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MARCELO |
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Creía
que en la gloria no había, Fabio, penas, y que en la libertad no habia cadenas. Glorioso ya, y penado, libre y aprisionado al desengaño acude la memoria: no ya de Livia ausente, que, como Libia ardiente, "engendradora fuera de toda cosa ponzoñosa y fiera". |
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La
réplica
de Marcelo admite dos lecturas: Fabio puede entender que
le está diciendo que en la gloria y la libertad de estar
en su casa siente la pena de estar molestando con su
presencia y las cadenas de no poder hacer nada para
evitarlo. Está en la gloria (por estar bien atendido) y
penado por verse obligado a ello, libre, porque su
anfitrión no le pone ninguna traba, y aprisionado,
porque no puede salir. Por ello la memoria lo desengaña
(le insiste en que no puede ver sólo el lado positivo de
lo que está explicando) y no porque lo lleve a pensar en
la detestable Livia. Pero, por otra parte, lo que Marcelo está diciendo sin hacerse entender es que creía que en el amor no había penas y que, siendo libre como es, no imaginaba que pudiera llegar a tener motivos para negarse a sí mismo su deseo. Sus penas no provienen de Livia, sino de Violante. |
Del
artesón dorado que ilustra el edificio, no perdona el gusano el artificio; de púrpura y de nieve flores al áspid breve le arman pabellones en el prado: yo en los gustos me aflijo de ser huésped prolijo; y esto me roe y muerde, en la gran sala y en el jardín verde. |
105 |
Fabio
puede
entender aquí que Marcelo se siente como un gusano no
deseado en una obra de arte o como un áspid entre
flores. Si está preocupado, no es porque lo que le rodea
no sea perfecto, sino porque le aflije ser una carga, y
esto le remuerde como si fuera un gusano en una gran
sala o un áspid en un jardín verde. Sin embargo, lo que realmente dice Marcelo es que le remuerde la conciencia su amor por Violante, pues le hace sentirse como un gusano puesto en una madera tallada y que, en lugar de respetarla, se dedica a roerla, o como un áspid puesto en un jardin y que, en lugar de disfrutarlo plácidamente, se dedica a morder a quien le sale al paso. Notemos la inversión del penúltimo verso: estar
royendo como un gusano le roe, y estar mordiendo como
un áspid le muerde. Prolijo es pesado, molesto. |
Si
donde el sol ardiente reverbera en la arenosa Libia, engendradora de toda cosa ponzoñosa y fiera... |
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