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Del Júpiter soy hijo, de las ondas, aunque pastor; si tu desdén no espera a que el monarca de esas grutas hondas en trono de cristal te abrace nuera, Polifemo te llama, no te escondas, que tanto esposo admira la ribera cual otro no vio Febo más robusto del perezoso Volga al Indo adusto. |
Ésta es la petición de mano. El cíclope ha descrito sus
riquezas, ahora presume de ascendencia (de la que intenta
resaltar el prestigio llamando a su padre Júpiter de las ondas)
y a continuación ensalza su poderío físico. Sus méritos en este
sentido (o lo que él considera como tales) se desarrollan en las
estrofas siguientes.