Arte |
Levante- El Mercantil Valenciano-5 |
Po
sdataLOS ESPACIOS DEL VIAJE
MERCADERES EN SABADO
José Luis Clemente
«Seis mercaderes en sábado», de Teresa Tomás, Paco de la Torre, Fernando Cordón, Silvia Sempere y Alfonso Herráiz. Sala de exposiciones de la CAM, La Llotgeta. El ansia por dominar el espacio y el afán de capturarlo y dilatarlo a través de la arquitectura ha vertebrado la historia de la humanidad, sirviéndose del arte como llave mágica para abrir puertas a nuevas y fantásticas realidades. En el camino han quedado muestras extraordinarias desde las civilizaciones antiguas, pasando por Grecia y Roma, hasta las catedrales medievales y los palacios y mezquitas árabes. Con el Renacimiento y el retorno de la antigüedad clásica, las artes se ponen a disposición del hombre como centro del universo, mientas la preocupación espacial entra en una nueva dimensión. Tras las experiencias caprichosas del manierismo, el barroco apunta hacia nuevas direcciones con abigarrados recursos y fantasiosas puestas en escena. Fingimiento, simulación y artificio se ponen al límite. Ya en el siglo XX, tras cíclicos ensayos, que han ido desde la persecución de espacios más equilibrados y diáfanos hasta la consecución de las prácticas más engañosas, se han sucedido relevantes logros en el intento de dotar al espacio de una nueva visión. Mientras tanto, los museos heredados entran en crisis y, anticipándose a su renovación, aparecen prácticas artísticas que escapan a sus sacralizados muros. El arte, pendiente de su cotización en bolsa, logra escaparates del más variado pelaje. Las galerías formalizan habitáculos para exhibir sus mercancías, y se |
Fernando Cordón. «Situacio- nes en la vida II». 1993 |
espacial, ampliando e hori- zonte virtual. El gabinete del doctor Caligari o El Golem son extraordinarias muestras de los logros en este terreno. La muestra Seis mercaderes en sábado llega a Valencia de la mano del caravanero Carles Marco desde su iniciada travesía en Alicante, en el momento oportuno en el que el IVAM ofrece la posibilidad de apreciar la Habitación neoplástica, de Strzeminski, y en el Centre del Carme se muestra El cuarto amarillo, con los artistas Pisani Pistoletto, Spaletti y West. Seis mercaderes en sábado es la peculiar visión de cinco artistas sobre su peregrinaje espacial. En esta propuesta cada artista construye su personal cosmos en un ámbito convencional, el cual es transformado para dar cabida a los macrocosmos del resto de los artistas. De esta forma, cada obra formaliza su diálogo con las obras que la acompañan, generándose una serie de creativas interrelaciones pro- piciadas por la intervención que cada artista ha llevado a cabo en un espacio dado. Así vamos penetrando regiones lingüísticas en las que toman parte los más variados vocablos. Pintura -Cordón y De la Torre-, escultura -Silvia Sempere y Teresa Tomás- y fotografía -Herráiz- conjugan unas experiencias interdisci- plinares ávidas de metamor- fosearse según pasan las salas, y los enigmas se descifran dentro de este laberinto imaginario. Se apuesta por una nueva forma de entender el espacio, permitiendo a la obra que tome su propio camino en el mapa que cada artista ha confeccionado para ella, donde rastrear procedencias y rutas se convierte en un viaje fascinante para el espectador. |
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va estandarizando un espacio donde artistas que se precien puedan ofertar trabajos. El correr del tiempo y su criba deja paso, sin embargo, a espacios y sólidas posiciones que, lejos del oportunismo, consolidan visiones reveladoras. La primera feria internacional dadá, en la galería Buchard de Berlín, en 1920 -donde tomaron parte: Grosz, Hausmann, Höch, Baader, etc.-, marca un hito en cuanto a la intervención espacial en una galería; de tal manera que semejante instalación ambiental sería frecuentemente explotada por los surrealistas, como en la Exposición Internacional de Surrealismo en la galería de Bellas Artes de París en 1938 -con la descabellada intervención de Duchamp colgando del techo sacos de carbón- o en la exposición Papers of surrealism, de 1942 -donde de nuevo Duchamp intervino con la instalación Tela de araña- Otros movimientos añadieron sus experiencias desde diversos presupuestos a esta práctica. Destacar el Espacio Proum de El Lissitzky de 1923; la Habitación de flores, de T. Van Doesburg, de 1925, o la Catedral de la miseria erótica, de la Merzbau de Schwitters, realizada entre 1920 y 1936. El cine, por otra parte, añadió su particular visión |
EL JUEGO COMO CASA DEL ARTE Nilo Casares Habitación Neoplástica, 1; Cuarto Amarillo, 2; Seis mercaderes en, sábado, 3, y mambo. Carlos D. Marco, colega en estas páginas, ha con seguido la exposición más relevante que, con exclusiva participación local, se ha celebrado en esta ciudad en mucho tiempo. Y ¿de dónde el interés? Pues del planteamiento y solución que se da al espacio expositivo, esa convención que obliga a las galerías de arte a ser lugares clínicos desde donde se muestren, con más asepsia de la posible, con, la fría distancia que sólo puede otorgar la desconsideración, obras mil, todas, con idéntico alojamiento. Da igual si unas son así y las otra, tampoco: el marco siempre es el mismo, blanco -propongo el verde quirófano-. Contra esta higiene impersonal, contraartística, también reaccionan los artistas desde esta exposición. |
Teresa Tomas. «El ver de los ojos». 1993 Pero llega más lejos -y por eso es más interesante- y obtiene resultados extraor- dinarios al tratar a las distintas habitaciones, que constituyen la exposición, como casas de huéspedes en las que cada autor cobija al resto de compañeros. Aquí radica la mayor novedad: No conforme con cuestionar el espacio indiferente, vacío, que se llena a golpes; soluciona su realización al plantear la exposición de la obra de arte como la construcción de la casa: El juego como casa y principio natural del arte. |