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El 3 de mayo de 1616, María de Médicis firmaba con
los hugonotes el tratado de Loudun,
por el que se recuperó la paz religiosa. Henri de Condé
fue cesado como virrey de Nueva Francia. D'Aubigné empezó
a componer Los trágicos,
un extenso poema sobre las guerras de religión, vistas desde la
perspectiva de un hugonote fanático e intransigente. Fue
publicándolo
paulatinamente de forma anónima, con el propósito de
encender los
ánimos y provocar una nueva guerra. Por otra parte, la calidad
literaria del poema es indiscutible, y sitúan a su autor entre
las
mejores plumas de su siglo. D'Aubigné empezó
también a publicar su Historia
universal de 1550 a 1601.
El tratado de Loudun confirmó a Concino Concini como uno de
los hombres más poderosos de Francia. Había apartado al
príncipe de Condé, que había sido hasta entonces
uno de sus principales rivales, pero no era el único. Si
él era el hombre de confianza de María de Médicis,
el duque Carlos de Luynes
estaba ganándose la del joven Luis XIII. Ese año, Concini
nombró secretario de estado para la guerra al obispo Armand Jean
du Plessis de Richelieu. El barón de Sully volvió a la
política activa.
Los portugueses fundaron la ciudad de Pará en la desembocadura del
Amazonas.
El príncipe elector Juan Segismundo de Brandeburgo
casó a su heredero Jorge
Guillermo con Isabel,
hija del elector palatino Federico V.
En Amberes empezaba a cobrar fama un pintor de treinta y cuatro
años llamado Frans Hals.
Llevaba en activo por lo menos cinco años, pero ahora empezaba a
desarrollar su estilo característico. Si desde el principio
había demostrado cierta predilección por el retrato,
ahora se decantaba abiertamente por la pintura de grupos, como el Banquete de los oficiales de la
Compañia de la guardia cífica de San Jorge. El
pintor había pertenecido a esta compañía y
conocía muy bien a todos los retratados, a los que distribuye
muy acertadamente en la composición.
En los Países Bajos, los gomaristas estaban ganando el pulso
con los arminianistas, hasta el punto de que Mauricio de Nassau pudo
ordenar en encarcelamiento de su rival, Johan van Oldenbarneveldt, por
proteger a los arminianistas. En 1617
Gomar pudo regresar a las Provincias Unidas, para enseñar
teología en Groninga.
El duque de Luynes logró, a través de su
influencia sobre el rey
Luis XIII, una orden de arresto contra Concino Concini, que fue
asesinado al resistirse a su detención. El rey dejó el
poder en manos
de Luynes, a la vez que encerraba en Blois a su madre, Maria de
Médicis. Richelieu fue desterrado.
El 4 de abril murió el
teólogo y
matemático escocés John Neper. Henry Briggs, que tuvo que
suspender una nueva visita que planeaba hacer a Neper, publicó
su Logarithmorum Chilias Prima,
sobre
los logaritmos decimales.
Ese año se publicó la más ingeniosa parodia del
culto estilo de Góngora. El autor se llamaba Luis de
Góngora, y la obra era la Fábula
de Píramo y Tisbe, en la que emplea los mismos recursos
poéticos que podemos encontrar en el Polifemo y las Soledades,
pero aplicados a un romance cómico. Góngora acababa de
establecerse en Madrid. De esta época data también su Panegírico al duque de Lerma,
nauseabunda antítesis de su "Mal
haya el que en señores idolatra", con la que trató
de ganarse el favor del duque, aunque sin mucho éxito. A finales
de año fue nombrado capellán de honor del rey.
El rey Jacobo I de Inglaterra concedió el título de
conde de Buckingham a uno de
sus favoritos: George Villiers.
El rey Gustavo II Adolfo
de Suecia firmó el tratado de Stolbovo
con el zar Miguel III de Rusia, por el que renunciaba a
Nóvgorod, mientras que Miguel III reconocía la
soberanía sueca sobre la costa del golfo de Finlandia.
En Córdoba murió el inca Garcilaso de la Vega.
Póstumamente, se publicó su Historia general del Perú,
la segunda parte de sus Comentarios
Reales, que trata sobre la conquista de Perú.
También murió el sultán otomano Ahmed I, que
fue sucedido por su hermano Mustafá
I.
En Londres murió la india Pocahontas (o Rebeca), que
había ido a visitar la metrópolis acompañando a su
marido, John Rolfe.
