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CULTURA

23 de Mayo 1992

VALENCIANOS EN LA EXPO: UN FOTOGRAFO (III)

Alfonso Herráiz

Un cómplice de John Silver

CARLOS PEREZ

Hacia el final de los años cincuenta apareció un nuevo ingenio en el mercado foto- gráfico: la cámara Rolleiflex T. Este nuevo modelo, según los expertos de entonces, supo- nía una revolución comparable a la que se había dado en 1925 con el lanzamiento por la firma Leitz de la Leica 24x36. Profesionales y aficio- nados, entre estos últimos mi padre y algunos miembros entusiastas del Foto Club, se apresuraron a adquirir una Rollei. El aparato tenía, además del visor superior que posibilitaba obtener todo tipo de instantáneas, una serie de mecanismos y accesorios absolutamente innovadores. El más sugestivo para mí era el que permitía realizar fotos submarinas sin qué la pelí- cula sufriera deterioro alguno. La propaganda insistía en este punto y, como muestra, adjuntaba unas copias en co- lor que, en varias ocasiones, me hicieron pasear con el capitán Nemo por las ruinas de la Atlántida.

Toda esta historia de este prodigioso artefacto me vino a la cabeza durante una visita al estudio de Alfonso Herráiz para ver su obra. En efecto, mientras él me mostraba sus fotografías y hablaba de sus viajes yo recordaba las vistas marinas tomadas con aquella maravilla de la técnica alema- na. Las imágenes de Herráiz me llevaban, años después que las de la publicidad de la Rollei, a la misma sensación de misterio y a la misma avidez por la aventura.

Descubrimientos

«Esta foto la hice en una playa de Almería» me dijo. «Este es uno que se parece a Miguel, detrás de un acuario» continuó, dispuesto a indicar- rne todo tipo de detalles. «Esta otra la tomé también en Almería, el cuerpo desnudo es el de una "amiga" comentó pasándome otra copia.

Yo, he de admitirlo, no hacía caso a sus palabras. Mi atención estaba concentrada en las imágenes. Aunque su autor insistiera en lo contrario, aquella costa no era la de Almería, el sujeto del acuario no era una persona parecida a Miguel y el cuerpo desnudo no era el de una amiga. Yo había reconocido, con absoluta precisión, la playa de Creta, a un pescador siciliano y a una joven turca de Constantinopla.

El fotógrafo abrió otra carpeta y continúo con sus explicacio

Ofelia muerta, perteneciente a la serie "El Ángel Exterminador"

-nes: «Cada una de estas fotos se ha montado a partir de imágenes tomadas en dos lugares diferentes: Montpellier /Milán, Colonia/Requena...»me señaló insistente.

Por lo visto, mi expresión de perplejidad le desconcertaba.

No era para menos, yo acababa de descubrir/Veracruz/Marsella, Londres/Hamburgo y Amster- dam/Nueva York en aquellos papeles brillantes y se lo había hecho notar.

En un intento por hacer variar mi extraña actitud, me enseñó otras copias de mayor tamaño: «Esto pretende ser una especie de homenaje a los creadores que más me interesan».

Y a continuación, me habló de De Chirico, de Magritte y de Pu- vis de Chavannes. Su estupe- facción debió ir en aumento, por

que yo había identificado sin dudar al terrible Edward Teach «Barbanegra», al fiel Quiquag y a la seductora Mary Read entre las figuras con las que él había pretendido recrear «El Desper- tar de la Mente del Niño», «Los amantes y La degollación de San Juan Bautista»,

Ultima carpeta

Dispuesto a terminar con la embarazosa situación, Alfonso Herráiz abrió una última carpe- ta. En ese mismo instante una explosión inesperada nos levan- tó del suelo. Los expertos muni- cipales achacaron el siniestro a un escape de gas. Yo, así lo he declarado donde corresponde, sólo puedo decir que cuando el maldito fotógrafo abrió la carpeta una manada de delfines pasó por encima de nosotros y un viento huracanado del Norte, destrozando puertas y venta- nas, entró en la habitación.

Alfonso Herráiz (Cuenca 1961). -Licenciado en Bellas Artes. Desde 1986 presenta sus obras en exposiciones colectivas: «Jóvenes fotógrafos», «Diez fotógrafos», «Salón de la Crítica de Interarte», «La Ilusión» (Palau de la Música de Valencia), «Cuatro direcciones» (Centro de Arte Reina Sofía), «Expo 92»... etc. Realiza su primera muestra individual en 1989, celebrando otras dos los años siguientes con sus series «Cariño, dale de comer al pez» y «Los sueños del Agua» En 1987 obtuvo el Primer Premio del II Concurso Nacional de Ferrocarriles y en 1989 fue becado por el Ministerio de Cultura.