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INTERNET Y EL FINAL DE LA UTOPÍA (III)
Rafael Pla López
(la dos primeras partes se publicaron en Enero y Abril)

Lo que caracteriza a las propuestas alternativas en el Ciberespacio es que, lejos de ser horizontes lejanos, consituyen realidades presentes sustentadas en una lógica alternativa a la del capitalismo. El desarrollo de redes de comunicación horizontales y no jerárquicas no es un proyecto para un futuro lejano pospuesto a una indeterminada toma del poder, sino algo actualmente en construcción sustentada en la propia arquitectura de Internet. Una programación libre y de código abierto basada en la libre colaboración de informáticos de todo el mundo que ponen a disposición pública el resultado de sus trabajos, rechazando cualquier propiedad privada sobre los mismos, no es un sueño fantástico producto de la imaginación de algún visionario, sino una realidad actual que podemos encontrar en Internet y en nuestros ordenadores, como productos del proyecto GNU/Linux. De este modo, la eliminación de la propiedad privada y la disolución de las estructuras jerárquicas de poder son para hoy, no un horizonte utópico ni un mero objetivo lejano.

Esta dinámica elimina la separación entre la actividad cotidiana y los objetivos últimos. Pero a diferencia de los proyectos "utópicos" del siglo XIX de Saint Simon, Owen o Fourier, no se dan en reductos cerrados en ámbitos locales ni pretenden construir de inmediato colectividades plenamente comunistas. Por el contrario, tales rasgos comunistas se extienden por todo el mundo y se producen de forma parcial, en Internet y en el Ciberespacio, coexistiendo con el imperialismo y las multinacionales capitalistas. Pero no son un producto del voluntarismo de sus autores, sino que su viabilidad descansa en las condiciones objetivas del medio que utilizan. Si "el medio es el mensaje" como dijera McLuhan, el medio de Internet conlleva en sí una estructura de relaciones en red incontrolable desde un centro dirigente. Y en la medida en que el coste de la reproducción de la información es mínimo, la misma "ley del valor" sustentado en el tiempo de trabajo socialmente necesario para ella resulta inaplicable, y su sujeción a las reglas del mercado resulta, esta vez sí, utópica, como lo son los intentos de evitar la llamada "piratería" informática.

Y la lucha por introducir rasgos comunistas en el presente, sin remitirnos a un futuro finita o infinitamente lejano, se da también fuera del Ciberespacio. Se da, en particular, en la lucha por desmercantilizar la satisfacción de las necesidades básicas, a través de servicios públicos gratuitos, de manera que cada cuál pueda recibir, por ejemplo, educación y sanidad según sus necesidades. También aquí, no se trata de construir de forma aislada un proyecto comunista íntegro, sino de contraponer en aspectos parciales la lógica comunista a la lógica capitalista. Esta lucha se da en ámbitos locales, pero también puede enmarcarse en una acción internacionalista: el verdadero intervencionismo humanitario se realiza con maestros o personal sanitario, y no con unidades militares armadas que a lo que responden es a la lógica imperialista.

Por ello, en el inicio del siglo XXI, podemos afirmar que la vanguardia objetiva de la lucha por el comunismo la constituyen gentes como los informáticos que desarrollan software libre o los médicos cubanos que actúan solidariamente a lo largo y ancho del mundo.

(el texto íntegro, con enlaces y bibliografía, puede consultarse en http://www.uv.es/pla/intfinut.htm  )