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En 1825 las conmociones que
      había provocado en Europa la revolución francesa y
      el subsiguiente imperio napoleónico estaban totalmente
      sofocadas. La principal huella que dejaron sobre el mapa fue la
      desaparición del Sacro Imperio Romano Germánico y
      una simplificación política de Alemania, así
      como la reunificación de los Países Bajos en un
      reino independiente. Por lo demás, la dinastía
      borbónica había sido restaurada en Francia, ahora en
      la persona del rey Carlos X, que se esforzaba por consolidar el
      absolutismo y borrar cualquier resto de la revolución. Ese
      mismo año se aprobó una ley que favorecía la
      formación de comunidades religiosas y que condenaba el
      sacrilegio con la pena de muerte. Otra ley establecía
      cuantiosas indemnizaciones para los franceses que habían
      tenido que emigrar durante la revolución y para aquellos a
      los que la república les había confiscado sus
      bienes.
    
Las grandes potencias: Austria, Prusia, Rusia, Gran
      Bretaña y Francia, se habían erigido en directoras
      de la política europea. El ideólogo de esta alianza
      era el príncipe von Metternich, hombre de confianza del
      emperador Francisco I de Austria, cuya máxima
      aspiración era preservar el orden establecido contra
      cualquier clase de oposición. Para su desgracia, el
      número y la naturaleza de "opositores" se multiplicaba
      año a año. Por una parte estaban los sectores
      nacionalistas que se oponían a las dominaciones
      extranjeras, como era el caso de Bohemia y Hungría, bajo
      dominio austriaco, Polonia y Finlandia, bajo dominio ruso, Grecia
      y los principados balcánicos, bajo dominio otomano, etc.
      Los nacionalistas italianos iban más allá de
      oponerse al dominio austriaco sobre la Toscana y aspiraban a dotar
      a Italia de unidad política. Igualmente había
      nacionalistas alemanes que deseaban una Alemania unida, y
      vacilaban ante Prusia, a la que consideraban capaz de llevar a
      cabo la unificación, pero de cuyo autoritarismo recelaban
      al mismo tiempo. En los Países Bajos también
      había fuerzas nacionalistas latentes, ya que la convivencia
      del sur católico y de lengua francesa con el norte
      protestante y de lengua neerlandesa era muy precaria.
    
Por otro lado estaban los sectores liberales, deseosos de
      regímenes constitucionales que limitaran la autoridad
      gubernamental y reconocieran los derechos fundamentales de los
      individuos. El liberalismo era influyente en Francia y muchos
      otros países europeos. En España había sido
      derrotado recientemente y en Portugal todavía contaba con
      el amparo del rey Juan VI.
    
Por último, en los países más desarrollados,
      fundamentalmente Gran Bretaña y Francia, había un
      tercer grupo de descontentos con los regímenes
      establecidos. Eran pensadores socialistas,
      que denunciaban los estragos que la revolución industrial
      estaba produciendo entre las clases más humildes y
      diseñaban modelos alternativos de sociedades ideales que
      difícilmente podrían llevarse a la práctica
      y, aun si se diera el caso, serían dudosamente sostenibles.
      Entre sus primeros representantes se encuentra el británico
      Robert Owen, que
      había pasado la primera década del siglo dirigiendo
      una manufactura de algodón según criterios que
      procuraban más el bienestar de los trabajadores que la
      búsqueda de los máximos beneficios posibles.
      Después pasó a imaginar comunidades de trabajadores
      que, según él, debían constar de unas doce
      mil personas que vivirían en un mismo edificio de planta
      cuadrada con cocinas y comedores comunes. Cada familia
      tendría sus habitaciones privadas y cuidaría de sus
      hijos hasta los tres años, edad a partir de la cual
      debían ser entregados a la comunidad, aunque podrían
      verlos durante las comidas y otros momentos establecidos para
      ello. El pensamiento de Owen fue evolucionando desde sus primeras
      obras, como Una nueva
        visión de la sociedad, ensayos sobre la formación
        del carácter humano, bastante conservadoras, hasta
      las más recientes, como Una
        explicación de la causa de la desolación que
        impregna las partes civilizadas del mundo. Finalmente,
      Owen decidió llevar a la práctica su utopía,
      y para ello emigró a los Estados Unidos, donde
      compró una propiedad llamada New Harmony en el Estado de Indiana a una
      sociedad religiosa que había decidido trasladarse a
      Pennsylvania.
    
Tres años atrás, un pensador francés llamado
      Charles Fourier
      había publicado su Tratado
        de la asociación doméstica-agrícola,
      en la que expone su propia utopía, basada en el concepto de
      falansterio, un
      género de comunidad rural integrada por unas mil o dos mil
      personas sujetas a unas normas que determinaban con minucioso
      detalle todos los aspectos relacionados con el trabajo y la
      convivencia. Pero los principales socialistas franceses de la
      época eran los discípulos del recientemente
      fallecido Claude de Saint-Simon. Dos de ellos, Olinde Rodrigues y
      Barthélemy Prosper Enfantin fundaron ese año el
      periódico Le Producteur,
      destinado a difundir la doctrina que pronto sería conocida
      como "saintsimonismo". 
    
Pero quienes más fama tenían de conspiradores,
      cierta unas veces y falsa otras, eran los masones. El Papa
      León XII condenó severamente la masonería en
      su constitución Quo
        graviora mala. 
    
En su cruzada contra todo movimiento contra el orden establecido,
      Metternich no dudó incluso en apoyar militarmente al
      imperio Otomano (tradicional enemigo de Austria) contra la
      revolución griega. La única gran potencia que
      disentía oficialmente de sus planteamientos era Gran
      Bretaña, cuya política exterior estaba en manos del
      ministro George Canning. La desestabilización que
      Napoleón había causado en España había
      propiciado la insurrección de sus colonias americanas y,
      aunque España no había reconocido su independencia,
      lo cierto era que a la sazón sólo dominaba las islas
      de Cuba y Puerto Rico, y Gran Bretaña había sabido
      mover los hilos para que los jóvenes estados
      latinoamericanos estuvieran todos endeudados con ella y dispuestos
      a concederle toda suerte de privilegios comerciales. Tras muerte
      del zar Alejandro I, Canning consideró que era el momento
      de llevar a Rusia a posiciones más próximas a las
      británicas sobre el tratamiento que convenía dar a
      la rebelión griega, que, al igual que las rebeliones
      americanas, también estaba siendo financiada y apoyada
      extraoficialmente por Gran Bretaña. Por ello envió
      inmediatamente al duque de Wellington a entrevistarse con el nuevo
      zar Nicolás I.
    
