FE DE ERRATAS 5 (en el Mundo Obrero de diciembre 2018-enero 2019)

Rafael Pla López (suplente del Comité Central del PCE)

1. La Constitución de 1978, en perspectiva histórica, por Julián Sanz (página 2).

Debo decir que estoy de acuerdo con la mayoría de lo que plantea Julián Sanz frente a quienes descalifican totalmente la Constitución de 1978. De hecho, yo voté en su día a favor de ella, y no me arrepiento de haberlo hecho, en un momento histórico en que era prioritario conseguir un régimen de libertades democráticas.

Pero alguna de las cosas que dice no se ajustan a la realidad histórica, en particular cuando afirma que “Se discutió mucho y se debatieron todos los temas, incluida la forma monárquica o republicana (cuestión de la que la izquierda no hizo casus belli)”. De hecho, ni “casus belli” ni “casus democratii”: no hubo realmente un debate entre monarquía y república, y de hecho incluso el PCE había renunciado a propugnar la república, así como el derecho de autodeterminación, los cuales ni siquiera llevaba en el programa electoral. Julián Sanz sí recuerda que “la enfática afirmación de la unidad nacional en el artículo 2 (…) se ha atribuido a la intervención directa de los militares”. De hecho, los militares, crípticamente llamados “poderes fácticos”, sí hicieron “casus belli” tanto de ello como del mantenimiento de la monarquía, sustrayéndolos del debate político democrático.

Hay que recordar que el IX Congreso del PCE, celebrado en abril de 1978 durante el proceso de elaboración de la Constitución, eludió mencionar la república entre los objetivos a perseguir, aunque por la presión del Partido Comunista de Euskadi sí mantuvo, citando el Manifiesto-Programa aprobado en 1975, el objetivo de “el establecimiento de un sistema federal que exprese el carácter plurinacional y plurirregional del país y represente el respeto al derecho a la autodeterminación de sus nacionalidades”, aunque renunciara también a defenderlo en el debate sobre la Constitución.

Recordemos que Alianza Popular, el antecedente del PP, aunque finalmente apoyó la Constitución, en el debate parlamentario se opuso al título VIII que regulaba el “Estado de las Autonomías” (la posición al respecto de Vox es así una prolongación de la posición de quien también era su anterior partido). Pues bien, el PCE, aunque en pro de las libertades democráticas finalmente apoyara la Constitución resultante de las votaciones, parlamentarias, podía haber también defendido la República Federal en el debate parlamentario. Pero renunció a hacerlo. Muchos años después supimos que el origen de dichas renuncias estaba en el pacto secreto alcanzado entre Santiago Carrillo y Adolfo Suárez para la legalización del PCE.

Recordemos que antes de dicho pacto la línea política del PCE planteaba un Pacto para la Libertad con cuatro puntos: Libertades democráticas, Amnistía para los presos políticos y exiliados, Estatutos de Autonomía y Gobierno Provisional, como base para abrir un proceso constituyente en el que propugnaríamos una República Federal que reconociera el derecho de autodeterminación y la consecución de una Democracia Política y Social que arrebatara el poder a la oligarquía financiera y terrateniente con medidas como la nacionalización de la Banca y la Reforrma Agraria. Pero al no conseguirse la ruptura democrática con el franquismo ni por ende el Gobieno Provisional, se abrió un proceso, que ha sido denominado “la Transición”, que condujo a los tres primeros puntos del Pacto para la Libertad y a la consiguiente Constitución de 1978.

Pero ello no fue un auténtico Proceso Constituyente, dado que la forma de Estado y de Gobierno se excluyó del debate, condicionado por los “poderes fácticos”. Por ello, la promulgación de la Constitución no debe considerarse el final de una transición democrática, sino que en todo caso podría ser el principio de tal transición. Nuestra tarea es culminarla posibilitando que los pueblos de España se pronuncien sobre la opción republicana y el reconocimiento de su derecho a la autodeterminación, abriendo un verdadero Proceso Constituyente.

2. Hacia el proceso constituyente feminista, por Cristina Simó (página 2).

Estoy también de acuerdo con la mayoría de lo que plantea Cristina Simó. Pero debo hacer dos precisiones:

Cuando afirma que “los avances y conquistas de las mujeres, no son derechos otorgados por la Constitución, sino que son resultado de las luchas del Movimiento Feminista”, dicha contraposición no es correcta. Recordemos, como hace Estela Gilbala Cabrero en la página 3, lo que dice el artículo 14 de la Constitución de 1978: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Y aunque el lenguaje no sea inclusivo, de acuerdo con dicho artículo cualquier discriminación de las mujeres es anticonstitucional, y según establece el apartado 2 del artículo 53 puede ser impugnada directamente ante los Tribunales. Ello, naturalmente, es también resultado de las luchas del Movimiento Feminista, que no nació en 1979.

