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OTHELLO
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Yo aflojaré las llaves que producen tal música. ¡ Como que soy honrado que lo haré!
Vayamos al castillo.
Traigo nuevas. La guerra ha terminado. El turco pereció. ¿Cómo están mis viejos amigos de la isla?
Serás bien recibida aquí, amada mía. Siempre gocé de la estima de estas gentes.
me hace desvariar. Yago, te lo ruego, ve a la bahía, y haz que mis cofres sean desembarcados. Que el patrón venga contigo hasta la ciudadela. Es un marino de experiencia. Muy bueno. Y cuenta con mi admiración. Vamos, Desdémona. ¡ Mil veces bien hallada en Chipre!
Salen [todos, menos Yago y
Roderigol.
Reúnete más tarde en el puerto conmigo. Ven, acércate. Si eres tan valiente —y dicen que hasta los más cobardes lo son, si están enamorados, más de lo que es natural en ellos—, escúchame. El lugarteniente hará la guardia esta noche en el 210 patio de la ciudadela... Pero quiero advertirte antes: Desdémona está perdidamente enamorada de él.
¿Enamorada de Cassio? ¡ Es imposible!
¡ Shhh! ¡ Dedo en boca y a callar! Sigue mis consejos. Advierte con qué vehemencia amó desde el primer instante a ese Moro, sólo por las bravatas y fantásticas mentiras que le contaba. ¿Crees que siempre va a ser así? ¡ Ni lo piense tu discreto corazón! ¡ Ella necesita ser saciada constantemente por el ojo! ¿Y cuál va a ser el placer que poner el ojo en ese demonio le proporcione? Cuando con la continua 220 actividad se sacia el ardor de la sangre, nuevo alimento, y fresco, habrá que dar para que hambre despierte; y un cuerpo atractivo, joven como el de ella, y parecidas maneras, y encantos... todo aquello de que carece el Moro. Cuando por falta de todo eso su ternura delicada advierta el engaño
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YAGo.
OTHELLO.
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YAGo.
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RODERIGO.
YAGO.
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