LA ESTRELLA DE SEVILLA COMEDIA FAMOSA
JORNADA PRIMERA
REY
Muy agradecido estoy
al cuidado de Sevilla,
y conozco que en Castilla
soberano Rey ya soy.
Desde hoy reino, pues desde hoy
Sevilla me honra y ampara,
que es cosa evidente y clara,
y es averiguada ley
que en ella no fuera rey,
si en Sevilla no reinara.
Del gasto y recibimiento,
del aparato en mi entrada,
si no la dejo pagada,
no puedo quedar contento.
Tendrá mi corte su asiento
en ella, y no es maravilla
que la corte de Castilla
de asiento en Sevilla esté,
que en Castilla reinaré
mientras reinare en Sevilla.
DON PEDRO
Hoy sus alcaldes mayores
agradecidos pedimos
tus pies, porque recebimos
en su nombre tus favores.
Jurados y regidores
ofrecen con voluntad
su riqueza y su lealtad,
y el cabildo lo desea,
con condición que no sea
en daño de tu ciudad.
REY
Yo quedo muy satisfecho.
DON PEDRO
Tus manos nos da a besar.
REY
Que en recebirme habéis hecho
como quien sois, y sospecho
que a vuestro amparo he de hacerme
rey de Gibraltar , que duerme
descuidado en las colunas,
y con prósperas fortunas
haré que de mí se acuerde.
FARFÁN
Con su lealtad y su gente
Sevilla en tan alta empresa
le servirá a vuestra alteza,
ofreciendo juntamente
las vidas.
ARIAS
Así lo siente y satisfecho
su majestad de los dos,
queda, de vuestro deseo.
REY
Todo, Sevilla, lo creo,
y lo conozco. Id con Dios.
ARIAS
¿Qué te parece, señor,
de Sevilla?
REY
Parecido
me ha también, que hoy he sido
solo rey.
ARIAS
Mucho mejor,
mereciendo tu favor,
señor, te parecerá
cada día.
REY
Claro está,
que ciudad tan rica y bella,
viviendo de espacio en ella,
más de espacio admirará.
ARIAS
El adorno y sus grandezas
de las calles, no sé yo
si Augusto en Roma las vio,
ni tuvo tantas riquezas.
REY
Y las divinas bellezas,
¿por qué en silencio las pasas?
¿Cómo limitas y tasas
sus celajes y arreboles?
Y di, ¿cómo en tantos soles
como Faetón no te abrasas?
ARIAS
Doña Leonor de Ribera
todo un cielo parecía,
que de su rostro nacía
el sol de la primavera.
REY
Sol es, si blanca no fuera,
y a un sol con rayos de nieve
poca alabanza se debe,
si en vez de abrasar, esfría.
Sol que abrasase querría,
no sol que helado se bebe.
DON ARIAS
La que te arrojó las rosas
Doña Mencía se llama
Coronel.
REY
Hermosa dama,
mas otras vi más hermosas.
ARIAS
Las dos morenas brïosas
que en la siguiente ventana
estaban, eran doña Ana
y doña Beatriz Mejía,
hermanas, con que aun el día
nuevos resplandores gana.
REY
Por Ana es común la una,
y por Beatriz la otra es
sola como el Fénix, pues
jamás le igualó ninguna.
ARIAS
La buena o mala fortuna
también se atribuye al nombre.
REY
En amor, y no te asombre,
los nombres con estrañeza
con calidad y nobleza
al apetito del hombre.
ARIAS
La blanca y rubia...
REY
No digas
quién es esa: la mujer
blanca y rubia vendrá a ser
mármol y azófar, y obligas,
como adelante prosigas,
a oír la que me da pena.
Una vi de gracias llena,
y en silencio la has dejado,
que en sola la blanca has dado
y no has dado en la morena.
¿Quién es la que en un balcón
yo con atención miré,
y la gorra le quité
con alguna suspensión?
¿Qué es la que rayos son
sus dos ojos fulminantes,
en abrasar semejantes
a los de Júpiter fuerte,
que están dándome la muerte,
de su rigor ignorantes?
Una que de negro hacía
fuerte competencia al sol,
y al horizonte español
entre ébano amanecía;
una noche, horror del día,
pues de negro luz le daba,
y él, eclipsado, quedaba
un borrón de la luz pura
del sol, pues con su hermosura
sus puras líneas borraba.
ARIAS
Ya caigo, señor, en ella.
REY
En la mujer más hermosa
repara, que es justa cosa.
ARIAS
Esa la llaman la Estrella
de Sevilla.
REY
Si es más bella
que el sol, ¿cómo así la ofende?
Mas Sevilla no se entiende,
mereciendo su arrebol
llamárase Sol, pues es sol
que vivifica y enciende.
ARIAS
Es doña Estrella Tabera
su nombre, y por maravilla
la llama Estrella Sevilla.
REY
¡Y Sol llamarla pudiera!
ARIAS
Casarla su hermano espera
en Sevilla, como es justo.
REY
¿Se llama su hermano...?
ARIAS
Busto
Tabera, y es regidor
de Sevilla, en cuyo honor
a su calidad ajusto.
REY
¿Y es casado?
ARIAS
No es casado,
que en la esfera sevillana
es sol, si Estrella es su hermana,
que estrella y sol se han juntado.
REY
En buena estrella he llegado
a Sevilla. Tendré en ella
suerte favor si es tan bella
como la deseo ya.
Todo me sucederá
muy bien con tan buena estrella.
¿Qué orden, don Arias, darás
para que la vea y hable?
ARIAS
Esta estrella favorable,
a pesar del sol, verás.
A su hermano honrar podrás,
que los más fuertes honores
baten tiros de favores.
Favorécele, que el dar,
deshacer y conquistar
puede imposibles mayores.
Si tú le das y él recibe,
se obliga y, se ve obligado,
pagará lo que le has dado;
que al que dan, en bronce escribe.
REY
A llamarle te apercibe,
y dar orden juntamente
como la noche siguiente
vea yo a Estrella en su casa,
epiciclo que me abrasa
con fuego que el alma siente.
DON GONZALO
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Levantad. Por vida mía,
día de tanta alegría
¿venís con tanta tristeza?
DON GONZALO
Murió mi padre.
REY
Perdí
un valiente capitán.
DON GONZALO
Y las fronteras están
sin quien las defienda.
REY
Sí.
Faltó una heroica persona,
y enternecido os escucho.
DON GONZALO
Señor, ha perdido mucho
la frontera de Archidona.
Y puesto, señor, que igual
no ha de haber en su valor,
y que he heredado el honor
de tan fuerte General,
vuestra alteza no permita
que no se me dé el oficio
que ha vacado.
REY
Claro indicio
que en vos siempre se acredita.
Pero la muerte llorad
de vuestro padre y, en tanto
que estáis con luto y con llanto,
en mi corte descansad.
DON GONZALO
Con la mesma pretensión
Fernán Pérez de Medina
viene, y llevar imagina
por servicios el bastón
que en fin adalid ha sido
diez años, y con la espada
los nácares de Granada
de rubíes ha teñido,
y por eso adelantarme
quise.
REY
Vereme en ello,
que, supuesto que he de hacello,
quiero en ello consultarme.
FERNÁN
Pienso, gran señor, que llego
tarde a vuestros altos pies;
besarlos quiero, y después...
REY
Fernán Pérez, con sosiego
los pies me podréis besar,
que aun en mis manos está
el oficio, y no se da
tal plaza sin consultar
primero vuestra persona
y otras del reino importantes,
que, siendo en él los Atlantes,
serán rayos de Archidona.
Id, y descansad.
DON GONZALO
Señor,
este memorial os dejo.
FERNÁN
Y yo el mío, que es espejo
del cristal de mi valor,
donde se verá mi cara
limpia, perfecta, y leal.
DON GONZALO
También el mío es cristal
que hace mi justicia clara.
ARIAS
Aquí, gran señor, está
Busto Tabera.
BUSTO
A esos pies
turbado llego, porque es
natural efecto ya
en la presencia del Rey
turbarse el vasallo; y yo,
puesto que esto lo causó,
como es ordinaria ley,
dos veces llego turbado,
porque el hacerme, señor,
este impensado favor
turbación en mí ha causado.
REY
Alzad.
BUSTO
Bien estoy así,
que si el Rey se ha de tratar
como a santo en el altar,
digno lugar escogí.
REY
Vos sois un gran caballero.
BUSTO
De eso he dado a España indicio,
pero, conforme a mi oficio,
señor, los aumentos quiero.
REY
¿Pues yo nos puedo aumentar?
BUSTO
Divinas y humanas leyes
dan potestad a los reyes,
pero no les dan lugar
a los vasallos a ser
con sus reyes atrevidos,
porque con ellos medidos,
gran señor, deben tener
sus deseos; y así yo,
que exceder las leyes veo,
junto a la ley mi deseo.
REY
¿Cuál hombre no deseó
ser más siempre?
BUSTO
Si a más fuera,
cubierto me hubiera hoy,
pero si Tabera soy,
no ha de cubrirse Tabera.
REY
(¡Notable filosofía
de honor!)
ARIAS
(Capricho el primero
sin segundo.)
REY
Yo no quiero,
Tabera, por vida mía,
que os cubráis hasta aumentar
vuestra persona en oficio
que os dé de este amor indicio,
y así os quiero consultar,
sacándoos de ser Tabera,
por General de Archidona,
que vuestra heroica persona
será rayo en su frontera.
BUSTO
Pues yo, señor, ¿en qué guerra
os he servido?
REY
En la paz
os hallo, Busto, capaz
para defender mi tierra,
tanto, que ahora os prefiero
a estos que servicios tales
muestran por sus memoriales,
que aquí en mi presencia quiero
que leáis y despachéis.
Tres pretenden, que sois vos
y estos dos. Mirad qué dos
competidores tenéis.
BUSTO
«Muy poderoso señor: Don Gonzalo de Ulloa suplica a vuestra alteza le haga merced de la plaza de Capitán General de las fronteras de Archidona, atento que mi padre, estándole sirviendo más tiempo de catorce años, haciendo notables servicios a Dios por vuestra corona, murió en una escaramuza. Pido justicia, &c.»
Si de su padre el valor
ha heredado don Gonzalo,
el oficio le señalo.
REY
Leed el otro memorial.
BUSTO
«Muy poderoso señor:
Fernán Pérez de Medina
veinte años soldado ha sido,
y a vuestro padre ha servido
y serviros imagina,
con su brazo y con su espada
en propios reinos y estraños.
ha sido adalid diez años
de la Vega de Granada;
ha estado captivo en ella
tres años en ejercicios
cortos, por cuyos oficios,
y por su espada, que en ella
toda su justicia abona,
pide en este memorial
el bastón de General
de los campos de Archidona.»
REY
Decid los vuestros.
BUSTO
No sé
servicio aquí que decir
por donde pueda pedir,
ni por donde se me dé.
Referir de mis pasados
los soberanos blasones,
tantos vencidos pendones,
y castillos conquistados,
pudiera. Pero, señor,
ya por ellos merecieron
honor, y si ellos sirvieron,
no merezco yo su honor.
La justicia, para sello,
ha de ser bien ordenada,
porque es caridad sagrada
que Dios cuelga de un cabello.
Dar este oficio es justicia
a uno de los dos aquí,
que, si me le dais a mí,
hacéis, señor, injusticia.
Y aquí en Sevilla, señor,
en cosa nos he obligado,
que en las guerras fui soldado,
y en las paces, regidor.
Y si va a decir verdad,
Fernán Pérez de Medina
merece el cargo, que es digna
de la frontera su edad;
y a don Gonzalo podéis,
que es mozo y cordobés Cid,
hacer, señor, adalid.
REY
Sea, pues, lo que queréis.
BUSTO
Solo quiero, la razón
y la justicia lo quieren,
darlos a los que sirvieren
debida satisfación.
REY
Basta, que me avergonzáis
con vuestros buenos consejos.
BUSTO
Son mis verdades espejos,
y así en ellas os miráis.
REY
Sois un grande caballero,
y en mi cámara y palacio
quiero que asistáis de espacio,
porque yo conmigo os quiero.
¿Sois casado?
BUSTO
Gran señor,
soy de una hermana marido,
y casarme no he querido
hasta dársele.
REY
Mejor.
Yo, Busto, se le daré.
¿Es su nombre?
BUSTO
Doña Estrella.
REY
Estrella que será bella,
no sé qué esposo le dé,
si no es el Sol.
BUSTO
Solo un hombre,
señor, para Estrella anhelo,
que no estrella del cielo.
REY
Yo la casaré en mi nombre
con hombre que la merezca.
BUSTO
Por ello los pies te pido.
REY
Darela, Busto, marido
que a su igual no desmerezca;
y decidle que he de ser
padrino y casamentero,
y que yo dotarla quiero.
BUSTO
Ahora quiero saber,
señor, para qué ocasión
vuestra alteza me ha llamado,
porque me ha puesto en cuidado.
REY
Tenéis, Tabera, razón.
Yo os llamé para un negocio
de Sevilla, y quise hablaros
primero para informaros
de él. Pero la paz y el ocio
nos convida, más de espacio
lo trataremos los dos.
Desde hoy asistidme vos
en mi cámara y palacio.
Id con Dios.
BUSTO
Los pies me dad.
REY
Mis dos brazos, regidor,
os daré.
BUSTO
(Tanto favor...
No entiende mi actividad.
Sospechoso voy: quererme
y sin conocerme honrarme...
Más parece sobornarme,
honor, que favorecerme.)
REY
El hombre es bien entendido,
y tan cuerdo como honrado.
ARIAS
De estos honrados me enfado.
¡Cuántos, gran señor, lo han sido
hasta dar con la ocasión!
Si en ella son de estos modos
todos cuerdos; pero todos,
no en todas, señor, lo son.
Aquel murmura hoy de aquel
que el otro ayer murmuró;
que la ley que ejecutó
ejecuta el tiempo en él.
Su honra en una balanza
pone; en otra poner puedes
tus favores y mercedes,
tu lisonja y tu privanza,
REY
Encubierto pienso ver
esta mujer en su casa,
que es sol, pues tanto me abrasa,
aunque Estrella, al parecer.
Viva yo, y diga Castilla
lo que quisiere decir,
que Rey, ciego, he de seguir
a la Estrella de Sevilla.
SANCHO
Divino ángel mío,
¿cuándo seré tu dueño,
sacando de este empeño
las ansias que te envío?
¿Cuándo el blanco rocío
que vierten mis dos ojos,
sol que alumbrando sales
en conchas de corales,
de que ha formado amor los labios rojos,
con apacibles calmas,
perlas harán que engasten nuestras almas?
ESTRELLA
Si como mis deseos
los tiempos caminaran,
al sol aventajaran
los pasos giganteos,
y mis dulces empleos
celebrara Sevilla
sin envidiar celosa,
amante venturosa,
la regalada y tierna tortolilla,
que con arrullos roncos
SANCHO
¡Ay,de mí, cómo te agradece
mi vida esos deseos!
Los etéreos trofeos
de la fama apetece
mi alma y se te ofrece.
ESTRELLA
Yo con ella la vida,
para que viva en ella.
SANCHO
¡Ay, amorosa Estrella,
de fuego y luz vestida!
ESTRELLA
¡Ay, piadoso homicida!
SANCHO
¡Ay, sagrados despojos,
norte en el mar de mis confusos ojos!
CLARINDO
(¿Cómo los dos no damos
de holandas y cambrayes
algunos blandos ayes,
siguiendo a nuestros amos?)
SANCHO
¿No callas?
CLARINDO
Ya callamos.
(¡Ay, hermosa muleta
de mi amante desmayo!
MATILDE
¡Ay, hermano lacayo,
que al son del almohaza eres poeta!
CLARINDO
¡Ay, mi dicha!
MATILDE
¡Ay, dichoso!
CLARINDO
No tiene tantos ayes un leproso.)
SANCHO
¿Qué dice al fin tu hermano?
[ESTRELLA]
Que, hechas las escrituras,
tan firmes y seguras,
el casamiento es llano,
y que el darte la mano
unos días dilate
hasta que él se prevenga.
SANCHO
Mi amor quiere que tenga
mísero fin; el tiempo le combate.
Hoy casarme querrías,
que da el tiempo mil vueltas cada día.
ESTRELLA
Si el tiempo se detiene,
habla a mi hermano.
SANCHO
Quiero
hablarle, porque muero
lo que el amor le entretiene.
CLARINDO
Busto Tabera viene.
BUSTO
¡Sancho amigo!
ESTRELLA
¡Ay!, Dios¿Qué es esto?
SANCHO
¿Vos con melancolía?
BUSTO
Tristeza y alegría
en cuidado me ha puesto.
Éntrate dentro, Estrella.
ESTRELLA
¡Válgame Dios! ¡El tiempo me atropella!
BUSTO
Sancho Ortiz de las Roelas...
SANCHO
¿Ya no me llamáis cuñado?
BUSTO
Un caballo desbocado
me hace correr sin espuelas.
Sabed que el Rey me llamó,
no sé, por Dios, para qué,
que, aunque se lo pregunté,
jamás me lo declaró.
Hacíame general
de Archidona, sin pedillo;
y, a fuerza de resistillo,
no me dio el bastón real.
Hízome al fin...
SANCHO
Proseguid,
que todo eso es alegría.
Decid la melancolía,
y la tristeza decid.
BUSTO
De su cámara me ha hecho.
SANCHO
También es justo.
BUSTO
Al pesar
vamos.
SANCHO
Que me ha de costar
algún cuidado sospecho.
BUSTO
Díjome que no casara
a Estrella, porque él quería
casarla, y se prefería,
cuando yo no la dotara,
hacerlo, y dalla marido
a su gusto.
SANCHO
Tú dijiste
que estabas alegre y triste,
mas yo solo el triste he sido.
Pues tú alcanzas las mercedes,
y yo los pesares cojo;
déjame a mí con tu enojo,
y tú el gusto tener puedes,
que en la cámara del Rey,
y bien casada tu hermana,
el tenerle es cosa llana.
Mas no cumples con la ley
de amistad, porque debías
decirle al Rey que ya estaba
casada tu hermana.
BUSTO
Andaba,
entre tantas demasías,
turbado mi entendimiento
que lugar no me dio allí
a decirlo.
SANCHO
Siendo así,
¿no se hará mi casamiento?
BUSTO
Volviendo a informar al Rey
que están hechos los conciertos
y escrituras, serán ciertos
los contratos; que su ley
no ha de atropellar lo justo.
SANCHO
Si el Rey la quiere torcer,
¿quién fuerza le podrá hacer,
habiendo interés o gusto?
BUSTO
Yo le hablaré, y vos también,
pues yo entonces, de turbado,
no le dije lo tratado.
SANCHO
¡Muerte pesares me den!
Bien decía que en el tiempo
no hay instante de firmeza,
y que el llanto y la tristeza
son sombra del pasatiempo.
Y cuando el Rey con violencia
quisiere torcer la ley...
BUSTO
Sancho Ortiz, el Rey es rey:
callar y tener paciencia.
SANCHO
En ocasión tan triste,
¿quién paciencia tendrá, quién sufrimiento?
Tirano, que veniste
a perturbar mi dulce casamiento
con aplauso a Sevilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Bien de don Sancho el Bravo
mereces el renombre, que en las obras
de conocerte acabo;
pues por tu crueldad tal nombre cobras,
pero Dios las humilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
De Sevilla salgamos;
vamos a Gibraltar, donde las vidas
en su riesgo perdamos.
CLARINDO
Sin ir allá las damos por perdidas.
SANCHO
Con Estrella tan bella,
¿cómo vengo a tener tan mala estrella?
Mas, ¡ay!, que es rigurosa,
y en mí son sus efectos desdichados.
CLARINDO
Por esta estrella hermosa
morimos como huevos estrellados.
¡Mejor fuera en tortilla!
SANCHO
¡No goces los imperios de Castilla!
REY
Decid cómo estoy aquí.
ARIAS
Ya lo saben, y a la puerta
a recebirte, señor,
sale don Busto Tabera.
BUSTO
¡Tal merced, tanto favor!
¿En mi casa vuestra alteza?
REY
Por Sevilla así embozado
salí, con gusto de verla;
y me dijeron pasando
que eran vuestras casas estas,
y quise verlas, que dicen
que son en estremo buenas.
BUSTO
Son casas de un escudero.
REY
Entremos.
BUSTO
Señor, son hechas
para mi humildad, y vos
no podéis caber en ellas,
que para tan gran señor
se cortaron muy estrechas
y no será bien notado
en Sevilla cuando sepan
que a visitarme venís.
REY
No vengo, Busto, por ellas;
por vos vengo.
BUSTO
Gran señor,
notable merced es esta;
y si aquí por mí venís,
no es justo que os obedezca,
que será descortesía
que a visitar su Rey venga
al vasallo, y que el vasallo
lo permita y lo consienta.
Crïado y vasallo soy,
y es más razón que yo os vea,
ya que me queráis honrar,
en el Alcázar, que ostentan
muchas veces las mercedes
cuando vienen con sospecha.
REY
¿Sospecha? ¿De qué?
BUSTO
Dirán,
puesto que al contrario sea,
que venistes a mi casa
por ver a mi hermana; y puesta
en buena opinión su fama,
está a pique de perderla,
que el honor es cristal puro
que con un soplo se quiebra.
REY
Ya que estoy aquí, un negocio
comunicaros quisiera.
Entremos.
BUSTO
Por el camino
será, si me dais licencia,
que no tengo apercebida
la casa.
REY
(Gran resistencia
nos hace.
ARIAS
Llevarle importa,
que yo quedaré con ella,
y en tu nombre la hablaré.
REY
Habla paso, no te entienda,
que tiene todo su honor
este necio en las orejas.
ARIAS
el peso las romperá.)
REY
¡Basta! No quiero por fuerza
ver vuestra casa.
BUSTO
Señor,
en casando a doña Estrella,
con el adorno que es justo
la verá.
ARIAS
Esos coches llega.
REY
Ocupad, Busto, un estribo.
BUSTO
A pie, si me dais licencia,
iré.
REY
El coche es mío,
y mando yo en él.
ARIAS
Ya esperan
los coches.
REY
Guíen al Alcázar.
BUSTO
Muchas mercedes son estas,
gran favor el Rey me hace.
¡Plegue a Dios que por bien sea!
ESTRELLA
¿Qué es lo que dices, Matilde?
MATILDE
Que era el Rey, señora.
ARIAS
Él era,
y no es mucho que los reyes
siguiendo una estrella vengan.
A vuestra casa venía
buscando tanta belleza,
que si el Rey lo es de Castilla,
vos de la beldad sois reina.
El rey don Sancho, a quien llaman,
por su invicta fortaleza,
el Bravo el vulgo, y los moros,
porque de su nombre tiemblan,
Esa divina hermosura
vio en un balcón, competencia
de los palacios del alba
que en rosas y azucenas
medio dormidas las aves
la madrugan, y recuerdan
y, del desvelo llorosa,
vierte racimos de perlas.
