ella, y los puso en mf eligiéndome. No, Yago, ha de ver antes de dudar y. cuando dude, pruebas
|
debo tener. Y al tenerlas, diréle adiós
|
|
o al amor o a los celos. ¡ Sólo eso!
|
YAcio.
|
Me alegra que habléis así, pues ahora puedo,
|
|
por el amor
y
deber que os profeso, hablar
|
|
con mayor libertad: escuchad lo que mi corazón
|
200
|
|
os dice, tal como él lo dicta. De pruebas
|
|
nada he dicho. Pero vigilad a vuestra esposa,
|
|
y a Cassio. Miradies atento, sin celos, simplemente,
|
|
pero con cautela. No querría ver que un alma
|
|
noble y generosa sufriera, por bondad, engaño.
|
|
iAtento pues! Que conozco muy bien a nuestras gentes,
|
|
y en Venecia las mujeres le cuentan al Cielo
|
|
lo que le ocultarían a sus maridos, y es su
virtud
|
|
que el pecado quede oculto aunque se corneta.
|
OTHELLO.
|
De eso... ¿estáis convencido?
|
210
|
YAcio.
|
Engañó a un padre ocultándole vuestra boda,
|
|
y cuanto más asustada se mostraba por vuestras miradas,
|
|
y temblaba, más las apetecía.
|
OTHELLO.
|
Así era.
|
YAGO.
|
Entonces, pues...
|
|
si joven podía hacer acopio de tanto fingimiento,
|
|
hasta sellar los ojos de su padre como a puerta de roble
|
|
y hacerle pensar que se trataba de magia...
|
|
Mas, perdonadme, os lo ruego; sólo merezco castigo,
|
|
aunque por amor de vos lo haga.
|
OTHELLO.
|
Eterna será mi gratitud.
|
YAGO.
|
Siento que todo esto os dejara tan abatido.
|
Onn3LLo.
|
¡ No! ¡ No, no, no! ¡ En lo más mínimo!
|
YAGO.
|
Yo me temo que sí.
|
220
|
|
Espero que comprendáis que lo que dije fue guiado por amor.
|
|
¡ Pero es tan grande vuestro abatimiento!
|
|
He de rogaros que no concedáis a mis palabras
|
|
mayor alcance que el que en verdad tienen:
|