Una paradoja del habla. La tartamudez

Amparo Cabrera


CAPÍTULO I.- LA PARADOJA


I.1.- La paradoja de la frontera

En la revisión de la bibliografía acerca de las características lingüísticas de la tartamudez, encontramos ambigüedades tales como la dificultad de definir la tartamudez , de diferenciarla claramente del habla usual , incluso de distinguir estadios evolutivos o tipos distintos del trastorno .
Si intento articular las características lingüísticas de la tartamudez y el acto de habla tartamudo en relación a la paradoja de la frontera es porque supongo que las ambigüedades encontradas no son tales sino que pueden responder a la relación paradójica que existe en la frontera entre el lenguaje y el metalenguaje.
La paradoja de la frontera es central en la Gramática Liminar , siendo su objeto la formalización de la relación dialéctica que el lenguaje contrae con el metalenguaje, así como de sus implicaciones.
Tras la primera época de la G.L. en la cual se proponen las hipótesis para la categorización de las lenguas naturales, comienza un desarrollo ulterior de la teoría. Se analizan las vinculaciones de la paradoja de la frontera en el habla y se despliegan aspectos de la paradoja relativos a la semántica y la pragmática .
Tal y como se plantea la relación dialéctica entre el lenguaje y el metalenguaje en la G.L. debe ser posible observar esta dialéctica en relacón a la tartamudez en tanto acto de habla. Relación dialéctica entre el habla tartamuda y las características lingüísticas de la misma.
La paradoja de la frontera, siendo M el metalenguaje y L el Lenguaje, se formula así :
I.2.- Las fronteras de la tartamudez

LLamaremos Mt al conjunto de características gramaticales: fonológicas , morfológicas , sintácticas y semánticas , que definen las características lingüísticas de la tartamudez y Lt al conjunto de actos de habla tartamudos.
Entonces podríamos formular la paradoja de la frontera para los subconjuntos Mt y Lt así:
Para ver las implicaciones de esta formulación en el tema que nos ocupa la analizaremos desglosándola en tres partes:
a) Comenzaremos por la última por ser la más obvia. El conjunto de características lingüisticas de la tartamudez es distinto al formado por el conjunto de actos de habla de tartamudos:
Precisar que el tartamudeo se produce en función de determinado fonemas: vocales, semivocales y consonantes bilabiales implosivas no se confunde con el tartamudeo en las vocales, semivocales o bilabiales implosivas. Algunos estudios sitúan el lugar del tartamudeo en las primeras palabras de la frase, donde reside la mayor incertidumbre debido a la mayor información que poseen. Mayor información desde el plano léxico y sintáctico ya que la primera palabra decide la organización del resto de la frase. Tampoco este tipo de afirmaciones metalingüísticas se confunden con el tartamudeo en las primeras palabras. Cualquier característica lingüística de la tartamudez, y ha sido estudiada desde todas las posibilidades que la gramática ofrece, se distingue del acto de habla tartamudo.

b) Continuaremos con la segunda parte de la formulación de la paradoja:
Toda lengua natural puede considerarse un metalenguaje en tanto relaciona signos lingüísticos. Las conversaciones cotidianas están llenas del uso metalingüístico de la lengua. Cada vez que explicamos el significado de alguna palabra utilizada, estamos metalingüistiqueando. El proceso de adquisición del lenguaje en los niños podría llamarse con igual derecho el proceso de adquisición del metalenguaje, como lo atestiguan sus constantes preguntas acerca de las palabras.
Así podemos considerar las repeticiones propias del tartamudeo como una forma de relacionar signos lingüísticos y por tanto una forma de metalenguaje. Se puede precisar más siguiendo las posibilidades que la G.L. ofrece extendiendo el concepto de paradoja de la frontera y considerando <L> y <M> funciones ocasionales desempañadas por un signo . En la repetición de una sílaba, la segunda emisión de la misma determina que la primera pertenezca al conjunto de las repeticiones. Las continuas emisiones de la misma sílaba pertenecen a Mt en tanto son el signo que decide la calificación metalingüística de las restantes: la repetición.

