were a grievous wrong...
Arise.
Sancho
My lord...
King
A gallant youth.
Sancho
My lord,
It is small wonder I should feel confused
In this exalted presence, that am bred
To deeds and not to courtly eloquence.
King
What then dost thou behold in us?
Sancho
I see
Virtue and majesty, and, in a word,
God's image, whom the King mirrors on earth;
And next to God Himself, my faith and trust
Are in the King, to whose imperial will
I yield me now.
King
And what is thy estate?
Sancho
Never was I so honoured as this day
That I am summoned to your Highness' presence.
King
Thou hast deserved our favour, for report
Proclaims thee prudent, well-esteemed in Seville,
A gallant soldier, and, what likes us best,
One who can keep a secret.
Sancho
Nay, my lord,
Such praise... your Highness honours me still more.
King
But now, for thou must needs be ill at ease,
And fain wouldst learn why we have called thee hither,
We will declare the cause, and prove anon
Thine own most valorous report. Know then,
It much imports our honour that a man
In Seville should be secretly removed,
And we would trust this task to thee alone,
For we prefer thee to all others here.
Sancho
And is he guilty then?
King
Guilty indeed.
Sancho
But if his guilt be manifest, my lord,
Why should his death be hid? Your justices
May execute your sentence publicly;
Nor should he suffer secretly, for thus
His guilt is lost in yours, since therewithal
You own you have condemned a guiltless man.
In his offence be not too great, my lord,
I here beseech his pardon.
King
Sancho Ortiz,
Thou art not called to be his advocate,
But to perform our will. If we decree
He should be slain, dissembling the strong arm,
It is because it much concerns our honour
Is should be so. What thinkest thou, does he
Whose crime is treason, merit death?
Sancho
By fire.
King
And if the man I speak of be a traitor?
Sancho
Then let him perish instantly. My lord,
Or be he brother or by blood allied,
Or friend that occupies my heart of hearts,
I do demand the sternest punishment
That your offended majesty enjoins,
And in such case, myself without remorse
Would slay my very brother.
King
Come, your word
And hand upon it.
Sancho
Ay, with all my soul.
King
Thou shalt do well to take him off his guard,
And slay him unawares.
Sancho
What I, my lord,
Sancho Ortiz and a soldier? I, treachery,
Murder? No! I must slay him face to face,
Where all Seville may see it, in the street
Or in the market-place. For he that kills
Not in fair fight may nowise ba absolved;
And he that dies by treachery gains more
Than his betrayer. Death brings good report;
The living still declares his infamy
To all the world.
King
Well, slay him as thou wilt;
And take this paper, signed by me, the pledge
That I forgive thee whatsoever crime
Thou shalt commit. Come, read it.
Sancho
Thus it runs:
'Sancho Ortiz, whomsoever thy orders bid, straight-way for me and in my name put him to death. Hereby I promise thee my protection, and, should thy life be imperilled, I pledge my word to rescue thee from danger. I, the King.'
I am amazed your Highness entertains
Such poor conceit of me. A warrant, I!
A paper! Be more frank with me, my lord;
For here, true to my noble birth, I trust
The King far more than any written bond.
For if the word of kings acquires the power
To level mountains, nor itself denies,
Your royal word once given, such a bond
Is but and idle superfluity.
Destroy it then, my lord. Without its aid
Death courts him more securely. In some sort
This very bond discredits your own word.
We two, my lord, hereby, without a bond,
Do bind ourselves and mutually agree,
I to avenge you, you to deliver me.
If that be so, what need of bonds, which oft
Have hindered what they would secure? I go
To carry out your will, and for reward
I ask but this: the woman I shall choose
For wife.
King
Be she of Castile's noblest blood,
She shall be thine.
Sancho
Oh, may the proud Moor's throne
Your footstool be. May the broad seas behold
Your towering galleons spread triumphantly
From the parched tropics to the frozen poles.
King
Sancho, thy faithful service shall receive
Its worthy recompense. This paper bears
His name that is to die. Be not dismayed
When thou shalt open it; I have heard tell
In Seville he is held a man indeed.
Sancho
That shall be proved full soon, my lord.
King
Friend Sancho,
To us two only is this secret known.
Small need to warn thee. Thou'rt discreet as brave:
Strike swiftly, and be silent as the grave.
Clarindo
What, do I really catch you, when I come
With such glad tidings? Master, a largess!
I bring the bravest news that heart could wish.
Sancho
How now? In merry mood to-day?
Clarindo
Good master,
Does not your heart leap to embrace this boon?
Sancho
Whence comes this?
Clarindo
Master, from Estrella, who,
More radiant than the sun, bade me commit
This letter to my master's hands, and claim
Largess for my good news.
Sancho
Good news? What news?
Clarindo
Your wedding, which must be this very day.
Sancho
What sayest thou? Oh, my heart will burst with joy.
Estrella mine? The fair Star of the Dawn,
The glorious Sun for me, whose golden rays
Bring the glad promise of unclouded days?
'Beloved, the happy day so long desired has come. My brother looks for thee, to crown my life, and to reward thy love. If thou art mindful of Time's heaviness, go seek him out. Let not this fair occasion slip. Thy Estrella.'
My lovely bride! What good shall I not gain
With such a Star? Go, let my steward know
The sweet subjection that I undertake.
Let him bring out forthwith the liveries
That are to this intent stored in my house;
And let my lackeys and my pages wear
Their gorgeous bonnets crowned with flowing plumes.
And if thou claim a gift for thy good news,
Take thou this jacinth. Thou shouldst have the sun,
Were but the sun the jewel decks this ring.
Clarindo
May you live longer than this stone endures,
Close-twined as ivy with your lovely bride;
And since I hold you in such high steem,
May you live longer than your foolish dream.
Sancho
I'll go seek out Tabera, for 'twixt hope
And my desires my heart is like to burst.
But with my marriage and my new-found joy
I had forgot the King, and 'twas ill done.
So, now the paper is unsealed–I'll know
His name that is to die.
'Sancho, the man that thou must slay is Busto Tabera.'
God help me! Oh, that this should be his will!
The smiles of favouring Fortune, then her frown!
This life is like a game of cards–the pack
Broken, ill-shuffled—full of anxious cares
And hopes deceived; 'tis all made up of points
And penalties, even as a game of chance.
Fortune I saw in flattering colours; then
The colours went, the card was changed, and brought
Death to my hopes and me. I'll look again,
If it be really so. Yet how should I
Have read it if it were not written thus?
I'll look again.
'Sancho, the man that thou must slay is Busto Tabera.'
I am lost! What must I do? I gave my word
That I would slay him who should be my brother,
And I must lose his sister. Sancho Ortiz,
I may not be. Busto shall live. And yet
Our pleasure must not override our honour.
Busto shall die, Busto shall die. Yet stay,
Rash hand. Busto shall live, Busto shall live.
But if I heed love's voice, I cannot pay
My debt of honour. Yet, who can resist
The force of love? Better to die—or flee,
So that I serve the King, while he shall live.
Yet I must satisfy the King.
'Sancho, the man that thou must slay is Busto Tabera.'
How if he slay him for Estrella's sake,
That he may pay her court? If for her sake
He'd slay him, then he shall not die for that.
I'll flout the King and save her too. And yet
I am a man of honour and must do
My duty, not my pleasure. Ay, but then,
Which law must I obey? The prior law.
But there's no law compels me to do this.
And yet there is. However wrong the King,
I must obey his law, and leave to heaven
His punishment. Let love's rebellious voice
Be still; for though it cost me bitter pain,
I must uphold the King. Busto shall die,
Busto shall die, for there is none to say
'Let Busto live'. Forgive me then, fair Star
Of Seville, for 'tis no small punishment
To lose thee and become thy mortal foe.
What shall I do? Is there no remedy?
Busto
Brother, well met! How fortunate am I
To find you here.
Sancho
Ill met, say I. You come
To give me life, I to take yours away.
Busto
Brother, the happy hour at length has come
When with Estrella you must be united.
Sancho
Nay rather, when my hopes must all be blighted
Ah God! Was ever man in such a pass?
Here must I slay my dearest friend, and lose
His sister, and so make an end of all.
Busto
Why are you thus lost in amaze, when here
I offer you my sister's hand?
Sancho
The thought
Of my unworthiness dumbfounds me.
Busto
What?
Unworthy, you? Have you no other answer?
Why do you hesitate? Why thus distressed?
With changed aspèct why look you now to earth,
And now to heaven? What means this pallid chill
Of silence that pervades you? Are you not
Already by exchange of written bonds
Wed to Estrella?
Sancho
Time was, indeed, when I
Would willingly have wed her; but not now,
Although you give her me.
Busto
What! This to me?
Knowest thou me not?
Sancho
Ay, this to thee, Tabera,
Because I know thee.
Busto
Thou knowest me a Tabera,
And yet thou speakest thus?
Sancho
If I speak thus,
'Tis that I know thee well..
Busto
Thou knowest me well!
Then thou hast known in me good breeding, courage,
Nobility and virtue, which is honour.
For without virtue honour never was.
And, Sancho Ortiz, I am incensed that thou...
Sancho
Not so incensed as I.
Busto
As thou? And why?
Sancho
Only to speak with thee.
Busto
If thou dost put
The smallest slur upon my faith and honour,
Villain, thou liest, and here I will maintain it.
Sancho
Villain, thou wilt maintain it?
Love.
The King's outrageous will usurps my senses;
Resistance is in vain
Busto
Oh, stay thy hand!
I am slain!
Sancho
Alas! I am beside myself!
Unwittingly I wounded thee! But, brother,
Now I am in my senses once again.
Come, slay me. In my bosom sheathe thy sword,
And pierce a gateway for my willing soul.
Busto
Brother, I leave Estrella in thy keeping.
Farewell.
Sancho
Ah, cruel sword, thou merciless,
Thou bloody murderer, since thou hast stolen
My life, come now and make an end of me,
That with another mortal wound I may
Repay the soul I owe.
Pedro
Hold! What is this?
Sancho
How hold, if I have slain my very life?
Farfán
Sir, what wild words are these?
Pedro
What mean you, sir?
Sancho
I have slain my brother. I am Seville's Cain:
With unrelenting cruelty I slew
Innocent Abel. Look you where he lies,
And slay me now; for since I was his death,
I fain would die for him.
Arias
What have we here?
Sancho
A heavy deed of heartless cruelty.
Such virtue in the noblest minds begets
A word fulfilled, an honour satisfied!
Go, tell my lord the King that Seville's sons
Fulfil a promise out of hand, 'tis clear,
When for a word's sake they will flout their Stars
And set no store by brothers
Pedro
He has slain
Busto Tabera.
Arias
O rash and bloody deed!
Sancho
Come seize me then, convey me hence; 'tis well
That he who takes another's life should die.
See what a bloody deed I did commit
For honour's sake! For honour's sake I slew him,
For honour's sake I die, since here I crave
For honour's sake the death that must be mine.
Arias
Convey him to Triana; guard him well.
The city's roused.
Sancho
Dear friend Busto Tabera!...
Farfán
The man has lost his wits.
Sancho
Stay, gentlemen.
Let me bear up this cold and silent corpse,
Bathed in his noble blood; so shall I be
His Atlas, and such time I shall give back
The life I took away.
Pedro
The fellow's mad.
Sancho
I, if I crush my will, do keep the law.
E'en such it is, good sir, to be a king,
And such, good sir, to be no king. 'Tis well
To understand my meaning, and 'tis well
To understand it not. No more of that.
I slew him. That indeed I'll not deny;
But I will not say why. Another may
Declare the cause, since here I say I slew him.
Estrella
I know not, Theodora, if this robe
Becomes me, for I dressed in such glad haste.
Gives me the glass.
Theodora
Madam, you are yourself
Beauty's own mirror, nor can any glass
Declare such sweet perfection, nor resume
In its small sphere so many dazzling charms.
Estrella
See how my looks are changed, my cheeks how
flushed.
Theodora
Why,'tis the blood mounts to your cheeks, and there,
Mocking reserve and maiden modesty,
Betrays your happiness.
Estrella
Methinks he comes,
My well-beloved, his eyes lit with love's joy,
To take my hand with many a soft caress.
And now methinks he whispers in my ear
A thousand tender messages of love,
And from the rapture of my swooning eyes
Calls forth my willing soul. Ah, happy day!
This, Theodora, is my kindly star.
Theodora
Hark, hear you not the sound of merriment?
Alas! the mirror's fallen. The envious glass
Within its frame has formed of one smooth face
A thousand facets.
Estrella
What? 'Tis broken then?
Theodora
Ay, madam.
Estrella
'Tis well done; poor glass, it knows
I have a mirror in whose loving eyes
My own shall see themselves reflected. So,
Let your glass break, since I await my own,
Whom having, I shall need no other glass.
Clarindo
Madam, here is a wind that blows your fair–
And fowl. These feathered furnishings proclaim
Your wedding day. I to my master gave
The letter you gave me, and he in turn
Gave me this ring for a reward.
Estrella
Why then,
I will outbid him. Come, give me the ring,
And take this diamond in exchange.
Clarindo
The stone
Is cleft in twain. A sign, they say, of sadness.
Your jacinth suffers from the self-same ill
It takes away. The stone is cleft in twain.
Estrella
What matter? It is right that stones should feel
My joy, my sweet content. Ah, happy day!
Dear friends, this is my charitable star.
Theodora
A noisy throng fills the courtyard below.
Clarindo
And now it seems that footsteps mount the stair.
Estrella
Who can resist such joy?
But... what is this?
Pedro
Misfortunes and disasters were ordained
For mortal men. This life is but a sea
Of tears. Busto Tabera's slain.
Estrella
O cruel,
Cruel fate!
Pedro
Lady, this comfort still
Remains: the bloody murderer, Sancho Ortiz,
Is taken, and to-morrow without fail
Shall pay the penalty.
Estrella
Ah God! Avaunt,
Ye fiends that bear Hell's fury in your tongues,
Away! My brother slain, and by the hand
Of Sancho Ortiz! How can I utter it,
How hear it, and still live? I am a stone,
That still I am alive. Unhappy day!
This, friends, is my unfriendly star. But if
One spark of human pity linger yet,
Come, slay me now.
Pedro
Alas, she's crazed with grief!
Estrella
Unhappy destiny! My brother dead,
And by the hand of Sancho Ortiz! That he
Should sever three souls from one bleeding heart!
Leave me; I am undone.
Pedro
She is distraught.
Farfán
Alas, unhappy woman!
Pedro
Go with her.
Clarindo
Lady...?
Estrella
Begone, thou art contaminate
With that false fratricide. All, all is lost,
All but the hope of death. Unhappy day!
This, Theodora, is my cruel star.
Pedro
My lord, he freely does confess he slew him,
Yet will not answer why.
King
Does he not say
What force constrained him to it?
Farfán
He simply says
'I do not know', and leaves us sore perplexed.
King
And says he not then if he gave him cause?
Pedro
My lord, no cause at all.
Arias
A rash confession!
Pedro
He owns he did the deed, but whether justly,
He does not know.
Farfán
He did it, as he says,
To quit an oath.
Arias
He must have given him cause.
Pedro
He says he gave him none.
King
Go back to him.
Tell him the King bids him straightway declare
The proof of his discharge, and he shall find
A friend in us. Or else, we are his foe,
To punish him with all severity.
Let him disclose the reason why he slew
Tabera; let him briefly justify
His seeming crime, or suffer for his folly.
Let him say at whose word or for whose sake
He slew this man; what motive prompted him
To do so dread a deed. So we will hear
His plea. Else, let him be prepared to die.
Pedro
Death is his dearest wish, my lord. Remorse
For such a hideous deed, so foul, so base,
Fills him with desperate frenzy.
King
Rails he not.
Against another?
Farfán
No, my lord, but still
Takes counsel with his grief.
King
Virtue most rare!
Farfán
He lays no charge'gainst any other man,
But blames himself alone.
King
In all the world
There never yet lived two such men as these.
When I would mould their resolution, they
More steadfastly resist. Go, justices,
And see that he make known his plea, for so
Shall we restore peace to our troubled city.
And you, Don Arias, go with them along;
Speak with this prisoner, blind to his own good.
Bid him from us declare at whose behest
He slew this man; let him discover who
Must bear the guilt, e'en though it be the King.
If he will not confess, straightway prepare
The scaffold where to-morrow he shall serve
For warning to all Seville.
Arias
I obey.
Manuel
My lord, Busto Tabera's sister here,
'Mid a great concourse of the citizens,
Begs leave to kiss your royal hands.
King
Who then
Stands in her way?
Manuel
The citizens themselves,
My lord.
King
'Tis natural. Go, in our name,
And speak with them, and let her enter now.
Manuel
I'll bring her in, my lord.
King
My lord, she comes.
King
Ah! ne'er did April morn
Bring such a sun of radiant loveliness,
Though in the youthful year the sun looks down
With beams of burnished ivory and gold.
Estrella
Most Christian King Don Sancho, sovereign lord
Of all Castile, heroic for thy deeds,
Illustrious for thy virtues, here behold
A most ill-fated Star of Seville, who,
Her bright rays shrouded with the gloomy pall
That heavy grief in gathered clouds has hung,
Now comes to ask for justice. Yet not that you
Should execute it, but that vengeance stand
In my arbitrament. My weary eyes
Seek no repose from weeping, that my tears
May bear full witness to the grief I feel.
My brother was to me most dear, who now,
From earthly cares set free, serenely walks
Amid the stars in the blue paths of heaven.
He as brother sheltered me, and I
Obeyed him as a father, and his word
To me was law. With him I lived content.
The sun itself did spare me, by whose rays
My very windows were univisited.
Seville did envy our sweet brotherhood,
And all men said we were those heavenly twins
That form one glorious star. When suddenly
A cruel huntsman draws his deadly bow
And strikes my brother with his fatal shaft,
And all our glory's gone. I have lost brother,
I have lost lover too. I am left alone;
And you, my lord, whom none excuse, neglect
Your royal duty. Grant me justice, then;
Yield me the murderer, and thus fulfil
Your obligation. Let me be his judge.
King
Be comforted. Dry those fair eyes, unless
Thou wouldst consume these halls with fiery tears;
For the sun's smallest tears are flaming stars,
And every ray a jewel flashing fire.
Then let the dawn gather this harvest home,
If the new-risen sun grant room enough;
And let the dawn gather this harvest home,
If the new-risen sun grant room enough;
And let the heavens their jealous guardian be,
For 'tis not meet they should be squandered here.
Go, take this ring, and with its royal sign
Unlock Triana's frowning castle-gates.
Bid them yield up the prisoner; be to him
More cruel than the savage beast that haunts
The Hyrcanian fells, altough the stork in flight
Teach merciful compassion; for 'tis well,
To move our hearts the more, that birds and beasts
Should shame mankind. Thy brother's dead. They say
'Twas Sancho ortiz that slew him. Be revenged.
And yet, if he died thus, the fault was thine;
Thy beauty was the cause.
Estrella
What part, my lord,
Had my poor beauty in the guiltless death
Of my dear brother? Haply have I erred
With loose desire or wanton blandishment?
Or in my hours of ease, saw any man
My mind with vain and idle thoughts fulfilled?
King
Beauty in woman has this fatal power,
To bring into the world unwilling death.
Thou slayest not, 'tis heaven's part in thee,
Thy beauty, slays. Beauty will hate herself
If, lavish nature's thankless rival, thou,
Amid a wealth of silver and of pearl,
The golden glory of thy sovereign beauty
Keep for thyself, unmindful of thy duty.
Estrella
Virtue, my lord, is all my jealous care.
If I had aught of silver or of gold,
I'd tear it from my head, and hide my face
Behind a mask of monstruous ugliness,
Though I should brand myself with burning coals.
If one Tabera's dead, one yet remains,
In whose temptation should dishonour lie,
I would with my own hands so mar my beauty
That tyrants should be shamed back to their duty.
King
If they should yield up Sancho Ortiz, I fear
She is like to avenge herself with her own hands;
For heaven doth suffer oft a savage heart
To dwell within a form divinely fair.
See what a mad infatuation spells!
I prompted Sancho Ortiz. I'll set him free;
For love that treads on royal purple bends
The law to suit naught else but his own ends.
Sancho
How now, Clarindo, hast thou not composed
Some ballad on my case?
Clarindo
Alas, good sir,
When profits are so poor, who'd rack his brains
With writing verse? The revellers in the Square
Would often beg for ballads; gallants too,
Seeing me in the streets, as though I were
A master botcher, would cry out: 'Ho there!
That billet-doux–is it not ready yet?'
And pressed me more than if my office were
To recompose a pair of torn trunk-hose.
I write to eat, if others write full-fed;
And were my bread assured, I would exceed
In silence ancient Anaxagoras,
And shame the choicest wits of Greece and Rome.
Pedro
Enter.
Clarindo
Good master, they have come, methinks,
To notify your sentence.
Sancho
Then do you
Strike up a stave. Ay, now! I long for death,
And with a timely song I fain would show
My satisfaction; and would prove besides
My courage, and that in my constant breast
E'en death itself moves me to nothing less.
Clarindo
Brave words, forsooth, bravely brought forth! What more
Would your besotted Teuton, his dull soul
Fired with the dregs of musty Monturqués?
Musicians
Brave words, forsooth, bravely brought forth! What more
Would your besotted Teuton, his dull soul
Fired with the dregs of musty Monturqués?
If cruel Fortune should decree
I must live on
When hope is gone,
Till death shall deign
To end my pain,
Life is a lingering death to me.
Clarindo
A merry song to sing!
Sancho
A sound conclusion,
And one that well befits my present case.
Musicians
Death is the only hope life hath
For him that lives a living death.
Pedro
Is this a fitting hour for music?
Sancho
Why,
What fitter hour for ease in his distress
Has the poor prisoner?
Farfán
When every hour
Death threatens, and each moment you await
The dreadful issue of this solemn charge,
Will you make merry, sir, with music then?
Sancho
E'en so, and swan-like greet death with a song.
Farfán
The hour of doom has struck.
Sancho
I kiss your hands
For this good news you bring. O happy hour
So long desired!
Pedro
Sancho Ortiz, you confess
That you did slay Busto Tabera?
Sancho
Yes,
I here confess it openly. Seek out
The most inhuman punishments; invent
New torments shall efface the memory
Of Phalaris and of Maxentius.
Farfán
You slew him then without good cause?
Sancho
I slew him,
That I confess. The cause–since I conceal
The cause–if there be any man that knows it,
Let him reveal it, for I know not, I,
The reason why he died. I only know
I slew him without knowing why.
Pedro
But this
Is wanton treachery, to slay a man
Without just cause
Sancho
Just cause he must have given,
Since he is slain.
Pedro
Why then,to whom?
Sancho
To him
That brought me to this present pass, to this
The last extremity.
Pedro
But who is he?
Sancho
I may not say, for I am sworn to silence.
I have been like a king in execution,
And king-like must I be in silence too.
And for my death, it surely shall suffice you
To know I slew him. Ask me then not why.
Arias
Sancho Ortiz, I am here in the King's name
To urge you at his instance to confess
Who has contrived this mad entanglement;
Whether you acted for some hidden friend,
Or for some woman's sake, or your own kin,
Or for some powerful noble of this realm.
And if from him you have some warranty,
Some bond, some paper writ or signed by him,
Reveal it without more ado, and thus
Fulfil your duty.
Sancho
If I should reveal it,
Sir, I should not fulfil my duty. Friend,
Go tell his Highness I fulfil my word,
And while he may be called Sancho the Brave,
Am I not Sancho too? Tell him, besides,
I well might have some written bond indeed;
But he affronts me who demands a bond
He saw destroyed. I slew Busto Tabera;
And though with but a word I might go free,
I will not speak it, for I know I then
Should violate another word I gave.
Prompt as a king am I to keep my word,
And what I promised, that have I performed.
Whoever gives his word may do no less.
He that is pledged to speak, let him then speak,
Since I have done what I was pledged to do.
Arias
If your acquittal rests in your own lips,
'Tis folly to withhold it now.
Sancho
Sir, I
Am what I am, and being what I am,
I mortify myself with silence, and
One who is silent put to open shame.
He that is what he is, let him now prove
In very deed that he is what he is.
Therewith shall we two be the men we are.
Arias
I will inform his Highness.
Pedro
Sancho Ortiz,
You have done a thing most ill-advised, and shown
But little wisdom.
Farfán
And you have defied
The city's laws, and have exposed your life
To Seville's wrath, your neck to her displeasure.
Clarindo
What! Will you suffer such abuse?
Sancho
I will;
For men may punish me, and heaven confound me,
And even now, Clarindo, it begins.
Dost thou not hear that muffled roar? The winds
Are howling, charged with flashing thunderbolts.
One like a fiery serpent darting down
Envelopes me in coils of livid flame.
Clarindo
He's lost his wits, I fear. I'll humour him.
Sancho
I blaze!
Clarindo
I burn!
Sancho
What, that bolt caught thee too?
Clarindo
See, I am burned to ashes.
Sancho
Heaven defend us!
Clarindo
Ay, sir, dead as the twigs of last year's vine!
Sancho
We're in the other world, then?
Clarindo
And, besides,
In Hell, I fancy.
Sancho
What, in Hell, Clarindo?
How see'st thou that?
Clarindo
In yonder castle, sir,
I see more that a thousand busy forms,
Lying like tailors.
Sancho
True, we are in Hell;
For there is Pride, burning on yonder pile,
Built up of arrogant and haughty shapes.
And there I see Ambition, drinking draughts
Of endless fire.
Clarindo
And farther on there stands
A legion of old coachmen.
Sancho
Why, Clarindo,
If coaches traffic here, they'll ruin Hell.
But tell me, friend, if this in truth be Hell,
How comes it that we see no lawyers here?
Clarindo
Why, sir, they'll have no lawyers down in Hell,
For fear they trump up devilish lawsuits here.
Sancho
Well, if there are no lawsuits, Hell must be
A pleasant place.
Clarindo
There stands the tyrant Honour,
Beset by all the countless doting fools
That suffer for his sake.
Sancho
I'll join them too, then.
Honour, a fool, an honourable fool,
Would be your Honour's servant, one that yet
Has ne'er transgressed your laws.–'Friend, 'twas ill done.
True honour is to know not honour now.
What, look for me in yonder world, when I
Have now been dead these hundred thousand years!
Henceforth, my friend, let money be your quest.
Money is honour now. What did you do?'–
Fulfilled my promised word.–'A pretty jest!
Fulfil a promise? What simplicity!
To break a promise now is manliness.'–
I rashly promised I would slay a man,
And slew him in my wrath, although I knew
He was my greatest friend.–'Oh, folly, folly!'
Clarindo
Folly indeed!
Sancho
'Folly indeed! Away!
Go clap him in a dreary dungeon cell;
There let him pay the penalty of folly.'–
Honour, I lost his sister whom I loved,
And in that loss I have lost all.–'No matter.'
Clarindo
Heavens, if I let him keep this course, he'll go
Stark staring mad. But I'll devise a ruse.
Sancho
Who calls? Who calls?
Clarindo
'Three-headed Cerberus,
That guards this nether world. Know you me not?
Sancho
I fancy so.
Clarindo
'And who are you?'
Sancho
What, I?
An honourable man.
Clarindo
'And here below?
Get out of it, confound you!'
Sancho
What is this?
Clarindo
'Away with you at once; this is no place
For honourable men. Lay hands on him;
Convey him through the air back to the world,
To Seville jail.'–But how?–'Blindfold his eyes,
That he may travel undismayed.'–'Tis done.–
'Now let the Lame Fiend take him pick-a-back
And whisk him thither at a single bound.'–
'A single bound? Oh well, I am content.'–
'Off with you then, and see you take besides
His comrade by the hand.'
Back in the world. Rest you with God.'–Amen.
Sancho
With God, said he?
Clarindo
Ay, sir. This devil, sir,
Before he was a devil, was baptized
A Christian, sir. He has a Galician, sir,
From Francos Street.
Sancho
I feel as though I woke
From some deep trance. God help me! Ah, Estrella,
Sad is my lot without thy love; but since
I lost thee, I deserve this punishment.
Estrella
Come, sir, forthwith yield up the prisoner.
Governor
Madam,
There is the prisoner; as the King commands,
I do resign my charge into your hands.
Señor Sancho Ortiz, 'tis his Highness' will
We should without ado deliver you
Into this lady's hands.
Estrella
Sir, follow me.
Sancho
If I must yield my life, then I applaud
This mercy, for I covet naught but death.
Estrella
Give me your hand and come with me.
Clarindo
It seems
The world's bewitched!
Estrella
Let no man follow us.
Clarindo
'Tis well. 'Fore heaven, here's goodly progress! First,
From Hell to Seville; then, from Seville back
To Hell, from which Good Lord deliver us.
Estrella
Sancho Ortiz, I have set you free. Farewell.
Bethink you I have been compassionate
And merciful. Farewell. Hence! You are free.
Why do you stay? Why look you thus amazed?
Time flies while you delay. Begone! A horse
To speed your flight attends you, and a man
With money for the way.
Sancho
Here at your feet,
Fair lady...
Estrella
Go, this is no time for thanks.
Sancho
There's my chief care. Tell me to whom I owe
This freedom, that the giver with the gift
May live enshrinèd in my grateful heart.
Estrella
I am a woman–one who loves you well–
And bring you now this freedom, for the gift
Lies haply in my power. Go then with God.
Sancho
I will not go until I know your name,
Or you reveal your face.
Estrella
Time fails me now.
Sancho
To you I owe both life and liberty,
And I must needs know her to whom I owe
So great a mercy, that I may repay
The debt I gladly own.
Estrella
I am a woman,
Of good repute in Seville, one, I ween,
Who loves you best, and you love least of all.
Go now with God.
Sancho
I shall not be, till you
Reveal your face.
Estrella
Why then, that you may go,
Behold, 'tis I.
Sancho
Estrella of my soul!
Estrella
Estrella, true. I am thy guiding Star,
That brings thee promise of new life. Go, then;
For thus love triumphs over vain revenge,
And for love's sake I prove a kindly Star.
Sancho
Estrella, thou, serene and radiant
With thy worst foe! Thou, merciful to me!
Oh, show thyself more cruel; pity here
Is cruelty, where punishment is pity.
Stay not my death, nor, mercilessly kind,
By doing good, strive to do harm, where good
From harm alone ensues. Freedom for him
Whose guilty hand slew thy dear brother! No!
It is not right that I should live, when he
Fell lifeless by my hand; and 'tis but just
I sacrifice thy love, who sacrificed
So true a friend. Thus freed, I yield myself
To cruel death; for when a prisoner,
What merit lay in seeking death?
Estrella
My love
Is stronger, firmer fixed, and for love's sake
I give thee life.
