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En una esquina donde se concentran todas las fuerzas contradictorias de la naturaleza del hombre se abre la corteza de tu mundo. Entramos por la hendidura abierta hacia la médula del mundo insatisfecho.

 

La falsa oscuridad no es más que un trémulo velo que esconde esencias prohibidas a los ojos de los mortales. Tu y yo, Antonio, vemos más allá de la luz o de las tinieblas. La espesura de la vida perdida se entremezcla en su vaivén con la hojarasca dejada por una cotidianeidad malentendida y aquí en lo quieto, no crece más árbol que el de la sabiduría sembrada por la historia.

 

 

Viajemos a casa, al núcleo, allí encontraremos a nuestros amores y amistades. A veces no encontraremos a nadie. El núcleo no siempre es uno y es peregrino, como nosotros.