4

iU
EL REY LEAR
LEAR, Nada obtendréis de nada. Hablad de nuevo. C0RDELIA. Infeliz como soy, no consigo elevar
mi corazón hasta mis labios. Conforme a nuestro vínculo os amo, Majestad, no más, no menos.
LEAR.
¿Cómo, Cordelia? Cuidad lo que decís,
o
arriesgaréis vuestra fortuna.
CORDELIA.
Mi Señor,
vos me habéis engendrado, y criado, y amado, y en la misma medida os correspondo, os obedezco y amo y, sobre todo, os honro. ¿Por qué se desposaron mis hermanas cuando dicen que os aman sólo a vos? Si tomara marido el señor cuya mano asumiese mi emblema llevaría con él la mitad de mi amor, y deber, y cuidados. Cierto es que nunca me desposaré, como mis dos hermanas, para poder amar solamente a mi padre.
LEAR.
¿Es eso lo que dice vuestro corazón?
CORDELL4.
Sí, mi Señor.
LEAR.
¿Tan joven y tan dura?
CORDELIA. Tan joven, mi Señor, y tan sincera.
LEAR.
¡ Que la sinceridad sea, pues, vuestra dote!
Porque, por el sagrado resplandor del sol, por los misterios de Hécate y la noche, por toda la influencia de los astros que nos dan la existencia y nos la quitan renuncio a todo parentesco, afinidad de sangre o cualquier otra paterna obligación y os tendré siempre como extraña para mi corazón y para mí. El bárbaro de Escitia o aquel que de su prole hace alimento con que saciar su hambre, encontrarán en mí tanto consuelo, compasión y lástima como ahora vos, hija, en otro tiempo mía.
KENT. Majestad... LEAR. ¡ Silencio, Kent! No os interpongáis
entre el dragón y su ira.
A nadie quise como a ella, y a sus dulces cuidados

4