Sancho
And I go to my death,
Though thou wouldst give me life and liberty.
For if thou to thyself must needs be true,
I have no other choice in what I do.
Estrella
Why shouldst thou die?
Sancho
To avenge thy wrong.
Estrella
My wrong?
Sancho
And my base treachery.
Estrella
'Tis cruelty.
Sancho
'Tis courage, loyalty.
Estrella
None claims it now.
Sancho
Love is the claimant.
Estrella
'Tis a new offence.
Sancho
'Tis a new proof of love.
Estrella
A proof of love?
Sancho
Since for thy sake I die.
Estrella
Thou dost me so
The greater wrong.
Sancho
While thus I live and breathe.
Estrella
Stay, hear me.
Sancho
Nay, words are of no avail.
Estrella
Where wilt thou go?
Sancho
I go to seek out death.
Since I offend thee with my life.
Estrella
Oh, leave me,
Flee hence.
Sancho
That were ill done.
Estrella
Live and be free.
Sancho
That is not just.
Estrella
For whose sake wouldst thou die?
Sancho
For my own pleasure.
Estrella
Nay, for my distress.
Sancho
To satisfy my honour too.
Estrella
But who
Is thy accuser?
Sancho
Thy disdain!
Estrella
In truth
I harbour none.
Sancho
I am resolved.
Estrella
Alas!
Hast thou then lost thy reason?
Sancho
I have found.
My honour, and I know my very life
Offends thee.
Estrella
Go then, madman, to thy fate.
I too will die, since thou art obdurate.
King
What say you, Arias, he will not confess
I blade him to the deed?
Arias
I never knew
A heart more brazen-hard. His whole intent
Is to deny it. In the end he said
He had performed his part, and now 'twere well
That he whose promise had provoked the deed
Should keep his word.
King
With silence, then, he thinks
To checkmate me.
Arias
Has your checkmate indeed:
He has fulfilled his word.
King
I am ashamed
I cannot keep the promise in my wrath
I rashly gave.
Arias
Your royal word, once given,
My lord, cannot be set aside. For if
A promise binds the man of common mould,
It is a law upon the lips of kings,
And all must yield obedience to the law.
King
True, if the law chime with the measured voice
Of natural reason.
Arias
Nay, 'tis duty's voice.
The vassal questions not the law of kings:
His part is but to execute the law
In blind obedience, which the king decrees
With due deliberation. You erewhile
Set your decree in a sealed paper, and,
Since he fulfilled it, but refused your bond,
You therefore are the more bound to discharge
The law you made by which you bade him slay
Busto Tabera; for, without the law,
He had not come to slay him.
King
What, Arias,
Must I then own 'twas I that willed this deed,
And that I used such cruelty to one
Who ne'er had wronged me? What will Seville say,
When it is noised abroad I am the cause?
And in Castile, what will be said of me,
When Don Alonso calls me tyrant there,
And when the Holy Father heaps on me
His maledictions? Haply with his ban
He will abet my nephew, and secure
My rival's cause with his protection. No!
That way, methinks, my hopes indeed are vain.
Twere base, again, to let Sancho Ortiz die.
What must I do?
Arias
With flattering argument
Your Highness may incline the justices
To punish his offence with banishment,
O'erriding the full rigour of the law;
And let Sancho Ortiz pay this penalty.
Thus you, my lord, shield him. He in his turn,
With laurels crowned, reaps his reward from you:
Upon some Moorish front your Highness may
Appoint him general.
King
Your consel well.
But if, by virtue of the ring I gave,
Estrella be revenged on him ere now,
What then?
Arias
All will be well. I, for some cause
Moved you thereto, will take her in your name,
And will myself convey her secretly
To the Alcázar. Here, my lord, you may
With urgent reasons mould her to your plan,
The weightier should your Highness undertake
To wed her with a noble of your court:
Her virtue and nobility deserve
No less a match.
King
Arias, how I repent
My former weakness! Well the sage has said
'He is wise only who at need combines
Caution with cruelty.' Go, take Estrella,
Since with her seizure you deliver me
From such confusion. To appease her wrath,
I am resolved to wed her presently
With one of Castile's noblest sons, and would,
Had I the power to place her on my throne,
Exalt her to my side, for such a pair,
Brother and sister both, deserve the crown
Of immortality.
Arias
Rome's glory pales
Besides the glorious pride of Seville's son.
Governor
Here at your Highness' feet...
King
Pedro de Caus,
What cause has brought thee to our feet?
Governor
My lord,
Is not this ring your Highness' ring, that bears
These arms?
King
It is.This ring, whatever crime
Though hast committed, is thy assured defence.
Governor
Armed with this ring, late to Triana came
A lady closely veiled, my lord, and said
Your Highness willed we should deliver up
The prisoner, Sancho Ortiz. I with the guards
Did question both the ring and your command,
And all agreed I must surrender him.
Straightway I yielded him into her hands;
But he, thereafter no great while, returned,
And with loud protestations did demand
I should forthwith unbar the castle gates.
Then, madman-like, 'I'll not obey the King',
He cries, and then, 'I am resolved to die;
Who takes another's life forfeits his own.'
I did oppose his entrance, but he made
So great a clamour, I was forced at length
To let him in, where gladly he awaits
The stroke of death.
King
In truth, I ne'er did see
A race more constant or more chivalrous
Than these same men of Seville; let storied bronze
And sculptured monuments be dumb.
Governor
My lord,
The lady says she gave him liberty,
But he would no wise take it when he learned
She was Tabera's sister, whom he slew.
King
I am the more amazed by what thou sayest.
Their magnanimity is in affront
To nature. She, when she should show herself
Most merciless, forgives him, sets him free;
He, to requite her generous impulse, straight
Returns to die. A little more, their deeds
Shall merit everlasting monuments.
Go, Pedro de Caus, take thou my coach,
Avoid all noise of escort, and convey
Sancho Ortiz to the Alcázar secretly.
Governor
I go to carry out your will.
Servant
My lord,
The two chief magistrates of Seville wait.
Your Highness' pleasure.
King
Bid them enter, then,
Bearing their wands of office. Now must I,
And it be possible, fulfil my word
To Sancho Ortiz, dissembling my excess.
Pedro
Dread lord, the prisoner's guilt established now,
The question calls for sentence.
King
Then do you
Proceed to judgement. Yet we would beseech you–
For you are fathers of the commonwealth–
Consider well the quality of justice,
And mercy oft becomes it. Sancho Ortiz,
Even as the man he slew, is alderman
In Seville: if the one for vengeance calls,
The other calls for pity.
Farfán
We, my lord,
Are the chief justices of Seville, and
This day her honour and her confidence
Rest on our shoulders. These our wands of office
Are emblems of your majesty. If they
Debase that heavenly image, they offend
Your Highness' person. Upright thus, they look
To God, but if they falter and bow down,
They look to man, and, warped and twisted, lose
Their heavenly aim.
King
We would not have them warped;
But justice should be matched with equity.
Pedro
Of all our actions, sire, your Highness is
The primal cause, and on your royal will
Hang all our hopes. Forgive him, let him live;
For none controls the will of kings but God.
God from the mighty Saul conveys the crown
To humble David.
King
Go, consider well
The penalty meet for the prisoner's crime,
And let him suffer as the laws prescribe.
Don Pedro de Guzmán, a word apart.
Pedro
What is your Highness' pleasure?
King
Friend Don Pedro,
Beheading Sancho Ortiz will not restore
The dead to life; wherefore we would prefer,
Avoiding this extreme, to banish him
Where, at Gibraltar or Granada, he
May in our royal service seek and find
A voluntary death. What sayest thou?
Pedro
Sire,
I am Pedro de Guzmán, and at your feet
Behold me. Yours is my life, my sword, my all;
And here I promise I will serve your Highness,
As will the last and least of all my house.
King
Give me thy hand; no less did I expect
From such a noble heart. Farewell and now
Bid Farfán de Ribera come to me.
A little flattery will lay mountains low.
Farfán
My lord, here at your royal feet I kneel.
King
Friend Farfán de Ribera, we were grieved
To think that Sancho Ortiz must die; but now
We are minded to exchange the penalty
For banishment, by this the longer that
'Twill be while life shall last; and to this end
We need thy judgement.
Farfán
Oh, my lord, some thing
Of greater import spare not to enjoin
On Farfán de Ribera, for my zeal
Spares nothing in your service.
King
Thou, in brief,
Art as a river on whose banks the dawn
Has scattered virtue's fairest flowers, that bloom
And beautify its course. Go now with God.
So then, that is well settled. Sancho Ortiz
Escapes from death; my promise will be kept
Without becoming known. He shall be sent
As general on some frontier; thus at once
He will be banished and rewarded too.
Pedro
My lord, the sentence now is duly signed;
It needs but that your Highness should approve.
King
The sentence will be such as we desired
From two such gallant gentlemen.
Farfán
My lord,
Of that our loyalty if proof enough.
King
'Our sentence is the prisoner Sancho Ortiz
Shall be beheaded in the market-place.'
God's life! Is this your sentence? Is it thus,
Villains, you keep your promise to your King?
Farfán
What he has promised, that the least man here
With all his life and substance will perform;
Witness these wands of office that we bear.
But bearing them, by all the powers that be,
On earth, in heaven above, be sure that none
Shall say or do a thing ill said, ill done.
Pedro
My lord, as vassals we obey your will;
But as chief justices, ask not that we
Should mete out justice with uneven hand;
For that were to deny the wands we bear,
And this that we have done is to respect them,
And Seville's Council too is what it is.
King
'Tis well. Enough; you put me all to shame.
Arias
My lord, Estrella now is here.
King
Don Arias,
What must I do? What counsel do you give
Amid so much confusion?
Governor
Here, my lord,
Is Sancho Ortiz.
Sancho
Dread lord, why end you not
My sorrows with my death, my sufferings
With the relentless rigour of your law?
I slew Busto Tabera. Oh, slay me;
Let him that sheds another's blood die too,
And, doing justice, show me mercy.
King
Stay.
Who bade thee slay this man?
Sancho
A written word.
King
From whom?
Sancho
If it could tell, my lord, 'tis clear
The paper would explain; but papers torn
And scattered speak with most uncertain voice.
I only know I put to death the man
That I loved best, for so I gave my word.
But here Estrella at your feet awaits
The forfeit of my fearless death, though that
Is vengeance poor enough.
King
Estrella, know
We have matched thee with a grandee of our court,
Young, handsome, and a prince of high renown
Throughout Castile; and in return we ask
Thy favour, and for Sancho Ortiz, his life,
Which to deny were now unjust.
Estrella
My lord,
If I am matched, let Sancho Ortiz go free.
Forbear to execute my vengeance.
Sancho
What?
You pardon me because his Highness makes
This match for you?
Estrella
For that I pardon you.
Sancho
And are you thus avenged for my offence?
Estrella
Avenged and satisfied.
Sancho
Then, that your hopes
May be fulfilled, I will accept my life,
Though I would fain have died.
Estrella
Go now with God.
Farfán
My lord, consider Seville is offended,
And he must die.
King
Arias, what shall I do?
These men amaze and frighten me.
Arias
Speak out.
King
Seville, my life is yours: I was the cause
Why yon man died. 'Twas I bade Sancho slay him.
That is enough for his excuse.
Sancho
My honour
Looked but for this discharge, that 'twas the King
Who bade me slay him, for I had not done
That bloody deed, had not the King himself
So ordered it.
King
And this, I say, is truth
Farfán
With this Seville is satisfied: since you
Decreed his death, he surely gave you cause.
King
I am amazed at Seville's lofty spirit.
Sancho
And now I go to face my banishment,
When you, my lord, fulfil that other word
You gave.
King
It shall be done.
Sancho
I asked, my lord,
That you should give me her whom I should choose
For wife.
King
'Twas even so.
Sancho
Then here I ask
Estrella's hand, and at her heavenly feet
Implore forgiveness for the wrong I did.
Estrella
Sancho Ortiz, I am betrothed.
Sancho
Betrothed?
Estrella
Yes.
Sancho
Then I am slain.
King
It is my word, Estrella.
I am King, and must fulfil my word. What sayest thou?
Estrella
You will be done. I am his.
Sancho
And I am yours.
King
What lack you then?
Sancho
True sympathy.
Estrella
And that
We ne'er shall find together.
Sancho
Even so
Say I, wherefore I free you from your word.
Estrella
I too give back your promise. I should be grieved
To see my brother's murderer always
At bed and board.
Sancho
And I always to be
With her whose brother I unjustly slew,
Loving him as my soul.
Estrella
We are free, then?
Sancho
Free.
Estrella
So then, farewell.
Sancho
Farewell.
King
Stay.
Estrella
Nay, my lord.
I may not wed the man who slew my brother,
Although I love him and adore him.
Sancho
My lord,
I too–my very love for her forbids it.
King
What steadfast faith!
Arias
What noble constancy!
Clarindo
I rather call it madness.
King
One and all
Dumbfound me.
Pedro
Such, my lord, are Seville's sons.
King
She shall be wed, and wed as she deserves.
Clarindo
Here ends our play, which Lope dedicates
To you, thus crowning with undying fame
THE STAR OF SEVILLE, whose amazing story
Is graved in lasting bronze for Seville's glory.
L’Étoile de Séville, traducción de M. Eugène Baret.
Dramatis Personae
LE ROI
Je suis touché de l'empressement de Séville, et je me regarde désormais comme le véritable souverain de l'Espagne. D'aujourd'hui mon règne commence puisque aujourd'hui Séville m'honore et m'appuie. Nul ne pourrait se dire roi d'Espagne qui ne régnerait pas dans Séville. Je tiens à la payer des frais de ma réception, des magnificences de mon entrée. Ma cour s'arrêtera quelque temps en vos murs. Il est naturel que la cour de Gaslille s'établisse à Séville, puisque régner à Séville, c'est régner en Gastille.
DON PEDRO
Nous, ses premiers alcades, nous demandons à baiser vos pieds, car c'est le nom de Séville qui nous a valu vos faveurs. Du consentement de la municipalité, les jurats et consuls font offrande à Votre Majesté de leur fortune et de leur dévouement, à la seule condition que les privilèges de notre cité n'en recevront point de dommage.
LE ROI
Je le promets.
DON PEDRO
Permettez-nous de baiser vos mains.
LE ROI
Vous m'avez accueilli en dignes citoyens de Séville, et j'espère, avec votre concours, me rendre maître de Gibraltar, qui dort sans défiance non loin du détroit, et si la fortune m'est favorable, je ferai que le More compte avec moi.
FARFAN
Dans une si haute entreprise, Séville loyale appuiera Votre Altesse de ses troupes, leur sang vous appartient.
DON ARIAS
Le roi n'en doute pas, messieurs. Il demeure satisfait de vous, et accepte vos offres.
LE ROI
Séville m'a convaincu, persuadé. Allez avec Dieu.
DON ARIAS
Eh bien, seigneur, que vous semble de Séville.
LE ROI
Il me semble que d'aujourd'hui seulement je suis roi.
DON ARIAS
Attentive à mériter vos faveurs, chaque jour vous la rendra plus chère.
LE ROI
Il est sûr que devant vivre quelque temps au milieu d'elle, je n'aurai que plus de loisir pour apprécier cette belle et riche cité.
DON ARIAS
Je doute que la Rome d'autrefois ait égalé les merveilles de ses monuments, son opulence, ses richesses.
LE ROI
Et ces beautés divines, pourquoi les passer sous silence? Pourquoi taire, dissimuler leur splendeur, leur éclat ? Gomment ne t'es-tu pas enflammé, dis, au feu de tant de soleils ?
DON ARIAS
Doña Leonor de Ribera paraissait vraiment un ciel, et son visage brillait comme le soleil du printemps.
LE ROI
Oui, comme le soleil, si elle était moins blanche. Un soleil aux rayons de neige mérite peu d'éloges, s'il refroidit au lieu d'échauffer. J'aime un soleil qui enflamme, non un soleil aux tièdes rayons.
DON ARIAS
Celle qui vous a jeté des roses se nomme doña Mencia Coronel.
LE ROI
Belle personne, mais j'en ai vu de plus jolies.
DON ARIAS
Les deux piquantes brunes qui étaient à la fenêtre d'après sont doña Ana et doña Beatrix Mejia, deux sœurs dont le jour reçoit une nouvelle splendeur. Celle qui, blanche et blonde...
LE ROI
Je n'ai pas besoin de son nom. Tu vas la com- parer au marbre et au lis, n'est-ce pas? Ta description qui ne finit point m'oblige à te révéler ma peine. — Que parles-tu de brunes et de blondes? J'ai vu la grâce en personne, et d'elle tu ne parles point. Qui est celle qui, à son balcon, attira tellement mon attention, que je m'arrêtai en suspens, et lui ôtai mon chapeau? Celle dont les deux yeux sont des éclairs, non moins capables d'embraser que les feux de Jupiter, et qui, sans le savoir, me donnent la mort; celle qui, parmi les ténèbres, brillait comme le soleil, et paraissait comme une aurore dans la nuit, celle dont la beauté éclipsait ses purs rayons, celle...
DON ARIAS
J'y suis, monseigneur. Ce miracle de beauté, on l'appelle Y Etoile de Séville.
LE ROI
Si elle est plus.belle que le soleil, c'est une offense que ce nom. Comment Séville ne sent-elle pas que l'éclat de sa beauté mérite d'être appelé soleil, puisque, pareille à l'astre du jour, elle échauffe et vivifie ?
DON ARIAS
Son nom de famille est doña Estrella Tabera. Elle a un frère qui, naturellement, veut la marier à Sévilie.
LE ROI
Et ce frère se nomme...
DON ARIAS
Busto Tabera. Il est régidor 1 de Séville, titre que justifie sa qualité.
LE ROI
Est-il marié ?
DON ARIAS
Non. Astre principal dans la sphère de Séville, comme sa sœur est étoile, — l'étoile et le soleil vivent réunis.
LE ROI
Bonne est l'étoile qui m'a conduit à Séville, et je me féliciterai beaucoup, si elle est aussi heureuse que je le souhaite. Quel moyen trouveras-tu, don Arias, pour que je voie Estelle, pour que je lui parle ?
DON ARIAS
Vous verrez cette étoile favorable, nonob- stant le voisinage du soleil. Vous pouvez élever son frère en dignité. L'honneur le plus rigide résiste mal aux assauts de la faveur. Soyez-lui favorable ; les grâces ont le pouvoir de forcer les résistances, d'obtenir l'impossible. S'il accepte vos offres, il s'oblige, et, se sentant obligé, il voudra reconnaître ce qu'il a reçu. Donner vaut une inscription sur le bronze.
LE ROI
Mande-le ici de ma part, et arrange-toi en même temps pour que, cette nuit, je puisse voir Estelle chez elle, bel astre qui dans mon âme allume mille feux.
DON GONZALO
Je baise les pieds de Votre Altesse.
LE ROI
Levez-vous, je vous prie. Quoi ! si triste en ce jour d'allégresse.
DON GONZALO
Mon père n'est plus.
LE ROI
J'ai perdu un vaillant soldat.
DON GONZALO
Et vos frontières n'ont plus qui les défende.
LE ROI
En effet, il n'y a plus là un cœur héroïque. Mon âme attendrie vous écoute.
DON GONZALO
Sire, grande est la perte qu'a faite la frontière d'Archidona; et puisque la valeur de mon père n'eut point d'égale, faites que moi, l'héritier de ses vertus, je ne sois pas dépouillé de son office devenu vacant.
LE ROI
Je vois la preuve que vous n'avez pas dégé- néré. Pleurez la mort d'un si digne père, et, le temps qui appartient au deuil et 'à la douleur, veuillez le passer à ma cour.
DON GONZALO
Fernand Perez de Medina apporte les mômes prétentions, et il compte devoir à ses services le bâton de commandement. Il est vrai qu'il a été dix ans premier lieutenant, et plus d'une fois son épée a teint de rubis les couleurs nacrées de Grenade. Aussi espère-t-il l'emporter sur moi.
LE ROI
J'y songerai. Il convient de se consulter avant de prendre un parti là-dessus.
FERNAND PEREZ
Je crains, grand roi, d'arriver trop tard aux pieds de Votre Majesté. Je demande à les baiser, et ensuite...
LE ROI
Fernand Perez, vous pouvez en tout repos me baiser les pieds. La charge est encore en mes mains, et de telles fonctions ne s'accordent pas sans entendre, d'abord votre personne, et ensuite les dignitaires de mon royaume; par leurs conseils seront choisis les ministres de mes ordres à Archidona. Allez vous reposer.
DON GONZALO
Seigneur, je laisse en vos mains ce mémoire.
FERNAND PEREZ
Et moi, seigneur , celui-ci, c'est le miroir de cristal de ma valeur, où se reproduira ma face, nette, parfaite et loyale.
DON GONZALO
Mon mémoire est aussi le miroir qui fera paraître la bonté de ma cause.
DON ARIAS
Je vous annonce, grand roi, Busto Tabera.
BUSTO
Je me mets, non sans trouble, aux pieds de Votre Majesté, car il est naturel que la présence du roi donne quelque émotion à son vassal; mais à ce premier et légitime motif il s'en joint pour moi un second qui est l'honneur inespéré que je reçois de Votre Majesté.
LE ROI
Levez-vous.
BUSTO
Souffrez que je demeure. Si nous devons au roi les hommages qui sont rendus aux sacrés autels, à vos pieds, sire, je suis à ma place.
LE ROI
Vous êtes un vaillant chevalier.
BUSTO
L'Espagne, sire, en a vu quelques preuves; j'espère ajouter a mes titres dans la limite de mes fonctions.
LE ROI
J'y puis peut-être quelque chose.
BUSTO
Les lois divines et humaines font les rois toutpuissants, mais ces lois défendent à leurs sujets de se montrer indiscrets à l'égard du souverain. Leurs vœux doivent être modestes; et moi, seigneur, qui vois si souvent transgresser cette loi, je demande à m'y renfermer.
LE ROI
Quel est l'homme qui ne désire toujours monter?
BUSTO
Si j'étais davantage, je me serais couvert devant Votre Majesté; mais je m'appelle Tabera : Tabera n'a pas le droit de se couvrir.
LE ROI
Singulière philosophie de l'honneur!
DON ARIAS
Quel caprice bizarre !
LE ROI
Je ne voudrais pour rien au monde, Tabera, que vous eussiez le droit de vous couvrir avant de vous avoir élevé en dignité, vous donnant ainsi une preuve de mon affection. Vous allez donc cesser d'être Tabera pour devenir général d'Archidona. Votre vaillante personne sera chargée de l'exécution de mes ordres sur cette frontière.
BUSTO
Moi, sire? Mais, quels services de guerre ai-je rendus?
LE ROI
Je vous sais, don Busto, capable de défendre ma terre en temps- de paix, et à ce titre je vous choisis de préférence à deux hommes qui, en ce moment, exposent leurs services dans les mémoires que voici! Lisez, et décidez entre les trois prétendants, c'est-à-dire entre vous et les auteurs de ces mémoires.
BUSTO
Si don Gonzalo a hérité de la valeur de son père, je le nomme à sa place.
LE ROI
Lisez l'autre maintenant.
BUSTO
« Sire, Fernand Pérez de Medina a « servi pendant vingt ans votre père en qualité de soldat, « et il demande à vous servir de son bras et de son épée, « soit à l'étranger, soit dans vos royaumes héréditaires, a II a exercé dix ans les fonctions d'adalid dans la plaine « de Grenade, où il a fait trois ans de captivité; à raison « de ces titres, et en considération de son épée, le meilleur « de son droit, il vous demande par ce placet le bà- « ton de général du territoire d'Archidona. »
LE ROI
Vos raisons maintenant.
BUSTO
Je n'ai ici aucun genre de services à alléguer qui autorise soit une faveur, soit une demande. Je pourrais rappeler les titres de gloire de mes aïeux, tant de places forcées, tant d'étendards conquis. Mais, sire, mes aïeux ont reçu leur récompense; s'ils ont rendu des services, ce n'est pas moi qui dois en recueillir le fruit. La justice, pour mériter ce nom, veut être bien réglée : c'est une grâce divine que Dieu tient suspendue à un cheveu. La justice demande que cette charge appartienne à l'un de ces deux prétendants. Me l'accorder à moi, sire, serait commettre une injustice. Qu'ai-je fait pour le roi, ici, à Séville? J'ai été simple soldat en temps de guerre, en temps de paix, regidor. Faut-il dire la vérité ? Fernand Pérez de Medina mérite l'emploi en question. Par son âge, il est à sa place sur la frontière. Don Gonzalo est jeune, vaillant, né à Cordoue : il peut être nommé adalid.
LE ROI
Qu'il soit fait à votre volonté.
BUSTO
D'accord avec la raison et la justice, je ne demande qu'une chose : donner aux serviteurs de l'État la récompense de leurs services.
LE ROI
Assez; car j'éprouve quelque confusion à ouïr ces conseils excellents.
BUSTO
Je vous présente le miroir de la vérité. Regardez dedans.
LE ROI
Vous êtes un noble chevalier. Je veux vous avoir près de moi. Désormais, vous serez de ma chambre, et habiterez le palais. — Ètes-vous marié?
BUSTO
Sire, je vis auprès de ma sœur. J'ai voulu lui donner un époux avant de me marier moi-même.
LE ROI
Je me chargerai de ce soin. Elle s'appelle.....
BUSTO
Doña Estrella.
LE ROI
Elle est belle, j'en suis sûr, et je ne saurais offrir à une étoile d'autre époux que le soleil.
BUSTO
Pour mon Estelle, seigneur, je ne demande qu'un homme; car ce n'est pas une étoile du ciel.
LE ROI
Je veux la marier à un homme qui soit digne d'elle.
BUSTO
Que je vous baise les pieds !
LE ROI
Elle aura un mari digne de sa compagne. Informez votre sœur que cet hymen aura lieu sous mes auspices, et que je prétends la doter.
BUSTO
Je voudrais maintenant savoir dans quel but Votre Altesse m'a fait appeler : je n'étais pas sans inquiétude.
LE ROI
C'est juste; je vous ai mandé, Tabera, pour une affaire qui concerne Séville, et j'ai voulu vous entretenir avant de vous en parler. Mais, la paix nous laisse des loisirs : nous en reparlerons. A partir d'aujourd'hui, vous êtes gentilhomme de ma chambre, et officier du palais. Allez avec Dieu.
BUSTO
Que fembrasse vos pieds !
LE ROI
Non, voici mes deux bras, regidor.
BUSTO
Tant de faveur me confond.
LE ROI
Le personnage a de la tête : il est aussi sensé que délicat.
DON ARIAS
Ces prétendus délicats me font pitié. Combien en avons-nous vus qui n'attendaient que l'occasion. Loin de l'occasion, tous parlent de cette manière; mais leur langage change suivant les rencontres. Tel fait parler de lui aujourd'hui, qui hier médisait d'un autre. L'occasion L'a plié sous la même loi ! Tabera met son honneur dans un plateau; de l'autre vous n'avez qu'à placer vos grâces, vos faveurs, votre intimité, vos caresses.
LE ROI
Je verrai sous un déguisement cette femme chez elle. — Allons ! et dise la Castille ce qu'elle voudra, roi aveuglé, je m'abandonne à suivre l'Étoile de Séville.
DON SANCHE
Ange de ma vie, quand serai-je ton époux? Quand verrai-je la fin de nos communes tristesses? O soleil de mon âme, quand de douces paroles sorties de ces lèvres de corail, ouvrage de l'amour, changeront-elles en perles pour enchâsser nos âmes la blanche rosée qui coule de mes yeux ?
ESTELLE
Si le temps marchait au gré de mes désirs, il devancerait du soleil les pas gigantesques. Séville célébrerait mes doux emplois, et ton amante fortunée cesserait de porter envie à la douce et tendre tourterelle, qui fait son nid dans le creux d'un arbre avec de doux roucoulements.
DON SANCHE
Ah ! comme ma vie te remercie de ces souhaits ! — Mon âme ambitionne les plus hauts trophées de la renommée pour les déposer à tes pieds.
ESTELLE
Et moi j'y joins ma vie à jamais unie à la tienne.
DON SANCHE
Ah ! touchante Estelle, brillante de feux, revêtue de lumière!
ESTELLE
Ah ! mon tendre ennemi !
DON SANCHE
Oh ! ma conquête ! O personne sacrée ! pôle de mes yeux troublés et ravis !
CLARINDO
Pourquoi , à l'instar de nos maîtres, ne pas émettre de tendres interjections, non moins fines et délicates que toile de Cambrai ou de Hollande ?
DON SANCHE
Veux-tu bien te taire ?
CLARINDO
Je suis muet.
MATHILDE
Ah! gentil laquais, qui fais des vers avec accompagnement de l'étrille.
CLARINDO
Ah ! ma joie !
MATHILDE
Ah ! mortel heureux !
CLARINDO
Jamais lépreux ne fit tant de ah !
DON SANCHE
Enfin, que dit ton frère?
ESTELLE
Qu'une fois les actes passés rien ne s'opposera au mariage; mais il demande quelques jours de délai pour prendre ses mesures.
DON SANCHE
Il veut que mon amour ait un dénoûment funeste, s'il le met aux prises avec le temps. Je voudrais que le mariage eût lieu aujourd'hui. Chaque jour peut apporter mille contrariétés.
ESTELLE
Si le délai se prolonge, parle à mon frère.
DON SANCHE
Je lui parlerai; je meurs de ces délais qu'il impose à mon amour.
CLARINDO
J'aperçois Busto Tabera.
BUSTO
Sanche... mon ami!...
ESTELLE
Dieux ! Que signifie ?...
DON SANCHE
Cet air chagrin Vous?
BUSTO
A un mélange de joie et de tristesse je dois cet aspect soucieux. Rentre un moment, Estelle.
ESTELLE
Dieu me soit en aide 1 Je meurs pour avoir attendu.
BUSTO
Sancho Ortiz de las Roelas !...
DON SANCHE
Je ne suis plus votre beau-frère ?...
BUSTO
Un cheval emporté me fait courir sans éperons. — Sachez que le roi m'a fait appeler, sans que je susse, vrai Dieu, pourquoi. Pressé de questions, il ne s'est pas expliqué. Il voulait me donner le commandement d'Archidona, que je ne demandais point. Voyant ma résistance, il m'a retiré le royal insigne, et a fini par me nommer
DON SANCHE
Poursuivez; il n'y a lieu en tout cela qu'à se réjouir; mais, la tristesse, venons aux motifs de tristesse.
BUSTO
Il m'a nommé gentilhomme de sa chambre.
DON SANCHE
C'est encore du bon.
BUSTO
J'arrive au mauvais.
