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Dedicatoria al duque de Béjar SIGUIENTE

arrima a un fresno el fresno, cuyo acero
sangre sudando, en tiempo hará breve
purpurear la nieve
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y, en cuanto da el solícito montero
al duro robre, al pino levantado,
émulos vividores de las peñas,
las formidables señas
del oso que aun besaba, atravesado,
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la asta de tu luciente jabalina,
o lo sagrado supla de la encina
lo augusto del dosel, o de la fuente
la alta zanefa lo majestüoso
del sitïal a tu deidad debido,
25
¡oh Duque esclarecido!
templa en sus ondas tu fatiga ardiente
y, entregados tus miembros al reposo
sobre el de grana césped no desnudo,
déjate un rato hallar del pie acertado
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que sus errantes pasos ha votado
a la real cadena de tu escudo.

Comentarios:

Góngora ha descrito toda una escena de caza en una frase: el duque se dirige con sus venablos contra los montes, donde sus sirvientes hacen salir a las fieras con el cuerno y él las atraviesa con sus venablos, tras lo cual los monteros se los arrancan y clavan en los árboles los trofeos. Después el duque se sienta a la sombra y se refresca en la fuente, y allí es donde el poeta le pide que escuche sus versos (o bien le pide su protección).

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