c) Terminaremos este liminar comentario de la tartamudez y sus características lingüísticas con el análisis de la primera parte de la fórmula
Quizá esta parte sea la más difícil de ver. Una aproximación puede plantearse directamente desde la fórmula general de la paradoja de la frontera. Si M &Mac195; L , entonces Mt &Mac195; L . El conjunto de características gramaticales de la tartamudez pertenece al lenguaje natural, en la misma medida que el metalenguaje pertenece al lenguaje. Para ver que el metalenguaje de la tartamudez puede pertenecer al conjunto de actos de habla tartamudos, Mt &Mac195; Lt, centraremos el tema en la posibilidad que ofrece la paradoja de la frontera de incluir la posición del investigador .
El intento de definir la tartamudez conduce a la elección del punto desde el cual situarse. Puede tratarse de la perspectiva del tartamudo o del observador. Los estudios que eligen el primer lugar enfatizan la relación de la disfemia con el acto de hablar. Por ello se han diseñado experimentos para estudiar la identificación del tartamudeo opuesto a su simulación. La identificación se lleva a cabo tanto por tartamudos como por no tartamudos. En alguno de estos estudios se concluye que las producciones tartamudas son experiencias cualitativamente diferentes. La diferencia reside en el bloqueo involuntario, el cual únicamente los tartamudos pueden identificar con suficiente precisión. Desde esta perspectiva, la tartamudez no es lo que un observador escucha como tartamudeo sino lo que ocurre en la producción del habla tartamuda, su involuntariedad . El hecho de definir la tartamudez como un acto involuntario ha sido criticado , ya que el concepto involuntario es muy impreciso. Esta crítica parece pertinente ya que delimitar la involuntariedad de un acto remite a la consciencia. Si la identificación del bloqueo específico de la tartamudez sólo puede ser realizado con suficiente fiabilidad y validez por un tartamudo, se trata de una función específica de Mt, en la cual Mt &Mac195; Lt.
Es posible añadir algo más acerca de la paradoja del investigador. Las definiciones que toman la perspectiva del observador enfatizan las características lingüísticas de la tartamudez . Sin embargo, exceptuando el bloqueo involuntario que únicamente identifican los propios tartamudos, ninguna de las características lingüísticas de la tartamudez puede considerarse absolutamente específica. Todas ellas pueden aparecer a un momento dado en un habla por lo demás fluida, debido a la dificultad de una lectura , la incertidumbre lingüística o conceptual ante determinada palabra , etc. Existe una tartamudez llamada tartamudez primaria o del desarrollo que aparece alrededor de los tres años y desaparece alrededor de los siete o en la adolescencia en la mayoría de los casos. La descripción de los estadios de la tartamudez plantea la evolución de la misma paralelamente a la evolución cognitiva y de las estructuras lingüísticas . Por todo ello parece difícil sostener la posición del observador objetivo, no sujeto a la paradoja en relación a la observación de la tartamudez, como es lógico puesto que se trata de un acto de habla.
Se da la circunstancia de que algunos de los investigadores que defienden la perspectiva del observador, como Ch. Van Riper o W. Johnson son a su vez famosos tartamudos. Quizá su calidad de buenos observadores provenga de ser los actores del drama.
Por tanto, una vez analizada la fórmula de la paradoja de la frontera aplicada a la articulación del lenguaje tartamudo y al metalenguaje constituido por las teorizaciones lingüísticas que lo describen y explican, las ambigüedades e imprecisiones de las características lingüísticas no aparecen como tales sino que forman parte del propio trastorno, contribuyendo de este modo a su esclarecimiento. Los actos de habla tartamudos y lo que se ha escrito sobre ellos adquieren una nueva relación lógica, la específica de la relación paradójica entre el lenguaje y el metalenguaje.
Así este texto se sitúa en esa frontera paradójica.


I.3.- "I can nnnnnnnnever say my n sounds"

Ocurre con mucha frecuencia que un tartamudo tenga una idea bastante precisa acerca de las manifestaciones de su tartamudez. Concretamente los fonemas en los cuales se produce el tartamudeo Así ocurría en la siguiente manifestación de un tartamudo: " I can nnnnnnnever say my n sounds" . Enunciado en el cual se afirma que es imposible pronunciar un fonema que inmediatamente se articula con claridad
La enunciación "Yo miento" es un ejemplo clásico de la paradoja de clases. Nos sitúa ante la contradicción entre lógica y gramática. La citada frase es gramaticalmente correcta pero no es lógica. Si miento y afirmo que miento, estoy diciendo la verdad. El sujeto del enunciado miente, y el sujeto de la enunciación dice la verdad al afirmar que miente.
Es posible analizar esta contradicción, análoga a la formulada por el tartamudo que no puede pronunciar el sonido /n/, desde la paradoja de la frontera, asimilando las posiciones de sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación a las del lenguaje y metalenguaje. Tomamos como punto de partida la fórmula propuesta en el apartado anterior, como caso particular de la fórmula general de la paradoja de la frontera, para el análisis del trastorno del lenguaje que nos ocupa: <Mt &Mac195; Lt, Lt Œ Mt, Lt &Mac185; Mt >.
En la frase " I can nnnnnnnever say my n sounds" no se confunden la afirmación lingüística y la metalingüística, ni el sujeto del enunciado y el de la enunciación.
La distinción queda claramente marcada Si se trata de la información acerca del fonema imposible de pronunciar, información metalingüística, ese fonema se articula con toda perfección. Si se trata del acto de habla de un tartamudo que siempre repite el fonema n, al encontrarlo en la palabra never , es repetido.