DON SANCHE
Je sens qu'il va m'en coûter quelque chose.
BUSTO
Il m'a prié de ne pas marier Estelle; que ce soin le regardait; qu'il se chargeait de la doter, à mon défaut, et voulait lui donner un époux de son choix.
DON SANCHE
Tu disais tout à l'heure que tu étais heureux et triste; moi seul je suis malheureux, puisque tu obtiens les grâces, et que je ne recueille que les chagrins. Que parles-tu d'ennuis, quand tu ne dois songer qu'au bonheur? Gentilhomme du roi et voir sa sœur bien mariée... On serait heureux à moins. Mais tu as été infidèle à la loi de l'amitié, qui t'ordonnait de dire que ta sœur était déjà promise.
BUSTO
Tout cela était si étrange, ma tête si troublée, que je n'ai pas songé à le dire.
DON SANCHE
Ainsi, il n'est plus question de mon mariage.
BUSTO
Je cours informer le roi que l'accord est fait, le contrat passé; ton mariage tiendra, car le roi ne peut donner l'exemple de la violation de la justice.
DON SANCHE
Si le roi prétend y manquer, qui pourra le retenir, surtout s'il y trouve son intérêt ou son plaisir ?
BUSTO
Je lui parlerai, et vous ensuite, puisque dans mon trouble je ne l'ai pas informé de nos conventions.
DON SANCHE
Je voudrais être mort. Ah! que j'avais raison de dire qu'il n'est pas dans la vie un moment de sécurité ! que les chagrins, la tristesse, obscurcissent toutes nos joies. Si le roi veut faire violence à la loi...
BUSTO
Sancho Ortiz, le roi est le roi : se taire et prendre patience.
DON SANCHE
En si triste occurrence, comment se résigner à souffrir et se taire? Tyran, qui es venu troubler les douceurs de mon hymen, puisses-tu ne pas jouir du trône de Gastille avec les applaudissements de Séville. De don Sanche le brave lu mérites bien le nom; je te reconnais à l'œuvre, car c'est ta dureté qui t'a fait nommer ainsi. Mais, Dieu est grand; quittons Séville, allons à Gibraltar pour y laisser la vie dans les périls du siège.
CLARINDO
Sans y aller, tenons-la pour perdue.
DON SANCHE
Estelle, si belle ! Comment, aimé de toi, puis-je avoir une si mauvaise étoile? Ah ! qu'elle est rigoureuse, que les effets en sont cruels !
CLARINDO
Pour cet astre si beau, nous finissons comme des œufs au beurre noir : mieux vaudrait en omelette.
LE ROI
Dites que j'attends.
DON ARIAS
Sire, on le sait, et Busto Tabera descend à la porte pour vous recevoir.
BUSTO
Quelle faveur! Quelle grâce ! Chez moi Votre Majesté!
LE ROI
Je me promène ainsi embossé pour avoir le plaisir d'examiner Séville. On m'a dit en passant que c'était là votre maison. J'ai eu fantaisie de la voir. On la dit extrêmement belle.
BUSTO
C'est la maison d'un simple écuyer.
LE ROI
Voyons.
BUSTO
Ma maison, conforme à mon rang, est trop petite pour le vôtre; un si grand personnage y serait à l'étroit, et il y aura du scandale dans Séville, quand on saura que vous êtes venu me voir.
LE ROI
Ce n'est pas pour votre maison, c'est pour vous, Busto, queje viens.
BUSTO
Je sens le prix d'une telle faveur, grand prince ; mais, s'il est vrai que vous veniez ici pour moi, mon devoir est de ne pas le souffrir. Si le roi vient visiter son vassal, il y aurait peu de courtoisie à ce dernier de le permettre. Je suis votre serviteur et sujet, et vous prétendez m'honorer : il est plus naturel que j'aille vous voir en votre Alcázar. D'ailleurs, les faveurs deviennent aisément un affront, surtout si le soupçon vient s'y mêler.
LE ROI
Le soupçon ? Eh! de quoi ?
BUSTO
On dira, bien que le contraire soit vrai, que vous êtes venu pour voir ma sœur, ce qui peut devenir une offense à sa réputation. L'honneur est un pur cristal : un souffle suffit à le ternir.
LE ROI
Puisque me voilà, je voudrais vous entretenir d'une affaire. Entrons.
BUSTO
Vous m'en parlerez, s'il vous plaît, en chemin : mon appartement est en désordre.
LE ROI
Il n'est pas facile.
DON ARIAS
N'importe! emmenez-le. Je vais rester avec Estelle, et je lui parlerai en votre nom.
LE ROI
Parle bas; il pourrait t'entendre ; et le pauvre sot met tout son honneur dans ses oreilles.
DON ARIAS
L'or les fera céder.
LE ROI
C'est bien; je ne voudrais pas visiter voire demeure malgré vous.
BUSTO
Au mariage de doña Estrella Votre Majesté la verra dans la tenue qu'elle doit avoir.
DON ARIAS
Holà! les voitures.
LE ROI
Busto, vous prendrez une portière.
BUSTO
J'irai à pied, avec votre permission.
LE ROI
La voiture est à moi, et j'en dispose.
DON ARIAS
Le carrosse attend.
LE ROI
A l'Alcazar.
BUSTO
Voilà bien des grâces. Le roi me comble de ses faveurs, plaise à Dieu que ce soit pour mon bien.
ESTELLE
Que dis-tu là, Mathilde?
MATHILDE
C'était le roi, Madame.
DON ARIAS
Oui, c'était lui ; est-il étonnant que les Rois se laissent guider par une étoile? Il venait en ces lieux qui recèlent tant de charmes; car, s'il est roi de Castille, vous êtes reine de la beauté. Le roi don Sonche que sa bravoure invincible a fait surnommer le Brave, aperçut cette beauté divine à un balcon, rival des palais de l'Aurore, lorsque, parmi les roses et les lis, le chant matinal des oiseaux l'éveille encore endormie, et que, pleurant son repos, elle verse des grappes de perles. Il m'a ordonne de t' offrir les richesses de la Castille, bien que, pour tant de grâces, ce soit peu que ces richesses. Sois favorable à ses vœux. Si tu les écoutes, si tu les couronnes, tu seras le soleil de Séville, toi qui en as été jusqu'ici l'Étoile. Il te donnera villes et châteaux qui grandiron t ta famille; il te donnera pour époux un de ses riches hommes, dont l'alliance couronnera la gloire de tes aïeux, et ajoutera un lustre nouveau au bla- son des Tabera. — Que réponds-tu?
ESTELLE
Ce que je réponds? Regarde.
DON ARIAS
Généreux couple, ma foi! La sœur vaut le frère, et mon admiration dure encore... La grandeur romaine revit en eux dans Séville. Il semble impossible que le roi puisse en venir à bout; mais, pouvoir et persévérance brisent les rochers, tranchent les montagnes. Si je parlais à cette suivante?... Les présents sont la porte qui mène à la conquête des Lucrèces et des Porcies.
DON ARIAS
Tu appartiens à cette maison.
MATHILDE
J'y appartiens, mais par force.
DON ARIAS
Gomment, par force ?
MATHILDE
Je suis esclave.
DON ARIAS
Esclave ?
MATHILDE
Et exposée à la mort, à la prison perpétuelle, si je n'obtiens ma liberté.
DON ARIAS
Je ferai que le roi te délivre, qu'il t'accorde mille ducats de rente et la liberté, si tu veux t'employer pour lui.
MATHILDE
Au prix de l'or et de la liberté, il n'est pas de méfait que je ne puisse entreprendre. Que faut-il faire ? Parle : je m'y emploierai de mon mieux.
DON ARIAS
Il s'agit de fournir au roi le moyen de pé- nétrer cette nuit dans la maison.
MATHILDE
Toutes les portes en seront ouvertes, à condition que tu remplisses ta promesse.
DON ARIAS
Un rescrit du roi, signé de sa main, té sera remis avant son entrée.
MATHILDE
Alors, je suis prête à le mettre dans le lit d'Estelle cette nuit.
DON ARIAS
A quelle heure se couche Tabera?
Il rentre à l'aube, et court d'ordinaire toute la nuit. Ce genre de vie se paye quelquefois cher.
A quelle heure penses-tu que doive se présenter le roi ?
Qu'il vienne à onze heures : Estelle sera déjà couchée.
Prends cette émeraude comme gage des faveurs qui t'attendent.
don manuel
Que Votre Seigneurie reçoive cette clef qui lui ouvre la chambre, et qu'elle prenne possession de sa nouvelle dignité.
BUSTO
Je voudrais pouvoir payer à Sa Majesté la fa- veur dont elle m'honore sans l'avoir méritée.
DON INIGO
Vous méritez davantage; et, soyez-en sûr, le roi sait ce qu'il fait.
BUSTO
La clef qu'il me donne m'ouvre la porte de son ciel : mais la terre menace mon élévation. Ces faveurs inespérées sont trop soudaines : je redoute quelque changement dans leur auteur.
DON ARIAS
Vous pouvez vous retirer, Messieurs. Le roi veut écrire.
don manuel
Voyons alors comment nous pourrions nous divertir cette nuit.
LE ROI
Tu dis que cette nuit je jouirai de ses beaux yeux, don Arias?
DON ARIAS
La petite esclave est à vos ordres.
LE ROI
La Castille lui doit une statue.
DON ARIAS
Il faut rédiger le rescrit.
LE ROI
Donnes-y ordre, don Arias. Je n'hésiterai pas à le signer, poussé que je suis par mon amour.
DON ARIAS
Foi de gentilhomme ! la petite esclave est bien complaisante.
LE ROI
Elle me donne le soleil du firmament, en la personne de l'Etoile de Séville.
MATHILDE
Mieux vaut qu'il soit seul. Tout repose dans la maison.
DON ARIAS
Et Estelle?
MATHILDE
Elle dort, et la chambre où elle repose est sans lumière.
LE ROI
Bien qu'il suffit de ma parole, voici néanmoins le papier qui contient ta liberté. Je donneiai à Busto une autre esclave.
DON ARIAS
Ce papier te confirme la rente et les ducats.
MATHILDE
Que j'embrasse vos pieds!
DON ARIAS
Voilà ce que peut l'intérêt. Elles sont toutes les mêmes.
LE ROI
La belle chose que d'être roi!
DON ARIAS
Pas de résistance possible.
LE ROI
Donc, je vais monter seul, pour plus de sûreté.
DON ARIAS
Vous aventurer seul en ce moment?
LE ROI
Dis-moi un peu quel risque je cours : Ne vais-je pas avec moi-même? Laisse-moi.
DON ARIAS
Où irai-je attendre?
LE ROI
A quelque distance de la rue, de maniere à nous retrouver aisément.
DON ARIAS
J'entrerai à Saint-Marc.
LE ROI
A quelle heure rentrera Busto?
MATHILDE
Il rentre au moment où le ramage des oiseaux salue l'aube. La porte demeure ouverte jusqu'à sa rentrée.
LE ROI
L'amour m'anime à tenter l'entreprise.
MATHILDE
Que Votre Majesté me suive, le corridor est obscur.
BUSTO
Voici ma maison.
DON INIGO
Adieu.
BUSTO
C'est encore de bonne heure pour moi.
don manuel
N'allez pas plus loin. Nous avons tous deux certaine visite à faire.
BUSTO
A merveille. Comment trouvez-vous Féliciana?
don manuel
Nous en parlerons demain au palais, la personne en vaut la peine.
BUSTO
Je vais me coucher de bonne heure.
MATHILDE
C'est lui, je crois, c'est mon maître qui appelle. Je suis perdue!
LE ROI
Tu disais qu'il ne rentrait qu'au point du jour.
MATHILDE
Mon malheur le veut ainsi.
BUSTO
Mathilde?...
MATHILDE
E Ah! ciel ! Je m'enfuis.
LE ROI
Ne crains rien.
BUSTO
Qui va là?
LE ROI
Un homme.
BUSTO
Un homme à cette heure, chez moi! Son nom!
LE ROI
Arrière!
BUSTO
Vous n'êtes guère poli. — Si cet homme veut passer, il passera par la pointe de cette épée. Encore que cette maison soit sainte, je prétends la profaner.
LE ROI
Éloignez votre épée.
BUSTO
Mon épée! l'écarter... quand l'appartement de ma sœur est insulté de la sorte! Dites votre nom, ou vous êtes mort.
LE ROI
Je suis un personnage de conséquence. Laissez-moi.
BUSTO
Je suis chez moi. C'est à moi de commander ici.
LE ROI
Laissez-moi passer, vous dis-je? Je suis gentilhomme. Je me suis introduit chez vous, il est vrai; mais, loin de vouloir porter atteinte à votre honneur, je prétends l'accroître.
BUSTO
La façon en est singulière.
LE ROI
Cela me regarde.
BUSTO
Non, plutôt avec cette épée. Vous parlez d'honneur, pourquoi alors ce manteau relevé jusqu'aux yeux? C'est pour mon honneur que vous vous cachez? Pour mon honneur que vous dissimulez votre visage? Votre .embarras trahit la vérité. Qui veut honorer quelqu'un ne médite pas contre lui un affront. — L'épée à la main, vive Dieu! ou je vous tue!
LE ROI
Le niais! me pousser à bout!
BUSTO
Je vous tue ici môme! ou vous me tuerez.
LE ROI
Arrêtez... Je suis le roi.
BUSTO
Mensonge! Le roi, vouloir ma honte I Seul ici, sans suite! Impossible. — Vous insultez, maraud, Sa Majesté, en lui imputant une pensée qui serait le dernier des opprobres. Le roi, porter l'outrage à son vassal! Ma fureur augmente... Tu mourras. J'oublie mon affront devant celui que tu fais à la majesté royale. Ignores-tu le châtiment qu'imposent les lois divines et humaines à quiconque imagine ou soupçonne des actions indignes d'un roi?
LE ROI
Quelle étrange obstination!
BUSTO
Je n'en crois rien! Ici le nom de roi est en contradiction avec les actes. Le roi est la source de l'honneur, et c'est mon déshonneur que tu cherches.
LE ROI
J'ai affaire à un maladroit sans cour- toisie. A quoi me résoudre?
BUSTO
L'homme au manteau est le roi, je n'en puis douter. Je vais le laisser passer, et m'assurer vile s'il m'a fait outrage. La colère, la fureur se disputent mon âme. L'honneur serait donc comme une pension, une rente, soumis aux caprices du pouvoir.
LE ROI
C'en est trop! J'étouffe de honte et de colère. — Imbécile! tu me laisses aller, dis-tu, parce que je me donne pour le roi? Eh bien, apprends, puisque j'ai dit que je l'étais, que je ne veux sortir que de cette manière.
BUSTO
Je ne reconnais d'autre souverain que mon honneur.
LES VALETS
Quel est ce bruit? le roi. — Fuyons avant d'être reconnu. Le traître m'a offensé, mais qu'il redoute ma vengeance. un valet. — L'auteur de ton affront s'est enfui. busto. — Gourez; châtiez-le! — Non, restez; il faut faire un pont d'or à l'ennemi. Donnez un flambeau à Mathilde, et vous, qu'on se retire.
BUSTO
Voici celle qui me vend. Honteuse, elle baisse la tête. Un bon mensonge va me faire connaître la vérité. (Haut.) Mets le verrou à celte porte. — Le roi m'a tout conté. Prépare-loi à mourir.
MATHILDE
Si le roi n'a pas gardé le secret, comment, dans ma malheureuse condition, le garderaisje?
BUSTO
Je sais maintenant quel genre d'atteinte a souffert mon honneur.
MATHILDE
Il m'a promis la liberté, et sur celte pro- messe je l'ai introduit jusqu'en ces lieux.
BUSTO
Et Estelle? En sait-elle quelque chose?
MATHILDE
Elle m'aurait sûrement incendiée de ses l'ayons, si elle avait seulement soupçonné cet accord.
BUSTO
Je le crois; car, si elle ternissait sa lumière, elle ne serait plus Estelle.
MATHILDE
Son éclat ne saurait admettre ni ombre, ni éclipse. Sa lumière est aussi brillante, aussi pure que celle du soleil. — Le roi vint à l'appartement, et, à peine était-il entré en me remettant ce papier, que tu arrivais toi-même.
BUSTO
Comment? Le roi t'a remis un papier?
MATHILDE
La promesse de mille ducats de rente et la liberté.
BUSTO
Grande faveur, payée au prix de mon honneur. Plût à Dieu qu'elle pût mentir!
MATHILDE
Où me conduisez-vous?
BUSTO
Chez le roi : il faut qu'il te voie. C'est la loi, et c'est mon devoir.
MATHILDE
Ah! malheureuse esclave!
BUSTO
Si le roi a prétendu la ternir, l'Espagne parlera longtemps de L'Etoile de Séville.
LE ROI
Tu as entendu la conclusion de l'aventure.
DON ARIAS
Vous avez voulu entrer seul.
LE ROI
Il a été à la fois si maladroit et si hardi, que c'est moi, ami, qui ai reçu l'affront. Il m'a tenu au bout de son épée avec des mots à double entente. Je me suis longtemps contenu; mais enfin les mouvements naturels au cœur de l'homme m'ont fait perdre le sang-froid que je devais à ma dignité. Je fonds sur lui. Mais des valets sont arrivés avec des flambeaux, et tout allait se découvrir, si je n'avais tourné le dos, craignant d'être reconnu. Je n'ai pas été suivi. — Voilà, don Arias, la façon dont j'ai été traité par Busto Tabera.
DON ARIAS
Qu'il paye de sa mort votre ennui. Il vous faut sa tête. Que le soleil levant éclaire un châtiment juste, puisque dans l'univers espagnol il n'est d'autre loi que votre bon plaisir.
LE ROI
Un supplice public! Ce serait, don Arias, une grande faute.
DON ARIAS
Un prétexte est aisé à trouver. Il est regidor de Séville; et, le plus sage, le plus prudent des hommes peut tomber en quelque délit, poussé par l'orgueil ambitieux du pouvoir.
LE ROI
Il a tant de mesure, de retenue, qu'il ne saurait se compromettre.
DON ARIAS
Alors, sire, faites-le tuer en secret.
LE ROI
A la bonne heure! Mais, sur qui s'en reposer?
DON ARIAS
Sur moi.
LE ROI
Je ne veux pas te compromettre.
DON ARIAS
Eh bien, je veux vous donner un homme aussi vaillant que noble soldat et insigne chevalier. Plus d'une fois il a fait trembler le More sur l'orgueilleux rocher de Gibraltar, où il commandait, toujours invincible. Nul ne passe pour plus brave, ni plus audacieux dans Séville. C'est le phénix de nos guerriers.
LE ROI
Son nom, quel est-il?
DON ARIAS
Sancho Orliz de las Roelas, Surnommé le Cid d'Andalousie.
LE ROI
Le jour va naître. Fais-moi venir cet homme sur-le-champ.
DON ARIAS
Venez vous coucher.
LE ROI
Quel repos, Arias, peut espérer quelqu'un qui aime et qui a reçu un affront? Sans perdre un moment, fais-moi venir cet homme.
DON ARIAS
Sur l'Alcázar je vois quelque chose qui se balance au vent.
LE ROI
Quelque chose, dis-tu? Que peut être cela?
DON ARIAS
Il doit y avoir un motif.
LE ROI
Regarde ce que c'est.
DON ARIAS
C'est le corps de la petite esclave, avec le papier dans ses mains.
LE ROI
Quelle barbarie!
DON ARIAS
Quelle pitié!
LE ROI
Je tue le frère et la sœur, si Séville bouge.
DON ARIAS
Ordonnez vite d'enlever ce cadavre, et faites-lui donner en secret une honorable sépulture. Manquer a ce point de respect! Tabera, tu mourras.
ESTELLE
Qu'y a-t-il ?
BUSTO
Il faut te lever.
ESTELLE
A peine le soleil endormi quitte les balcons de l'Aurore, en semant sur ses pas les saphirs, et seul, plein de trouble, affligé, tu m'obliges à quitter ma couche! Dis, s'est-il passé quelque chose de mauvais où je sois complice?
BUSTO
C'est à toi de le dire.
ESTELLE
A moi? Que dis-tu? Es-tu fou? es-tu toimême? — Moi, un délit? mais, il me semble que c'est à toi qu'il faut l'imputer : car, ta seule question est une offense. Neme connais-tu pas? Ignores-tu quelle je suis? Vis-tu jamais dans ma bouche des paroles peu d'accord avec l'honneur qui est ma règle? Et si tu n'as jamais rien vu qui te puisse induire en soupçon, que me parles-tu de délit?
BUSTO
Ce n'est pas sans motif que j'en parle.
ESTELLE
Sans motif?
BUSTO
Ah! Estelle, ici, cette nuit...
ESTELLE
Achève; si tu me trouves coupable, je m'offre moi-même au châtiment. — Que s'est-il passé ici cette nuit ?
BUSTO
Le cours des astres indiquait à peine le milieu de la nuit, lorsque, rentrant chez moi, j'ai trouvé le roi seul, embossé dans son manteau, non loin de ta propre chambre.
ESTELLE
Qu' as-tu dit?
BUSTO
La vérité! — Demande-toi, ma sœur, ce qui pouvait attirer dans ma maison le roi, seul, à pareille heure, sinon Estelle... Mathilde était avec lui : elle s'enfuit au bruit de mes pas... Dès lors, mon honneur a compris. Je tire mon épée. — Qui va là? dis-je. Il me répond : un homme. — Je fonds sur lui. Il m'évite, et me déclare, Estelle, qu'il est le roi. Je l'avais déjà reconnu, et cette découverte m'avait complètement bouleversé. Quel moment! Quel supplice! Lui, cependant, furieux de se sentir offensé, m'attaque à son tour avec vigueur. Mes pages arrivent avec des flambeaux. Le roi se dérobe en tournant le dos, et sort sans être reconnu. Je pressai l'esclave de me dire la vérité, et elle me l'avoua sans qu'il fût besoin de menaces. Elle tenait un papier signé du roi, qui lui accordait la liberté : première pièce du dossier qui doit mettre en lumière son attentat. Je la chasse aussitôt, de peur que son haleine ne répande des germes de déshonneur dans cette noble maison; mais je la rejoins à la porte. Je la saisis, et la chargeant sur mes épaules, je me dirige à grands pas vers l' Alcázar, et en punition de son méfait, je la pends à la grille des fenêtres. Je veux que le roi apprenne -qu'il existe des Brutus, capables de châtier les Tarquins. — Maintenant, tu sais tout. Notre honneur, Estelle, est en péril. Contraint de fuir, je dois te donner un époux. Sancho Ortiz sera le tien. Son courage te mettra à l'abri de la colère du roi, et je puis partir en sécurité.
ESTELLE
Ah Busto! que je baise ta main pour le service immense que tu m'as rendu.
BUSTO
Aujourd'hui même tu seras son épouse ; prépare tout pour cela. En attendant, discrétion et silence; mon honneur le veut ainsi.
ESTELLE
O amour! ô bonheur! tu es à moi maintenant, tu ne peux m'échapper. Et, cependant, qui peut prédire la fin du commencement, s'il est vrai qu'entre la coupe et les lèvres un sage craignit le péril.
DON ARIAS
Sancho Ortiz est dans l'antichambre, qui attend les ordres de Votre Majesté.
LE ROI
Tout est embûches en amour. Néanmoins, je me sens ému de pitié. Sous ce pli cacheté j'indique le nom du traître, et demande sa mort. Je déclare, dans cet autre, que c'est moi qui ai donné l'ordre de le tuer. La responsabilité du meurtrier est ainsi à couvert.
DON ARIAS
A la porte?
LE ROI
Oui; je veux qu'il croie que l'affaire n'est connue que de moi. -Ma soif de vengeance me paraît ainsi mieux assurée.
DON ARIAS
Je vais l'appeler.
LE ROI
Amour, je crains de ne pas t'élever ici un glorieux trophée.
DON SANCHE
Que Votre Majesté fasse à mes lèvres la faveur de lui baiser les pieds.
LE ROI
Levez-vous; ce serait vous 'humilier. Levezvous.
DON SANCHE
Mon seigneur...
LE ROI
Il a bon air.
DON SANCHE
Ne vous étonnez pas, sire, de mon trouble. Dépourvu de rhétorique, et n'étant pas orateur...
LE ROI
Expliquez-vous. Que remarquez-vous en moi?
DON SANCHE
La Valeur unie à la majesté. Je vois en vous une image de Dieu : le roi n'est-il pas son représentant sur la terre? Je crois en vous comme en Dieu même. Mon redouté seigneur, je suis aux ordres de Votre Majesté.
LE ROI
Êtes-vous remis?
DON SANCHE
Jamais je ne me vis si honoré que je le suis aujourd'hui.
LE ROI
Je vous aime et vous suis attaché à raison de votre mérite. Et comme vous devez avoir quelque souci de savoir dans quel but je vous ai mandé, je vais vous le dire, et m' assurer que j'ai en vous un bon serviteur. — Mon intérêt commande le meurtre d'un homme, et veut que ce meurtre soit secret. Je vous ai choisi pour cette mission.
DON SANCHE
Cet homme est-il coupable?
LE ROI
Il est coupable.
DON SANCHE
S'il est coupable, pourquoi ce mystère ? Vos juges peuvent ordonner son exécution en public. Le faire tuer en secret, c'est vous accuser vous-même, c'est donner à entendre que vous voulez la mort d'un innocent. Si cet homme n'a commis qu'une faute légère, seigneur, je vous demande sa grâce.
LE ROI
Sancho Ortiz, je vous ai mandé non pour être son avocat, mais pour lui donner la mort. Quand j'ordonne que cet homme meure d'Un coup assuré mais secret, c'est que le secret importe à mon honneur. Croyez vous qu'il mérite la mort, le criminel de lèse-majesté ?
DON SANCHE
La mort sur le bûcher.
LE ROI
Eh bien ! le crime de lèse-majesté est celui de cet homme.
DON SANCHE
Sire, c'est moi maintenant qui vous demande sa mort. S'il en est ainsi, fût-il mon propre frère, j'obéirai ; je n'hésite plus.
LE ROI
Votre parole et votre main.
DON SANCHE
Et avec elle mon âme et ma foi.
LE ROI
On le rencontre à l'écart, et ori le dépèche.
DON SANCHE
Sire, je suis soldat, je m'appelle Roelas. A moi une trahison! à moi un guet-apens ! Non, corps pour corps, sur la place, dans la rue, aux yeux de tout Séville. Tuer un homme sans danger pour soi-même est une tache qui ne se lave point, et la victime d'une trahison gagne plus à mourir que le traître.
Comme il vous plaira. Voici un papier qui dégage expressément votre responsabilité.
DON SANCHE
« Sancho Ortiz, je vous charge, pour moi et en mon nom , de donner la mort à l'homme désigné dans ce papier. Je me porte fort pour vous, et si vous êtes inquiété de quelque manière, je vous promets, par ces présentes, de vous couvrir de ma protection : MOI, le ROI. »
DON SANCHE
Comment Votre Majesté paraît-elle si peu me connaître? A moi, un papier, un engagement écrit ? — Non. Ici ma loyauté se fie en vous plus qu'en tous les papiers. Si l'effet de vos paroles est tel qu'il opère sur les montagnes, s'il est aussi inévitable qu'assuré, en me donnant votre parole, seigneur, vous rendez tout papier inutile. Sans ce papier, l'homme désigné est plus sûr de périr qu'avec lui. Votre parole perd à un engagement par écrit. (Il le déchire.) Vous ne tarderez pas à être obéi. Je ne vous demande pour réponse que d'obtenir la main de la femme que j'aime.
LE ROI
Fût-elle la plus grande dame de Castille, je vous l'accorde.
DON SANCHE
Puisse l'Arabe s'humilier devant Votre Majesté ! Que la mer voie triompher sa royale et glorieuse bannière !
LE ROI
Sancho, vos vaillants exploits recevront leur récompense. — Cet autre papier vous dira le nom de l'homme qui doit périr.
DON SANCHE
C'est ce que nous allons voir.
LE ROI
Ce secret, Sancho, demeure entre nous deux. Je n'ai pas besoin d'en dire davantage. Vous m'entendez... Diligence et mystère.
CLARINDO
Il me tardait de vous rencontrer ayant de si bonnes nouvelles à vous apprendre. Donnez-moi, sei- gneur, mes étrennes, quand vos vœux les plus chers sont couronnés.
DON SANCHE
Tu es de bonne humeur aujourd'hui !
CLARINDO
Comment? Le cœur ne vous dit rien.
DON SANCHE
De qui vient ce papier?
CLARINDO
D'Estelle, que j'ai vue plus belle et plus brillante que le soleil. Elle m'a chargé de vous remettre ce billet, et de vous demander mes étrennes.
DON SANCHE
A propos de quoi ?
CLARINDO
De votre mariage qui va avoir lieu dans un moment.
DON SANCHE
Que dis-tu ? J'en mourrai de'joie. Estelle sera ma femme ! L'astre charmant qui annonce l'aurore va m'appartenir î — Rayons dorés du soleil, ne recélez que de la joie dans vos abîmes de lumière.
CLARINDO
Vivez, Seigneur, plus longtemps que les rochers, enlacé comme le lierre à votre jeune épouse, et, pour dire davantage, puissiez-vous vivre et durer plus longtemps qu'un sot.
DON SANCHE
Allons à la recherche de Busto. Je meurs partagé entre la crainte et l'espérance. Dans mon anxiété, j'oubliais le roi. C'est mal. Ouvrons ce papier, et sachons qui doit périr.
Mais je suis infidèle à l'honneur, si j'écoute mon amour 1 . Hélas ! qui peut résister à sa tyrannie ? Mieux vaut mourir ou m' éloigner, de manière à continuer au roi mes ser- vices. Sauvons la vie à Busto. — Non, je veux obéir au roi : « L'homme à qui vous devez donner la mort s'appelle « Busto Tabera. »
Si c'était par amour pour Estelle que le roi le fît tuer... Oui, c'est par amour pour Estelle. Eh bien ! sa sœur ne le fera pas mourir. Je veux affronter le roi et le défendre. — Non, je suis chevalier, et ce n'est pas ce qui me plaît que je dois faire, c'est ce que je dois. Or, quel est ici mon devoir? D'obéir à mon premier engagement? Mais, il n'est pas de loi qui m'impose cette obligation. Si, cette loi existe. Le roi fût-il injuste, il n'a de compte à rendre qu'à Dieu. N'écoutons plus mon fol amour : quoi qu'il m'en coûte, mon devoir m'ordonne de soutenir la cause du roi.
BUSTO
Heureux de vous avoir rencontré, beau-frère.
DON SANCHE
Quelle affreuse disgrâce! Il me cherche pour me donner la vie, et moi pour le tuer!