Las ex colonias españolas demostraban día a día una ineptitud política poco menos que perfecta. Todo proyecto democrático era pervertido antes incluso de ver la luz, las elecciones se amañaban, gobernantes elegidos democráticamente se convertían en dictadores o eran depuestos por las armas, congresos y parlamentos eran coaccionados o disueltos por la fuerza, las constituciones se sucedían unas a otras, las disputas entre los políticos terminaban en enfrentamientos armados, intereses estrechos de miras se anteponían a los intereses nacionales entre discursos patrioteros, cada región recelaba de las vecinas y a duras penas soportaba una unidad política de una extensión media, ... Recordemos su historia como estados independientes:
 
 
Simón Bolívar había convocado para el
      año próximo un congreso en Panamá, con la
      intención de organizar todas las ex colonias
      españolas en una única federación, pero 
      no hacía falta esperar el curso de los acontecimientos para
      pronosticar un rotundo fracaso. Él mismo había
      analizado con acierto en varias ocasiones la escasa —si no nula—
      capacidad de las sociedades hispanoamericanas en su presente
      estado para adoptar un sistema político democrático,
      y mucho menos a gran escala.
    
Esta ineptitud política de las ex colonias
      españolas hace brillar más si cabe la admirable
      historia de las ex colonias británicas, es decir, los
      Estados Unidos de América. Aunque entre los estadounidenses
      existían desde un principio grandes diferencias
      económicas, religiosas, culturales y hasta de orden
      ético (el conflicto entre esclavistas y abolicionistas), la
      moderación, la tolerancia y, en suma, la sabiduría
      de que hicieron gala en todo momento les permitió formar un
      gran Estado Federal en el que nadie se sentía en
      desventaja. La labor de sus políticos fue admirable, en
      tanto en cuanto, con independencia de la mayor o menor fortuna de
      sus convicciones y de las decisiones que tomaron, mantuvieron sus
      disputas estrictamente en el plano político sin cuestionar
      en ningún momento la legalidad democrática
      establecida, y si alguno intentó alguna vez lo contrario,
      no consiguió sino su propia ruina y descrédito.
      Actualmente estaban gobernados por su sexto presidente, John
      Quincy Adams. Las elecciones presidenciales y al Congreso se
      habían sucedido puntual y regularmente desde que se
      aprobó la Constitución, y era inimaginable que un
      presidente fuera obligado a dimitir por la fuerza, o que no se
      respetaran sus decisiones, o que a un congresista electo se le
      cuestionara su legitimidad, o cualquiera de los sucesos que
      cotidianamente sucedían al sur de las fronteras
      estadounidenses.
    
Recientemente, los Estados Unidos habían "redondeado" sus
      fronteras presionando a España para que les cediera
      Florida. Así dominaban toda la costa Este desde
      Canadá hasta México, y el territorio ocupado se
      extendía paulatina y sistemáticamente hacia el
      oeste. Otro rasgo notable es que los nuevos territorios ocupados
      no pasaban a convertirse en colonias supeditadas a una
      metrópoli oriental, sino que eran admitidos en la
      Unión como nuevos Estados con idénticos derechos a
      los Estados fundadores tan pronto como estaban en condiciones de
      hacerlo.
    
En los últimos años se había producido una
      penetración hacia México. En efecto, el territorio
      de Texas tenía una población muy escasa, y los
      pobladores mexicanos sufrían con frecuencia los ataques de
      tribus indias. El gobernador español de México no
      disponía de medios para protegerlos, y consideró que
      si el número de habitantes aumentaba, éstos
      podrían defenderse por sí mismos, por lo que
      inició una política de fomento de la
      inmigración a Texas, tanto de mexicanos como de
      extranjeros. Entre los interesados por esta política estuvo
      un empresario estadounidense arruinado llamado Moses Austin, que cuatro
      años atrás había obtenido una carta del
      gobernador de México que le autorizaba a llevar trescientas
      familias estadounidenses a Texas, en calidad de colonos. Austin
      murió en Misuri poco después de recibir la
      concesión, pero su hijo Stephen
        Fuller Austin, que ahora tenía treinta y dos
      años, decidió, no sin vacilaciones, llevar adelante
      el proyecto de su padre. No lo tuvo fácil, pues fue
      entonces cuando México se independizó y el joven
      Austin tuvo que tratar con distintas administraciones sucesivas
      que se contradecían mutuamente: Agustín de Iturbide
      había dado su visto bueno, pero, tras su abdicación,
      cuando las trescientas familias de colonos ya estaban en Texas, el
      permiso le fue denegado. Sin embargo, cuando México
      adoptó la estructura federal, el Estado de Texas
      decidió autorizar su proyecto. Esto sucedió el
      año anterior, y ahora "the
        Old Three Hundred" ocupaban legalmente una porción
      de Texas a cambio de un pago periódico al estado mexicano.
      Austin tenía autoridad civil y militar sobre sus colonos. 
    
Los Estados Unidos estaban avanzando rápidamente en
      materia de tecnología. Un abogado e inventor de Nueva
      Jersey llamado John Stevens,
      después de haber diseñado varios barcos de vapor,
      construyó la primera locomotora de vapor estadounidense,
      que dedicó al transporte de pasajeros en su Estado. Stevens
      colaboró en la redacción de la ley de patentes
      estadounidense. El marqués de La Fayette estaba realizando
      una gira por los Estados Unidos. Durante su estancia en Washington
      posó para un cuadro encargado por la ciudad de Nueva York.
      El pintor que recibió el encargo se llamaba Samuel Morse y tenía
      entonces treinta y cuatro años. Mientras trabajaba en ello,
      llegó un mensajero a caballo con una nota de su padre que
      decía: Tu querida esposa
        está convaleciente. Morse dejó el cuadro
      sin terminar y marchó inmediatamente a su casa en New Haven
      (Connecticut), pero cuando llegó su esposa ya había
      sido enterrada. Obsesionado por la idea de que si el mensaje le
      hubiera llegado dos días antes hubiera podido despedirse de
      su esposa, empezó a interesarse por la posibilidad de
      encontrar una forma de enviar rápidamente mensajes a larga
      distancia.
    
 Gran Bretaña
      y los Países Bajos seguían rivalizando (y
      también Francia, aunque en menor medida) por extender su
      influencia en el Lejano Oriente. Gran Bretaña estaba
      consolidando su presencia en Australia desde Nueva Gales del Sur,
      que ese año extendió sus fronteras hacia el oeste,
      hasta el meridiano 129º. Además, Tasmania se
      convirtió en una colonia independiente de Nueva Gales del
      Sur con el nombre de Tierra de
        van Diemens. Los neerlandeses tuvieron problemas en Java.
      Diponegoro,
      príncipe de Yogyakarta,
      inició una guerra sangrienta contra el dominio
      neerlandés basada en emboscadas y ataques por sorpresa.
Gran Bretaña
      y los Países Bajos seguían rivalizando (y
      también Francia, aunque en menor medida) por extender su
      influencia en el Lejano Oriente. Gran Bretaña estaba
      consolidando su presencia en Australia desde Nueva Gales del Sur,
      que ese año extendió sus fronteras hacia el oeste,
      hasta el meridiano 129º. Además, Tasmania se
      convirtió en una colonia independiente de Nueva Gales del
      Sur con el nombre de Tierra de
        van Diemens. Los neerlandeses tuvieron problemas en Java.
      Diponegoro,
      príncipe de Yogyakarta,
      inició una guerra sangrienta contra el dominio
      neerlandés basada en emboscadas y ataques por sorpresa.
    
