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Píramo
fueron, y Tisbe, los que en verso hizo culto el licenciado Nasón, bien romo o bien narigudo, |
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dejar el
dulce candor lastimosamente oscuro al que túmulo de seda fue de los dos casquilucios, |
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moral que
los hospedó y fue condenado al punto, si del Tigris no en raíces, de los amantes en frutos. |
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... para retirarnos a vivir a una aldea de donde yo era natural y adonde tenía algunas raíces; hacienda tal, que, sobrellevada con el dinero, vendiendo los frutos a su tiempo, nos podía dar una vida alegre y descansada.
La construcción es: Ovidio hizo (en sus versos
cultos) que Píramo y Tisbe dejaran oscuro el candor al moral. El
dulce candor del moral eran sus dulces frutos blancos, y Píramo
y Tisbe le dejaron oscuros sus frutos al moral. Dice lastimosamente
oscuro
porque lo hicieron con su muerte. El moral los hospedó porque
los
amantes quedaron en verse ocultos bajo sus ramas y, como murieron bajo
él, pasó también a ser su túmulo. Al
llamarlo
túmulo de seda Góngora está parodiando su propia
técnica
de referirse a los objetos aludiendo a su pasado, como cuando llama "cuadrado
pino" a una mesa, o "abeto"
a un barco. Aquí lo hace al revés: alude a su futuro
diciendo
que el moral es de seda porque se transforma en seda cuando se lo comen
los gusanos.
Casquilucio es un término coloquial que significa "ligero de
cascos".
Góngora trata de bobos o ingenuos a los amantes a lo largo de
todo
el poema.
El moral, como hospedador de los amores ilícitos de
Píramo
y Tisbe, no fue condenado en raíces por el Tigris (es decir, el
Tigris no arrancó sus raíces con la fuerza de su
corriente),
pero sí lo fue por los amantes en sus frutos (pues se los
marcó
con el color de la sangre para siempre). Por otra parte, las
expresiones
sugieren una sentencia judicial: el moral no fue condenado a entregar
sus
(bienes) raíces, pero sí a pagar con sus frutos (sus
rentas).
Al punto significa "al instante".
Todavía es posible hacer una lectura maliciosa adicional: si
detenemos
la lectura en el verso 22 podemos interpretar que Ovidio, con sus
versos
cultos, hizo lastimosamente oscuro lo que era dulcemente claro. Parece
que vaya a decir esto, pero luego vemos que dice otra cosa.
Aquí termina la introducción de la fábula.
Por si a alguien aún le quedaban dudas de que la
declaración
inicial "voy a dirigirme al vulgo" era sólo el primer chiste del
poema, nos encontramos aquí con unos versos llenos de
hipérbatos
violentos, con una metonimia forzada, y algunas alusiones rebuscadas.
(Los
hipérbatos son sólo por asustar: en el resto del poema la
ordenación es, por regla general, bastante sencilla en
comparación
con lo que Góngora sabía hacer, y las frases no ocupan
más
de una o dos cuartetas.) Observemos que cuando en sus poemas serios
Góngora
hace alusiones a la mitología, o al derecho o a cualquier cosa,
siempre es para aportar matices que enriquecen la descripción.
Tómese
por ejemplo el uso del lenguaje judicial en la versión original
de la Soledad Primera, cuando describe el curso del arroyo.
Allí este lenguaje sugiere la indisciplina del agua que se sale
de su debido cauce (a la vez que aporta un matiz cómico
apropiado
al describir un plácido y alegre paisaje campestre). En cambio,
la alusión a la condena sobre el moral no aporta nada. Es, como
en la metonimia de la seda, una parodia del estilo de Góngora,
en
la que se conserva la forma perdiendo el fondo. También podemos
incluir en esta lista las dos disyuntivas irrelevantes: la de si los
muros
de Babilonia eran de ladrillo o de adobe y la de si Ovidio tenía
la nariz grande o pequeña, que parodian las hermosas y oportunas
disyuntivas de sus poemas serios.