BUSTO
Frère, voici venu le jour de votre hymen tant désiré.
DON SANCHE
Dis plutôt le jour qui met le com- ble à ma misère. Dieu de bonté, qui se vit jamais en extrémité si cruelle? Ici même, je suis contraint de tuer l'homme que j'ai le plus chéri... Se résigner à perdre sa sœur... Ah! tout est fini pour moi!...
BUSTO
Vous êtes déjà par contrat marié à doña Estrella.
DON SANCHE
J'ai du me marier avec elle. Je la refuse, et retire ma parole aujourd'hui.
BUSTO
Ai-je bien entendu? C'est à moi que s'adres- sent ces paroles?...
DON SANCHE
A vous, Busto Tabera, à vous-même.
BUSTO
Si vous savez que je m'appelle Tabera, comment osez-vous me parler ainsi ?
DON SANCHE
C'est bien parce que je vous connais que je tiens ce langage.
BUSTO
Vous connaissez alors un homme qui réunit en lui sang, valeur et noblesse, et qui tire son principal honneur de la vertu, sans laquelle il n'est point d'hon- neur. — Sancho Ortiz, craignez mon courroux.
DON SANCHE
Craignez plutôt le mien.
BUSTO
Le vôtre? d'où peut-il naître?
DON SANCHE
D'avoir à vous parler.
BUSTO
Si à mon honneur, à ma loyauté, vous trou- vez quelque chose à redire, vous mentez comme un infâme, et je vais vous le prouver.
DON SANCHE
Que parles-tu de prouver, traître?
BUSTO
Arrête ! je suis mort.
DON SANCHE
Ah! je n'avais plus ma tête! Je l'ai frappé sans le savoir. Maintenant, ô' mon frère, j'ai repris mes sens, tue-moi, c'est ce que je demande. Que ton épée se plonge dans ma poitrine. Livre passage à mon âme.
BUSTO
Frère, je vous laisse Estelle. Protégez-la. Adieu.
DON SANCHE
Épée cruelle, — sanguinaire et détestable homicide, tu m'as ravi la moitié de moi-même. Achève ton ouvrage; qu'un nouveau coup mortel soit la rançon de sa vie.
DON PEDRO
Arrêtez! Que signifie?...
DON SANCHE
Pourquoi me retenir si j'ai mis au tombeau la moitié de ma vie?
DON FARFAN
Quelle affreuse aventure !
DON PEDRO
Expliquez-vous?...
DON SANCHE
J'ai tué mon frère, Séville voit un affreux Gain qui a fait couler le sang d'un innocent Abel. Il est là : tuez-moi près de lui. Il est mort de ma main : que ma mort venge la sienne.
DON ARIAS
Qu'est ceci?...
DON SANCHE
Une rigueur outrée, l'effet d'un scrupule d'honneur, dont le pouvoir règne si despotiquement sur les hommes. Dites au roi, mon seigneur, que chez les Sévillans, les faits ne tardent pas à suivre les paroles. Pour y être fidèles, vous le voyez, ils outragent les Estdles, foulent aux pieds les liens fraternels.
DON PEDRO
à don Arias
Il a donné la mort à Busto Tabera.
DON ARIAS
Quelle téméraire audace!
DON SANCHE
Qu'on m'arrête, qu'on m'emmène. Il est juste que celui qui a tué périsse. Voyez où peut conduire le dévouement.
DON PEDRO
Qu'on le mène en prison, à Triana 1 : la ville commence à s'agiter.
DON SANCHE
Busto Tabera ! cher ami !...
DON PEDRO
Cet homme a perdu la tête.
DON SANCHE
Laissez-moi prendre dans mes bras ce corps glacé que baigne un si noble sang. Je serai son soutien, et lui rendrai un moment la vie que je lui ai ôtée.
DON PEDRO
Il devient fou.
DON SANCHE
J'ai brisé mon cœur pour obéir à la loi. C'est à la fois, monsieur, être roi et ne pas l'être. Comprenez-moi, s'il vous plaît, ou plutôt n'essayez pas de comprendre, puisque je ne m'explique pas. Je l'ai tué; le cas n'est pas niable, mais je me tais sur le motif : qu'un autre s'explique sur le motif, quand je déclare, moi, que je l'ai tué.
ESTELLE
Suis-je bien mise? je ne sais, tant j'ai mis de hâte à m'habiller. Donne-moi un miroir, Teodora.
TEODORA
Il faudrait, madame, vous mirer eh vousmême. Où trouver plus fidèle miroir? Quel est le cristal qui réfléchit jamais tant de beauté?
ESTELLE
J'ai le teint échauffé, le visage altéré.
TEODORA
Effets de pudeur et de crainte. Le sang monte à vos joues pour saluer votre bonheur.
ESTELLE
Il me semble voir mon époux, le visage inondé de joie, qui vient m'offrir la main avec mille tendres caresses. Il me semble entendre ses doux propos. Je l'écoute, et mon ame qui s'échappe par mes yeux essaye vainement de dissimuler son ivresse. Jour fortuné, Teo- dora, que ne dois-je pas à mon étoile ?
TEODORA
On dirait qu'il y a du bruit dans la rue. — Ah! le miroir est tombé!
ESTELLE
Il s'est brisé?
TEODORA
Oui, madame.
ESTELLE
A merveille. Il comprend que j'attends le cristal où se mireront mes yeux. Laissons donc se briser le miroir, chère amie; désormais, je ne veux en avoir d'autre que les yeux de mon époux.
CLARINDO
Voilà, madame, qui n'annonce que bon- heur et joie. Les plumes au chapeau sont synonymes de bans de mariage. — J'ai remis à mon maître votre billet, et il m'a donné cette bague en étrennes.
ESTELLE
Je veux faire un marché avec toi. Prends ce diamant, et donne-moi ta bague.
CLARINDO
La pierre s'est fendue en deux. Ce sera de chagrin. On dit que l'hyacinthe souffre de ce mal, môme quand on l'a ôtée. Elle est brisée palle milieu.
ESTELLE
Peu importe. Je suis charmée que les pierres paraissent sensibles à mon bonheur, à mes joies. Jour fortuné! ô mes amis, quelle étoile est la mienne!
TEODORA
Il y a foule en bas dans le vestibule.
CLARINDO
On dirait des gens qui montent par l'escalier.
ESTELLE
Comment soutenir le poids de ce bonheur?
ESTELLE
Mais, que vois-je, grands dieux!...
DON PEDRO
Le malheur et l'infortune sont le lot de l'humanité. Cette vie est une vallée de larmes. Busto Tabera n'est plus.
ESTELLE
O fortune ennemie !
DON PEDRO
Il vous reste une consolation : le cruel homicide, Sancho Ortiz de las Roelas, est arrêté, et dès demain il en sera fait bonne justice.
ESTELLE
Hors d'ici , troupe ennemie! la rage de l'enfer est clans votre langage. Mon frère est mort, et c'est, ditës-vous, Sancho Ortiz qui l'a tué?... Se peut-il qu'on prononce, se peut-il qu'on entende de telles paroles sans mourir ! — Et je vis?... Je suis donc un marbre insensible? O jour cruel! — Voyez, amis, quelle étoile est la mienne. Ah! si vous avez quelque sentiment de pitié, tuez- moi, tuez-moi.
DON PEDRO
Sa douleur l'égaré, et il y a de quoi.
ESTELLE
Malheureuse a été mon étoile! Mon frère est mort, et mort de la main de Sancho Ortiz : trois âmes réunies en un seul cœur maintenant séparées! Laissez-moi : je ne me connais plus!...
DON PEDRO
Le désespoir l'accable.
FARFAN
Beauté infortunée!
DON PEDRO
Qu'on la suive...
CLARINDO
Madame...
ESTELLE
Laisse-moi, malheureux! qui me rappelles le fratricide. Puisque tout est fini pour moi, je veux en finir avec la vie. Fatale journée! Ah! Teodora, regarde comme a tourné mon étoile !
DON PEDRO
Il reconnaît l'avoir tué, mais il se tait sur le motif.
LE ROI
Il ne donne aucune raison?
DON FARFAN
Il se borne à répondre : «Je ne sais. »
DON PEDRO
Quel étrange mystère!
LE ROI
Parle-t-il d'avoir été provoqué?
DON PEDRO
En aucune manière.
DON ARIAS
Quel imbroglio bizarre!
DON PEDRO
Il avoue lui avoir donné la mort; il ignore s'il la méritait. Il se borne à reconnaître qu'il l'a tué, parce qu'il avait donné sa parole de le faire.
DON ARIAS
Il doit y avoir eu provocation.
DON PEDRO
Il le nie.
LE ROI
Retournez, et lui dites que je l'invite à présenter sa justification. Assurez-le de mon affection; mais qu'il ne m'oblige pas à recourir à la rigueur du châtiment. Qu'il déclare à quelle occasion il a donné la mort à Rusto Tabera, et qu'il en explique sommairement le motif, plutôt que de s'exposer à mourir comme un niais. Qu'il dise si c'est par l'ordre ou en considération de quelqu'un; à quelle impulsion il a obéi. Je suis prêt à accueillir sa justification, sinon, qu'il se prépare à la mort.
DON PEDRO
Il ne demande pas mieux. Il meurt de regret. Un acte si odieux, si dur, si farouche, le met hors de lui-même.
LE ROI
Il ne se plaint de personne?
DON PEDRO
Non, sire, il est tout entier à sa douleur.
LE ROI
Remarquable et rare énergie!
DON FARFAN
Il n'inculpe personne, et n'accuse que lui-même.
LE ROI
Jamais on n'aura vu au monde deux hommes pareils. Plus je songe à leur valeur, plus j'ai de regret. Dites-lui encore unô fois qu'il déclare à quelle impulsion il a obéi. Qu'il s'explique et me charge moi-même, s'il le faut. S'il ne parle à l'instant même, demain, sur un échafaud, il servira d'exemple à Séville.
DON ARIAS
J'obéirai.
don manuel
Doña Estrella fait demander à Votre Majesté la permission de lui baiser les mains.
LE ROI
Qui l'en empêche?
don manuel
Le peuple, sire.
LE ROI
A quel propos ? — Donnez-moi un fauteuil, et faites entrer à l'instant.
don manuel
Je cours la prévenir.
LE ROI
Je vais voir cette beauté obscurcie, et pareille à l'étoile qui brille au sein de la tempête.
don manuel
La voici : son éclat est encore pareil à celui du soleil, mais du soleil voilé par les brouillards du matin.
ESTELLE
Don Sanche, roi illustre et très-chrétien de Castillo, non moins célèbre par tes exploits que fameux par tes vertus, la malheureuse Estelle, voilant ses rayons sous de noirs habits de deuil, symbole de sa douleur, vient te demander justice, à condition que tu ne seras pas l'exécuteur de sa vengeance. Laisses-en le soin à mon choix. Je ne veux pas retenir mes larmes. Noyés de pleurs, mes yeux t'expriment suffisamment mes regrets. — J'aimais Tabera, ce frère qui oublie aujourd'hui ses douleurs terrestres, en foulant l'azur des célestes parvis. Ce frère qui me protégeait, je le regardais comme un père, me guidant avec respect d'après ses conseils. Je vivais heureuse avec lui, sans permettre aux rayons du soleil de me ternir, n'ayant d'ailleurs que rarement occasion de m'en défendre. Séville enviait notre union. A ses yeux, Tabera ne vivait que pour Estelle. Un chasseur barbare vient à bander la corde de l'arc, dont le trait cruel va frapper mon frère, et détruit ma félicité. J'ai perdu mon frère, perdu un époux. Je demeure seule; et tu ne parais pas songer à tes devoirs de roi, cjont rien pourtant ne saurait te dispenser. Faismoi justice, seigneur. Livre-moi le coupable; remplis ton devoir en ce point, mais laisse-moi fixer la peine.
LE ROI
Calmez-vous, et essuyez ces beaux yeux, si vous ne voulez que mon palais s'embrase, car les étoiles sont larmes du soleil, comme chacun de ses rayions est topaze. Rendez à l'aurore ses trésors, et que le ciel les récèle jaloux, car il n'est pas bon qu'ils se perdent sur la terre. — Prenez cet anneau; il abaissera devant vous les portes du château de Triana; on vous livrera le prisonnier. Soyez pour lui la tigresse des rochers d'Hyrcanie, sans oublier qu'à la honte de l'homme les animaux sauvages lui servent quelquefois d'enseignement.
ESTELLE
Seigneur, ici la vertu consiste dans la rigueur .............................................. . Si Tabera est mort, il demeure un Tabera. Si sur mon visage reposait l'honneur de ma maison, mes mains l'arrangeraient de manière qu'il devînt l'effroi des plus cruels tyrans.
LE ROI
Si Sancho Ortiz lui est livré, je crains qu'elle ne le tue de sa propre main. Faut-il qu'en un vase de si rare perfection Dieu permette que se trouve la cruauté? Voyez les conséquences d'un moment d'erreur. J'ai armé la main de don Sanche, et en ce moment je le livre. Quand l'amour pénètre sous la pourpre des rois, il ne reconnaît plus d'autre loi que son caprice.
DON SANCHE
Eh bien ! Clarindo, mon aventure ne t'aura pas inspiré quelques vers?
CLARINDO
Des vers, monsieur, quand la poésie est si mal récompensée? A la dernière fête sur la place, plusieurs me commandèrent des vers; depuis, me rencontrant dans la rue, comme s'ils avaient eu affaire à leur tailleur : Eh bioii! disaient-ils, mon compliment est-il prêt? Ils étaient plus pressés que s'il se fut agi d'une reprise. Si j'avais eu de quoi manger, j'aurais été plus muet qu'Anaxagore, et j'aurais envoyé promener les génies grecs et latins.
CLARINDO
Je crois, monsieur, que l'on vient vous lire votre sentence.
DON SANCHE
Vite, vous autres, chantez-moi un air. — Oui, la mort est bienvenue, et je veux par des chansons faire paraître mon contentement. Je veux en outre leur faire voir que mon cœur ne tremble pas, et qu'il sait être calme devant la mort.
CLARINDO
Admirable sang-froid! Que ferait de mieux un ivrogne allemand, au nez rougi par les cares- ses de la bouteille?
LES MUSICIENS
« Puisque mon plus grand malheur consiste en ce que je vis, je vais obtenir de la mort ce que d'autres gagnent à vivre. »
CLARINDO
L'énigme est jolie, ma foi!
DON SANCHE
Spirituelle et de circonstance.
LES MUSICIENS
« Il n'est rien qui vaille la « mort à celui qui vit en mourant. »
DON PEDRO
De la musique, monsieur? Est-ce bien le moment?
DON SANCHE
Connaissez-vous pour un prisonnier meilleur moyen d'alléger sa souffrance?
DON FARFAN
Quand la mort est suspendue sur sa tète, et qu'il doit attendre d'instant en instant la sentence fatale, il se fait faire de la musique?
DON SANCHE
Je suis cygne, et j'attends la mort en chantant.
DON FARFAN
L'instant fatal est arrivé.
DON SANCHE
Les pieds et les mains je vous baise pour la nouvelle que vous m'apportez. Jamais ne m'apparut plus belle journée.
DON PEDRO
Sancho Ortiz de las Roelas, dites, recon- naissez-vous avoir donné la mort à Busto Tabera?
DON SANCHE
Oui, je le déclare hautement. — Cherchez des tourments nouveaux qui fassent oublier à l'Espagne Mézence et Phalaris.
DON FARFAN
Vous l'avez tué; par quel motif?
DON SANCHE
Je l'ai tué, je le reconnais. Quant au motif que je parais cacher si bien, que quelqu'un le dise, s'il le connaît. Pour moi, j'ignore la cause de la mort de Busto; tout ce que je sais, c'est que je l'ai tué sans la connaître.
DON PEDRO
Mais il y a trahison à tuer un homme sans motif.
DON SANCHE
Il faut bien qu'il en ait fourni à quelqu'un, puisqu'il est mort.
DON PEDRO
A qui?
DON SANCHE
A celui qui m'a mené au point où je suis, c'est-à-dire au commencement de la fin.
DON PEDRO
Son nom.
DON SANCHE
Je ne puis le dire : on m'a demandé le secret. Magnanime par le bras, je dois l'être aussi par mon silence; et pour me mettre à mort moi-même, qu'il vous suffise de savoir que je l'ai tué, sans m'en demander le motif.
DON ARIAS
Seigneur Sancho Ortiz, je viens ici, au nom et à la requête de Sa Majesté, vous demander de déclarer quelle est la cause de celle déplorable aventure; s'il y a là dedans un ami, une femme, un parent, ou quelque grand seigneur de ces royaumes. Et si vous avez de lui quelque papier, quelque caution ou convention écrite ou signée, faites-le connaître sur-le-champ, comme c'est votre devoir.
DON SANCHE
Si je le fais, monsieur, ce devoir, je le trahirai. -Dites, je vous prie, à Sa Majesté, queje sais tenir mes promesses. Si le roi s'appelle Sancho le Brave, vous savez queje porte le même nom. Dites-lui que je pourrais avoir en effet un papier; mais il m'offense en me le demandant, car il m'a vu le déchirer. — J'ai tué Busto Tabera; je pourrais être libre d'un mot. Ce mot, je ne le dirai pas, sachant que ce serait violer ma parole. Je suis roi en ce que j'ai tenu la mienne; j'ai fait ce que j'avais promis. Que celui qui a promis fasse de même; qu'il soit esclave de sa parole comme moi.
DON ARIAS
Si d'un mot vous pouvez vous justifier, c'est folie que de le taire.
DON SANCHE
Je sais qui je suis; en demeurant ce que je suis, je me vaincs moi-même par le silence, et je fais affront à qui se tait. Chacun sent ce qu'il est, et fait paraître ce qu'il est par ses œuvres. Ici, les actes seront conformes à ce que nous sommes tous deux.
DON ARIAS
Je vais répéter vos paroles à Son Altesse.
DON PEDRO
Seigneur Sancho Ortiz, vous avez agi bien à la légère, et il y a peu de réflexion dans cette conduite.
DON FARFAN
Vous avez gravement offensé le Corps municipal de Séville. Votre vie est entre ses mains, et sa colore peut faire tomber votre tête.
CLARINDO
Vous résigner à tant d'injustice? Est-ce possible ?
DON SANCHE
J'accepte le châtiment des hommes et la punition du ciel. Déjà, Clarindo, elle commence. N'entends-tu pas un bruit sourd retentir dans les airs, accompagné d'éclairs et de tonnerre? Sur moi s'abaisse un trait de feu qui m'entortille comme un serpent.
CLARINDO
Vous avez perdu la tête.
DON SANCHE
Je brûle.
CLARINDO
Je grille.
DON SANCHE
L'éclair t'a donc aussi frappé?
CLARINDO
Voyez; me voilà réduit en cendres.
DON SANCHE
Ah! mon Dieu!...
CLARINDO
Oui, monsieur, en cendres comme un fagot de sarments.
DON SANCHE
Nous voilà maintenant dans l'autre vie.
CLARINDO
Oui, et, je crois, en enfer.
DON SANCHE
En enfer? A quoi le juges-tu?
CLARINDO
Parce que je vois, monsieur, dans ce château plus de mille tailleurs en train de mentir.
DON SANCHE
Tu dis vrai : nous y sommes. Je vois l'Orgueil brûler dans les flammes de cette tour formée d'arrogants et de superbes. Je vois l'Ambition noyée dans un abîme de feu.
CLARINDO
Et un peu plus loin une légion de cochers.
DON SANCHE
Si par ici roulent des carrosses, l'enfer sera bientôt démoli. — Mais, si nous sommes vraiment en enfer, comment n'y vois-je pas quelques greffiers?
CLARINDO
On les refuse à la porte, pour qu'ils n'y fassent pas pousser les procès.
DON SANCHE
Puisqu'on ne connaît pas les procès en enfer, l'enfer a été calomnié.
CLARINDO
Voici là-bas un tyran qui s'appelle l'Honneur, entouré d'une foule de sots, victimes de sentiments outrés.
DON SANCHE
Je veux me réunir à eux. — Honneur, un niais d'honneur se présente pour être des vôtres, ayant toujours été fidèle à vos lois. — Vous avez grand tort, car aujourd'hui le véritable honneur consiste à n'en plus avoir. Vous venez me chercher par ici, quand il y a des siècles que je suis mort. Procurez-vous de l'argent, mon cher; l'argent remplace l'honneur aujourd'hui. Quel est votre cas? — J'ai voulu tenir ma parole. — Vous me sembloz naïf. Tenir sa parole! Vous voulez rire. Mentir à sa parole, à la bonne heure : c'est le bel air dans ce temps-ci.
DON SANCHE
J'avais promis de tuer un homme, hélas! et je l'ai tué! C'était mon meilleur ami. — Mauvais.
CLARINDO
Du moins, pas très-bon.
DON SANCHE
Détestable, en effet. — Qu'on le jette au fond d'un cachot, et qu'il soit condamné pour sa sottise.
CLARINDO
Dieu me pardonne! si je le hiisse continuer, il va perdre le jugement. Imaginons quelque moyen.
DON SANCHE
Des cris ! Qui est-ce qui crie?
CLARINDO
C'est la voix du chien Cerbère, portier de ce palais. — Vous ne me connaissez pas?
DON SANCHE
Je crois que si.
CLARINDO
Et vous? qui ètes-vous?
DON SANCHE
Un raffiné d'honneur.
CLARINDO
Partez vite. Nous n'avons que faire ici des gens d'honneur. Qu'on le prenne et qu'on l'emporte dans l'autre monde, à la prison de Séville, et plus vite que le vent. — Mais comment? — Les yeux bandés, pour qu'il n'ait pas peur dans le trajet. — Voilà qui est fait.
DON SANCHE
Le diable a parlé de Dieu?
CLARINDO
Oui, monsieur. Ce démon, avant d'entrer en fonctions, était chrétien et baptisé. C'est un Galicien de la rue des Francs.
DON SANCHE
Il me semble sortir d'une extase. — Que Dieu me soit en aide! Ah! Estelle, que ma destinée est triste sans toi! Mais j'ai consenti à te perdre : je mérite mon châtiment.
ESTELLE
Qu'on me remette à l'instant le prisonnier.
L'ALCAÏDE
Le voici, madame; et, selon les ordres du roi, je le remets entre vos mains. — Seigneur Sancho Ortiz, la volonté de Sa Majesté est que vous soyez remis aux mains de madame.
ESTELLE
Suivez-moi, seigneur.
DON SANCHE
Je rends grâces à votre pitié, si c'est pour me faire mourir; la mort est mon unique espoir.
ESTELLE
Votre main; venez.
CLARINDO
Serions-nous dans le royaume des fées?
ESTELLE
Que personne ne suive.
CLARINDO
Fort bien.
ESTELLE
Vous êtes rendu à la liberté. Allez avec Dieu, Sancho Ortiz, et n'oubliez pas la clémence et la pitié dont j'use envers vous. Allez avec Dieu; partez, vous êtes libre. — Vous hésitez! Qu'attendez-vous? Pourquoi tarder? C'est du temps perdu. Partez; un cheval vous attend. Votre valet a de l'argent pour la route.
DON SANCHE
Madame, que je baise vos pieds!
ESTELLE
Non; ce n'est pas le moment.
DON SANCHE
Pardon : j'ai besoin de savoir à qui je dois ma délivrance, pour que je puisse, à l'occasion, reconnaître un si grand bienfait.
ESTELLE
A une femme qui vous est dévouée. — Votre liberté est en mon pouvoir; je vous la rends. Allez avec Dieu.
DON SANCHE
Je ne bouge pas d'ici si vous ne me dites qui vous êtes 1 , ou si vous ne levez votre voile.
ESTELLE
Je ne puis en ce moment.
DON SANCHE
Je veux payer la dette de ma liberté, de ma vie; je veux savoir à qui je suis redevable d'un tel bienfait, afin de m' acquitter un jour.
ESTELLE
Je suis une femme de haut rang, et, pour dire la vérité, la femme qui vous aime le plus au monde, et à qui vous voulez le plus de mal. Adieu!
DON SANCHE
Je n'en ferai rien, si vous ne vous dévoilez sur l'heure.
ESTELLE
Puisqu'il le faut...
DON SANCHE
Señora! Estelle de mon âme!
ESTELLE
Je suis l'étoile qui te guide et te dérobe à la mort. Fuis; tu le vois, l'amour a étouffé la voix de ma colère. Je t'aime et ne veux être que ton astre favorable.
DON SANCHE
Toi, belle et resplendissante auprès de Ion mortel ennemi! Toi si sensible! Sois moins généreuse envers moi : la compassion est ici cruauté, puisque le châtiment serait compassion. Fais-moi donner la mort. Tu accorderais la liberté à l'homme qui a tué ton frère?... Il ne faut pas que je vive quand ma main a versé son san'g. Il est juste que celui qui s'est privé d'un tel ami se perde luimême. Libre maintenant, je me livre à la mort, à cette mort que j'invoquais quand j'étais prisonnier.
ESTELLE
Mon amour est plus fort, plus vaillant; il te sauvera la vie.
DON SANCHE
Tu veux me délivrer, et moi je vais cher- cher la mort, car si tu montres qui tu es, je dois faire voir qui je suis.
ESTELLE
Pourquoi mourir?
DON SANCHE
Pour te venger.
ESTELLE
De quoi?
DON SANCHE
De ma trahison.
ESTELLE
Tu es cruel.
DON SANCHE
Non, je suis juste.
ESTELLE
Tu n'as plus de partie.
DON SANCHE
L'amour est ma partie.
ESTELLE
C'est me punir.
DON SANCHE
Non, c'est t'aimer.
ESTELLE
Gomment le prouves-tu?
DON SANCHE
Par ma mort.
ESTELLE
Un mot encore.
DON SANCHE
Je n'écoute rien.
ESTELLE
Où vas-tu?
DON SANCHE
A la mort, puisque c'est t'offenser que de vivre.
ESTELLE
Vis et sois libre.
DON SANCHE
Ce n'est pas juste.
ESTELLE
Qui t' accuse ?
DON SANCHE
Ton dédain.
ESTELLE
Moi? je t'aime.
DON SANCHE
Il n'importe.
ESTELLE
Y songes-tu?
DON SANCHE
Je songe à mon honneur.
ESTELLE
Va donc, insensé, va mourir; mais je ne te survivrai pas.
LE ROI
Il ne veut pas avouer que je lai ai donné l'ordre?
DON ARIAS
Je ne vis jamais bronze plus ferme. Il s'est d'abord renfermé dans une complète dénégation, et a fini par dire qu'ayant tenu sa promesse, c'est à l'homme envers qui il s'est obligé à tenir la sienne.
LE ROI
Il espère venir à bout de moi par le silence.
DON ARIAS
Il s'y croit parvenu.
LE ROI
Il a été fidèle à sa parole, et je me sens hu- milié de ne pouvoir tenir celle que je lui ai donnée dans un moment de dépit.
DON ARIAS
Cette parole donnée, vous devez la tenir. C'est la le devoir du premier venu. Mais la parole d'un roi se transforme en loi en tombant de ses lèvres, et tout doit s'incliner devant la loi.
LE ROI
Oui, si on interprète la loi par la raison na- turelle.
DON ARIAS
Il le faut bien. Un sujet ne demande pas la loi au roi : il n'est tenu qu'à l'exécuter à l'aveugle, sans autre information. C'est au roi à réfléchir. Vous avez aujourd'hui promulgué la loi sur ce papier, et puisqu'il l'a exécutée, vous avez à subir les conséquences de la loi que vous avez faite en lui ordonnant de tuer Busto Tabora. Si la loi n'avait pas existé par votre fait, il n'aurait pas songé à le tuer.
LE ROI
Quoi ! je suis forcé de déclarer que c'est moi qui ai commandé de lui donner la mort, et que j'ai usé de cette cruauté envers un homme qui ne m'avait fait aucune oifense? Que dira de moi, don Arias, la Municipalité de Séville, en voyant que je suis l'auteur du meurtre? Que dira-t-on en Castille? en ce moment où don Alphonse me proclame usurpateur, et où le Souverain Pontife me flétrit de ses censures. Peut-être en viendra-t-il à appuyer le parti de mon neveu, dont le succès est dès lors assuré. J'aurais tort, je le crois. — D'un autre côté, laisser mourir Sancho Ortiz est une honte. Cruelle perplexité !
DON ARIAS
Votre Majesté peut gagner les alcades par des caresses, et leur demander de se montrer cléments, en n'exigeant pour le crime d'autre châtiment que l'exil. Sancho Ortiz sera donc puni. Votre Majesté se déclare ensuite pour lui, et le fait l'objet de quelque faveur. Vous pouvez, par exemple, lui donner un commandement sur la frontière.
LE ROI
Tu as raison. Mais si, moyennant l'anneau que je lui ai remis, Doña Estrella a déjà poussé la chose à l'extrême ? Que faire alors ?
DON ARIAS
Il y a remède à tout. J'irai m'assurer en votre nom de sa personne, sous quelque prétexte; puis, sans accompagnement et sans bruit, je Ja conduirai à l'Alcazar. Là, vous l'amènerez à votre but; et, comme moyen, vous pourrez, seigneur, lui proposer de la marier à quelque grand de la Cour. Sa personne et sa noblesse méritent un époux de haut rang.
LE ROI
Quel regret j'ai de ma faiblesse, don Arias, et qu'il a raison ce philosophe qui disait que celui-là seulement mérite le nom de sage, qui sait user à propos de sévérité ou de clémence. — Oui, va t'assurer de doña Estrella; cette mesure met fin à mon cruel embarras. Je l'apaiserai en lui donnant pour époux un ricohombre de Castille; je lui donnerais mon trône, si je le pouvais, car, ce frère, cette sœur sont dignes de l'immortalité.
DON ARIAS
Les gens de ce pays-ci font vraiment pâlir la vertu romaine.
LE GOUVERNEUR
Que je baise les pieds de Votre Majesté !
LE ROI
Vous à mes pieds, Pedro de Caus? Pour quel motif ?
LE GOUVERNEUR
Cet anneau gravé à vos armes appartient-il à Votre Majesté ?
LE ROI
Oui, cet anneau vous couvre et vous meten sûreté contre toute espèce de délit.
LE GOUVERNEUR
Couverte d'un voile épais, une femme s'est présentée àTriana, disant que Votre Majesté ordonnait de lui remettre Sancho Ortiz. J'ai soumis cet ordre aux gardiens, lesquels en voyant l'anneau ont tous été d'avis de livrer le prisonnier. J'ai obéi. Un moment après, revient Sancho Ortiz, demandant à grands cris qu'on lui rouvre les portes du château. — Je neveux pas souscrire au commandement du roi, s'écriait-il, comme en délire. Je veux mourir. Le meurtrier de Tabcra mérite la mort. Je lui barrai le passage; mais il criait si haut qu'il fallut lui ouvrir. — Il est là, résigné tranquillement à la mort.