El emperador Matías II cedió el reino de Bohemia a su
primo Fernando, el duque de Estiria, ahora Fernando II de Bohemia,
católico radical que empezó a tomar medidas
contrarreformistas.
El duque Carlos Manuel I de Saboya había aprovechado la
debilidad del ducado de Mantua para anexionarse el Monferrato, pero el
duque Fernando solicitó la ayuda española. Los
españoles derrotaron al ejército de Saboya en Apertola y,
finalmente, la mediación del rey Luis XIII de Francia condujo en
octubre a la paz de Pavía, por la que
Carlos Manuel I devolvía el Monferrato a Mantua.
Sin embargo, las cosas no quedaron ahí. La república veneciana, incómoda desde hacía tiempo con la hegemonía española en Italia, había apoyado al duque de Saboya, y en noviembre, el virrey de Nápoles, el duque de Osuna, organizó una flota que derrotó a la veneciana en Gravosa. Poco después, ya en 1618, Venecia denunció una conspiración destinada a imponerle el dominio español con la colaboración de mercenarios franceses y neerlandeses infiltrados en la ciudad. El pueblo se echó a la calle y muchos españoles (o extranjeros en general sospechosos de ser mercenarios) tuvieron que escapar. Entre ellos estaban el embajador español, el marqués de Bedmar, y hay quien dice que también Francisco de Quevedo, que tuvo que huir disfrazado de mendigo.
No está confirmado que existiera realmente la llamada conjuración de Venecia, en
la que, supuestamente, además del duque de Osuna y el
marqués de Bedmar, habría participado el marqués
de Villafranca, gobernador de
Milán. Tanto si existió como si no, el caso fue que el
duque de Lerma, deseoso de mantener la paz en Italia, optó por
destituir al duque de Osuna, alegando que había actuado por
cuenta propia y con la intención final de proclamarse rey de
Nápoles.
El año anterior, el duque de Osuna había casado a su primogéntio, Juan Téllez Girón, con Isabel de Sandoval, nieta del duque de Lerma, hija de Cristóbal Sandoval y Rojas, el duque de Uceda, que por esta época estaba conspirando contra su padre, haciéndole ver al rey, Felipe III, que la impopularidad del valido había llegado a extremos insostenibles. El rey buscó el modo de desembarazarse del duque de Lerma sin perjudicarlo, y para ello logró que el Papa Paulo V lo nombrara cardenal.
Por esas fechas se pudieron observar dos cometas, y un jesuita
llamado Prazio Grassi
publicó un libro titulado Libra
astronomica ac Philosophica en el que sostenía que (en
contra de la opinión aristotélica) los cometas eran
auténticos cuerpos celestes que se movían entre los
planetas, más allá de la esfera de la Luna, tal y como ya
habían sostenido antes Tycho Brahe y Kepler. Sin embargo,
Galileo, inusitadamente conservador, sostuvo que eran fenómenos
atmosféricos iluminados por el Sol, enzarzándose
así en una discusión con los jesuitas.
Otro jesuita, el español Pedro Páez, seguía en
Abisinia y acompañaba al rey Susenios en sus viajes. Ese
año fue con él hasta el lago Tana, de donde nace el llamado Nilo Azul, uno de los ríos
que confluyen para formar el Nilo. Sus conocimientos de arquitectura le
permitieron levantar allí un palacio de piedra de dos plantas.
El emperador Matías II cedió el reino de
Hungría a su primo, el rey Fernando I de Bohemia.
Ese año murió el duque Alberto Federico de Prusia, y el ducado pasó a su yerno, el príncipe elector Juan Segismundo de Brandeburgo, que ya gobernaba el ducado de hecho a causa de la locura de Alberto Federico.
También murió Powathan, el jefe de las tribus indias
de Virginia. Fue sucedido por su hermano Opechancano, que tendría unos
ochenta años. A diferencia de su hermano, veía con recelo
la expansión de los recién llegados, cuyo número
superaba ya el millar y se iban asentando a lo largo de un tramo cada
vez más amplio del río Jacobo.
Si Walter Raleigh regresó de su expedición al Orinoco, que había sido un completo desastre: no sólo no había encontrado El Dorado, sino que había provocado un incidente diplomático con los españoles. El rey Jacobo I lo encarceló y, aconsejado por el embajador español, lo hizo decapitar. El rey nombró a sir Thomas Dale comandante de la flota de la Compañía de las Indias orientales, y le encargó que tratara de sacar ventaja a los neerlandeses, a los que ese año infligió una derrota frente a las costas de Java. Francis Bacon recibió el título de barón de Verulam.