Por otra parte, los británicos se interesaron en la
      región del mundo menos explorada a la sazón: el
      interior de África. Mientras sus costas estaban bien
      cartografiadas, de su interior se sabía muy poco. Las
      primeras exploraciones se concentraron en determinar el curso y el
      nacimiento de sus ríos más importantes. A principios
      de siglo el escocés Mungo
        Park había muerto a consecuencia de un ataque
      indígena mientras exploraba el curso del río
      Níger. Ahora, otro explorador enviado por el gobierno
      británico, Hugh
        Clapperton, regresaba de un nuevo viaje de
      exploración del Níger que había durado tres
      años y durante el cual se convirtió en el primer
      europeo que contempló el lago Chad. A finales de año empezó a
      remontar de nuevo el Níger en una segunda
      expedición.
    
Japón mantenía tenazmente su política de
      aislamiento. El shogun ordenó la destrucción de todo
      barco extranjero que fondeara en un puerto japonés. La
      situación era similar en China, salvo por que los
      británicos comerciaban en un barrio de Cantón, donde
      cambiaban algodón y opio procedentes de la India por
      té y seda. Además, el puerto de Macao era una
      colonia portuguesa.
    
El 1 de enero de 1826 las
      Provincias Unidas del Río de la Plata declararon la guerra
      a Brasil en respuesta a la declaración recíproca que
      el país vecino había promulgado a finales del
      año anterior.
    
El 5 de enero Mehmet
      Alí empezó a preparar un cuarto asedio a
      Missolonghi.
    
A finales del año anterior los birmanos habían
      hecho una oferta de paz a los británicos. Éstos
      impusieron sus condiciones y no se tardó en firmar un
      acuerdo, pero éste debía ser ratificado por el rey
      birmano y los británicos sospechaban que no tenía
      intención de hacerlo. Por ello el 19 de enero reanudaron sus ataques y no tardaron
      en recibir una nueva oferta de paz. Los británicos
      desconfiaron y continuaron la guerra.
    
El 23 de enero, tras poco más de un año de resistencia, se rindió el último contingente español que resistía en el Callao, en Perú. Sólo quedaban 326 soldados de los 2.800 iniciales, y la mayoría de los civiles refugiados en la ciudad había fallecido también.
El 30 de enero el embajador
      estadounidense en España pidió a Washington Irving
      que se reuniera con él porque el gobierno español
      había hecho pública una serie de manuscritos sobre
      la conquista de América. Irving se dirigió a Madrid
      muy interesado.
    
El 8 de febrero el Congreso General de las Provincias Unidas del Río de la Plata aprobó una nueva Constitución que ponía a la nación bajo el gobierno de un Presidente elegido cada cinco años por las juntas provinciales. Como primer presidente se designó a Bernardino Rivadavia. Éste confió la dirección de la guerra contra Brasil a Carlos María de Alvear, que cruzó el río Uruguay y obligó a replegarse a los portugueses, tras lo cual obtuvo las victorias de Bacacay y Orubú.
El 18 de febrero los egipcios
      estaban en condiciones de incomunicar Missolonghi e iniciaron un
      bombardeo bajo la dirección de Ibrahim Bajá. En
      cuatro días, cuarenta cañones dispararon unos 8.000
      proyectiles sobre la ciudad. Sin embargo, un intento de tomarla a
      finales de més no tuvo éxito.
    
El 24 de febrero se
      firmó el tratado de
        Yandabo, que puso fin a la guerra anglo-birmana. Los
      británicos obtuvieron una indemnización que
      dejó al tesoro birmano en bancarrota, así como el
      control sobre un extenso territorio que incluía Assam y
      Manipur, y que fue anexionado a la colonia británica de la
      India, además de numerosos privilegios políticos y
      comerciales. La depresión económica en la que
      cayó Birmania se agravaba por el hecho de que
      prácticamente una generación entera había
      muerto en la guerra.
    
Con la mayor parte del Peloponeso en manos egipcias, la
      revolución griega estaba al borde del colapso, pero
      entonces la política europea dio un giro decisivo. El muy
      católico rey Carlos X de Francia se atrevió a
      contradecir a Metternich y afirmó que era una
      obligación moral socorrer a los cristianos griegos frente a
      los infieles otomanos. Por su parte, el zar Nicolás I de
      Rusia tomó la iniciativa y en marzo
      lanzó un ultimátum al sultán Mahmud II, el
      cual se avino a negociar. Mientras tanto, los egipcios estaban
      tomando uno a uno los islotes que protegían el puerto de
      Missolonghi. Exhortaron a la rendición a los asediados,
      pero la respuesta fue negativa.
    
El 4 de marzo, pese a la
      oposición de los federalistas, Buenos Aires fue declarada
      capital de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El
      presidente Rivadavia creó un Banco Nacional y
      nacionalizó algunos recursos, como el ejército, la
      aduana, la recaudación de impuestos, etc., pero no pudo
      evitar que todas las provincias rioplatenses rechazaran la
      constitución federalista que en principio legitimaba su
      cargo. Entre los políticos que más
      enérgicamente se opusieron a la constitución estaba
      Manuel Dorrego, que denunciaba que la carta magna negaba el
      derecho de voto a los analfabetos, los criados a sueldo, los
      peones y los jornaleros. El gobernador de Buenos Aires, Juan
      Gregorio de las Heras, renunció a su cargo,
      prácticamente vacío de poder tras el proceso de
      nacionalización, y fue sucedido por Dorrego.
    
El 10 de marzo murió
      súbitamente el rey Juan VI de Portugal. Las malas lenguas
      dicen que fue envenenado, tal vez por su esposa Carlota Joaquina,
      o por su hijo Miguel, o por los dos en colaboración. El
      testamento de Juan VI nombraba regente a su hija Isabel María hasta que
      "el
        heredero legítimo" regresara al país, pero
      no especificaba si "el heredero legítimo" era su
      primogénito, el emperador Pedro I de Brasil, o su hijo
      Miguel (y presunto organizador de su muerte), exiliado en Austria.
      Pedro I no dudó ni un instante en que, tras la muerte de su
      padre, se había convertido en el rey  Pedro IV de Portugal, 
      pese a que la Constitución brasileña no lo
      permitía, y tan pronto como supo la noticia marchó a
      Lisboa.
    