LE ROI
Je ne vis jamais peuple plus noble, plus chrétien, que celui de cette cité ! Arrière, bronzes, marbres et statues !
LE GOUVERNEUR
Cette dame nous a dit qu'elle l'avait mis en liberté, niais qu'il n'a pas voulu accepter, quand il a su qu'elle était la sœur de ce Busto Tabera, à qui il a donné la mort.
LE ROI
Voici qui me surprend encore davantage. Leur magnanimité offense la nature : l'une, avec toute raison pour se montrer cruelle, pardonne à son ennemi et le délivrent lui, pour ne pas être inférieur à tant de générosité, revient s'offrir à la mort. Si leurs actions parviennent à la postérité, le burin qui en sera fait sera immortel. — Pedro de Caus, prenez un carrosse, et sans bruit, sans appareil, amenez au palais Sancho Ortiz dans le plus grand secret.
LE GOUVERNEUR
J'obéis.
le serviteur
Les deux premiers alcades deman- dent à voir Votre Majesté.
LE ROI
Qu'ils entrent. Ils peuvent garder leurs verges.
DON PEDRO
Sire, la cause est entendue, et la justice doit suivre son cours.
LE ROI
Qu'elle le suive. Je vous demande seulement de considérer ceci. Vous êtes pères de la patrie, et la justice gagne quelquefois à être tempérée par la clémence. Sancho Ortiz est regidor de Séville, comme l'était celui qui n'est plus ; si l'un demande vengeance, l'autre réclame la pitié.
DON FARFAN
Nous sommes premiers alcades de Séville; sur nous repose en ce moment le fardeau de sa confiance et de son honneur. Ces verges sont l'emblème de Votre Majesté. Si l'on abuse de votre image sacrée, c'est une offense à voire personne. Tenues en droiture, ces verges regardent Dieu; si elles plient et fléchissent, elles s'inclinent vers l'homme, et s'éloignent du ciel en faiblissant.
LE ROI
Je ne demande point qu'elles fléchissent; je veux seulement que votre justice s'accorde avec l'équité.
DON PEDRO
Sire , c'est au nom de Votre Majesté que nous rendons la justice. A votre sanction sont liées les espérances des criminels. Sauvez la vie à Sancho Ortiz, puisque vous n'avez de compte à rendre qu'à vous-même. Dieu fait les rois; Dieu transporte de Saül à l'humble David les insignes de la souveraineté.
LE ROI
Entrez ici
DON PEDRO
Que souhaite Votre Majesté?
LE ROI
En donnant la mort à Sancho, mon' cher don Pedro, vous ne rendrez pas la vie au trépassé ! Évitons les extrêmes.' Ne serait-il pas possible de l'exiler à Gibraltar, à Grenade, où il pourrait , à mon service, trouver une mort volontaire ? Qu'en dites-vous?
DON PEDRO
Je suis don Pedro de Guzman, qui se met aux pieds de Votre Majesté. A vous appartient ma vie; à vous ma fortune et mon épée.
LE ROI
Embrassez-moi, don Pedro de Guzman. Je n'attendais pas moins d'un si noble cœur. — Allez avec Dieu, et m'envoyez, je vous prie, Farfan de Ribera.
FARFAN
Me voici à vos pieds.
LE ROI
Farfan de Ribera; j'étais peiné de voir condamner à mort Sancho Ortiz. Mais, il s'agirait maintenant de changer cet arrêt en exil. Ce sera une mort prolongée qui durera toute sa vie. Je voudrais votre avis avant de me prononcer.
FARFAN
Votre Majesté peut sans hésiter confier à Farfan de Ribera des affaires de plus d'importance. Pour son service, il n'est rien que n'entreprenne ma loyauté.
LE ROI
Je le vois, vous êtes un Ribera. Soyez toujours un modèle de noblesse et de vertu. Adieu.
DON PEDRO
La sentence est signée, mon redouté seigneur; il ne manque plus que de la soumettre à Votre Majesté.
LE ROI
D'insignes chevaliers tels que vous l'auront rendue, je pense, dans les termes que je souhaite.
FARFAN
Nous nous vantons surtout de notre loyauté.
LE ROI
« Mandons et ordonnons qu'il ait la tête tranchée sur l'échafaud. » — Voilà la sentence que vous m'apportez signée ! Traîtres, c'est ainsi, vive Dieu ! que vous tenez la parole donnée à votre roi !
FARFAN
Ayant déposé la verge, le plus humble de tous devra tenir sa parole, aux dépens de sa vie, aux dépens de son âme : la verge en main, que nul ne fasse ou prononce action ou parole coupable, en considération de qui que ce soit, sur la terre comme au ciel.
DON PEDRO
Dépouillés de nos insignes, nous obéirons comme loyaux sujets; mais ne demandez pas un déni de justice à des alcades mayors ayant en main la verge. La Municipalité de Séville est ce qu'elle est.
LE ROI
C'est bien; il suffit; tous vous me couvrez de confusion.
DON ARIAS
Doña Estrella attend les ordres de Votre Majesté.
LE ROI
Que faire, don Arias? Quel est ton conseil dans ces embarras inextricables ?
LE GOUVERNEUR
Sire, je vous amène don Sanche.
DON SANCHE
Très-redouté seigneur, pourquoi ne pas mettre par la mort un terme à mes disgrâces ? Quand verrai-je la fin de mon tourment? J'ai tué Busto Tabera; eh bien ! que je meure : du sang pour du sang. Votre justice, seigneur, je l'appellerai miséricorde.
LE ROI
Un moment. De qui avez-vous reçu l'ordre de le tuer?
DON SANCHE
D'un papier.
LE ROI
Signé de qui?
DON SANCHE
Si le papier pouvait parler, il le dirait, la chose est évidente; mais un papier déchiré s'explique nécessairement fort mal. Tout ce que je sais, c'est que j'ai donné la mort à l'homme que j'aimais le plus au monde, parce que je l'avais promis. — Mais, voici Estelle qui attend h vos pieds ma mort, et qui, même h ce prix, ne sera pas assez vengée.
LE ROI
Estelle, j'ai décidé votre mariage avec un grand de ma maison, jeune, beau, personnage de la plus haute distinction en Castille. En retour, nous vous demandons votre grâce et son pardon : il n'est pas juste que vous refusiez.
ESTELLE
Eh bien! seigneur, si je suis mariée, que Sancho Ortiz soit libre; je renonce à ma vengeance.
DON SANCHE
Ainsi tu m'accordes ton pardon parce que Sa Majesté te marie.
ESTELLE
Oui, c'est pour cela queje te pardonne.
DON SANCHE
Et vous vous trouverez ainsi assez vengée?
ESTELLE
Vengée et satisfaite.
DON SANCHE
Eh bien! pour que vos désirs s'accomplissent, j'accepte la vie, bien que j'eusse préféré la mort.
LE ROI
Allez avec Dieu.
DON FARFAN
Prenez garde, sire; cet accord est une offense pour Séville. Il faut qu'il meure.
LE ROI
Que faire? Ces gens-là m'inpatientent et me déconcertent.
DON ARIAS
Parlez.
LE ROI
Que Séville donc me fasse mourir, puisque je suis la cause de cette mort. C'est moi qui en ai donné l'ordre, et cela suffit pour sa décharge.
DON SANCHE
Mon honneur n'attendait que cet aveu. Le roi m'avait ordonné de tuer. Je n'aurais jamais sans un ordre du roi exécuté une action si barbare.
LE ROI
Il dit la vérité.
FARFAN
Dès lors Séville est satisfaite. Si Votre Majesté a donné un pareil ordre, elle avait sans doute ses motifs.
LE ROI
La noblesse de Séville me laisse dans l'admiration.
DON SANCHE
Moi, je vais partir pour l'exil, quand Votre Majesté aura tenu une autre promesse qu'elle m'a faite.
LE ROI
Je la tiendrai.
DON SANCHE
Vous vous êtes engagé à me donner pour femme la dame que je demanderais.
LE ROI
C'est la vérité.
DON SANCHE
Eh bien î je vous demande doña Estrella, et, prosterné à ses pieds, je requiers le pardon de mon crime.
ESTELLE
Sancho Ortiz, je suis mariée.
DON SANCHE
Mariée?
ESTELLE
Oui.
DON SANCHE
Je suis mort.
LE ROI
Estelle, j'ai donné cette parole; je suis roi, et je dois la tenir. Que répondez-vous?
ESTELLE
Qu'il soit fait selon votre plaisir. Je suis à lui!
DON SANCHE
Je suis à elle.
LE ROI
Que manque-t-ii donc?
DON SANCHE
L'union des âmes.
ESTELLE
Et cette union, le mariage ne pourra jamais l'établir.
DON SANCHE
Je le sens bien ; c'est pourquoi je te rends ta parole.
ESTELLE
Je te rends la tienne. Voir tous les jours, à table, dans mon lit, le meurtrier de mon frère... me ferait trop de mal.
DON SANCHE
Et pour moi quel chagrin de passer ma vie auprès de la sœur de celui que j'ai tué injustement, quand je l'aimais comme mon âme.
ESTELLE
Ainsi, nous demeurons libres.
DON SANCHE
Libres.
ESTELLE
Eh bien ! adieu.
DON SANCHE
Adieu.
LE ROI
Un moment...
ESTELLE
Sire, l'homme qui a tué mon frère ne sera jamais mon époux, et pourtant je l'aime et je l'adore.
DON SANCHE
Et moi qui l'aime tant, je renonce à elle. Cela est juste.
LE ROI
Quelle grandeur !
DON ARIAS
Quelle constance !
CLARINDO
Moi, j'appelle cela de la folie.
LE ROI
Je demeure étonné, stupéfait.
DON PEDRO
Voilà le caractère des gens de Séville.
CLARINDO
Vous avez entendu la tragédie que Lope vous a consacrée. Jamais ne sera oubliée l'ÉTOILE DE SEVILLE.
La Stella di Siviglia, traducción de Gherardo Marone.
PERSONE DEL DRAMA
La scena si svolge in Siviglia. S'inizia ora in un salone della Reggia, dove i rappresentanti della città rendono onore al giovane re.
PRIMA GIORNATA
RE
Sono grato eternamente
all'affetto di Siviglia,
e m'accorgo che in Castiglia
con amore io regnerò.
Da quest'oggi solamente,
che con tanta gentilezza
e fedeltà m'accogliete,
io m'avvedo d'esser Re.
Perquè è antica e giusta legge
che in Siviglia ogni sovrano
prima che in altra regione
dia fondamento al suo regno.
S'io non riesca a ripagarvi
delle festose accoglienze,
degli apparati trionfali
che oggi Siviglia m'ha offerto,
io non sarò sodisfatto.
Qui resterà la mia Corte,
e non vi sia meraviglia
se la Corte di Castiglia
sceglie Siviglia a sua sede,
perquè regnando in Siviglia
io regno pure in Castiglia.
DON PIETRO
Oggi noi, suoi magistrati,
ci inchiniamo con letizia
ai tuoi piedi, per la grazia
e il favore che ci dài.
Giurati e Governatori
t'affrono con volontà
le ricchezze e la lealtà
di cui disporre essi possono,
ed il Consiglio lo vuole,
a condizione non sia
in danno della città.
RE
Ne sono molto felice.
DON PIETRO
Lascia baciarti le mani.
RE
Ritiratevi, signori:
avete fatto per me
cose degnissime, e penso
che con l'aiuto fedele
di tutti voi io potrò
sostituire il vecchio re
di Gibilterra che dorme
senza pensiero, disteso
fra le sue antiche colonne,
ond'io farò con fortuna,
che si sovvenga di me.
FARFANTE
Con la sua gente leale
in questa nobile impresa
Siviglia vi seguirà,
offrendo insieme per voi
le vite sue.
DON ARIAS
Grato resta
a voi il Re ed agli altri,
e sodisfatto del vostro
nobile augurio e saluto.
RE
Tutto, in Seviglia, ora io credo
e riconosco. Son grato
di quanto per me farete:
Dio v'accompagni, signori.
DON ARIAS
Dimmi che pensi, Signore
di Siviglia...
RE
Tanto è bella
che solo oggi ho sentito
d'essere Re.
DON ARIAS
Ma più bella,
meritando il tuo favore,
Signore, ti sembrerà
ogni giorno
RE
È naturale
che una città così bella
quanto più in essa si vive,
tanto più debba piacere.
DON ARIAS
L'ornamento e la grandezza
delle strade di Siviglia
io veramente non so
se Augusto in Roma ammirò,
nè se ebbe le sue ricchezze.
RE
E le divine bellezze
perchè ammanti di silenzio?
Perquè limiti e nascondi
i suoi cieli e i suoi tramonti?
E dimmi: come, nei Soli
che vedemme, non avvampi?
DON ARIAS
Eleonora di Ribera,
tutto un cielo somigliava,
chè dagli occhi le brillava
il sole di primavera.
RE
Sole, se bianca non fosse
e a un sole tutto di neve
piccolo elogio si deve
se non incendia ma agghiaccia;
sole che incendia vorrei
non quel che freddo si beve.
DON ARIAS
Donna Elvira di Guzman
colei che a fianco le stava
come ti parve?
RE
Che era
molto prolisso il Tedesco,
perquè a coppie sempre vanno
le donne bianche appaiate.
DON ARIAS
Sì come un maravedino.
RE
Quantunque Amore sia libero
e avanzi franco e spigliato,
per quella bianca moneta
non vorrei cederne un'altra.
DON ARIAS
Donna Teodora De Castro,
quella che veste di verde...
RE
Splendore innanzi a lei perdono
ogni avorio ed alabastro.
DON ARIAS
Amore può rintracciarla
perquè in un mare di verde
ingrassa come in favore.
RE
A volte bestia è l'amore
e il verde ama cercare.
DON ARIAS
Colei che t'offri le rose
donna Mencia, si chiama
Coronello.
RE
Bella donna,
ma ho visto alcune più belle.
DON ARIAS
Le due morette gioiose
che da quell'alta finestra
guardavano, erano Anna
e Beatrice Mexía,
sorelle, que pure al giorno
donano nuovo splendore.
RE
Per Anna l'una è comune
ed è l'altra per Beatrice,
sola come la Fenice
che giammai nessuna vinse.
DON ARIAS
La buona o mala fortuna
pure al nome si attribuisce?
RE
In amore (non stupirti)
i nome sono stranezze,
son qualità e bellezza
al desiderio dell'uomo.
DON ARIAS
La bianca e bionda...
RE
Non dire
chi era: quando la donna
è bionda e bianca sarà
sempre di marmo e di ottone;
e se continui a parlare
di lei, tu certo m'induci
a udire ciò che non amo.
Vidi una donna gentile
di grazia nuova ricolma
e tu di lei non mi parli
chè della bianca hai parlato
e mai di quella ch'è bruna.
Chi è colei che in balcone
io fissai con attenzione
e il cappello mi levai
per salutarla fra l'altre?
Chi è colei che in fondo agli occhi
ha il baleno ad accecare,
come ho sentito narrare
del divino Giove olimpio:
occhi che dànno la morte
senza saperlo o volere?
Una che, in nero, faceva
gara col sol splendete
e all'orizzonte spagnolo
sorgea fra l'èbano lieta.
Una notte, orror del giorno,
che, di nero, luce dava
e in eclissi lo lasciava;
una macchia della luce
del sole, che si appannava
con la sua pura bellezza.
DON ARIAS
Ora ho capito, Signore.
RE
Pensa alla donna più bella
e certo non sbaglierai.
DON ARIAS
Ella si chiama la Stella
di Siviglia.
RE
Se è più bella
del Sole, perchè la offende
Siviglia? Se non intende
che merita il suo splendore
chiamarsi Sole, perchè
è Sole che anima o accende?
DON ARIAS
È donna Stella Tavera
suo nome, e per meraviglia
la chiama Stella, Siviglia.
RE
Sole dovrebbe chiamarla.
DON ARIAS
Sposarla spera il fratello
in questa stessa città.
RE
Si chiama il fratello?
DON ARIAS
Busto
Tavera, ed è Reggitore
di Siviglia, il quale onore
al suo valore s'addice.
RE
Ed è ammogliato?
DON ARIAS
Non lo è,
perquè in tutta la contrada
egli è il Sole a quella guisa
che sua sorella è la Stella.
RE
Con buona Stella son giunto
in Siviglia. E in essa avrò
grande favore e fortuna
come io desidero; e già
ogni letizia verrà
a me con simile Stella.
Se tale Stella mi guida
come mai mi perderò?
Re sono e venni a scoprire
le stelle del mezzogiorno.
Don Arias vorrei vederla
perquè già troppo mi piace.
DON ARIAS
Se è Stelle che a Betlem
ti guida, Signore, è ingiusto
faccia del fratello, Busto,
bestia del nuovo presepe.
RE
Che ordini, Arias, darai
perchè io la veda e le parli?
DON ARIAS
Codesta Stella gentile
del Sole a costo vedrai
suo fratello onorerai
chè gli onori più cospicui
sono semi di favori.
Favoriscilo, se il dare
può disfare e conquistare
le più rare e gravi cose.
Se tu dài ed egli accoglie
egli s'obbliga e, obbligato,
pagherà quanto gli hai dato,
perchè chi dona, il suo nome
nel bronzo del cuore incide.
RE
Manda subito a chiamarlo
e stabilisci con cura
che nella notte ventura,
veda io Stella in casa sua:
epiciclo che mi brucia
con il fuoco dell'amore.
Corri a chiamare il fratello.
DON ARIAS
Nella Reggia l'ho veduto
vedrò se ancora egli è qui.
RE
Se oggi vinco questa prova
gli regalo anche il mio regno
DON ARIAS
Ti darò codesta Stella.
RE
Cielo stellato sarò
in notte placida e bella
e solo con una stella
più del Sole splenderò.
DON GONZALO
Bacio i vostri piedi, Altezza.
RE
Alzatevi, amico mio;
come va che in tanta gioia
solo voi siete angosciato?
DON GONZALO
Morì mio padre...
RE
Ho perduto
un valente Capitano.
DON GONZALO
E le frontiere rimangono
senza più cura e difesa.
RE
Era un eroico guerriero
e mi commuove il pensiero
della sua morte inattesa.
DON GONZALO
Signore, ha molto perduto
la frontiera d'Arcidona;
e, stabilito che un altro
guerriero del suo valore
in tutto il regno non c'è,
e che erede del suo nome
e del suo onore io soltanto
resto in Castiglia, non credo
permetta Vostra Maestà
che ad altri vada l'ufficio
da lui lasciato.
RE
È un indizio
che in voi sempre si conferma.
Ma mentre voi piangerete
la morte di vostro padre
fra lutti e pianti, restate
in questa Corte con me.
DON GONZALO
Con lo stesso desiderio
Don Fernando di Medina
viene, e portare s'illude
per servizio il suo bastone,
perchè è stato comandante
per dieci anni, e con la spada
su le perle di Granata
ha sparso il rosso rubino,
e per tanto superarmi
spera.
RE
Adesso io lo vedrò
e, prima di pronunziarmi,
la sua voce ascolterò.
FERNANDO
Penso, Signore, che giungo
troppo tardi ai vostri piedi.
Consentite ch'io li baci...
RE
Don Fernando, senza fretta
potete i piedi baciarmi;
chè ancora nelle mie mani
e nel mio arbitrio è la carica
che voi chiedete, nè posso
offrirla senza chiamare
prima la vostra persona
e altre del regno notabili
che, essendo d'esso gli atlanti,
sono i raggi d'Arcidona.
Andate pure.
DON GONZALO
Signore,
Questa domanda vi lascio.
FERNANDO
Ed io la mia ch'è lo specchio
e la luce del valore
dove risplende il mio onore
intatto, puro e leale.
DON GONZALO
Anche il mio onore è cristallo
che la giustizia rischiara
DON ARIAS
Ecco, Signore, venuto
Busto Tavera.
BUSTO
Ai tuoi piedi
turbato io giungo, perchè
è naturale occasione
alla presenza del Re
si turbi il suddito, e io,
dato che egli mi invita,
due volte sono turbato,
perchè col farmi, Signore,
questo inatteso favore
gran turbamento mi hai dato.
RE
Alzatevi
BUSTO
Se è necessario
trattare il Re, come i santi
si pregano sugli altari,
modo più nobile è questo.
RE
Siete un distinto guerriero.
BUSTO
Diedi di me qualche prova;
ma come spetta al mio grado
spero ancora di avanzare.
RE
Io non vi posso aiutare?
BUSTO
Divine leggi ed umane
dànno ai Re ogni potere,
ma non dànno modo ai sudditi
d'essere audaci coi Re,
perchè con essi celate
debbono aver le speranze,
come succede ora a me
che le leggi superare
vedo ogni mio desiderio.
RE
Chi mai non desiderò
d'essere sempre più grande?
BUSTO
Se fossi un grande, Signore,
mi sarei oggi coperto,
ma se Tavera io rimango
non può coprirsi Tavera.
RE
Nobile filosofia
d'onore.
DON ARIAS
Son questi i primi
sempre a cadere.
RE
Desidero,
Tavera, con tutta l'anima
che vi prestiate ad accrescere
il vostro nome in uffizio,
che del mio amore sia indizio:
perciò vi ho fatto chiamare,
tramutandovi Tavera
in capo dell'Arcidona,
poichè la vostra persona
sarà su quella frontiera
come il fulmine di guerra.
BUSTO
Ma, io, Signore, in che guerra
vi ho servito?
RE
Nella pace
vi trovo, Busto, capace
di difender la mia terra,
tanto che vi preferisco
a chi fra tali servizi
mostra coi suoi memoriali
d'essere degno del posto.
Leggeteli in mia presenza
e risolvetevi subito.
Tre pretendono con voi
codesta carica insigne
e questi son gli altri due
che vi vogliono avanzare.
BUSTO
«Molto poderoso Signore, Don Gonzalo di Ulloa supplica Vostra Altezza di volergli attribuire l'incarico di capitano generale delle frontiere di Arcidona, dato che suo padre, dopo avere servito in tale ufficio per oltre quattordici anni, compiendo in onore di Dio e della vostra corona le più eroiche imprese, morì giorni or sono in uno scontro col nemico. Domando giustizia....».
Se di suo padre il valore
ha ereditato Gonzalo
lo credo degno del posto.
RE
Leggete l'altro.
BUSTO
Signore
Don Fernando di Medina
da venti anni ch'è soldato
ha servito vostro padre
e servirvi ancora spera
con il braccio e con la spada.
Generale per dieci anni
nella guerra di Granata,
preso in essa prigioniero,
per tre anni ha consumata
la sua forza in esercizi
vili, ed ora, per codesti
suoi servizi e per la spada
che in sè stessa la Giustizia
tutta accoglie, in umiltà
chiede in questo memoriale
il grado di Generale
delle truppe de Arcidona».
RE
Dite ora voi.
BUSTO
Io non so
quale servizio citare
o che a voi l'offra di dare.
Riferir del mio passato
tutti i nobili blasoni,
e tutti i vinti pennoni
dei castelli conquistati
io potrei; ma, mio Signore,
già per essi i miei maggiori
ebbero onori e fortuna
e se quelli vi servirono
io non chieggo i loro onori.
La Giustizia, perquè sia,
deve essere ordinata,
perchè è sacra carità,
che Dio lega ad un capello;
e se a peso così grande
dà un sì debole sostegno
segno è che, cadendo in filo,
non si spezza e dà buon peso.
Dare l'ufficio è giustizia
a uno di questi due,
perchè se a me lo donate
voi commettete ingiustizia.
E qui in Siviglia, Signore,
io non v'ho in niente obbligato,
chè fui in guerra soldato
e in pace fui Reggitore.
E se ha detto verità,
don Fernando di Medina
merita egli quel posto
ch'è degno della sua età,
E don Gonzalo, potete,
ch'è ancora giovane tanto,
nominare comandante.
RE
Sia come voi proponete.
BUSTO
Solo voglio (e la ragione
e la giustizia lo vogliono)
dare a quelli che servirono
dovuta sodisfazione.
RE
Basta: voi mi confondete
con tali saggi consigli.
BUSTO
Specchio son le mie parole
e in esse vi rimirate.
RE
Siete un grande cavaliere
e nei miei appartamenti
voglio restiate da oggi
perch'io vi tenga con me...
Siete ammogliato?
BUSTO
Signore,
di mia sorella marito,
ammogliarmi non saprò
prima di averla situata.
RE
Io spero d'esservi utile
a degnamente sposarla.
È il suo nome?
BUSTO
Donna Stella.
RE
A Stella, che sarà bella,
non so che sposo darò
se non sia il Sole.
BUSTO
Un uomo
solo per Stella desidero,
che non è stella del cielo.
RE
La sposeremo in mio nome
con uno che ne sia degno.
BUSTO
Vi bacio i piedi per lei.
RE
Le darò, Busto, marito
che non sfiguri al suo fianco:
Dìtele ch'io voglio essere
compare delle sue nozze
e che dotarla desidero.
BUSTO
Ora sapere io vorrei,
Signore, per che occasione
Vostra Altezza mi ha chiamato,
perchè ne sono in pensiero.
RE
Tavera avete ragione:
vi ho chiamato per un fatto
di Siviglia e volli dirvi,
prima di agire, ogni cosa
di esso; ma quiete ed ozio
oggi ci invitano, quindi
lo tratteremo più calmi
noi due soltanto domani.
Perchè da oggi, ripeto,
voi qui restate ad assistermi
nelle mie stanze e palazzo.
Ci rivedremo.
BUSTO
Vi bacio
i piedi.
RE
Le mie due braccia
in cambio vi porgerò.
BUSTO
Non posso tanto favore
contraccambiare nè intendere.
Sospettoso io sono; manda
a chiamarmi all'improvviso,
m'offre favori, m'onora;
pensi più ad onorarmi...
mi pare che a subornarmi.
RE
Quell'uomo è molto sottile
e tanto scaltro che onesto.
DON ARIAS
Di tali onesti io m'annoio;
quanti, Signore, lo sono
fino alla buona occasione
che li tramuta in furfanti?
Senza di essa, ad un modo
son tutti saggi, ma ognuno
in qualche cosa s'impliglia.
L'uno sussurra dell'altro
che di quell'uno parlò,
e la legge che esegui
esegue il tempo oggi in lui.
Se metti un poco il suo onore
in un piatto di bilancia
e nell'altro i tuoi favori,
i tuoi done e le lusinghe,
vedrai presto, gran signore,
come quello che ora è basso
peserà solo un fuscello,
mentre l'altro piegherà
come sotto mille libbre.
RE
Voglio, celato, vedere
quella donna in casa sua
ch'è sole ardente per me,
se così m'arde e mi brucia
anche se stella mi appare.
DON ARIAS
Bada a ciò che si dirà.
RE
Quelli che pensano troppo
a quanto dice la gente
hanno voglia di morire.
Dica tutta la Castiglia
quanto la piaccia di dire,
se il Re Mago voglio essere
della Stella di Seviglia.
SANCIO
Divino angelo mio
quando sarò tuo compagno,
liberandomi per sempre
delle ansie che mi bruciano?
Quando la tersa rugiada
che dai miei occhi trabocca,
sole che splendido sorgi
in conche di vivo corallo diffuse
di che ha bagnato amor le labbra rosse,
con deliziosa calma,
perle farai che ingemmino le anime?
Quando, felice Stella,
che come il Sole adoro,
nel tuo epiciclo d'oro
abbarbagliante e bella
dell'alone che avvolge
il tuo capo divino
con raggi di letizia
inonderai il giorno,
stringendoci l'amore in un sol cuore,
perchè emula del cielo
nuovi Diòscuri infine abbia la terra?
Quando allaciati insieme
ci chiamerà Castiglia
Gemelli di Siviglia
fusi in gioia immortale?
Quando avranno i miei mali
la speranza d'un bene?
Quando gaio e felice
mi chiamerò tuo sposo,
malgrado il tempo che tu stessa freni
e che in pigro viaggio
cammina con i piedi di Saturno?
STELLA
Se a gara con i nostri desideri
il tempo camminasse,
vincerebbe anche il Sole
con passi di gigante,
e le mie dolci cure e la mia gioia
celebrebe tutta
Siviglia innamorata;
nè invidierei in triste gelosia,
amante venturosa,
la tortorella tenera e gentile
che con fiocchi gorgogli
nei cavi tronchi tàlami improvvisa.
In amorosi circoli
ieri si ricercavano
dove tu sai, lanciandosi
richiami inconsapevoli;
coi becchi di diamante
il piumaggio di neve
dolcemente piluccavano,
poi, a un tratto ne facevano
coppe in cui Amore le speranze beve,
e coi beccucci avvinti
si donavano le anime ed i cuori.
SANCIO
Ahi, come ti ringrazia
il cuore di codesto dolce sogno!
Gli invisibili e nobili trofei
della fama desidera
l'anima mia e a te tutta si dona.
STELLA
Io con essa la vita
perchè con essa io viva.
SANCIO
Ahi, amorosa Stella
di luce e d'oro tremolante e bella!
STELLA
Ahi, pietoso omicida!
SANCIO
Mia creatura divina:
luce sul mare del mio cieco cuore.
CLARINDO
Tentar vogliamo anche noi
qualche gentile carezza,
simile a tela d'Olanda,
seguendo un poco in letizia
l'esempio ch'essi ci dànno?
SANCIO
Taci
CLARINDO
Ma stiamo in silenzio.
Ahi, delizioso sostegno
del mio amoroso deliquio!
MATILDE
Ahi, mio gentil lacchè
che al suono delle striglie sei poeta!
CLARINDO
Ahi, mia speranza!
MATILDE
Mia felicità!
CLARINDO
Non si lamenta mai tanto un lebbroso.
SANCIO
Che dice tuo fratello?
STELLA
Che quando siano firmate
queste nostre promesse
il matrimonio è completo,
e che a dàrmiti in sposa
qualche giorno soltanto gli conceda.
SANCIO
Il mio amore è così trepido e solo
che come un fanciullino
si spaventa e abbandona
se il tempo lo combatte:
io ti volevo oggi stesso sposare
e non più consumarmi in questo ardore,
perchè il tempo mutevole
può cambiare anche il croso alla fortuna.
Il mar tranquilo e canuto
si risveglia fra il latte
e prima che le vette
dei monti al Sol riveli
in circoli di porpora
si leva sul mattino l'Alba bella,
ma presto nera nube
su le lor vette spunta
ammantandole d'ombre tenebrose
e quelle ch'eran balze,
tramuta in mostri giganteschi e bianchi.
