ANTONIO
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No sé, en
verdad, por qué me embarga esta tristeza.
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Me hastía a mí, y os abruma a vosotros según decís también
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mas cómo sobrevino, la encontré o accedí a ella,
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cuál será su sustancia o dónde nace
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he de aprenderlo aún;
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tan falto de sentido me volvió la tristeza
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que incluso me es difícil conocerme a mf mismo.
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SALERIO.
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Tu pensamiento se agita sobre el océano,
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allí donde bajeles con solemnes velas,
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como ricos burgueses y señores encima de las olas,
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o altivos escenarios en el mar,
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observan con orgullo los pequeños mercantes
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que les saludan y hacen reverencias,
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mientras oscilan con alas de trapo a su alrededor.
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SOLANIO
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Creedme, mi señor, si lejos yo tuviese tal fortuna,
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lo mejor de mi afecto, sin dudar, estaría
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con mi esperanza, lejos. Estaría siempre
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arrancando la hierba para saber dónde se posa el viento,
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buscando, sobre el mapa, puertos, caminos, muelles
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o cualquier otra cosa que me hiciese temer
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revés alguno para mi fortuna, y sin dudarlo
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me llenaría de tristeza.
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SALERIO.
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El viento con que enfrio mi sopa
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haría que me estremeciera sólo con pensar
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cuánto daño puede hacer en el mar un viento enfurecido.
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