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ACTO 1, ESCENA 1.~
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no menos que la vida, llena de dignidad, salud, belleza,
honor,
tanto como jamás amó un hijo, o un padre fuese amado;
un amor que empobrece el aliento y debilita el habla,
os amo más allá de la forma de decir “muchísimo”.
CORDELIA.
¿Qué ha de decir Cordelia? Ama y no digas nada.
(Aparte.]
LEAR.
De todos estos confines, de esta línea a aquélla,
llenos de espesos bosques y campiñas, de ríos caudalosos y praderas extensas os proclamo señora. Y que así sea para los descendientes de Albany y de vos. ¿Qué dice nuestra segunda hija, nuestra querida Regan, desposada con Cornwall?
REo~u~.
Estoy hecha con los mismos metales que mi hermana
y en su medida me valoro. Mi corazón veraz siente cómo ella expresa mi contrato de amor, pero de forma leve: me declaro enemiga
de todos los placeres, que, en precioso conjunto, los sentidos poseen;
tan sólo encuentro la felicidad en el amor a Vuestra Alteza.
CoRDELIA.
¡ Pobre Cordeia, entonces!
(Aftarte.1 Aunque no, ya que segura estoy de que mi amor
sobrepasa mi lengua.
LEAR.
Para vos y los vuestros en herencia
quede por siempre este amplio tercio de nuestro hermoso
[reino,
no inferior en espacio, ni en valor, ni en provecho al concedido a Gonerill. Y ahora, gozo nuestro, nuestra ifitima hija y más pequeña, cuyo amor juvenil enfrenta, interesados, los pastos de Borgoña y las vides de Francia, ¿qué haréis para obtener un tercio más valioso que el de vuestras hermanas? ¿Qué tenéis que decir?
CORDELIA.
Nada, my lord.
LEAR. ¿Nada?
C0IWEUA. Nada.

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