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Planetas gigantes, planetas enanos y enanas gigantes

Aunque la definición de sistema planetario es clara, paradójicamente no lo es tanto la definición de planeta. Para objetos astronómicos de tamaño similar a la Tierra no existe problema: son planetas. Pero la situación se complica para objetos como Júpiter. En ocasiones hemos oído decir que el planeta Júpiter es un caso típico de estrella frustrada. Un astro compuesto por gas que no ha llegado a acumular suficiente materia como para comenzar reacciones nucleares. Pero según cómo elijamos nuestras definiciones, ello será o no cierto. Definir un planeta sólo en función de su masa resulta por tanto inexacto: importa también el proceso mediante el cual se forma.

A las auténticas estrellas frustradas los astrónomos las denominan "enanas marrones". Son objetos que se forman como las estrellas, pero que tienen masas por debajo de este límite. Para definir a un cuerpo al estilo de Júpiter como planeta gigante en vez de como enana marrón, debe haberse formado en un disco circumstelar mediante procesos de acreción de planetoides previos, cuerpos rocosos de pequeño tamaño. Por tanto, para zanjar la cuestión, se acepta como definición que un planeta es cualquier objeto que se forme de forma similar a cómo creemos que se han formado los planetas en el Sistema Solar, es decir, por procesos de acreción de planetoides. Los objetos que se han formado de forma similar a una estrella pero sin la suficiente masa para iniciar reacciones nucleares se considerarán enanas marrones. Otra diferencia es que, mientras que una enana marrón suele ser la única compañera de una estrella, los sistemas planetarios son múltiples objetos compañeros de una estrella central a la que orbitan.




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