John Fletcher estrenaba The loyal
subject.
Lope de Vega estrenó El
perro del hortelano. Entre sus amigos y seguidores se encontraba
Guillén de Castro, que
estrenaba ahora una de sus obras más famosas: Las mocedades del Cid, sobre la
infancia de Rodrigo Díaz de Vivar.
Los neerlandeses construyeron dos fuertes en Senegal.
En Amberes pasó el examen de maestro un joven de diecinueve años que se había convertido en el discípulo favorito de Rubens. Se llamaba Antoon van Dyck. Se conserva un Anciano pintado por él a los catorce años, que da testimonio de su precocidad. De esta época es su Magdalena. Rubens terminaba mientras tanto una serie de seis composiciones con la Historia de Decius Mus, ejecutada en gran parte por su discípulo. También son de esta época varios cuadros de temas mitológicos, como el Sileno borracho o El rapto de las hijas de Leucipo, en los que muestra su gusto por los desnudos celulíticos.
La misma edad que Van Dyck tenía otro pintor nacido en
Sevilla, de padre portugués. Se llamaba Diego Velázquez, y
había superado el examen ante el gremio de pintores el
año anterior. Desde los doce años había trabajado
en el taller del pintor Francisco
Pacheco, y ahora, en abril,
se casaba con su hija Juana.
Velázquez rompió con las tendencias manieristas de la
escuela sevillana y se decantó por un nuevo realismo. De ese
año data su Vieja friendo
huevos.
Lope de Vega publicó El triunfo de la fe en los reinos del Japón por los años 1614 y 1615, donde ensalza a varios sacerdotes que habían sufrido martirio en Japón.
El sultán otomano Mustafá I fue derrocado por su
sobrino Osmán II, el
hijo de Ahmed I.
El zar Miguel III firmó la paz de Déulino con el rey
Segismundo III de Polonia, algo más desventajosa que la que
había firmado con Suecia el año anterior.
El 26 de mayo, una
delegación de nobles protestantes del reino de Bohemia se
presentó en Praga para pedir explicaciones respecto a las
medidas cada vez más rigurosas que afectaban a los reformados.
El incidente concreto que motivó la protesta fue una disputa en
torno a la construcción de dos iglesias protestantes, que fue
resuelta a favor de los intereses católicos por una
decisión del emperador Matías II. Los ánimos se
caldearon hasta el punto de que dos consejeros católicos, Martinic y Slavata, salieron por la ventana
seguidos de Fabricius, un
secretario del emperador. Fue la llamada defenestración de Praga. Los
defenestrados salieron ilesos gracias a que aterrizaron sobre un
montón de estiércol. Más tarde, la propaganda
católica afirmó que fue la providencia divina la que puso
el estiércol, aunque no hay constancia de que Dios figurara
entre el personal de servicio del castillo.
Al día siguiente, los protestantes organizaron un
contragobierno, recaudaron impuestos y reclutaron un ejército.
Luego expulsaron a los jesuitas y lanzaron una importante ofensiva
diplomática por toda europa. Se inició así lo que
empezó siendo una rebelión protestante en todo el reino
de Bohemia, pero que acabó recibiendo el nombre de guerra de los Treinta años.
El 4 de octubre, el duque de
Lerma abandonó el gobierno y se retiró a sus posesiones.
Su hijo, el duque de Uceda, se convirtió en el nuevo valido del
rey Felipe III.
En noviembre se celebró un
sínodo protestante en Dordrecht
que condenó el arminianismo y a sus principales defensores, que
fueron encarcelados. Así, Johan van Oldenbarneveldt, que ya
llevaba un tiempo en prisión, se encontró
acompañado de muchos otros presuntos herejes, entre los que
destacaba la figura de Grocio. Esto convertía a Mauricio de
Nassau (que acababa de recibir el título de príncipe de
Orange tras la muerte de un hermano) en la autoridad indiscutible de
las provincias unidas.
Durante los últimos años, China venía
ejerciendo de árbitro en las disputas de las tribus que
vivían al norte de sus fronteras. Éstas habían ido
asimilando la cultura China, y ahora una de ellas, la de los manchúes, había
encontrado un líder poderoso: Nurhaci,
que se proclamó kan y empezó a realizar incursiones en el
Imperio.