Celebradas las elecciones, el Congreso General peruano
      debía haberse reunido en febrero, pero no fue así
      porque Simón Bolívar no estuvo dispuesto a aceptar a
      un grupo de diputados liberales a los que llamaba "los malditos
      diputados". Finalmente abrió sus sesiones en abril, pero el gobierno bolivariano
      declaró inválidos los poderes de los diputados de
      varias provincias. Los incidentes que siguieron retrasaron
      más aún el funcionamiento del Congreso.
    
El presidente de la República Federal de
      Centroamérica, Manuel José de Arce, pretendía
      formar un Congreso extraordinario, ya que el existente no le
      gustaba, y a ello se opuso Dionisio
        Herrera, el jefe del Estado de Honduras (uno de los
      Estados integrantes de la República Federal). Sin embargo,
      Arce argumentó que el mandato de Herrera había
      terminado y convocó elecciones en Honduras. Herrera no hizo
      caso y Arce envió un ejército de 200 hombres bajo el
      mando del coronel Justo Milla,
      que el 9 de abril se
      apoderó de Comayagua,
      la capital de Honduras. Herrera fue capturado y encarcelado.
    
Weber había recibido una invitación del Covent Garden de Londres para
      componer una ópera titulada Oberón. El músico aceptó el
      encargo y la ópera se estrenó el 12 de abril. 
    
La noche del 23 de abril, los
      asediados en Missolonghi intentaron una salida a la desesperada.
      Una vanguardia de unos dos mil hombres en armas fue seguida por
      unos cinco mil ciudadanos, entre ellos mujeres y niños,
      todos armados, que se estrellaron contra los dispositivos de
      asedio montados por los turcos. Murieron todos excepto unos mil
      ochocientos que lograron replegarse de nuevo en la ciudad, que fue
      ocupada por los otomanos el 24 de
        abril. Muchos de los griegos se suicidaron haciendo
      explotar sus polvorines, y los que fueron capturados fueron
      masacrados o vendidos como esclavos. Estos sucesos no hicieron
      sino avivar las simpatías europeas por la causa griega.
      Delacroix pintó su Grecia
sobre
        las ruinas de Missolonghi, y Victor Hugo exortó a
      la lucha contra los turcos en su poema La cabeza del serrallo. Estudiantes parisinos se
      manifestaron en París en favor de los griegos y el rey
      Carlos X salió al balcón y prometió la ayuda
      francesa. De hecho, a primeros de mes el duque de Wellington
      había firmado en San Petersburgo un documento por el que
      Gran Bretaña y Rusia se disponían a mediar en el
      conflicto griego. Por primera vez, el nombre de Grecia como
      país aparecía en un documento diplomático.
      Entre sus cláusulas se podía leer:
    
El 26 de abril el rey Pedro IV
      de Portugal promulgó una constitución liberal.
    
Desde Caracas llegaron a Bogotá acusaciones contra
      José Antonio Páez, por abusos en su cargo de
      Comandante General, y el vicepresidente Santander lo
      destituyó y lo llamó a Bogotá. La respuesta
      de Páez fue iniciar una revuelta el 30 de abril con el propósito de
      independizar Venezuela de Colombia. No obstante, no logró
      reunir apoyos suficientes y, de momento, el único resultado
      fue que Venezuela no reconoció la autoridad de Santander.
    
Mientras tanto, Simón Bolívar había
      preparado una Constitución
        Vitalicia para Perú que debía reconocerlo a
      él mismo como presidente vitalicio con capacidad para
      nombrar a su sucesor, y su intención era que la misma
      constitución fuera aceptada en Colombia y Bolivia, con el
      propósito a medio plazo de unir a los tres Estados en uno
      solo. El 26 de mayo
      retiró a los municipios peruanos el derecho de elegir a sus
      autoridades, y dio instrucciones de que se convocaran colegios
      electorales en cada provincia para que fueran aprobando una a una
      su constitución.
    
Advertido de que los absolutistas partidarios de su hermano
      Miguel planeaban derrocarlo, el 28 de
        mayo el rey Pedro IV de Portugal se vio forzado a abdicar
      en favor de su hija de siete años, que pasó a ser la
      reina María II de
      Portugal. Miguel, que pronto cumpliría los veinticuatro
      años, lo aceptó, no sin antes prometerse en
      matrimonio a su sobrina.
    
El 30 de mayo Bellini
      consiguió su primer gran éxito cuando estrenó
      en Nápoles su segunda ópera: Bianca e Gernando. El
      personaje al que alude el título se llamaba en realidad Fernando, pero fue cambiado a
      Gernando para que nadie
      pudiera encontrar una alusión inexistente al
      príncipe Fernando
      de Borbón, el heredero del rey Francisco I de las Dos
      Sicilias.
    
La noche del 4 de junio
      murió de tuberculosis Carl Maria von Weber, a los 39
      años de edad. La muerte le sobrevino mientras estaba en
      Londres y allí fue enterrado. Dejó sin acabar la
      ópera Los tres Pintos.
      
    
La flota brasileña se dispuso a bloquear el Río de
      la Plata. El 11 de junio, un
      ataque en Los Pozos de la
      flota rioplatense comandada por Guillermo Brown logró poner
      en fuga momentáneamente al enemigo (que no sufrió
      bajas), pero el bloqueo se mantuvo.
    
Hacía ya más de un siglo que los jenízaros
      no eran el cuerpo militar de élite que habían sido
      en sus orígenes. Las altas jerarquías no
      habían pisado un campo de batalla en su vida, y se
      limitaban a cobrar del Estado, ejercer su influencia sobre el
      gobierno y oponerse a todo intento de reforma de la
      institución. Sus motines habían provocado la
      caída de varios sultanes. Por esos días tuvo lugar
      lo que el sultán Mahmut II hizo llamar "el incidente propicio".
      Consistió en que los jenízaros descubrieron —y hay
      quien dice que el propio sultán les filtró la
      información— que se estaba organizando un ejército
      moderno, adiestrado con técnicas occidentales.
      Inmediatamente, los oficiales jenízaros se manifestaron en
      protesta ante el palacio del sultán en Estambul, pero
      fueron superados por la guardia del palacio, que los obligó
      a volver a sus cuarteles en Estambul y en Salónica. A
      continuación, Mahmut II ordenó su exterminio. Sus
      cuarteles fueron bombardeados, sus dirigentes decapitados y los
      más jóvenes exiliados o encarcelados. Así
      desaparecieron de la historia.
    
El 22 de junio se
      inauguró el Congreso de Panamá, convocado por
      Simón Bolívar (aunque él no estaba presente),
      al que acudieron representantes de Colombia, Perú, Bolivia,
      México y la República Federal de
      Centroamérica, con Gran Bretaña como observadora.
    