Pennacchi variegati
indossa un verde mandorlo
e in un istante perde
i suoi teneri fiori:
scorrono mormorando
i limpidi ruscelli,
ma nel letto d'argento,
ecco, li arresta il gelo:
pure se tutti questi non son certi
dell'avvenire e della lor sostanza,
come, in tanto mutevole vicenda,
nel volubile tempo io fiderò?
STELLA
Se il tempo lo consente
parla a Tavera.
SANCIO
Sì, gli debbo parlare ad ogni costo
se non voglio morire.
CLARINDO
Ecco Busto Tavera che ritorna.
BUSTO
Amico Sancio
STELLA
Che hai?
SANCIO
Come tanto malinconico?
BUSTO
La tristezza e l'allegria
in pensiero mi hanno messo.
Vattene un poco, sorella.
STELLA
Mi aiuti Iddio se il tempo mi maltratta.
BUSTO
Sancio Ortiz de las Roelas...
SANCIO
Non mi chiamate cognato?
BUSTO
Un cavallo infuriato
senza sproni mi porta a galoppare.
Sapete che il Re mi ha chiamato
nè intendo ancora perchè.
che per averglielo chiesto
non me lo volle spiegare,
ma in cambio senza domanda
mi volle far generale
d'Arcidona e solamente
a forza di resistenza
non mi cedette lo scettro
reale, e mi diede infine...
SANCIO
Narrate ancora, Tavera,
che tutto ciò è allegrezza
e non è certo tristezza
o l'angoscia che vi agita
BUSTO
Mi ha sollevato al suo seguito.
SANCIO
Anch'è fortuna.
BUSTO
Al dolore
veniamo.
SANCIO
Tutto il mio cuore
dall'ansia sento tremare.
BUSTO
Mi chiese non maritassi
ancora Stella, perchè
egli voleva sposarla
con ogni onore e fortuna
e preferiva dotarla
onde poterle trovare
marito degno di lei.
SANCIO
Tu mi dicesti poc'anzi
che allegro e triste venivi,
ma solo triste io rimango;
perchè tu hai la fortuna
mentre io m'immergo nel pianto.
Lascia che soffra solo io
e tu raccolga la gioia
a piene mani, seguendo
il nostro Re e sposando
la tua gentile sorella
con chi sia degno di lei.
Sarai felice, lo credo,
ma non sarai più fedele
all'amicizia e all'onore
che t'imponevano oggi
di dire al Re senza ambagi
che già sposata tu avevi
Stella.
BUSTO
Hai ragione. Credevo
fra tante nuove finezze
d'aver perduto il cervello,
e non riuscivo a trovare
modo gentile o garbato
per dirglielo.
SANCIO
E allora in fumo
dilegua il mio matrimonio?
BUSTO
Torno a informare ora il Re
che tutto già è stabilito,
le promesse e le scritture,
e non credo mai che il Re
vorrà disperdere il giusto.
SANCIO
Se il Re volesse distruggere
ogni cosa del suo regno,
chi potrebbe mai vietarglielo,
anche se vago ne fosse?
BUSTO
Gli parlerò senza meno,
e anche tu gli parlerai
per spiegargli che io turbato
non gli ho detto verità.
SANCIO
Mi diano morte i dolori!
Dicono bene che il tempo
non ha un'ora di fermezza
e che il pianto e la tristezza
sonno l'ombra d'una nuvola.
Quando il Re con la sua forza
vorrà violare la legge...
BUSTO
Sancio, il Re è sempre il Re:
tacere e avere pazienza.
SANCIO
In somigliante occasione
chi pazienza terrà, chi sofferenza?
Tiranno che venisti
a turbare il mio sogno di bellezza
con gli applausi in Siviglia
non goda tu l'impero di Castiglia!
Bene di Sancio il Bravo
meriti il nome se nel tuo valore
incomincio a conoscerti,
poichè per crudeltà tal nome ottieni.
Ma Dio t'umilierà:
non godrai tu l'impero di Castiglia!
Si rivolti il tuo popolo
e ai tuoi nipoti ponga la corona
di nuovo su la fronte
con bolle del Pontefice romano!
E strappàtoti il trono,
non goda tu l'impero di Castiglia.
Di Siviglia uscirò
e a Gibilterra andrò dove il mio cuore
il pericolo e il rischio guariranno.
CLARINDO
Non occorre tu vada a Gibilterra.
SANCIO
Con Stella così tenera e gentile
come mai la fortuna
non m'assiste e conforta,
anzi più ingrata e triste
in me volge il suo sdegno e il suo capriccio?
CLARINDO
Per questa vaga stella
morremo come l'uovo su la brage:
fosse almeno in frittata!
SANCIO
Non godrai la fortuna di Castiglia!
RE
Ditegli che io sono qui.
DON ARIAS
Già lo sanno, e su la porta
e riceverti, Signore,
esce don Busto Tavera.
BUSTO
Quale onore e gentilezza,
Vostra Altezza mi vuol dare?
RE
Sono uscito travestito
a conoscere Siviglia
e mi dissero, passando,
ch'eran vostre queste case:
mi appressai per visitarle
perchè tutte le han lodate.
BUSTO
Sono case di scudiero.
RE
Entriamo.
BUSTO
Sono, Signore,
solo adatte all'umiltà
mia, ma giammai vi può
entrare la Vostra Altezza,
chè –per cosí gran signore–
esse sono tropo anguste,
nè vi piaceran le sale,
che sono, signore, piccole,
perchè la loro umiltà
non chiese mai tanto onore.
Oltre di ciò, nella casa
ho una gentile sorella
solamente, che in isposa
ho già promessa da tempo,
e sarà certo notato
in Siviglia sa sapranno
che venite a visitarla.
RE
Non vengo, Busto, per lei,
ma per voi.
BUSTO
Signore mio,
grazia notevole è questa,
e se qui per me venite
non è giusto io v'obbedisca;
serà infatti scortesia
che a trovare venga il Re
un vassallo e che il vassallo
lo permetta e lo consenta.
Servo e vassallo io vi sono
ed è meglio ch'io vi veda,
(poichè volete onorarmi)
nella Reggia di Siviglia.
Perchè talora colpiscono,
più delle offese, gli onori
che ci vengono in sospetto.
RE
Sospetto? Di che?
BUSTO
Diranno,
dato che il contrario sia
che veniste in casa mia
per vedere mia sorella
e la fama ch'ella gode
sarà subito dispersa,
perchè l'onore è un cristallo
che con un soffio s'appanna.
RE
Già che sono qui, un affare
voglio almeno confidarvi,
entriamo.
BUSTO
È meglio, Signore,
ch'io per la strada vi serva,
e se mi date licenza
vi posso anche accompagnare,
chè non ho bene addobbata
la casa
RE
Gran resistenza
ci fa.
DON ARIAS
Bisogna portarlo
lontano, che io resti un poco
solo con Stella e le parli.
RE
Parla piano che non t'oda,
egli che tutto il suo onore
ha raccolto negli orecchi.
DON ARIAS
Riusciremo a stemperarlo,
appendendogli agli orecchi
gli orecchini più pesanti
in modo che glieli strappino.
RE
Basta, non voglio per forza
vedere la vostra casa.
BUSTO
Sì, nel giorno delle nozze
di mia sorella, sarà
certo più ricca ed ornata
e perciò degna d'accogliere
la Vostra Altezza
DON ARIAS
Le carrozze
fate venire.
RE
Occupate,
Busto, un posto.
BUSTO
Vengo a piedi
se me ne date licenza.
RE
Busto, è mia quella carrozza
in cui v'invito, ed in essa
io comando.
DON ARIAS
Sono pronte.
RE
Via, portateci alla Reggia.
BUSTO
Molte fortune son queste
ch'io non merito, favori
troppo grandi e generosi
egli m'offre. Voglia Iddio
queste mie ansie disperdere.
STELLA
Che vai dicendo, Matilde?
MATILDE
Ch'era il Re, Signora.
DON ARIAS
Egli era
e non è molto che i Re
cerchino in viaggio una Stella.
In questa casa veniva
in vista di una bellezza
tanto gentile e splendente
che s'egli è il Re di Castiglia,
voi siete certo Regina.
Il Re Don Sancio che tutti
per la sua invitta potenza
chiamano il Bravo, ed i Mori
–che solo al nome suo tremano–
il Forte, e l'alte sue opere,
il Sacro Cesare Augusto
e che ogni alloro romano
con le sue imprese ha offuscato,
il giorno scorso, la vostra
pura e inattesa bellezza
vide in balcone risplendere
come i palazzi dell'alba,
quando tra rose e tra gigli
addormentati gli uccelli
sognano gondole d'oro
nel cielo terso d'azzurro
ed ella insonne piangendo
schiude boccioli di perle
in fiori d'aria e di luce.
Il Re vi ha vista e m'ha chiesto
en io venga qui ad offrirvi
ogni ricchezza ed onore,
che possa il Re di Castiglia
alla sua donna donare,
quantunque per la tua grazia
sian povertà le ricchezze.
Egli ti chiede che accolga
la sua parola d'amore,
chè se l'accogli e ricambi
Sole sarai di Siviglia
in cambio d'essere Stella.
Ti darà ville e città
di cui sarai la padrona
e ti darà un gentiluomo
per sposo col quale tu
potrai nel tempo passare
ghirlanda del tuo passato
fortuna del tuo cognome.
Che rispondi?
STELLA
Che rispondo?
Ciò che vedi...
DON ARIAS
Attendi, ascolta.
STELLA
A sì volgare messaggio
do con le spalle risposta.
DON ARIAS
Nobiltà di fratelli senza pari:
inquieto essi mi lasciano e tremante
di pudore e rispetto.
La gentilezza romana
ritrova in essi la vecchia Siviglia.
Sembra cosa impossibile,
che il Re li debba vincere e piegare.
Ma l'umana potenza
spezza le rocce, fora le montagne,
compie prodigi di operosità.
Meglio è parlare alla serva
e offrirle qualche regalo,
perchè i regali son porte
d'ingresso d'ogni favore
anche se sian padrone della casa
la casta Porzia o l'eroica Lucrezia.
Siete donna della casa?
MATILDE
Sono una serva per forza
DON ARIAS
Come forza?
Sona una
Schiava?
DON ARIAS
Schiava?
MATILDE
E soggetta
senza speranza di liberazione
a eterna sudditanza e prigionia.
DON ARIAS
Io farò che il Re ti liberi
e ti dia mille ducati
se t'impegni in suo servizio.
MATILDE
Per la libertà e per l'oro
non c'è mai chi non intenda:
dimmi ciò che debbo fare
ed io subito ti servo.
DON ARIAS
Devi aprire questa notte
la porta di questa casa,
perchè vi penetri il Re.
MATILDE
Se manterrai la promessa
che m'hai fatta, sarà aperta
la porta tutta la notte.
DON ARIAS
Una cèdola del Re
con la sua firma e il suggello
regale, subito avrai.
MATILDE
Io lo faré penetrare
nel letto stesso di Stella.
DON ARIAS
A che ora Busto rincasa?
MATILDE
All'alba viene a dormire
perchè ogni notte va in giro:
ma spesso pagano gli uomini,
con l'onore l'abbandono.
DON ARIAS
Ed a che ora ti sembra
debba venire qui il Re?
MATILDE
Verso le undici: certo,
a quell'ora sarà andata
a letto Stella.
DON ARIAS
Ti dono
questo smeraldo ch'è il pegno
delle mercedi che attendi
dal Re.
MATILDE
Non c'era bisogno
DON ARIAS
Non voglio tu rassomigli
ai medici.
MATILDE
Innanzi all'oro
qual monte resterà fermo?
È sempre l'oro nel mondo
quello che genera i mali,
poichè se esso mancasse
non vi sarebbero infami.
MANUELE
Goda Vostra Signoria
la chiave e il posto che ha
e la fortuna che spera.
BUSTO
Voglio solo essere degno
della grazia che Sua Altezza
senza meriti mi fa.
IGNIGO
Voi siete certo il più degno,
perchè il Re mai s'è ingannato
nello scegliere fra noi.
BUSTO
Le sue chiavi mi ha affidate,
a suo custode m'innalza
anche s'io tremo e vacillo
a vedermi tanto in alto.
Poichè egli m'ha donate
tante grazie in un momento,
io temo a un tratto si muti
come a un tratto m'ha onorato.
Ma se conservo il mio onore
e quel che fui mi riduce,
io sarò sempre in Siviglia
Comandante e Reggitore.
IGNIGO
Chi è mai di guardia?
MANUELE
Nessuno
di noi tre.
IGNIGO
Perchè vorrei
spassarmi.
MANUELE
Busto Tavera,
se avete qualche convegno,
questa notte conduceteci
e vi faremo la guardia.
BUSTO
Se volete visitare
ritrovi della città,
potrò condurvi là dove
troverete l'allegria
e dolce filosofia
d'amore
MANUELE
Vi siamo grati.
DON ARIAS
Cavalieri, ritiratevi
chè vuole scrivere il Re.
MANUELE
Bene: andiamo a consumare
quest'altra notte.
RE
La luce
degli occhi suoi potrò
godere?
DON ARIAS
Per me la schiava
è preparata.
RE
Castiglia
deve innalzarle una statua.
DON ARIAS
Tu devi darle una cédola!
RE
Vieni a dattarmela tu:
non tremerò nel firmarla
se l'amore mi consiglia.
DON ARIAS
Buon negozio fa la schiava,
a fede mia!
RE
Non pensi
che mi vende il Sole in cielo
con la Stella di Seviglia?
SECONDA GIORNAT
MATILDE
Solo sarà più sicuro,
chè tutti dormono già.
RE
E Stella?
MATILDE
Dormendo sta
e la sua stanza è all'oscuro.
RE
Ecco per te questa carta
in cui ti do libertà
ed il danaro promesso.
A Busto saprò trovare
un'altra schiava.
DON ARIAS
Hai avuto
quanto ti avevo promesso!
MATILDE
Vi bacio i piedi umilmente.
DON ARIAS
Tutte le donne, Signore
innanzi all'oro son simili.
RE
Divina cosa è regnare.
DON ARIAS
Chi ti potrà mai resistire?
RE
È bene io entri qui solo
per meglio dissimulare.
DON ARIAS
Solo? Mi pare ardimento.
RE
Forse a raccogliere pomi
a Colco, a traverso il mare
spumoso, vado? E Tavera
non mi è vassallo e di lui
non è la casa in cui entro?
Ma a quale rischio mi espongo?
Perchè non sono sicuro
se vado sempre con me?
Vattene!
DON ARIAS
Dove t'attendo?
RE
Volta per codesta strada
e attendi dove ti piace.
DON ARIAS
Dentro San Marco t'aspetto.
RE
A che ora Busto rincasa?
MATILDE
Quando già svegli dall'alba
gli uccelli cantano in cielo
e questa porta rimane
fino a quell'ora dischiusa.
RE
Solo l'amore mi spinge
e mi sostiene stasera.
MATILDE
La Vostra Altezza mi segua
in quest'oscuro passaggio,
e più sicuro vedrà
la luce bella che cerca.
RE
Guarda che strana avventura:
noi due che, ciechi e all'oscuro,
andiamo a caccia di Stelle.
MATILDE
Stella che al sol non s'umilia.
RE
Quantunque don Sancio il Bravo
adoro nel cielo ottavo
questa Stella di Siviglia.
BUSTO
Ecco, questa è la mia casa.
DON IGNIGO
Buona notte.
BUSTO
È troppo presto
per me.
DON MANUELE
Venite con noi.
BUSTO
Grazie.
DON IGNIGO
Abbiamo questa sera
una visita da fare.
BUSTO
Come vi parve Felìcita?
DON MANUELE
Riparleremo domani
di quella donna, ch'è degna
d'essere amata e lodata.
BUSTO
Presto stanotte rincaso.
Tutta la casa è all'oscuro,
Nemmeno un paggio m'attende:
Osorio, Angelo, Andrea!
Dormono tutti: Anna, Giusta!
Sono anche esse a dormire.
Matilde! Pure la schiava
s'è addormentata: è Dio il sonno
e imperatore dei sensi.
MATILDE
Temo sia lui che mi chiama,
Signore, sono perduta!
RE
Non mi dicesti tornava
all'alba?
MATILDE
Disdetta mia!
BUSTO
Matilde!
MATILDE
Dio mio, io fuggo.
RE
Non temere.
BUSTO
Chi va là?
RE
Un uomo.
BUSTO
A quest'ora un uomo
in casa mia? Il tuo nome.
RE
Scòstati.
BUSTO
Sei temerario!
Ma se ti piace passare
per la porta della spada,
avanza, perchè quantunque
sia sacra questa mia casa
oggi la voglio macchiare.
RE
Lascia la spada.
BUSTO
Perchè?
Vuoi ch'io ti lasci passare
ore che tu queste stanze
di mia sorella hai violate?
Subito dimmi chi sei
o sul momento t'uccido.
RE
Sono un uomo d'importanza:
lasciami.
BUSTO
In questa mia casa
io son colui che comanda.
RE
Lascia ch'io passi e ricorda
che sono un uomo ben nato
e che se qui son venuto,
non per offenderti è stato,
ma per accrescerti onore.
BUSTO
Non si dà onore così.
RE
Son io che penso al tuo onore.
BUSTO
Vi pensa più la mia spada.
Ma se il mio onore procuri
com'è che vieni ammantato?
Onorandomi, ti celi?
Dondomi onore ti mascheri?
Il tuo timore rivela
che in fallo adesso t'ho colto,
perchè nessuno che onora
ha di mostrarsi vergogna.
Difenditi, o viva Dio
ti uccido...
RE
Vile aggressore.
BUSTO
Mettiti in guardia: t'uccido
o tu m'uccidi stanotte.
RE
Ora gli dico chi sono.
Attento, ch'io sono il Re.
BUSTO
Io non ti credo: tu menti.
Il Re non vuole il mio male
e non verrebbe così,
ammantato e senza scorta
in casa mia, a quest'ora.
Tu offendi il Re, mascalzone,
se affermi ch'egli ha commessa
una bassezza. Poichè
è cosa assurda Sua Altezza
voglia ingiuriare un suo suddito
e abbandonarsi al suo danno.
Perciò di nuovo m'offendo
e più di prima ho il dovere
di ricacciarti nel petto
le villanie che pronunzi.
Perchè se offendere me
tu puoi, non hai il diritto
di offendere anche il mio Re,
e certamente saprai
che leggi sacre ed umane
sempre condannano a morte
colui che pensa o sospetta
cosa non degna del Re.
RE
Che notevole carattere!
Uomo, dico, sono il Re.
BUSTO
Meno credito ti do,
perchè qui non corrispondono
al nome di Re, le opere,
perchè il Re è chi ci onora
e tu sei chi disonora.
RE
È malvagio ed è scortese!
Che farò?
BUSTO
(È certamente
il Re, non c'è alcun dubbio;
ora lo lascio passare
per sapere se m'ha offeso
ora che ho l'anima in fiamma
fra la collera e il furore.
È come il censo l'onore,
e chi lo dono lo toglie).
Passa, chiunque tu sii,
e non osare infamare
altra volta il nostro Re;
nè dire d'essere il Re
quando compi villania.
Sappi che il Re, mio signore,
d'Africa onore e spavento,
è cristianissimo e santo
e tu gli infanghi il valore.
Egli le chiavi mi ha date
della sua casa e no può
senza mie chiavi esser qui
quando le sue mi ha affidate.
Pure io ti lascio passare
perchè ti sei finto il Re.
E di vedermi fedele
non ti stupire, perchè,
quantunque io sono l'offeso,
sempre un vassallo è tenuto
a rispettare anche il solo
nome divino del Re.
Questo don Busto Tavera
qui te lo dice e, per Dio,
come a te solo lo dice
vorrebbe dirlo anche al Re.
In modo che, per la vita,
contro le leggi di Dio,
egli impari a fare il Re
dall'onore dei suoi sudditi.
RE
Io non riesco a contenermi,
sono confuso e irritato.
Vile. Perchè t'ho ingannato,
tu mi rispetti così,
ma sappi che ora io desidero
uscire d'altra maniera,
perchè se ottengo clemenza
solo col nome del Re
e in me rispetti il suo nome,
perchè tu tremi e t'umìli,
sarò nelle opere Re:
muori, villano, per te
il nome forza mi dà
di vero Re che t'uccide.
BUSTO
Sono l'onore è il mio Re.
SERVI
Che c'è!?
RE
Io debbo fuggire.
Prima d'essere scoperto
da questo vile, e insultato
di nuovo, meglio è fuggire.
Per la vendetta c'è tempo.
UN SERVO
È fuggito l'aggressore.
BUSTO
Raggiungetelo e uccidetelo!...
No... lasciatelo..., al nemico
si costruisce il ponte d'oro.
Se fugge, chiara è la gloria
che si conquista lasciandolo,
perchè il vinto col fuggire
cede all'altro la vittoria.
E più, perchè chi è fuggito
per non esser consciuto
fugge, e non perchè qualcuno
l'abbia comunque sconfitto.
Date una luce a Matilde
e voi tornate a dormire.
BUSTO
È lei che lo ha fatto entrare:
si vede dal suo contegno,
ma la farò confessare
con un'accorta menzogna.
Chiudi la porta d'entrata.
Ora ti debbo ammazzare:
tutto il fatto mi ha narrato
il Re
MATILDE
(S'egli non mantenne
il suo segreto, perchè
lo dovrò io custodire
in questo triste momento?).
Signore, quanto ti ha detto
è verità.
BUSTO
Ora i resti
io raccolgo del mio onore.
Perchè hai dischiusa la porta
al Re?
MATILDE
Mi aveva promessa
la libertà e soltanto
por essa, come hai veduto
in questa sala l'ho fatto
entrare.
BUSTO
E Stella ha saputo
queste cose?
MATILDE
Io penso che
coi suoi occhi ella m'avrebbe
incendiata, se le avessi
rivelato il tradimento
ch'io preparavo col Re.
BUSTO
È certo allora che Stella
ignora tutto.
MATILDE
Signore,
non consente il suo splendore
ecclissi, nè un velo d'ombra;
perchè la luce sua limpida
è tersa, pura e invincibile
sì come quella del Sole.
Presso la stanza di lei
il Re era giunto e m'aveva
questa sua carta donata
quando tu sei ritornato.
BUSTO
Come? Questa carta a te?
MATILDE
Mille ducati di rendita
mi dona e la libertà!
BUSTO
Quanto costa l'onor mio:
mi conforta e m'impressiona...
Vieni con me!
MATILDE
Dove mai?
BUSTO
A rivedere il tuo Re,
così sciolgo con la legge
il groviglio in cui mi trovo.
MATILDE
Ahi, sventurata di me!
BUSTO
Se il Re la volle ecclissare,
la fama deve restare
della Stella di Siviglia.
RE
Guarda che m'è capitato!
DON ARIAS
Hai voluto entrare solo.
RE
È stato tanto malvagio
e tanto audace ch'io muoio
di sdegno, perchè son certo
che Busto m'ha conosciuto.
Senza indugio m'ha investito
con equivoche ragioni
e anche se gli ho resistito,
le inevitabili azioni
di quell'incerto momento
mi turbarono il decoro
che richiede la maestà.
Lo assalto, anch'io, ma le luci
a un tratto giungono e possono
la verità rivelare
ch'ognuno solo sospetta,
s'io non mi liberi subito
volgendo a tutti le spalle.
Questo m'è ora avvenuto,
Arias, con Busto Tavera.
DON ARIAS
Paghi con morte l'offesa
che t'ha recata: col sole
nuovo sorga anche il castigo
giusto, poichè su la terra
di Spagna è legge soltanto
il desiderio del Re.
RE
Pubblicamente sarebbe
Arias, errore più grave.
DON ARIAS
Motivo avrai sufficiente
nel fatto ch'è Reggitore
di Siviglia, ed il più saggio,
il più prudente non lascia
di abbandonarsi a qualcuno
di quei reati che suscita
l'ambizione del potere.
RE
È tanto savio ed onesto
che sarà mòndo d'errore.
DON ARIAS
E allora fallo scannare
in segreto.
RE
Forse è meglio:
ma a chi potremo affidare
codesto affare?
DON ARIAS
A me.
RE
Non ti voglio compromettere.
DON ARIAS
E allora io ti darò
un uomo nobile e forte,
tanto insigne cavaliere
che valoroso soldato,
del quale il Moro ha tremato
nella campagna tremenda
di Gibilterra, ove è stato
molte volte comandante
vittorioso, mai sconfitto;
e oggi in Siviglia gli è dato
fra i gagliardi e coraggiosi
il primo posto ed egli è
di tutto quanto l'esercito
il Sole
RE
Quale è il suo nome.
DON ARIAS
Sancio Ortiz de las Roelas
che è come il Cid d'Andalusia.
Costui gli darà la morte,
Signore, con facilità
perchè ha coraggio ed è forte
e gode in questa città
ogni fortuna con sè.
RE
Chiamalo subito qui
prima che sorga l'Aurora.
DON ARIAS
Va a coricarti...
RE
Che letto
Arias potrà ricercare
chi si consuma e si brucia
tutto fra sdegno ed amore?
Chiama codesto Signore.
DON ARIAS
Presso la Reggia c'è un'ombra
che il vento muove e sospinge...
RE
Guarda chi è...
DON ARIAS
È la schiava
ad un cancello impiccata
con una carta fra mano.
RE
Maledetto!
DON ARIAS
Che viltà!
RE
Uccido entrambi i fratelli,
anche se tutta la Spagna
mi si rivolterà contro...
Fa che la tolgano subito
di là e che segretamente
data la sia sepoltura.
Così si perde il rispetto
al Re. Non mi arresterò
nemmeno se numeroso
fosse codesto lignaggio
più dei granelli d'arena,
e ognuno fosse un eroe:
uno alla volta travolto
non resterà un Tavera
e questa Stella che brilla
anche nel Sole cadrà.
DON ARIAS
Se cada qual meraviglia
sarà che incendi?
RE
Che arda
con la sua Stella Siviglia.
STELLA
Ch'è stato?
BUSTO
Chiudi la porta.
STELLA
Appena il sole leggero
su dalle grotte dell'alba
si leva con ali d'oro
tu mi richiami dal letto,
solo, pensoso ed afflitto!
Confuso sei e turbato?
Dimmi, hai scoperto un delitto,
in cui io complice sia?
BUSTO
Tu mi dirai se lo sei.
STELLA
Io? Tu che dici? Impazzisci?
Dimmi se hai perso il cervello!
Io, un delitto? Non senti
che l'hai commesso nel dirlo
tu stesso, chè sospettando
di me, tu proprio m'ingiuri.
Non mi conosci? Non sai
chi sono? Dalle mie labbra
hai mai udite parole
libere di quell'onore
con cui io sempre le reggo?
Hai visto mai i miei occhi
dal carcere di cristallo
lanciare sguardi d'intorno
desiderosi e lascivi?
Nelle mani di qualcuno
vedesti mai una carta
scritta da me? Hai veduto,
dimmi, parlare con me
mai in segreto qualche uomo?
Perchè, se niente hai veduto
o udito indizio di male,
osi accussarmi cosi?
BUSTO
Senza motivo non parlo.
STELLA
Senza motivo?
BUSTO
Ahimè! Stella,
che questa notte qua dentro...
STELLA
Parla, se fossi colpevole
m'offrirei tutta al tuo sdegno:
che mai accadde stanotte?
BUSTO
Quando rompevan la notte
con loro grida discordi
i primi galli dimentichi,
e coi suoi tochhi scomposti
la campana delle Cave,
lusinga del firmamento,
entrai in casa e trovai
nei pressi della tua stanza
il Re solo ed ammantato...
STELLA
Che dici?
BUSTO
Il vero ti dico.
Bada, Stella, che a quell'ora
per niente potè venire
il Re in questa mia casa
se non per te, chè le Stelle
sono di notte giacinti
e in quelle ore le cercarono
i vecchi astrologi un tempo
del vecchio Egitto. Matilde
era con lui e al rumore
dei passi miei dileguò
nell'ombra, ch'io tutto vidi.
Brandii la spada e «Chi è?»
chiesi: risposemi: «Un uomo».
Io lo assaltai ed allora
egli, arretrando affermò
d'essere il Re, ma, quantunque
io già lo avessi capito,
mi rifiutai di prestare
fede a quella sua parola
tanto che ormai, irritato
e offeso ancora di più,
contro di me si avventò,
con tutto quanto il suo ardore.
E un re che assalta avvampato
di cupo sdegno e rossore
porta con sè il suo valore.
Vennero paggi con luci
e allora, per non scoprirsi,
volse le spalle alla spada
mia e nessuno lo vide.
Chiamai la schiava e da lei
senza minacce e tormenti
seppi ogni cosa. Concessale
la libertà, le avea dato
una sua carta firmata
ch'è tutta quanta la base
dell'accusa con cui voglio
le sue colpe fulminare.
La cacciai di casa subito
perchè il suo vile respiro
non appannasse l'onore
di questo nobile ambiente.
La presi poi con violenza,
la sollevai sulle spalle
e la portai alla Reggia
dove, ad un'altra ringhiera,
l'impiccai pel suo delitto;
perchè desidero sappia
il Re, ch'esistono Bruti
contro i superbi Tarquini,
anche in Siviglia, e si trovano
ancora in queste contrade
vassalli onesti e ben nati.
Questo ho sofferto stanotte,
sorella mia, mentre tu
dormivi in sogni tranquilli.
Il nostro onore è in pericolo,
perchè ora debbo fuggire
per forza e tu non potrai
restare sola: io ti voglio
subito dunque sposare.
Ortiz può essere tuo
marito: tu l'ami e certo
egli t'adora e desidera;
sarai così tutelata
contro il rigore del Re
e senza alcuna inquietudine,
io mi potrò allontanare.
Subito vado a cercarlo,
così mi salvo l'onore,
ed il cognome Tavera
contro il mal tempo risuscito.
STELLA
Ahi, Busto, dammi la mano
per il favore impagabile
che m'hai saputo donare.
BUSTO
Oggi deve essere, Stella!
Così ti lascio sua sposa
ed al sicuro; ma taci,
se ancora tieni al mio onore.
STELLA
O amore, quale fortuna!
Già sei bendato di gioia
e non ti puoi liberare!
Ma chi conoscere seppe
il buon mattino dall'alba
se tra la tazza e la bocca
–un savio disse– c'è spazio
per il più grave pericolo?
DON ARIAS
Nell'anticamera attende
Sancio Ortiz de las Roelas.
RE
Tutto l'amore è cautela,
ma la pietà mi accordada.
