OTRA VUELTA DE TUERCA EN LA UNIVERSIDAD POPULAR DE VALENCIA
TRES TRAMPAS Y UNA DEBILIDAD EN LA PROPUESTA DEL PP
 
El inicio del curso escolar vino preñado de malas noticias para nuestra ciudad. A los recortes del Ayuntamiento de Valencia y otras administraciones en manos del PP, en materia de equipamientos y dotaciones educativas o de protección social (cheque de comedor infantil y salario social), pronto se sumó a principios de septiembre el anuncio de que la Universidad Popular no contrataría a un tercio de los educadores/as de adultos que había prometido el curso anterior, y de que se reducía el número de matrículas de participantes y actividades en proporción equiparable a esta merma de plantilla.
La voluntad política del PP municipal de desmantelar la Universidad Popular como servicio público, mostrada de forma tan palpable con este anuncio de recortes y con la negativa expresa a cualquier negociación con los trabajadores de este organismo autónomo municipal, acaba de conocer una nueva expresión apenas días antes de que venza el plazo anunciado de inicio de actividades. Así, en una reunión urgente e imprevista con el comité de empresa, los responsables del área de personal y secretaria del Ayuntamiento (el concejal de Educación no asistió) acaban de proponer una nueva oferta de trabajo que sustituye a la que ya parecía firme, de no volver a contratar a 40 educadores/as de los 117 de la plantilla. Propusieron a los representantes del personal contratar a toda la plantilla durante la presente legislatura, pero con una dotación presupuestaria inmodificable que asciende a la misma cantidad recortada con la que antes se decía poder contratar tan sólo a 77 educadores/as.
¿A que puede obedecer este cambio de táctica del gobierno municipal? Como todavía nadie ha resuelto el misterio de la multiplicación espontánea de los panes y los peces, es indudable que tal propuesta no trasluce el menor interés o respeto por los trabajadores/as de la Universidad Popular, así como por los miles de participantes en las actividades educativas y culturales que se van a realizar, de acuerdo con una programación de cursos y talleres que será la misma que el año anterior pero dotada con una asignación económica un tercio menor. Todo lo contrario: desmotivar al personal y  masificar los centros ampliando matriculas, a la vez que se recortan los presupuestos, sólo conduce que a deteriorar este servicio público a la ciudadanía abriendo el camino para que la iniciativa privada y lucrativa asuma el relevo.
En un plano mucho más inmediato y concreto, teniendo en cuenta además que faltan apenas meses para las elecciones generales de marzo, esta nueva oferta y cambio de táctica, muestra también que la Sr. Alcaldesa y el PP en el gobierno municipal han tomado buena nota de las más de 25.000 firmas ciudadanas que se les entregaron en el pleno de septiembre exigiendo una solución y futuro dignos para la Universidad Popular, así como de las concentraciones frente al Ayuntamiento y las manifestaciones que se han venido realizando durante las últimas semanas con notable concurrencia. Los responsables políticos municipales han caído en la cuenta de que dejar en la calle a 40 educadores/as de adultos o “formadores” y varios miles de participantes habituales en los cursos y talleres de la Universidad Popular, además con el grado de unidad y cohesión mostrada hasta ahora, sólo podía redundar que en el incremento de las movilizaciones y de la presión ciudadana adversa. Por eso realizan ahora una propuesta que muy bien puede calificarse como la de las “tres trampas y una debilidad”.
Con esta propuesta, el PP municipal quiere trasladar su responsabilidad por la prestación de un servicio público a los propios trabajadores/as de la Universidad Popular. Si no aceptan las condiciones laborales draconianas que les imponen serán ellos los culpables ante la opinión pública de que no comiencen las clases. Pero si las aceptan, igualmente serán ellos los primeros responsables ante la ciudadanía de la inevitable merma de calidad en el funcionamiento de los cursos y talleres, así como los destinatarios directos del malestar que se pueda producir entre los participantes matriculados ante la falta de medios.
