Título: La  Carta esférica • Autor: Arturo Pérez-Reverte • Editorial: Alfaguara

Crítica por Fernando Vilches

Dice el autor, en su breve presentación, repitiendo a Jaques Dupet que "una carta náutica es mucho más que un instrumento indispensable para ir de un sitio a otro; es un gravado, una página de historia, a veces una novela de aventuras".
En efecto, Pérez-Reverte, en esta ocasión, ha elegido como primera puesta en escena, para la presentación de los principales personajes de esta historia, que se desarrolla a lo largo de 590 páginas, la adquisición en una subasta de un ejemplar de Atlas Marítimo de las Costas de España de 1751, del geógrafo y marino Ignacio Urrutia Salcedo, que estaba dividido en dieciséis cartas esféricas y doce planos desde Bayona en Francia hasta cabo Creus.

Arturo Pérez-Reverte, después de abandonar el periodismo, ha dedicado su tiempo y su vida a la literatura que, según su propia confesión, "le ayuda a estar en paz". Es un autor que ha conseguido alcanzar cifras importantes de lectores, se estiman en tres millones. Mª Luisa Blanco le ha dedicado una amplia entrevista en ABC-Cultural (núm. 458) y dice: "hoy es el escritor español más vendido  dentro y fuera de su país, pero quizá debe mucho a la crítica y a la comunidad literaria española, que le recibieron con beligerancia y, en el mejor de los casos, con indiferencia. Ese fue su punto de apoyo para articular su orgullo y su tenacidad inmensos. Ese fue el acicate para dar su lección de solvencia narrativa".

Hay algo que llama la atención del lector. Es su erudición, su conocimiento de mundos y temas distintos, diversos, diferentes. Los títulos, con independencia de las aventuras del Capitán Alatriste, se suceden: El Maestro de esgrima, El húsar, La tabla de Flandes, El club de Dumas, Territorio comanche, La piel del tambor. En todas estas novelas destaca la necesidad de contar con conocimientos específicos, con vocablos técnicos que nos llevan necesariamente a bibliotecas, a horas y horas de lectura, de toma de notas, de apuntes y de acumulación de un amplio vocabulario exigido por la utilización de términos, palabras y verbos precisos, adecuados para describir situaciones, ambientes, cosas y utensilios que se encuentran fuera del tráfico general y común.

Recojo, como por ejemplo de mi aseveración anterior, una de las múltiples páginas llenas de términos específicos, técnicos: "el capitán Elezcano mirando hacia lo alto, angustiado, mientras los marineros balanceándose en los marchapiés, suspendidos en el mar a estribor, sueltos los matafiones de las velas superiores y éstas se deslizan con un breve gualdrapeo, tensándose al subir las vergas y cazar escotas... Y de pronto crac, el crujido siniestro de la madera al romperse, las drizas y la lona cayendo a sotavento enredadas por el viento sobre la gavia del velacho y el barco dando una guiñada suicida, y el alma a la boca de todos los hombres a bordo, que en ese instante comprenden que su suerte está sellada".
La carta esférica es una novela larga, exige al lector constancia y perseverancia. Es posible que algunos hayan tenido que vencer la tentación para no abandonar su empeño y seguir con la lectura hasta el final. La trama se desarrolla en dos tiempos distintos: el del naufragio del Dei Gloria, un Bergantín, perteneciendo a los jesuitas, allá por los años 1767, a causa del ataque de un velero pirata y unos meses antes de que se publique la Real Pragmática de Carlos III ordenando el extrañamiento de los jesuitas de los dominios españoles y la ocupación de sus temporalidades; y en nuestros días, por el intento y los esfuerzos del encuentro del "pecio" y sus posibles tesoros.

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