In questo piccolo foglio
traggo il suo nome segnato
e la sua morte, e in quest'altro
l'ordine dell'uccisione
ch'io stesso ho dato: così
egli potrà esser libero
ed impunito, perchè
io lo giustificherò.
Lascialo entrare e richiudi
bene la porta da fuori.
DON ARIAS
Non vuoi che resti pur io?
RE
No: perchè voglio s'illuda
ch'io solo so il suo segreto.
DON ARIAS
Vado a chiamarlo.
RE
Capisco
Amore, che non è in me
questo il più degno trofeo:
ma discolparmi potranno
le mie storie prodigiose
ormai segnate nel bronzo;
e questa colpa col tempo
si smarrirà fra le glorie.
SANCIO
Vostra Altezza alle mie labbra
voglia concedere i piedi.
RE
Alzatevi, io non desidero
che v'umiliate così.
SANCIO
Signore!
RE
Pare ch'è saldo!
SANCIO
I filosofi più saggi,
i più sottili oratori
alla presenza del Re
perdono il lore valore;
dinanzi a tanta grandezza,
a tanto immenso favore,
perdonatemi, Signore,
se anch'io mi turbo, perchè
non sono nè cortigiano
nè retorico oratore.
RE
Perchè? Che vedete in me?
SANCIO
Il valore e la maestà;
e, infine, vedo l'imagine
stessa di Dio che fra noi
é riprodotta dal Re,
e dopo lui in voi credo,
e alla vostra sacra legge
io, Signore, m'assoggetto.
RE
Come state?
SANCIO
Mai quanto oggi
io sono stato felice
per l'onore che inatteso
Vostra Altezza m'ha donato.
RE
Io da tempo vi ho ammirato
per la prudenza e bontà,
e per il vostro valore
e perchè siete segreto,
che è quanto più ho stimato.
SANCIO
Signore, in tale concetto,
Vostra Altezza più m'onora,
perchè le doti che voi
mi attribuite senza ch'io
l'abbia, debbo dimostrarle
per ricambiarvi l'onore.
RE
Sono stelle le virtù.
SANCIO
Se nelle Stelle mi tocca
sarà certa la sventura
mia. Il Re nell'onorarmi
mi offende, non son sicuri
i suoi onori: sospetto
io che mi voglia lasciare
senza di lei all'oscuro.
RE
Poichè qui voi certamente
sarete adesso curioso
di conoscere il motivo
di questa strana chiamata
ch'io vi ho fatta, vi dirò
subito, senza preamboli,
che ho bisogno dell'aiuto
di un soldato valoroso
e fedele come voi.
Io debbo uccidere un uomo
ad ogni costo e in segreto
e ho pensato di affidare
soltanto a voi tale compito,
perchè, di tutta Siviglia,
solo voi ne siete degno.
SANCIO
È colpevole?
RE
Lo è.
SANCIO
E perchè morte in segreto
a un colpevole si dà?
Dargli la morte potrà
pubblicamente la vostra
giustizia, senza ricorrere
al segreto, perchè voi
in tal modo v'incolpate
e fate intendere che,
senza colpa, l'uccidete.
E dargli morte, Signore,
senza colpa non è giusto,
ma barbarico rigore,
e un Re per esser Re
deve meglio rispettarsi.
Perchè un braccio poderoso,
se non domini se stesso
sarà sempre rigoroso,
mentre è bene che frenato
sia da senso di pietà.
Uomo potente che fa
se uccide un umile, triste
rifiuto dei piedi suoi,
se non lasciarsi travolgere
dalle passioni e dalle ire
per le quali fece uccidere?
Ma se quell'uomo vi ha offeso
con lieve colpa, Signore,
io la sua grazia vi chiedo.
RE
A difensore di lui,
Sancio Ortiz, non v'ho chiamato,
ma solo a suo giustiziere.
Io vi comando perciò
che voi gli diate in segreto
la morte senza indagare
su le ragioni del fatto.
Importa troppo al mio onore
che in tale guisa scompaia.
Merita d'essere ucciso
chi è reo di lesa maestà?
SANCIO
Col fuoco!
RE
Ed allora, se
così si chiama il delitto
ch'egli ha commesso, che dite?
SANCIO
Che muoia adesso vi chiedo,
Signore, e senza tremare
gli darò io stesso la morte
anche se fosse il più caro
dei miei fratelli.
RE
Giuratelo
sul vostro onore, Sancio Ortiz,
date la vostra parola.
SANCIO
Vi do non solo la mia
parola, ma pure l'anima.
RE
Potete ucciderlo pure
a tradimento.
SANCIO
Signore,
sono Roelas, soldato,
e non commetto viltà.
Corpo a corpo debbo ucciderlo
dove Siviglia lo veda,
nella piazza o nella strada,
perchè chi uccide da tergo
nessuno può discolpare,
ed è ammirato di più
chi a tradimento è colpito
di chi lo uccide così.
Perchè il morto acquista fama
e il vivo porta sul viso
l'incancellabile marchio
della sua triste viltà.
RE
Come vi piace ammazzatelo,
e questo foglio a discolpa
da me firmato vi do
in cui vi s'offre amnistia
d'ogni delitto. Leggete.
SANCIO
« Che in questa carta è segnato,
« Sancio Ortiz, solo per me
« ed in mio nome uccidete,
« perchè mi impegno per voi,
« se vi troviate in impiccio,
« a liberarvi e salvarvi
« io, il Re ». Mi meraviglio
che tanto vile concetto
abbia di me vostra Altezza!
Io cèdole? Io carte? Che!
Semplicemente trattatemi.
Più in voi che in esse confida
sempre la mia nobiltà.
Se la parola che date
genera tanto valore
da sollevare montagne
e quanto dice mantiene,
dandomi voi la parola,
sono superflue le carte.
Perciò rifiuto e respingo
questa che ora mi date,
e a vendicarvi mi affretto;
perchè dov'è la parola
del Re, le carte son vane.
Stracciatela: senza di essa
io meglio vi servirò
e con più fede e più amore,
perchè la vostra parola
ha più valore per me.
Senza contratti, Signore,
noi ci obblighiamo e impegnamo,
io per la vostra vendetta,
voi per la mia libertà.
E se è così, non occorrono
cèdole che sono impicci.
Io v'ubbidisco sez'altro
e in premio solo vi chiedo
una fanciulla che in moglie
io sceglierò.
RE
Anche sia
la più illustre di Castiglia
ve la concedo.
SANCIO
La Reggia
D'Arabia vi veda entrare
padrone: il mare circondino
i vostri nuovi castelli,
moltiplicati e gloriosi
per tutti i tròpici ardenti
e per i gelidi climi.
RE
I vostri nobili augùri,
Sancio, saranno premiati.
In questo foglio è indicato
l'uomo che attende la morte
dal vostro braccio di prode.
Quando lo avrete saputo
non vi spaventi il suo nome,
perchè ho sentito narrare
ch'egli in Siviglia è il più bravo.
SANCIO
Presto, Signore, saprete
chi di noi due vale più.
RE
Noi due soltanto sappiamo,
Sancio, codesto segreto.
Io non vi avverto: prudente
siate, operate e taciamo.
CLARINDO
Ti debbo pure cercare
quando dolci notizie vengo a darti?
Dammi pegni Signore
della gioia e fortuna che desideri.
SANCIO
Vieni di buon umore?
CLARINDO
Come? L'anima tutta non ti trema?
SANCIO
Di chi è?
CLARINDO
È di Stella,
che più del Sole era radiosa e bella
quando al primo mattino
forma cerchi vermigli d'oro e latte
Ella a sè mi chiamò
e m'ordinò di darti il suo saluto
e questa carta sua,
e chiederti per me qualche regalo.
SANCIO
Perchè?
CLARINDO
Per la tua gioia
e per la tua fortuna che oggi stesse
nella tua sposa, Stella
ti concede il più nobile dei doni.
SANCIO
Che dici? La letizia
m'ucciderà! Che Stella sarà mia?
Il radioso respiro
dell'alba è dato a me? Del sole stesso
in abissi di luce a di splendore
io mi disseterò?
Abbracciami Clarindo
che non ho visto mai uomo più bello.
CLARINDO
Io son bello, Signore
con buone nuove, ma sarei un mostro
se annunziassi disgrazie,
perchè il piacere adorna in questa guisa.
Non vidi essere bello
mai creditore che mi ricercasse,
nè mai mi parve brutto
colui che mi saldasse un vecchio debito.
Oh, mutevoli cuori
che tramutate in belli anche i più lerci
e fate brutti i belli.
SANCIO
Oh, scrittura divina ed amorosa
vorrei beverti a baci
per imprimerti fino in fondo all'anima
dove, poichè t'adoro,
vivresti eterna più che alberi d'oro:
abbracciami, Clarindo,
che non ho visto mai uomo più bello.
CLARINDO
Son come una ciabatta.
SANCIO
La leggo un'altra volta, anche se debba
uccidermi la gioia.
Chi tale Stella vide al primo giorno?
« Sposo mio, è alfine giunto
« il venturoso termine sognato.
« Mio fratello ti cerca
« solo per darmi vita e per premiarti.
« Se del tempo trascorso tu sei stanco,
« cercalo pure tu e sarai mio.
« Stella ». Anima mia,
che altezza attingerò con tale stella!
Corri tu, mio Clarindo,
e avvisa il maggiordomo
di questa nuova mia felicità,
che indossi sul momento
le livree destinate a questo giorno
per lui e per i servi,
e traggano le teste coronate
di nobili pennacchi
i cocchieri ed i paggi in bel sembiante.
E se attendi regali
per la notizia che m'hai portata,
piglia questo giacinto per ricordo,
chè ti darei il sole
se del mio anello fosse pietra il Sole.
CLARINDO
Viva più della pietra
alla tua sposa avvinto come l'edera.
E poichè tanto io t'amo,
viva, Signore, più d'ogni malvagio.
SANCIO
Voglio cercare Busto
chè tra speranze e desideri io muoio...
Come l'amor tormenta!
Chi tale Stella vide mai sull'alba?
Ma ora la mia gioia
dimenticare mi faceva il Re
e non è certo onesto
trascurare gli impegni convenuti.
Ecco la carta aperta:
vediamo un poco chi mi tocca uccidere,
anche se in questo giorno
vorrei piuttosto vivere in letizia.
« Colui che dovete uccidere
si chiama Busto Tavera ».
Dio mio! Che m'hai fatto leggere!
È mai possibile ciò?
Vedo bene o impazzisco!
Dopo una gioia un dolore
così tremendo. La vita
è ora un terribile azzardo
come una carta contraria
male mischiata e soggetta
alla sventura e ai dolori.
La vita è tutta un azzardo,
tutta mutevole e incerta,
come il gioco delle carte.
Vidi la bella fortuna,
ma a un tratto si dileguò:
la carta mi si confuse
tra mano, mentre giocavo
per dare morte anche a me.
Ma non può dire così
questo terribile foglio
e come mai potrei leggere
quanto qui non fosse scritto?
« Colui che dovete uccidere
si chiama Busto Tavera ».
Sono perduto! Che faccio
se ho dato al Re la parola
di uccidere mio cognato?
Non sarà mai, Sancio Ortiz:
viva Busto. Ma è poi giusto
ch'io venga meno all'onore?
Muoia Busto allora. Taci:
trattieni codesta mano!
Viva Busto, viva Busto.
Ma non posso del mio onore
rispondere se il mio amore
seguo. Chi vincere può
questa terribile angoscia?
Sarà meglio ch'io m'uccida
e scompaia, sì ch'io possa
servire il Re e salvare
Busto. Ma io debbo servire
il Re per pegno d'onore.
« Colui che dovete uccidere
si chiama Busto Tavera ».
Mi fossi mai obbligato
ad eseguire il rigore
del Re e mai quest'amore
m'avesse tanto agitato!
Oh, non avessi mai vista
Stella che tanto m'angoscia!
Se servire il Re è giusto,
muoia Busto, Busto muoia,
ma sarebbe infame lutto:
viva Busto, viva Busto.
Se per Stella vuole ucciderlo
il Re, che intende di fare?
Se il Re per Stella l'uccide,
non deve per lei morire.
Offender lui e difenderla
voglio. Ma il buon cavaliere
non fa quello che desidera,
fa solo, senza discutere,
quanto gl'impone l'onore:
ora che debbo mai fare?
Ora a chi debbo obbedire?
Quella legge che fu prima?
Ma non c'è legge che imponga
di commettere un delitto.
E se c'è, quantunque ingiusto
in essa si mostri il Re,
debbo obbedire alla legge?
Dio lo dovrà castigare,
ma io gli debbo obbedienza.
Si plachi questo mio cuore,
Signore, perchè è terribile.
Ma pure contro il mio amore
è necessario obbedire
al Re; e allora che muoia
Busto. Non v'è certamente
colui che possa gridare:
« Viva Busto, viva Busto ».
Stella, perdonami tu
se puoi vedere, a traverso
il sangue di tuo fratello,
l'angoscia che mi consuma.
È già un tremendo castigo
perderti, esserti nemico
per la vita, non vedere
mai più codesti tuoi occhi
di gentilezza ed amore...
Ma non posso liberarmi
dall'orrore ch'è il mio onore.
BUSTO
Cognato, la buona sorte
mi concede d'incontrarti.
SANCIO
E a me la mala ventura
mi fa vedervi, perchè
se voi m'andate cercando
per darmi vita e letizia,
io qui v'incontro soltanto
per darvi morte.
BUSTO
Fratello
è giunto alfine il momento
di celebrare le vostre
nozze con Stella.
SANCIO
Sarebbe
meglio che voi mi diceste:
è giunta l'ora tremenda
della sventura. Dio mio!
Chi mai nel mondo provò
tale selvaggio dolore?
Io debbo uccidere oggi
colui che amo più ancora
di me stesso. Oh Dio! potessi
almeno a un tratto disperdermi,
scomparire e non distruggere
il mio amore, la fortuna
che dal Cielo m'era data!
BUSTO
In tal modo vi turbate
quando io v'offro mia sorella?
SANCIO
Perchè non ne sono degno
taccio.
BUSTO
Non ne siete degno?
Tacendo mi rispondete?
Che dubitate? Perchè
turbato e tutto sconvolto
guardate il suolo ed il cielo?
Dite, che pallido gelo
di silenzio vi ha bagnato?
Sancio, non siete oramai
lo sposo di mia sorella
e il suo compagno fedele?
SANCIO
Volli sposarla una volta,
ma non la voglio oggi più!
BUSTO
Mi conoscete? Don Sancio!
SANCIO
Proprio perchè vi conosco,
Busto, vi parlo così.
BUSTO
Se in me vedete Tavera,
parlate in questa maniera?
SANCIO
Parlo perchè vi conosco.
BUSTO
Avrete in me conosciuto
nobiltà, sangue e valore
e la virtù che è l'onore,
chè senza d'essa non c'è
onore; ed io sono, Sancio,
dai vostri modi confuso.
SANCIO
Più lo sono io.
BUSTO
Di che?
SANCIO
Di parlarvi!
BUSTO
Se trovate
nel mio onore qualche macchia,
come un villano mentite
e ve lo dimostrerò.
SANCIO
Che mi dimostri, villano!
Perdona, amore, se il Re
col suo comando m'acceca!
BUSTO
Son morto, ferma la mano!
SANCIO
Ahi, sono fuori di me
e senza senno t'ho ucciso!
Ma qui, fratello, ti chiedo,
mentre riacquisto i miei sensi,
che tu colpisca anche me.
Resti la spada inguainata
dentro il mio cuore e con essa
all'anima apri la porta.
BUSTO
Io t'affido... donna Stella,
fratello... aiutala... addio...
SANCIO
O spada vile e spietata,
selvaggia e fiera omicida
se mi hai strappato la vita
finiscimi d'ammazzare,
perchè io possa compensare
la sua morte con la mia.
DON PIETRO
Che accade? Fèrmati!
SANCIO
Come?
Se ho ucciso la vita mia?
FARFANTE
Quale grande smarrimento.
DON PIETRO
Ma ch'è avvenuto?
SANCIO
Ho ammazzato
il mio fratello più caro:
sono un novello Caìno
vendicativo e crudele
che ha ucciso il tenero Abele.
Eccomi qui, uccidetemi
sopra il suo stesso cadavere:
poichè egli muore per me,
voglio morire per lui.
DON ARIAS
Che c'è?
SANCIO
Un fiero destino
mi colpisce e mi travolge!
Chè tanto può sul mio cuore
una parola che ho data
come vedete, poichè
solo per essa io calpesto
anche le Stelle e non curo
nemmeno il sangue fraterno.
DON PIETRO
Hai ucciso Busto Tavera.
DON ARIAS
Ah! Temerario delitto!
SANCIO
Ecco! Portatemi in carcere,
è bene muoia chi uccise.
Guardate un poco l'amore
quale superba prodezza
oggi mi ha fatto commettere,
poichè m'ha spinto ad uccidere
e m'ha obbligato a morire,
ed io domando la morte
ch'egli solo mi darà.
DON PIETRO
Portate in carcere, a Triana,
codesto pazzo malvagio,
prima che tutta Siviglia
contro di lui si sollevi...
SANCIO
Amico, Busto Tavera.
FARFANTE
Egli ha perduto il cervello.
SANCIO
Oh! Consentite io sollevi
da terra il corpo gelato
di mio fratello e lo porti
con me; ch'io possa detergere
il puro sangue versato
da lui e possa donargli
col mio tremendo dolore
la vita che gli ho strappata.
DON PIETRO
È pazzo.
SANCIO
No: io calpesto
la mia fortuna e rispetto
solo la legge, Signore.
Questo significa essere
Re e questo anche non esserlo.
Che lo intendiate o pur no
non me ne importa, poichè
lo taccio. Io, certo, ho ucciso
Busto, il mio dolce fratello,
nessuno potrà negarlo,
ma non dirò mai perchè.
Altri, se ha onore, confessi
quanto egli solo conosce,
or ch'io confesso il delitto.
STELLA
Non so se bene mi vesti,
tanto mi vesti di fretta:
dammi lo specchio, Teodora.
TEODORA
Tu puoi specchiare in te stessa,
poichè cristallo non c'è
che dica più verità
di quante tu non ne dici,
nè che sia cifra infallibile,
come tu sei, di bellezza.
STELLA
Ho tutto il viso agitato
ed ho le guance infiammate.
TEODORA
È che il tuo sangue, Signora
s'è levato al sommo delle
gote un poco per pudore
ed un poco per piacere,
solamente a illuminare
la novella tua fortuna.
STELLA
Ora mi sembra che giunga
col viso tutto un sorriso
lo sposo a darmi la mano
fra mille dolci carezze.
Ora mi sembra egli dica,
mille parole soavi
che solo dette, dagli occhi
fanno risplendere l'anima.
Ahi, fortunato mattino!
Questa è stata, Teodora, la mia stella.
TEODORA
Pare che giunga qualcuno...
Ahi! è caduto lo specchio:
era invidioso il cristallo
e, per vendetta, di una
lastra ne ha fatto infinite.
STELLA
S'è rotto?
TEODORA
Sì, mia Signora.
STELLA
Ben fatto; ora che attendo
l'altro più puro cristallo
in cui i miei occhi si specchino
non occorreva codesto.
Ora che attengo la luce,
si spezzi pure codesta
fatta di vetro e vernice,
perchè con lui certamente
un tale specchio non serve.
CLARINDO
Già questo è segno, Signora,
di gusto e galanteria
perchè le penne al cappello
sono l'annunzio di nozze,
che noi sappiamo portare.
Non sono molto elegante?
Non sembro forse un ciliegio?
Albero fatto di fuori
e per di dentro una pipa?
Al mio padrone ora ho dato
la lettera e n'ebbi questo
anello in dono.
STELLA
Ed io voglio
per me acquistare codesto
tuo dono, dammelo e pigliati
questo diamante.
CLARINDO
Divisa
mi sembra a mezzo la pietra:
sarà per malinconia;
poichè i giacinti sono presi
da tale male, anche se
talora sanno guarirne
qualche altro: certo mi pare
che per metà è divisa.
STELLA
Che importa mai se è divisa?
È bene sappiano anche
le pietre la mia letizia.
Ahi! giorno di mia fortuna!
Questa è stata, Clarindo, la mia stella.
TEODORA
Fanno chiasso nel cortile.
CLARINDO
Già per le scale mi pare
che salga gente festosa.
STELLA
Chi potrà mai contenere
l'onda di questo piacere.
STELLA
Ma che succede?...
DON PIETRO
I disastri
e le disdette, Signora,
sempre saranno degli uomini,
perchè la vita non è
che un cupo mare di pianto:
il signor Busto Tavera
è morto e i piedi suoi calcano
ora ghirlande di Stelle
del cielo splandida ghiaia.
STELLA
Dio mio! Che dite, Signore?
DON PIETRO
Il conforto che vi resta
è che il feroce omicida,
Sancio Ortiz de las Roelas,
è in prigione e senza meno
sarà domani punito.
STELLA
Lasciatemi, non parlate,
gente malvagia e nemica,
che nella lingua portate
le tristi furie d'inferno!
È morto Busto e l'ha ucciso
Sancio Ortiz! Ma chi lo dice?
C'è chi l'ascolta e non muore?
Son pietra se resto viva?
Ahi giorno nero e spietato!
Questa soltanto è la mia
stella, non l'altra che or sono
ancora pochi momenti
sognavo. Non c'è un coltello,
una spada, un'aspra corda,
non c'è più bragia fiammante,
non aspidi velenosi,
morte d'egizie regine?
Ma se qualcuno di voi
ha ancora umana pietà,
m'uccida.
DON PIETRO
Troppo il dolore
le sconvolge la ragione.
STELLA
Stella nefasta e feroce!
È morto Busto e l'ha ucciso
Sancio Ortiz! Sono spezzata!
Tre vite in una parola
avete a un tratto stroncate.
Andate! Sono perduta.
DON PIETRO
È disperata.
FARFANTE
Infelice
beltà.
DON PIETRO
Non l'abbandonate.
CLARINDO
Signora...
STELLA
Lasciami ingrato.
Sangue di quel fratricida,
poichè ho perduto ogni cosa,
voglio finire la vita.
Ahi giorno senza pietà!
Questa è invero, Teodora, la mia stella.
TERZA GIORNATA
DON PIETRO
Confessa d'averlo ucciso,
ma non confessa perchè.
REY
Non dice chi l'obbligò?
FARFANTE
Risponde solo: « Non so ».
DON PIETRO
È una strana idea.
REY
Non vuole
dire se fu provocato?
DON PIETRO
In nessun modo, Signore.
DON ARIAS
Temeraria confusione!
FARFANTE
Confessa d'averlo ucciso,
ma non sa giustificarsi,
solo dice che l'uccise
perchè ucciderlo giurò.
DON ARIAS
Dovette esser provocato.
DON PIETRO
Ha detto sempre di no.
REY
Da parte mia, ritornate
a dirgli ch'io gli consiglio
pel bene suo discolparsi,
ch'io sono ancora suo amico
e che lo voglio salvare,
ma suo nemico sarò
nel rigore e nel castigo.
Dica per quale occasione
uccise Busto Tavera,
ed in sommaria ragione,
prima che muoia da infame,
il suo delitto giustifichi.
Dica chi gli comandò
d'uccidere o per chi mai
egli ha commesso il delitto,
o quale fatto lo spinse
a dar la morte, perchè
in tale caso soltanto
io stesso l'ascolterò:
e che se vuol continuare
ancora a lungo a tacere
meglio è s'adatti a morire.
DON PIETRO
Proprio morire desidera:
il sentimento lo priva,
dinanzi un fatto così
malvaglio vile e brutale,
d'ogni ragione e giudizio.
REY
Non si lamenta d'alcuno?
FARFANTE
No, Signore, solamente
nel suo dolore s'affonda.
REY
Raro e superbo valore.
FARFANTE
Le colpe estranee trascura
e solo incolpa sè stesso.
REY
Non si son visti giammai
uomini tali nel mondo;
per quanto più li perseguiti
tanto più resto confuso.
Andate e fate che presto,
dia spiegazione del fatto,
e sarà tutto appianato.
E voi don Arias recatevi
da codesto uomo accecato:
ditegli ancora in mio nome
che si risolva a spiegare
perchè il delitto ha commesso:
dica chi mai lo persuase
a tanto, e voi avvertitelo
che lo dichiari anche se
fossi stato io ad indurlo.
Se non confessa al momento,
sul palco infami domani
darà a Siviglia spettacolo.
DON ARIAS
Andiamo.
DON MANUELE
C'è donna Stella,
la bellissima sorella
del disgraziato Tavera
che con un nobile seguito
chiede baciarvi la mano.
REY
Chi lo impedische?
DON MANUELE
Signore,
il popolo.
REY
Si comporta
bene e con tutta ragione!
Lasciate stare Siviglia
ed entri sola.
DON MANUELE
La chiamo.
REY
Come nel cielo una stella
dalla tempesta s'innalza,
verrà effondendo bellezza.
DON MANUELE
Ora ella viene.
REY
Somiglia,
quando ella appare improvvisa,
al Sole grande e gentile,
per quanto il Sole d'estate
effonda raggi d'avorio.
STELLA
Cristianissimo don Sancio
illustre Re di Castiglia,
per le tue gesta notevole
e per virtù nobilissimo,
una Stella sventurata
che oggi ammanta la sua luce
di nere bende e di lutto,
che il pianto amaro tramuta
in cupe nuvole, viene
in questo giorno ai tuoi piedi
a chieder solo giustizia.
Ma non che tu la consumi,
sì bene a me tu conceda
libertà di vendicarmi.
Fui forse Stella di maggio
quando la terra s'infiora,
ma ora, immersa nel pianto,
sono Stella d'autunno.
Io non do tempo ai miei occhi
che le lagrime detergano,
perchè affogandomi in esse
non incolpino il mio cuore.
Amai Busto, mio fratello,
che nelle tenebre sacre
ora su piani d'azzurro
va calpestando le stelle.
Come fratello mi crebbe
e come padre lo amai:
con obbedienza e rispetto
i suoi comandi ascoltai.
Con lui sentivo di essere
quasi felice, anche se
nelle mie umili stanze
non penetrava la luce
viva del sole. La nostra
fraternità invidiava
tutta la vasta Siviglia.
Ma un cacciatore tiranno
ordina all'arco che scagli
a mio fratello il suo colpo,
e la mia gioia disperde.
Fammi giustizia, Signore:
dammi l'infame assassino,
lascia che io lo punisca.
Dammelo, e tu per millanni
possa regnare, trionfando
di tutta la Mezzaluna
che ancora usurpa i confini
d'Andalusia. E Siviglia
ti lodi, senza adularti,
fino nei bronzi immortali
che il tempo già ti brunisce.
REY
Calmatevi e tergete gli occhi belli
se non volete che arda questa Reggia,
chè lacrime del Sol son le stelle
e si schiude un topazio in ogni raggio.
Raccolga l'Alba il suo tesoro in quelle,
se il Sol che sorge le concede l'agio,
e lasciate che il cielo le desideri
perchè non c'è motivo qui si perdano.
Pigliate questo anello ed in Triana
recatevi al castello ove in suo pegno
vi sarà dato il reo; e voi tiranna
siate con lui, che d'ogni male è degno:
e se a pietà e compassione insana
v'induca forse degli uccelli un segno,
non l'ascoltate, perchè all'uomo sono
fiere ed uccelli inganno e confusione.
Vostro fratello fu colpito a morte,
dicono da Sancio Ortiz: vendicatevi.
Quantunque, s'egli è morto in mala sorte,
vostra è la colpa perchè siete bella:
se mai la donna è l'animal più forte,
donna, Stella, voi siete e siete stella.
Voi vincete e piegate ogni desio
venendo a gara con lo stesso Dio.
STELLA
Como potè questa belleza pura
a mio fratello dare morte insana?
Ho dato causa io per avventura
o col mio ardore a voluttosa brama?
Notò qualcuno in mia disinvoltura,
qualche segreta fantasia malsana?
RE
È l'esser bella così tanto forte
che, inconsapevolmente, dà la morte!
Non uccidete voi, perchè spietata
uccide la bellezza che vi adorna;
ed essa stessa è offesa, se una ingrata
emulazione con le cose intorno
serbare vi farà, inconsiderata,
solo per voi le perle e il bianco giorno
e l'oro che tramuta in vario mare
il vostro capo fatto per amare.
STELLA
Se fossi ricca di argento e di oro
tutti dal capo mio il strapperei
ed il mio viso di bellezza adorno
anche col fuoco e il ferro guasterei.
Se è morto Busto: io solo oggi l'adoro
e l'onor suo per tutti i giorni miei
vendicherò con queste bianche mani
in modo d'atterrire anche i tiranni.
RE
Se le dànno Sancio Ortiz, certamente
con le sue mani lo stritolerà;
come in vaso così fine e piacente
permette Iddio sia tanta volontà!
Guarda a che porta un triste accecamento!
Io spinsi Sancio ed ora in libertà
lo mando e lo abbandono alla vendetta.
Amor m'acceca ed ogni atto mi detta.
SANCIO
Alcuni versi, Clarindo,
hai composti sul mio male?
CLARINDO
Chi, Signore, scriverebbe
per cotanto poco premio.
Per le feste e per le sagre
molti chiedonmi canzoni
e vedendomi per strada
come fossi un buon esperto
tagliatore o sanrocchino,
mi domandano: « È finita
quella cosa? » ed in orgasmo
per la fretta ognum mi mette.
E se a volte ho consegnate
già composte le mie strofi,
m'hanno detto: « Sono belle,
io vi ringrazio, Clarindo ».
E senza darmi compenso
mi han lasciato a bocca asciutta.
Non voglio scrivere più,
nè curarmi d'imbecilli,
perchè i versi son molestia
quando non recan profitto:
scrivano solo i sapienti
dopo di avere sorbite
quaranta uova, e versetti
diano, cha sono di altri.
Io scrivo sol per mangiare,
se quelli sono abituati
a cantare a pancia gonfia.
E se avessi da mangiare,
nel silenzio vincerei
Anassagora, e le beffe
dei latini vati e greci
senza dubbio mi fareo.
DON PIETRO
Entrate.
CLARINDO
A notificarti
la sentenza, credo, vengano
quei signori.
SANCIO
Allora subito
mi cantate un epicedio:
adesso, sì, che desidero
morire, e voglio cantando
la mia letizia mostrare,
e insieme tutto il valore
che mi soccorre e conforta
e che nemmeno la morte
mi può turbare o disperdere.
CLARINDO
Quale grande gentilezza!
Che più farebbe un tedesco
col cuore gonfio di vino
e di vecchissima birra
di Monturques e Lucena:
benedetti e santi luoghi!