Mandome que de Castilla
las riquezas te ofreciera,
aunque son para tus gracias
limitadas las riquezas;
que su voluntad admitas,
que, si la admites y premias,
serás de Sevilla el sol,
si has sido hasta aquí la estrella.
Darate villas, ciudades,
de quien serás ricahembra,
y darate a un ricohombre
por esposo, con quien seas
corona de tus pasados
y aumento de tus Taberas.
¿Qué respondes?
ESTRELLA
¿Qué respondo?
Lo que ves.
ARIAS
Aguarda, espera...
ESTRELLA
A tan livianos recados
da mi espalda la respuesta.
ARIAS
¡Notable valor de hermanos!
Los dos suspensos me dejan:
la gentilidad romana
Sevilla en los dos celebra.
Parece cosa imposible
que el Rey los contraste y venza,
pero porfía y poder
talan montes, rompen peñas.
Hablar quiero a esta crïada,
que las dádivas son puertas
para conseguir favores
de las Porcias y Lucrecias.
¿Eres crïada de casa?
MATILDE
Crïada soy, mas por fuerza.
ARIAS
¿Cómo por fuerza?
MATILDE
Que soy
esclava.
ARIAS
¿Esclava?
MATILDE
Y sujeta,
sin la santa libertad,
a muerte y prisión perpetua.
ARIAS
Pues yo haré que el Rey te libre
y mil ducados de renta
con la libertad te dé,
si en su servicio te empleas.
MATILDE
Por la libertad y el oro
no habrá maldad que no emprenda;
mira lo que puedo hacer,
que lo haré, como yo pueda.
ARIAS
Tú has de dar al Rey entrada
en casa esta noche.
MATILDE
Abiertas
todas las puertas tendrá,
como cumplas la promesa.
ARIAS
Una cédula del Rey
con su firma, y de su letra,
antes que entre te daré.
MATILDE
Pues yo le pondré en la mesma
cama de Estrella esta noche.
ARIAS
¿A qué hora Busto se acuesta?
MATILDE
A el alba viene a acostarse.
Todas las noches requiebra,
que este descuido en los hombres
infinitas honras cuesta.
ARIAS
¿Y a qué hora te parece
que venga el Rey?
MATILDE
Señor, venga
a las once, que ya entonces
estará acostada.
ARIAS
Lleva
esta esmeralda en memoria
de las mercedes que espera.
DON MANUEL
Goce vuestra señoría
la llave y cámara, y vea
el aumento que desea.
BUSTO
Saber pagalle querría
a su alteza la merced
que me hace sin merecella.
ÍÑIGO
Mucho merecéis, y en ella,
que no se engaña, creed,
el Rey.
BUSTO
Su llave me ha dado,
pero me hace de su cielo,
aunque me amenaza el suelo
viéndome tan levantado;
que como impensadamente
tantas mercedes me ha hecho,
que se ha de mudar sospecho
el que honra tan de repente.
ARIAS
A recoger, caballeros,
que quiere el Rey escribir.
DON MANUEL
Vamos, pues, a divertir
la noche.
REY
¿Que sus luceros
esta noche he de gozar,
don Arias?
ARIAS
[Sí.] La esclavilla
es estremada.
REY
Castilla
estatuas le ha de labrar.
ARIAS
Una cédula has de hacella.
REY
Ven, don Arias, a ordenalla,
que no dudaré en firmalla,
como mi amor lo atropella.
ARIAS
¡Buena queda la esclavilla,
a fe de noble!
REY
Recelo
que me vende el sol del cielo
en la Estrella de Sevilla.
JORNADA SEGUNDA
MATILDE
Solo será más seguro,
que todos reposan ya.
REY
¿Y Estrella?
MATILDE
Durmiendo está,
y el cuarto en que duerme, oscuro.
REY
Aunque decillo bastaba,
este es, mujer, el papel,
con la libertad en él;
que yo le daré otra esclava
a Busto.
ARIAS
El dinero y todo
va en él.
MATILDE
Dadme vuestros pies.
ARIAS
Todos con el interés
son, señor, de un mismo modo.
REY
Divina cosa es reinar.
ARIAS
¿Quién lo puede resistir?
REY
Al fin, solo he de subir,
para más disimular.
ARIAS
?
¿Solo te aventuras hoy?
REY
Pues, dime, aunque me aventuro
Y cuando no esté seguro,
¿conmigo mismo no voy?
Vete.
ARIAS
¿Dónde aguardaré?
REY
Desviado de la calle,
en parte donde te halle,
ARIAS
En San Marcos entraré.
REY
¿A qué hora Busto vendrá?
MATILDE
Viene siempre cuando al alba
los pájaros hacen salva,
y abierta la puerta está
hasta que él viene.
REY
El amor
me alienta a tan alta empresa.
MATILDE
Busque tras mí vuestra alteza
lo escuro del corredor.
.
BUSTO
Esta es mi posada.
ÍÑIGO
A Dios.
BUSTO
Es temprano para mí.
DON MANUEL
No habéis de pasar de aquí.
BUSTO
Basta.
ÍÑIGO
Tenemos los dos
cierta visita que hacer.
BUSTO
¿Qué os pareció Feliciana?
DON MANUEL
En el Alcázar mañana,
amigo, en esa mujer
hablaremos, que es figura
muy digna de celebrar.
BUSTO
Temprano me entro a acostar;
toda la casa está obscura.
¿No hay un paje? ¡Hola, Luján!
¡Osorio! ¡Juanico! ¡Andrés!
Todos duermen. ¡Justa! ¡Inés!
También ellas dormirán.
¡Matilde! También la esclava
se ha dormido; es dios el sueño,
y de los sentidos dueño.
MATILDE
Pienso que es el que llamaba
mi señor. Perdida soy.
REY
¿No dijiste que venía
al alba?
MATILDE
¡Desdicha es mía!
BUSTO
¡Matilde!
MATILDE
¡Ay, Dios! Yo me voy.
REY
No tengas pena.
BUSTO
¿Quién es?
REY
Un hombre
BUSTO
¡A estas horas hombre,
y en mi casa! Diga el nombre.
REY
Aparta.
BUSTO
No sois cortés;
y si pasa, ha de pasar
por la punta de esta espada;
que, aunque esta casa es sagrada,
la tengo de profanar.
REY
¡Ten la espada!
BUSTO
¿Qué es tener,
cuando el cuarto de mi hermana
de esta suerte se profana?
Quién sois tengo de saber,
o aquí os tengo de matar.
REY
Hombre de importancia soy,
¡déjame!
BUSTO
En mi casa estoy,
y en ella yo he de mandar.
REY
Déjame pasar, advierte
que soy hombre bien nacido;
y, aunque a tu casa he venido,
no es mi intención ofenderte,
sino aumentar más tu honor.
BUSTO
¿El honor así se aumenta?
REY
¡Corre tu honor por mi cuenta!
BUSTO
Por esta espada es mejor.
Y si mi honor procuráis,
¿cómo embozado venís?
¿Honrándome os encubrís?
¿Dándome honor os tapáis?
Vuestro temor os convenza,
cómo averiguado está,
que ninguno que honra da
tiene de dalle vergüenza.
¡Meted mano o vive Dios
que os mate!
REY
¡Necio apurar!
BUSTO
Aquí os tengo de matar
o me habéis de matar vos.
REY
(Direle quién soy.) Detente,
que soy el Rey.
BUSTO
(¡Es engaño!
¿El Rey procura mi daño,
solo, embozado y sin gente?)
No puede ser, y su alteza,
aquí, villano, ofendéis,
pues defecto en él ponéis,
que es una estraña bajeza.
¿El Rey había de estar
sus vasallos ofendiendo?
De nuevo de esto me ofendo,
por esto os he de matar,
aunque más me porfiéis;
y ya que a mí me ofendéis,
no en su grandeza pongáis
tal defecto, pues sabéis
que sacras y humanas leyes
condenan a culpa estrecha
al que imagina o sospecha
cosa indigna de los reyes.
REY
(¡Qué notable apurar de hombre!)
Hombre, digo que el Rey soy.
BUSTO
Menos crédito te doy,
porque aquí no viene el nombre
de rey con las obras, pues
es el rey el que da honor;
tú buscas mi deshonor.
REY
(Este es necio y descortés.
¿Qué he de hacer?)
BUSTO
(El embozado
es el Rey, no hay que dudar,
quiérole dejar pasar,
y saber si me ha afrentado
luego, que el alma me incita
la cólera y el furor,
que es como censo el honor,
que aunque le da, le quita.)
Pasa, cualquiera que seas,
y otra vez al Rey no infames,
ni el Rey, villano, te llames
cuando haces hazañas feas.
Mira que el Rey mi señor,
del África horror y espanto,
es cristianísimo y santo,
y ofendes tanto valor.
La llave me ha confiado
de su casa, y no podía
venir sin llave a la mía
cuando la suya me ha dado.
Y no atropelléis la ley,
mirad que es hombre en efecto,
esto os digo, y os respecto
porque os fingisteis el Rey.
Y de verme no os asombre
cuando, aunque quedo afrentado,
que un vasallo está obligado
a tener respecto al nombre.
Y sin más atropellallos
contra Dios y contra ley,
así aprenderá a ser Rey
del honor de sus vasallos.
REY
Ya no lo puedo sufrir,
que estoy confuso y corrido:
¡Necio!, ¿porque he fingido
ser el Rey me dejas salir?
Pues advierte que yo quiero,
porque dije que lo era,
salir de aquesta manera;
que, si libertad adquiero
porque aquí Rey me llamé,
y en mí respectas el nombre,
porque te admire y asombre,
en las obras lo seré.
Muere, villano, que aquí
aliento el nombre me da
de Rey, y él te matará.
BUSTO
Solo mi honor reina en mí.
CRIADOS
¿Qué es esto?
REY
(Escaparme quiero,
antes de ser conocido.
De este villano ofendido
voy, pero vengarme espero.)
CRIADOS
Huyó quien tu afrenta trata.
BUSTO
Seguidle, dadle el castigo...
Dejadle, que al enemigo
se ha de hacer puente de plata.
Dadle una luz a Matilde,
y entraos vosotros allá.
(Esta me vende, que está
avergonzada y humilde.
La verdad he de sacar
con una mentira cierta.)
Cierra de golpe esa puerta.
Aquí os tengo de matar;
todo el caso me ha contado
el Rey.
MATILDE
(Si él no guardó
el secreto, ¿cómo yo,
con tan infelice estado,
lo puedo guardar?) Señor,
todo lo que el Rey te dijo
es verdad.
BUSTO
(Ya aquí colijo
los defectos de mi honor.)
¿Que tú, al fin, al Rey le diste
entrada?
MATILDE
Me prometió
la libertad; y así yo,
por ella, como tú viste,
hasta este mesmo lugar
le metí.
BUSTO
Y , ¿sabe Estrella
algo de esto?
MATILDE
Pienso que ella
en sus rayos a abrasar
me viniera, si entendiera
mi concierto.
BUSTO
Cosa es clara,
porque, si acaso enturbiara
la luz, Estrella no fuera.
MATILDE
No permite su arrebol
eclipse, ni sombra obscura,
que es su luz, brillante y pura,
participada del sol.
A su cámara llegó;
y dándome este papel
entró el Rey, y tú tras él.
BUSTO
¿Cómo? ¿Este papel te dio?
MATILDE
Con mil ducados de renta,
y la libertad.
BUSTO
(¡Favor
grande! ¡A costa de mi honor!
¡Bien me engrandece y aumenta!)
Ven conmigo.
MATILDE
¿Dónde voy?
BUSTO
Vas a que te vea el Rey,
que así cumplo con la ley
y obligación en que estoy.
MATILDE
¡Ay, desdichada esclavilla!
BUSTO
Si el Rey la quiso eclipsar,
fama a España ha de quedar
de la Estrella de Sevilla.
REY
Esto, al fin, me ha sucedido.
ARIAS
Quisiste entrar solo.
REY
Ha andado
tan necio y tan atrevido,
que vengo, amigo, afrentado;
que sé que me ha conocido.
Metió mano para mí
con equívocas razones
y, aunque más me resistí,
las naturales acciones
con que como hombre nací,
del decoro me sacaron
que pide mi majestad.
Doy sobre él; pero llegaron
con luces, que la verdad
dijeran que imaginaron,
si la espalda no volviera,
temiendo el ser conocido;
y vengo de esta manera.
Lo que ves me ha sucedido,
Arias, con Busto Tabera.
ARIAS
Pague con muerte el disgusto;
degüéllale, vea el sol,
naciendo, el castigo justo,
pues en el orbe español
no hay más leyes que tu gusto.
REY
Matarle públicamente,
Arias, es yerro mayor.
ARIAS
Causa tendrás suficiente,
que en Sevilla es regidor,
y el más sabio y más prudente
no deja, señor, de hacer
algún delito, llevado
de la ambición y el poder.
REY
Es tan cuerdo y tan mirado,
que culpa no ha de tener.
ARIAS
Pues hazle, señor, matar
en secreto.
REY
Eso sí.
Mas ¿de quién podré fiar
este secreto?
ARIAS
De mí.
REY
No te quiero aventurar.
ARIAS
Pues yo darte un hombre quiero,
valeroso y gran soldado
como insigne caballero,
de quien el moro ha temblado
en el obelisco fiero
de Gibraltar, donde ha sido
muchas veces capitán,
victorioso y no vencido;
y hoy en Sevilla le dan,
por gallardo y atrevido,
el lugar primero, que es
de militares escuelas
el sol.
REY
¿Su nombre cómo es?
ARIAS
Sancho Ortiz de las Roelas,
y el Cid andaluz después.
REY
Ese al momento me llama,
pues ya quiere amanecer.
ARIAS
Ven a acostarte.
REY
¿Qué cama,
Arias, puede apetecer
quien está ofendido y ama?
Ese hombre llama al momento.
ARIAS
En el Alcázar está
un bulto pendiente al viento.
REY
¿Bulto, dices? ¿Qué será?
ARIAS
No será sin fundamento.
REY
Mira quién es.
ARIAS
¡La esclavilla,
con el papel en las manos!
REY
¿Hay tal rabia?
ARIAS
¿Hay tal mancilla?
REY
Mataré a los dos hermanos,
si se alborota Sevilla.
ARIAS
Mándale luego quitar,
y con decoro y secreto
también se puede enterrar.
¡Así se pierde el respecto!
Tabera no ha de quedar.
ESTRELLA
¿Qué es esto?
BUSTO
Echa ese marco.
ESTRELLA
Apenas el sol dormido
por los balcones del alba
sale pisando zafiros,
¿y me levantas del lecho
solo, triste y afligido?
¿Confuso estás y turbado?
Dime, ¿has visto algún delito
en que cómplice yo sea?
BUSTO
Tú me lo dirás si lo has sido.
ESTRELLA
¿Yo? ¿Qué dices? ¿Estás loco?
Dime si has perdido el juicio.
¿Yo delito? Mas ya entiendo
que tú lo has hecho en decillo,
pues solo con preguntallo
contra mí lo has cometido.
¿No me conoces? ¿No sabes
quién soy? ¿En mi boca has visto
palabras desenlazadas
del honor con que las rijo?
Porque si no has visto nada
que me pueda ser indicio,
¿Qué delito puede haber?
BUSTO
Sin ocasión no lo digo.
ESTRELLA
¿Sin ocasión?
BUSTO
¡Ay, Estrella!,
que esta noche en casa...
ESTRELLA
Dilo,
que si estuviere culpada,
luego me ofrezco al suplicio.
¿Qué hubo esta noche en casa?
BUSTO
Esta noche fue epiciclo
del Sol, que en ella esta noche
se trocó de estrella el signo.
ESTRELLA
Las llanezas del honor
no con astrólogo estilo
se han de decir. Habla claro,
y deja en sus zonas cinco
el Sol, que, aunque Estrella soy,
yo por el sol no me rijo.
BUSTO
Cuando partía la noche
con sus destemplados giros,
la campana de Las Cuevas,
lisonja del cielo empíreo,
entré en casa y topé en ella
cerca de tu cuarto mismo,
al Rey, solo y embozado.
ESTRELLA
¿Qué dices?
BUSTO
Verdad te digo.
Mira, Estrella, a aquestas horas
a qué pudo haber venido
el Rey a mi casa, solo,
si por Estrella no vino;
Matilde con él estaba,
que a los pasos y al rüido
se oyó que aunque entonces era
sabio el honor lince mío.
Metí mano, y «¿quién va?», dije.
Respondió: «Un hombre», y embisto
con él, y él, de mi apartado,
que era el Rey, Estrella, dijo.
Y, aunque le conocí luego,
híceme desentendido
en conocerte, que el cielo
darme sufrimiento quiso.
Embistiome como Rey,
enojado y ofendido;
que un Rey que embiste enojado
se trae su valor consigo.
Salieron pajes con luces,
y entonces, por no ser visto,
volvió la espalda, y no pudo
ser de nadie conocido.
Conjuré la esclava, y ella,
sin mostralle de Dionisio
los tormentos, confesó
las verdades, sin martirio.
Firmada la libertad
le dio en un papel que hizo
el Rey, que sabe el proceso
en que sus culpas fulmino.
Saquela de casa luego,
porque su aliento nocivo
no sembrara deshonor
por los nobles edificios;
Cogila a la puerta y luego,
puesta en los hombros, camino
al Alcázar, y en sus rejas
la colgué por su delito;
que quiero que el Rey conozca
que hay Brutos contra Tarquinos
Esto me ha pasado, Estrella,
nuestro honor está a peligro;
yo he de ausentarme por fuerza,
y es fuerza darte marido.
Sancho Ortiz lo ha de ser tuyo,
que con su amparo te libro
del rigor del Rey, y yo
libre, me pongo en camino.
ESTRELLA
¡Ay, Busto! Dame esa mano
por el favor recebido
que me has hecho.
BUSTO
Hoy has de serlo,
y así, Estrella, te apercibo
su esposa; guarda silencio,
porque importa al honor mío.
ESTRELLA
¡Ay, Amor, y qué ventura!
Ya estás de la venda asido;
no te has de librar. Mas ¿quién
sacó el fin por el principio,
si entre la taza y la boca
un sabio temió el peligro?
ARIAS
Ya en la antecámara aguarda
Don Sancho Ortiz de las Roelas.
REY
[................................... -arda]
Todo el amor es cautelas:
ya la piedad me acobarda.
En este papel sellado
traigo su nombre y su muerte,
y en este, que yo he mandado
matarle; de aquesta suerte
él quedará disculpado.
Hazle entrar y echa a la puerta
la loba y tú no entres.
ARIAS
¿No?
REY
No, porque quiero que advierta
que sé este secreto yo
solamente; que concierta
la venganza en mi deseo
más acomodada así.
ARIAS
Voy a llamarle.
REY
Ya veo,
amor, que no es este en mí
alto y glorioso trofeo;
SANCHO
Vuestra alteza a mis dos labios
les conceda los dos pies.
REY
Alzad, que os hiciera agravios.
Alzad.
SANCHO
Señor...
REY
(Galán es.)
SANCHO
no es mucho que yo, señor,
me turbe, no siendo aquí
retórico ni orador.
REY
Pues, decid, ¿qué veis en mí?
SANCHO
La majestad y el valor,
y, al fin, una imagen veo
de Dios, pues le imita el Rey;
y después de él, en vos creo,
a vuestra cesárea ley,
gran señor, aquí me empleo.
REY
¿Cómo estáis?
SANCHO
Nunca me he visto
tan honrado como estoy,
REY
Pues aficionado os soy
por prudente, y por bienquisto
REY
Porque estaréis con cuidado,
codicioso de saber
para lo que os he llamado,
decíroslo quiero, y ver
que en vos tengo un gran soldado.
A mí me importa matar
en secreto a un hombre, y quiero
este caso confiar
solo de vos, que os prefiero
a todos los del lugar.
SANCHO
¿Está culpado?
REY
Sí está.
SANCHO
Pues ¿cómo muerte en secreto
a un culpado se le da?
Poner su muerte en efecto
públicamente podrá
vuestra justicia, sin dalle
muerte en secreto, que así
vos os culpáis en culpalle,
pues dais a entender que aquí
sin culpa mandáis matalle;
Si ese humilde os ha ofendido
en leve culpa, señor,
que le perdonéis os pido.
REY
Para su procurador,
Sancho Ortiz, no habéis venido,
sino para dalle muerte;
y pues se la mando dar,
escondiendo el brazo fuerte,
debe a mi honor importar
matadle de aquesta suerte.
¿Merece el que ha cometido
crimen lese muerte?
SANCHO
En fuego.
REY
¿Y si crimen lese ha sido
el de este?
SANCHO
Que muera luego,
a voces, señor, os pido,
Y si es así la daré,
señor, a mi mismo hermano,
y en nada repararé.
REY
Dadme esa palabra y mano.
SANCHO
Y en ella el alma y la fe.
REY
Hallándole descuidado
puedes matarle.
SANCHO
Señor,
siendo Roela y soldado
¿me quieres hacer traidor?
¿Yo, muerte en caso pensado?
Cuerpo a cuerpo he de matalle
donde Sevilla lo vea,
en la plaza o en la calle,
que el que mata y no pelea
nadie puede disculpalle,
y gana más el que muere
a traición que el que le mata,
y el vivo, con cuantos trata,
su alevosía refiere.
REY
Matadle como queráis,
que este papel, para abono,
de mí firmado lleváis,
cualquier delito que hagáis.
Referirlo.
SANCHO
Dice así:
«Al que ese papel advierte,
Sancho Ortiz, luego por mí
y en mi nombre dadle muerte,
que yo por vos salgo aquí;
y si os halláis en aprieto,
por este papel firmado
sacaros de él os prometo.
Yo, el Rey». Estoy admirado
de que tan poco concepto
tenga de mí vuestra alteza.
¡Yo cédula! ¡Yo papel!
que más en vos que no en él
confía aquí mi nobleza.
Si vuestras palabras cobran
valor, que los montes labra,
y ellas cuanto dicen obran,
dándome aquí la palabra,
señor, los papeles sobran.
Rompedlo, porque sin él
la muerte le solicita
mejor, señor, que con él,
que en parte desacredita
vuestra palabra el papel.
Sin papel, señor, aquí
nos obligamos los dos,
y prometemos así,
yo, de vengaros a vos,
y vos, de librarme a mí;
Si es así, no hay que hacer
cédulas, que estorbo han sido;
yo os voy luego a obedecer,
y solo por premio os pido
para esposa la mujer
que yo eligiere.
REY
Aunque sea
ricafembra de Castilla,
os la concedo.
SANCHO
Posea
vuestro pie la alarbe silla;
el mar los castillos vea
gloriosos y dilatados
y por sus climas helados.