b) La afirmación metalingüística expuesta en: " I can nnnnnnnever say my n sounds", incluye la afirmación lingüística, de lo contrario no podría decir nada de ella.
Además cada repetición del fonema n funciona como el signo que determina la calificación metalingüística de repetición respecto del otro fonema n articulado.
El sujeto del enunciado engloba al sujeto de la enunciación en este lado de la paradoja.

c) En " I can nnnnnnnever say my n sounds", se trata de una apreciación metalingüística llevada a cabo por un tartamudo en un acto de habla tartamudo.
La paradoja de la frontera en tanto paradoja del observador aparece aquí plenamente.
El sujeto de la enunciación contiene todo lo que pueda exponer el sujeto del enunciado.


I.4.- La frontera consciente / inconsciente

Ante un analizante cabe la posibilidad de que el psicoanalista actúe como si el psicoanálisis fuera una suerte de hermenéutica. En ese caso el psicoanalista escucharía al analizante e interpretaría según sus conocimientos acerca del saber del inconsciente. Desde ese supuesto el psicoanalista debería tener cierto cuidado en que sus prejuicios y creencias personales no afectaran la escucha neutral que debe a su paciente. Cuando esto no es posible ocurre la contratransferencia, contra la cual el psicoanalista debe estar avisado gracias a su análisis didáctico.
Las películas de Woody Allen han popularizado la figura del psicoanalista que le dice a su paciente el significado de tal gesto en relación a determinada fantasía sexual. Así la analogía entre un gesto del analizante y algún tipo de experiencia sexual se convierte en el significado del gesto debido a la intervención neutral del analista.
Esta posibilidad de escucha neutral, posibilidad de alcanzar un saber sin intervención subjetiva ninguna es cuestionada por J.Lacan desde la relación del sujeto con el saber. Propone algo previo a la adjudicación de significados ante el decir del analizante y a la contratransferencia que pudiera estar implicada. Esta cuestión previa se centra en la resistencia del discurso.
De la misma manera que hay un problema para saber en lógica y matemáticas si existe un conjunto de todos los conjuntos, el tema del sujeto sabiendo el saber que lo hace actuar, se plantea de manera tal que hacer uso del saber es volverlo inconsciente. El saber puro carece de sujeto. Formar una frase, cualquiera que sea, implica un acto de enunciación. El sujeto del enunciado puede formar parte del saber, pero el sujeto de la enunciación queda excluido del saber.
Edipo, en un acto que tiene toda la apariencia de la libertad, deja a sus padres adoptivos porque en sueños se le ha revelado que su destino es matar a su padre. Para evitar tal suceso Edipo se va de su hogar y es entonces cuando mata a su padre y se casa con su madre, pero sin saberlo. Si el acto lo representamos por un segmento, los extremos serían:
El inconsciente está del lado del saber. Pero el inconsciente necesita el acto del sujeto para tomar forma. El inconsciente no está detrás, ni en las profundidades, está delante, es lo no realizado. El saber del inconsciente necesita del acto del sujeto para tener cierta existencia. Por ello Lacan escribió el matema:
El Otro está barrado, faltante, en tanto inconsciencia primera, precisamente en el lugar donde el sujeto comienza a hablar.
J. Lacan manifiesta que cree haber tomado una especie de gallardete, de membrete o de santo y seña, respecto del tema de que no hay metalenguaje . Sin embargo algunos años después abre la posibilidad de que exista uno, confiando encontrar el esclarecimiento de esta cuestión en la confluencia de la lógica y la gramática .
Afirmar que no hay metalenguaje es una forma de enfatizar, de dar fuerza a la paradoja del observador. Es tomar el hecho de que toda afirmación es un acto en el cual el sujeto mantiene una relación paradójica con el saber, como pivote de la existencia sintomática del sujeto.


