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ACTO 1, ESCENA 1.~
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pensaba confiarle mi vejez. ¡ Fuera de aquí! Sea mi paz la tumba, como ahora le niega mi corazón de padre. ¡ Llamad a France! ¡ Moveos! ¡ Llamad a Burgundy! Y vos, Albany, y Cornwall, unid a la dote de mis hijas mayores la de la tercera. Que la case el orgullo que ella llama franqueza. A ambos os invisto de mi autoridad, de mi poder y de todos aquellos atributos propios de la realeza. Nos, cada treinta días, reservándonos a vuestro cargo un centenar de caballeros, residiremos con vosotros, alternativamente. Tan sólo retendremos el nombre y todo aquello que comporta el ser rey; las rentas, el poder, y el gobierno de todo lo demás sean vuestros, hijos míos; y para confirmarlo, dividid
esta corona entre los dos.
KENT.
Mi noble Lear,
a quien siempre he honrado como rey, he amado como a un padre, seguí como a señor, invoqué en mis plegarias como mi gran patrón...
L~.it.
El arco está curvado y tenso; rehuíd la flecha.
KENT. Pues venga, disparadia, que su punta penetre
por el lugar del corazón. Sea Kent descortés si Lear está loco. ¿Qué vas a hacer, anciano? ¿Piensas acaso que el deber tiene miedo de hablar
cuando el poder se inclina ante la adulación? El honor se [somete a la sinceridad
cuando la realeza sucumbe a la locura. Mantente en tu
[poder
y a tu más honda consideración somete
este arrebato sin sentido. Respondo de mi juicio con la vida, tu hija menor no es la que te ama menos, ni vacíos están los corazones de aquéllos que en voz baja no hacen sonar la hipocresía.
LEAR.
¡ Basta, Kent, por tu vida!
KENT. Mi vida nunca fue sino un peón

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