El 4 de julio los
      estadounidenses celebraron el quincuagésimo aniversario de
      su declaración de independencia. En los primeros minutos
      del día murió Thomas Jefferson, a sus ochenta y tres
      años, y pocas horas después murió John Adams,
      el padre del presidente actual, con noventa años. Eran los
      últimos firmantes de la declaración que
      seguían con vida a excepción de Charles Carroll, de
      ochenta y nueve años.
    
Tras su éxito en Missolonghi, Ibrahim Bajá
      lanzó un ultimátum a la península de Mani,
      que llevaba varios meses bajo asedio. La respuesta de los maniotas
      es famosa:
    
De los griegos libres de Mani y del resto de griegos que viven allí a Ibrahim Bajá. Hemos recibido tu mensaje en el que tratas de atemorizarnos diciendo que si no nos rendimos asesinarás a los maniotas y saquearás Mani. Por eso te esperamos a ti y a tu ejército. Nosotros, los habitantes de Mani, firmamos la presente y te esperamos.
Ibrahim entró en cólera y el 5 de julio se presentó en Mani con un
      ejército de 7.000 hombres, entre infantería y
      caballería. Sin embargo, no pudo superar las
      fortificaciones de Vergas,
      defendidas por unos 2.000 soldados maniotas y unos 500 refugiados
      de otras partes de Grecia. Entonces Ibrahim combinó su
      ataque terrestre con un bombardeo por mar, pero varios días
      de ataque resultaron infructuosos y los turcos tuvieron que
      retirarse cuando recibieron noticias de que Kolokotronis
      acudía en auxilio de los maniotas con 2.000 hombres por su
      retaguardia.
    
Ese mismo día murió el químico
      francés Joseph Proust.
    
El archipiélago de Chiloé se había
      convertido en el último reducto realista en Chile. A
      primeros de año había sido sometido, pero el Estado
      chileno entró en bancarrota y hasta hubo que subastar
      barcos de guerra. El director supremo Ramón Freire se vio
      obligado a dimitir, pero antes convocó un Congreso Nacional
      con el fin de redactar una nueva constitución. Ésta
      estableció un régimen republicano y el 9 de julio fue elegido interinamente
      el primer presidente de la República de Chile, el almirante
      bonaerense Manuel Blanco
        Encalada. Entre sus primeras medidas de gobierno estuvo
      sofocar sangrientamente una conjura realista en Chiloé.
    
El 13 de julio fueron
      ahorcados en San Petersburgo cinco cabecillas de la revuelta
      decembrista. Ese mismo día, 115 oficiales implicados en la
      conspiración fueron degradados ante sus tropas y expulsados
      del ejército. Aleksandr Pushkin fue liberado de su arresto
      domiciliario y pudo regresar a Moscú.
    
El 15 de julio se
      clausuró el Congreso de Panamá. Sus representantes
      habían aprobado la creación de una liga de
      repúblicas americanas con un ejército común,
      un pacto mutuo de defensa y una Asamblea
        Parlamentaria Supranacional. No obstante, sólo
      Colombia ratificó el tratado que, por consiguiente,
      quedó en nada. Simón Bolívar no había
      invitado a los Estados Unidos, pero México, que deseaba
      mantener buenas relaciones con su vecino del norte, sí lo
      hizo. No obstante, entre que los partidarios de Jackson en el
      Congreso estadounidense pusieron pegas a enviar delegados
      (simplemente porque el presidente Adams estaba a favor de
      enviarlos) y que el congreso se disolvió tan
      rápidamente, lo cierto es que los delegados estadounidenses
      nunca llegaron a estar presentes. Se ha acusado a Gran
      Bretaña (e incluso a los Estados Unidos) de maniobrar para
      que el Congreso de Panamá fuera un fracaso. Ciertamente,
      Gran Bretaña no deseaba una federación de
      países hispanoamericanos, pues ello hubiera dificultado sus
      proyectos de obtener las máximas ventajas financieras y
      comerciales de unos países que obviamente serían
      más débiles cuanto más divididos estuvieran,
      pero sabotear el Congreso de Panamá hubiera sido echar agua
      al mar (y ni que decir tiene que los Estados Unidos no
      tenían en esa época influencia política
      alguna para sabotear nada). Mientras tanto, Francisco de Paula
      Santander, el vicepresidente colombiano, declaró a
      José Antonio Páez en rebeldía, pero la
      situación se resolvió cuando éste
      escribió a Bolívar pidiéndole que se pusiera
      al frente de la república y asegurando que acataría
      su autoridad.
    
El 16 de julio, sin una
      declaración previa de guerra, un ejército persa de
      35.000 hombres cruzó la frontera rusa. Los gobernantes
      locales cambiaron de bando rápidamente y se sometieron a la
      autoridad persa.
    
El 29 de julio Guillermo Brown
      libró otro combate contra la flota brasileña en el
      Río de la Plata, el llamado combate de Quilmes, que terminó
      bastante igualado, pero la flota rioplatense quedó muy
      mermada y desde ese momento Brown no pudo hacer más que
      preparar ataques por sorpresa con escasos efectivos.
    
Carl van Beethoven, el sobrino del compositor, tenía ya
      veinte años, y una muestra de cómo llevaba las
      relaciones con su tío es que el 31
        de julio intentó sucidarse. Sobrevivió y
      fue llevado a la casa de su madre. Beethoven trabajaba por esas
      fechas en sus últimos cuartetos de cuerda. Schubert compuso
      su Novena sinfonía,
      conocida como La Grande,
      aunque no fue estrenada. A principios de año se
      había interpretado por primera vez uno de sus cuartetos de
      cuerda más famosos, conocido como La muerte y la doncella, por el tema de su
      segundo movimiento, sacado de una canción previa del mismo
      título.
    
El acuerdo ruso-británico sobre Grecia fue comunicado
      oficialmente al gobierno francés el 10 de agosto, aunque el Times lo había
      publicado pocas semanas después de que fuera firmado.
      Metternich confiaba en que el tratado fuera "un golpe de espada en el agua",
      y celebró que no contemplara ninguna intervención
      militar. De todos modos, se apresuró a manifestar a Francia
      a través de su embajador que tal acuerdo amenazaba la
      estabilidad europea y que era contraria a los acuerdos de la Santa
      Alianza. Naturalmente, el Imperio Otomano lo rechazó de
      plano. Los turcos consideraban la insurrección griega un
      problema interno en el que nadie tenía derecho a
      inmiscuirse, y sólo veían en él una maniobra
      de George Canning.
    
El 4 de septiembre
      Simón Bolívar embarcó en Perú rumbo a
      Colombia. Dejó un Consejo
        de Gobierno con instrucciones de que hicieran aprobar la
      Constitución Vitalicia.
    
