3

ACTO II, ESCENA 1.ª
51
sufrido, náuseas han de darle y le aborrecerá. La naturaleza ya mostrará el camino hacia una elección nueva. Siendo esto, de seguro, así —la situación es clara y natural—,
¿quién con mayores probabilidades que Cassio, joven, de
halago fácil, experto sobre todo en el trato mundano y la
230
sutil apariencia, y aplicado en conseguir hasta sus más re
cónditos deseos y aun los inconfesables? ¡Nadie! Nadie
mejor que ese bribón astuto, escurridizo, que siempre da
en el clavo... ¡ Y su ojo! ¡ Qué ojo para hacer y deshacer
favores sin que la ventaja nadie entienda! ¡ Endemoniado
bribón este Cassio! ¡ Y galán que es el hombre! ¡ Y qué
joven! ¡ Y qué bien dotado va de todo eso que las cabezas
livianas quieren! ¡ Pícaro es de remate! ¡ Y la mujer ya
se prendó de él!
RODERIGO.
No puedo creerlo. ¡ Desdémona es la más virtuosa!
YAGO.
¡ Virtuoso rabo de higo es! De uva está hecho el vino que
bebe. ¿Se habría casado con el Moro de ser tan virtuosa?
¡ El pastel! ¡ Eso es lo virtuoso! ¿No te fijaste cómo le fun
ciona la mano? ¿Eh? ¿No te fijaste?
RODERIGO.
Sí que me fijé en eso. Pero no era sino cortesía.
YAGO.
¡ Era vicio! ¡ El principio y oscuro prólogo del apetito y la
tentación es la mano! Sus bocas están siempre tan próximas
que sus alientos se mezclan. Malos pensamientos, Rode
rigo! ¡ Cuando esos juegos para dos comienzan, abierta
queda la brecha para el ataque final! ¡ La incursión! ¡Pschs!
250
Yo os aconsejaré bien, que para eso os traje de Venecia.
Monta la guardia esta noche. Ya te diré yo dónde. Como
no te conoce.., y yo no andaré lejos... Vos encontrad el
modo de irritar a Cassio, levantando mucho la voz o provo
cándole con alguna indisciplina o por el procedimiento
que creáis más adecuado, y que la ocasión os depare.
RODERIGO.
Así lo haré.
YAGO.
Sabed que es rápido y violento y puede llegar a golpearos.
Pues bien, provocadie para que así lo haga. Con esa excusa
yo haré que se amotinen las gentes de Chipre, y no se apa-
260
ciguarán, sino con Cassio destituido. Será así más corto el

3