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OTHELLO
R0DERIGO.
YAGO.

RODERIGO.
camino de tus deseos pues tendré la excusa para allanártelo. Habremos terminado, entonces, con nuestro mayor obstáculo. De otra forma, no podríamos llegar a terminar nuestros planes.
Lo haré de ese modo si puedes provocar la ocasión. Déjame hacer a mí. Ven a la ciudadela. ¡ Ahora, por su equipaje! Hasta más tarde.
Id con Dios.
Sale.

Que Cassio la ama, puedo asegurarlo; y lo mismo aseguraría de que ella corresponde. En cuanto al Moro, ¡ grande es su nobleza! ¡ Pero mayor, mucho mayor, mi odio! Esposo ideal de Desdémona es. Amante ideal, supongo. Yo también la quiero, y no por lascivia, aunque de ese pecado sea yo el mayor exponente, sino por venganza, que eso es lo que me guía en parte.
El Moro, lo sospecho, ese lujurioso Moro, me robó el lugar que a mí me corresponde. Y ese pensamiento corroe como veneno, y me inunda las vísceras. No quedará mi alma satisfecha si la misma moneda no le devuelvo: ¡ mujer por mujer! No lo consiga y le he de provocar de tal suerte con celos que ni pueda curarle el sano juicio. Para ese fin, si el pobre perro que traje de Venecia sigue la caza que le señalé, si la sigue bien, a Michael Cassio
he de tener a merced, y ante el Moro lo he de delatar de la manera más taimada
pues a Cassio capaz creo de usar hasta mis sábanas. ¡ Me lo agradecerá el Moro! Me recompensará y tomará confianza, y haré de él un asno egregio, aplicándome en su buena intención y en su paciencia hasta hacer que enloquezca. Sin concluir, mi plan
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YAGO.
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