El Congreso Nacional Chileno no era capaz de resolver si la
      República de Chile debía ser federalista o unitaria,
      y las tensiones consecuentes provocaron la dimisión del
      presidente Blanco, que el 9 de
        septiembre fue sustituido por Agustín de Eyzaguirre. El Estado
      seguía en bancarrota y la crisis financiera no
      permitía pagar los intereses debidos a los banqueros
      británicos.
    
Ese mismo día un ejército de 6.000 egipcios
      intentó un nuevo ataque contra unos 2.500 maniotas, esta
      vez atrincherados en Polytsaravo,
      pero cuando llegaron a las murallas, una flota maniota los
      cogió por sorpresa por la retaguardia y tuvieron que
      retirarse con unas 400 bajas, frente a 9 bajas de sus adversarios.
      Ibrahim Bajá no volvió a acercarse a Mani, y
      ésta fue su primera derrota en territorio griego.
    
Un estadounidense llamado William
        Morgan había tratado de ingresar en una logia
      masónica neoyorkina, pero no fue admitido en ella. Su
      reacción fue anunciar que publicaría un libro
      titulado Illustrations of
        Masonry en el que revelaría las actividades
      secretas de los masones. Para ello se asoció con David Cade Miller, el editor
      de un periódico, que había alcanzado el grado de
      aprendiz en la misma logia (el primer grado), pero que
      después también había sido rechazado. Los
      masones respondieron con una denuncia interna contra Morgan, tras
      la cual el periódico de Miller sufrió varios
      intentos de incendio por parte de desconocidos. Después, un
      grupo de masones se presentó en la casa de Morgan
      denunciando que éste les debía dinero. El 11 de septiembre Morgan fue
      arrestado por deudas. Miller se presentó en la
      cárcel para pagar la deuda y, tras superar varias
      dificultades, pudo liberarlo. Sin embargo, unas pocas horas
      después Morgan fue arrestado de nuevo, acusado de un nuevo
      impago y de haber robado ropa. Por la noche, unos desconocidos
      acudieron a la cárcel diciendo ser amigos de Morgan,
      pagaron su deuda y se lo llevaron en una carreta. A partir de
      ahí, no se supo más de él.
    
Ese año se publicó en Nueva York El último mohicano, la
      novela que lanzaría a la fama a un escritor de treinta y
      cuatro años llamado James
        Fenimore Cooper. Había publicado su primera novela
      seis años atrás. Nombrado cónsul en
      París, Cooper marchó con su familia a Francia, con
      el propósito de publicar sus novelas en Europa y
      proporcionar una educación mejor a sus hijos. Allí
      fue calurosamente acogido por la crítica. 
    
El 15 de septiembre Rossini
      estrenó en París su ópera Ivanhoe, formada con
      fragmentos de otras óperas suyas anteriores. Pocos
      días después presentó una nueva
      versión traducida al francés de su Maometto secondo con el nuevo
      título de Le
        siège de Corinthe. 
    
En Italia, Paganini estrenó su segundo concierto para violín, conocido
      como la Campanella, pues
      en el tercer movimiento el violín imita una campanilla
      anunciando cada reaparición del tema principal.
    
Mendelssohn compuso una obertura para el Sueño de una noche de verano,
      de Shakespeare, que es una de sus más famosas obras
      juveniles. A sus diecisiete años hablaba, además de
      su alemán nativo, inglés, italiano y latín.
      Una traducción suya de una comedia de Publio Terencio
      Africano había impresionado a su tutor el año
      anterior, que la usó para conseguir que el joven pudiera
      ingresar ahora en la Universidad de Berlín. En los cuatro
      años siguientes asistiría, entre otros cursos, a las
      conferencias de Hegel sobre estética, de las que,
      afortunadamente, su intelecto logró salir sin daño
      aparente.
    
George Canning visitó Francia y fue recibido por el rey
      Carlos X, quien le manifestó su interés por la causa
      griega. Pero afirmó que Francia sólo se
      adheriría al acuerdo ruso-británico de San
      Petersburgo si Austria y Prusia lo aprobaban.
    
El 7 de octubre Rusia y el
      Imperio Otomano clausuraron la convención
de
        Akkerman, en la que los otomanos aceptaron que los
      hospodares de Moldavia y Valaquian fueran elegidos en asambleas
      locales, aunque la elección debía contar luego con
      el visto bueno de ambas potencias. Servia también obtuvo
      una cierta autonomía y la devolución de territorios
      ocupados por los turcos.
    
David Miller publicó la primera parte del libro de Morgan,
      en la que se narraban espeluznantes conspiraciones
      masónicas. Fue un best-seller y pronto cundió una
      alarma social sobre la masonería. Un cadáver en
      descomposición hallado en las orillas del lago Ontario fue
      identificado como el de Morgan y fue enterrado como tal, si bien
      una mujer canadiense había reconocido las ropas de su
      marido desaparecido. Las investigaciones revelaron que la mayor
      parte de los funcionarios neoyorkinos eran masones, incluido el
      gobernador, que ofreció una recompensa de 1.000$ a quien
      pudiera informar del paradero de Morgan, pero nadie la
      reclamó.
    
En el Congreso de los Estados Unidos se debatió ese año un proyecto de ley polémico. Los Estados del norte, cuya economía se basaba fundamentalmente en la industria, reclamaban al presidente Adams unos aranceles más elevados para competir con los productos británicos, mientras que los estados del sur, fundamentalmente agrícolas y que importaban los productos manufacturados, preferían aranceles bajos para comprar a Gran Bretaña productos mejores y más baratos que los que podían ofrecerles sus compatriotas del norte. El gobierno de Adams preparó una ley que aumentaba los aranceles y la presentó al Congreso para su aprobación. En la Cámara de Representantes obtuvo la mayoría necesaria, pero en el Senado se produjo un empate. El Calhoun, como vicepresidente, era el presidente del Senado y sólo tenía derecho a votar para deshacer empates. En principio debería haber secundado a Adams votando a favor de la ley, pero votó en contra. (Su situación política era muy peculiar. Recordemos que se había presentado como candidato a la vicepresidencia tanto en la lista de Adams como en la de Jackson.) La ley arancelaria no se aprobó, y poco después se celebraron las elecciones al Congreso que cambiaron sustancialmente la composición de las cámaras: los partidarios de Jackson dominaban la cámara de representantes por 119 a 24 y el senado por 28 a 20.
Hacía ya tres meses que el sur de las Provincias Unidas
      del Río de la Plata había sufrido incursiones de
      indígenas ladrones de ganado. El 25 de octubre una partida de 800 soldados bajo el
      mando del coronel Federico Rauch
      atacó en represalia a diversas tribus: mataron indios,
      recuperaron ganado y rescataron cautivos, lo que se suele hacer en
      las represalias. Ya en noviembre
      Rauch dirigió una segunda partida de 1.200 hombres con el
      mismo éxito que la precedente.
    