Hacía ya tiempo que en Europa se había puesto de moda
un antiguo deporte: la caza de
brujas. Suele hablarse de brujas, en femenino, porque, aunque la
sospecha de servir a Satanás podía recaer sobre infelices
de ambos sexos, el 80% de los condenados eran mujeres. La caza de
brujas, practicada sobre todo en el ámbito rural,
contribuyó notablemente a consolidar la autoridad de los jueces
locales y de
los curas, ya que una actitud rebelde podía acabar
fácilmente en una acusación de brujería. En Ellwangen, un pequeño
territorio católico en Alemania, unas cuatrocientas personas
habían sido condenadas a la hoguera en los últimos siete
años, y es que la Edad Media no acaba de acabar.
Una de estas acusaciones recayó sobre Khatarina Kepler, la madre
de Johannes Kepler. Su hijo se
encargó de buscar abogados para defenderla, y finalmente fue
liberada. La defensa se apoyó en gran parte en que las
autoridades habían
incumplido ciertos protocolos concernientes al uso de la tortura. En 1619, Kepler publicó su tratado Harmonices Mundi libri V, donde,
junto con algunos resultados matemáticos, presenta la que hoy se
conoce como tercera ley de Kepler
sobre el movimiento de los planetas. Ésta afirma que
El cuadrado del tiempo que tarda un planeta en dar una vuelta alrededor del Sol es proporcional al cubo de su distancia media al Sol.
Su interés reside en que el tiempo que tarda cada planeta en
dar una vuelta alrededor del Sol es muy fácil de medir, con lo
que la tercera ley de Kepler proporciona la escala del sistema solar
(permite calcular la distancia de cada planeta al Sol salvo una
constante de proporcionalidad). Más concretamente: a partir de
ese momento, bastaba calcular la distancia entre dos planetas
cualesquiera para conocer la distancia al Sol de todos los planetas.
Así, por ejemplo, la distancia al Sol de Saturno, el planeta
más lejano (conocido entonces), resultaba ser unas diez veces
mayor que la de la distancia de la Tierra al Sol.
Consciente de las trabas que, tanto la Iglesia como la Universidad estaba poniendo a la teoría copernicana, Kepler escribe:
Nadie puede ya detenerme. He triunfado [...] Si me perdonáis, me alegraré; si me condenáis, no me importa. La suerte está echada, el libro está escrito. ¿Qué diferencia puede haber entre que se lea ahora o que lo lean las generaciones futuras? Acaso tendré que esperar un siglo para conseguir un lector; Dios ha tenido que esperar seis mil años para que un hombre llegara a comprender sus leyes.
El rey Segismundo III de Polonia liberó a Fiódor
Filaret, el padre del zar Miguel III, que fue nombrado patriarca de
Moscú.
María de Médicis se evadió de la prisión en que la tenía recluida su hijo, el rey Luis XIII de Francia, y se levantó en armas contra él, con la ayuda de un sector de la nobleza. El duque de Luynes llamó a Richelieu y le pidió ayuda para resolver el conflicto mediante la diplomacia. Gracias a su mediación, se firmó un primer acuerdo conocido como la paz de Angulema. El duque Carlos Manuel I de Saboya casó a su hijo Víctor Amadeo con Cristina, hermana de Luis XIII.
Fernando, uno de los hijos
del rey Felipe III de España, fue creado cardenal a sus diez
años de edad. Fue conocido como el Cardenal-infante.
Ese año murió Alonso de Guzmán, el duque de
Medinasidonia, el capitan de la Armada Invencible. Fue sucedido por su
hijo Juan Manuel Domingo de
Guzmán, que heredó también la
capitanía general del Mar Océano. Era yerno del duque de
Lerma, quien consiguió que se le nombrara consejero de estado y de guerra.
En las Provincias Unidas terminó el sínodo de
Dordrecht, después de haber decretado la pena de muerte para
numerosos arminianistas, entre ellos Johan van Oldenbarneveldt, que fue
decapitado. Grocio fue condenado a cadena perpetua en el castillo de Loewenstein. Teniendo en cuenta que
las Provincias Unidas habían luchado contra España (al
menos, en teoría) en defensa de las libertades religiosas, estas
resoluciones resultaban, si no sorprendentes, cuanto menos,
irónicas.
Mientras tanto el neerlandés Jan
Pieterszoon Cohen construyó una fortaleza en la
isla de Java, en un pueblo de pescadores llamado Yakarta, al que dio el nombre de Batavia. Sir Thomas Dale
murió en Masulipatam, en la India, y Jacobo I nombró gran
almirante al conde de Buckingham, con la misión de reorganizar
la marina.