REY
Vuestros hechos excelentes,
Sancho, quedarán premiados.
En este papel va el nombre
del hombre que ha de morir;
cuando lo abráis, no os asombre;
mirad que he oído decir
en Sevilla que es muy hombre.
SANCHO
Presto, señor, lo sabremos.
REY
Los dos, Sancho, solamente,
este secreto sabemos;
no hay que advertiros, prudente
sois vos; obrad y callemos.
CLARINDO
¿Había de encontrarte,
cuando nuevas tan dulces vengo a darte?
Dame, señor, albricias
de las glorias mayores que codicias.
SANCHO
¿Agora de humor vienes?
CLARINDO
¿Cómo el alma en albricias no previenes?
SANCHO
¿Cúyo es éste?
CLARINDO
De Estrella,
que estaba más que el sol hermosa y bella,
Mandome que te diera
este papel y albricias te pidiera.
SANCHO
¿De qué?
CLARINDO
Del casamiento,
que se ha de efectuar luego al momento.
,
SANCHO
¡Qué dices! La alegría
me ha de matar. ¿Que Estrella ha de ser mía?
El hermoso lucero
del alba es para mí y el sol. Espero,
en los dorados rayos,
en abismos de luz pintar dos mayos.
«Esposo, ya ha llegado
el venturoso plazo deseado.
Mi hermano va a buscarte,
solo por darme vida y por premiarte.
Si del tiempo te acuerdas,
búscale luego, y la ocasión no pierdas.
Tu Estrella.» ¡Ay, forma bella!
¿Qué bien no he de alcanzar con tal Estrella?
Avisa al mayordomo
de la dichosa sujección que tomo,
y que saque al momento
las libreas que están para este intento
en casa reservadas,
y saquen las cabezas coronadas
mis lacayos y pajes
de hermosas pesadumbres de plumajes.
Y si albricias codicias,
toma aqueste jacinto por albricias,
que el sol también te diera,
cuando la piedra del anillo fuera.
CLARINDO
¡Vivas más que la piedra,
a tu esposa enlazando como hiedra:
y, pues tanto te precio,
vivas, señor, más años que no un necio!
SANCHO
Buscar a Busto quiero,
que entre deseos y esperanzas muero.
Mas con el nudo y gusto
me olvidaba del Rey, y no era justo.
Ya está el papel abierto.
Quiero saber quién ha de ser el muerto.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Válgame Dios! ¡Que esto quiera!
¡Tras una suerte, un azar!
Toda esta vida es jugar
una carteta imperfecta,
mal barajada y sujeta
a desdichas y a pesares;
que es toda en cientos y azares
como juego de carteta.
Pintada la suerte vi,
mas luego se despintó,
y el naipe se barajó
para darme muerte a mí.
Miraré si dice así;
pero yo no lo leyera
si el papel no le dijera.
Quiérole otra vez mirar.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Perdido soy! ¿Qué he de hacer,
que al Rey la palabra he dado
y a su hermana he de perder?
Sancho Ortiz, no puede ser:
¡viva Busto! Mas no es justo
que al honor contraste el gusto:
¡muera Busto!, ¡Busto muera!
Mas, detente, mano fiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Mas no puedo con mi honor
cumplir, si a mi amor acudo;
mas ¿quién resistirse pudo
de la fuerza del amor?
Morir me será mejor,
o ausentarme, de manera
que sirva al Rey y él no muera.
¡Mas quiero al Rey agradar!
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¿Si le mata por Estrella
el Rey, que servilla trata?
Sí, por Estrella le mata,
pues no muera aquí por ella.
Ofendella y defendella
quiero. Mas soy caballero,
y no he de hacer lo que quiero,
sino lo que debo hacer.
Pues ¿qué debo obedecer?
La ley que fuere primero;
mas no hay ley que [a] aquesto obligue.
Mas sí hay, que, aunque injusto el Rey,
y a él después Dios le castigue.
Mi loco amor se mitigue,
que, aunque me cueste disgusto,
acudir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Pues ya no hay quien decir quiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Perdóneme, Estrella hermosa,
que no es pequeño castigo
perderte y ser tu enemigo.
¿Qué he de hacer? ¿Puedo otra cosa?
BUSTO
Cuñado, suerte dichosa
he tenido en encontraros.
SANCHO
(Y yo desdicha en hallaros,
porque me buscáis aquí
para darme vida a mí,
pero yo para mataros.)
BUSTO
Ya, hermano, el plazo llegó
de vuestras dichosas bodas.
SANCHO
(Mas de mis desdichas todas,
decirte pudiera yo.
¡Oh, válgame Dios! ¿Quién se vio
jamás en tanto pesar?
¡Que aquí tengo de matar
al que más bien he querido!
¡Que a su hermana haya perdido!
¡Que con todo he de acabar!)
Ya por escritura estáis
casado con doña Estrella.
SANCHO
Casarme quise con ella,
mas ya no, aunque me la dais.
BUSTO
¿Conoceisme? ¿Así me habláis?
SANCHO
Por conoceros, aquí
os hablo, Tabera, así.
BUSTO
Si me conocéis Tabera,
¿cómo habláis de esa manera?
SANCHO
Hablo, porque os conocí.
BUSTO
Habréis en mí conocido
sangre, nobleza y valor,
y virtud, que es el honor;
que sin ella honor no ha habido;
y estoy, Sancho Ortiz, corrido.
SANCHO
Más lo estoy yo.
BUSTO
¿Vos? ¿De qué?
SANCHO
De hablaros.
BUSTO
Pues si en mi honor y mi fe
algún defecto advertís,
como villano mentís,
y aquí os lo sustentaré.
SANCHO
¿Qué has de sustentar, villano?
(Perdone amor, que el exceso
del Rey me ha quitado el seso,
y es el resistirme en vano.)
BUSTO
¡Muerto soy! ¡Detén la mano!
SANCHO
¡Ay, que estoy fuera de mí,
y sin sentido te herí!
Mas aquí, hermano, te pido
que ya que cobré el sentido,
que tú me mates a mí.
Quede tu espada envainada
en mi pecho, abre con ella
puerta al alma.
BUSTO
A doña Estrella
os dejo, hermano, encargada.
A Dios.
SANCHO
Rigurosa espada,
sangrienta y fiera homicida,
si me has quitado la vida,
acábame de matar,
porque le pueda pagar
el alma por otra herida.
DON PEDRO
¿Qué es esto? ¡Detén la mano!
BUSTO
¿Cómo, si a mi vida he muerto?
FARFÁN
¡Hay tan grande desconcierto!
DON PEDRO
¿Qué es esto?
SANCHO
He muerto a mi hermano.
Soy un Caín sevillano,
que, vengativo y cruel,
maté un inocente Abel.
Veisle aquí. Matadme aquí,
que pues él muere por mí,
yo quiero morir por él.
ARIAS
¿Qué es esto?
SANCHO
Un fiero rigor,
que tanto en los hombres labra
una cumplida palabra,
y un acrisolado honor.
Decidle al Rey mi señor
que tienen los sevillanos
las palabras en las manos,
como lo veis, pues por ellas
atropellan las estrellas,
y no hacen caso de hermanos.
DON PEDRO
¡Dio muerte a Busto Tabera!
ARIAS
¿Hay tan temerario exceso?
SANCHO
Prendedme, llevadme preso,
que es bien que el que mata muera.
Mirad qué hazaña tan fiera
me hizo el amor intentar,
ypues me ha obligado a matar,
y me ha obligado a morir,
pues por él vengo a pedir
la muerte que él me ha de dar.
DON PEDRO
Llevadle a Trïana preso,
porque la ciudad se altera.
SANCHO
¡Amigo Busto Tabera!
FARFÁN
Este hombre ha perdido el seso.
SANCHO
Dejadme llevar en peso,
señores, el cuerpo helado,
en noble sangre bañado,
que así su Atlante seré,
y entre tanto le daré
la vida que le he quitado.
DON PEDRO
Loco está.
SANCHO
Yo, si atropello
mi gusto, guardo la ley:
esto, señor, es ser Rey,
y esto, señor, es no sello.
Entendello y no entendello
importa, pues yo lo callo;
yo lo maté, no hay negallo,
mas el porqué no diré;
otro confiese el porqué,
pues yo confieso el matallo.
ESTRELLA
No sé si me vestí bien,
como me vestí de prisa,
dame, Teodora, ese espejo.
TEODORA
Verte, señora, en ti misma
puedes, porque no hay cristal
que tantas verdades diga,
ni de hermosura tan grande
haga verdadera cifra.
ESTRELLA
Alterado tengo el rostro,
y la color encendida.
TEODORA
Es, señora, que la sangre
se ha asomado a las mejillas
entre temor y vergüenza,
solo a celebrar tus dichas.
ESTRELLA
Ya me parece que llega,
bañado el rostro de risa,
mi esposo a darme la mano,
entre mil tiernas caricias.
Ya me parece que dice
mil ternezas y que, oídas,
sale el alma por los ojos,
disimulando sus niñas.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta ha sido, Teodora, estrella mía!
TEODORA
Parece que gente suena.
Todo el espejo. De envidia,
el cristal, dentro la hoja
de una luna hizo infinitas.
ESTRELLA
¿Quebrose?
TEODORA
Señora, sí.
ESTRELLA
Bien hizo, porque imagina
que aguardo el cristal, Teodora,
en que mis ojos se miran.
Y pues tal espejo aguardo,
quiébrese el espejo, amiga,
que no quiero con él
este de espejo me sirva.
CLARINDO
Ya aquesto sueña señora
a gusto y volatería,
que las plumas del sombrero
los casamientos publican.
A mi dueño di el papel,
y diome aquesta sortija
en albricias.
ESTRELLA
Pues yo quiero
feriarte aquestas albricias.
Dámela y toma por ella
este diamante.
CLARINDO
Partida
está por medio la piedra.
Será de melancolía,
que los jacintos padecen
de ese mal, aunque le quitan.
Partida por medio está.
ESTRELLA
No importa que esté partida,
que es bien que las piedras sientan
mis contentos y alegrías.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta, amigos, ha sido estrella mía!
TEODORA
Gran tropel suena en los patios.
CLARINDO
Y ya la escalera arriba
parece que sube gente.
ESTRELLA
¿Qué valor hay que resista
al placer? ¿Pero qué esto?
DON PEDRO
Los desastres y desdichas
se hicieron para los hombres,
que es mar de llanto esta vida.
El señor Busto Tabera
es muerto.
ESTRELLA
¡Suerte enemiga!
DON PEDRO
El consuelo que aquí os queda
es que está el fiero homicida,
Sancho Ortiz de las Roelas
preso y de él se hará justicia
mañana sin falta.
ESTRELLA
Dejadme, gente enemiga,
que en vuestras lenguas traéis
de los infiernos las iras.
¡Mi hermano es muerto y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿Hay quién lo diga?
¿Hay quién lo escuche y no muera?
Piedra soy, pues estoy viva.
¡Ay, riguroso día!
¡Esta, amigos, ha sido Estrella mía!
Pero si hay piedad humana,
matadme.
DON PEDRO
El dolor le priva,
y con razón.
ESTRELLA
¡Desdichada
ha sido la estrella mía!
¡Mi hermano es muerto, y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿De quién divida
tres almas de un corazón?
Dejadme, que estoy perdida.
DON PEDRO
Ella está desesperada.
FARFÁN
¡Infeliz beldad!
DON PEDRO
Seguidla.
CLARINDO
Señora...
ESTRELLA
Déjame, ingrato,
sangre de aquel fatricida.
Y pues acabo con todo,
quiero acabar con la vida.
¡Ay, riguroso día!
Esta ha sido, Teodora, estrella mía.
JORNADA TERCERA
DON PEDRO
Confiesa que le mató,
mas no confiesa por qué.
REY
¿No dice qué le obligó?
FARFÁN
Solo responde: «No sé»;
y es gran confusión.
REY
¿Dice si le dio ocasión?
DON PEDRO
Señor, de ninguna suerte.
ARIAS
¡Temeraria confusión!
DON PEDRO
Dice que le dio la muerte,
no sabe si es con razón.
FARFÁN
Solo confiesa matalle,
porque matalle juró.
ARIAS
Ocasión debió de dalle.
DON PEDRO
Dice que no se la dio.
REY
Volved de mi parte a hablalle;
y decidle que yo digo
que luego el descargo dé,
y decid que soy su amigo,
y su enemigo seré
en el rigor y castigo.
Declare por qué ocasión
dio muerte a Busto Tabera,
y en sumaria información,
dé del delito razón.
antes que de necio muera.
Diga quién se lo mandó,
y por quién le dio la muerte,
o qué ocasión le movió
a hacello, que de esta suerte
oiré su descargo yo,
o que a morir se aperciba.
DON PEDRO
Eso es lo que más desea.
El sentimiento le priva,
viendo una hazaña tan fea,
tan avara y tan esquiva,
está sin juicio.
REY
¿No se queja
de ninguno?
FARFÁN
No, señor.
Con su pesar se aconseja.
Notable y raro valor.
Los cargos ajenos deja,
y a sí se culpa, no más.
REY
No se habrá visto en el mundo
tales dos hombres jamás.
Cuando su valor confundo
me van apurando más.
De mi parte le decid
que diga que quién le dio
la muerte, y le persuadió
a ello, le prevenid
que declare, aunque sea yo.
Si no confiesa, al momento
en un teatro mañana
dará a Sevilla escarmiento.
ARIAS
Yo voy pues.
DON MANUEL
Doña Estrella pide
para besaros la mano
licencia.
REY
¿Quién lo impide?
DON MANUEL
Gran señor, los ciudadanos.
REY
¡Bien con la razón se mide!
Dadme una silla y dejad
que entre ahora.
DON MANUEL
Voy por ella.
REY
Vendrá vertiendo beldad,
como en el cielo la estrella
sale tras la tempestad.
DON MANUEL
Ya está aquí,
REY
parece así su arrebol
el sol gallardo y gentil,
aunque por verano el sol
vierte rayos de marfil.
ESTRELLA
Cristianísimo don Sancho,
de Castilla rey ilustre,
por las hazañas notable,
heroico por las virtudes.
Una desdichada Estrella,
que sus claros rayos cubre
de este luto, que mi llanto
lo ha sacado en negras nubes,
justicia a pedirte vengo,
mas no que tú la ejecutes,
sino que en mi adbitrio dejes
que mi venganza se funde.
No doy lugar a mis ojos
que mis lágrimas enjuguen,
porque anegándome en ellas
mi sentimiento no culpes.
Quise a Tabera, mi hermano,
que sus sacras pesadumbres
ocupa, pisando estrellas
en pavimentos azules.
Como hermano me amparó,
y como a padre le tuve
la obediencia, y el respecto
en sus mandamientos puse.
Vivía con él contenta,
sin dejar que el sol injurie,
que aún rayos del sol no eran
a mis ventanas comunes.
Nuestra hermandad envidiaba
Sevilla, y todos presumen
que éramos los dos hermanos
que a una estrella se reducen.
Un tirano cazador
hace que el arco ejecute
el fiero golpe en mi hermano,
y nuestras glorias confunde.
Perdí hermano, perdí esposo;
sola he quedado, y no acudes
a la obligación de Rey,
sin que nadie te disculpe.
Hazme justicia, señor,
dame el homicida; cumple
con tu obligación en esto,
déjame que yo le juzgue.
REY
Sosegaos, y enjugad las luces bellas,
si no queréis que se arda mi palacio,
que en lágrimas del sol son las estrellas,
si cada rayo suyo es un topacio;
recoja el alba su tesoro en ellas,
si el sol recién nacido le da espacio,
y deja que los cielos las codicien,
que no es razón que aquí se desperdicien.
Tomad esta sortija, y en Trïana
allanad el castillo con sus señas;
pónganlo en vuestras manos, sed tirana
fiera con él de las hircanas peñas,
aunque a piedad y compasión villana,
nos enseñan volando las cigüeñas,
que es bien que sean, porque más asombre,
aves y fieras confusión del hombre.
ESTRELLA
ESTRELLA
Aquí, señor, virtud es avaricia,
que si en mí plata hubiera y oro hubiera,
luego de mi cabeza le arrancara,
y el rostro con fealdad obscureciera,
aunque en brasas ardientes le abrasara.
Si un Tabera murió, quedó un Tabera,
y si su deshonor está en mi cara,
yo le pondré de suerte con mis manos,
que espanto sea entre los más tiranos.
REY
Si a Sancho Ortiz le entregan, imagino
que con su mano misma ha de matalle,
¿Que en vaso tan perfecto y peregrino
permite Dios que la fiereza se halle?
¡Ved lo que intenta un necio desatino!
Yo incité a Sancho Ortiz: voy a libralle,
que amor que pisa púrpura de reyes,
a su gusto no más promulga leyes.
SANCHO
¿Algunos versos, Clarindo,
no has escrito a mi suceso ?
CLARINDO
¿Quién, señor, ha de escribir,
teniendo tan poco premio?
A las fiestas de la plaza,
muchos me pidieron versos,
y viéndome por las calles,
como si fuera maestro
de cortar o de coser,
me decían: «¿No está hecho
aquel recado?» Y me daban
más prisa que un rompimiento.
Y si qué comer tuviera,
excediera en el silencio
a Anaxágoras, y burla
de los latinos y griegos
ingenios hiciera.
DON PEDRO
Entrad.
CLARINDO
Que vienen, señor, sospecho,
estos a notificarte
la sentencia.
SANCHO
Pues de presto.
decid vosotros un tono.
Agora sí que deseo
morir, y quiero, cantando,
dar muestras de mi contento.
Fuera de que quiero dalles
a entender mi heroico pecho,
y que aún la muerte no puede
en él obligarme a menos.
CLARINDO
¡Notable gentilidad!
¿Qué más hiciera un tudesco,
llena el alma de lagañas,
de pipotes de lo añejo.
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se alarga el morir».
CLARINDO
¡Gallardo mote han cantado!
SANCHO
A propósito, discreto.
«No hay vida como la muerte
para el que vive muriendo».
DON PEDRO
¿Ahora es tiempo, señor,
de música?
SANCHO
Pues, ¿qué tiempo
de mayor descanso pueden
tener en su mal los presos?
FARFÁN
Cuando la muerte por horas
le amenaza y por momentos
la sentencia está aguardando
del fulminado proceso,
¿con música se entretiene?
SANCHO
Soy cisne y la muerte espero
cantando.
FARFÁN
Llegado ha el plazo.
SANCHO
Las manos y pies os beso
por las nuevas que me dais.
¡Dulce día! A mi deseo
DON PEDRO
Sancho Ortiz de las Roelas,
¿vos confesáis que habéis muerto
a Busto Tabera?
SANCHO
Sí,
y aquí a voces lo confieso.
Buscad bárbaros castigos,
inventad nuevos tormentos,
porque en España se olviden
de Fálaris y Majencio.
FARFÁN
¿Pues, sin daros ocasión
le matasteis?
SANCHO
Yo le he muerto.
Esto confieso, y la causa
pues tan callada la tengo.
Si hay alguno que lo sepa,
dígalo, que yo no entiendo
por qué murió. Solo sé
que le maté sin saberlo.
DON PEDRO
Pues parece alevosía
matarle sin causa.
SANCHO
Es cierto
que la dio, pues que murió.
DON PEDRO
¿A quién ?
SANCHO
A quien me ha puesto
en el estado en que estoy,
que es en el último estremo.
DON PEDRO
¿Quién es?
SANCHO
No puedo decirlo,
porque me encargó el secreto,
que, como rey en las obras,
he de serlo en el silencio.
Y para matarme a mí,
basta saber que le he muerto,
sin preguntarme el porqué.
DON ARIAS
Señor Sancho Ortiz, yo vengo
aquí, en nombre de su alteza,
a pediros que a su ruego
confeséis quién es la causa
de este loco desconcierto;
si lo hicisteis por amigos,
por mujeres o por deudos,
o por algún poderoso
y grande de aquestos reinos;
y si tenéis de su mano
papel, resguardo o concierto,
escrito o firmado, al punto
lo manifestéis, haciendo
lo que debéis.
SANCHO
Si lo hago,
no haré, señor, lo que debo.
Decidle a su Alteza, amigo,
que cumplo lo que prometo;
y si él es don Sancho el Bravo,
yo ese mismo nombre tengo.
Decidle que bien pudiera
tener papel, mas me afrento
de que papeles me pida,
habiendo visto rompellos.
Yo maté a Busto Tabera;
y aunque aquí librarme puedo,
no quiero, por entender
que alguna palabra ofendo.
Rey soy en cumplir la mía,
y lo prometido he hecho;
y quien promete, también
es razón haga lo mesmo.
Haga quien se obliga hablando.
pues yo me he obligado haciendo
ARIAS
Si en vuestra boca tenéis
el descargo, es desconcierto
negarlo.
SANCHO
Yo soy quien soy,
y siendo quien soy, me venzo
a mí mismo con callar,
y a alguno que calla afrento;
quien es quien es, haga obrando
como quien es, y con esto,
de aquesta suerte los dos
como quien somos haremos.
ARIAS
Eso le diré a su alteza.
DON PEDRO
Vos, Sancho Ortiz, habéis hecho
un caso muy mal pensado,
y anduvisteis poco cuerdo.
FARFÁN
Al cabildo de Sevilla
habéis ofendido, y puesto
a su rigor vuestra vida,
y en su furor vuestro cuello.
CLARINDO
¿Es posible que consientas
tantas injurias?
SANCHO
Consiento
que me castiguen los hombres,
y que me confunda el cielo.
Y ya, Clarindo, comienza.
¿No oyes un confuso estruendo?
Braman los aires, armados
de relámpagos y truenos.
Uno baja sobre mí
como culebra, esparciendo
círculos de fuego aprisa.
CLARINDO
Pienso que has perdido el seso.
Quiero seguille el humor.
SANCHO
¡Que me abraso!
CLARINDO
¡Que me quemo!
SANCHO
¿Cogiote el rayo también?
CLARINDO
¿No me ves cenizas hecho?
SANCHO
¡Válame Dios!
CLARINDO
Sí, señor,
ceniza soy de sarmientos.
SANCHO
¿Ya estamos en la otra vida?
CLARINDO
Y pienso que en el infierno.
SANCHO
¿En el infierno, Clarindo?
¿En qué lo ves?
CLARINDO
En que veo,
señor, en aquel castillo
más de mil sastres mintiendo.
SANCHO
Bien dices que en él estamos,
que la Soberbia está ardiendo
sobre esa torre, formada
de arrogantes y soberbios.
Allí veo a la Ambición
tragando abismos de fuego.
CLARINDO
Y más adelante está
una legión de cocheros.
SANCHO
Si andan coches por acá,
destruirán al infierno.
Pero si el infierno es,
¿cómo escribanos no vemos?