Tras la ejecución de Bressières, los
      ultrarrealistas críticos con el rey Fernando VII de
      España comprendieron que no estaban a salvo de las
      represalias del monarca. Les llegaron noticias de que Gran
      Bretaña y Francia estaban presionándolo para que
      reconociera la independencia de las colonias americanas,
      así como para que aceptara una constitución similar
      a la que el rey Pedro IV de Portugal había implantado en su
      país. Al igual que los absolutistas portugueses se
      habían agrupado en torno a Miguel, el hermano de Pedro IV,
      los españoles lo hicieron alrededor del infante don Carlos,
      hermano de Fernando VII, y el 1 de
        noviembre una Federación
        de realistas puros difundió en Madrid un
      manifiesto en el que pedía el derrocamiento del rey
      Fernando VII de España y su sustitución por su
      hermano Carlos V. Se
      constituyó así el llamado partido carlista. Es interesante leer el manifiesto, pues viendo lo que
      decían del rey los absolutistas (que lo tratan de
      estúpido hacia arriba), podemos imaginarnos qué
      dirían los liberales.
    
Un militar hondureño llamado Francisco Morazán había intentado
      reconquistar Comayagua desde Tegucigalpa, pero fue capturado por
      los soldados de Justo Milla y enviado de nuevo a Tegucigalpa. No
      obstante, logró escapar y huyó a El Salvador con
      intención de pasar a México, pero en El Salvador se
      encontró con la posibilidad de organizar otro
      ejército. Con él volvió a Honduras y el 11 de noviembre derrotó a
      Milla en la batalla de la
        Trinidad. Milla tuvo que huir a Guatemala con sus
      oficiales, mientras Morazán era proclamado Jefe del Estado
      de Honduras.
    
A sus dieciséis años, Chopin había terminado
      con excelentes calificaciones los cursos de enseñanza
      preuniversitaria, y se inscribió en la Escuela Superior de Música de
        Varsovia, aunque no asistió a las clases de piano
      (no le hacían falta). Allí adquirió una
      sólida base teórica. De esa época es su Sonata para piano No 1, entre
      otras piezas. 
    
Finalmente, la Constitución Vitalicia fue aprobada por
      todas las provincias peruanas menos una, así que el 30 de noviembre Simón
      Bolívar fue nombrado presidente vitalicio, pese a la fuerte
      oposición de los liberales. Bolívar estaba entonces
      en Bogotá, donde el Congreso le ofreció poderes
      extraordinarios, y declaró una amnistia en favor de los
      seguidores de Páez, al que ratificó como la
      máxima autoridad militar en Venezuela.
    
Tras una semana de combates, el 6 de
        diciembre un destacamento griego enviado para evitar el
      asedio de Atenas logró poner en fuga a unos dos mil
      otomanos en Arachova. 
    
El 9 de diciembre entró
      en vigor la constitución peruana.
    
Ampère obtuvo una cátedra en la Universidad de
      Francia, donde robó un buen número de alumnos al
      riguroso y oscuro Cauchy. Ese año publicó su Memoria sobre la teoría
        matemática de los fenómenos
        electrodinámicos, deducida únicamente de la
        experiencia, en la que expone una teoría
      matemática capaz de explicar todos los fenómenos
      electromagnéticos conocidos hasta la fecha. Resulta
      difícil creer que Ampère dedujera dichas leyes de
      los cuatro experimentos que describe en su trabajo. Es más
      plausible que las dedujera de otro modo y que luego describiera
      los mínimos experimentos necesarios para justificar
      empíricamente sus conclusiones.
    
Por su parte, Cauchy publicó un trabajo titulado Sur un nouveau genre de calcul
        analogue au calcul infinitésimal, en el que
      introdujo algunos resultados básicos del análisis de
      funciones definidas sobre los números complejos. Abel
      dejó París para regresar a Berlín, donde
      siguió trabajando en la teoría de las integrales
      elípticas y obtuvo resultados que revolucionaron la
      teoría, al transformarla en la teoría de las funciones elípticas.
      En efecto, Abel descubrió que las integrales
      elípticas eran funciones inversas de otras funciones mucho
      más simples, las funciones elípticas, y que toda la
      teoría se podía formular de forma más simple
      y elegante en términos de éstas últimas.
    
Ese año había llegado a la universidad de
      Königsberg un joven profesor de veintidós años
      llamado Carl Gustav Jacob
        Jacobi. Su familia era judía, pero el año
      anterior había decidido que Dios no se tomaría a mal
      que se hiciera cristiano para poder ser profesor universitario en
      Alemania, eso sí, aunque había conseguido un puesto
      en la universidad de Berlín, comprendió que siendo
      judío era mejor alejarse un poco de la capital prusiana, y
      así acabó en Königsberg. Poco antes de su viaje
      había enviado a Gauss algunos resultados sobre
      teoría de números que habían impresionado al
      maestro. Al llegar a Königsberg empezó a trabajar en
      funciones elípticas obteniendo de forma independiente
      algunos de los resultados de Abel.
    
Ohm publicó dos artículos en los que
      describía matemáticamente las corrientes en
      circuitos eléctricos basándose en la teoría
      de Fourier sobre la conducción del calor.
    
Un farmacéutico francés llamado Antoine Balard comunicó
      haber destilado un elemento químico al que inicialmente dio
      el nombre de murio, con
      propiedades intermedias entre el cloro y el yodo. si bien
      finalmente acabó siendo conocido como bromo, que en griego
      significa hedor. (El bromo es, junto con el mercurio, uno de los
      dos únicos elementos químicos que son
      líquidos a temperatura ambiente.) En realidad, el
      año anterior lo había destilado también un
      químico alemán llamado Carl Jacob Löwig, pero publicó su
      descubrimiento más tarde.
    
Entre tanto avance científico, el astrónomo Heirich
      Olbers se dio cuenta de que había un hecho cotidiano que la
      ciencia del momento no sabía explicar: en la llamada paradoja de Olbers, razonaba
      que, aunque las estrellas se encuentran muy lejos, la
      acumulación de la luz que emiten debía hacer que el
      cielo nocturno estuviera tan iluminado como el diurno.
    
Champollion fue nombrado conservador de la colección
      egipcia del museo del Louvre.
    
La primera fotografía que se conserva la creó
      Niépce ese año y lleva por título: Punto de vista desde la ventana de
        Gras. Necesitó ocho horas de exposición
      para crear el negativo sobre una emulsión de sales de
      plata. No obstante, las fotografías de Niépce
      perdían nitidez y acababan borrándose si no se
      protegían muy bien.
    