El 20 de marzo murió el
emperador Matías II, sin haber podido apaciguar la
rebelión de Bohemia. La sucesión era especialmente
controvertida en este caso, ya que uno de los príncipes
electores era el rey de Bohemia, en principio Fernando II de Austria,
pero los rebeldes bohemios no reconocían su autoridad y
aspiraban a sustituirlo por un elector protestante. En primer lugar le
ofrecieron la corona al príncipe elector Juan Jorge de Sajonia,
pero la rechazó. Quien sí que la aceptó fue el
elector palatino Federico V, el jefe de la Unión Evangélica.
Sir George Yeardley fue
nombrado gobernador de la colonia inglesa de Virginia. Siguiendo
instrucciones de la Compañía de Virginia, el 30 de julio Yeardley constituyó una
especie de parlamento local, la Cámara
de los Burgueses, integrada por dos representantes de cada uno
de los once distritos en que se dividía la colonia, elegidos
democráticamente mediante el voto de todos los adultos varones.
Ese año se creó una fundición de hierro, y de
Inglaterra llegó un barco repleto de mujeres jóvenes en
busca de marido. En agosto
llegó también un barco neerlandés que
vendió a los colonos un cargamento de unos veinte esclavos
negros,
que inmediatamente demostraron su incalculable utilidad en las
plantaciones de tabaco. A lo largo de los años siguientes, el
número de esclavos fue aumentando
poco a poco.
El 22 de agosto los protestantes
bohemios destituyeron al rey Fernando II, y el 24 de agosto proclamaron como rey de
Bohemia al elector palatino Federico V. Sin embargo, los
católicos alemanes convocaron una dieta en Frankfurt y, contando
a Fernando II como elector de Bohemia, lo proclamaron emperador el 28 de agosto.
El 31 de octubre llegaba a Praga
Federico V. Recientemente había fallecido el príncipe
elector de Brandeburgo y duque de Prusia Juan Segismundo, que fue
sucedido por su hijo Jorge Guillermo, cuñado de Federico V.
Federico V selló una alianza con el príncipe de
Transilvania, Gabriel Bethlen, y el 21 de
noviembre cruzó el Danubio con un ejército
dispuesto a tomar Viena, aunque finalmente fue rechazado y tuvo que
replegarse a Bohemia. En 1620,
Bethlen fue proclamado rey de Hungría.
Gaspar de Borja y Velasco,
hijo de san Francisco de Borja, que había sido sucesivamente
arzobispo de Milán, de Sevilla y de Toledo, fue nombrado virrey
de Nápoles, en sustitución del duque de Osuna. No pudo
evitar que los turcos saquearan la ciudad de Manfredonia.
En Sevilla, la fama de Velázquez crecía día a
día. Sentía predilección por los temas populares,
en los que presenta a la gente humilde con una gravedad y dignidad
hasta entonces sólo vista en retratos de grandes personajes. De
ese año es El aguador de
Sevilla.
Van Dyck pintó La
coronación de espinas. Frans Hals iniciaba su periodo de
mayor esplendor. De estas fechas datan varios retratos, como el de Paulus van Berenteyn o el de Catharinas Both van der Eem.
El rey Gustavo II Adolfo de Suecia se casó con María Leonor, hermana de
Jorge Guillermo, el
príncipe elector de Brandeburgo y duque de Prusia.
Después de la batalla de
los Ponts-de-Cé, Richelieu negoció el tratado de
Angers, que reconciliaba al rey Luis XIII de Francia con su madre,
María de Médicis. Por su parte, el duque de Luynes
negoció el tratado de Ulm,
por el que la Unión Evangélica se comprometía a no
atacar a los católicos franceses a cambio de la neutralidad de
Francia en la guerra de Bohemia.
Samuel de Champlain regresó a Nueva Francia con plenos
poderes, excepto sobre el control del comercio.
El matemático inglés Henry Briggs obtuvo una
cátedra de geometría en la universidad de Oxford. Ese
año publicó una edición de los primeros seis
libros de los Elementos de
Euclides.
Francis Bacon publicó su obra cumbre: el Nouum organum scientiarum, en la
que sienta las bases de la ciencia experimental moderna. Bacon defiende
que las leyes generales de la ciencia deben obtenerse de forma
inductiva y gradual a partir de experimentos llevados a cabo
sistemáticamente bajo criterios racionales, libres de
prejuicios, que detalla minuciosamente. El valor de las teorías
científicas reside en su capacidad predictiva, que
también puede contrastarse con experimentos. La
experimentación convierte al hombre en el intérprete de
la Naturaleza.