MUSICI
Se consiste nella vita
la mia triste e cupa sorte,
quanto allontana la morte
rende la pena infinita.
CLARINDO
Bella sentenza han cantato.
SANCIO
A proposito e discreta.
MUSICI
Non c'è vita come morte
per chi vive agonizzando.
DON PIETRO
È tempo questo di musica,
Signore?
SANCIO
Quale altro tempo
di quiete più abbandonata
possono avere i morenti?
FARFANTE
Quando la morte v'incalza
alle calcagne e a momenti
è per venir prunziata
l'ultima e dura sentenza,
vi baloccate con musiche?
SANCIO
Sono poeta e la morte
attendo in canto
FARFANTE
È scoccata
l'ora.
SANCIO
La mano ed i piedi
vi bacio per tale annunzio
che ansiosamente attendevo!
Solo un anello mi resta
amici, triste prigione
delle me dita: pigliatelo,
io ve lo dono in augurio,
perchè possiate annunziare
la mia letizia col canto
che pare scritto per me.
MUSICI
Se consiste nella vita
la mia triste e cupa sorte,
quanto allontana la morte
rende la pena infinita.
SANCIO
Se la morte si allontana
quanto trattengo la vita
e nella morte è la vita,
a ragione io qui la bramo.
DON PIETRO
Sancio Ortiz de las Roelas,
voi confessate di avere
ucciso Busto Tavera?
SANCIO
Sì, lo confesso e confermo.
Io diedi morte, Signori,
al cavalier più nobile
che mai in tutta la Spagna
armi portò, cinse spada,
impugnò lancia, allacciò
elmo. Le leggi del cuore
strette da vincoli eterni
ruppi, quando egli m'offrì
le sue stellanti pupille.
Trovate i più disperati
castighi nuovi, inventate
tormenti per me e fate
che tutta Spagna dimentichi
anche Massenzio e Falàride.
FARFANTE
E senza alcuna ragione
l'uccideste?
SANCIO
Io l'ho ammazzato:
questo confesso e il motivo,
poichè lo tengo celato,
se lo conosce qualcuno,
lo dica; perchè non so
per quale causa l'ho ucciso,
ma che l'ho ucciso io lo so.
DON PIETRO
Mi pare sia tradimento
uccider senza ragione.
SANCIO
Certamente che lo diede
qualche motivo, se io
m'indussi a ucciderlo, ma
chiedetelo a chi lo sa.
DON PIETRO
E a chi?
SANCIO
A chi mi ha inchiodato
in questo stato in cui sono,
ch'è il più feroce e malvagio.
DON PIETRO
E a chi?
SANCIO
A chi mi ha inchiodato
in questo stato in cui sono,
ch'è il più feroce e malvagio.
DON PIETRO
Chi è?
SANCIO
Non posso svelarlo
perchè mi chiese il segreto
e, se fui Re nelle opere,
esserlo debbo in silenzio.
A voi per tranquillità
basta conoscere solo
che l'assassino sono io,
nè mi chiedete di più.
DON ARIAS
Signor Sancio Ortiz, io vengo
da Sua Altezza incaricato,
a chiedervi ed a pregarvi
che confessiate la causa
di questo folle delitto.
Se lo faceste per donne,
per debiti o per amici
o per qualcuno potente
e grande di questo regno;
se possedete di loro
lettera, impegno o contratto
scritto o firmato, io vi prego,
manifestatelo subito,
facendo quanto dovete.
SANCIO
Se lo facessi, Signore,
io non farei ciò che debbo.
Voi dite al Re: ho compiuto
quanto promisi, e se lui
è sempre don Sancio il Bravo,
io porto pure il suo nome.
Ditegli che certamente
potrei avere una carta
e mi addolora egli proprio,
mi chieda impegni firmati,
quando m'ha visto stracciarli.
Ho ucciso Busto Tavera,
e quantunque ora io mi possa
salvare, non voglio farlo
per non offendere me.
Io sono Re mantenendo
la mia parola ora che
ho fatto quanto ho promesso:
e chi promette, è ragione
mi segua in questo sistema.
Parli colui che a parlare
s'è obbligato, poichè
io m'impegnai di tacere.
Questo a Sua Altezza direte
e gli direte anche che
impari come in Siviglia
sappiamo essere Re.
DON ARIAS
Se nelle vostre parole
avete voi la salvezza
è proprio cieca pazzia
tacere
SANCIO
Io sono chi sono,
ed essendo io, mi vinco
oggi io stesso col tacere
e rimprovero chi tace.
Chi fu, che faccia operando
come chi è, in tal modo
entrambi avremo operato
come chi siamo quaggiù.
DON ARIAS
Riferirò al mio Re.
DON PIETRO
Voi, Sancio Ortiz, avete
commesso un fatto impensabile
agendo senza saviezza.
FARFANTE
Il Consiglio di Siviglia
avete offeso, esponendo
al suo rigore la vita,
e al suo furore la testa.
DON PIETRO
Uccideste un Reggitore
senza colpa e contro il cielo;
Siviglia vi punirà
di tanta temerità.
CLARINDO
È possibile sopporti
tanta ingiustizia?
SANCIO
Io consento
che mi castighino gli uomini
e che il cielo mi confonda.
E già, Clarindo, comincia.
Non odi tu questo rombo
che avanza? L'aria che geme
gonfia di lampi e di tuoni?
Uno precipita qua
sopra di me come un serpe
attorcigliandosi rapido
in folli cerchi di fuoco!
CLARINDO
Penso che hai perso il cervello.
Forse è meglio assecondarlo...
SANCIO
Che mi brucio.
CLARINDO
Che m'avvampo!
SANCIO
Anche te colpisce il fulmine?
CLARINDO
Non mi vedi fatto cenere?
SANCIO
Santo Dio!...
CLARINDO
Sì, signore,
sono vampa di sarmenti.
SANCIO
Non mi vedi diventato
come la moglie di Lot:
statua di sale?
CLARINDO
Ch'io veda!
SANCIO
Toccami.
CLARINDO
Duro e salato
tu sei.
SANCIO
Come mai potrei
non esserlo, se mutato
sono in un blocco di sale?
CLARINDO
Di meno ti struggerai!
Ma se sei tutto di sale
come mai parli?
SANCIO
Perchè
ho l'anima imprigionata
in questo inferno del corpo.
Ma se sei cenere tu
come parli?
CLARINDO
Se un braciere
sono dove fra le ceneri
l'anima è carbone ardente.
SANCIO
Hai nera l'anima dunque
come un tizzone? È gran male.
CLARINDO
Anzi, Signore, è gran bene.
SANCIO
Siamo già nell'altro mondo.
CLARINDO
Forse siamo nell'inferno.
SANCIO
Nell'inferno! Tu che dici?
Dov'è mai?
CLARINDO
Non credi sia
quel castello, mio Signore.
SANCIO
Dici bene che ci siamo,
che la superbia si brucia
su quella torre innalzata
dagli arroganti e superbi.
Vedo lassù l'ambizione
che inghiotte abissi di fuoco.
CLARINDO
E più oltre una legione
di cocchieri s'intravvede.
SANCIO
Le carrozze che essi guidano
distruggeranno l'inferno:
ma se siamo nell'inferno,
perchè non vedo notai?
CLARINDO
Non sono ammessi quaggiù
per evitare le liti.
SANCIO
E se liti non ci sono,
sarà buono questo Inferno.
CLARINDO
Certamente appare buono.
SANCIO
Chi son quelli?
CLARINDO
Sono bari
sopra un tavolo di fuoco.
SANCIO
E quegli altri?
CLARINDO
Son demoni
che li portano in prigione.
SANCIO
Non s'appagano di essere
diavoli, se ancora vogliono
far le spie. Che succede?
CLARINDO
Voci di male sposati
che si azzuffano gelosi.
SANCIO
Inferno è quello due volte,
di qua e là sopportando
gran sofferenza e pesante
giogo: mi fanno pietà.
Di che ridi?
CLARINDO
Or ho veduto
uno atterrito far lazzi
a quei demoni, signore,
che gli hanno il collo guastato
e gli han tagliate le chiome.
SANCIO
Certo è tormento notevole:
ne soffrirà.
CLARINDO
Vedi là,
con una faccia di eretico
urlare il Bisogno.
SANCIO
Qua
e là nel soffrire brucia
la triste Necessità,
sì che per tutti gli errori
dovrebbe aver perdono,
perchè nel farli, essa certo
degna è di qualche indulgenza,
e non temerla, Clarindo.
CLARINDO
Viva Dio, voglio sapere
chi è colui con quella penna.
SANCIO
Quello, dev'essere Omero
e l'altro Virgilio, cui
Didone tagliò la lingua
in premio delle menzogne
che contro lei inventò.
Quel vecchio è Orazio, quell'altro
Lucano, e l'ultimo Ovidio.
CLARINDO
Non vedo tra quei poeti
nessuno del nostro tempo,
nè vedo qualcuno almeno
di questa nostra Siviglia.
SANCIO
Se non gli stessi demoni
che in terra, fatti poeti,
vengono a darci tormento,
dimmi, come puoi vederli?
CLARINDO
Demoni sono i poeti?
Perdio, Signore, ch'io credo
che quel demonio laggiù,
con corna nere e arrogante,
a un mio amico si somiglia;
ma quello è sciocco, laddove
sono sapienti i demoni.
Sarà questo anche imbecille?
Ecco là il tiranno Onore
accompagnato dai tristi
che per l'onore periscono.
SANCIO
Voglio andare insieme a loro.
— Onore, un triste onorato
s'offre per servo le leggi
che voi a tutti imponete.
— Male, amico, avete fatto,
perchè l'onore più vero
consiste in non rispettarlo:
me cercate invano là,
chè da secoli son morto!
Denaro, amico, cercate,
perchè l'onore è il danaro!
Che faceste? — Mantenere
volli la parola data.
— Come rido: a mantenere
la parola v'ostinaste?
Mi sembrate rimbambito,
chè nel mondo è valentia
non curare la parola.
— Promisci uccidere un uomo
e lo uccisi, mentre egli era
il mio fratello più caro.
— Male.
CLARINDO
Non è molto bene.
SANCIO
— Oh, non è bene! — Punitelo,
chiudetelo in una cella
oscura e dopo uccidetelo.
— Onore, ho perso il mio amore,
era sorella di lui,
ed oggi brucio d'angoscia.
— Non importa.
CLARINDO
Dio m'aiuti!
s'io lo lascio continuare
perde davvero il cervello.
Voglio tentare un inganno.
SANCIO
Chi grida, chi grida qui?
CLARINDO
Del cane Cerbero gli urli,
portiere di questo luogo.
Non mi conosci?
SANCIO
Sospetto
di sì!
CLARINDO
E tu chi sei?
SANCIO
Chi sono?
Un uomo onesto.
CLARINDO
Qua dentro
vieni? Per Santa esci!
SANCIO
Che dici?
CLARINDO
— Ma fuggi presto:
in questo luogo non sono
uomini onesti. Afferratelo,
portatelo prigioniero
all'altro mondo nel carcere
di Siviglia sopra il vento.
— Come? — Con gli occhi bendati
perchè non abbia paura.
— Eccoli chiusi. — Sul dorso
del diavolo Cempennato,
su, che s'avventi d'un balzo.
— D'un balzo!? Io sono contento.
— Cammina e porta con te
a mano l'altro compagno.
— Eccoti, amico, nel mondo.
Resta con Dio. — Vi resto —.
SANCIO
Disse: con Dio!?
CLARINDO
Sì, Signore,
codesto diavolo, prima
che fosse tale, si dice
sia stato angelo in cielo,
perciò cristiano e fedele
galiziano in via di Francos.
SANCIO
Mi pare ancora sognare.
Dio mio! Ahi, nobile Stella,
come mi sento infelice
senza di te. Ma per te
merito questo castigo.
STELLA
È qua dentro il prigioniero?
GOVERNATORE
Proprio qua dentro, Signora,
e come il Re mi comanda
al vostro arbitrio lo affido.
Signor Sancio Ortiz, il Re
m'ordina di consegnarvi
a questa dama.
STELLA
Via subio
con me venite.
SANCIO
Son grato
della pietà che mostrate
se m'uccidete, perchè
solo la morte desidero.
STELLA
Datemi solo la mano
e camminate.
CLARINDO
Mi pare
proprio un bizzarro incantesimo!
STELLA
Nessun ci segua.
CLARINDO
Va bene!
Perdio, che bene si svolge
questa mia frottola strana.
Dal nero inferno a Siviglia
e da Siviglia all'inferno.
Piaccia a Dio che questa Stella
si tramuti almeno in luce.
STELLA
Io vi ho messo in libertà
Ortiz, andate con Dio;
sappiate che uso con voi
la clemenza e la pietà.
Andate pure: è finito,
libero siete. Guardate?
Perchè restate? Che mai
vi meraviglia o sorprende?
Perde tempo chi s'indugia
a meditare sul niente.
Andate. Attende un cavallo
qua presso su cui potrete
fuggire, e un servo fedele
vi seguirà con denaro
per tutto il vostro viaggio.
SANCIO
Signora, mi consentite
di baciarvi i piedi...
STELLA
Andate
chè non c'è tempo da perdere.
SANCIO
Me ne andrò, ma prima fate
ch'io sappia chi mi ha salvato,
perchè io possa degnamente
gradire tanta mercè.
STELLA
Sono una fragile donna
che forse vi vuole bene
e v'offre la libertà,
perchè donarvi non può
niente di più.
SANCIO
Non vi lascio,
Signora, se non mi dite
chi siete e non vi scoprite.
STELLA
Il tempo non lo consente.
SANCIO
La vita che mi donate
voglio pagarvi. Perciò
vi prego di rivelarmi
di chi mai son debitore,
chi è che m'offre con tanta
semplicità la salvezza.
STELLA
Sono una donna, vi ho detto,
fra le più nobili forse...
e se ci penso, vi dico
che sono pure colei
che più vi ama, colei
che voi amate di meno...
Andate in pace.
SANCIO
Non posso
se non mi dite chi siete.
STELLA
Ecco: sono io!
SANCIO
Signora!
Stella dell'anima mia!
STELLA
Sono la stella che guida
e il tuo cammino rischiara.
Vattene, amore, calpesta
la forza del mio rigore,
e poichè ancora ti amo,
sono la stella per te!
SANCIO
Tu, risplendente e gentile
col tuo maggiore nemico?
Tu, generosa con me?
Trattami con crudeltà,
chè la pietà mi è rigore,
quando il castigo è pietà.
Fa che mi diano la morte:
non farmi con tutto il bene
il più terribile male
quando nel male è il mio bene.
Tu, liberare colui
che tuo fratello ammazzò?
Non debbo vivere io
quand'egli è morto per me:
è giusto perda ogni cosa
chi tale amico perdè.
In libertà vado certo
verso la morte più fiera
perchè se fossi in prigione,
mi salverebbe la morte.
STELLA
L'amore mio ch'è il più forte
oggi la vita dà.
SANCIO
Ma se mi vuoi liberare
io stesso, m'ucciderò,
se agisci tu col tuo cuore,
anch'io col mio agirò.
STELLA
Perchè morire tu vuoi?
SANCIO
Per vendicarti soltanto?
STELLA
Di che?
SANCIO
Del mio tradimento.
STELLA
È crudeltà.
SANCIO
È valore.
STELLA
Non c'è ragione.
SANCIO
C'è amore.
STELLA
É per offendermi!
SANCIO
Amarti.
STELLA
Come mi ami?
SANCIO
Morendo.
STELLA
Ma tu m'offendi.
SANCIO
Vivendo.
STELLA
Odimi.
SANCIO
Non hai che dirmi.
STELLA
Dove vai?
SANCIO
Vado a morire,
perchè vivendo t'offendo.
STELLA
Vattene e lasciami.
SANCIO
No.
STELLA
Libero vivi.
SANCIO
Non posso.
STELLA
Ma per chi muori?
SANCIO
Per te.
STELLA
È crudeltà.
SANCIO
È onestà.
STELLA
Ma chi ti accusa?
SANCIO
Il tuo sdegno.
STELLA
No.
SANCIO
Io lo sento bruciare.
STELLA
Ma sei in te?
SANCIO
Nel mio onore
io sono, e vivo t'offendo.
STELLA
E va, demente, a morire
che anch'io deserta morrò.
RE
Che non voglia confessare
che il delitto gli ordinai!
DON ARIAS
Mai vidi bronzo più saldo:
tutto il suo scopo è negare.
Disse infine che ha compiuto
il suo dovere e ch'è bene
compia anche il suo colui
che a quel delitto lo spinse.
RE
Tacendo, mi vuole vincere.
DON ARIAS
E pare t'abbia convinto.
RE
Mantenuta ha la promessa
egli, ed io sono confuso
per non poter mantenere
la parola che nell'ira
gli diedi.
DON ARIAS
Parola data
non si deve ritirare,
perchè se l'ha mantenuta
un uomo semplice, un Re
la rende, a darla, una legge,
e si rispetta la legge.
RE
È vero, se si misura
con naturale ragione,
la legge.
DON ARIAS
È obbligazione.
Il vassallo non la chiede
al Re, ma solo eseguirla
senza vedere o indagare
deve la legge il vassallo
e il Re la deve studiare.
Tu questa volta l'hai data
con una carta, e poichè
egli la volle eseguire
senza contratto con te,
liberamente impegnato
ti sei a far rispettare
la legge che promulgasti
di uccider Busto Tavera;
e, se non fosse per te,
ancora Busto vivrebbe...
RE
Ma debbo dire che io
d'ucciderlo comandai
e fui cotanto crudele
con chi non m'offese mai?
Il Consiglio di Siviglia
vedendo ch'io fui la causa,
Arias, che dirà di me?
E che diranno in Castiglia
ora che Alonso di là
mi va chiamando tiranno,
e mi calpesta e censura
il Pontefice romano?
La gente di mio nipote
forse potrà intervenire
a trarre qualche partito
da questa mia situazione.
Ma se lasciassi morire
Ortiz sarebbe bassezza.
Che debbo fare?
DON ARIAS
Tu puoi.
con lusinga persuadere
i due tuoi Governatori
e chieder che con l'esilio
castighino la sua colpa
superando altri rigori.
Paghi Sancio Ortiz. Così
torni sereno per lui,
e tu con poca fatica
potrai premiarlo lontano
nominandolo magari
generale di frontiera.
RE
Dici bene. Ma se avesse
sopra di lui eseguita
la sua vendetta di già
donna Stella, cui donai
il mio anello di comando,
come potrò riparare?
DON ARIAS
Tutto si può rimediare.
In tuo nome andrò a chiamarla,
con un futile pretesto
e senza seguito o chiasso
fino a te la condurrò.
Tu qui la persuaderai
al tuo scopo e per placarla
ad un grande della Corte
in consorte la darai,
perchè la sua gentilezza
merita un nobile sposo.
RE
Come mi trovo pentito,
Arias, della mia bassezza?
Dice un savio che colui
è savio sinceramente
ch'è all'occasione prudente
e all'occorrenza crudele.
Corri subito a chiamare
questa Stella di Siviglia,
perchè da tanto groviglio
solo lei mi può salvare.
Io sposare le farò
l'uomo più ricco del Regno,
purchè si plachi, ed in pegno,
se mai potessi donarle
anche il mio trono, al mio posto
la metterei volentieri,
perchè, con Busto e con Sancio,
è innanzi a tutta la storia
degna d'immortalità.
DON ARIAS
I cittadini di questa
nobile e forte città,
sanno oscurare la gloria
della romana virtú.
GOVERNATORE
Bacio i piedi a Vostra Altezza.
RE
Pietro di Caus che motivo
vi guida a me?
GOVERNATORE
Mio Signore,
questo anello con le armi
regali non s'appartiene
forse a Vostra Altezza?
RE
Sì:
è codesto privilegio
che vi salva da qualunque
delitto abbiate commesso.
GOVERNATORE
A Triana venne con esso
invincibile signore,
una donna mascherata
e mi disse che l'Altezza
Vostra volea consegna si
nelle sue mani Sancio Ortiz.
Mi consigliai con le guardie
sul vostro ordine e l'anello
e tutti che consegnassi
il prigioniero mi dissero.
Lo diedi perciò. Ma ad un tratto,
dopo pochissimo tempo,
urlando come impazzito
Sancio Ortiz bussa furioso
contro la porta del carcere
chiedendo che gli riapra
l'entrata del mio castello
e irrompe dentro gridando:
« Non debbo fare ciò che
ordina il Re », ed aggiunge:
« Voglio morire, ch'è bene
muoia chi uccise ». L'entrata
io gli volevo inibire,
ma invano, perchè soltanto
quando lo ebbi riammesso,
nella sua squallida cella,
sopra il suo viso tornò
di nuovo il dolce sorriso,
del tempo lieto, col quale
ora egli attende la morte.
RE
Non ho veduto giammai
gente più nobile e pura,
più gentile e più cristiana
di quella che in questa terra
vive con tanta interezza.
Che sono mai per la gloria
le statue, i bronzi e le insegne?
GOVERNATORE
Disse, Signore, che quella
donna voleva ridargli
la libertà contestata,
e che non volle accettarla
egli, quando ebbe saputo
esser colei la sorella
del suo fedele compagno
Busto Tavera.
RE
Ed ancora
più mi sgomenta codesto
ch'ora mi dici: in grandezza
essi vincono e confondono
la stessa grande natura.
Ella, quando più feroce
doveva essere, a un tratto
perdona: la libertà,
gli offre, ed egli a compensarla,
nel suo cuore generoso,
torna a morire. Se hanno
ancora séguito e vita
la gesta grandi e inattese
di questi due, la gloria
li assumerà nel suo lume.
Voi Pietro Caus alla Reggia
mi condurrete in segreto
Sancio Ortiz nella carrozza
mia, senza guardie nè pompa.
GOVERNATORE
Vado a servirvi.
SERVO
Qui fuori,
Altezza, chiedono udienza
i due Giudici maggiori.
RE
Dite che entrino pure
Spero poter mantenere
la parola data a Ortiz
senza svelar la mia colpa.
DON PIETRO
Già, Signore, è accertato
il responsabile, e occorre
solamente pronunziare
la sentenza.
RE
Pronunziatela.
Ma vi prego di cercare
con lo scrupolo più intenso,
come padri della patria,
che sia giusta, perchè spesso
la clemenza fa più degna
la giustizia e la purifica.
Reggitore di Siviglia
è Sancio Ortiz, e se il morto
chiede ancora la vendetta
merita il vivo pietà.
FARFANTE
Siamo gli Alcadi maggiori
di Siviglia e oggi a noi
voi commettete, Signore,
tutto l'onore e la fede,
di questa grande città.
I bastoni del comando
che noi portiamo, di voi
son simbolo, e se maltrattano
la vostra sacra ragione
violano e offendono voi;
se restan dritti; si volgono
a Dio, ma quando si piegano
vedono l'uomo e, volgendosi
dal cielo, se ne allontanano.
RE
Non dico che li pieghiate,
ma che sia equa e magnanima
vostra giustizia.
DON PIETRO
Signore,
Vostra Altezza è la ragione,
di nostra causa. Derivano
a noi soltanto da voi
tutte le nostre speranze.
Dategli pure la vita,
mon muoia: poichè nessuno
può comandare sul Re.
Dio solo genera i Re,
Dio dai Saulle trasmette,
sopra la fronte dei Davide
le corone dei sovrani.
RE
Andate pure e studiate
la sentenza e condonnate
al supplizio Sancio Ortiz,
come la legge commette.
E voi, don Pietro di Guzman
ascoltate una parola,
in disparte.
DON PIETRO
Che comanda
Vostra Altezza?
RE
Dando morte
a Sancio, non si ridà
la vita al morto e vorrei,
evitando la disgrazia
maggiore, che lo esiliassimo
a Gibilterra o a Granata
dove in servizio si abbia
una morte volontaria.
Che dite?
DON PIETRO
Che sono Pietro
di Guzman e ai vostri piedi
m'avete. Vostra è la vita,
vostra è la casa e la spada
di questo servo fedele,
ed io prometto servirvi
come il più umile suddito.
RE
Lasciate allora vi abbracci,
Don Pietro, ch'io non speravo
meno da un nobile uomo.
Andate pure e mandatemi
qui Farfante di Ribera.
Monti appiana la lusinga.
FARFANTE
Eccomi ai vostri comandi.
RE
Farfante, io ero da tempo
io pena, perchè dovevo
condannare Sancio Ortiz,
ma ora ho già risoluto
di mutare la sua pena
in perpetuo esilio, in modo
ch'essa sia più lunga e cupa
perchè uguale e senza fine.
Mi manca il vostro parere
perchè così mi pronunzi.
FARFANTE
Cosa maggiore di questa
e più difficile m'ordini
Vostra Altezza, senza che
niente vi tenga perplesso:
poichè la mia fedeltà
nel servirvi non s'arresta
contro niente.
RE
In fine siete
Ribera, simile a un'anfora
in cui raccoglie l'aurora
fiori di vaga virtù.
Andate pure.
RE
Con garbi
oggi ho strappato alla morte
Sancio Ortiz e la promessa
senz'altro gli ho mantenuta.
Farò che vada lontano,
Generale di frontiera,
in modo venga ad un tempo
esiliato e compensato.
DON PIETRO
Ecco, Signore firmata
la sentenza. Manca il visto
solo dell'Altezza Vostra.
RE
Sarà certo la sentenza
come io desideravo
da sì grandi cavalieri.
FARFANTE
Il nostro onore ci esalta
RE
« Decidiamo e sentenziamo
che gli taglino la testa
nella Piazza ». E la sentenza
è questa che mi portate?
Così, villani, la vostra
parola mi mantenete?
Viva Dio!
FARFANTE
Quanto ha promesso
mantiene l'uomo più umile
con la vita e con il cuore
tanto più s'egli possegga
il bastone del comando,
perchè con quello si vuole
dalle supreme potenze
e della terra e del cielo
nessuno d'essi commetta
cosa malfatta o mal detta.
DON PIETRO
Come vassalli comandaci,
ma come giudici non
chiedere a noi ingiustizia.
Il Consiglio di Siviglia
è così.
RE
Ben fatto! Basta:
tutti mi fate arrossire.
DON ARIAS
Ecco qui Stella.
RE
Don Arias
che debbo fare? Che cosa
tu consigliare mi puoi?
GOVERNATORE
Ecco venuto Sancio Ortiz.
SANCIO
Signore, perchè non chiudi
con la morte il mio dolore
le mie sventure e disgrazie?
Ho ucciso Busto Tavera,
fa che m'uccidano. Muoia
chi ha ucciso. Fa, mio Signore,
misericordia, facendo
giustizia.
RE
Attendi. Chi mai
d'uccidere ti comandò?
SANCIO
Un foglio!
RE
Di chi?
SANCIO
Potesse
parlare il foglio, di certo
lo direbbe ch'è una cosa
troppo chiara e manifesta;
ma le carte lacerate
danno confuse parole.
Solo so d'avere ucciso
colui che amavo di più,
perchè l'avevo promesso!
Ma ora attende ai piedi tuoi
Stella che tu mi condanni
a morire, anche se tale
vendetta non può lenire
il suo straziante dolore.
RE
Stella, io per sposo vi offro
oggi un grande della Corte,
giovane bello e in Castiglia
principe illustre e onorato,
ma in cambio qui vi domando
solo il perdono e la grazia
in favore di costui,
e non è giusto si neghi.
STELLA
Signore, s'io vado sposa,
vada libero Sancio Ortiz:
non si esegua la vendetta.
SANCIO
Tu mi concedi il perdono
perchè oggi il Re ti fa sposa?
STELLA
Sì, per questo ti perdono.
SANCIO
Resti così vendicata
del mio delitto?
STELLA
E contenta.
SANCIO
Bene; perchè si concretino
le tue speranze, io ripiglio
la vita che m'è spietata
ora che amavo morire.
RE
Andate allora.
FARFANTE
Signore,
bada che tutta Siviglia
si solleva se concedi
codesta grazia.
RE
Che debbo
fare? Mi sgomenta questa
gente!
DON ARIAS
Parla.
RE
Che Siviglia
uccida me che fui causa
di questa morte. Io soltanto
gli comandai il delitto:
è sufficiente discolpa
la mia parola.
SANCIO
Soltanto
tale discolpa il mio onore
chiedeva. Il Re m'ordinò
d'uccider. Tale feroce
delitto non avrei mai
commesso senza che il Re
non me lo avesse ordinato.
RE
Affermo ch'è verità.
FARFANTE
Siviglia non ha bisogno
di condannarvi, Signore;
perchè se voi comandaste
d'ucciderlo, certamente
egli dovè provocarvi.
RE
Meravigliato mi lascia
la nobiltà sivigliana.
SANCIO
Posso ora andare in esilio!
Vi prego prima vogliate
mantener l'altra parola
che deste.
RE
La manterrò.
SANCIO
Io chiesi che quella donna
m'aveste data in isposa
che mi piacesse.
RE
Sta bene.
SANCIO
Orbene, chiedo la mano
di Stella ed ai piedi suoi
mi prostro a chieder perdono
del mio terribile errore.
STELLA
Sancio Ortiz, sono sposata.
SANCIO
Sposata?!
STELLA
Sì.
SANCIO
Sono morto.
RE
Stella, ho dato la parola.
Sono Re per mantenerla:
che rispondete?
STELLA
Sia fatto
il voler vostro. Son sua.
SANCIO
Son suo.
RE
Che più vi manca?
SANCIO
L'armonia.
STELLA
Giammai potremo
trovarla vivendo insieme.
SANCIO
Anch'io ritengo così:
per questo fatto soltanto
col più straziante rimpianto
ti restituisco la dolce
parola, sogno e speranza
della mia vita dispersa.
STELLA
Liberi allora noi siamo?
SANCIO
Sì.
STELLA
Dunque, addio.
SANCIO
Addio.
RE
Attendi.
STELLA
Non può, Signore,
essere lo sposo mio
colui che senza ragione
ha ucciso Busto Tavera,
anche se tutto il mio cuore
sempre l'invoca e l'adora.
SANCIO
Ed io, Signore, che l'amo
non è giustizia lo sia
RE
Nobile fede.
DON ARIAS
Costanza.
invincibile.
CLARINDO
A me pare
piuttosto che sia demenza!
RE
Questa gente mi spaventa.
DON PIETRO
Ha tali uomini la Castiglia.
RE
Sposarlo io spero e sposarla
sì como merita!
CLARINDO
E qui
questa tragedia consacra
a voi gentili Signori,
Lope de Vega che dà
alla Stella di Siviglia
eterna fama, per cui
la sua storia avventurosa
sarà incisa in saldo bronzo.