CLARINDO
No los quieren recebir,
porque acá no inventen pleitos.
SANCHO
Pues en él pleitos no hay,
bueno ha de ser el infierno.
CLARINDO
Bueno.
Allí está el tirano Honor,
cargado de muchos necios
que por la honra padecen.
SANCHO
Quiérome juntar con ellos.
–Honor, un necio y honrado
viene a ser criado vuestro,
por no exceder vuestras leyes.
–Mal, amigo, lo habéis hecho,
porque el verdadero honor
consiste ya en no tenerlo.
¡A mí me buscáis allá,
ya mil siglos que estoy muerto!
Dinero, amigo, buscad,
que el honor es el dinero.
¿Qué hicisteis? —Quise cumplir
una palabra.— Riendo
me estoy: ¿palabras cumplís?
Pareceis majadero,
que es ya el no cumplir palabras
bizarría en este tiempo.
—Prometí matar un hombre,
y le maté, airado, siendo
mi mayor amigo.— Malo.
CLARINDO
No es muy bueno.
SANCHO
No es muy bueno.
—Metedlo en un calabozo,
y condénese por necio.
—Honor, su hermana perdí,
y ya en su hacienda padezco.
—No importa.
CLARINDO
¡Válgame Dios!
Si más proseguir le dejo
ha de perder el juicio.
Inventar quiero un enredo.
SANCHO
¿Quién da voces? ¿Quién da voces?
CLARINDO
Da voces el Cancerbero,
portero de este palacio.
—¿No me conocéis?
SANCHO
Sospecho
que sí.
CLARINDO
Y vos, ¿quién sois?
SANCHO
¿Yo?
Un honrado.
CLARINDO
¿Y acá dentro
estáis? Salid noramala.
SANCHO
¿Qué decís?
CLARINDO
Salid presto,
que este lugar no es de honrado.
Asidle, llevadle preso
al otro mundo, a la cárcel
de Sevilla, por el viento.
—¿Cómo?— Tapados los ojos,
para que vuele sin miedo.
—Ya está tapado.— En sus hombros
al punto el Diablo Cojuelo
allá le ponga de un salto.
—¿De un salto? Yo soy contento.
—Camina, y lleva también
de la mano al compañero.
—Ya estáis en el mundo, amigo,
quedaos a Dios.— Con Dios quedo.
SANCHO
¿ Dios dijo?
CLARINDO
Sí señor, que
este demonio, primero
que lo fuese, fue cristiano,
bautizado, y es gallego
de Cal de Francos.
SANCHO
Parece
que de un éxtasis recuerdo.
¡Válgame Dios! ¡Ay, Estrella,
qué desdichada la tengo
sin vos! Mas si os perdí,
este castigo merezco.
ESTRELLA
Luego el preso me entregad.
ALCAIDE
Aquí está, señora, el preso,
y como lo manda el Rey,
en vuestras manos le entrego.
Señor Sancho Ortiz, su alteza
nos manda que le entreguemos
a esta señora.
ESTRELLA
Señor,
venid conmigo.
SANCHO
Agradezco
la piedad si es a matarme,
porque la muerte deseo.
ESTRELLA
Dadme la mano y venid.
CLARINDO
¿No parece encantamento?
ESTRELLA
¡Nadie nos sigue!
CLARINDO
Está bien.
¡Por Dios, que andamos muy buenos,
desde el infierno a Sevilla,
y de Sevilla al infierno!
Plegue a Dios que aquesta Estrella
se nos vuelva ya un lucero.
ESTRELLA
Ya os he puesto en libertad.
Idos, Sancho Ortiz, con Dios,
y advertid que uso con vos
de clemencia y de piedad.
Idos con Dios, acabad.
Libre estáis. ¿Qué os detenéis?
¿Qué miráis? ¿Qué os suspendéis?
Tiempo pierde el que se tarda.
Id, que el caballo os aguarda
en que escaparos podáis
Dineros tiene el criado
para el camino.
SANCHO
Señora,
dame esos pies.
ESTRELLA
Id, que ahora
no es tiempo.
SANCHO
Voy con cuidado.
Sepa yo quién me ha librado,
porque sepa agradecer
tal merced.
ESTRELLA
Una mujer,
vuestra aficionada soy,
que la libertad os doy
teniéndola en mi poder.
Id con Dios.
SANCHO
No he de pasar
de aquí, si no me decís
quién sois o no os descubrís.
ESTRELLA
No me da el tiempo lugar.
SANCHO
La vida os quiero pagar,
y la libertad también.
Yo he de conocer a quien
tanta obligación le debo,
para pagar lo que debo,
reconociendo este bien.
ESTRELLA
Una mujer principal
soy, y si más lo pondero,
la mujer que más os quiero,
y a quien vos queréis más mal.
Id con Dios.
SANCHO
[Yo] no haré tal,
si no os descubrís ahora.
ESTRELLA
Porque os vais, yo soy...
SANCHO
¡Señora!
¡Estrella del alma mía!
ESTRELLA
Estrella soy que te guía,
de tu vida precursora.
Vete, que amor atropella
la fuerza así del rigor,
que como te tengo amor,
te soy favorable Estrella.
SANCHO
¡Tú, resplandeciente y bella,
con el mayor enemigo!
¡Tú, tanta piedad conmigo!
Trátame con más crueldad,
que aquí es rigor la piedad,
porque es piedad el castigo.
Haz que la muerte me den;
no quieras, tan liberal,
con el bien hacerme mal
cuando está en mi mal el bien.
¡Darle libertad a quien
muerte a su hermano le dio!
No es justo que viva yo,
pues él padeció por mí;
que es bien que te pierda así
quien tal amigo perdió.
En libertad de esta suerte
me entrego a la muerte fiera,
porque si preso estuviera,
¿qué hacía en pedir la muerte?
ESTRELLA
Mi amor es más firme y fuerte,
y así la vida te doy.
SANCHO
Pues yo a la muerte me voy,
puesto que librarme quieres,
que, si haces como quien eres,
yo he de hacer como quien soy.
ESTRELLA
¿Por qué mueres?
SANCHO
Por vengarte.
ESTRELLA
¿De qué?
SANCHO
De mi alevosía.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Es valentía.
ESTRELLA
Ya no hay parte.
SANCHO
Amor es parte.
ESTRELLA
Es ofenderme.
SANCHO
Es amarte.
ESTRELLA
¿Cómo me amas?
SANCHO
Muriendo.
ESTRELLA
Antes me ofendes.
SANCHO
Viviendo.
ESTRELLA
Óyeme.
SANCHO
No hay qué decir.
ESTRELLA
¿Dónde vas?
SANCHO
Voy a morir,
pues con la vida te ofendo.
ESTRELLA
Vete y déjame.
SANCHO
No es bien.
ESTRELLA
Vive y líbrate.
SANCHO
No es justo.
ESTRELLA
¿Por quién mueres?
SANCHO
Por mi gusto.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Honor también.
ESTRELLA
¿Quién te acusa?
SANCHO
Tu desdén.
ESTRELLA
No lo tengo.
SANCHO
Piedra soy.
ESTRELLA
¿Estás en ti?
SANCHO
En mi honor estoy
y te ofendo con vivir.
ESTRELLA
Pues vete, loco, a morir,
que a morir tan bien me voy.
REY
¡Que no quiera confesar
que yo mandé darle muerte!
ARIAS
No he visto bronce más fuerte.
Todo su intento es negar.
Dijo al fin que él ha cumplido
su obligación, y que es bien
que cumpla la suya quien
le obligó comprometido.
REY
Callando quiere vencerme.
ARIAS
Y aun te tiene convencido.
REY
Él cumplió lo prometido.
en confusión vengo a verme
por no podelle cumplir
la palabra que enojado
le di.
ARIAS
Palabra que has dado,
no se puede resistir;
porque si debe cumplilla
un hombre ordinario, un Rey
le hace entre sus labios ley,
y a la ley todo se humilla.
REY
Es verdad, cuando se mide
con la natural razón
la ley.
ARIAS
Es obligación.
El vasallo no la pide
al rey. Solo ejecutar,
sin vello y averiguallo,
debe la ley el vasallo,
y el rey debe consultar.
Tú esta vez la promulgaste
en un papel, y pues él
la ejecutó sin papel,
a cumplilla te obligaste
la ley que hiciste en mandalle
matar a Busto Tabera,
que, si por tu ley no fuera,
él no viniera a matalle.
REY
Pues, ¿he de decir que yo
darle la muerte mandé
y que tal crueldad usé
con quien jamás me ofendió?
El cabildo de Sevilla,
viendo que la causa fui,
Arias, ¿qué dirá de mí?
Y ¿qué se dirá en Castilla,
cuando don Alonso en ella
me está llamando tirano,
y el Pontífice Romano
con censuras me atropella?
La parte de mi sobrino
vendrá a esforzar, por ventura,
y su amparo la asegura.
Falso mi intento imagino.
También, si dejo morir
a Sancho Ortiz, es bajeza.
¿Qué he de hacer?
ARIAS
Puede tu alteza
con halagos persuadir
a los alcaldes mayores,
y pedilles con destierro
castiguen su culpa y yerro,
atropellando rigores.
Pague Sancho Ortiz. Así
vuelves, gran señor, por él,
y, ceñido de laurel,
premiado queda de ti.
Puedes hacerle, señor,
general de una frontera.
REY
Bien dices. Pero si fuera
ya ejecutado el rigor
con él doña Estrella ya,
a quien mi anillo le di,
¿cómo lo haremos aquí?
ARIAS
Todo se remediará.
Y en tu nombre iré a prendella
por causa que te ha movido,
y sin gente y sin rüido
traeré al Alcázar a Estrella.
Aquí la persuadirás
a tu intento, y porque importe,
con un grande de la corte
casarla, señor, podrás;
que su virtud y nobleza
merece un alto marido.
REY
¡Cómo estoy arrepentido,
don Arias, de mi flaqueza!
Bien dice un sabio que aquel
era sabio solamente
que era en la ocasión prudente,
como en la ocasión crüel.
Ve luego a prender a Estrella,
pues de tanta confusión
me sacas, con su prisión,
que pienso casar con ella,
para venirla a aplacar,
un ricohome de Castilla,
y a poderla dar mi silla,
la pusiera en mi lugar;
que tal hermano y hermana
piden inmortalidad.
ARIAS
La gente de esta ciudad
obscurecen la romana.
ALCAIDE
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Pedro de Caus, ¿qué causa
os trae a mis pies?
ALCAIDE
Señor,
este anillo con sus armas,
¿no es de vuestra alteza?
REY
Sí.
Este es previlegio y salva
de cualquier crimen que hayáis
cometido.
ALCAIDE
Fue a Trïana,
invicto señor, con él
una mujer muy tapada,
diciendo que vuestra alteza
que le entregara mandaba
a Sancho Ortiz. Consultele
tu mandato con las guardas
y el anillo juntamente,
y todos que le entregara
me dijeron. Dile luego,
pero, en muy poca distancia,
Sancho Ortiz, dando mil voces,
pide que las puertas abra
del castillo, como loco.
«No he de hacer lo que el rey manda»
-decía- y «Quiero morir,
que es bien que muera quien mata».
La entrada le resistí,
pero, como voces tantas
daba, fue abrirle fuerza.
Entró, donde alegre aguarda
la muerte.
REY
No he visto gente
más gentil ni más cristiana
que la de esta ciudad: callen
bronces, mármoles y estatuas.
ALCAIDE
La mujer dice, señor,
que la libertad le daba
y que él no quiso admitilla
por saber que era la hermana
de Busto Tabera, a quien
dio la muerte.
REY
Más me espanta
lo que me decís agora.
En sus grandezas agravian
la mesma naturaleza.
Ella, cuando más ingrata
había de ser, le perdona,
le libra, y él, por pagarla
el ánimo generoso,
se volvió a morir. Si pasan
más adelante sus hechos,
dé la vida eternas planchas.
Vos, Pedro de Caus, traedme
con gran secreto al Alcázar
a Sancho Ortiz en mi coche,
escusando estruendo y guardas.
ALCAIDE
Voy a servirte.
CRIADO
Aquí
ver a vuestra alteza aguardan
sus dos alcaldes mayores.
REY
Decid que entren con sus varas.
Yo, si puedo, a Sancho Ortiz
he de cumplir la palabra,
sin que mi rigor se entienda.
DON PEDRO
Ya, gran señor, sustanciada
la culpa, pide el proceso
la sentencia.
REY
Sustanciadla,
solo os pido que miréis,
pues sois padres de la patria,
su justicia, y la clemencia
muchas veces la aventaja.
Regidor es de Sevilla
Sancho Ortiz, si es el que falta
regidor, uno piedad
pide, si el otro venganza.
FARFÁN
Alcaldes mayores somos
de Sevilla, y hoy nos cargan
en nuestros hombros, señor,
su honor y su confianza.
Estas varas representan
a vuestra Alteza, y si tratan
mal vuestra planta divina,
ofenden a vuestra estampa.
Derechas miran a Dios,
y, si se doblan y bajan,
miran al hombre, y del cielo,
en torciéndose, se apartan.
REY
No digo que las torzáis,
sino que equidad se haga
en la justicia.
DON PEDRO
Señor,
la causa de nuestras causas
es vuestra Alteza: en su fiat
penden nuestras esperanzas.
Dadle la vida y no muera,
pues nadie en los reyes manda,
Dios en los reyes, y Dios
de los Saúles traslada
en los humildes Davides
las coronas soberanas.
REY
Entrad, y ved la sentencia
que da por disculpa, y salga
al suplicio Sancho Ortiz,
como las leyes lo tratan.
(Vos, don Pedro de Guzmán,
escuchadme una palabra
aquí aparte.)
DON PEDRO
Pues, ¿qué es
lo que vuestra Alteza manda?
REY
Dando muerte a Sancho, amigo
don Pedro, no se restaura
la vida al muerto, y querría,
evitando la desgracia
mayor, que le desterremos
a Gibraltar o a Granada,
donde en mi servicio tenga
una muerte voluntaria.
¿Qué decís?
DON PEDRO
Que soy don Pedro
de Guzmán y a vuestras plantas
me tenéis. Vuestra es mi vida,
vuestra es mi hacienda y espada.
REY
Dadme esos brazos, don Pedro
de Guzmán, que no esperaba
yo menos de un pecho noble.
Id con Dios. Haced que salga
luego Farfán de Ribera.
FARFÁN
Montes la lisonja allana.
Aquí a vuestros pies estoy.
REY
Farfán de Ribera, estaba
con pena de que muriera
Sancho Ortiz, mas ya se trata
de que en destierro se trueque
la muerte, y será más larga,
porque será mientras viva.
Vuestro parecer me falta
para que así se pronuncie
cosa de más importancia.
FARFÁN
Mande a Farfán de Ribera
vuestra alteza, sin que en nada
repare, que mi lealtad
en servirle no repara
en cosa alguna.
REY
En fin sois
Ribera en quien vierte el alba
flores de virtudes bellas,
que os guarnecen y acompañan.
Id con Dios.
Bien negocié.
Hoy de la muerte se escapa
Sancho Ortiz, y mi promesa,
sin que se entienda, se salva.
Haré que por general
de alguna frontera vaya,
con que le destierro y premio.
DON PEDRO
Ya está, gran señor, firmada
la sentencia, y que la vea
solo vuestra Alteza falta.
REY
Habrá la sentencia sido
como yo lo deseaba
de tan grandes caballeros.
FARFÁN
Nuestra lealtad nos ensalza.
REY
«Fallamos y pronunciamos
que le corten en la plaza
la cabeza.»—¿Esta sentencia
es la que traéis firmada?
¿Así, villanos, cumplís
a vuestro Rey la palabra?
¡Vive Dios!
FARFÁN
Lo prometido,
con las vidas, con las armas
cumplirá el menor de todos,
como ves, como arrimada
la vara tengo: con ella,
por las potencias humanas,
por la tierra, por el cielo,
¡que ninguno de ellos haga
cosa mal hecha o mal dicha!
DON PEDRO
Como a vasallos nos manda,
mas como alcaldes mayores,
no pidas injustas causas,
que aquello es estar sin ellas,
y aquesto es estar con varas,
y el cabildo de Sevilla
es quien es.
REY
Bueno está. Basta,
que todos me avergonzáis.
ARIAS
Ya esta aquí Estrella.
REY
Don Arias,
¿qué he de hacer?, ¿qué me aconsejas,
entre confusiones tantas?
ALCAIDE
Ya Sancho Ortiz está aquí.
SANCHO
Gran señor, ¿por qué no acabas
con la muerte, mis desdichas,
con tu rigor, mis desgracias?
Yo maté a Busto Tabera.
Mátame. Muera quien mata.
Haz, señor, misericordia
haciendo justicia.
REY
Aguarda,
¿quién te mandó dar la muerte?
SANCHO
Un papel.
REY
¿De quién?
SANCHO
Si hablara
el papel, él lo dijera,
que es cosa evidente y clara,
mas los papeles rompidos
dan confusas las palabras.
Solo sé que di la muerte
al hombre que más amaba,
por haberlo prometido.
Mas aquí a tus pies aguarda
Estrella mi muerte heroica,
aún no es bastante venganza.
REY
Estrella, yo os he casado
con un grande de mi casa,
mozo, galán, y en Castilla
príncipe y señor de salva,
y en premio de esto os pedimos
con su perdón nuestra gracia,
que no es justo que se niegue.
ESTRELLA
Ya, señor, si estoy casada,
vaya libre Sancho Ortiz.
No ejecutes mi venganza.
SANCHO
¿Al fin me das el perdón
porque su Alteza te casa?
ESTRELLA
Sí, por eso te perdono.
SANCHO
¿Y quedáis así vengada
de mi agravio?
ESTRELLA
Y satisfecha.
SANCHO
Pues porque tus esperanzas
se logren, la vida acepto,
aunque morir deseaba.
REY
Id con Dios.
FARFÁN
Mirad, señor,
que así Sevilla se agravia,
y debe morir.
REY
¿Qué haré,
que me apuran y acobarda
esta gente?
DON ARIAS
Hablad.
REY
Sevilla,
matadme a mí, que fui causa
de esta muerte. Yo mandé
matalle, y aquesto basta
para su descargo.
SANCHO
Solo
ese descargo aguardaba
mi honor, que el Rey me mandó
matarle, que yo una hazaña
tan fiera no cometiera,
si el Rey no me lo mandara.
REY
Digo que es verdad.
FARFÁN
Así
Sevilla se desagravia,
que pues mandastis matalle,
sin duda os daría causa.
REY
Admirado me ha dejado
la nobleza sevillana.
SANCHO
Yo a cumplir salgo el destierro,
cumpliéndome otra palabra
que me distis.
REY
Yo la ofrezco.
SANCHO
Yo dije que aquella dama
por mujer habías de darme
que yo quisiera.
REY
Así pasa.
SANCHO
Pues a doña Estrella pido,
y aquí a sus divinas plantas
el perdón de mi error pido.
ESTRELLA
Sancho Ortiz, yo estoy casada.
SANCHO
¿Casada?
ESTRELLA
Sí.
SANCHO
Yo estoy muerto.
REY
Estrella, esta es mi palabra.
Rey soy, y debo cumplirla.
¿Qué me respondéis?
ESTRELLA
Que se haga
vuestro gusto. Suya soy.
SANCHO
Yo soy suyo.
REY
Ya ¿qué falta?
SANCHO
La conformidad.
ESTRELLA
Pues esa
jamás podremos hallarla
viviendo juntos.
SANCHO
Lo mesmo
digo yo, y por esta causa
de la palabra te absuelvo.
ESTRELLA
Yo te absuelvo la palabra,
que ver siempre al homicida
de mi hermano en mesa y cama
me ha de dar pena.
SANCHO
Y a mí
estar siempre con la hermana
del que maté injustamente,
queriéndolo como al alma.
ESTRELLA
¿Pues libres quemas?
SANCHO
Sí.
ESTRELLA
Pues a Dios.
SANCHO
A Dios.
REY
Aguarda.
ESTRELLA
Señor, no ha de ser mi esposo
hombre que a mi hermano mata,
aunque le quiero y adoro.
SANCHO
Y yo, señor, por amarla.
no es justicia que lo sea.
REY
¡Grande fe!
ARIAS
¡Grande constancia!
CLARINDO
Más me parece locura.
REY
Toda esta gente me espanta.
DON PEDRO
Tiene esta gente Sevilla.
REY
Casarla pienso, y casarla
como merece.
CLARINDO
Y aquí
esta tragedia os consagra
Lope, dando a La Estrella
de Sevilla eterna fama,
cuyo prodigioso caso
inmortales bronces guarda.
LA ESTRELLA DE SEVILLA COMEDIA FAMOSA
JORNADA PRIMERA
REY
Muy agradecido estoy
al cuidado de Sevilla,
y conozco que en Castilla
ya soberano Rey soy.
Desde hoy reino, pues desde hoy
Sevilla me honra y ampara,
que es cosa evidente y clara,
y es averiguada ley
que en ella no fuera rey,
si en Sevilla no reinara.
Del gasto y recebimiento,
del aparato en mi entrada,
si no la dejo pagada,
no puedo quedar contento.
Mi corte tendrá su asiento
en ella, y no es maravilla
que la corte de Castilla
de asiento en Sevilla esté,
que en Castilla reinaré
mientras reinare en Sevilla.
DON PEDRO
Hoy sus alcaldes mayores
agradecidos pedimos
tus pies, porque recebimos
en su nombre tus favores.
Jurados y regidores
ofrecen con voluntad
su riqueza y su lealtad,
y el cabildo lo desea,
con condición que no sea
en daño de tu ciudad.
REY
Yo quedo muy satisfecho.
DON PEDRO
Las manos nos da a besar.
REY
Id, Sevilla, a descansar,
que con mi gozo habéis hecho
como quien sois, y sospecho
que vuestro amparo ha de hacerme
rey de Gibraltar , que duerme
descuidado en las colunas,
y con prósperas fortunas
haré que de mí se acuerde.
FARFÁN
Con su audiencia y con su gente
Sevilla en tan alta empresa
le servirá a vuestra alteza,
ofreciendo juntamente
las vidas.
DON ARIAS
Así lo siente,
señor Farfán de los dos,
y satisfecho de vos
su alteza, y de su deseo.
REY
Todo, Sevilla, lo creo,
y lo conozco. Id con Dios.
DON ARIAS
¿Qué te parece, señor,
de Sevilla?
REY
Parecido
me ha tan bien que hoy he sido
solo rey.
DON ARIAS
Mucho mejor,
mereciendo tu favor,
señor, te parecerá
cada día.
REY
Claro está,
que ciudad tan rica y bella,
viviendo de espacio en ella,
más de espacio admirará.
DON ARIAS
El adorno y las grandezas
de las calles, no sé yo
si Augusto en Roma las vio,
ni , creo, tantas riquezas.