El título del tratado (Nuevo órganon de las ciencias)
hace referencia al órganon,
que es el nombre con que se conocía la compilación de las
obras de Aristóteles. Bacon insiste en la necesidad de sustituir
la lógica silogística aristotélica por el
método científico que describe. De este modo, se
convirtió en el primero en abordar en general una
cuestión que ya muchos otros habían señalado en
casos particulares, a saber, que el culto a Aristóteles
debía ser abolido urgentemente entre los hombres de ciencia.
Los científicos modernos estaban empezando a descubrir que el
hecho de que Aristóteles, o cualquier otro griego, hubiera
afirmado algo (matemáticas aparte), no sólo no
garantizaba que fuera cierto, sino que más bien podía uno
jugarse el cuello tranquilamente a que era falso. Sin embargo, las
universidades estaban infestadas de veneradores de Aristóteles
que no tenían más criterio para decidir si algo era
verdadero o falso que consultar los libros, de forma que cuestionar los
libros era poner en evidencia su patética ignorancia. Estos
aristotélicos tenían gran influencia, hasta el punto de
que podría decirse que Aristóteles se había puesto
por delande del mismo Dios como obstáculo al progreso
científico.
Nadie en sus cabales puede dejar de sentir respeto y
admiración por los filósofos griegos. Sin el
descubrimiento de la cultura antigua, Occidente jamás
habría salido de la oscuridad medieval, pero una cosa es admirar
el "espíritu" de los griegos y otra admirar su "letra". Si un
niño afirma que tiene que haber algo que sostenga a la Tierra
para que no se caiga, está haciendo una observación
inteligente y digna de admiración, porque lo distingue de otros
niños a los que les da igual si la Tierra se cae o no se cae,
pero, al mismo tiempo, si esa observación la hiciera un adulto,
podríamos asegurar que se trata de un idiota. La cultura griega
es
inteligente en ese mismo sentido, aunque aún
quedan quienes creen que de los griegos se puede aprender algo que no
sean matemáticas, historia o arte. Y es que el renacimiento no
acaba de acabar.
Hacía más de una década que un grupo de
puritanos ingleses había abandonado su país para
establecerse en Leiden, en las Provincias Unidas, huyendo de las
tensiones religiosas que los enfrentaban al anglicanismo oficial. Sin
embargo, las luchas recientes entre gomaristas y arminianistas
demostraban que la tolerancia religiosa sólo es reclamada por
quienes no están en situación de imponer la intolerancia
religiosa, y que se olvidan de ella en cuanto cambian las tornas. Por
ello, los puritanos decidieron regresar a Inglaterra y solicitar
permiso al rey Jacobo I para emigrar a América. El rey les
autorizó a instalarse en Virginia, así que los puritanos
empezaron a reunir fondos y suministros para el viaje. Reunieron dos
barcos, pero uno resultó ser inadecuado para la travesía,
así que el 16 de septiembre
zarparon de Plymouth a bordo de una única nave, el Mayflower. Viajaban en ella treinta
y cinco de los puritanos procedentes de Leiden y otros sesenta y seis
reclutados en Londres y localidades vecinas.
En octubre, el duque de Luynes
trató de imponer el catolicismo en la baja Navarra, y
provocó una nueva insurrección protestante, dirigida por
el duque Enrique II de Rohan.
Théodore Agrippa D'Aubigné terminó la
publicación de su Historia
universal de 1550 a 1601, cuya virulencia anticatólica
hizo que fuera quemada públicamente. Por precaución,
D'Aubigné huyó a Ginebra.
El emperador Fernando II logró el apoyo de España y
Polonia, además del de la Santa Liga. El conde de Tilly
había organizado para el duque Maximiliano I de Baviera un
ejército como nunca se había visto en Alemania. Contaba
con unos veinticinco mil hombres, y se trataba de un ejército
regular, muy distinto a los habituales ejércitos de mercenarios.
En teoría toda la población bávara en condiciones
de luchar estaba obligada al servicio militar, los burgueses y
campesinos en la infantería, los nobles en la caballería.
Todos estaban obligados a realizar entrenamientos.