Mary Shelley publicó El
        último hombre, una novela de
      ciencia-ficción que transcurre en el siglo XXI, donde una
      plaga aniquila la humanidad y deja un solo superviviente.
    
Tras un periodo de anarquía, Afganistán
      quedó bajo el control de Dost
        Muhammad, que adoptó el título de emir y
      fundó así la dinastía Barakzay. 
    
La guerra anglo-birmana terminó ventajosamente para los
      británicos, que anexionaron amplios territorios birmanos a
      sus posesiones en la India.
    
En cuanto los rusos organizaron su respuesta al ataque persa y
      empezaron a llegar refuerzos a las regiones invadidas, los persas
      no tardaron en ser barridos hasta la frontera. Entonces
      llegó el invierno y cesaron temporalmente las hostilidades.
    
El 18 de diciembre Francia
      anunció que se unía a Gran Bretaña y Rusia en
      su apoyo a Grecia, con independencia de lo que decidieran Austria
      y Prusia. El 28 de diciembre
      propuso su propia versión del protocolo a seguir, que
      incorporaba a la versión de San Petersburto algunas ideas
      de Canning, pero sin hacer referencia alguna al empleo de la
      fuerza. Ya en 1827, Rusia
      propuso negociar un calendario concreto de acciones a seguir,
      poniendo la intervención militar encima de la mesa.
    
El 8 de enero murió el rey
      Pomare III de Tahití, a los seis años de edad. Fue
      sucedido por su hermana Pomare IV, de catorce años.
    
Federico Rauch llevó a cabo una nueva expedición
      contra los indígenas que vivían al sur de las
      Provincias Unidas del Río de la Plata.
    
La dictadura de Manuel José de Arce en
      Centroamérica se había ganado sus detractores, y el
      país entró en guerra civil.
    
El naturalista Alexander von Humboldt dejó París
      para marchar a Berlín, donde se convirtió en uno de
      los principales consejeros del rey de Prusia. Allí
      recomendó el ingreso en la Academia de Berlín de August Leopold Crelle. No
      destacaba especialmente como matemático, pero tenía
      tres valiosas cualidades: un gran entusiasmo por las
      matemáticas, una gran capacidad de organización y,
      sobre todo, una increíble capacidad de reconocer
      jóvenes talentos. Así, Crelle fue el primero en
      advertir el gran valor de los trabajos de Abel, y lo
      convenció para que publicara una exposición de sus
      teorías en el primer número del Journal für die reine und
        angewandte Mathematik, una revista fundada por él
      mismo y que editó poniendo especial cuidado en aegurarse de
      la calidad de los trabajos publicados en ella.
    
Ohm publicó un tratado titulado Die galvanische Kette, mathematisch bearbeitet,
      en el que expuso su teoría completa sobre la electricidad,
      incluyendo la famosa ley que hoy lleva su nombre. El libro
      empezaba con las bases matemáticas necesarias para entender
      el resto de la obra, base que incluso los físicos alemanes
      más destacados necesitaban, ya que por esa época
      consideraban (y Ohm no los hizo cambiar de opinión) que la
      física no necesitaba más que las matemáticas
      elementales. Ohm se había tomado un año
      sabático en el colegio jesuita suizo en el que daba clases
      y estaba en Berlín. Confiaba en que su libro le
      abriría las puertas de alguna universidad alemana, pero no
      fue así, lo cual lo desmoralizó un tanto. Pese a
      ello, logró prorrogar su permiso y permaneció en
      Berlín.
    
Desde su invención, el microscopio no había pasado
      de ser una mera curiosidad hasta que un botánico
      británico llamado Robert
        Brown había empezado a usarlo de forma
      sistemática en sus estudios. Un día, observando unos
      granos de polen sumergidos en agua observó que se
      movían de forma caótica, zigzagueante. Al principio
      pensó que dicho movimiento probaba que el polen estaba
      vivo, pero repitió el experimento con partículas de
      polvo y observó el mismo comportamiento, un movimiento que
      no supo explicar y que hoy se conoce como movimiento browniano. 
    
Lobachevsky fue nombrado rector de la universidad de Kazan.
    
Gauss publicó sus Disquisitiones
generales
        circa superficies curvas, en las que describe la
      geometría de las superficies "desde dentro" de las mismas,
      es decir, desde el punto de vista de un ser minúsculo
      situado sobre ellas de modo que puede tomar medidas sobre la
      superficie, pero sin formarse una idea directa de cómo se
      curva ésta (es el caso de los seres humanos sobre la
      Tierra, que pueden medir la distancia entre dos puntos
      cualesquiera, pero no percibir directamente la esfericidad de la
      superficie terrestre). Gauss demostró que a partir de
      medidas sobre la superficie se puede determinar la curvatura. Su
      resultado principal es el "theorema
        egregium", según el cual cualquier correspondencia
      entre dos superficies que conserve las distancias ha de conservar
      también la curvatura. Esto implica que es imposible trazar
      un mapa plano de una superficie esférica de manera que las
      distancias sobre el mapa se correspondan (a escala) con las
      distancias reales, pues la curvatura de un plano es nula y la de
      una esfera no lo es.
    
Rowan Hamilton seguía una trayectoria académica
      impecable en el Trinity
        College, la universidad de Dublín. El año
      anterior había sorprendido a todos al obtener la
      máxima nota tanto en griego como en física y ya
      había enviado un artículo de investigación a
      la Royal Irish Academy.
      A punto de cumplir los veintidós años
      interrumpió sus estudios cuando le ofrecieron el cargo de Astrónomo Real en el
      observatorio de Dunsink.
      Sin embargo, las tediosas tareas de observación
      astronómica no estaban hechas para él, que
      prefería la investigación teórica. Ese
      año envió un nuevo trabajo a la Royal Irish Academy sobre la
      que hoy se conoce como función
        principal de Hamilton, que le permitía presentar
      con más elegancia y eficiencia diversos resultados sobre
      óptica.
    
Stendhal publicó anónimamente su primera novela: Armance. 
    
Victor Hugo publicó Cromwell,
      una obra de teatro prácticamente irrepresentable por su
      excesiva duración. Su prefacio se convirtió en uno
      de los textos fundadores de la concepción romántica
      de la literatura. En él se opone a las normas del teatro
      clásico, que exigían que la acción se
      desarrollara en un día y en un mismo lugar.
    
Delacroix escandalizó a la crítica más
      conservadora con La muerte de
        Sardanápalo, un cuadro abigarrado donde el
      colorido prevalece sobre el dibujo. Fue expuesta en el mismo
      salón en el que Ingres presentó su Apoteosis
        de Homero, de estilo radicalmente opuesto, estrictamente
      clásico, a imitación del de Rafael.
    
James fenimore Cooper publicó una nueva novela, titulada La pradera, con el mismo
      protagonista que El
        último mohicano. 
    
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