REY
Y las divinas bellezas,
¿por qué en silencio las pasas?
¿Cómo limitas y tasas
sus celajes y arreboles?
Y di, ¿cómo en tantos soles
como Faetón no te abrasas?
DON ARIAS
Doña Leonor de Ribera
todo un cielo parecía,
que de su rostro nacía
el sol de la primavera.
REY
Sol es, si blanca no fuera,
y a un sol con rayos de nieve
poca alabanza se debe,
si en vez de abrasar, enfría.
Sol que abrasase querría,
no sol que helado se bebe.
DON ARIAS
Doña Elvira de Guzmán,
que es la que a su lado estaba
¿qué te pareció?
REY
Que andaba
muy prolijo el alemán,
pues de dos en dos están
juntas las blancas ansí.
DON ARIAS
Un maravedí vi allí.
REY
Aunque amor anda tan franco,
por maravedí tan blanco
no diera un maravedí.
DON ARIAS
Doña Teodora de Castro
es la que viste de verde.
REY
Bien en su rostro se pierde
el marfil y el alabastro.
DON ARIAS
Sacárala Amor de rastro,
si se la quisiera dar,
porque en un buen verde mar
engorda como en favor.
REY
A veces es bestia amor,
y el verde suele tomar.
DON ARIAS
La que te arrojó las rosas
Doña Mencía se llama
Coronel.
REY
Hermosa dama,
mas otras vi más hermosas.
DON ARIAS
Las dos morenas brïosas
que en la siguiente ventana
estaban, eran doña Ana
y doña Beatriz Mejía,
hermanas, con que aun el día
nuevos resplandores gana.
REY
Por Ana es común la una,
y por Beatriz la otra es
sola como el Fénix, pues
jamás le igualó ninguna.
DON ARIAS
La buena o mala fortuna
también se atribuye al nombre.
REY
En amor, y no te asombre,
los nombres con estrañeza
dan calidad y nobleza
al apetito del hombre.
DON ARIAS
La blanca y rubia...
REY
No digas
quién es esa: la mujer
blanca y rubia vendrá a ser
mármol y azófar, y obligas,
como adelante prosigas,
a oír la que me da pena.
Una vi de gracias llena,
y en silencio la has dejado,
que en sola la blanca has dado
y no has dado en la morena.
¿Quién es la que en un balcón
yo con atención miré,
y la gorra le quité
con alguna suspensión?
¿Quién es la que rayos son
sus dos ojos fulminantes,
en abrasar semejantes
a los de Júpiter fuerte,
que están dándome la muerte,
de su rigor ignorantes?
Una que de negro hacía
fuerte competencia al sol,
y al horizonte español
entre ébano amanecía;
una noche, horror del día,
pues de negro luz le daba,
y él, eclipsado, quedaba
un borrón de la luz pura
del sol, pues con su hermosura
sus puras líneas borraba.
DON ARIAS
Ya caigo, señor, en ella.
REY
En la mujer más hermosa
repara, que es justa cosa.
DON ARIAS
Esa la llaman la Estrella
de Sevilla.
REY
Si es más bella
que el sol, ¿cómo así la ofende?
Mas Sevilla no se entiende,
mereciendo su arrebol
llamarse Sol, pues es sol
que vivifica y enciende.
DON ARIAS
Es doña Estrella Tabera
su nombre, y por maravilla
la llama Estrella Sevilla.
REY
¡Y Sol llamarla pudiera!
DON ARIAS
Casarla su hermano espera
en Sevilla, como es justo.
REY
¿¿Llámase su hermano...??
DON ARIAS
Busto
Tabera, y es regidor
de Sevilla, cuyo honor
a su calidad ajusto.
REY
¿Y es casado?
DON ARIAS
No es casado,
que en la esfera sevillana
es sol, si Estrella es su hermana,
que estrella y sol se han juntado.
REY
En buena estrella he llegado
a Sevilla. Tendré en ella
suerte favorable y bella
como la deseo ya.
Todo me sucederá
teniendo tan buena estrella.
Si tal Estrella me guía,
¿cómo me puedo perder?
Rey soy, y he venido a ver
estrellas a mediodía.
Don Arias, verla querría,
que me ha parecido bien.
DON ARIAS
Si es estrella que a Belén
te guía, señor, no es justo
que hagas a su hermano Busto
bestia del portal también.
REY
¿Qué orden, don Arias, darás
para que la vea y hable?
DON ARIAS
Esta estrella favorable,
a pesar del sol, verás.
A su hermano honrar podrás,
que los más fuertes honores
baten tiros de favores.
Favorécele, que el dar,
deshacer y conquistar
puede imposibles mayores.
Si tú le das y él recibe,
se obliga y, si está obligado,
pagará lo que le has dado;
que al que dan, en bronce escribe.
REY
A llamarle te apercibe,
y dar orden juntamente
como la noche siguiente
vea yo a Estrella en su casa,
epiciclo que me abrasa
con fuego que el alma siente.
Parte, y llámame al hermano.
DON ARIAS
En el Alcázar le vi;
veré, señor, si está allí.
REY
Si hoy este imposible allano,
mi reino pondré en su mano.
DON ARIAS
Yo esta Estrella te daré.
REY
Cielo estrellado seré
en noche apacible y bella,
y solo con una Estrella
más que el sol alumbraré.
DON GONZALO
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Levantad. Por vida mía,
día de tanta alegría
¿venís con tanta tristeza?
DON GONZALO
Murió mi padre.
REY
Perdí
un valiente capitán.
DON GONZALO
Y las fronteras están
sin quien las defienda.
REY
Sí.
Faltó una heroica persona,
y enternecido os escucho.
DON GONZALO
Señor, ha perdido mucho
la frontera de Archidona.
Y puesto, señor, que igual
no ha de haber a su valor,
y que he heredado el honor
de tan fuerte General,
vuestra alteza no permita
que no se me dé el oficio
que ha vacado.
REY
Es claro indicio
que en vos siempre se acredita.
Pero la muerte llorad
de vuestro padre y, en tanto
que estáis con luto y con llanto,
en mi corte descansad.
DON GONZALO
Con la misma pretensión
Fernán Pérez de Medina
viene, y llevar imagina
por servicios el bastón
que en fin adalid ha sido
diez años, y con la espada
los nácares de Granada
de granates ha teñido,
y por eso adelantarme
quise.
REY
Yo me veré en ello,
que, supuesto que he de hacello,
quiero en ello consultarme.
FERNÁN
Pienso, gran señor, que llego
tarde a vuestros altos pies;
besarlos quiero, y después...
REY
Fernán Pérez, con sosiego
los pies me podéis besar,
que aun en mis manos está
el oficio, y no se da
tal plaza sin consultar
primero vuestra persona
y otras del reino importantes,
que, siendo en él los Atlantes,
serán rayos de Archidona.
Id, y descansad.
DON GONZALO
Señor,
este memorial os dejo.
FERNÁN
Y yo el mío, que es espejo
del cristal de mi valor,
donde se verá mi cara
limpia, perfecta, y leal.
DON GONZALO
También el mío es cristal
que hace mi justicia clara.
DON ARIAS
Aquí, gran señor, está
Busto Tabera.
BUSTO
A esos pies
turbado llego, porque es
natural efeto ya
en la presencia del Rey
turbarse el vasallo; y yo,
puesto que esto lo causó,
como es ordinaria ley,
dos veces llego turbado,
porque el hacerme, señor,
este impensado favor
turbación en mí ha causado.
REY
Alzad.
BUSTO
Bien estoy ansí,
que si el Rey se ha de tratar
como a santo en el altar,
digno lugar escogí.
REY
Vos sois un gran caballero.
BUSTO
De eso he dado a España indicio,
pero, conforme a mi oficio,
señor, los aumentos quiero.
REY
¿Pues yo no os puedo aumentar?
BUSTO
Divinas y humanas leyes
dan potestad a los reyes,
pero no les dan lugar
a los vasallos a ser
con sus reyes atrevidos,
porque con ellos medidos,
gran señor, deben tener
sus deseos; y ansí yo,
que exceder las leyes veo,
junto a la ley mi deseo.
REY
¿Cuál hombre no deseó
ser más siempre?
BUSTO
Si más fuera,
cubierto me hubiera hoy,
pero si Tabera soy,
no ha de cubrirse Tabera.
REY
(¡Notable filosofía
de honor!)
DON ARIAS
(Estos son primero
los que caen.)
REY
Yo no quiero,
Tabera, por vida mía,
que os cubráis hasta aumentar
vuestra persona en oficio
que os dé de este amor indicio,
y ansí os quiero consultar,
sacándoos de ser Tabera,
por General de Archidona,
que vuestra heroica persona
será rayo en su frontera.
BUSTO
Pues yo, señor, ¿en qué guerra
os he servido?
REY
En la paz
os hallo, Busto, capaz
para defender mi tierra,
tanto, que ahora os prefiero
a estos que servicios tales
muestran por sus memoriales,
que aquí en mi presencia quiero
que leáis y despachéis.
Tres pretenden, que sois vos
y estos dos. Mirad qué dos
competidores tenéis.
BUSTO
«Muy poderoso señor: Don Gonzalo de Ulloa suplica a vuestra alteza le haga merced de la plaza de Capitán General de las fronteras de Archidona, atento que mi padre, lo ha servido catorce años, haciendo notables servicios a Dios y a vuestra corona, ha muerto en una escaramuza. Pido justicia, »
Si de su padre el valor
ha heredado don Gonzalo,
el oficio le señalo.
BUSTO
«Muy poderoso señor:
Fernán Pérez de Medina
veinte años soldado ha sido,
y a vuestro padre ha servido
y serviros imagina,
con su brazo y con su espada
en propios reinos y estraños.
ha sido adalid diez años
de la Vega de Granada;
ha estado cautivo en ella
tres años en ejercicios
viles, por cuyos oficios,
y por su espada, que en ella
toda su justicia abona,
pide en este memorial
el bastón de General
de los campos de Archidona.»
REY
Decid los vuestros.
BUSTO
No sé
servicio aquí que decir
por donde pueda pedir,
ni por donde se me dé.
Referir de mis pasados
los soberanos blasones,
tantos vencidos pendones,
y castillos conquistados,
pudiera. Pero, señor,
ya por ellos merecieron
honor, y si ellos sirvieron,
no merezco yo su honor.
La justicia, para sello,
ha de ser bien ordenada,
porque es caridad sagrada
que Dios cuelga de un cabello
para que, si a tanto exceso
de una cosa tan sutil,
para que, cayendo en fil,
no se quiebre y dé buen peso.
Dar este oficio es justicia
a uno de los dos aquí,
que, si me le dais a mí,
hacéis, señor, injusticia.
Y aquí en Sevilla, señor,
en cosa no os he obligado,
que en las guerras fui soldado,
y en las paces, regidor.
Y si va a decir verdad,
Fernán Pérez de Medina
merece el cargo, que es dina
de la frontera su edad;
y a don Gonzalo podéis,
que es mozo y cordobés Cid,
hacer, señor, adalid.
REY
Sea, pues vos lo queréis.
BUSTO
Solo quiero, y la razón
y la justicia lo quieren,
darl[e]s a los que sirvieren
debida satisfación.
REY
Basta, que me avergonzáis
con vuestros buenos consejos.
BUSTO
Son mis verdades espejos,
y así en ellas os miráis.
REY
Sois un grande caballero,
y en mi cámara y palacio
quiero que asistáis de espacio,
porque yo conmigo os quiero.
¿Sois casado?
BUSTO
Gran señor,
soy de una hermana marido,
y casarme no he querido
hasta dársele.
REY
Mejor.
Yo, Busto, se le daré.
¿Es su nombre?
BUSTO
Doña Estrella.
REY
A Estrella tan clara y bella,
no sé qué esposo le dé,
si no es el Sol.
BUSTO
Solo un hombre,
señor, para Estrella anhelo,
que no es estrella del cielo.
REY
Yo la casaré en mi nombre
con hombre que la merezca.
BUSTO
Por ello los pies te pido.
REY
Darela, Busto, marido
que a su igual no desmerezca;
y decidle que he de ser
padrino y casamentero,
y que yo dotarla quiero.
BUSTO
Ahora quiero saber,
señor, para qué ocasión
vuestra alteza me ha llamado,
porque me ha puesto en cuidado.
REY
Tenéis, Tabera, razón.
Yo os llamé para un negocio
de Sevilla, y quise hablaros
primero para informaros
de él. Pero la paz y el ocio
nos convida, más de espacio
lo trataremos los dos.
Pues de hoy asisteréis vos
en mi cámara y palacio.
Id con Dios.
BUSTO
Dadme los pies.
REY
Mis dos brazos, regidor,
os daré.
BUSTO
(Tanto favor...
No puedo entender por qué.
Sospechoso voy: quererme
sin conocerme y honrarme...
El Rey quiere sobornarme,
de algún mal que piensa hacerme.)
REY
El hombre es bien entendido,
y tan cuerdo como honrado.
DON ARIAS
De estos honrados me enfado.
¡Cuántos, gran señor, lo han sido
hasta dar con la ocasión!
Sin ella son de estos modos
todos cuerdos; pero todos,
con ella bailan a un son.
Aquel murmura hoy de aquel
que el otro ayer murmuró;
que la ley que ejecutó
ejecuta el tiempo en él.
Su honra en una balanza
pone; en otra poner puedes
tus favores y mercedes,
tu lisonja y tu privanza,
y verás, gran señor, cómo
la que agora está tan baja
viene a pesar una paja,
y ella mil marcos de plomo.
REY
Encubierto pienso ver
esta mujer en su casa,
que es sol, pues tanto me abrasa,
aunque Estrella, al parecer.
DON ARIAS
Mira que podrán decir...
REY
Los que reparando están,
amigo, en lo que dirán,
se quieren dejar morir.
Viva yo, y diga Castilla
lo que quisiere entender,
que Rey Mago quiero ser
de la Estrella de Sevilla.
SANCHO
Divino ángel mío,
¿cuándo seré tu dueño,
sacando de este empeño
las ansias que te envío?
¿Cuándo el blanco rocío
que vierten mis dos ojos,
sol que alumbrando sales
en conchas de corales,
de que ha formado amor los labios rojos,
con apacibles calmas,
perlas harán que engasten nuestras almas?
¿Cuándo, dichosa Estrella
que como el sol adoro,
a tu epiciclo de oro,
resplandeciente y bella,
la luz que baña y sella
tu cervelo divino,
con rayos de alegría
adornarás el día,
juntándonos amor en solo un sino,
para que emule el cielo
otro Cástor y Pólux en el suelo?
¿Cuándo, en lazos iguales,
nos llamará Castilla
Géminis de Sevilla
con gustos inmortales?
¿Cuándo tendrán mis males
esperanzas de bienes?
¿Cuándo, alegre y dichoso,
me llamaré tu esposo
a pesar de los tiempos que detienes,
que en perezoso turno
caminan con las plantas de Saturno?
ESTRELLA
Si como mis deseos
los tiempos caminaran,
al sol aventajaran
los pasos giganteos,
y mis dulces empleos
celebrara Sevilla
sin envidiar celosa,
amante y venturosa,
la regalada y tierna tortolilla,
que con arrullos roncos
En círculos amantes
ayer se enamoraban
do sabes, y se formaban
requiebros ignorantes;
sus picos de diamantes
sus penachos de nieve
dulcemente ofendían,
mas luego los hacían
vaso en que amor sus esperanzas bebe,
pues los picos unidos
se brindaban las almas y sentidos.
SANCHO
¡Ay, cómo te agradezco
mi vida esos deseos!
Los eternos trofeos
de la fama apetezco
solo el alma te ofrezco.
ESTRELLA
Yo con ella la vida,
para que viva en ella.
SANCHO
¡Ay, amorosa Estrella,
de fuego y luz vestida!
ESTRELLA
¡Ay, piadoso homicida!
SANCHO
¡Ay, sagrados despojos,
norte en el mar de mis confusos ojos!
CLARINDO
(¿Cómo los dos no damos
de holandas y cambrayes
algunos blandos ayes,
siguiendo a nuestros amos?)
SANCHO
¿No callas?
CLARINDO
Ya callamos.
(¡Ay, hermosa muleta
de mi amante desmayo!
NATILDE
¡Ay, hermano lacayo,
que al son de la almohaza eres poeta!
CLARINDO
¡Ay, mi dicha!
NATILDE
¡Ay, dichoso!
CLARINDO
No tiene tantos ayes un leproso.)
SANCHO
¿Qué dice al fin tu hermano?
ESTRELLA
Que, hechas las escrituras,
tan firmes y seguras,
el casamiento es llano,
y que el darte la mano
unos días dilate
hasta que él se prevenga.
SANCHO
Mi amor quiere que tenga
mísero fin; el tiempo le combate.
Hoy casarme querría,
que da el tiempo mil vueltas cada día.
La mar tranquila y cana
amanece entre leche,
y antes que montes eche
al sol por la mañana,
en círculos de grana
madruga el alba hermosa,
y luego, negra nube
en sus hombros se sube,
vistiéndola con sombra tenebrosa,
y los que fueron riscos
son de nieve gigantes basiliscos.
Penachos de colores
toma un almendro verde,
y en un instante pierde
sus matizadas flores;
cruzan murmuradores
los arroyuelos puros,
y en su argentado suelo
grillos les pone el hielo;
pues si estos de él jamás están seguros,
¿cómo en tanta mudanza
podré tener del tiempo confianza?
ESTRELLA
Si el tiempo se detiene,
habla a mi hermano.
SANCHO
Quiero
hablarle, porque muero
lo que amor se entretiene.
CLARINDO
Busto Tabera viene.
BUSTO
¡Sancho amigo!
ESTRELLA
¡Ay!, ¿Qué es esto?
SANCHO
¿Vos con melancolía?
BUSTO
Tristeza y alegría
en cuidado me ha puesto.
Éntrate dentro, Estrella.
ESTRELLA
¡Válgame Dios! si ¡El tiempo me atropella!
BUSTO
Sancho Ortiz de las Roelas...
SANCHO
¿Ya no me llamáis cuñado?
BUSTO
Un caballo desbocado
me hace correr sin espuelas.
Sabed que el Rey me llamó,
no sé, por Dios, para qué,
que, aunque se lo pregunté,
jamás me lo declaró.
Hacíame general
de Archidona, sin pedillo;
y, a fuerza de resistillo,
no me dio el bastón real.
Hízome al fin...
SANCHO
Proseguid,
que todo eso es alegría.
Decid la melancolía,
y la tristeza decid.
BUSTO
De su cámara me ha hecho.
SANCHO
También es gusto.
BUSTO
Al pesar
vamos.
SANCHO
Que me ha de costar
algún cuidado sospecho.
BUSTO
Díjome que no casara
a Estrella, porque él quería
casalla, y se profería,
cuando yo no la dotara,
a hacello, y dalla marido
a su gusto.
SANCHO
Tú dijiste
que estabas alegre y triste,
mas yo solo el triste he sido.
Pues tú alcanzas las mercedes,
y yo los pesares cojo;
déjame a mí con tu enojo,
y tú el gusto tener puedes,
que en la cámara del Rey,
y bien casada tu hermana,
el tenerle es cosa llana.
Mas no cumples con la ley
de amistad, porque debías
decirle al Rey que ya estaba
casada tu hermana.
BUSTO
Andaba,
entre tantas demasías,
turbado mi entendimiento
que lugar no me dio allí
a decirlo.
SANCHO
Siendo ansí,
¿no se hará mi casamiento?
BUSTO
Volviendo a informar al Rey
que están hechos los conciertos
y escrituras, serán ciertos
los contratos; que su ley
no ha de atropellar lo justo.
SANCHO
Si el Rey la quiere torcer,
¿quién fuerza le podrá hacer,
habiendo interés o gusto?
BUSTO
Yo le hablaré, y vos también,
pues yo entonces, de turbado,
no le dije lo tratado.
SANCHO
¡Muerte pesares me den!
Bien decía que en el tiempo
no hay instante de firmeza,
y que el llanto y la tristeza
son sombra de pasatiempo.
Y cuando el Rey con violencia
quisiere torcer la ley...
BUSTO
Sancho Ortiz, el Rey es rey:
callar y tener paciencia.
SANCHO
En ocasión tan triste,
¿quién paciencia tendrá, quién sufrimiento?
Tirano, que veniste
a perturbar mi dulce casamiento
con aplauso a Sevilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Bien de don Sancho el Bravo
mereces el renombre, que en las obras
de conocerte acabo;
y pues por tu crueldad tal nombre cobras,
y Dios siempre la humilla,
¡no goces los imperios de Castilla!
Conjúrese tu gente
y pongan a los hijos de tu hermano
la corona en la frente
con bulas del Pontífice Romano,
y dándoles tu silla,
¡no goces los imperios de Castilla!
De Sevilla salgamos;
vamos a Gibraltar, donde las vidas
en su riesgo perdamos.
CLARINDO
Sin ir allá las damos por perdidas.
SANCHO
Con Estrella tan bella,
¿cómo vengo a tener tan mala estrella?
Mas, ¡ay!, que es rigurosa,
y en mí son sus efectos desdichados.
CLARINDO
Por esta estrella hermosa
morimos como huevos estrellados.
¡Mejor fuera en tortilla!
SANCHO
¡No goces los imperios de Castilla!
REY
Decid cómo estoy aquí.
DON ARIAS
Ya lo saben, y a la puerta
a recebirte, señor,
sale don Busto Tabera.
BUSTO
¡Tal merced, tanto favor!
¿En mi casa vuestra alteza?
REY
Por Sevilla así embozado
salí, con gusto de vella;
y me dijeron pasando
que eran vuestras casas estas,
y quise verlas, que dicen
que son en estremo buenas.
BUSTO
Son casas de un escudero.
REY
Entremos.
BUSTO
Señor, son hechas
para mi humildad, y vos
no podéis caber en ellas,
que para tan gran señor
se cortaron muy estrechas
y no os vendrán bien sus salas,
que son, gran señor, pequeñas,
porque su mucha humildad
no aspira a tanta soberbia.
Fuera, señor, de que en casa
tengo una hermosa doncella
solamente, que la caso
ya con escrituras hechas,
y no sonará muy bien
en Sevilla cuando sepan
que a visitarla venís.
REY
No vengo, Busto, por ella;
por vos vengo.
BUSTO
Gran señor,
notable merced es esta;
y si aquí por mí venís,
no es justo que os obedezca,
que será descortesía
que a visitar su Rey venga
al vasallo, y que el vasallo
lo permita y lo consienta.
Crïado y vasallo soy,
y es más razón que yo os vea,
ya que me queréis honrar,
en el Alcázar, que afrentan
muchas veces las mercedes
cuando vienen con sospecha.
REY
¿Sospecha? ¿De qué?