Es especialmente afortunada la frase “Exigimos erradicación de la feminización de la pobreza y de la mercantilización del cuerpo de las mujeres con la prostitución, la pornografía y los úteros de alquiler”, especialmente por el uso del término “erradicación”, más correcto que el de “abolición”, y por precisar que lo que hay que erradicar es la mercantilización del cuerpo de las mujeres (y no, por ejemplo, su libre exhibición al margen del mercado). Pero hay que precisar también que, si bien la prostitución y los úteros de alquiler están centrados en el cuerpo de las mujeres, la pornografía, a menos que sea lésbica, atañe tanto al cuerpo de las mujeres como de los hombres.

3. Cargados de razones, por Julio Anguita González (página 3).

He de hacer sólo una precisión a dicho artículo, con cuyo contenido esencial estoy de acuerdo: cuando dice, refiriéndose al Tratado de la UE de Maastricht, “al que solamente se opuso IU, debería haber especificado que se refería al ámbito parlamentario: fuera del parlamento existió un movimiento social antimaastricht bastante más amplio que IU (puede encontrarse información al respecto en http://www.uv.es/pla/maastricht) y que fue el embrión del llamado movimiento antiglobalización.

4. Feminismo: 40 años de olvido, por Estela Gilbaia Cabrero (página 3).

Sólo una precisión: las referencias que hace al Código Civil franquista sobre la subordinación de la mujer casada fueron derogadas en mayo de 1975, tres años antes de la promulgación de la Constitución de 1978. Puede leerse al respecto “El nuevo derecho civil de la mujer casada”, de José Luis Lacruz Berdejo, Madrid, editorial Civitas, 1975.

5. El Partido Comunista de España da por concluido y agotado el Pacto Constitucional, por Gema Delgado (página 5).

Según el artículo, “Julio Anguita, el primero en tomar la palabra aseguró que la Constitución que se estaba celebrando ese día en el Congreso de los Diputados, ‘no tiene nada que ver con la Constitución que se aprobó el 6 de diciembre de 1978’”. No sé si Julio Anguita dijo eso textualmente en su intervención oral, pero en su artículo de la página 3 lo que dice es más riguroso: “es un texto bastante diferente en el fondo y en la forma”. Porque realmente no es correcto afirmar que no tenga nada que ver: aunque los derechos sociales hayan sido desnaturalizados, se mantiene la proclamación de las libertades democráticas, aunque normas como la llamada “Ley Mordaza” atenten contra ellas de forma presuntamente inconstitucional.

6. España, por J.M. Mariscal Cifuentes (página 6).

Encuentro sólo una errata: la afirmación de que “Europa (…) recorta libertades y derechos. Ciertamente recorta derechos sociales, pero no libertades políticas, por lo menos en España: sólo se puede hablar de recortes en relación a una situación preexistente, y la intervención de organismos europeos, fundamentalmente el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, lo que ha hecho es restituir libertades cercenadas en España, como en relación a las “injurias a la Corona” y otras agresiones a la libertad de expresión.

7. Pedro Sánchez y el mundial de fútbol 2030, por Dolores de Redondo (página 7).

También encuentro sólo una errata: cuando escribe “la Cuba de los melenudossupongo que se refiere a la Cuba de los barbudos, como fueron conocidos los revolucionarios que encabezados por Fidel Castro derrocaron al dictador Batista.

8. Reflexión serena, máxima unidad y tolerancia cero frente al fascismo (página 9).

Una precisión: cuando dice “autonómicas en todas las comunidades autónomas, salvo en las nacionalidades históricasdebería evitar usar el término “nacionalidades históricas” para referirse en sentido excluyente a Catalunya, País Vasco y no sé si Galicia. Ese es un término controvertido, y no se entiende porqué, por ejemplo, el País Valencià es menos “nacionalidad histórica” que ellas.

9. Plantar cara a una Europa que estalla, por Vanessa Angustia (página 10).

Donde dice “Frente al libre mercadodebería decir “Frante a la dictadura de los mercados. El problema no es la libre circulación de los productos, sino que en nombre de los mercados se pretenda maniatar la voluntad popular. Y no hay que hacer el juego a quienes vinculan mercantilismo y libertad. Deberíamos también recordar que actualmente el principal abanderado del libre mercado es la República Popular China, y su principal enemigo el presidente de los EE.UU.

10. Las manifestaciones vuelven a llenar las calles contra la violencia machista, por María José Bravo (página 12).

El subtítulo habla de “la prostitución como la forma más brutal de violencia contra la mujer. Pero aunque ciertamente es una forma de violencia contra la mujer, no es más brutal que los numerosos asesinatos que se vienen produciendo.

