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ciudades; en los campos, discordia; en los palacios, traición; y el vínculo se rompe entre el hijo y el padre. Este miserable confirma la predicción: he ahí el
hijo
contra el
padre;
el rey se aparta de la vía natural: he ahí el padre
contra
el hijo. Hemos visto pasar lo mejor de los años. Intrigas y
traición
y todos los desórdenes perniciosos nos
siguen turbulentos
hasta nuestra tumba. Encontrad a ese villano, Edmund; no perderéis nada, hacedlo con cautela. ¡ Y el noble y sincero Kent desterrado! ¡ Su culpa, la honradez! ¡ Extraño!
de fortuna, muy a menudo por los excesos de nuestra conducta, culpemos de nuestras desgracias al sol, la luna y las estrellas; como si fuéramos malvados por necesidad;
ne
cios por exigencia de los cielos; truhanes, ladrones y traidores por el influjo de las esferas;
borrachos,
embusteros y adúlteros por obediencia forzosa a la influencia
plane
taria, y cuanto hay de mal en nosotros fuese una imposición
divina.
Qué admirable la excusa del hombre putañero, poner su
sátira
disposición a cuenta de los astros. Mi padre holgaba con mi madre bajo la cola del Dragón y fui a nacer bajo la Osa Mayor, de lo que se deduce que soy violento y lujurioso, ¡ bah! Habría sido lo que soy, aunque la estrella
más
virginal del
firmamento
hubiera centelleado mientras me hacían bastardo. Edgar...
Entra Edgar.
llega oportuno,
como la catástrofe en la comedia antigua. Mi parte es la perversa melancolía, con suspiros como de Tom de Bedlam. ¡ Oh! Los eclipses
auguran
estas disonancias: Fa, sol, la,
mi.
ditación os encontráis?
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