I.5.- La paradoja del Complejo de Edipo

Vamos a observar el desarrollo del complejo de Edipo en tres momentos, de forma que la paradoja de cada uno de ellos impulsa el paso al siguiente. La paradoja surge en el punto en el cual el sujeto encuentra la angustia precisamente en el lugar donde se había situado para escapar a ella. Una posición del sujeto que se distingue de la inicial, está excluido de ella y sin embargo, tras la operación simbólica pertinente, vuelve a incluirse en la primera posición, aunque de forma distinta.
Los tres momentos del Edipo son momentos lógicos, pero pueden inscribirse en una perspectiva evolutiva.
En el primer momento el sujeto queda excluido del campo del Otro al tiempo que intenta satisfacer su Demanda. Tomar el lugar del objeto que colma esa Demanda es existir en el sentido de ser. Si el sujeto satisface plenamente esa Demanda vuelve a ser parte del Otro, objeto del Otro y deja de existir como sujeto. Esa es la paradoja de la existencia del sujeto: necesita situarse ante la Demanda del Otro para satisfacerla, pues esa es la manera de dar sentido a la existencia, pero satisfacerla plenamente arruina su existir como sujeto.
La tensión propia de la paradoja o angustia de existir empuja hacia el segundo momento, en el cual la Función Paterna ofrece la posibilidad de dar un paso en la línea de la simbolización.
En el segundo momento el sujeto ama al Padre en tanto lugar hacia el cual la Madre dirige su deseo, lugar que le libra de la angustia de existir pues ya no está situado ante la falta en el Otro sin mediación. Si el Padre responde a este amor, entonces ya no está a la altura de la Función Paterna, ya no ocupa el lugar del deseo del Otro. La existencia del sujeto vuelve a estar en peligro. Si no responde en absoluto al amor provocado por la función paterna en tanto libra de la angustia de existir, tampoco será un Padre en tanto la mediación no será efectiva.
Esta naturaleza esquiva de la Función Paterna hace que dicha función deba ser construida en cierta medida por el sujeto, en su afán de librarse de la angustia. En el segundo momento del Edipo la angustia de existir se torna angustia de castración, es decir se trata de angustia por existir como hombre o como mujer.
La construcción llevada a cabo en el tercer momento consiste en la Identificación a un rasgo paterno. Es una forma de situarse en el lugar del deseo del Otro sin los riesgos señalados. La Identificación asegura que el sujeto no es el Padre, ya que tiene que tomar un rasgo para confundirse con él. Pero en el punto donde la identificación tiene éxito el sujeto es igual al Padre, ha tomado su lugar. Tomar su lugar es equivalente a la muerte del Padre. Si el Padre está muerto el sujeto vuelve a estar ante la angustia. La existencia como ser sexuado primero y la existencia como sujeto después, vuelven a estar en peligro.
El síntoma viene a sacar al sujeto de este impás. Los dos lados del síntoma, el goce de un lugar prohibido y el castigo consecuente cumplen con la contradicción que el desarrollo de la paradoja edípica conlleva, preservando al sujeto de la angustia. Por ello J. Lacan afirma que el síntoma es uno de los Nombres del Padre, cumple una función paterna .
Los sucesivos pasos siguen la línea de la Simbolización. En el primer momento el sujeto toma el lenguaje del Otro tras su exclusión, en el segundo momento el paradigma sería la construcción del fetiche y en el tercer momento la construcción es del síntoma. Veremos esto temas en los capítulos dedicados a las estructuras clínicas.
La incidencia de la paradoja del complejo de Edipo en el habla, se articula con la definición posible de la existencia del sujeto en cada uno de los momentos del mismo.