En cuanto a España, envió un ejército bajo el
mando de Ambrosio de Spínola, que se unió al de Tilly,
penetró en Bohemia y el 8 de
noviembre se enfrentó a las fuerzas que se habían
reunido para defender la capital en la batalla de la Montaña Blanca. El combate
fue breve: los imperiales atacaron al grito de "¡Santa María!",
después de saludar una imagen de la Virgen considerada
milagrosa. (Todos estos eran rasgos genuinamente católicos, ya
que los protestantes consideraban idólatra la veneración
de vírgenes y santos.) El caso fue que la Virgen hizo su papel y
los católicos obtuvieron una rotunda victoria. Las cifras
oficiales hablan de unos cinco mil muertos en el bando protestante y
unos quinientos en el católico. Federico V se vio obligado a
huir mientras sus aliados imploraban clemencia al emperador.
Éste inició en Bohemia una campaña de
represión, confiscaciones de tierras y conversiones forzosas.
Los españoles, siempre bajo la dirección de
Spínola, penetraron en el Palatinado.
El Mayflower tocó la costa americana un día
después de la batalla de la Montaña Blanca, el 9 de noviembre. Teóricamente, su
destino era Virginia, pero una parte de los colonos (especialmente los
que habían estado en Leiden) desconfiaba de que pudieran lograr
la libertad religiosa que anhelaban en una colonia habitada ya por
anglicanos. Se les llamaba separatistas,
porque habían desistido de convertir en puritanos a todos los
anglicanos y, en su lugar, consideraban al puritanismo como una Iglesia
independiente. Por ello, los separatistas
habían variado deliberadamente el rumbo previsto para dirigirse
más al norte.
Así, el punto de la costa al que llegaron era el cabo Cod. La
zona no les pareció especialmente hospitalaria, por lo que
siguieron navegando hacia el norte en busca de un buen emplazamiento,
recorriendo la costa que John Smith había bautizado como Nueva
Inglaterra.
La situación era un tanto delicada: por una
parte, el rey Jacobo I no les había dado permiso para fundar una
nueva colonia, por otra, si terminaban instalándose
lejos de los límites de Virginia, el hecho era que quedaban
fuera de su jurisdicción, por lo que tendrían que formar
un gobierno propio. Por ello, los separatistas convencieron al resto
de los colonos para que el 21 de noviembre firmaran
el llamado pacto del Mayflower,
por el que todos se comprometían a obedecer las leyes que
elaborara la nueva colonia.
Francisco de Quevedo había comprado la casa en la que
vivía Luis de Góngora en Madrid (la calle del
Niño, actualmente calle de Quevedo) con el solo propósito
de desahuciarlo. A finales de año fue encarcelado sin que se le
explicara por qué. ("Me
castigaban de memoria", decía él, aludiendo a los
que se aprenden algo de memoria sin entenderlo.) Al cabo de seis meses,
se le conmutó la cárcel por el destierro en su
señorío de la Torre de
San Juan Abad.
Finalmente, el 16 de diciembre los colonos del Mayflower encontraron un puerto que consideraron aceptable para instalarse. Figuraba en sus mapas con el nombre de Plymouth. El hecho de que se llamara igual que el puerto del que habían zarpado les pareció un buen presagio y allí se quedaron. Inmediatamente, eligieron entre ellos a un gobernador: John Carver. Pero era invierno y los recién llegados no estaban preparados para hacerle frente. Más de la mitad de los colonos no llegó a ver la primavera, entre ellos el gobernador. Ya en 1621, los supervivientes eligieron como gobernador a William Bradford. Sin duda alguna, los puritanos no habrían sobrevivido si no hubieran contado con la ayuda de los indios de la zona. No eran muchos, porque cuatro años atrás habían muerto casi todos víctimas de la peste (un regalo que les habían dejado los exploradores europeos, aunque, naturalmente, ellos no estaban en condiciones de establecer la conexión). En todo momento se mostraron amistosos y colaboradores. Los recién llegados no hubieran podido pedir más: entre los indios había uno, llamado Squanto, que incluso sabía hablar algo de inglés. Unos años atrás, unos exploradores se lo habían llevado a Inglaterra, donde fue bien tratado, y se le permitió regresar a su tierra cuando así lo quiso.
Ese año murieron:
El nuevo valido era también muy distinto a los anteriores.
Tenía la decisión y seguridad en sí mismo que le
faltaban al monarca, y también se le puede conceder la buena
voluntad
de servir a su rey y a su país. Trabajaba desde las seis de la
mañana hasta las once
y media de la noche. Trabajaba hasta en las cacerías y en las
fiestas. Su carroza le servía de oficina y de salón de
embajadores. Se le atribuyen ciertas (modestas) dotes como orador
persuasivo.
