Universidad pública. Re-pública. Internet público.
Cualquiera de éstos podía haber sido tema de un
artículo centrado en "lo público", cuando la crisis del
capitalismo dispara la bancarrota de "lo privado". Y la actualidad del
debate sobre el llamado "proceso de Bolonia" me incitaba a tratar sobre
la reforma de las titulaciones universitarias. Pero hace 2 años,
en septiembre de 2006, ya salió en esta sección un
artículo sobre "Bolonia e Internet" cuyo contenido mantiene su
vigencia. Si no tenéis el Mundo Obrero de entonces a mano,
podéis releerlo en
http://www.uv.es/pla/mo/06agosto.htm
. Un tratamiento más a fondo requiere un análisis de
clase del movimiento estudiantil frente al proceso de Bolonia, pero me
desviaría del tema de Internet propio de esta sección. Lo
redacto y envío a Mundo Obrero por separado, pero
independientemente de su publicación en papel podéis
consultarlo, gracias a Internet, en
http://www.uv.es/pla/mo/boloclas.htm
Voy a centrarme pues en el tema de Internet como servicio
público. Incidíamos ya en este tema en los
artículos de octubre sobre desprivatización de las redes
y de noviembre sobre Wi-Fi pública. Pero vamos a profundizar en
ello: no se trata sólo de defender la "neutralidad" de Internet
respecto a los proveedores privados de contenido, ni el derecho de los
municipios a prestar servicio gratuito de Internet. Se trata de
reconocer el acceso a Internet como un derecho subjetivo individual de
carácter universal, como el derecho a la educación o a
las prestaciones sanitarias, y por tanto un derecho que debe ser
garantizado por los Estados, proporcionando acceso gratuito a Internet
a toda la ciudadanía, como un instrumento básico para
hacer efectivo el derecho a "recibir informaciones y opiniones, y el de
difundirlas", que reconoce el artículo 19 de la
Declaración de Derechos Humanos de la ONU.
Ello exige, claro está, la desprivatización de la red de
telefonía fija y/o la extensión a todas las zonas urbanas
de un Wi-Fi público y gratuito, con una garantía
legislativa que impida la obstrucción de la "Comisión del
Mercado de las Comunicaciones". Ello no supone necesariamente la
supresión de las empresas privadas de telefonía y
servicios inalámbricos, pero sí reducirlas a un
carácter complementario o subsidiario: aunque el Estado
deberá proporcionar un acceso a Internet de calidad, quien
quiera utilizarlo básicamente para descargarse películas
puede preferir recurrir a operadores privados que proporcionen una
mayor amplitud de banda. Pero dichos operadores de ningún modo
han de poder reclamar contra la supuesta competencia del Estado, cuyos
servicios públicos han de situarse por encima de la esfera del
mercado.
Destaquemos también que el acceso universal a Internet es un
componente esencial de una "sociedad de la información" con un
desarrollo sostenible basado en la investigación
científico-técnica y no en el consumo desmesurado de
energía y materias primas. Y que la solidaridad internacional
debe alcanzar también al apoyo de la extensión del acceso
s Internet a todo el planeta, como base para un desarrollo
armónico y equilibrado del mismo.