BUSTO
Dirán,
puesto que al contrario sea,
que venistis a mi casa
por ver a mi hermana; y puesta
en opiniones su fama,
está a pique de perderla,
que el honor es cristal puro
que con un soplo se quiebra.
REY
Ya que estoy aquí, un negocio
comunicaros quisiera.
Entremos.
BUSTO
Por el camino
será, si me dais licencia,
que no tengo apercebida
la casa.
REY
(Gran resistencia
nos hace.
DON ARIAS
Llevalle importa,
que yo quedaré con ella,
y en tu nombre la hablaré.
REY
Habla paso, no te entienda,
que tiene todo su honor
este necio en las orejas.
DON ARIAS
Arracadas muy pesadas
de las orejas se cuelgan:
el peso las romperá.)
REY
¡Basta! No quiero por fuerza
ver vuestra casa.
BUSTO
Señor,
en casando a doña Estrella,
con el adorno que es justo
la verá.
DON ARIAS
Esos coches llegan.
REY
Ocupad, Busto, un estribo.
BUSTO
A pie, si me dais licencia,
he de ir.
REY
El coche es mío,
y mando yo en él.
DON ARIAS
Ya esperan
los coches.
REY
Guíen al Alcázar.
BUSTO
Muchas mercedes son estas,
y gran favor me hace el Rey.
¡Plegue a Dios que por bien sea!
ESTRELLA
¿Qué es lo que dices, Natilde?
NATILDE
Que era el Rey, señora.
DON ARIAS
Él era,
y no es mucho que los reyes
siguiendo una estrella vengan.
A vuestra casa venía
buscando tanta belleza,
que si el Rey lo es de Castilla,
vos de la beldad sois reina.
El rey don Sancho, a quien llaman,
por su invicta fortaleza,
el Bravo el vulgo, y los moros,
porque de su nombre tiemblan,
el Fuerte, y sus altas obras
el Sacro y Augusto César,
que los laureles romanos
con sus hazañas afrenta,
esa divina hermosura
vio en un balcón, competencia
de los palacios del alba
cuando en rosas y azucenas
medio dormidas las aves
la madrugan, y recuerdan
y, del desvelo llorosa,
vierte racimos de perlas.
Mandome que de Castilla
las riquezas te ofreciera,
aunque son para tus gracias
limitadas sus riquezas;
que su voluntad admitas,
que, si la admites y premias,
serás de Sevilla el sol,
si hasta aquí has sido la estrella.
Darate villas, ciudades,
de quien serás ricahembra,
y a un ricohombre te dará
por esposo, con quien seas
corona de tus pasados
y aumento de tus Taberas.
¿Qué respondes?
ESTRELLA
¿Qué respondo?
Lo que ves.
DON ARIAS
Aguarda, espera...
ESTRELLA
A tan livianos recados
da mi espalda la respuesta.
DON ARIAS
¡Notable valor de hermanos!
Los dos suspenso me dejan:
la gentilidad romana
Sevilla en los dos celebra.
Parece cosa imposible
que el Rey los contraste y venza,
pero porfía y poder
talan montes, rompen peñas.
Hablar quiero a esta crïada,
que las dádivas son puertas
para conseguir favores
de las Porcias y Lucrecias.
¿Eres crïada de casa?
NATILDE
Crïada soy, mas por fuerza.
DON ARIAS
¿Cómo por fuerza?
NATILDE
Que soy
esclava.
DON ARIAS
¿Esclava?
NATILDE
Y sujeta,
sin la santa libertad,
a muerte y prisión perpetua.
DON ARIAS
Pues yo haré que el Rey te libre
y mil ducados de renta
con la libertad te dé,
si en su servicio te empleas.
NATILDE
Por la libertad y el oro
no habrá maldad que no emprenda;
mira lo que puedo hacer,
que lo haré, como yo pueda.
DON ARIAS
Tú has de dar al Rey entrada
en casa esta noche.
NATILDE
Abiertas
todas las puertas tendrá,
como cumplas la promesa.
DON ARIAS
Una cédula del Rey
con su firma, y de su letra,
antes que entre te daré.
NATILDE
Pues yo le pondré en la mesma
cama de Estrella esta noche.
DON ARIAS
¿A qué hora Busto se acuesta?
NATILDE
Al alba viene a acostarse.
Todas las noches requiebra,
que este descuido en los hombres
infinitas honras cuesta.
DON ARIAS
¿Y a qué hora te parece
que venga el Rey?
NATILDE
Señor, venga
a las once, que ya entonces
estará acostada.
DON ARIAS
Lleva
esta esmeralda en memoria
de las mercedes que esperas
del Rey.
NATILDE
Que no hay para qué.
DON ARIAS
No quiero que te parezcas
a los médicos.
NATILDE
Por oro,
¿qué monte tendrá firmeza?
El oro ha sido en el mundo
el que los males engendra,
porque si él faltara, es claro
no hubiera infamias ni afrentas.
DON MANUEL
Goce vuestra señoría
la llave y cámara, y vea
el aumento que desea.
BUSTO
Saber pagalle querría
a su alteza la merced
que me hace sin merecella.
ÍÑIGO
Mucho merecéis, y en ella,
que no se engaña, creed,
el Rey.
BUSTO
Su llave me ha dado,
puerta me hace de su cielo,
aunque me amenaza el suelo
viéndome tan levantado;
que como impensadamente
tantas mercedes me ha hecho,
que se ha de mudar sospecho
el que honra tan de repente.
Mas, conservando mi honor,
si a lo que he sido me humilla,
vendré a quedarme en Sevilla
veinticuatro y regidor.
ÍÑIGO
¿Quién es de guarda?
DON MANUEL
Ninguno
de los tres.
ÍÑIGO
Pues yo quisiera
holgarme.
DON MANUEL
Busto Tabera,
si tenéis requiebro alguno,
esta noche nos llevad,
y la espalda os guardaremos.
BUSTO
Si queréis que visitemos
lo común de la ciudad,
ya os llevaré donde halléis
concetos y vocería,
y dulce filosofía
de amor.
DON MANUEL
Merced nos haréis.
DON ARIAS
A recoger, caballeros,
que quiere el Rey escrebir.
DON MANUEL
Vamos, pues, a divertir
la noche.
REY
¿Que sus luceros
esta noche he de gozar,
don Arias?
DON ARIAS
[Sí.] La esclavilla
es estremada.
REY
Castilla
estatuas la ha de labrar.
DON ARIAS
Una cédula has de hacella.
REY
Ve, don Arias, a ordenalla,
que no dudaré en firmalla,
como mi amor lo atropella.
DON ARIAS
¡Buena queda la esclavilla,
a fe de noble!
REY
Recelo
que me vende el sol del cielo
en la Estrella de Sevilla.
JORNADA SEGUNDA
NATILDE
Solo será más seguro,
que todos reposan ya.
REY
¿Y Estrella?
NATILDE
Durmiendo está,
y el cuarto en que duerme, oscuro.
REY
Aunque decillo bastaba,
este es, mujer, el papel,
con la libertad en él;
que yo le daré otra esclava
a Busto.
DON ARIAS
El dinero y todo
va en él.
NATILDE
Dadme vuestros pies.
DON ARIAS
Todos con el interés
son, señor, de un mismo modo.
REY
Divina cosa es reinar.
DON ARIAS
¿Quién lo puede resistir?
REY
Solo, al fin, he de subir,
para más disimular.
DON ARIAS
¿Solo te aventuras?
REY
Pues,
¿por qué espumosos remolcos
por manzanas paso a Colcos?
Busto mi vasallo es.
¿No es su casa esta en que estoy?
Pues, dime, ¿a qué me aventuro?
Y cuando no esté seguro,
¿conmigo mismo no voy?
Vete.
DON ARIAS
¿Dónde aguardaré?
REY
Desviado de la calle,
en parte donde te halle,
DON ARIAS
En San Marcos entraré.
REY
¿A qué hora Busto vendrá?
NATILDE
Viene siempre cuando al alba
hacen pajarillos salva,
y abierta la puerta está
hasta que él viene.
REY
El amor
me allane tan alta empresa.
NATILDE
Busque tras mí vuestra alteza
lo obscuro del corredor,
que así llegará a sus bellas
luces.
REY
Mira mis locuras,
pues los dos, ciegos y a escuras,
vamos a caza de estrellas.
NATILDE
¿Qué estrella al sol no se humilla?
REY
Aunque soy don Sancho el Bravo,
venero en el cielo octavo
esta Estrella de Sevilla.
BUSTO
Esta es mi posada.
ÍÑIGO
A Dios.
BUSTO
Es temprano para mí.
DON MANUEL
No habéis de pasar de aquí.
BUSTO
Basta.
ÍÑIGO
Tenemos los dos
cierta visita que hacer.
BUSTO
¿Qué os pareció Feliciana?
DON MANUEL
En el Alcázar mañana,
amigo, en esa mujer
hablaremos, que es figura
muy digna de celebrar.
BUSTO
Temprano me entro a acostar;
toda la casa está obscura.
¿No hay un paje? ¡Hola, Luján!
¡Osorio! ¡Juanico! ¡Andrés!
Todos duermen. ¡Justa! ¡Inés!
También ellas dormirán.
¡Natilde! También la esclava
se ha dormido; es dios el sueño,
y de los sentidos dueño.
NATILDE
Pienso que es el que llamaba
mi señor. Perdida soy.
REY
¿No dijiste que venía
al alba?
NATILDE
¡Desdicha es mía!
BUSTO
¡Natilde!
NATILDE
¡Ay, Dios! Yo me voy.
REY
No tengas pena.
BUSTO
¿Quién es?
REY
Un hombre
BUSTO
¡A estas horas hombre,
y en mi casa! Diga el nombre.
REY
Aparta.
BUSTO
No sois cortés;
y si pasa, ha de pasar
por la punta de esta espada;
que, aunque esta casa es sagrada,
la tengo de profanar.
REY
¡Ten la espada!
BUSTO
¿Qué es tener,
cuando el cuarto de mi hermana
de esta suerte se profana?
Quién sois tengo de saber,
o aquí os tengo de matar.
REY
Hombre de importancia soy,
¡déjame!
BUSTO
En mi casa estoy,
y en ella yo he de mandar.
REY
Déjame pasar, advierte
que soy hombre bien nacido;
y, aunque a tu casa he venido,
no es mi intención ofenderte,
sino aumentar más tu honor.
BUSTO
¿El honor así se aumenta?
REY
¡Corra tu honor por mi cuenta!
BUSTO
Por esta espada es mejor.
Y si mi honor procuráis,
¿cómo embozado venís?
¿Honrándome os encubrís?
¿Dándome honor os tapáis?
Vuestro temor os convenza,
cómo averiguado está,
que ninguno que honra da
tiene de dalla vergüenza.
¡Meted mano o vive Dios
que os mate!
REY
¡Necio apurar!
BUSTO
Aquí os tengo de matar
o me habéis de matar vos.
REY
(Direle quién soy.) Detente,
que soy el Rey.
BUSTO
(¡Es engaño!
¿El Rey procura mi daño,
solo, embozado y sin gente?)
No puede ser, y a su alteza,
aquí, villano, ofendéis,
pues defeto en él ponéis,
que es una estraña bajeza.
¿El Rey había de estar
sus vasallos ofendiendo?
De esto de nuevo me ofendo,
por esto os he de matar,
aunque más me porfiéis;
que ya que a mí me ofendáis,
no en su grandeza pongáis
tal defeto, pues sabéis
que sacras y humanas leyes
condenan a culpa estrecha
al que imagina o sospecha
cosa indigna de los reyes.
REY
(¡Qué notable apurar de hombre!)
Hombre, digo que el Rey soy.
BUSTO
Menos crédito te doy,
porque aquí no viene el nombre
de rey con las obras, pues
es el rey el que da honor;
tú buscas mi deshonor.
REY
(Este es necio y descortés.
¿Qué he de hacer?)
BUSTO
(El embozado
es el Rey, no hay que dudar,
quiérole dejar pasar,
y saber si me ha afrentado
luego, que el alma me incita
la cólera y el furor,
que es como censo el honor,
que aun el que le da, le quita.)
Pasa, cualquiera que seas,
y otra vez al Rey no infames,
ni el Rey, villano, te llames
cuando haces hazañas feas.
Mira que el Rey mi señor,
del África horror y espanto,
es cristianísimo y santo,
y ofendes tanto valor.
La llave me ha confiado
de su casa, y no podía
venir sin llave a la mía
cuando la suya me ha dado.
Y no atropelléis la ley,
mirad que es hombre en efeto,
esto os digo, y os respeto
porque os fingistis el Rey.
Y de verme no os asombre
cuerdo, aunque quedo afrentado,
que un vasallo está obligado
a tener respeto al nombre.
Esto, don Busto Tabera
aquí os lo dice y, por Dios,
que como lo dice a vos
a él mismo se lo dijera.
Y sin más atropellallos
contra Dios y contra ley,
así aprenderá a ser Rey
del honor de sus vasallos.
REY
Ya no lo puedo sufrir,
que estoy confuso y corrido:
¡Necio!, ¿porque me he fingido
el Rey me dejas salir?
Pues advierte que yo quiero,
porque dije que lo era,
salir de aquesta manera;
que, si libertad adquiero
porque aquí Rey me llamé,
y en mí respetas el nombre,
porque te admire y asombre,
en las obras lo seré.
Muere, villano, que aquí
aliento el nombre me da
de Rey, y él te matará.
BUSTO
Solo mi honor reina en mí.
CRIADOS
¿Qué es esto?
REY
(Escaparme quiero,
antes de ser conocido.
De este villano ofendido
voy, pero vengarme espero.)
CRIADOS
Huyó quien tu ofensa trata.
BUSTO
Seguilde, dadle el castigo...
Dejadle, que al enemigo
se ha de hacer puente de plata.
Si huye, la gloria es notoria
que se alcanza sin seguir,
que el vencido con hüir
da al vencedor la vitoria.
Cuánto más que este que huyó,
más por no ser conocido
huye que por ser vencido,
porque nadie le venció.
Dadle una luz a Natilde,
y entraos vosotros allá.
(Esta me vende, que está
avergonzada y humilde.
La verdad he de sacar
con una mentira cierta.)
Cierra de golpe esa puerta.
Aquí os tengo de matar;
todo el caso me ha contado
el Rey.
NATILDE
(Si el Rey no guardó
el secreto, ¿cómo yo,
con tan infelice estado,
lo puedo guardar?) Señor,
todo lo que el Rey te dijo
es verdad.
BUSTO
(Ya aquí colijo
los defetos de mi honor.)
¿Que tú, al fin, al Rey le diste
entrada?
NATILDE
Me prometió
la libertad; y ansí yo,
por ella, como tú viste,
hasta este mismo lugar
le metí.
BUSTO
Y di, ¿sabe Estrella
algo de esto?
NATILDE
Pienso que ella
en sus rayos a abrasar
me viniera, si entendiera
mi concierto.
BUSTO
Es cosa clara,
porque, si acaso enturbiara
la luz, Estrella no fuera.
No permite su arrebol
eclipse, ni sombra oscura,
que es su luz, brillante y pura,
participada del sol.
A su cámara llegó;
en dándome este papel
entró el Rey, y tú tras él.
BUSTO
¿Cómo? ¿Este papel te dio?
NATILDE
Con mil ducados de renta,
y la libertad.
BUSTO
(¡Favor
grande! ¡A costa de mi honor!
¡Bien me engrandece y aumenta!)
Ven conmigo.
NATILDE
¿Dónde voy?
BUSTO
Vas a que te vea el Rey,
que así cumplo con la ley
y obligación de quien soy.
NATILDE
¡Ay, desdichada esclavilla!
BUSTO
Si el Rey la quiso eclipsar,
fama a España ha de quedar
de la Estrella de Sevilla.
REY
Esto, al fin, me ha sucedido.
DON ARIAS
Quisiste entrar solo.
REY
Ha andado
tan necio y tan atrevido,
que vengo, amigo, afrentado;
que sé que me ha conocido.
Metió mano para mí
con equívocas razones
y, aunque más me resistí,
las naturales acciones
con que como hombre nací,
del decoro me sacaron
que pide mi majestad.
Doy sobre él; pero llegaron
con luces, que la verdad
dijeran que imaginaron,
si la espalda no volviera,
temiendo el ser conocido;
y vengo de esta manera.
Lo que ves me ha sucedido,
Arias, con Busto Tabera.
DON ARIAS
Pague con muerte el disgusto;
degüéllale, vea el sol,
naciendo, el castigo justo,
pues en el orbe español
no hay más leyes que tu gusto.
REY
Matarle públicamente,
Arias, es yerro mayor.
DON ARIAS
Causa tendrás suficiente,
que en Sevilla es regidor,
y el más sabio y más prudente
no deja, señor, de hacer
algún delito, llevado
de la ambición y el poder.
REY
Es tan cuerdo y tan mirado,
que culpa no ha de tener.
DON ARIAS
Pues hazle, señor, matar
en secreto.
REY
Eso sí.
Mas ¿de quién podré fiar
este secreto?
DON ARIAS
De mí.
REY
No te quiero aventurar.
DON ARIAS
Pues yo darte un hombre quiero,
valeroso y gran soldado
como insigne caballero,
de quien el moro ha temblado
en el obelisco fiero
de Gibraltar, donde ha sido
muchas veces capitán,
vitorioso y no vencido;
y hoy en Sevilla le dan,
por gallardo y atrevido,
el lugar primero, que es
de militares escuelas
el sol.
REY
¿Su nombre cómo es?
DON ARIAS
Sancho Ortiz de las Roelas,
y el Cid andaluz después.
Este le dará la muerte,
señor, con facilidad,
que es bravo, robusto y fuerte,
y tiene en esta ciudad
superior ventura y suerte.
REY
Ese al momento me llama,
pues ya quiere amanecer.
DON ARIAS
Ven a acostarte.
REY
¿Qué cama,
Arias, puede apetecer
quien está ofendido y ama?
Ese hombre llama al momento.
DON ARIAS
En el Alcázar está
un bulto pendiente al viento.
REY
¿Bulto, dices? ¿Qué será?
DON ARIAS
No será sin fundamento.
REY
Llega, llega, Arias, a ver
lo que es.
DON ARIAS
Es mujer colgada.
REY
¿Mujer dices?
DON ARIAS
Es mujer.
REY
¿Mujer?
DON ARIAS
Y está ahorcada,
con que no lo viene a ser.
REY
Mira quién es.
DON ARIAS
¡La esclavilla,
con el papel en las manos!
REY
¿Hay tal rabia?
DON ARIAS
¿Hay tal mancilla?
REY
Mataré a los dos hermanos,
si se alborota Sevilla.
Mándala luego quitar,
y con decoro y secreto
también la manda enterrar.
¿Ansí se pierde el respeto
a un Rey? No me ha de quedar,
a un Rey? No me ha de quedar,
no más que si arenas fuera,
de este linaje ninguno;
en Sevilla, gente fiera,
a mis manos, uno a uno,
no ha de quedar un Tabera;
esta Estrella, que al sol brilla,
en Sevilla ha de caer.
DON ARIAS
Si cae, no es maravilla
que la abrase.
REY
Se ha de arder
hoy, con su Estrella, Sevilla.
BUSTO
Echa ese marco.
ESTRELLA
¿Qué es esto,
que apenas el sol dormido
por los balcones del alba
sale pisando zafiros,
¿y del lecho me levantas,
solo, triste y afligido?
¿Confuso y turbado me hablas?
Dime, ¿has visto algún delito
en que cómplice yo sea?
BUSTO
Tú me dirás si lo has sido.
ESTRELLA
¿Yo? ¿Qué dices? ¿Estás loco?
Dime si has perdido el juicio.
¿Yo delito? Mas ya entiendo
que tú lo has hecho en decillo,
pues solo con preguntallo
contra mí lo has cometido.
¿Si he hecho delitos, preguntas?
No de ti, de mí me admiro;
mas por decirte que sí,
lo quiero hacer en sufrillo.
¿No me conoces? ¿No sabes
quién soy? ¿En mi boca has visto
palabras desenlazadas
del honor con que las rijo?
¿Has visto alegres mis ojos
de la cárcel de sus vidrios
desatar rayos al aire,
lisonjeros y lacivos?
¿En las manos de algún hombre
viste algún papel escrito
de la mía? ¿Has visto hablando,
dime, algún hombre conmigo?
Porque si no has visto nada
de las cosas que te he dicho,
¿Qué delito puede haber?
BUSTO
Sin ocasión no lo digo.
ESTRELLA
¿Sin ocasión?
BUSTO
¡Ay, Estrella!,
que esta noche en casa...
ESTRELLA
Dilo,
que si estuviere culpada,
luego me ofrezco al suplicio.
¿Qué hubo esta noche en mi casa?
BUSTO
Esta noche fue epiciclo
del Sol, que en entrando en ella esta noche
se trocó de estrella el signo.
ESTRELLA
Las llanezas del honor
no con astrólogo estilo
se han de decir. Habla claro,
y deja en sus zonas cinco
al Sol, que, aunque Estrella soy,
yo por el sol no me rijo,
que son las suyas errantes,
y yo Estrella fija he sido
en el cielo de mi honor,
de quien los rayos recibo.
BUSTO
Cuando partían la noche
con sus destemplados gritos,
entre domésticas aves
los gallos olvidadizos,
rompiendo el mudo silencio
con su canoro sonido
la campana de Las Cuevas,
lisonja del cielo empíreo,
entré en casa y topé en ella
cerca de tu cuarto mismo,
al Rey, solo y embozado.
ESTRELLA
¿Qué dices?
BUSTO
Verdad te digo.
Mira, Estrella, a aquellas horas
a qué pudo haber venido
el Rey a mi casa, solo,
si por Estrella no vino;
que de noche las estrellas
son de los cielos jacintos,
y a estas horas las buscaban
los astrólogos egipcios.
Natilde con él estaba,
que a los pasos y al rüido
salió, que, aunque a obscuras era,
la vio el honor, lince mío.
Metí mano, y «¿quién va?», dije.
Respondió: «Un hombre», y embisto
con él, y él, de mi apartado,
que era el Rey, Estrella, dijo.
Y, aunque le conocí luego,
híceme desentendido
en conocelle, que el cielo
darme sufrimiento quiso.
Embistiome como Rey,
enojado y ofendido;
que un Rey que embiste enojado
se trae su valor consigo.
Salieron pajes con luces,
y entonces, por no ser visto,
volvió la espalda, y no pudo
ser de nadie conocido.
Conjuré a la esclava, y ella,
sin mostralle de Dionisio
los tormentos, confesó
las verdades, sin martirio.
Firmada la libertad
le dio en un papel que le hizo
el Rey, que ha sido el proceso
en que sus culpas fulmino.
