5

ACTO III, ESCENA 4.ª
93
Humildemente os doy las gracias. Salen Desdémona y Emilia.

Entra Bianca.
Os saludo, Cassio, amigo.
¿Qué hacéis fuera de casa? ¿Cómo estáis, querida Bianca? Me dirigía a vuestra casa, amor mío. Y yo a la vuestra, dulce Cassio. Una semana sin vemos. ¡ Siete días con sus noches! Ciento sesenta horas y ocho más de soledad.
¡ Cuán largas son! Ciento sesenta y ocho veces más, para el [amante,
que las del reloj. ¡ Oh, cuán dolorosa espera!
Perdonadme.
Pero he pasado ese tiempo abrumado con pensamientos de plomo. Sabré compensaros, con visitas frecuentes, este tiempo de ausencia, dulce Bianca.

[Le da el pañuelo de Desdémona.1

Copiadme este bordado.
BIANCA.
¿De dónde lo sacasteis?
¿Es el regalo de una nueva amiga? Comienzo a comprender la causa de vuestra ausencia. 6A esto hemos llegado? Bien, muy bien.
Ea, mujer.
Arroja esas mezquinas sospechas a la boca del demonio, pues de ella proceden. ¿Estáis celosa ahora porque esto sea recuerdo o regalo de dama? En verdad que no, Bianca.
¿Y de quién es, entonces?
No lo sé, lo encontré en mi alcoba.
Me gusta su bordado y, antes de que me lo reclamen
—seguro estoy de que así será—, quiero que lo copien.
Tómalo para bordarlo. Y, ahora, déjame.
CASSIO.


BIANCA.
CAssIo.


BIANCA.


CASSIO.
170


180
CASSIO.


BIANCA.
CAssIo.

5