Sus primeras medidas fueron de depuración de los altos cargos
del reinado anterior. Los duques de Uceda y de Osuna fueron condenados
a cadena perpetua y a pagar pesadas multas. El duque de Lerma se
libró de la muerte por ser cardenal (se vistió de colorado para no
morir ahorcado, decía el pueblo), pero fue desterrado a
Tordesillas y obligado a pagar una multa anualmente. Otros fueron
desterrados, y otros ajusticiados.
Entre los ajusticiados se encontraba Rodrigo Calderón, el
marqués de Sieteiglesias,
que había pasado de ser el modesto ayuda de cámara del
duque de Lerma a convertirse en uno de los hombres más ricos y
poderosos de Castilla. Fue declarado culpable de siete cargos de
asesinato (incluido el de la reina Margarita de Austria, por no haberle
proporcionado la debida asistencia médica tras el parto de su
último hijo) y, lo que era más grave aún, de
varios delitos de hechicería. Dicen que señalando al
cadalso dijo: "¿Y ésta
es la afrenta?, ¡Esto es el triunfo y la gloria!", de
donde se dice a su vez que procede la expresión "tener más orgullo que don Rodrigo
en la horca", aunque parece que la frase es anterior y,
además, "don Rodrigo" no murió ahorcado, sino decapitado
en la plaza mayor de Madrid.
Por otra parte, Rodrigo Calderón había sido uno de los
principales protectores de Luis de Góngora, que con su muerte
empezó a verse en apuros económicos que trataba de
disimular como mejor podía.
Las cortes de Madrid aprobaron numerosas reformas:
investigación de los incrementos patrimoniales injustificados de
los últimos ministros, reducción en un tercio de los
cargos públicos, represión del lujo, la vagancia y la
emigración, impuestos sobre la soltería, creación
de Montes de Piedad para frenar la usura, expulsión de las
universidades de los estudiantes que no rendían adecuadamente,
cierre de "casas de tolerancia", etc.
Ese año expiraba la tregua
de
los Doce Años firmada
con las Provincias Unidas. Olivares puso las siguientes condiciones
para prorrogar la tregua: que se diera libertad de culto a la
minoría católica neerlandesa, que se volviera a abrir al
tráfico el río Escalda (necesario para la prosperidad de
Amberes) y que los neerlandeses se retirasen de las Indias Orientales y
Occidentales. Mauricio de Nassau considero idóneas estas
condiciones, ya que le daban la excusa perfecta para reemprender la
guerra. Ambrosio de Spínola dejó
el Palatinado para combatir de nuevo a los neerlandeses.
Por estas fechas, Bohemia estaba ya completamente sometida a los
Austrias, y tardaría más de un siglo en levantar cabeza.
La guerra de Bohemia
había terminado, pero ésta fue sólo el primer
periodo de la guerra de los Treinta Años, que ahora había
entrado en el periodo palatino.
La campaña del Palatinado quedó en manos del duque
Maximiliano I de Baviera o, más precisamente, de su general en
jefe, el conde de Tilly. En abril se
disolvió la Unión
Evangélica.
Por otra parte, Gabriel Bethlen fue derrotado en Moravia y
firmó la paz de Nikolsburg
con el emperador Fernando II, por la que renunciaba a la corona
húngara. En la campaña contra Bethlen destacó Albrecht Eusebius Wenzel von Wallenstein,
nacido en Bohemia, en una familia utraquista, pero que se
convirtió al catolicismo por influencia de los jesuitas. En los
últimos años había convertido en un profesional de
la guerra. Su especialidad era hacerse con grandes
botines de los que no rendía cuentas a nadie.
El 3 de junio, los neerlandeses
fundaron la Compañía
de las Indias Occidentales, para gestionar el comercio con
América.
Con la llegada de la primavera, los puritanos de Plymouth habían sembrado sus primeros cultivos en unos campos abandonados por los indios. Éstos los ayudaron enseñándoles sus técnicas agrícolas. Un indio llamado Samoset organizó un encuentro con Massasoit, el jefe de las tribus locales, y se establecieron relaciones pacíficas entre indios y colonos. En noviembre los puritanos obtuvieron una buena cosecha, por lo que establecieron tres días de fiesta para dar gracias a Dios. Massasoit y noventa indios fueron invitados a la fiesta. Desde entonces los puritanos conmemoraron la ocasión celebrando cada año el día de Acción de Gracias el cuarto jueves de noviembre.
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