I.6.- La paradoja se hace síntoma

La lógica del complejo de Edipo es la que subyace en la elección o la bolsa o la vida. Dar la bolsa supone la muerte por inanición y si se da la vida poco importa la bolsa. Así J. Lacan articuló esta posición del sujeto ante la lógica del fantasma edípico, representándola en una estructura del grupo de Klein .
Para situar la tartamudez entre el sujeto y el inconsciente, evocaremos una referencia literaria. Domo Mata es una obra dramática japonesa perteneciente al teatro llamado Kabuki. En ella se narra la historia de un artista, un pintor llamado Domo Matahei, quien tartamudea severamente. Así que su mujer a pesar de su confianza en el talento de su marido, le conmina a abandonar sus acariciados deseos de fama por causa de su tartamudez. De lo contrario, él sólo pasará a la posteridad si comete suicidio. Antes de cometerlo debe pintar su obra maestra. Él pinta su autorretrato. El milagro ocurrió tras el intento de destrucción de la obra. Su retrato había penetrado en la roca y era posible verlo en la hendidura abierta por la espada. Esta pervivencia de su imagen le devuelve la fluidez del habla. Sigue una escena en la cual el artista deletrea el alfabeto japonés para convencerse de que ya no tartamudeará nunca más. Esta obra se representó por primera vez en Osaka en 1572.
La obra firmada de un artista le ofrece la posibilidad de llevar el nombre del Padre más allá de su existencia. La firma es una forma de escapar a la paradoja del Edipo, de ser el Padre, venciendo el riesgo que esto implica por una vía simbólica. Así Domo Matahei, desea pasar a la posteridad gracias a su obra pictórica. Su mujer le sitúa la cuestión , haciéndole ver la articulación entre el nombre de la familia, su obra y su habla disfluente.
El habla tartamuda impide la solidez del Nombre del Padre. El único modo de dar un paso adelante es cometer suicidio. Así se lo aconseja su mujer, advirtiéndole que antes debe pintar su obra maestra.
El suicidio cambiará una vida por otra, la vida del nombre sustituirá a la existencia del sujeto definida por la tartamudez. El suicidio sustituirá a la tartamudez. Un acto pleno sustituirá a los actos de habla vacilantes. Suicidio y tartamudez son equivalentes en su relación la muerte. El primero elimina la existencia del sujeto pero da la vida al Nombre y la segunda conserva la existencia del sujeto pero impide la vida del Nombre.
Domo Matahei ejecuta su última obra, un autorretrato realizado sobre una roca junto a una fuente. El propietario de la fuente se enfada e intenta destruir la pintura. Resulta ser indestructible, ha penetrado la roca, puede verse a través de la hendidura abierta por la espada. La obra es indestructible y por ello se produce el milagro, el artista habla con fluidez.
Si la obra es indestructible, el habla tartamuda ya no impedirá su supervivencia. El suicidio ya no cumple ninguna función. Algo del orden del milagro consigue resolver la paradoja en esta obra del teatro Kabuki.
Si intentamos situar la paradoja descrita en un espacio topológico, la botella de Klein ofrece cierto interés. El espacio topológico denominado botella de Klein resulta de la unión de dos bandas de Möbius por sus aristas . En cada una de las bandas de Möbius situaríamos distintas posibilidades de la paradoja.
En los dos lados de la primera banda unidos sin solución de continuidad por su única arista colocaríamos la obra de arte y la vida del Nombre (o deseo del sujeto). En los dos lados de la segunda banda colocaríamos el suicidio y la vida del Nombre (o deseo del sujeto). La botella de Klein no tiene aristas ni es orientable, pero al sumergirla en el espacio de tres dimensiones se corta a sí misma. En ese corte situaríamos la tartamudez en tanto síntoma.
Notas

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López García, A.: Fundamentos de Lingüística Perceptiva, Madrid, Gredos, 1989, pg. 10
López García, A.: Para una Gramática Liminar, Madrid, Cátedra, 1980
op. cit. pg. 319.
López García, A.: Fundamentos de Lingüística Perceptiva, Madrid, Gredos, 1989, pg. 10.
Van Riper, Ch., op. cit
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"...por supuesto que comían tiende a ser interpretado como miembro de L y verbo como término de M, pero al mismo tiempo la conciencia de que los perros es el sujeto sólo puede ser aportada por comían en los perros comían, en cuyo caso tenemos comían en calidad de signo de M. La extensión del concepto de paradoja de la frontera y sobre todo la constatación de <L> y <M> son funciones ocasionales desempeñadas por un signo y no valores permanentes incorporados al mismo,..."
López García, A.: Fundamentos de Lingüística Perceptiva, Madrid, Gredos, 1989, pg. 15.
López García, A.: Fundamentos de Lingüística Perceptiva, Madrid, Gredos, 1989, pg. 11
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" Partons de la conception de l'Autre comme du lieu du significant. Tout énoncé d'autorité n'y a d'autre garantie que son énonciation même, car il set vain qu'il le cherche dans un autre significant, lequel d'aucune façon ne saurait apparaitre hors de ce lieu. Ce que nous formulons à dire qu'il n'y a pas de métalangage qui puisse être parlé, plus aphorístiquement: qu'il n'y a pas d'Autre del l'Autre..."
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