Saquela de casa luego,
porque su aliento nocivo
no sembrara deshonor
por los nobles edificios;
que es un crïado, si es malo,
en la casa un basilisco;
si con lisonjas y halagos,
engañoso cocodrilo.
Cogila a la puerta y luego,
puesta en los hombros, camino
al Alcázar, y en sus rejas
la colgué por el delito;
que quiero que el Rey conozca
que hay Brutos contra Tarquinos
en Sevilla, y que hay vasallos
honrados y bien nacidos.
Esto me ha pasado, Estrella,
nuestro honor está en peligro;
yo he de ausentarme por fuerza,
y es fuerza darte marido.
Sancho Ortiz lo ha de ser tuyo,
que con su amparo te libro
del rigor del Rey, y yo
libre, me pongo en camino.
Yo le voy a buscar luego,
porque así mi honor redimo,
y el nombre de los Taberas
contra el tiempo resucito.
ESTRELLA
¡Ay, Busto! Dame esa mano
por el favor recebido
que me has hecho.
BUSTO
Hoy has de serlo,
y ansí, Estrella, te apercibo
su esposa; guarda silencio,
porque importa al honor mío.
ESTRELLA
¡Ay, Amor, y qué ventura!
Ya estás de la venda asido;
no te has de librar. Mas ¿quién
sacó el fin por el principio,
si entre la taza y la boca
un sabio temió el peligro?
DON ARIAS
Ya en la antecámara aguarda
Sancho Ortiz de las Roelas.
REY
[................................... -arda]
Todo el amor es cautelas:
si la piedad me acobarda.
En este papel sellado
traigo su nombre y su muerte,
y en este, que yo he mandado
matalle; y de aquesta suerte
él quedará disculpado.
Hazle entrar y echa a la puerta
la loba y tú no entres.
DON ARIAS
¿No?
REY
No, porque quiero que advierta
que sé este secreto yo
solamente; que concierta
la venganza en mi deseo
más acomodada ansí.
DON ARIAS
Voy a llamarle.
REY
Ya veo,
amor, que no es este en mí
alto y glorioso trofeo;
mas disculparme podrán
mil prodigiosas historias
que en vivos bronces están,
y este exceso entre mil glorias
los tiempos disculparán.
SANCHO
Vuestra alteza a mis dos labios
les conceda los dos pies.
REY
Alzad, que os hiciera agravios.
Alzad.
SANCHO
Señor...
REY
(Galán es.)
SANCHO
Los filósofos más sabios,
y más dulces oradores,
en la presencia real
sus retóricas colores
pierden; y en grandeza igual,
y en tan inmensos favores,
no es mucho que yo, señor,
me turbe, no siendo aquí
retórico ni orador.
REY
Pues, decid, ¿qué veis en mí?
SANCHO
La majestad y el valor,
y, al fin, una imagen veo
de Dios, pues le imita el Rey;
y después de él, en vos creo,
y a vuestra cesárea ley,
gran señor, aquí me empleo.
REY
¿Cómo estáis?
SANCHO
Nunca me he visto
tan honrado como estoy,
pues a vuestro lado asisto.
REY
Pues aficionado os soy
por prudente, y por bienquisto
y por valiente soldado,
y por hombre de secreto,
que es lo que más he estimado.
SANCHO
Señor, de mí tal conceto...
Vuestra alteza más me ha honrado,
que las partes que me dais
sin tenellas, sustenellas
tengo, por lo que me honráis.
REY
Son las virtudes estrellas.
SANCHO
(Si en la Estrella me tocáis,
ciertas son mis desventuras;
honrándome el Rey me ofende;
no son sus honras seguras,
pues sospecho que pretende
dejarme sin ella a escuras).
REY
Porque estaréis con cuidado,
codicioso de saber
para lo que os he llamado,
decíroslo quiero, y ver
que en vos tengo un gran soldado.
A mí me importa matar
en secreto a un hombre, y quiero
este caso confiar
solo de vos, que os prefiero
a todos los del lugar.
SANCHO
¿Está culpado?
REY
Sí está.
SANCHO
Pues ¿cómo muerte en secreto
a un culpado se le da?
Poner su muerte en efeto
públicamente podrá
vuestra justicia, sin dalle
muerte en secreto, que ansí
vos os culpáis en culpalle,
pues dais a entender que aquí
sin culpa mandáis matalle;
y dalle muerte, señor,
sin culpa, no es justa ley,
sino bárbaro rigor;
y un Rey, solo por ser Rey,
se ha de respetar mejor.
Que si un brazo poderoso
no se vence en lo que puede,
siempre será riguroso,
y es bien que enfrenado quede
con el afecto piadoso.
¿Qué hace un poderoso en dar
muerte a un humilde, despojos
de sus pies, sino triunfar
de las pasiones y enojos
con que le mandó matar?
Si ese humilde os ha ofendido
en leve culpa, señor,
que le perdonéis os pido.
REY
Para su procurador,
Sancho Ortiz, no habéis venido,
sino para dalle muerte;
y pues se la mando dar,
escondiendo el brazo fuerte,
debe a mi honor importar
matarle de aquesta suerte.
¿Merece el que ha cometido
crimen lese muerte?
SANCHO
En fuego.
REY
¿Y si crimen lese ha sido
el de este?
SANCHO
Que muera luego,
a voces, señor, os pido,
aunque él mi hermano sea,
o sea deudo o amigo,
que en el corazón se emplea,
el riguroso castigo
que tu autoridad desea.
Si es así, muerte daré,
señor, a mi mismo hermano,
y en nada repararé.
REY
Dadme esa palabra y mano.
SANCHO
Y en ella el alma y la fe.
REY
Hallándole descuidado
puedes matalle.
SANCHO
Señor,
siendo Roela y soldado
¿me quieres hacer traidor?
¿Yo, muerte en caso pensado?
Cuerpo a cuerpo he de matalle
donde Sevilla lo vea,
en la plaza o en la calle,
que al que mata y no pelea
nadie puede disculpalle,
y gana más el que muere
a traición que el que le mata,
que el muerto opinión adquiere,
y el vivo, con cuantos trata,
su alevosía refiere.
REY
Matalde como queráis,
que este papel, para abono,
de mí firmado lleváis,
por donde, Sancho, os perdono
cualquier delito que hagáis.
Referildo.
SANCHO
Dice así:
«Al que ese papel advierte,
Sancho Ortiz, luego por mí
y en mi nombre dalde muerte,
que yo por vos salgo aquí;
y si os halláis en aprieto,
por este papel firmado
sacaros de él os prometo.
Yo, el Rey». Estoy admirado
de que tan poco conceto
tenga de mí vuestra alteza.
¡Yo cédula! ¡Yo papel!
Tratadme con más llaneza,
que más en vos que no en él
confía aquí mi nobleza.
Si vuestras palabras cobran
valor, que los montes labra,
y ellas cuanto dicen obran,
dándome aquí la palabra,
señor, los papeles sobran.
A la palabra remito
la cédula que me dais,
con que a vengaros me incito,
porque donde vos estáis
es excusado lo escrito.
Rompeldo, porque sin él
la muerte le solicita
mejor, señor, que con él,
que en parte desacredita
vuestra palabra el papel.
Sin papel, señor, aquí
nos obligamos los dos,
y prometemos ansí,
yo, de vengaros a vos,
y vos, de librarme a mí;
y si es así, no hay que hacer
cédulas, que estorbo han sido;
yo os voy luego a obedecer,
y solo por premio os pido
para esposa la mujer
que yo eligiere.
REY
Aunque sea
ricafembra de Castilla,
os la concedo.
SANCHO
Posea
vuestro pie la alarbe silla;
el mar los castillos vea
gloriosos y dilatados
por sus trópicos ardientes
y por sus climas helados.
REY
Vuestros hechos excelentes,
Sancho, quedarán premiados.
En este papel va el nombre
del hombre que ha de morir;
cuando le abráis, no os asombre;
mirad que he oído decir
en Sevilla que es muy hombre.
SANCHO
Presto, señor, lo sabremos.
REY
Los dos, Sancho, solamente,
este secreto sabemos;
no hay que advertiros, prudente
sois vos; obrad y callemos.
CLARINDO
¿Había de encontrarte,
cuando nuevas tan dulces vengo a darte?
Dame, señor, albricias
de las glorias mayores que codicias.
SANCHO
¿Agora de humor vienes?
CLARINDO
¿Cómo el alma en los brazos no previenes?
SANCHO
¿Cúyo es éste?
CLARINDO
De Estrella,
que estaba más que el sol hermosa y bella,
cuando por la mañana
forma círculos de oro en leche y grana.
Mandome que te diera
este papel y albricias te pidiera.
SANCHO
¿De qué?
CLARINDO
Del casamiento,
que se ha de efetuar luego al momento.
SANCHO
Abrázame, Clarindo,
que no he visto jamás hombre tan lindo.
CLARINDO
Tengo, señor, buen rostro
con buenas nuevas, pero fuera un mostro
si malas las trajera,
que hermosea el placer de esta manera.
No vi que hermoso fuese
hombre jamás que deuda me pidiese,
ni vi que feo hallase
hombre jamás que deuda me pagase;
¡Ay, mortales deseos,
que hacéis hermosos los que espantan feos,
y feos los hermosos!
SANCHO
¡Ay, renglones divinos y amorosos,
beberos quiero a besos,
para dejaros en el alma impresos,
donde, pues os adoro,
más eternos seréis que plantas de oro!
Abrázame, Clarindo,
que no he visto jamás hombre tan lindo.
CLARINDO
Soy como un alpargate.
SANCHO
Leeréle otra vez, aunque me mate
la impensada alegría.
¿Quién tal Estrella vio al nacer del día?
El hermoso lucero
del alba es para mí ya el sol. Espero,
con sus dorados rayos,
en abismos de luz pintar los mayos.
«Esposo, ya ha llegado
el venturoso plazo deseado.
Mi hermano va a buscarte,
solo por darme vida y por premiarte.
Si del tiempo te acuerdas,
búscale luego, y la ocasión no pierdas.
Tu Estrella.» ¡Ay, forma bella!
¿Qué bien no he de alcanzar con tal Estrella?
¡Ay, buelto soberano,
de este Pólux divino soy humano!
CLARINDO
¡Vivas eternidades,
siendo a tus pies momentos las edades!
¡Si amares, en amores
trueques las esperanzas y favores!
Y en batallas y ofensas
siempre glorioso tus contrarios venzas,
y no salgas vencido,
¡que esta la suerte más dichosa ha sido!
SANCHO
Avisa al mayordomo
de la dichosa sujeción que tomo,
y que saque al momento
las libreas que están para este intento
en casa reservadas,
y saquen las cabezas coronadas
mis lacayos y pajes
de hermosas pesadumbres de plumajes.
Y si albricias codicias,
toma aqueste jacinto por albricias,
que el sol también te diera,
cuando la piedra del anillo fuera.
CLARINDO
¡Vivas más que la piedra,
a tu esposa enlazado como hiedra:
y, pues tanto te precio,
vivas, señor, más años que no un necio!
SANCHO
Buscar a Busto quiero,
que entre deseos y esperanzas muero.
¡Cómo el amor porfía!
¿Quién tal Estrella vio al nacer del día?
Mas con el nudo y gusto
me olvidaba del Rey, y no era justo.
Ya está el papel abierto.
Quiero saber quién ha de ser el muerto.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Válgame Dios! ¡Que esto quiera!
¡Tras una suerte, un azar!
Toda esta vida es jugar
una carteta imperfeta,
mal barajada y sujeta
a desdichas y a pesares;
que es toda en cientos y azares
como juego de carteta.
Pintada la suerte vi,
mas luego se despintó,
y el naipe se barajó
para darme muerte a mí.
Miraré si dice así;
pero yo no lo leyera
si el papel no lo dijera.
Quiérole otra vez mirar.
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Perdido soy! ¿Qué he de hacer,
que al Rey la palabra he dado
de matar a mi cuñado,
y a su hermana he de perder?
Sancho Ortiz, no puede ser:
¡viva Busto! Mas no es justo
que al honor contraste el gusto:
¡muera Busto!, ¡Busto muera!
Mas, detente, mano fiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Mas no puedo con mi honor
cumplir, si a mi amor acudo;
mas ¿quién resistirse pudo
de la fuerza del amor?
Morir me será mejor,
o ausentarme, de manera
que sirva al Rey y él no muera.
¡Mas quiero al Rey agradar!
«Al que muerte habéis de dar
es, Sancho, a Busto Tabera.»
¡Oh, nunca yo me obligara
a ejecutar el rigor
del Rey, y nunca el amor
mis potencias contrastara!
Nunca yo a Estrella mirara,
causa de tanto disgusto.
Si servir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Pero extraño rigor fuera:
¡viva Busto! ¡viva Busto!
¿Si le mata por Estrella
el Rey, que servilla trata?
Sí, por Estrella le mata,
pues no muera aquí por ella.
Ofendelle y defendella
quiero. Mas soy caballero,
y no he de hacer lo que quiero,
sino lo que debo hacer.
Pues ¿qué debo obedecer?
La ley que fuere primero;
mas no hay ley que [a] aquesto obligue.
Mas sí hay, que, aunque injusto el Rey,
debo obedecer su ley,
y a él después Dios le castigue.
Mi loco amor se mitigue,
que, aunque me cueste disgusto,
acudir al Rey es justo:
¡Busto muera!, ¡Busto muera!
Que ya no hay quien decir quiera:
¡viva Busto!, ¡viva Busto!
Perdóname, Estrella hermosa,
que no es pequeño castigo
perderte y ser tu enemigo.
¿Qué he de hacer? ¿Puedo otra cosa?
BUSTO
Cuñado, suerte dichosa
he tenido en encontraros.
SANCHO
(Y yo desdicha en hallaros,
porque me buscáis aquí
para darme vida a mí,
pero yo para mataros.)
BUSTO
Ya, hermano, el plazo llegó
de vuestras dichosas bodas.
SANCHO
(Mas de mis desdichas todas,
decirte pudiera yo.
¡Válgame Dios! ¿Quién se vio
jamás en tanto pesar?
¡Que aquí tengo de matar
al que más bien he querido!
¡Que a su hermana haya perdido!
¡Que con todo he de acabar!)
BUSTO
¿De esa suerte os suspendéis,
cuando a mi hermana os ofrezco?
SANCHO
Como yo no la merezco,
callo.
BUSTO
¿No la merecéis?
¿Callando me respondéis?
¿Qué dudáis, que estáis turbado
y, con el rostro mudado,
miráis al suelo y al cielo?
Decid ¿qué pálido hielo
de silencio os ha bañado?
¿Por escrituras no estáis
casado con doña Estrella?
SANCHO
Casarme quise con ella,
mas ya no, aunque me la dais.
BUSTO
¿Conoceisme? ¿Así me habláis?
SANCHO
Por conoceros, aquí
os hablo, Tabera, así.
BUSTO
Si me conocéis Tabera,
¿cómo habláis de esa manera?
SANCHO
Hablo, porque os conocí.
BUSTO
Habréis en mí conocido
sangre, nobleza y valor,
y virtud, que es el honor;
que sin ella honor no ha habido;
y estoy, Sancho Ortiz, corrido.
SANCHO
Más lo estoy yo.
BUSTO
¿Vos? ¿De qué?
SANCHO
De hablaros.
BUSTO
Si en mi honra y fe
algún defeto advertís,
como villano mentís,
y aquí os lo sustentaré.
SANCHO
¿Qué has de sustentar, villano?
(Perdone amor, que el exceso
del Rey me ha quitado el seso,
y es el resistirme en vano.)
BUSTO
¡Muerto soy! ¡Detén la mano!
SANCHO
¡Ay, que estoy fuera de mí,
y sin sentido te herí!
Mas aquí, hermano, te pido
ya que he cobrado el sentido,
que tú me mates a mí.
Quede tu espada envainada
en mi pecho, abre con ella
puerta al alma.
BUSTO
A doña Estrella
os dejo, hermano, encargada.
A Dios.
SANCHO
Rigurosa espada,
sangrienta y fiera homicida,
si me has quitado la vida,
acábame de matar,
porque le pueda pagar
el alma por otra herida.
DON PEDRO
¿Qué es esto? ¡Detén la mano!
BUSTO
¿Cómo, si a mi vida he muerto?
FARFÁN
¡Hay tan grande desconcierto!
DON PEDRO
¿Qué es esto?
SANCHO
He muerto a mi hermano.
Soy un Caín sevillano,
que, vengativo y cruel,
maté un inocente Abel.
Veisle aquí. Matadme aquí,
que pues él muere por mí,
yo quiero morir por él.
DON ARIAS
¿Qué es esto?
SANCHO
Un fiero rigor,
que tanto en los nobles labra
una cumplida palabra,
y un acrisolado honor.
Decilde al Rey mi señor
que tienen los sevillanos
las palabras en las manos,
como lo veis, pues por ellas
atropellan las estrellas,
y no hacen caso de hermanos.
DON PEDRO
¡Dio muerte a Busto Tabera!
DON ARIAS
¿Hay tan temerario exceso?
SANCHO
Prendedme, llevadme preso,
que es bien que el que mata muera.
Mirad qué hazaña tan fiera
me hizo el amor intentar,
pues me ha obligado a matar,
y me ha obligado a morir,
pues por él vengo a pedir
la muerte que él me ha de dar.
DON PEDRO
Llevalde a Trïana preso,
porque la ciudad se altera.
SANCHO
¡Amigo Busto Tabera!
FARFÁN
Este hombre ha perdido el seso.
SANCHO
Dejadme llevar en peso,
señores, el cuerpo helado,
en noble sangre bañado,
que así su Atlante seré,
y entre tanto le daré
la vida que le he quitado.
DON PEDRO
Loco está.
SANCHO
Yo, si atropello
mi gusto, guardo la ley:
esto, señor, es ser Rey,
y esto, señor, es no sello.
Entendello y no entendello
importa, pues yo lo callo;
yo lo maté, no hay negallo,
mas el porqué no diré;
otro confiese el porqué,
pues yo confieso el matallo.
ESTRELLA
No sé si me vestí bien,
como me vestí de prisa,
dame, Teodora, el espejo.
TEODORA
Verte, señora, en ti misma
puedes, que no hay cristal
que tantas verdades diga,
ni de hermosura tan grande
haga verdadera cifra.
ESTRELLA
Alterado tengo el rostro,
y la color encendida.
TEODORA
Es, señora, que la sangre
se ha asomado a las mejillas
entre temor y vergüenza,
solo a celebrar tus dichas.
ESTRELLA
Ya me parece que llega,
bañado el rostro de risa,
mi esposo a darme la mano,
entre mil tiernas caricias.
Ya me parece que dice
mil ternezas y que, oídas,
sale el alma por los ojos,
desestimando sus niñas.
¡Ay, venturoso día!
Esta, Teodora, ha sido estrella mía.
TEODORA
Parece que suena gente.
Cayó el espejo. De envidia,
dentro la hoja, el cristal,
de una luna hizo infinitas.
ESTRELLA
¿Quebrose?
TEODORA
Señora, sí.
ESTRELLA
Bien hizo, porque imagina
que aguardo el cristal, Teodora,
en que mis ojos se miran.
Y pues tal espejo aguardo,
quiébrese el espejo, amiga,
que no quiero con él
este de espejo me sirva.
CLARINDO
Ya, señora, aquesto suena
a gusto y volatería,
que las plumas del sombrero
los casamientos publican.
¿No vengo galán? ¿No vengo
como Dios hizo una guinda,
hecho un jarao por de fuera,
y por dentro una pipa?
A mi dueño di el papel,
y diome aquesta sortija
en albricias.
ESTRELLA
Pues yo quiero
feriarte aquestas albricias.
Dámela y toma por ella
este diamante.
CLARINDO
Partida
está por medio la piedra.
Será de melancolía,
que los jacintos padecen
de ese mal, aunque le quitan.
Partida por medio está.
ESTRELLA
No importa que esté partida,
que es bien que las piedras sientan
mis contentos y alegrías.
¡Ay, venturoso día!
¡Esta, amigos, ha sido estrella mía!
TEODORA
Gran tropel suena en los patios.
CLARINDO
Y ya el escalera arriba
parece que sube gente.
ESTRELLA
¿Qué valor hay que resista
el placer? ¿Pero qué es esto?
DON PEDRO
Los desastres y desdichas
se hicieron para los hombres,
que es mar de llanto esta vida.
El señor Busto Tabera
es muerto, y sus plantas pisan
ramos de estrellas, del cielo
lisonjera argentería.
El consuelo que aquí os queda
es que está el fiero homicida,
Sancho Ortiz de las Roelas,
preso y de él se hará justicia
mañana sin falta.
ESTRELLA
¡Ay Dios!
Dejadme, gente enemiga,
que en vuestras lenguas traéis
de los infiernos las iras.
¡Mi hermano es muerto y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿Y hay quién lo diga?
¿Y hay quién lo escuche y no muera?
Piedra soy, pues estoy viva.
¡Ay, riguroso día!
¡Esta, amigos, ha sido Estrella mía!
¿No hay cuchillos, no hay espadas,
no hay cordel, no hay encendidas
brasas? ¿no hay áspides fieros,
muertes de reinas egipcias?
Pero si hay piedad humana,
matadme.
DON PEDRO
El dolor la priva
de la razón.
ESTRELLA
¡Desdichada
ha sido la estrella mía!
¡Mi hermano es muerto, y le ha muerto
Sancho Ortiz! ¿[Hay] quien divida
tres almas de un corazón?
Dejadme, que estoy perdida.
DON PEDRO
Ella está desesperada.
FARFÁN
¡Infeliz beldad!
DON PEDRO
Seguilda.
CLARINDO
Señora...
ESTRELLA
Déjame, ingrato,
sangre de aquel fratricida.
Y pues acabo con todo,
quiero acabar con la vida.
¡Ay, riguroso día!
Esta, Teodora, ha sido estrella mía.
JORNADA TERCERA
DON PEDRO
Confiesa que le mató,
mas no confiesa por qué.
REY
¿No dice qué le obligó?
FARFÁN
Solo responde: «No sé»;
y es gran confusión.
REY
¿[Y] no
dice si le dio ocasión?
DON PEDRO
Señor, de ninguna suerte.
DON ARIAS
¡Temeraria confusión!
DON PEDRO
Dice que le dio la muerte,
no sabe si es con razón.
FARFÁN
Solo confiesa matalle,
porque matalle juró.
DON ARIAS
Ocasión debió de dalle.
DON PEDRO
Dice que no se la dio.
REY
Volved de mi parte a hablalle;
y decilde que yo digo
que luego el descargo dé,
y decid que soy su amigo,
y su enemigo seré
en el rigor y castigo.
Declare por qué ocasión
dio muerte a Busto Tabera,
y en sumaria información,
antes que de necio muera
dé del delito razón.
Diga quién se lo mandó,
y por quién le dio la muerte,
o qué ocasión le movió
a hacello, que de esta suerte
oiré el descargo yo,
o que a morir se aperciba.