Tampoco debería hablar de violencia “ejercida en las relaciones amorosas: donde hay violencia no hay amor. Podría referirse en todo caso a “relaciones de pareja”, sin perjuicio de exigir que el concepto de violencia de género no se restrinja a ellas.

11. La obligada feminización del marxismo, por Patricia Castro (página 13).

Leo el artículo hasta el final sin encontrar una explicación de qué significa la feminización del marxismo. La respuesta está en el “Manifiesto del PCE para la izquierda” aprobado en el XIII y el XIV Congresos del PCE: “Sostenemos un feminismo que tiene ante sí el reto de reivindicar los valores humanos afectivos minusvalorados como femeninos, socializándolos para el conjunto de la humanidad frente a la agresividad autoritaria machista y patriarcal.

12. Bricoleur’ lorquiano en el Español, por Iván Alvarado (El Mono Azul, página 6).

En la reseña de una obra de teatro conviene indicar el título de la misma, en este caso “Federico García, que ahí no aparece.

13. La victoria de los trabajadores de Coca Cola es el triunfo de toda la Clase Obrera, por Damián García (página 16).

Es claramente un error tipográfico, pero dado que cambia el sentido de la frase no puedo menos que reseñarlo: donde dice “No hay menor definición para ellos que el de héroes y heroínas de la clase obrera, cabe colegir que quiere decir “No hay mejor definición para ellos que el de héroes y heroínas de la clase obrera.

14. 40 años de desindustrialización, análisis para una propuesta de futuro, por Anabel Segado (página 17).

Únicamente una cuestión terminológica, pero con contenido de clase: debería sustituirse “empleo” por “trabajo” (como por cierto hace Eddy Sánchez en su magnífico artículo en la página siguiente, aunque hacia el final se le cuela “mucho empleoen vez de “muchos puestos de trabajo, que presumiblemente es lo que quiere decir): “empleo” refiere a “emplear”, que tiene como sujeto al “empleador”, el capitalista en una empresa privada, mientras que “trabajo” refiere a “trabajar”, que tiene por sujeto al trabajador o trabajadora. No por nada “empleado” es una voz pasiva, mientras que “trabajador” es una voz activa.

15. Conflictos laborales, por Javier Chamorro (página 18).

En el apartado “RECTIFICAR” se lee “El 19 de noviembre Burger King echaba atrás los despidos por unos supuestos acosos a varias delegadas de CCOO tras el éxito de la movilizaciones llevadas a cabo en estos meses, con el apoo del PCE, la UJCE e Izquierda Unida”. Tal como está redactado, parece que el PCE, la UJCE e Izquierda Unida se hubieran solidarizado con unos supuestos acosadores a varias delegadas de CCOO. Afortunadamente, no era así. Las delegadas de CCOO no eran las acosadas, sino las acusadas, de forma poco creible, de acosar a unos superiores suyos. Hubiera queda más claro si se hubiera redactado “despidos a varias delegadas de CCOO por unos supuestos acosos”.

16. “Irán está a punto de estallar y no hay ninguna alternativa democrática”, entrevista a Nazanin Armanian (páginas 21-22).

Nazanin Armanian afirma que en Iraq “la guerra no terminará hasta el restablecimiento de un gobierno sunnita”. Se diría que contempla como vía para la paz el restablecimiento del Estado Islámico, que ha sido el único gobierno sunnita existente en Iraq desde el fin del Imperio Otomano (como ella misma afirma, el gobierno de Sadam Husein era “más o menos secular”). Parece más razonable pensar que la vía para la paz sea el establecimiento de un gobierno secular en el que puedan convivir las distintas creencias.

Y después de afirmar, tras hablar de Iraq y Afganistán, que “Por eso EEUU sigue ocupándolos”, añade “Pasa lo mismo en Yemen, en Siria y en Libia”. Extraña afirmación, cuando en cada uno de esos tres países la situación es distinta, pero ninguno está ocupado por EEUU, y sólo en Siria hay presencia militar norteamericana que ahora Donald Trump quiere retirar.

Asimismo, la predicción de que EEUU “Harán con Irán lo que ya hicieron con Iraq durante 13 años de sanciones económicas” parece aventurada, dado que a diferencia del caso de Iraq las sanciones unilaterales impuestas por Trump (desvinculándose del acuerdo internacional firmado por Obama) no tienen el apoyo de las demás potencias mundiales. Afirma también sin pruebas que el golpe de Estado contra Erdogan en 2016 lo montó EEUU, y especula sin base sobre un proyecto norteamericano de golpe de Estado para derrocar a Mohamed bin Salman en Arabia Saudí, a quien está apoyando militarmente en su genocidio contra el pueblo de Yemen, así como sobre una implicación norteamericana en el asesinato de Khasogui.