Esta intención “tramposa”, también presenta un segundo efecto premeditado. Individualmente, sometidos a la ley de la selva que algunos llaman “mercado laboral”, los educadores/as (y sus familias) no tienen otra opción que buscar otro trabajo mejor, lo que colectivamente se traducirá en una merma paulatina de la plantilla cohesionada que hoy existe. Se pretende, en consecuencia, dividir al colectivo de trabajadores y  disciplinarlo en la sumisión, pues quienes encuentren un trabajo en mejores condiciones, quienes tengan mayor conciencia reivindicativa de sus derechos y dignidad como trabajadores, pronto se irán de la Universidad Popular.
Finalmente, la nueva propuesta del PP municipal, este chantaje presentado “in extremis” y con un margen de apenas 48 horas para responder, supone asimismo para los educadores/as frustrar toda expectativa de promoción, mejora o estabilidad laboral. Al presionarles para que firmen por cuatro años un contrato “basura” de 8 meses que les exigirá una dedicación muy superior a las horas que se les van a pagar, en realidad se está cerrando también cualquier posibilidad de recurrir a los procedimientos de defensa de los trabajadores aún no liquidados por la legislación vigente, como en particular la negociación colectiva o la solidaridad sindical y de clase. Se persigue aislar a este colectivo imponiéndoles unas relaciones laborales muy específicas y cegar todo horizonte de mejora o estabilidad, lo que contribuirá a marginalizar a los trabajadores y a los propios centros de la Universidad Popular (el dinero previsto para el año 2004 será el mismo que para el 2005, 2006 o 2007).
En definitiva, estos aprendices de tahúr municipales, la alcaldesa de Valencia al frente, con su precipitado órdago acaban de desvelar sus cartas. Temen la repercusión ciudadana que supondría desmantelar la Universidad Popular más pronto que tarde, por eso planean un rápido deterioro bloqueando su presupuesto durante 4 años al menos. Temen la unidad de los trabajadores y su buena organización, ampliamente mostradas en las movilizaciones de los meses precedentes y que contaron con importante apoyo y colaboración vecinal, por eso pretenden ahora dividir a la plantilla y disciplinarla en la sumisión. Temen, también, la presión combinada de educadores, participantes o alumnos y vecinos, a favor de un servicio publico estable y de calidad, por eso quieren imponer unas reglas de juego (contratos basura devaluados, puede que sorteo entre los aspirantes a matricularse en los cursos y talleres) que imposibiliten cualquier mejora en ese sentido favoreciendo, en cambio, el aislamiento y la marginalidad de estos trabajadores y centros educativos culturales.
Pero, quizás por estar refugiados en sus altas torres y sillones consistoriales, estos supuestos responsables y máximos valedores de los intereses públicos en la ciudad, no han reparado en que los 117 educadores y educadoras de la Universidad Popular, que ya llevan varias semanas en el paro, tienen bastante poco que perder. No han reparado, igualmente, que el alumnado y participantes en los cursos y talleres, así como la ciudadanía en general tienen sus propios y legítimos intereses, cada vez más alejados de las directrices políticas antisociales de la derecha gobernante ¿o acaso pueden impedir que estos hechos y el malestar consecuente se conozca, crezca y extienda a lo largo y ancho de la ciudad?
Con la nueva propuesta del PP municipal nada se ha resuelto, quizás termine una batalla pero la lucha sólo puede que continuar. El problema de los trabajadores y trabajadoras de la Universidad Popular, las amenazas que se ciernen sobre el futuro inmediato de este servicio público municipal hace tiempo que traspasaron los estrechos confines de unas aulas y edificios municipales, se han convertido en un problema capaz de condensar la inquietud de una gran parte de la ciudadanía (con pocos recursos) que sigue exigiendo dignidad y ser tenida en cuenta, que jamás puede renunciar a su derecho a la educación y la cultura..

Valencia, 9 octubre 2003
(remitit per Antonio Arnau el 12 de octubre)


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