DON PEDRO
Eso es lo que más desea.
El sentimiento le priva,
viendo una hazaña tan fea,
tan avara y tan esquiva,
del juicio.
REY
¿Y no se queja
de ninguno?
FARFÁN
No, señor.
Con su pesar se aconseja.
REY
¡Notable y raro valor!
FARFÁN
Los cargos ajenos deja,
y a sí se culpa, no más.
REY
No se habrá visto en el mundo
tales dos hombres jamás.
Cuando su valor confundo
me van apurando más.
Id y haced, alcaldes, luego
que haga la declaración
y habrá en la corte sosiego.
Id, vos, con esta ocasión,
don Arias, a ese hombre ciego.
De mi parte le decid
que diga [por] quién le dio
la muerte, y le persuadi[d]
que declare, aunque sea yo
el culpado, y prevenid,
si no confiesa, al momento
el teatro en que mañana
le dé a Sevilla escarmiento.
DON ARIAS
Ya voy.
DON MANUEL
La gallarda hermana,
con grande acompañamiento,
de Busto Tabera, pide
para besaros las manos
licencia.
REY
¿Quién se lo impide?
DON MANUEL
Gran señor, los ciudadanos.
REY
¡Bien con la razón se mide!
Dadme a Sevilla y dejad
que entre ahora.
DON MANUEL
Voy por ella.
REY
Vendrá vertiendo beldad,
como en el cielo la estrella
sale tras la tempestad.
DON MANUEL
Ya está aquí.
REY
No por abril
parece así su arrebol
el sol gallardo y gentil,
aunque por verano el sol
vierte rayos de marfil.
ESTRELLA
Cristianísimo don Sancho,
de Castilla rey ilustre,
por las hazañas notable,
heroico por las virtudes.
Una desdichada Estrella,
que sus claros rayos cubre
de este luto, que mi llanto
lo ha sacado en negras nubes,
justicia a pedirte vengo,
mas no que tú la ejecutes,
sino que en mi adbitrio dejes
que mi venganza se funde.
Estrella de mayo fui,
cuando más flores produce,
y agora, en estraño llanto,
ya soy Estrella de otubre.
No doy lugar a mis ojos
que mis lágrimas enjuguen,
porque anegándose en ellas
mi sentimiento no culpen.
Quise a Tabera, mi hermano,
que sus sacras pesadumbres
ocupa, pisando estrellas
en pavimentos azules.
Como hermano me amparó,
y como a padre le tuve
la obediencia, y el respeto
en sus mandamientos puse.
Vivía con él contenta,
sin dejar que el sol [me] injurie,
que aún los rayos del sol no eran
a mis ventanas comunes.
Nuestra hermandad envidiaba
Sevilla, y todos presumen
que éramos los dos hermanos
que a una estrella se reducen.
Un tirano cazador
hace que el arco ejecute
el fiero golpe en mi hermano,
y nuestras glorias confunde.
Perdí hermano, perdí esposo;
sola he quedado, y no acudes
a la obligación de Rey,
sin que nadie te disculpe.
Hazme justicia, señor,
dame el homicida; porque
en mis manos los excesos,
déjame que yo los juzgue.
Entrégamele, ansí reines
mil edades, ansí triunfes
de las lunas que te ocupan
los términos andaluces,
porque Sevilla te alabe,
sin que su gente te adule,
en los bronces inmortales
que ya los tiempos te bruñen.
REY
Sosegaos, y enjugad las luces bellas,
si no queréis que se arda mi palacio,
que lágrimas del sol son las estrellas,
si cada rayo suyo es un topacio;
recoja el alba su tesoro en ellas,
si el sol recién nacido le da espacio,
y dejad que los cielos las codicien,
que no es razón que aquí se desperdicien.
Tomad esta sortija, y en Trïana
allanad el castillo con sus señas;
pónganlo en vuestras manos, sed tirana
fiera como él de las hircanas peñas,
aunque a piedad y compasión villana,
nos enseñan volando las cigüeñas,
que es bien que sean, porque más asombre,
aves y fieras confusión del hombre.
Vuestro hermano murió. Quien le dio muerte
dicen que es Sancho Ortiz. Vengaos vos de ella,
y aunque él muriese así de aquesa suerte,
vos la culpa tenéis, por ser tan bella.
Si es la mujer el animal más fuerte,
mujer, Estrella, sois, y sois estrella.
Vos vencéis que inclináis y, con venceros,
competencia tendréis con dos luceros.
ESTRELLA
¿Qué ocasión dio, gran señor, mi hermosura
en la inocente muerte de mi hermano?
¿He dado yo la causa, por ventura,
con deseo, a propósito liviano?
¿Ha visto alguno en mi desenvoltura
algún inútil pensamiento vano?
REY
Es ser hermosa, en la mujer, tan fuerte,
que, sin dar ocasión, da al mundo muerte.
Vos quedáis sin matar, porque en vos mata
la parte que os dio el cielo. La belleza
se ofenderá consigo cuando, ingrata
–emulación con la naturaleza
no avarientas las perlas, ni la plata,
y un oro que hace un mar vuestra cabeza–
para vos reservéis, que no es justicia.
ESTRELLA
Aquí, señor, virtud es avaricia,
que si en mí plata hubiera y oro hubiera,
de mi cabeza luego le arrancara,
y el rostro con fealdad obscureciera,
aunque en brasas ardientes le abrasara.
Si un Tabera murió, quedó un Tabera,
y si su deshonor está en mi cara,
yo la pondré de suerte con mis manos,
que espanto sea entre los más tiranos.
REY
Si a Sancho Ortiz le entregan, imagino
que con su misma mano ha de matalle,
¿Que en vaso tan perfecto y peregrino
permite Dios que la fiereza se halle?
¡Ved lo que intenta un necio desatino!
Yo incité a Sancho Ortiz: voy a libralle,
que amor que pisa púrpura de reyes,
a su gusto no más promulga leyes.
SANCHO
¿Algunos versos, Clarindo,
no has escrito a mi suceso ?
CLARINDO
¿Quién, señor, ha de escrebir,
teniendo tan poco premio?
A las fiestas de la plaza,
muchos me pidieron versos,
y viéndome por las calles,
como si fuera maestro
de cortar o de coser,
me decían: «¿No está hecho
aquel recaudo?» Y me daban
más priesa que un rompimiento.
Y cuando escritas llevaba
las estancias, muy compuestos
decían: «Buenas están.
Yo, Clarindo, lo agradezco.»
Y sin pagarme la hechura,
me enviaban boquiseco.
No quiero escrebir a nadie,
ni ser tercero de necios
que los versos son cansados
cuando no tienen provecho.
Tomen la pluma los cultos,
después de cuarenta huevos
sorbidos, y versos pollos
saquen a luz de otros dueños,
que yo por comer escribo,
si escriben comidos ellos.
Y si qué comer tuviera,
excediera en el silencio
a Anaxágoras, y burla
de los latinos y griegos
ingenios hiciera.
DON PEDRO
Entrad.
CLARINDO
Que vienen, señor, sospecho,
estos a notificarte
la sentencia.
SANCHO
Pues de presto.
decid vosotros un tono.
Agora sí que deseo
morir, y quiero, cantando,
dar muestras de mi contento.
Fuera de que quiero dalles
a entender mi heroico pecho,
y que aún la muerte no puede
en él obligarme a menos.
CLARINDO
¡Notable gentilidad!
¿Qué más hiciera un tudesco,
llena el alma de lagañas,
de pipotes de lo añejo,
de Monturques, de Lucena,
santos y benditos pueblos?
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se tarda el morir».
CLARINDO
¡Gallardo mote han cantado!
SANCHO
A propósito y discreto.
«No hay vida como la muerte
para el que vive muriendo».
DON PEDRO
¿Agora es tiempo, señor,
de música?
SANCHO
Pues, ¿qué tiempo
de mayor descanso pueden
tener en su mal los presos?
FARFÁN
Cuando la muerte por horas
le amenaza y por momentos
la sentencia está aguardando
del fulminado proceso,
¿con música se entretiene?
SANCHO
Soy cisne y la muerte espero
cantando.
FARFÁN
Ha llegado el plazo.
SANCHO
Las manos y pies os beso
por las nuevas que me dais.
¡Dulce día! Solo tengo,
amigos, esta sortija,
pobre prisión de mis dedos.
Repartilda, que en albricias
os la doy, y mis contentos
publicad con la canción
que a mi propósito han hecho.
MÚSICOS
«Si consiste en el vivir
mi triste y confusa suerte,
lo que se alarga la muerte,
eso se tarda el morir».
SANCHO
Pues si la muerte se alarga
lo que la vida entretengo,
y está en la muerte la vida,
con justicia la celebro.
DON PEDRO
Sancho Ortiz de las Roelas,
¿vos confesáis que habéis muerto
a Busto Tabera?
SANCHO
Sí,
aquí a voces lo confieso:
Yo le di muerte, señores,
al más noble caballero
que trujo arnés, ciñó espada
lanza empuñó, enlazó yelmo.
Las leyes del amistad,
guardadas con lazo eterno,
rompí, cuando él me ofreció
sus estrellados luceros.
Buscad bárbaros castigos,
inventad nuevos tormentos,
porque en España se olviden
de Fálaris y Majencio.
FARFÁN
¿Pues, sin daros ocasión
le matastis?
SANCHO
Yo le he muerto.
Esto confieso, y la causa
no la sé, y causa tengo,
y es de callaros la causa,
pues tan callada la tengo.
Si hay alguno que lo sepa,
dígalo, que yo no entiendo
por qué murió. Solo sé
que le maté sin saberlo.
DON PEDRO
Pues parece alevosía
matarle sin causa.
SANCHO
Es cierto
que la dio, pues que murió.
DON PEDRO
¿A quién ?
SANCHO
A quien me ha puesto
en el estado en que estoy,
que es en el último estremo.
DON PEDRO
¿Quién es?
SANCHO
No puedo dezillo,
porque me encargó el secreto,
que, como rey en las obras,
he de serlo en el silencio.
Y para matarme a mí,
basta saber que le he muerto,
sin preguntarme el porqué.
DON ARIAS
Señor Sancho Ortiz, yo vengo
aquí, en nombre de su alteza,
a pediros que a su ruego
confeséis quién es la causa
de este loco desconcierto;
si lo hicistis por amigos,
por mujeres o por deudos,
o por algún poderoso
y grande de aqueste reino;
y si tenéis de su mano
papel, resguardo o concierto,
escrito o firmado, al punto
lo manifestéis, haciendo
lo que debéis.
SANCHO
Si lo hago,
no haré, señor, lo que debo.
Decilde a su Alteza, amigo,
que cumplo lo que prometo;
y si él es don Sancho el Bravo,
yo ese mismo nombre tengo.
Decilde que bien pudiera
tener papel, mas me afrento
de que papeles me pida,
habiendo visto rompellos.
Yo maté a Busto Tabera;
y aunque aquí librarme puedo,
no quiero, por entender
que alguna palabra ofendo.
Rey soy en cumplir la mía,
y lo prometido he hecho;
y quien promete, también
es razón haga lo mesmo.
Haga quien se obliga hablando.
pues yo me he obligado haciendo,
que si al hablar llaman Sancho,
yo soy Sancho, y callar quiero.
Esto a su Alteza decid;
y decilde que es mi intento
que conozca que en Sevilla
también ser reyes sabemos.
DON ARIAS
Si en vuestra boca tenéis
el descargo, es desconcierto
negarlo.
SANCHO
Yo soy quien soy,
y siendo quien soy, me venzo
a mí mismo con callar,
y a alguno que calla afrento;
quien es quien es, haga obrando
como quien es, y con esto,
de aquesta suerte los dos
como quien somos haremos.
DON ARIAS
Eso le diré a su alteza.
DON PEDRO
Vos, Sancho Ortiz, habéis hecho
un caso muy mal pensado,
y anduvistis poco cuerdo.
FARFÁN
Al cabildo de Sevilla
habéis ofendido, y puesto
a su rigor vuestra vida,
y en su furor vuestro cuello.
DON PEDRO
Matastis a un regidor
sin culpa, al cielo ofendiendo;
Sevilla castigará
tan locos atrevimientos.
DON ARIAS
Y al Rey, que es justo, y es santo.
(¡Raro valor! ¡Bravo esfuerzo!)
CLARINDO
¿Es posible que consientas
tantas injurias?
SANCHO
Consiento
que me castiguen los hombres,
y que me confunda el cielo.
Y ya, Clarindo, comienza.
¿No oyes un confuso estruendo?
Braman los aires, armados
de relámpagos y truenos.
Uno baja sobre mí
como culebra, esparciendo
círculos de fuego apriesa.
CLARINDO
Pienso que ha perdido el seso.
Quiero seguille el humor.
SANCHO
¡Que me abraso!
CLARINDO
¡Que me quemo!
SANCHO
¿Cogiote el rayo también?
CLARINDO
¿No me ves cenizas hecho?
SANCHO
¡Válgame Dios!
CLARINDO
Sí, señor,
ceniza soy de sarmientos.
SANCHO
Dame una poca, Clarindo,
para que diga «Memento».
CLARINDO
¿Y a ti no te ha herido el rayo?
SANCHO
¿No me ves, Clarindo, vuelto,
como la mujer de Lot,
en piedra sal?
CLARINDO
Quiero verlo.
SANCHO
Tócame.
CLARINDO
Duro y salado
estás.
SANCHO
¿No lo he de estar, necio,
si soy piedra sal aquí?
CLARINDO
Así te gastarás menos.
Mas si eres ya piedra sal,
di, ¿cómo hablas?
SANCHO
Porque tengo
el alma ya encarcelada
en el infierno del cuerpo.
Y tú, si eres ya ceniza,
¿cómo hablas?
CLARINDO
Soy un brasero,
donde, entre cenizas pardas,
el alma es tizón cubierto.
SANCHO
¿Alma tizón tienes? ¡Malo!
CLARINDO
Antes, señor, no es muy bueno.
SANCHO
¿Ya estamos en la otra vida?
CLARINDO
Y pienso que en el infierno.
SANCHO
¿En el infierno, Clarindo?
¿En qué lo ves?
CLARINDO
En que veo,
señor, en aquel castillo
más de mil sastres mintiendo.
SANCHO
Bien dices que en él estamos,
que la Soberbia está ardiendo
sobre esa torre, formada
de arrogantes y soberbios.
Allí veo a la Ambición
tragando abismos de fuego.
CLARINDO
Y más adelante está
una legión de cocheros.
SANCHO
Si andan coches por acá,
destruirán al infierno.
Pero si el infierno es,
¿cómo escribanos no vemos?
CLARINDO
No los quieren recebir,
porque acá no inventen pleitos.
SANCHO
Pues si en él pleitos no hay,
bueno es el infierno.
CLARINDO
Bueno.
SANCHO
¿Qué son aquellos?
CLARINDO
Tahures
sobre una mesa de fuego.
SANCHO
¿Y aquéllos?
CLARINDO
Son demonios,
que los llevan, señor, presos.
SANCHO
No les basta ser demonios,
sino soplones. ¿Qué es esto?
CLARINDO
Voces de dos mal casados,
que se están pidiendo celos.
SANCHO
Infierno es ese dos veces,
acá y allá padeciendo.
¡Bravo penar, fuerte yugo!
Lástima, por Dios, les tengo.
¿De qué te ries?
CLARINDO
De ver
a un espantado hacer gestos,
señor, a aquellos demonios,
porque le han ajado el cuello
y cortado las melenas.
SANCHO
Ese es notable tormento,
sentiralo mucho.
CLARINDO
Allí
la Necesidad, haciendo
cara de hereje, da voces.
SANCHO
Acá y allá padeciendo.
¡Pobre mujer! Disculpados
habían de estar sus yerros,
porque la Necesidad
tiene disculpa en hacerlos,
y no te espantes, Clarindo.
CLARINDO
¡Válgame Dios! Saber quiero
quién es aquel de la pluma.
SANCHO
Aquel, Clarindo, es Homero,
y aquel Virgilio, a quien Dido
la lengua le cortó, en premio
del testimonio y mentira
que le levantó. Aquel viejo
es Horacio, aquel Lucano.
y aquel Ovidio.
CLARINDO
No veo,
señor, entre estos poetas
ninguno de nuestros tiempos;
no veo ahora ninguno
de los sevillanos nuestros.
SANCHO
Si son los mismos demonios,
dime, ¿cómo puedes vellos?
Que allá, en forma de poetas,
andan dándonos tormentos.
CLARINDO
¿Demonios poetas son?
Por Dios, señor, que lo creo,
que aquel demonio de allí,
arrogante y corninegro,
a un poeta amigo mío
se parece, pero es lego;
que los demonios son sabios,
mas este será mostrenco.
Allí está el tirano Honor,
cargado de muchos necios
que por la honra padecen.
SANCHO
Quiérome juntar con ellos.
–Honor, un necio y honrado
viene a ser criado vuestro,
por no exceder vuestras leyes.
–Mal, amigo, lo habéis hecho,
porque el verdadero honor
consiste ya en no tenerlo.
¡A mí me buscáis allá,
y ha mil siglos que estoy muerto!
Dinero, amigo, buscad,
que el honor es el dinero.
¿Qué hicistis? —Quise cumplir
una palabra.— Riendo
me estoy: ¿palabras cumplís?
Pareceisme majadero,
que es ya el no cumplir palabras
bizarría en este tiempo.
—Prometí matar a un hombre,
y le maté, airado, siendo
mi mayor amigo.— Malo.
CLARINDO
No es muy bueno.
SANCHO
No es muy bueno.
—Metelde en un calabozo,
y condénese por necio.
—Honor, su hermana perdí,
y ya en su [ausencia] padezco.
—No importa.
CLARINDO
¡Válgame Dios!
Si más proseguir le dejo
ha de perder el juicio.
Inventar quiero un enredo.
SANCHO
¿Quién da voces? ¿Quién da voces?
CLARINDO
Da voces el Cancerbero,
portero de este palacio.
—¿No me conocéis?
SANCHO
Sospecho
que sí.
CLARINDO
Y vos, ¿quién sois?
SANCHO
¿Yo?
Un honrado.
CLARINDO
¿Y acá dentro
estáis? Salid noramala.
SANCHO
¿Qué decís?
CLARINDO
Salid de presto,
que este lugar no es de honrado.
Asilde, llevalde preso
al otro mundo, a la cárcel
de Sevilla, por el viento.
—¿Cómo?— Tapados los ojos,
para que vuele sin miedo.
—Ya está tapado.— En sus hombros
al punto el Diablo Cojuelo
allá le ponga de un salto.
—¿De un salto? Yo estoy contento.
—Camina, y lleva también
de la mano al compañero.
—Ya estáis en el mundo, amigo,
quedaos a Dios.— Con Dios quedo.
SANCHO
¿A Dios dijo?
CLARINDO
Sí señor, que
este demonio, primero
que lo fuese, fue cristiano,
y bautizado, y gallego
en Cal de Francos.
SANCHO
Parece
que de un éxtasis recuerdo.
¡Válgame Dios! ¡Ay, Estrella,
qué desdichada la tengo
sin vos! Mas si yo os perdí,
este castigo merezco.
ESTRELLA
Luego el preso me entregad.
ALCAIDE
Aquí está, señora, el preso,
y como lo manda el Rey,
en vuestras manos le entrego.
Señor Sancho Ortiz, su alteza
nos manda que le entreguemos
a esta señora.
ESTRELLA
Señor,
venid conmigo.
SANCHO
Agradezco
la piedad si es a matarme,
porque la muerte deseo.
ESTRELLA
Dadme la mano y venid.
CLARINDO
¿No parece encantamento?
ESTRELLA
¡Nadie nos siga!
CLARINDO
Está bien.
¡Por Dios, que andamos muy buenos,
desde el infierno a Sevilla,
y de Sevilla al infierno!
Plegue a Dios que aquesta Estrella
se nos vuelva ya un lucero.
ESTRELLA
Ya os he puesto en libertad.
Idos, Sancho Ortiz, con Dios,
y advertid que uso con vos
de clemencia y de piedad.
Idos con Dios, acabad.
Libre estáis. ¿Qué os detenéis?
¿Qué miráis? ¿Qué os suspendéis?
Tiempo pierde el que se tarda.
Id, que el caballo os aguarda
en que escaparos podéis.
Dineros tiene el criado
para el camino.
SANCHO
Señora,
dadme esos pies.
ESTRELLA
Id, que ahora
no es tiempo.
SANCHO
Voy con cuidado.
Sepa yo quién me ha librado,
porque sepa agradecer
tal merced.
ESTRELLA
Una mujer,
vuestra aficionada soy,
que la libertad os doy
teniéndola en mi poder.
Id con Dios.
SANCHO
No he de pasar
de aquí, si no me decís
quién sois o no os descubrís.
ESTRELLA
No me da el tiempo lugar.
SANCHO
La vida os quiero pagar,
y la libertad también.
Yo he de conocer a quien
tanta obligación le debo,
para pagar lo que debo,
reconociendo este bien.
ESTRELLA
Una mujer principal
soy, y si más lo pondero,
la mujer que más os quiero,
y a quien vos queréis más mal.
Id con Dios.
SANCHO
[Yo] no haré tal,
si no os descubrís ahora.
ESTRELLA
Porque os vais, yo soy...
SANCHO
¡Señora!
¡Estrella del alma mía!
ESTRELLA
Estrella soy que te guía,
de tu vida precursora.
Vete, que amor atropella
la fuerza así del rigor,
que como te tengo amor,
te soy favorable Estrella.
SANCHO
¡Tú, resplandeciente y bella,
con el mayor enemigo!
¡Tú, tanta piedad conmigo!
Trátame con más crueldad,
que aquí es rigor la piedad,
porque es piedad el castigo.
Haz que la muerte me den;
no quieras, tan liberal,
con el bien hacerme mal
cuando está en mi mal el bien.
¡Darle libertad a quien
muerte a su hermano le dio!
No es justo que viva yo,
pues él padeció por mí;
que es bien que te pierda así
quien tal amigo perdió.
En libertad de esta suerte
me entrego a la muerte fiera,
porque si preso estuviera,
¿qué hacía en pedir la muerte?
ESTRELLA
Mi amor es más firme y fuerte,
y así la vida te doy.
SANCHO
Pues yo a la muerte me voy,
puesto que librarme quieres,
que, si haces como quien eres,
yo he de hacer como quien soy.
ESTRELLA
¿Por qué mueres?
SANCHO
Por vengarte.
ESTRELLA
¿De qué?
SANCHO
De mi alevosía.
ESTRELLA
Es crueldad.
SANCHO
Es valentía.
ESTRELLA
Ya no hay parte.
SANCHO
Amor es parte.
ESTRELLA
Es ofenderme.
SANCHO